Epílogo: Winds Of Change...
Nueva York, año 2161...
Mejor dicho, los cielos de Nueva York. La aeronave Ulysses sobrevolaba en estos momentos a tanta altura que lo único distinguible desde sus ventanillas eran las nubes y masas informes de ruinas allá abajo. Durante mucho tiempo se había hablado de reconstruir la ciudad que en otros tiempos se había considerado la capital del mundo, pero algunos políticos habían dicho que sus ruinas servían para recordar la arrogancia de la humanidad al jugar con la genética imprudentemente. Otros decían que simplemente resultaba demasiado caro económicamente hablando.
Ninguna de estas razones importaba a la única persona que en estos momentos observaba el cielo desde uno de los ventanales del Ulysses. Baiken pensó que su presencia allí en estos momentos era una prueba de que el Creador, a veces, tenía muy mala leche. Allá abajo había empezado todo, y aquí arriba iba a cerrarse el ciclo de una manera que, al menos para ella, resultaba más que inesperada.
Mentalmente, Baiken repasó todo lo que había ocurrido desde aquella noche de 2157 en los Urales. Recordó haberse opuesto al lanzamiento de una cabeza nuclear allá abajo porque BadGuy no había regresado todavía, a pesar de haber dejado instrucciones bien precisas de vaporizar el lugar si pasaban treinta minutos de su marcha. Lo más probable era que el cazador de recompensas hubiese encontrado una muerte segura a manos de Justice, pero ella había visto pelear a Sol con más pasión y habilidad que ninguno del grupo, así que albergaba esperanzas. Esas esperanzas se borraron cuando observó alzarse el hongo nuclear desde las montañas hacia el cielo. Dos veces ya el fuego nuclear le había arrebatado todo lo que le importaba. En ese mismo instante se dejó vencer por el agotamiento y el veneno que circulaba por sus venas. Había tardado dos meses volver a andar, y casi cuatro hasta que recuperó su anterior forma física. El médico que la trató no se explicaba como había sobrevivido, pero ése secreto lo guardó para ella misma.
Afortunadamente, sus compañeros no habían estado cruzados de brazos durante su convalecencia. Unas cuantas sesiones de hipnosis regresiva a las que Dizzy se sometió voluntariamente revelaron unas pistas bastante sólidas sobre el paradero de Kotetsu. La pobre muchacha estaba deseosa de reparar en algún modo los daños que había causado mientras estuvo bajo el control mental de Zato, y colaboró con tal entusiasmo que a la tercera semana Ky y Chipp volaron hacia la Antártida, la base de operaciones donde se suponía Kotetsu se escondía y continuaba realizando experimentos. La búsqueda fué infructuosa, desgraciadamente. De alguna manera habían sabido que su base había sido localizada, y cuando llegaron no quedaba nadie. Según le dijo Ky, debían haberla abandonado hacía menos de dos semanas, puesto que el instrumental estaba nuevo e incluso algunos bidones conservaban combustible reciente. Aquello fué un duro golpe para Baiken, pero no había sido el primero ni sería el último, así que lo aceptó con su habitual estoicismo. Tenía mucho tiempo por delante. Demasiado, desgraciadamente.
Mientras tanto, Millia se había dedicado a exterminar rápida y metódicamente cualquier resto de la Hermandad de LaSombra que quedase por el mundo. Kyske opinaba que era una locura, pero la verdad es que había dado resultado. Aunque no se lo había contado a Ky, una noche Millia le confesó que ya se había cruzado dos veces con el misterioso asesino que la había perseguido en el pasado, el tal Venom. Ninguno había resultado vencedor en aquellos combates. Millia temía que del siguiente enfentamiento solo quedase uno de los dos con vida, pero no era capaz de preocupar de tal manera al joven Kyske.
Ky Kyske. Ése sí que la había sorprendido. Le había considerado un mero ratón dentro de los Cruzados, incapaz de contradecir una orden aunque fuese descabellada. Las experiencias lo habían cambiado, y Baiken debía confesar que para mejor. El carácter es algo que se forma en la adversidad, y a sus años Ky las había pasado muy duras. La convulsión que sufrió la Orden Cruzada cuando el fugado Caballero sospechoso de traición regresó y puso los puntos sobre las íes a sus superiores por poco acaba con la institución. Ahora había ascendido de Caballero a BladeMaster, un título que anteriormente sólo había logrado Kliff Andersen. La excesiva burocracia y la corrupción anterior había dado paso a una serie de reformas que prometían un mejor mañana. Aún así, Ky escondía de vez en cuando unos retazos de rebeldía que afloraban en determinadas ocasiones. Según las tradiciones de los Cruzados, la relación entre un noble Caballero y una ex-asesina perseguida por la justicia no podía ser aceptada de ninguna de las maneras. Harto de que durante tres años sus peticiones de indulto fuesen ignoradas, Ky había optado por la menos sutil de las soluciones.
Hacía exactamente hora y media y siguiendo con las sabias costumbres del mar y el aire, el Capitán de Navío Jonathan Stephens había unido en matrimonio a Ky Kyske y Millia Rage mientras sobrevolaban el Atlántico.
