mencionados en este texto son
Copyright (c) CLAMP Jugando A Ser Dios
POR: Darkness
"No puedo evitar seguir fingiendo lo que siento, me duele el corazón y me quemo en fuego Lento, pero me falta valor para contar lo que encierra mi pecho, quiero gritar lo que siento por ti, ya me esta consumiendo... Te Quiero" INTOCABLE
SEGUNDA PARTE:
" El Concilio De Hechiceros ".
- ¿Cuál dijo que era su nombre?.-
- No lo he dicho.-
Desesperante. Esa era la única palabra con la que se podía definir lo que estaba pasando. Aquella noche; de una terrible tormenta; de 1645, tras la derrota de Carlos I; momentos después de que Yue ... en fin, el caso es que esa noche tocó a la puerta un extraño hombre, bajo de estatura, de cabellos negros y piel bronceada y con unos inquietantes ojos verdes.
- Entonces, ¿Me lo dirá?.-
- ¿Qué cosa?.-
- Su nombre.-
- ¿Le interesa?.-
- Sí.-
- Aristide Torchia .-
Le sorprendió verlo en la entrada y él pidió posada, Clow no se negó ( ¿Cómo decirle "no" a un viajero en una noche tan fría como esa?) y abrió la puerta. Ahora estaba sentado frente a él, en una silla sencilla de madera, con una frazada sobre sus hombros.
- De acuerdo Sr. Torchia, ¿Qué es lo que le trae por aquí?.-
- Estoy haciendo... una investigación. Eso es todo.-
- ¿Es estudiante?.-
- Algo así.-
El hombre no prestaba atención a nada en particular; su vista recorría la habitación, pero su mirada mostraban impasibilidad. De un modo un tanto anormal, sus ojos verdes estaban apagados, sin emociones. Se detuvo frente a la ventana que aun tenía la cortina recorrida...
- Quería saber si usted me podría ayudar.-
- Seguro. Pero tendrá que decirme cuál es el tema.-
Hubo un momento de silencio, en el cual Torchia miraba a través de la ventana la lluvia caer. Después regresó su mirada al mago.
- ¿Cree en el diablo, Read?.-
Clow se sorprendía ante la pregunta, aunque no dijo nada ni hizo ningún gesto que lo demostrase...
- Yo sólo creo en lo que he visto y lo que logro comprender.- Dijo con un leve encogimiento de hombros.
La puerta se abrió en ese momento, dejando pasar a Yue (quien había escondido su alas) con una bandeja, la cual traía una tetera humeante y unos vasos. La deposito en una mesita junto a Torchia. El mago lo miró de reojo en el momento que Yue miraba su espalda. Un leve rubor apareció sobre las mejillas del guardián. Torchia siguió aquello, hasta que el ángel salió de la habitación.
- Es un lacayo un poco extraño.-
- Se equivoca, no es mi lacayo.-
- ¿Quién es entonces?.-
- Nadie importante.-
Detrás de la puerta Keroberos observaba. De hecho ya tenía tiempo observando. Sus dudas por fin se despejaban, acababa de encontrar (o eso pensaba) la razón del cambio de actitud de su compañero.
Desde hace días había notado que guardián de la luna se mostraba más inquieto y misteriosos, más de una vez le sorprendió espiando al amo y cuando le preguntaba el por que él simplemente hacía un movimiento indiferente murmurando un "qué te importa", lo cual le exasperaba... ¿Por qué Yue se mostraba tan frío e incluso grosero con él? En cambio cuando lo veía con Clow, su actitud era pasiva, casi dejando a un lado su frialdad totalmente. En un principio se imagino respeto, pero después de lo que vio esa noche era obvio que no era eso...
- ¿Por qué se niega a responder mis preguntas?.-
- Al contrario Read, es usted quien no responde las mías.-
- Lo he hecho lo mejor que puedo.-
- Eso no es cierto.-
- ¿Quién es usted realmente?.-
- Yo, soy yo... Y he sido yo por muchos siglos.-
Yue se sentó en la cama, desplegando sus alas y dando un largo suspiro. No podía pensar en otra cosa; Su primer beso, con sólo recordarlo su corazón se aceleraba ... Había sido maravilloso, ¡el paraíso! Se preguntó si significaba lo misma para él, tal vez, aunque sea una remota posibilidad sí. Recostose sobre la colcha y humedeció sus labios comprobando que el sabor a vino aún seguía ahí.
- Le he hecho dos preguntas muy sencillas: ¿Cree en el diablo? Y ¿Quién es el chico?.-
- Y yo ya he contestado ambas.-
- "Yo sólo creo en lo que he visto y lo que logro comprender" y "Nadie importante" no son respuestas.-
- Tiene buena memoria. Y si realmente le interesa la respuesta: No creo en el diablo, ni en los demonios, ni en... .-
- Dios.-
Por primera vez en toda la conversación, Torchia se inclinó hacia delante, interesado.
- Adelante puede hablar libremente conmigo... No le quemarán por decírmelo a mi...-
- No creo que un ser tan poderoso como él, creara el mundo y a todo ser viviente en la faz de la tierra sin dejar algún indicio de su existencia.-
- Pero entonces, ¿Cómo explicaría la presencia de todos los seres vivos?.-
- Eso es muy fácil... .-
Y el mago sonrió recordando un evento hace unos cuatro años...
- No cree en Dios, pero intenta ser como él.-
Levantó una ceja sorprendido ante esta afirmación.
Siguió con la vista a Torchia hasta que este se detuvo frente a la ventana.
- Buenas noches, Sr. Read.-
Matthew Hopkins continuaba con su viaje, explorando Inglaterra, encontrando nuevos acusados y ahorcándolos o más recientemente ahogándoles... Y cada vez que terminaba un juicio y él ganaba se sentía soñado, su ego comenzó a levantarse y a cambiar; ya no se mostraba débil, no utilizaba más [sólo en caso de verdadera necesidad] su imagen de conejo desvalido; aunque sus sutiles modales y sus palabras [que hipnotizaban a cualquier víbora] seguían con él. Le encantaba el temor que producía en las aldeanas con su sólo presencia. Decía que tenía un don, el de ser "invencible ante las brujas" y que de ahí venía el miedo.
Él tenía un don, de eso no cabía duda, pero no era precisamente el que el cazador pensaba, tenía el maldito don de ser axiomático! La gente le escuchaba y le creía, lo seguían y apoyaban aunque jamás lo hubieran visto. Eso fue precisamente lo que le pasó esa noche, en la frontera con Escocia.
Sólo se escuchaban las ramas crujir bajos sus pies y algunos murmullos, pero más que nada la respiraciones agitadas y hasta cierto modo excitadas de todos; pasaron apartando las ramas de los árboles, espantando animalillos salvajes, parecía que nada les detenía en su carrera.
Con antorcha en mano y una multitud detrás de él avanzaban entre la maleza, buscando. La noche anterior se le había informado de un "hechicero" ermitaño que vivía a las afueras de aquel pueblo; como era de esperarse en ese mismo momento reunió a la gente y juntos fueron a cazarlo.
Frunció el ceño, ese rió no debería estar ahí, seguramente equivocaron el rumbo. Intentaron persuadirlo sus compañeros para regresar, pero él no aceptó; tenía la obstinada idea que si cruzaban el río a nado llegarían más rápido. Los convenció para seguirlo, pero no llegaron muy lejos, el cansancio los venció. Al final sólo quedó Hopkins quien logró llegar al otro lado y continuó avanzando. Ese lado del bosque estaba mucho más callado y misterioso, se podían sentir presencias extrañas, casi mágicas; inclusive el cazador se percató de eso, aunque no poseía poderes. Le vigilaban en cada paso dado y comenzó a inquietarse, tanto que corrió; pero por no poner atención el suelo se le terminó y cayó, resbalando por un pequeño claro inclinado. Con la misma fuerza con la que cae una bola de acero desde una gran altura, fue con la que se estrelló el pobre cazador contra un árbol, partiéndolo en dos. Crujió su cuerpo en varios puntos, y él exclamó un quejido ronco para después quedar inconsciente.
No supo cuanto tiempo permaneció en aquel estado, no pensaba en nada. Escuchó un ruido delante suyo y abrió los ojos, encontrándose con un par de zapatos viejos, llenos de barro, al estilo francés; alzó la vista y con la escasa luz pudo ver el rostro de un anciano, arrugado, con gruesas cejas grises y una abundante barba sin bigote. De pronto todo se puso negro siendo acompañado con un fuerte golpe y un ruido.
Se vio acostado en el suelo, con una manta sobre sí, en una cabaña ajena y extraña; papeles, libros cuadros y dibujos acomodados, parecía que todo tenía un orden, inclusive la chimenea apagada que estaba a su lado. ¿Cuánto tiempo había dormido? ¿Quién le recogió?.
- Ya despertaste?.-
- ¿Quién?!.- Exclamó sorprendido, dándose la vuelta.
Frente a él descubrió nuevamente al anciano de la noche pasada.
- Es usted Rosetti?.- Preguntó mirando fijamente al viejo, con voz débil.
- Si.-
- Entonces estas detenido y no intentes ningún movimiento que mis compañeros no tardarán en llegar.-
- ¿Bajo que cargo?.-
- El de hechicero.-
A diferencia de lo que Matthew hubiera imaginado, el viejo no se inmutó, al contrario sonrió.
- Será mejor que no se mueva mucho, esas heridas pueden ser muy peligrosas. Aunque lo mejor en este caso es que le cambie el ventaje.-
Hopkins lo miró con desconfianza, pero se acercó. El viejo quitó las vendas y juntó sus manos creando pequeños destellos de magia.
- ¿Qué diablos crees que haces?!!.-
- Oh, vamos! Sólo aplicó un poco de magia.-
- Yo soy cazador de brujas y Tú tienes el descaro de mostrarme tus poderes??? ¿Acaso me estas embrujando?!!.-
- Por favor, odio a la gente que piensa así... Tú cazador, tienes fama y pensé que serías un poco diferente.-
- Diferente cómo?.-
- Tal vez con más criterio. Dime: ¿No te ha nacido la curiosidad de saber cómo lo hacemos?:.-
- ¿Cómo hacen qué?.-
- Nuestros conjuros. ¿Por qué jamás atrapas a un hechicero o bruja verdaderos?.-
- ....No tengo ningún interés en atraparlos, por lo menos no por el momento .-
- ¿Estás seguro?.-
- En lo absoluto.-
- Tengo entendido que vienes de Anglia del Este.-
- ¿Y eso qué?.-
- No hay nadie ahí con quien quieras acabar.-
- Hay varias personas, de las que yo me encargare a su tiempo.-
- ¿Entonces por qué no te desases de ellas ahora?.-
- No necesito darte explicaciones.-
- Tal vez pueda darte una ayuda; pruebas para que atrapes por lo menos a uno.-
Hopkins sonrió, su colmillo blanco relució.
- Creo saber de quien habla. Y no necesito pruebas.-
- Ah! Piensas crearlas tu mismo, pues déjame decirte que él es realmente un hechicero y bastante astuto.-
- Eso ya lo sé.-
- ¿Qué?.-
- Estuve investigando; una vez le descubrí una extraña carta y averigüé el origen de esta.-
- ¿Una carta?:-
- Sí. Son cartas mágicas y según creo, creadas a partir de la magia.-
- ¿Qué estas diciendo?.- El viejo se levantó exasperado.- ¿Qué ese maldito del Clan Li logró crear cartas mágicas???.-
- Vaya. Pensé que estabas enterado de todo.-
- Ese desgraciado se nos adelantó, seguramente las presentará en el concilio!.- Dijo esto último entre dientes, sin que Hopkins lograra entenderlo.
- Me parece... - Agregó Matthew con un toque venenoso, pretendía sacar partido de eso.- ... que tú, Rosetti, tienes más interés que yo en acabarlo... .-
- Nada más que rivalidad profesional.-
- Tú fuiste quien me llamó, ¿verdad?. ¿Qué quieres exactamente?.-
- Hacernos un favor a ambos. Pero parece que no puedo darle lo que necesitas para hacerle caer.-
- Lo que sí puedes darme es ese libro.-
Y señaló uno a sus espaldas. Rosetti alzó una ceja sorprendido.
- Me ha sorprendido Hopkins, ¿Qué sabe usted de demonología?.-
El olor a tierra húmeda regía el ambiente, el cual no era tenso, al contrarios era sumamente agradable. Ya había dejado de llover y el cielo comenzaba a despejarse, dejando ver entre la negrura de sus nubes, pequeños rayos de luz lunar... A lo lejos, en el camino que lleva al pueblo se veían diminutos puntos, pequeños destellos de luz amarilla-verdosa, que seguramente eran luciérnagas; un poco más lejos venía el pueblo, silencioso, dormido. Era la única forma en que podía verlo, aunque recordaba algunas veces en las que las calles se llevaban de vida, luces y colores, los aldeanos salían a convivir y divertirse, era un ambiente cálido lleno de humanismo... Aquellas días eran las fiestas. Le gustaba ver las fiestas, pero nunca participar en ellas; Keroberos y su amo le invitaron un par de veces, pero él nunca aceptó, sabía de antemano que por su carácter no podría relacionarse con las personas ni disfrutar de esa diversión. Apartó todo eso de su mente y observó. Más allá del pueblo no había nada, nada más que niebla y vegetación. Únicamente en contadas ocasiones se divisaban tenues luces de antorchas... el fulgor rojo provenía de los palos encendidos de los aldeanos "cazadores de brujas". Recordaba los gritos de esas noches, los ruidos, la desesperación... Quería ayudar a la gente inocente que estaría a punto de morir, pero en esos momentos, en los que estaba a punto de salir por la ventana, alguien le detenía. Era su amo, quien le decía que no podía interferir y él no lo cuestionaba.
El viento sopló trayendo con él casi imperceptibles gotas de agua. Dio un largo suspiro acompañando de esta manera al sonido producido por el movimiento de las ramas. Pasaron dos horas más en las que ni tan siquiera se movió, no tenía ganas de hacer nada, pero el sueño y frío comenzaron a invadirlo rápidamente. Expulsó por la boca un poco de aire el cual se transformó en vapor, comprobando así que la temperatura descendía... Entonces se dio cuenta que tiritaba; y decidió que ya era hora de regresar al interior de la casa. Extendió sus alas, pero estas estaban imposibilitadas para volar: se encontraban entumecidas por el frío. Restó importancia al asunto, después de todo se encontraba sobre el techo de su vivienda: ¡No hay pierde!. Saltó pues, del tejado a la terraza del segundo piso. Pensaba bajar al primer piso y entrar por la ventana de la cocina, pero no lo hizo; la puerta de la terraza se encontraba abierta y entre las cortinas de color azul, pudo divisar una cama y dos figuras. Entró sigilosamente a la habitación y se acercó lentamente al lecho, frunciendo el ceño al ver al gran león dorado acurrucado a los pies de su amo; nunca lo había comprendido ¿Por qué Keroberos podía dormir en la misma cama con Clow y él no? No tenía nada de malo querer compartir la misma cama!, bueno, eso creía... Dudó un poco pero al cabo de unos momentos se deslizó entre las sábanas. Sabía que el mago no se despertaría, esa noche les manifestó que estaba muy cansado y que utilizaría una de las cartas para dormir mejor hasta la mañana siguiente, supuso que aquello se debía a su platica con ese extraño hombre...
Se acurrucó junto a Clow y lo rodeó con los brazos, sin querer pateó un poco al león, pero al ver que este no hizo ningún movimiento, no hizo nada... Dejó que el calor del mago aminorara su frío y poco a poco el sueño le fue invadiendo hasta quedar dormido.
Keroberos simplemente disimuló soñar, pero era consiente de lo que pasaba... Y por alguna razón que no logró entender, aquello le molestó.
Desde muy temprano Yue ya estaba despierto, había dormido por lo menos 3 horas y se encontraba muy nervioso; su cabeza descansaba sobre el pecho de Clow mientras abrazaba su cintura, el resto de su cuerpo estaba tan pegado a su amo como pudo...
Estaba achispado con el olor del hechicero, no podía describirlo pero le gustaba... de la misma manera como le gustaba estar tan cerca, escuchar su respiración, sentir en su mejilla a través de la delgada tela, su piel... Dirigió sus ojos a su rostro, parecía tan tranquilo. Su corazón se aceleró y un rubor asomó a sus mejillas, aquel sentimiento cálido le volvió a inundar, era algo que le gustaba tanto.
Su amor hacia él era puro, su amor era inocente; ¿Dónde encontraría el mago un amor como el suyo? ¿Un amor que se conformaba con una palabra, una sonrisa, una caricia perdida, un suspiro olvidado? ¡Un amor cuyo único anhelo era un beso! ¡Un amor que vivía para servirle!.
Jugueteó con sus cabellos negros de su amo, enredándolos en sus dedos formando pequeños rizos...
- SR. READ!!.-
Aquella voz. Clow se levantó casi de un brinco.
- ¿Sucede algo amo?.-
- No... creí escuchar algo... a alguien... .-
Alzó una ceja con rostro extrañado al percatarse de con quien hablaba.
- ¿Yue, qué haces en mi cama?.-
Antes de que el guardián respondiera, el grito se repitió. Así que Clow se asomó a la ventana y lo que descubrió en el umbral de la puerta le sorprendió.
- Anne?!.-
La mujer sonrió. Era difícil decir si era ella o no, el tiempo había pasado rápido, frente a sus ojos ya no estaba la muchachita de 17 años... sino una joven mujer en pleno florecimiento...
Rápidamente se vistió y bajó hacia ella, ante la miradas interrogantes de sus dos guardianes.
- ¿La conoces Keroberos?.- Preguntó Yue viendo a través de la ventana, con cuidado para no ser descubierto.
- Creo que ya la he visto... pero sólo una vez.-
El guardián de la luna frunció el ceño; ¿pero qué diablos estaba sucediendo ahí? ¿ Por qué esa chica abrazaba a SU amo y le besaba la mejilla? Eso no le gustó, ¡¡No le gustó en lo más mínimo!!. Sus ojos relampaguearon con un sentimiento que no había conocido hasta ese momento: los celos.
- Anne! Me alegra tanto que hayas regresado!.-
- No tanto como a mi, Sr. Read.-
- Te he dicho miles de veces que no me hables de usted.-
- Lo siento, Clow... .-
- Pero bueno, ¿No gustas pasar?.-
En el momento que se disponían a entrar un muchacho llegó, parecía ser el cartero, por que le entregó un pequeño sobre con un sello de forma extraña, pero que el hechicero conocía muy bien. Guardó la carta y junto con Anne entró a la casa.
- ¿Dónde has estado en estos últimos años?.-
- Bueno, en África... .-
- ¿Qué? ¿Tú en África?.-
- ¿Por qué te sorprendes tanto? Amo a los animales!!.-
- Pero no te imaginó en África, viviendo como se vive allá.-
- Hey! Si no soy todavía esa niña de papi.-
- Eso se ve.-
Y ambos sonrieron.
- ¿Qué animal de todos los que viste en esas tierras te gustó más? He de suponer que vistes muchos.-
- Sí, aprendí todo lo que se puede sobre veterinaria... Y me encantas los leones.-
- ¿Los leones?.-
Tanto Keroberos como Yue observaban desde la puerta la plática. Danna pasó a su lado llevando una gran bandeja y al ver al par de fisgones les jaló de la oreja agregando:
- Es de mala educación escuchar conversaciones ajenas. Además el desayuno esta preparado ya.-
La anciana mujer ya se había acostumbrado a la presencia de ambos, aunque al principio se sobresaltó mucho; un ángel y un león alado no son poca cosa. Pero su lealtad iba más allá del miedo. No dijo nada, ni hizo preguntas, se limitó a seguir ordenes y a sus acostumbradas obligaciones. Con el tiempo comenzó a tratarlos más y les perdió el temor, e inclusive le cayeron bien; sobretodo el león; ¡Tenía muy buen humor! Aunque un tanto vanidoso.
Abrió la puesta de la biblioteca y anunció:
- Disculpe, el desayuno está listo. Supongo que la señorita nos acompañará.-
Clow miró a Anne. Y ella asintió levemente.
- Así es.-
- Y puedo preguntar por el otro invitado.-
- ¿Torchia? Ah, supongo que sí.-
Danna salió de la habitación y se dirigió a la cocina.
- ¿Se puede saber quién es Torchia?.-
- Es un estudiante. Está aquí de paso y me pidió asilo.-
La mañana transcurrió como todas las demás. Aristide salió desde muy temprano sin decir a nadie a donde se dirigió, supusieron que para continuar con su investigación, sin ningún tipo de interrupción. Clow y Anne pasaron juntos toda la mañana (y el resto del día), siendo siempre vistos desde lejos por los guardianes; lo más curioso de todo esto fue que Yue estaba muerto de celos y Keroberos celoso de esos celos (?) ... Aunque no lo pareciese y no quisiese aceptarlo, el guardián del sol comenzaba a sentir algo extraño con referente a su compañero.
Una vez que la chica se hubo ido a su casa (no sin antes auto- invitarse otra vez el día siguiente, lo dicho, a Anne no le importa la decencia) el hechicero sacó la carta de su bolsillo.
- Veamos.-
La abrió y leyó en silencio. Al cabo de unos momentos sonrió; aquella carta le invitaba a participar en el concilio que se llevaría a cabo dentro de dos semanas.
Dos Semanas Después.
El relincho de los caballos cesó y por ello él supo que ya habían llegado. Miró a sus dos guardianes; Keroberos parecía muy entusiasmado, Yue no mostró ninguna emoción pero veía a través de la ventana, cómo si realmente estuviera interesado... Le había quitado a ambos sus alas, en primer lugar para que no llamaran tanto la atención y en segundo, para que entraran dentro del carruaje...
Ahora ya estaban ahí, en Londres, la capital de su hermoso país natal. Hizo un movimiento con la cabeza indicándoles a sus creaciones que lo siguieran; estas avanzaron, en silencio.
Keroberos veía con interés las calles, vacías en esos momentos, mientras daban pequeños brincos felizmente. Al doblar la esquina sus ojos dorados pudieron ver una gran cantidad de gente, vestida de la misma forma "peculiar " que su amo y el otro guardián. Las personas entraban a un gran edificio, de arquitectura antigua. Sin titubear entraron junto con la demás gente.
- ¿Te sucede algo Yue?.- Preguntó en voz baja Keroberos, al ver a su compañero un poco contraído.
- Me siento un poco incómodo eso es todo... .- Murmuró el ángel, quien no estaba acostumbrado a andar sin sus alas y a estar rodeado de gente.
El interior dejó maravillados a ambos guardianes: los muebles, las paredes, las lámparas, las escaleras, todo resplandecía con un matiz dorado, como si el mismo sol estuviese allí adentro, aunque afuera sólo hubiera oscuridad; parecía que todo estaba envuelto con una fuerza mágica. Al seguir avanzando de encontraron con todo tipo de criaturas; desde humanos hasta orcos, con uno que otro ser deforma, inclusive con Trolls (cosa extremadamente extraña, pues estas criaturas suelen ser violentas y antisociales).
Keroberos se sintió en su ambiente: había mucha vida en ese lugar, mucha luminosidad, colores, comida; ¡Aquello era justo lo que él necesitaba!... Sin embargo, y a diferencia del guardián del sol, Yue comenzaba a retraerse cada vez más, los sonidos, las personas, la luz, la alegría; ¡Era cómo una fiesta y no lo soportaba!.
Por su parte Read parecía conocer a todos, pues una gran multitud se acercó a él, la mayor parte preguntando la razón por la que había faltado a la reunión pasada, en Italia hacía cuatro años ; aun así los saludos se sucedieron con una broma aquí, una réplica allí, y una sonrisa.