No podía negar que se había divertido con la ceremonia. No era capaz de recordar la última vez que había acudido a una fiesta en los últimos 150 años. Se había reencontrado con Anji, su joven paisano japonés y nada más verla le había entregado otra de sus pequeñas "chapucillas" para compensar la pérdida de la última. Baiken opinaba que las chapuzas de Anji eran consideradas prototipos de alta tecnología en la mayoría de los países del mundo, así que aceptó su nuevo brazo mecánico con mucho gusto. Incluso había soportado que le cambiasen de ropa. Millia se había negado en redondo a que una de sus damas de honor acudiese con un raído y descolorido kimono con más de cien años y ahora vestía uno recién estrenado, seleccionado por la misma Millia. Ahora mismo debían estar en pleno baile nupcial. Podía recordar los montones de críos huérfanos que campaban sueltos por el Ulysses, completamente embobados con Dizzy. La extraña sonrisa de Chipp, dignísimo en su papel de padrino, cuando pidió whisky escoces al barman. La campaña que había iniciado Johnny para introducir a Ky en el mundo de los licores fuertes, con Pierre de escudero. Pero Baiken había decidido irse de allí sin hacer ruido.
No podía evitar sentirse melancólica. La sensación de que allí faltaba alguien pesaba como una losa en su interior. Por supuesto que faltaba alguien, el desgarbado cabezota de Sol. Baiken no había cesado de pensar en él en los últimos meses. ¿Le echaba de menos?. Difícilmente podía echarse de menos a una persona como BadGuy. Quizás por las dos veces que le había salvado la vida se sentía en deuda con él, una deuda que ya no podría saldar. O quizás porque Sol era el único en el mundo que podía comprenderla al cien por cien. Alguien arrancado de su condición humana por la fuerza y obligado a vagar de un sitio a otro en busca de algo tan intangible como el humo. Incluso algunas noches se había despertado en la madrugada, con la almohada empapada de lágrimas. Baiken pensó en el mejor homenaje que podía hacer a aquel curioso personaje que había cruzado como una exhalación por su vida. Sin dudarlo, sacó su pipa y buscó algo de tabaco para prender, pero descubrió que se le había acabado. Ni siquiera podría darle ese último recuerdo.
-Parece triste, señorita. ¿Puedo ayudarla en algo?
Baiken se volvió hacia el tipo que así le hablaba. Era alguien que debía pasar los venticinco, de largos cabellos rubios y un pañuelo azul y rojo anudado a la cabeza. Era tan delgado que parecía que lo hubiesen estado estirando de brazos y piernas. Llevaba una cazadora vaquera y unos pantalones del mismo material, así que dudó que fuese parte de los invitados.
-Son estas fiestas, las considero muy decadentes. ¿De dónde sales? No te había visto antes por el Ulysses y no creo que con esas pintas seas del convite...
El extraño tuvo que hacer un esfuerzo para no reírse. Parecía muy seguro de sí mismo para ser un intruso.
-Solamente un técnico de sonido haciendo unos apañitos de última hora. Uno debe cumplir sus promesas a pesar de que le repugne volar, ¿no cree?
-Desde luego, si odias volar las debes estar pasando moradas. ¿No tendrás tabaco de pipa, verdad?
-Creo que tengo por aquí algo, se lo he mangado a un colega que está en las bodegas. Será mejor que baje antes de que se emborrache y rompa algo...
-Como quieras, y gracias por el tabaco...
El desconocido se encaminó hacia el ascensor más cercano y lo abrió con gestos despreocupados. Cuando las rejas empezaron a cerrarse detrás suya volvió a hablar sin volverse:
-Lo hicísteis muy bien allá abajo en los Urales, Badguy y tú. Habéis traido los vientos de cambio a una era tan jodida, y puede que salgamos de ésta después de todo. Es una pena lo de Sol. Estába coladísimo por tí, aunque sólo lo reconozca cuando está borracho...
Aunque Baiken corrió hacia la posición del extraño, éste ya estaba bajando y desapareció de su vista. El Ulysses tenía más de treinta cubiertas y una infinidad de pasillos y recovecos que en cuatro años no había sido capaz de memorizar. Si aquel tipo querá despistarla, desde luego tenía todas las de ganar.
Desanimada, abrió la cajetilla de tabaco. Olía bien, debía ser reciente. Como por accidente, un papel cayó entre los pliegues del plástico protector del envoltorio. Baiken se agachó para recogerlo. Estaba escrito. Espantosamente mal escrito, pero era legible.
"Espero que no me mates por desaparecer cuatro años, pero excavar un túnel que me sacara de aquel sitio con una espada y mis manos desnudas requiere un tiempo prudencial. Además, por los Urales no pasa el Metro, y es una larga caminata. Por lo menos he dejado de fumar, aunque no sé cuanto me durará. Me alegro de que el niño haya sentado la cabeza, ya no podré reírme tanto de él. Ahora borra esa cara de póker de tu rostro y baja a la cubierta 27. He descubierto la reserva secreta de ron de Johnny. La vaciaremos a gusto y luego reanudaremos alguna de nuestras conversaciones filosóficas. Y bájate un cartón de Winston. Lo he pensado mejor.
PD: No te creas una palabra de lo que te diga el mamón de Axl. Miente más que habla, y encima es un jodido sibarita bebiendo".
Por primera vez desde que Natsuko Kobayashi se convirtió en Baiken, echó la cabeza hacia atrás y rió. Rió con todas sus ganas acumuladas tras siglo y medio de desgracias. Sin dejar de reír, agarró el pasamanos y se dirigió cubierta abajo...
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Comentarios del autor:
Terminado hasta la aparición de Guilty Gear 3/Shin Guilty Gear allá por el 2003. Paso de ejercer más de profeta que ya me he reído bastante viendo que la gente de ARk System Works ha conjuntado la trama de los 2 GG en la versón PSX de GGX, como he hecho yo en el fanfic. Madrid/Cuenca/Barcelona 2001 Kim Kapwham (Kim_kapham@hotmail.com). Si alguien quiere colgarlo, publicarlo o distribuirlo que me avise por mail, estoy hasta los guitos de que la gente me ripee los escritos.