La multitud apartó a los guardianes del mago, y estos al verse solos decidieron curiosear un poco, pues habían visto algo muy interesante... de acuerdo, Keroberos arrastró a Yue a una mesa donde había gran cantidad de alimentos, sobretodo dulces.
- Oh Dios mío!! ¡¡Qué felicidad!!.- Exclamó y comenzó a engullir de todo (Muy mal hecho, pues ni tan siquiera sabía que estaba comiendo), mientras tanto el guardián de la luna se alejaba a paso discreto.
De pronto la mesa tembló y como si hubiera salido de la nada apareció un ENORME dragón frente del león. El dragón abrió su hocico soltando grandes bocanadas de humo y enseñando sus afilados dientes; Keroberos no pudo hacer otro cosa más que emitir un grito y salir disparado a esconderse entre las pierna de su amo, provocando que este casi cayera al suelo. Varios curiosos voltearon a ver, algunos de asustaron, otros se sorprendieron y algunos más no le dieron importancia al asunto.
- Eh?.- Clow volteó extrañado encontrándose de frente con la "lagartija". Yue se aproximó velozmente adoptando una posición de combate.
- No se preocupen.- Añadió el mago después de unos segundos.- No es más que una ilusión ...-
Y dio un golpe suave con la punta de su dedo sobre la nariz del dragón. Con ese simple golpe el animal estalló en luces de colores. Los presentes aplaudieron, la ilusión había sido muy real y merecía la pena el ser vista.
- Eres un cobarde.- Le dijo Yue a Keroberos, cuando se hubo acercado a él.
- ... Tú hubieras hecho lo mismo de encontrarte en mi situación.-
- No.- Respondió secamente.
- Grrrr... Miserable.- Murmuró el león.
- Como siempre arruinando la diversión.- Se dejó escuchar una voz en la sala.- ¿Verdad, miembro del Clan Li?.-
- ... creada por el más grande ilusionista de este siglo.- A completó la frase empezada momentos atrás.
Y entre el humo púrpura producido por una pequeña explosión apareció un hombre, envuelto en una capa morada de la cual pendían ,muchos cascabeles. Varios presente volvieron a aplaudir.
- Me sorprendes Tedreschers, sueles ser más ingenioso a la hora de las entradas triunfales.-
- Pues esto hubiese quedado mucho mejor si "alguien" no hubiera destruido a la atracción principal.-
El recién llegado se acercó a Clow y le sonrió divertido, enseñando sus dientes, como un chiquillo travieso.
-No cambias nada. ¿Cómo has estado Clow?.-
-Mejor que nunca.-
Tienes que decirme que has hecho en estos últimos ocho años... .-
Tedreschers, Ted para los amigos, era un joven vivaracho y hablador, en general de buenos sentimientos, pero un poco cobarde y de vez en cuando con "ligeros" ataques de histeria.
Mientras hablaban comenzaron a caminar. Llegaron a una pequeña mesa donde se sentaron; los guardianes se mantuvieron apartados durante esto, decidiendo que sería lo mejor.
Después de llenar unos vasos con ginebra y de bromear un rato; Clow se puso serio y dijo:
- He creado cartas mágicas... .-
- Si??.- Ted lo miró sorprendido.- Es fabuloso!! Supongo que las vas a presentar ante el concilio.-
Clow movió ligeramente la cabeza, confirmando lo que dijese Ted.
- Pero dime una cosa, que me tiene intrigado... ¿Quines son esos dos?.-
Y señaló a las espaldas del mago, a un pequeño rincón, donde se encontraban los guardianes.
- Ellos son Keroberos y Yue.-
- Tú sabes a qué me refiero, ¿Quiénes son en realidad?, puedo sentir una gran cantidad de magia desprenderse de su cuerpo... es curioso, se parece un poco a tu presencia.-
El mago sonrió.
- ¿Qué te pasa? ¿Por qué sonríes?.- Tomó un sorbo del vaso.
- Yo los cree.-
Ted escupió toda la ginebra que había tomado; abriendo enormemente los ojos.
- ¡¡¡¿QUÉ TU HICISTE QUE?!!! ¿A PARTIR DE TU MAGIA?.- Gritó, en una explosión repentina de histeria.
Varias cabezas se giraron sorprendidas por el grito; pero al ver de quien provenía suspiraron aliviadas y continuaron con sus pláticas. Todos conocían los ataques neuróticos de Ted.
- Ajam .- Read asintió, todavía sonriendo.
- ESTAS IDIOTA O QUÉ TE PASA?!?!?!?.-
- Cálmate.-
- ¡¡TÚ LO SABES MEJOR QUE NADIE!! ¡¡¡¡NO PODEMOS LIBERAR GRANDES CANTIDADES DE NUESTRA ENERGÍA SIN EFECTOS LATERALES NEGATIVOS!!! ¡ESTAS ATREYENDO EL MAL HACIA TI!!!-
- No te preocupes, yo se cómo reponer mi energía... .-
- ASÍ QUE FUISTE TU!... Hace 4 años la tierra retumbó al igual que el plano astral... Dios mío, rompiste una de nuestras reglas y estas tan tranquilo.-
- No hay de que preocuparse. Además no infringí ninguna norma.-
- POR SUPUESTO QUE SÍ!.- Golpeo la mesa con su mano.- Y la más importante de todas: "No perjudicar a nadie". Pusiste en peligro Tu propia vida!.-
- Sigues siendo tan histérico como siempre.-
- Escucha Clow, esto te lo digo yo, que soy tu amigo; recuerda que aunque trabajes independientemente, aunque seas un "mago Folklórico", perteneces a los "Wicca" y hoy cuando presentes a tus criaturas ante el concilio, te van a comer vivo!, en especial ese Rossetti que nomás espera el más mínimo error para sacarte del juego.-
- ... ¿Rossetti sigue aquí?.-
- ¡Claro! No tenemos tanta suerte, ese ingrato es más viejo que tu y yo juntos (y déjame decirte que eso es mucho), el pobre de Gandalf ya no sabe como quitárselo de encima, con eso del que el sabio ya se quiere retirar.-
- Así que por fin va a retirarse... ¿Cuándo lo decidió?.-
- La reunió pasada (a la que por cierto tú faltaste), dijo que en la próxima reunión, está, él elegiría a su sucesor. ¿Acaso no has notado que hay de todo en esta ocasión?.-
- Lo dices por los hobitts ¿verdad?.-
- Ya lo creo.. Pero nos desviamos del tema: ¿Cómo creaste a esa criaturas?. Supongo que debiste quedar casi muerto.-
- Pues no tanto, por que ocupé más que nada, energía positiva.-
- Y yo digo que ese fue tu error. Recuerda que el bien atrae el mal.-
- Lo sé... Necesito buscar un equilibrio.- -
Y se percató de la maleta que Ted llevaba en su espalda, bajo la capa.
- ¿Y eso?.- Dijo señalándola.
- Ah! Aquí traigo un libro que recientemente compré, es edición de lujo.- esculcó su mochila, cómo si buscase algo.- Me costó trabajo conseguirlo, pero aquí esta: ¡ Disquisitionum Liber Magicarum ! de Martíz Del Río, de 1599-1600: un verdadero clásico sobre magia demoníaca.-
- Demonología.-
- Sí lo se... ah! Es verdad a ti no te gusta esto: "la rama oscura de la magia".-
- Dices que es edición de lujo? Pues realmente parece nueva.-
- Es edición de lujo por el tipo de encuadernado. Y tienes razón es prácticamente nueva: 1640, Impreso en Italia por Torchia.-
El hechicero levantó una ceja.
- ¿Por quién?.-
- Aristide Torchia, es muy famoso en el campo de la demonología... y un verdadero demente.-
- ... Ah! ¿Por qué dices demente?.-
- ¿Por qué? ¿Qué por qué digo demente? Pues por que el tipo esta obsesionado con el diablo y ha intentado varias veces llamarlo, además de que cuenta con la biblioteca más grande de libros oscuros y de magia negra. Por eso. Ah si, últimamente ha estado escribiendo un libro las nueve puertas o algo así, una guía muy selecta para la invocación del demonio y dicen las malas lenguas que el mismo Lucifer le ha estado ayudando.-
- Ya veo.-
- Mmmm... Tú ocultas algo... .-
- ¿Qué te hace pensar eso?.-
- Te conozco. A ti no se te puede dejar solo ni un momento ¿Qué sucede?.-
- Nada. Solamente que Torchia no se me a figura a ningún demente, extraño sí, pero demente...-
- ¿Conociste a Torchia?.- Preguntó incrédulo Ted.
- Sí. De hecho esta de paso en mi casa. –
- No puedo creerlo... Tú vives en Anglia del Este, ¿Verdad?.-
- Así es.-
- Eso significa que... Conoces a cierto cazador de "prestigiado" nombre.-
- Desgraciadamente.-
- Ja!. Eso sí que es una casualidad; tienes cerca de ti al mayor cazador de brujas de la historia y al demente más grande de este siglo.-
El rostro de Read se volvió misterioso y dijo en tono bajo: "En este mundo no existen las coincidencias, sólo lo inevitable." Dejando confundido al ilusionista.
En eso se escucharon 12 campanadas, ya era la hora de comenzar con la reunión.
Todos se dirigieron a una gran sala en forma circular, en la cual había un estrado de mármol, con distintos grabados. En medio se dejaba ver una especie de arena de combate... Los presentes se acomodaron en las distintas butacas de alrededor de la arena. La sala era alumbrada por veladoras en las paredes, en donde colgaban grandes cortinas.
Ted y Clow se acercaron al estrado de mármol acomodándose en dos de las siete sillas que se encontraban ahí. Los guardianes se colocaron detrás de su amo.
Poco a poco el cuarto se fue llenando y el ruido de los murmullos cesó en cuanto vieron llegar a tres hombres ataviados con túnicas blancas. Los recién llegados se colocaron en las tres sillas que faltaban en el estrado. Después de un momento el más joven se levantó y comenzó a decir:
- Bienvenidos todos y todas, este es la centésima novena reunión que llevábamos a cabo, nosotros los Wicca. Hoy es 2 de Febrero y cómo la tradición lo dice festejaremos el Imbolc (los primeros atisbos de la primavera luego del invierno); esta es la época cuando la Diosa se ha recuperado (Simbólicamente) del parto del Dios... Esta ocasión será especial, pues nuestro líder, desde que comenzaron los Wicca, Gandalf, ha decidido retirarse y nombrar a su sucesor. Le dejo, pues, a él que dirija su última reunión de este concilio.-
Entonces el más viejo se levantó y después de un pequeño saludo dijo con voz cansado:
- "Seguir las
leyes Wicca debemos,
En Perfecto Amor y Perfecta Confianza
Vivir y dejar vivir
Justamente dar, y recibir
Tres veces el círculo haz de trazar
Para los espíritus malignos así echar
Siempre, al hechizo finalizar
Debe al decir el hechizo rimar
De toque gentil y suave mirada
mucho escucha, habla nada.
Ve en Dócil al crecer la Luna
Cantando de las Brujas la Runa
Widdershing al menguar la Luna
Cantando de desaparición la Runa
Si la luna es nueva, de la Señora
Dos veces la mano besaras ahora
Cuando en su cumbre está la luna
Lo que desea tu corazón busca.
La ráfaga del Norte debes escuchar
Echar la llave, las velas bajar
Cuando del Sur el viento viene
El amor te besará en la boca
Cuando el viento sopla del Oeste
Las almas descarnadas no descansarán
Cuando el viento sopla del Este
Espera lo nuevo, arma la fiesta
Nueve maderas en el caldero van
Rápido y lento quemarlas deberás
El Saúco es el árbol de la Dama
No lo quemes, o maldito estarás
Cuando la Rueda comienza a girar
Arder los fuegos de Beltane debes dejar
Cuando a Yule ha girado la Rueda
Enciende el tronco y el Astado reina
Cuida tu Arbusto, Árbol y Flor
Bendecidos por la Señora son.
Donde las ondas del agua van
Tira una piedra, sabrás la verdad
Cuando una verdadera necesidad tengas
A la codicia ajena no servirás
No pases tiempo con el tonto
Si no quieres ser considerado su amigo
Feliz encuentro, feliz partida
Abrigan el corazón, encienden mejillas
La ley de las tres veces debes recordar
Malo tres veces, bueno tres veces
Cuando la mala suerte te persiga
Una estrella azul en tu frente lleva
Siempre fiel en tu amor debes ser
o tu amor infiel te será
Siete palabras La Rede Wicca es:
Haz lo que quieras, a nadie dañes"
Uno de los tres que habían llegado portando túnicas blancas se puso en pie y tomando una daga comenzó a trazar un círculo en el sentido de las agujas del reloj, justo en el centro de la arena.
Ted se puso en pie mientras el joven seguía con el trazo, pero esta vez de una estrella de cinco puntos dentro del círculo y dijo:
"Consagro
éste círculo de poder a los Antiguos Dioses
Que aquí se manifiesten y bendigan a su hijo."
Terminadas las palabras y el pentáculo, Clow Read se levantó diciendo:
"Este
es un tiempo que no es tiempo,
en un sitio que no es un sitio,
en un día que no es un día.
Estoy en el umbral entre los mundos,
ante el velo de los Misterios.
Que el Anciano de los Días me ayude
y me proteja en mi travesía mágica."
El joven que trazase el círculo se acercó a Gandalf dándole la daga y un cáliz de agua. El gran mago sostuvo la daga sobre el cáliz diciendo:
"Gran
Madre, bendice a esta criatura de Agua a tu servicio
Haz que siempre recuerde las aguas
del Renacimiento de la Caldera
Gran Madre, bendice a esta criatura de Tierra a tu servicio.
Haz que siempre recuerde la Tierra bendita,
sus muchas formas y estados".
Pasó el cáliz a uno de los siete que estaban en la mesa este colocó una pequeña porción de sal en el agua y levantó el cáliz diciendo:
"Gran Madre, te rindo honor!."
Dio el cáliz al joven que trazó el pentáculo el cual roció la mezcla de agua y sal en los bordes del círculo. Al terminar regresó el cáliz a Gandalf, quien sostenía la daga sobre un incensario encendido:
"Gran
Padre, bendice a esta criatura de Fuego a tu servicio
Haz que siempre recuerde el Fuego sagrado
que baila dentro de la forma de cada creación
Gran Padre, bendice a esta criatura de Aire a tu servicio
haz que siempre escuche los vientos del espíritu
que me traen voces del Anciano de los Días
Gran Padre, te rindo honor!."
Después invocaron a cada uno de los elementos correspondientes a los cuatro puntos cardenales (Norte: Tierra, Sur: Fuego, Este: Aire, Oeste: Agua ).
"El
círculo está confinado
Con el poder a su alrededor
Entre los mundos estoy
Con protección a mano".
Después de un momento de silencio, Gandalf se puso en pie, dispuesto a empezar el ritual del Imbolc:
"Es
el tiempo de la fiesta de antorchas,
cuando cada lámpara se inflama y brilla
para dar la bienvenida al renacimiento del Dios.
Celebro a la Diosa,
Celebro al Dios;
Toda la Tierra celebra."
Otro de los siete del estrado (qué no era otro más que Rosetti) prendió una vela roja y se la dio al joven que estaba en la arena, este la tomó y caminó alrededor del círculo en sentido de las agujas del reloj, con la vela delante suyo, diciendo:
"Toda
la tierra está envuelta en invierno
El aire está helado y escarcha cubre la Tierra
Pero El Señor del Sol, el Astado de los animales y lugares salvajes
Ha renacido, sin ser visto, de la graciosa Diosa Madre
Señora de toda fertilidad.
Salve
Gran Dios!
Salve y bienvenido!."
El joven se puso delante del altar y levantó la vela. Cada uno de los miembros presentes cerró los ojos, visualizando su vida acrecentándola con creatividad , con renovada fuerza y energía.
Después de cierto extraño ritual con nieve, el joven acercó a sí la vela y apagándola dijo:
"Partid
en paz, Poderes del Aire,
Mi agradecimiento y bendiciones."
De esta misma forma despidió a cada uno de los elementos. Al terminar otro de los siete presentes en el estrado dijo:
"A
todos los seres y poderes de lo visible
e invisible, partid en paz
Que reine siempre la armonía entre nosotros
Mi agradecimiento y bendiciones"
Mientras decían esto el joven se acercó al círculo y con un movimiento hacia atrás con la gaga lo cortó. Gandalf dijo para finalizar:
"El
círculo está abierto,
aunque siempre será un círculo
Alrededor mío y a través de mí
fluye siempre su poder mágico."
El ritual estaba completo.
Lo que siguió después fue un intenso debate de todo lo que había sucedido los últimos años en el resto del mundo, pues había representante de todos los rincones de la tierra. Discusiones o aclaraciones de lo que últimamente pasaba con las personas "normales" y las llamadas "caserías de brujas". Varias presentaciones de magos aficionados y profesionales, así como nuevos descubrimientos en los distintos campos de magia.
- ¿Qué tiene de nuevo usted, Read Li?.- Preguntó uno de los presentes al ver que el mago había permanecido callado la mayor parte del tiempo.
- Lo sabrán a su debido tiempo.- Fue la única respuesta.
Las calles de Italia en aquel tiempo parecían más sombrías que de costumbre. Los edificios desiertos, casi fantasmas dejaban ver el paso de los años en ellos... marcas, sombras y fantasmas era lo único que había dejado la familia Borgia durante su gobierno sobre la buena Italia. A pesar de los años transcurridos la gente todavía solía hablar y lamentarse de aquellos días oscuros en los que el Papa Alejandro VI reinaba sobre la región.
Sin embargo en Italia seguía una pequeña ciudad en la que parecía que esto no importaba, una ciudad en la que nada del mundo cotidiano de los hombres importaba, un lugar donde lo sobrenatural reinaba: Praga.
Praga era mejor conocida como "La capital de la magia y el saber oculto europeos".
El cazador vio el cielo oscuro, las nubes negras impedían ver las estrellas ni tan siquiera la luna se asomaba y el aire era pesado, sofocante. Regresó la vista y continuó caminando. Rodeó poco después la plaza Jungmannovo pasando junto a una extraña estatua de un hombre; se detuvo unos momentos a contemplarla, al pie de esta había un letrero: Juan Huss. Matthew trató e recordar aquel nombre, lo había escuchado antes, en su adolescencia.
- "De mis cenizas nacerá un cisne que no podréis quemar...".- Se sonrió al recordar las palabras. Juan Huss, aquel hereje, había sido leña de su propia hoguera.
Continuó su camino hasta Santa María de las Nieves, el conocido barrio de la magia. Pensaba. Su plática hacía dos semanas con Rosetti le había dejado una información muy valiosa. En primer lugar aquel libro, "El Delomelanicon", contenía una información realmente alucinante. Su tema principal era la goecia (el arte de comunicarse con el diablo [nota de la autora: A eso puede llamársele arte?]) . Nunca en todos sus años de cazador de brujas se había sentido tan atraído por un arte a la que él condenaba a la muerte. Y deseó saber más. Y sacó todo lo que sabía sobre el tema al brujo, y entre hechizos, maldiciones, advertencias y demás, apareció un nombre que inquietó al cazador. Aristide Torchia.
Dobló hacia la izquierda revisando las calles y finalmente se detuvo frente a la puerta de una pequeña casa. Extrajo de sus bolsillos un papelito al cual leyó, una vez asegurado que estaba en el lugar correcto tocó a la puerta.
Por sus propios medios había logrado conseguir aquella dirección. Durante una semana estuvo buscando información sobre Torchia; no fue difícil obtenerla, ya que el hombre se dedicaba a la impresión de libros, de muy variados géneros. Descubrió pues que Aristide venía de una familia veneciana, aprendió el oficio de importador de papel y tinta, de los Elzevir, quines eran corresponsales e su padre, cuando estuvo en Holanda... y que últimamente según se decía había estado viviendo en Praga, trabajando en un libro.
La puerta se abrió y apareció ante él una mujer. Con una voz pacífica y una sonrisa a medias le preguntó: "Buenas noches, Qué es lo que se le ofrece?"
- Buenas noches, disculpe la interrupción, busco a Aristide Torchia. Señor de la casa, me perece.-
La mujer dudó un poco. "Él se marchó hace cuatro semanas." Dijo al fin.
- Cómo dice? No sabe a donde?.-
- Quien es usted y por qué le busca?.-
- Me llamo Hopkins, Ma- se calló repentinamente, comprendiendo que había cometido una imprudencia.
- Hopkins? Matthew Hopkins? El cazador!.- Y trató de cerrar la puerta, pero Hopkins se lo impidió.
- Escucha, dime donde está, no quiero hacerle nada.-
Sin embargo la mujer no cedió, alarmada por lo que pudiera pasar si decía algo. Al poco rato Hopkins estalló, amenazándola con quemarla a ella si no hablaba. "Sólo sé que dijo que iría a la judería, junto a la sinagoga, no muy lejos de aquí. Si no lo encuentra no sé entonces su paradero".
- "Hace millones de años, la naturaleza era una fuerza misteriosa. Puntos de luz pasaban lejos por el cielo. Fuerzas invisibles causaban tormentas de polvo. El agua caían del cielo. Fuerzas poderosas, incomprensibles para los humanos, emitían destellos de luz desde los cielos, convirtiendo los árboles en hogueras rabiosas. Las mujeres milagrosamente parían hijos. El agua, la Tierra, las plantas, los animales, el viento y todo lo que existía fue infundido con poder."-
Tres horas después, en el concilio, cuando tocó la hora de hacer los adelantos en magia, Clow Read se levantó y comenzó una pequeña introducción para presentar tanto a sus cartas como a sus guardianes.
- "Hay un poder en el universo. Este poder es la fuerza inexplicable detrás de las maravillas que encontraron nuestros antepasados. La Tierra, el sistema solas, las estrellas –todo lo que se manifiesta- es producto de este poder. Este poder también se encuentra dentro de las cosas. Está en los humanos, en las plantas, las piedras, los colores, las formas y los sonidos. Este poder puede ser despertado y concentrado. El poder es "despertado" y entra en acción a través de la manipulación de objetos variados; a través de la concentración o visualización mágica. El poder puede ser "programado" con vibraciones o energías específicas para afectar un resultado deseado...".-
Se sonrió, ante las interrogantes miradas de todos.
- ... Yo he logrado ese resultado. He utilizado aquel poder más mi propia energía /magia para crear... cartas con vida propia.-
Se dejó escuchar un una exclamación de admiración por parte de los presentes. Rosetti frunció el ceño, el cazador había tenido razón.
- Para crearlas me he basado en elementos principales... .- Sacó de su bolsillo una baraja de 20 cartas. Y comenzó a colocarlas sobre el estrado, en el lugar donde le correspondía- ...Tierra, Fuego, Viento, Agua... Luz, Oscuridad... Bosque, Llovizna, Hielo, Nieve, Sombra, Silencio... Salto, Vuelo, Espada... Voz, Canto, Movimiento, Dormir, Dulce... .-
Ted no pudo contener una pequeña risita; definitivamente Clow nunca cambiaría.
- ¿Qué tan efectivas son sus cartas?.- Se escuchó preguntar a un Elfo.
- Yo diría que son muy precisas.-
- ¿Por qué no las probamos?.-
El hechicero volteó a ver a Rosetti, quien había lanzado la pregunta.
- De acuerdo.-
- Perfecto.- Y dirigiéndose al público- ¿Les parece bien en un combate?.-
La respuesta fue afirmativa.
- Estas de acuerdo en esto, Read?.- Preguntó Gandalf, quien había estado muy interesado en esto.
- Por supuesto.- Contestó el hechicero, con una de sus típicas sonrisas.
- Bien.- El Gran Mago se dirigió a los presentes- ¿Quién será el oponente?.-
Silencio total.
- Vaya, vaya. Clow, te has ganado fama en este concilio.-
- No lo creo.-
- Pues si no hay oponente, no hay combate.-
- Espere. Yo pelearé.-
Un muchacho de mediana edad que estaba cruzado de brazos, los pies sobre la barra que delimita la arena, aceptó el reto.
- ¿Tú nombre?.-
- Es lo que menos importa.-
- Tienes que dármelo.-
- ... Soy... Llewellyn... .-
- Esta bien Sr. Llewellyn pase a la arena. ¿Sabe las reglas verdad?.-
- Sí ya las sé.-
- A ti no hace falta mencionártelas Read.- Dijo Gandalf mirándole de reojo.- ¿Podrás pelear con esas ropas?.-
- No se preocupes.-
Bajó del estrado; con las curiosas miradas de sus dos guardianes vigilándole... a él y a su adversario.
Después de las presentaciones, Llewellyn adoptó una posición de combate mientras que el hechicero no hizo ningún movimiento. Hubo unos momentos en los cuales ambos se examinaron, buscando algún punto bajo en la defensa.
El primero en atacar fue el joven formando dos bolas de fuego entre sus manos avanzó a una increíble velocidad y lanzó el fuego. El mago utilizó la carta fuego (el poder del hechizo de Llewellyn era mucho, por lo que la carta agua no sería de gran utilidad), lo que provocó un remolino en medio de la arena. Esto impidió la visibilidad de su oponente al mago , pero sintió sobre sí una gran cantidad de energía; utilizó a "salto" segundos antes de que una bola de energía se estrellara en el lugar que antes ocupaba. La energía se transformó en un torrente de agua, pero "hielo" la congeló subiendo hasta las manos del joven brujo. Clow saltó hasta su contrincante pero antes de hacer cualquier movimiento Llewellyn quebró el hielo cayendo rumbo suelo; el mago quedó suspendido en el cielo (no había necesidad de utilizar las alas de "vuelo") ordenando a "viento" atrapar al joven antes de su impacto. Llewellyn rompió el escudo de viento con un hechizo de arena, no perdió tiempo y formó en sus manos una espada de hielo y girando sobre si mismo atacó de frente al hechicero. Clow invocó a "espada" , defendiéndose del golpe. Llewellyn volvió a atacar con mucha más fuerza y velocidad, pero todos sus intentos fueron fallidos, la defensa del hechicero era muy buena. Dio una marometa hacia atrás alejándose prudentemente de su adversario... Lo observó unos segundos para después lanzarle la espada de hielo.
El hechicero rompió el arma con su espada, sin embargo Llewellyn había utilizado esos segundos para crear otro hechizo mucho más poderoso. Cuando Clow hizo desaparecer la carta espada la tierra a sus pies tembló y una especie de enredadera le atrapó... En ese momento y aunque sólo el mago pudo verlo, los ojos negros del joven relampaguearon con un extraño color verde.
Intentó liberarse de la ramas pero lo único que lograba era que el joven apretara más. Pero por más que quería utilizar alguna de sus cartas algo se lo impedía. Le estaban jugando sucio.
Tanto sus manos como sus piernas estaban inmovilizabas con las ramas, las cuales comenzaron a moverse, rasgando sus ropas y su piel. Trató de concentrarse en algún punto de magia, aquel que hiciera mover a la planta... Una delas ramas subió por su cuello enredándose en el y apretando, mientras continuaba su camino hasta su rostros, donde rasgó los labios, provocando que la sangre escurriera hacia su mentón. Se dio cuenta que la magia provenía de toda la planta. Cerró los ojos acumulando su energía para después liberarla de un solo golpe.
El estallido de luz amarillenta casi dorada, segó temporalmente a las presentes. Cuando se recuperó la visibilidad, divisaron al hechicero casi intacto.
El hechicero limpió el sudor y la sangre de su mentón con el dorso de su mano, luego le miró fijamente y sonrió. Ante este hecho Llewellyn se puso en guardia, sin perderlo ni un momento de vista. El hechicero levantó una mano, con la palma extendida y ligeramente inclinada hacia atrás; sus labios comenzaron a moverse susurrado palabras mientras en el suelo, a sus pies, aparecía un gran círculo mágico que resplandecía con un tono dorado. El silencio se hizo cada vez más grande dentro de la habitación, todos los presentes miraban atentos la mano del hechicero, en la cual se formaban chispas y era rodeada e unos pequeños canales magnéticos.
- Bah!.- Exclamó Rosetti mirando para otro lado.- Utilizara el raiden o "El Dios el Trueno", como suelen llamarlo dentro de la dinasta Li.
- Te equivocas amigo mío.-Dijo Gandalf sin perder de vista a los contrincantes.-Si te fijas bien ese no es el Raiden.-
- Eh?.-
La mano libre de Clow hizo tres pequeños, pero extraños movimientos de un lado a otro... y con cada desplazamiento unos hilos invisibles caían sobre el joven brujo, sin que este se diera cuenta, enredándose en cada parte de su cuerpo... El último movimiento de la mano del hechicero fue hacía atrás tensando los músculos de la misma; Llewellyn se paralizó. Y por más esfuerzos que hizo el joven brujo por liberarse de las ataduras invisibles, no logró más que enredarse.
- Los hilos mágicos, uno e los conjuros preferidos de Read.- Dijo el Gran Mago con una tenue sonrisa en sus labios.- Tenía tiempo que no veía ese truco!.-
- Tu lo has dicho no es más que un truco.-
- No empieces Rosetti.-
Las ondas magnéticas de sus manos fueron en aumento. En un brusco movimiento hacia atrás de su mano tensada Llewellyn fue jalado hacia el mago y cuando su rostro se encontró a escasos centímetros de El bajó su mano "magnética" murmurando un "Volt" y el joven brujo sufrió de varias descargas eléctricas que le hicieron salir disparado. Clow tensó nuevamente la mano done tenía los hilos invisibles y el joven brujo se estuvo en el aire justo antes e estrellarse contra el muro. La acción fue tan rápida que solamente los Elfos y los que poseían grandes poderes lo lograron ver.
La batalla se dio por terminada.
Se rió tan fuerte como pudo ante lo que momentos atrás le habían dicho: Aristide Torchia estaba en Inglaterra. Se enteró pues, que Torchia después de estar en Santa María de las Nieves se quedó unos días en Judería, para después pasar al barrio de la Mala Strana: le dijeron que estaba informándose con los más grandes brujos del lugar. También se enteró que parecía estar en una especie de viaje de estudios pues había estado preguntado por los más grandes representantes de la magia, tanto la carmina ( el arte de las palabras mágicas), como la cromacia (el arte de comunicarse con los muertos), la geocia y la magia blanca y espiritual.... Entonces llegó a él la noticia de que Torchia estaba en Anglia del Este, buscando a un famoso hechicero de magia espiritual...
Ahora él estaba ahí, frente a una casa de la judería, junto a la sinagoga, riendo como estúpido: había recorrido Escocia, Francia e Italia en busca de su rastro y a donde le conducía este? A su propio país! Y a Anglia del Este! Y tal vez junto a Read Li!.
- Se encuentra bien?.-
Preguntaron los guardianes cuando él se acercó. A toda respuesta les sonrió.
- Ahora.- Dijo el mago mirando hacia los presentes.- La parte más interesante.-
Respiro profundamente, aquello no era fácil.
- Nosotros sabemos que el Dios y la Diosa crearon todo lo que nuestros ojos alcanzan a ver, infundiéndole, como dije anteriormente, poder. Sin embargo durante miles de años hay quienes han intentado dar vida, y no me refiero a las ilusiones, ni a los seres temporales de magia, ni, incluso, a mis cartas; me refiero a seres vivos, que respiren, que piensen por su propia cabeza y que sientan emociones. Este es un campo bastante difícil de abordar y sencillamente extremadamente peligroso. Aún así, quisiera decirles que he intentado un antiguo hechizo para la creación de este tipo de seres.... y he obtenido éxito.-
Conmoción. Esto era lo más serio que él había dicho.
- ¿Estás hablando en serio?.- Preguntó Gandalf.- ¿No es otra de tus bromas?.-
- No. La prueba fiel de esto es que los seres a los cuales les di vida, están aquí... .-
Los presentes comenzaron a voltear a ver a sus lados, buscando a alguno que fuera diferente, tanto en su presencia como en su aspecto.
- ... A mi lado.-
Señaló a su lado a ambos guardianes; quienes se contrajeron un poco pues todas las miradas se centraron en ellos. Se dejaron escuchar diversas preguntas como: ¿Qué tan parecidos son a los seres normales? ¿ Hablan? ¿Sienten? ¿Comen o de que se alimentan? ¿Cuánta magia utilizó? , etc.
- Bien.- Clow le hizo una señal a Keroberos para que se subiera al estrado, el león obedeció.- Él es Keroberos, su símbolo es el sol; para crearlo me base en un león, pero cambiando un poco su estructura física. "Teóricamente" no necesita alimento alguno ni una base de energía externa; al igual que el sol él produce su propia magia y energía. -
El león se sintió lo máximo ante las miradas admiradas de todos. - ¡¡¡ Hola, Hola!!!.- Dijo y al momento desplegó sus alas (las que mantenía todavía guardadas al igual que el otro guardián) bajando al centro de la arena.
- Es increíble!!!.- La manera de hablar del león, sus alas doradas y su porte pretencioso daban a entender al público que realmente contaba con una identidad propia. Eso jamás se había logrado. Keroberos bromeó un poco con los jóvenes que estaban cerca de la arena y presumió sus habilidades y poderes: ¡Adoraba lucirse!. Después de rato de aclaración de preguntas con respecto al león, la atención se centró en el joven de cabello plateado.
- Él.- Dijo el hechicero colocando su mano en el hombro del joven.- es Yue. Su símbolo cómo podrán adivinar es el de la Luna; a él le he dado la mente y el corazón de un humano y la figura de un ángel. -
El guardián extendió sus alas color de plata. Su miraba seguía inmutable y su rostro serio.
- A diferencia de Keroberos, Yue no cuenta con una base de energía propia, al igual que la misma Luna no puede brillar sin el reflejo del sol. Depende de mi, tanto emocional como físicamente; mi magia es quien le sustenta para no desaparecer.-
La sala permaneció en silencio. Ted con el ceño fruncido le miró y preguntó dudando un poco:
- ... ¿Qué eso... no es peligroso para ti? ¿ No va acabando con tu energía? ¿Con tu vida?.-
El guardián de La Luna y el del Sol le miraron sorprendidos: no sabían de eso. ¿ Ese era el motivo por el cual últimamente lucía tan cansado?.
- Vaya.- Rosetti, quien había estado sentado de brazos cruzados, esperando cualquier desliz de Read, afirmó.- ¿Dónde quedó "La Ética de la Responsabilidad por Uno Mismo"?.-
- Soy totalmente responsable tanto de mis cartas, como de mis guardianes. Y No he hecho nada malo.-
- Aún así, estás arriesgando tú vida.-
- Sí lo sé. Pero el motivo merece la pena.- Volteó a ver a sus criaturas y les sonrió con una dulzura que nunca imaginaron.
El guardián de la luna por unos momentos perdió su frialdad e indiferencia; sus ojos se llenaron de amor, lo miró no como a un maestro o amo, ni como a un amigo, sino como a un amante. Al cabo de unos momentos cerró los ojos, tratando de apagar la llama interna, que día a día era mayor. Nadie se dio cuenta de esto.
- Y digamos: ¿Poseen alma?.-
- ... Yo realmente lo único que hice fue darle una forma física y crearlo... el alma quiso dársela un poder supremo que no podemos comprender.-
El debate siguió unas horas más.
Gandalf permaneció en silencio, observando y escuchando. Analizando; sus años eran ya demasiados tenía que terminar todo ya, el asunto del anillo (hace ya muchos siglos) le había debilitado moral y físicamente. Estaba tan cansado ya... tenía en mente a dos posibles sustitutos: uno, de la Familia Potter y el otro del Clan Li. Sin embargo tras los últimos acontecimientos, totalmente inesperados, le hacían inclinarse hacia el Clan Li, aunque los Potter tenían ya gran fama.
Se levantó de su asiento y dirigiéndose a Read dijo:
- Deseo hablar contigo, ven sígueme.-
El hechicero se levantó y siguió al Gandalf hasta una habitación apartada de la sala. En el camino Clow se sintió un poco mareado, su vista se nubló y su poder dio un decremento impresionante. Solo fue unos segundos pero bastaron para que el Gran Mago se girara un tanto preocupado.
- Te encuentras bien?.-
- Eh? Sí. No ha sido nada.-
Y entraron en la habitación. Gandalf respiró profundamente y miró al mago, como si le calificara.
- Ya has de ser consiente de que me retiraré dentro de poco.- Dijo con voz lenta y pausada.
- Sí. Tedrescher me lo dijo. Supongo que ya ha elegido a su sucesor.-
- Supones bien.-
- ... Si no es una molestia podría decirme qué piensa hacer una vez que se retire.-
Gandalf pasó su vista por la habitación durante un momento y luego la regresó al hechicero.
- Siempre me han gustado las montañas, creo que regresaré y conviviré un poco con los hobbits, después me retiraré como lo hizo el viejo Tom Bombadil y esperaré tranquilamente mi muerte.-
- Ese día tendremos una gran pérdida.-
- Sólo el tiempo lo dirá. Además, Quien podría extrañar a un viejo como yo? Pueden llorarme unos días, incluso años lamentarse, pero dentro de algunos siglos, puedo apostarse, ya nadie me recordará. Me convertiré en uno más de esos tantos olvidados.-
- No diga eso.-
- Mi tiempo es este mundo se termina. Uno puede sentir eso. Tú mismo algún día lo sentirás.-
- Estás acaso adivinando mi futuro?.- Le sonrió y el Gran Mago lo miró melancólicamente.
- Tu bien sabes que el futuro no puede predecirse.-
- Lo sé. Solamente podemos suponerlo, pues cualquier acción por mínima que sea puede cambiarlo totalmente.-
- Oh sí. Pero te encanta jugar con el futuro.-
- Sólo un poco. No siempre todo sale como lo planeo.-
- Pero mueves a la gente, aunque no directamente.-
- Únicamente creo una situación que afectaría de algún modo (a mí conveniencia) el futuro, basándome en la manera en que los afectados reaccionarán; pero las personas (y sobretodo el ser humano) son impredecibles.-
Gandalf quedó en silencio otra vez.
- Tienes un poder increíble incluso mayor que el mío y me gusta tu manera de pensar. He elegido bien.-
- Elegido bien? Acaso usted... .-
- Esta noche cuando regresemos al estrado anunciaré que tú serás mi sucesor.-
Clow se sorprendió un poco con esto, pero al cabo de un momento se sonrió.
- Es un gran honor para mí el que usted me haya elegido.-
Gandalf le regresó la sonrisa.
- No aceptarás verdad?.-
- Lo siento. Pero realmente no es mi vida siempre detrás de todos, vigilándoles; supervisando y aprobando; recompensando y castigando; tomar decisiones que afectarán permanentemente la vida de millones. Ni tampoco estar entre toda clase de gente yendo y viniendo con la responsabilidad tan grande que implica ser jefe de los Wicca.-
- Sí, comprendo.-El Gran Mago no perecía ni decepcionado, ni disgustado, ni asustado, al contrario parecía complacido. - Regresemos.-
- Esperaba esa respuesta, no es cierto?.- preguntó Clow mientras salían de la habitación.
- Sí. Te conozco desde que naciste, me imaginaba que esto no era lo tuyo.-
- ... Entonces ya ha de tener a otro candidato.-
- Exacto.-
- Potter.-
- El mismo.-
- Excelente elección, tiene dotes de líder.-
Al irse acercando a la sala de donde salieran anteriormente, llegaron a ellos un extraño sonio que pronto se convirtieron en palabras... bueno, solamente era una palabra que se repetía varias veces seguida por muchas voces: Capoeida! Capoeida!. Al entrar a la sala vieron un gran alboroto.
- Ted!.-
Exclamó el hechicero al ver a su amigo arriba del estrado animando a los presentes, se había quitado la camisa al igual que muchos otros que estaban ya en la arena. Cuando el ilusionista vio al mago se bajó de un salto del estrado y corrió hacia él.
- Qué bueno que llegaron!.- Dijo bastante excitado.- Anda Clow ayúdame con esto. Capoeida!.-
- Qué sucede aquí? Quieren que los ase a fuego lento?! Pues a callar!!!.- Preguntó en tono severo Gandalf y las voces se apagaron, todos conocían que desde siempre el Gran Mago había sido muy irritable.
- Calma Gandalf.- Dijo el ilusionista un tanto asustado.- Solamente estábamos teniendo un pequeño "debate" de cómo cerraríamos esta reunión. Y me pareció muy apropiado la capoeida. Usted que dice?.-
Todos retuvieron la respiración esperando la respuesta del Gran Mago.
- De acuerdo.-
Un grito de felicidad por parte de los presentes, en especial de los hombres, Gente Grande o Muggles, como solían llamarlos los Elfos, Enanos, Hobbits y demás criaturas, pues ellos (o la mayoría) no sabían a qué se referían con eso de "Capoeida". Inclusive la Gente Hermosa (los Elfos) no tenían conocimiento sobre esto, pues era una "costumbre" (por así decirlo) reciente de los humanos.
- Pero antes.- Interrumpió Gandalf.- Daré el anuncio que prometí la reunión pasada.-
Un nuevo silencio sepulcral. Todos parecían atentos, pero era la Gente Pequeña y la Gente Hermosa quienes estaban más interesados; después de todo solamente por eso habían asistido a esa reunión.
- Durante muchos años yo he sido el guía de muchos. He visto a la gran mayoría crecer y desarrollarse como hechiceros, en su magia y en su personalidad. Sin embargo ya mi tiempo, soy demasiado viejo y ya he visto y disfrutado todo lo que la vida me tenía que mostrar y ofrecer, estoy cansado, muy cansado ya es hora de descansar. Además los tiempos cambian y ustedes ya necesitan a alguien que piense y vaya de acuerdo a esos tiempos. Es por eso que, después de pensarlo detenidamente y durante largo tiempo, he elegido ya a mi sucesor... Potter.-
Un grito de sorpresa y felicidad. Varias cabezas se voltearon hacia el hombre que se levantaba orgulloso pero a la vez muy humilde, dio un pequeño discurso de agradecimiento y después se sentó. Aquel sería el bisabuelo de un niño que cambiaría para siempre el curso de la historia y este personaje llevaría su mismo nombre: Harry Potter.
- ...Cierto es.- continuo Gandalf.- que hemos tenido momentos felices y momentos tristes, momentos de guerra y momentos de paz, pero creo que es por ustedes, mis amigos es que he logrado superarlos con éxito... Mis amigos; los hermosos Elfos, los siempre interesantes Hobbits, los gracioso Enanos y mis hermanos los Hombres, ha llegado la hora de la despedida. Tal vez nunca nos volvamos a ver, pero siempre os recordaré a todos. Gracias.-
Los nostalgia inundo cada uno de los corazones, perderían a un gran amigo y el mundo perdería a un gran mago, una gran persona. En la sala reinó el silencio, hasta que alguien entre los hombres gritó "Capoeida" y las voces le siguieron junto con unos cantos, animando incluso a los Hobbits .
Ted se puso de pie de un brinco y tomó por la muñeca a Clow.
- Anda! A bailar la Capoeida!.-
- No, no , no, no. Yo paso.-
- Claro que no, necesito un compañero de combate. Conozco tus movimientos y tu los míos podemos hacerlo juntos.-
Los guardianes se miraron entre sí: Bailar? Compañero de combate? Qué rayos era la capoeida?!!!
- No.- Le dijo el hechicero sonriendo.- Y sabes que nada de lo que digas me hará cambiar de opinión.-
- A no? 17 de Octubre de 1601, España. "El Pez dorado" 11:30 de la noche. El bur- El ilusionista se interrumpió cuando Clow se levantó como un resorte tapándole la boca.
- Un día te haré pagar por esa fecha.- dijo al momento de dirigiéndole una mirada significativa sin perder la sonrisa.
- Déjame disfrutar mientras tanto.-
- Ya.-
El mago se quitó su capa dándosela a Yue; a la capa le siguieron el chaleco, la cinta negra de la cintura, la bata blanca y los zapatos.
- Apúrate Read!.-
- Ya voy!.-
Keroberos los vio retirarse y cuando se alejaron un poco del lugar corrió hacia la silla de su amo en el estrado, se subió y luego se inclinó (aunque en ese momento sintió un pequeño dolor en el estómago, pero no le dio importancia) para ver la arena.
El guardián de la Luna mientras tanto no podía quitar la vista de su amo, era la primera vez que veía su torso desnudo, sintió los fuertes martilleos de su corazón desbocado...
El ilusionista y el mago desaparecieron por una puerta.
A los pocos minutos comenzaron a sonar unos tambores; a estos se les unieron otros instrumentos, las palmadas y los cantos de los presentes.
El león dorado vio todo aquello totalmente fascinado, deseando que no terminara nunca, sobretodo los cantos, los cuales le parecían muy alegres, aunque no conocía aquella lengua y estaba casi seguro no era humana. Por su parte Yue se había escondido en la oscuridad de un rincón.
Una puerta redonda que estaba en una de las esquinas se la arena se abrió, dejando pasar a varios hombres, que iban en parejas. La música cambio de ritmo mientras que estos adoptaban una posición parecida a la de combate. El ángel se acercó un poco, interesado. Comenzaron, los hombres, en una especie de pelea pero con movimientos muy artísticos; a los lados y dando unas cuantas piruetas aparecieron varias mujeres.
Un hobbits que llevaba una gran bandeja se acercó a los guardianes y les dio dos vasos llenándolos con un líquido. Repitió la operación con cada uno de los que estaban sentados en el estrado.
- Dorada sangre de Dios. Un excelente regalo de los Elfos.- Dijo Gandalf aparentemente para nadie.
El ángel y el león vieron el líquido que les habían servio: efectivamente era dorado, casi transparente, con un olor dulce, como la miel.
- He! Chicos, mirad ahí está vuestro dueño.- Les dijo un joven que estaba a un lado de Gandalf; el león lo reconoció como aquel que había trazado el círculo.
Al voltear Keroberos se encontró con el rostro ruborizado de Yue, lo miró extrañado era la primera vez que veía a su compañero sonrojado (inclusive sus orejas estaban un poco rojas, supuso que era por el color tan pálido de la piel) y se veía realmente lindo!. Su rostro seguía impasible pero sus ojos brillaban fijos en un sólo punto. El león giró y descubrió el motivo: Clow y Ted ya habían salido a la arena.
Su vista se perdió en el cuerpo del mago; podía ver con cada movimiento como sus músculos se marcaban, su espalda ancha, su torso de piel blanca, su cintura ajustada, sus largas piernas.... para él era más que perfecto. Jamás se esperó poder verlo, era más de lo que necesitaba; sus anhelos y deseos se limitaban a tenerlo siempre cerca, oír su voz, disfrutar de su compañía y sus atenciones... y tal vez, sólo un tal vez, un tierno beso (no es su mejilla o en su frente, cómo a veces el mago se los daba) o, por qué no?, una caricia a su cabeza o sus manos.
Dio un pequeño suspiro y al voltear a su costado se encontró con la mirada entre divertida y sorprendida de Keroberos. Apartó el rostro rápidamente, jugueteando nervioso con el vaso en sus manos, derramando un poco de aquel líquido. El león seguía mirándolo y él comenzó a sentirse incómodo; Y si Keroberos se daba cuenta de sus sentimientos hacia su amo? Seguramente lo tomaría como burla para fastidiarlo, o peor aún, en un descuido de imprudencia podría decírselo a Clow!.
- Qué tanto me vez?.- preguntó con su voz fría y su tono más cortante.
- Nada.- Respondió regresando la mirada a la arena.- Qué carácter tan pesado te avientas.-.
- Hump.-
Los aplausos de los presentes se hicieron más fuertes hasta invadir la sala entera: el baile había terminado.
Los que habían participado en la capoeida comenzaron a despedirse y a entrar por la puerta redonda. Clow en el momento de entrar sintió un mareo y su poder dio otra ligera baja. Ted se acercó hasta él visiblemente preocupado; "Qué demonios fue eso?".
- Eh? Qué cosa? De qué hablas?.-
- Que de qué hablo? De esa baja en tu poder!!! Me dio la impresión de que casi caías!.-
- No es nada.-
- Creí que me habías dicho que repusiste tu magia.-
- Lo hice.-
- Tienes que reponer más energía. Te está comiendo poco a poco.-
- No te preocupes, sé cuidarme solo.-
- Tan terco y orgulloso como siempre.-
- Je.-
Subieron al estrado donde los guardianes esperaban. Keroberos se quitó de la silla dejando que su amo se sentara. Clow suspiró pesadamente, el sudor perlaba ya su rostro.
- Baila bien, amo.- Dijo Keroberos acomodándose a sus pies.
- Gracias.-
Apartó los mechones negros de su cabello que caían rebeldes sobre su cara, y limpió con su mano el sudor de su frente. En ese momento alguien le ofreció un vaso. Era Yue, quien todavía mostraba un leve rubor y sus ojos brillaban. Tomó el vaso agradeciendo con su eterna sonrisa.
Tedrescher observó fijamente al ángel.
- Oye Clow...- Estaba a punto de decir algo, pero cambio de idea.- ... hiciste un buen trabajo.-
- Eh?.-
- Es casi tan bello como un Elfo.- Dijo señalando al guardián de la luna
- ... Sí, tienes razón.-
Le sonrió al guardián.
- Uuh!!, no te vayas a enamorar de él!.- Agregó el ilusionista en tono burlón.
Yue sintió su corazón detenerse.
- No. Cómo crees?.-
"No". Esa palabra le destrozó y su rostro se volvió sombrío. Era obvio, cómo podría esperar que su amo se fijara en él? Después de todo, tenía a Anne... el recuerdo de la chica le hizo sentir un rabia incontenible. Sus manos se crisparon con fuerza. "Nunca" Se dijo, si era necesario pelear, pelearía!, pero su amo con ella !Jamás!.
Abandonaron la capital a eso de las cinco de la mañana, lo supo por que el Big Ben había dado momentos antes cinco campanadas. En aquel momento la niebla era mucho más espesa que cuando llegaron, era casi imposible ver más allá de la ventanilla del carruaje. Pero la verdad aquello no importó mucho, pues estaba cansado. El concilio acababa de terminar.
Keroberos estaba delante suyo, durmiendo profundamente; el león había disfrutado enormemente la velada, se lo manifestó momentos atrás antes de quedar en brazos de Morfeo, e insistió en que lo llevara a la próxima reunión.... El león se movió en el asiento, sin despertarse, pero sintiendo una punzada en su estómago, como si alguien clavara un alfiler.
Sentado su lado Yue cabeceaba, luchando contra el sueño.
- Tuvimos suerte.- Se dijo en silencio el hechicero.- Este fue un concilio alegre y divertido; pocas son las veces en las que no se pone grave la situación, ni se hablan de cosas serias y peligrosas... sobretodo en estos tiempos oscuros.-
En eso sintió como el ángel recostaba la cabeza en su hombro; cansado se había dejado vencer por el dulce sueño. No quiso molestarlo y dejó dormir y soñar con remotos paisajes, hermosos como la Tierra Media, con grandes caballeros luchando contra temibles dragones, con pequeños y alegres seres; dejó que la fantasía de un mundo olvidado llegara a él. El chico pareció sonreír entre sueños.
A las pocas horas de camino a él también comenzó a invadirlo el sueño, apoyó su barbilla contra la cabeza del ángel, aspirando el aroma e sus cabellos. Era suave y dulce, como la vainilla. Cerró los ojos y se dejó llevar hasta quedar dormido.
Su sueño no fue tranquilo. En él veía grandes bocanadas de fuego, no había nada más que fuego, por todas partes, arriba y abajo, a la izquierda y la derecha, pudo sentir una desesperación como nunca antes la había sentido... Y de repente, las lengüetas del fuego se abrieron dejando ver un palo. Grande, viejo, usado. Y del palo caía una soga, oscilante y amenazadora... El fuego, el palo y la cuerda se desvanecieron, dejando solamente oscuridad. De pronto pudo ver pequeños puntos de luz que pasaban con gran velocidad a su lado, sintió que viajaba... Delante suyo había una silueta, era la de una niña. Todo fue demasiado rápido y no pudo distinguir sus facciones, solamente sabía que tenía dos hermosos ojos esmeraldas, parecidos a la estrella verde de la esperanza.
Despertó cuando escuchó el canto de un gallo, un tanto desesperado cómo si se le hubiera hecho tarde, esos eran parecidos a los de Anglia del Este. El carruaje se detuvo.
El sol entró por las cortinas entre abiertas de la ventanilla. Eran ya las 8 y cuarto de la mañana.
- Llegamos.- Anunció en voz baja el mago, moviéndose con cuidado pero despertando al joven.
- Eh? A donde?.- Preguntó el ángel un tanto disconforme, pues había tenido un lindo sueño y se encontraba realmente cómodo.
- A casa.-
Bajaron del carruaje y el hechicero se acercó al hombre que lo conducía, después de un intercambio de palabras el hombre asintió, sacó su pipa y comenzó a fumar, como si no tuviera intenciones de irse.
Clow tomó al enorme león dorado en sus brazos e hizo una señal a Yue para que lo siguiera. Entraron por el portón, cruzando el patio hasta llegar a la puerta de roble. Reinaba por todo interior de la casa un delicioso aroma a natilla y a chocolate... Esto hizo que Keroberos levantara la cabeza y saltara al piso.
- Repostería!.- Y dando saltos llegó a la cocina.
- Buenos Días! Hasta que regresaron. Ya andaba temiendo que no regresaran.- Danna salió de detrás de ellos, con un mandil atado a la cintura.- Cómo le fue? Piensa desayunar?.-
- No gracias.- Dijo el mago.
- Nada de eso. Últimamente le he visto un poco cansado hacia que comerá algo (aunque sea ligero [nota de la autora: Tal vez un conejo servirá?]), se quitará esas extrañas ropas, se lavará y dormirá hasta mañana.-
El hechicero se sonrió.
Aquella mañana desayunó únicamente un pan con margarina y queso, además ( por insistencias de Danna) de una taza con cocoa caliente. La anciana mujer le informó que el huésped (Torchia) había preguntado en la noche por él y que le respondió que se encontraba en la capital atendiendo unos negocios junto con el chico y el león, después de eso había vuelto a salir sin decir a donde ("Es un hombre extraño, yo no me fiaría de él"dijo). Le contó también pequeños pormenores de la casa, que había salido a hacer las compras (quejándose un poco en este punto, mira que por su edad querían estafarla! Ya no había decencia ni respeto entre los jóvenes) y trabajado un poco en el jardín. El mago le agradeció todas las molestias ("Si no son molestias señor, es mi trabajo!") y le dijo que se tomara el día libre. Tardó un poco para convencerla pero al final ella aceptó (dando mil y un recomendaciones) y el carruaje la llevó hasta su casa.
Terminó de comer y se dirigió a la biblioteca; ahí encontró a Yue sentado frente a la chimenea apagada. Se acercó a su sillón y se sentó, descubriendo a un costado una bandeja con diversa repostería. Tomó una galleta en sus manos.
El guardián de la Luna se puso en pie, mirándolo. Había estado pensando. Ya era hora, tenía que decírselo; decirle que lo amaba, que no podía pensar en otra cosa más que en él. Sus ojos brillaron con determinación.
- ... ¿Qué es eso?.-
- Una galleta. ¿Quieres probar?.-
Hubo un minuto de silencio, en el cual el guardián se arrodilló frente al sillón, colocando las manos en el regazo de su amo.
- Es cierto.- Dijo el mago sonriendo.- Olvidé que tú no comes.-
- Mago Clow... usted ... me... yo... ¡Yo lo a--- .-
Pero fue interrumpido cuando el hechicero introdujo la galleta dentro de su boca... todavía no era el momento. No estaba preparado para escuchar y responder a aquellas palabras.
- Mastícala y pásala.-
El chico obedeció.
- ¿Qué te pareció?.-
- Es... extraño. Pero no esta mal.-
- Ahora comprendes por que nos gustan tanto a Keroberos y a mi.-
A Yue no le importaba en lo más mínimo el sabor de aquella cosa; sólo seguía el movimiento de los labios de su amo, deseando robarle otro beso. Sus ojos brillaron de nuevo al momento que se iba incorporando lentamente hacia el.
- Ya es tarde.- Dijo el hechicero frustrando las intenciones del chico.- Hoy a sido un día muy pesado, será mejor que vayas a descansar.-
- No tengo sueño.-
- Anda a dormir.-
Se levantó del sillón obligando al guardián a hacer lo mismo.
- Realmente no tengo sueño.-
- ... Abre la boca.-
- Eh?.-
El hechicero acercó una galleta a la boca el ángel, rasando, en casi una caricia, sus labios. El chico permaneció en silencio unos segundos. Segundos en los cuales tomó una galleta de la bandeja y la acercó a su amo de la misma manera en que el se la ofreció. Clow la aceptó; y al mismo tiempo ambos comieron de la mano el otro.
La sensación de su dedo dentro de la boca e su amo fue fascinante. Le produjo un extraño estremecimiento, aunque sólo fue por unos momentos. Deseó que el mago también sintiera lo mismo.
- Buenas noches.-
Le impidió marcharse, tomando su mano.
- Sucede algo?.- Preguntó Clow.
Pero no obtuvo respuesta. El chico acercó la mano a sus labios y abrió lentamente su boca dejando entrar a uno de los dedos (sobra mencionar lo que hizo con su lengua). El mago se sorprendió tanto con este hecho que no tuvo ni idea de como reaccionar.
- B-basta.-
Le susurró con un tenue rubor sobre sus mejillas; en parte por el acto y en parte por la sensación placentera que le produjo.
El ángel lo miró con una chispa en sus ojos (era la primera vez que veía a su amo sonrojado ¡¡Y el le había provocado el rubor!!) mientras que un extraño fuego le obligaba a acercarse más. Dejó libre la mano de su amo sin perderlo de vista. El hechicero desvío la mirada.
- A dormir.-
Dijo con un tono un tanto severo. El guardián se contrajo un poco, no estaba acostumbrado a que él le hablara de aquella forma.
- ... Lo... siento... .-
El mago le miró sin comprenderlo.
- ... Si he hecho algo malo... o... que le incomodara... .-
Y se acurrucó contra su pecho. Clow no tuvo valor suficiente para mal querer tanto amor, así que abrazó al chico y segundos después le cargó. Yue abrió los ojos como platos.
- Te llevaré a tu habitación.- le dijo sonriendo.
El chico asintió tratando de ocultar una pequeña sonrisa.
Mientras tanto Keroberos estaba ya acostado sobre la cama del hechicero, pero se sentía un tanto extraño. Comenzaba a ver un poco borroso y pequeñas punzadas en su estómago le hacían dar vueltas en la cama sin lograr conciliar el sueño. En ese momento se abrió la puerta, dejando pasar al hechicero. El león dorado dejó de moverse, no quería molestar a su amo, sabía que estaría cansado por la batalla en el concilio...
Clow despertó al mediodía del día siguiente. Tardó unos momentos más en levantarse, pero una vez espantado el sueño es difícil volver a dormir. Se duchó rápidamente y ya cambiado decidió que tenía hambre. Vio que Keroberos seguía echado sobre la cama.
- Arriba ya haragán!.- Dijo dando una amistosa palmada al lomo del león.
El día pasó sin muchas novedades. Podría decirse que normal. Estuvo la mañana en la biblioteca revisando sus libros de magia; había escuchado en el concilio que necesitaba crear un equilibrio entre el poder de sus cartas. De hecho ya lo sabía y había estado estudiando el asunto desde hace tiempo...
Se abrió la puerta dejando pasar al ángel, Clow lo miró un momento... se sorprendió un poco, el león no venía con él. Ahora que lo pensaba no había visto a Keroberos en todo el día.
- Yue... no sabes donde está Keroberos?.- Preguntó una vez que el ángel se hubiera sentado.
El chico pensó unos momentos. "No, no desde ayer".
Clow se puso de pie. "Iré a buscarlo".
Revisó por toda la casa (patio, cocina, comedor, etc.) y se sorprendió al encontrarlo todavía echado sobre la cama de su alcoba. Se acercó hasta él.
-Kero.- Llamó- Keroberos. Es tarde, levántate.-
No hubo respuesta. Colocó una mano sobre su lomo, notando que estaba caliente, su respiración agitada. Hacía un pequeño ruido al mover el pecho.
- ¿Te sientes bien?.- Preguntó, comenzando a preocuparse.
- Me duele... .- Fue la única respuesta.
- ¿Qué te duele?.-
- Mi estómago... .-
El mago frunció el ceño (nota de la autora: Oh! beautiful!). Se supone que el león es un ser mágico, no tiene por qué enfermarse... o si?. A lo mejor había creado a sus guardianes demasiado reales? Capaces de enfermarse? Capaces de sentir?...
Pero aquel no era el momento para meditar, Keroberos se veía realmente mal y él no sabía cómo curarlo... la magia blanca se ocupa para sanar heridas, más no es válida cuando se trata de enfermedades... a menos qué... bueno, era arriesgado. Existía un Método, el cual consistía en atraer hacia sí mismo las vibraciones negativas que causaba el malestar a Keroberos. Pero intentar eso sería tentar a la suerte, nunca se había aplicado a un ser hecho de magia pura; El león podría morir en el proceso.
Sin embargo no había nada más que pudiera hacer...
- ¿Qué sucede con Keroberos?.- preguntó a sus espaldas el ángel.
- Está enfermo.-
- Enfermo? Puede hacer eso?.-
Entonces llegó a la mente del hechicero su plática con Anne: "Sí, aprendí todo lo que se puede sobre veterinaria... Y me encantas los leones".
- Yue por favor, quédate aquí con él.-
- A donde va usted amo?.-
- Con Anne.- Dijo saliendo ya de la habitación.
El chico apretó los puños. ¿Por qué tenía que ir con ella?.
- Vaya... compañía con la que me dejaron... .- Dijo quedamente el león.
- ... .- Yue lo miró .- Ni aún enfermo dejas de fastidiarme... ¿ Cómo te sientes?.-
- Cómo me veo?.-
- Fatal.-
- Así me siento.-
Cuarenta minutos después Clow llegó con Anne. Le había dicho que necesitaba de su ayuda, contándole que tenía un animal enfermo en su casa. Ella se sorprendió pero inmediatamente salió detrás de él, llevando consigo lo que creía necesario. Al llegar su sorpresa no pudo ser mayor; un hermoso león dorado sin melena!! (Yue se había escondido, no le agradaba mucho la idea de que la chica lo viera). El mago le dijo que consiguió a Keroberos en un circo [Kero: -_- U], esperando que ella se lo creyera... pero a Anne parecía no importarle en lo más mínimo de donde fuera el león.
La chica diagnosticó que aquello no era más que una fuerte indigestión ("Tiene que cuidar lo que le da de comer" dijo). Le dio unas cuantas medicinas naturales y lo visitó durante los siguientes días.
Una semana después Keroberos ya estaba totalmente repuesto, ya había recuperado todo su vigor. Clow estuvo pensando en ese tiempo que lo mejor sería hablar con Anne sobre el verdadero origen del león, sobre las cartas, la magia y el otro guardián.
El timbre de la puerta sonó. Y el hechicero fue a abrirla, encontrándose con el rostro sonriente de Anne.
- Hola Sr. Read, vengo a ver cómo sigue el lindo Keroberos!.-
Después de una rápida checada la chica anunció que el león ya estaba totalmente repuesto. El mago la miró con una sonrisa.
- Querida Anne, hay algo que quiero mostrarte... y decirte.-
La tomó de la mano (leve sonrojo por parte de la chica) y la llevó al interior de la biblioteca. El león dorado iba detrás de ellos.
- Escucha... Te he estado ocultando un gran secreto (y espero que me perdones), pero creo que ya es tiempo que conozcas la verdad... .-
- ¿Dé qué me esta hablando Clow?.-
La chica le miró confundida.
- Adelante.- Dijo a "algo" en una de las esquinas- Puedes salir.-
Yue salió de las sombras de la habitación.
La chica abrió los ojos como platos: nunca había visto nada como eso. Siempre lo había creído nada más que fantasías, pero ahora, delante de ella, había un ángel ¡Un hermoso ángel plateado!. Sus ilusiones infantiles, ya olvidadas y enterradas en lo más profundo de su mente, resurgieron, trayéndole miles de recuerdos... Y por unos segundos creyó que delante de ella se encontraba su hermana, Rebecca, convertida en un ser divino.
- Anne... Él es Yue.-
Pero el encanto duró poco, los ojos del ángel la miraban con recelo y hasta cierto punto rencor. Ella se desconcertó... y más aún cuando la criatura se acercó al hechicero tomando su brazo.
El mago le contó sobre la magia, los hechizos, las cartas, la manera como había creado a los guardianes (sin entrar mucho en detalles) y el reciente concilio. Anne la escuchaba atenta a cada palabra; muy contrario a lo que se suponía, la chica no se alarmó, sentía una gran emoción y admiración por aquel hombre, que poco a poco iba queriendo más... Más de lo que imaginó.
Preguntó más acerca de su vida como hechicero ("A de ser muy difícil ser brujo en estos tiempos") y cómo había logrado ocultarlo tantos años, y se interesó todavía más en los conjuros... Sin embargo al cabo de unos horas se sintió incómoda; no le agradaba la mirada del ángel.
Acarició el lomo de Keroberos, quien ya se sentía mucho mejor. El hechicero continuó hablando hasta que la chica le interrumpió, pidiéndole que salieran un momento. Clow aceptó encantado.
Ambos salieron al patio "solos".
Keroberos se acercó a Yue quien estaba detrás de un árbol viendo a la pareja a lo lejos. Vio que tenía el ceño fruncido. Decidió fastidiarlo un poco.
- Vaya, vaya!!! ¿Por qué tan enojado chico?.- Dijo en tono de burla.
- Yo no estoy enojado!!!.- Dijo cerrando los puños con fuerza
- Si, claro, se nota.- Agregó en tono irónico el león.
- ¿Qué es lo que quieres?.- Su cuerpo comenzó a temblar de rabia, al ver como la chica tomaba las manos del hechicero entre las suyas y le arrastraba fuera del patio.
- Nada en especial.... Por lo visto Anne quiere mucho al amo.-
El guardián de la luna mordió con ira sus labios, hasta casi hacerlos sangrar.
- ... Y parece que el amo... .-
- Cállate.- Murmuró; un hilo de líquido escarlata escurrió hacia su barbilla.
- ... le corresponde... .-
- Cállate!!!!.-
- ¿Crees que cuando se casen nos olviden? .-
- HE DICHO BASTA!!.-
La bola de energía generada en manos del ángel fue a estrellarse contra el león dorado, quien a duras penas logró esquivarlo.
- ¿pero qué diablos te sucede Yue?!! ¡Era broma!!.-
Entonces Keroberos lo vio de frente y su rostro le sorprendió.
- ¿Tú estás... - Comenzó a decir- ... celoso?.-
- NO!!.-
Miles de lágrimas surcaron sus mejillas, ya totalmente enrojecidas por la cólera y los celos, los cuales era incapaz de ocultar. Las manos crispadas hacían un gran esfuerzo por no arremeter contra lo primero que tuviera en frente.
El guardián del sol lo miró impasible y sus ojos dorados centellaron. Le dolía, le dolía hasta lo más hondo del alma, no comprendía por qué verlo así le hacía tanto daño... ¡Dios! Él, Keroberos, hubiera dado todo su poder mágico y un año de vida por cada una de esas lágrimas; que eran derramadas por otro.
- Le amas?.- Preguntó finalmente, aunque bien conocía la respuesta.
- Sí...- Dijo al cabo de un unos momentos, de incómodo silencio.
- Pero... bueno; mira yo sé que no soy nadie para decirte esto pero... esta mal... .-
- ¿Y crees que no lo sé?? ¿Y crees que no sufro cada noche pensando en lo que no podrá ser nunca? ¿Qué sabes tú de un amor vedado? ¿Qué sabes tú de amar a escondidas? ¿ Qué sabes tú de amar y saber que nunca serás correspondido? Pero te diré una cosa: NO ME IMPORTA!!!!! NO ME IMPORTA CONDENARME AL INFIERNO POR ESTE MALDITO AMOR PROHIBIDO!!!.-
- Yu- yue... .-
- Yo lo amo y es lo único que me interesa!.-
- No lo dije con el afán de que te pusieras así... yo... perdóname... .-
Poco a poco dejó que el viento le relajase, aunque fuera un poco, aquella explosión de ira no debió haber sucedido; es decir, trataba de no mostrar ningún sentimiento humano...
- No... no tienes de que disculparte... la culpa es mía... no debí... .- Dijo Limpiando sus lágrimas, pero sin tener la suficiente fuerza para mantenerse en pie cayó de rodillas y se abrazó al león, cómo un niño chiquito que busca consuelo.
"Yo te amo Yue... " Pensó Keroberos mientras cubría al ángel con sus alas doradas "... Y aunque no lo creas conozco todo lo que me acabas de decir, lo vivo en carne propia todos lo días; cuando te acercas a él y pareces feliz, cuando él logra arrancarte una sonrisa de los labios con una sola palabra mientras yo no puedo aunque te diga miles, cuando te sonrojas sólo con verlo, cuando le buscas deseoso de amor y él ni siquiera te regala una caricia, cuando murmuras todas esas cosas, palabras dulces, que él no alcanza a oír, pero que yo anhelo que sean mías... Maldita sea! Yo no quiero renunciar a ti! Pero no tengo otra opción; no soporto verte triste, prefiero mil veces que seas feliz lejos de mí a que sufras siempre a mi lado....
" Prometo ayudarte a que seas correspondido".
FINDe la segunda parte.
BIBLIOGRAFÍA:
LA VERDAD COBRE LA BRUJERÍA, Scott Cunningham
MAGIA CELTA de D.J.Conway
EL CLUB DUMAS, Arturo Pérez-Reverte
Y ligeras insinuaciones a:
EL SEÑOR DE LOS ANILLOS, JRR Tolkien.
La saga: HARRY POTTER,
CONCLUYE EN:
JUGANDO A SER DIOS, 3ra PARTE: "¡Que comience la cacería de brujas!"
PEQUEÑA RESEÑA:
Mal, muy mal: Aristide Torchia y Matthew Hopkins se conocen y se revela un pequeño (y oscuro) secreto de Torchia que, en cierta forma, asusta al cazador... .
Clow empieza a dudar sobre sus sentimientos sobre Yue tras una larga plática con ... (es sorpresa): ¿Es cariño paternal o amor de verdad?. Mientras que su poder se va debilitando un poco más.
El ángel comienza a descubrir nuevas sensaciones de las cuales no era conciente.
Hopkins inicia un pequeño jueguito recomendado por Aristide.... lo que provoca que la sombra de una desgracia se cierna rápidamente sobre Anglia del Este.
ADVAERTENCIA: Será un Yaoi...
