¡Hola otra vez!. Como podéis ver, estoy intentando cumplir con un plazo de una semana. Este ha costado un poco, espero que os guste...

Nimph: ¡leí Blanco y Negro, me ha encantado! No seas tan exagerada, tú escribes muy bien... ¿Por cierto, Ginny se apuntará o no a clases de baile muggle? Porque si viene, tendrás que decirme quién será su pareja... ; P

Hermione12: Bueno, Snape la trata más o menos como a Neville.. con algunos matices diferentes. Por aquí no salims volando, pero casí. Hubo una racha de viento muy fuerte en mi casa, y los cristales de las ventanas se abombaban (acojonante). Cayeron 50 almendros, arrancó una barrera de hierro y tenemos un arbol literalmente boca abajo (la copa en el suelo y el tronco apuntando al cielo)...

Xellas: Bueno, lo de si Snape siente algo por ella, continúa leyendo y saca tus propias conclusiones. Respecto a Cresus Rich ... ¡aaahhh! Yo no digo nada...

Cali-chan: la verdad es que la escena de la escoba fue muy divertida de escribir. Tienes razón en lo que respecta a Serena, s muy fuerte, porque lo ha pasado muy mal pero ha seguido adelante. Me alegro que al menos se notara su fuerza, es su principal virtud.

Hermione es una genia: ¡Bah! No se habrá hecho tan mala fama ... Entre los Slytherin, tal vez (y en ese caso, ¿a quién le importa?)...Pero no hay que mezclar el tocino con la velocidad: que sea torpe con la escoba no implica que sea tonta, y eso estoy segura que lo saben la mayoría de los alumnos...

Spacey: Muchas gracias. Pensé que era mejor asegurarse de que no se la pegara contra el calamar, o la historia habría acabado demasiado rápido... Respecto a John Hurt, si, es muy buen actor, pero no me acaba de ser atractivo para mi gusto. Además, interpretó demasiado bien a Calígula. ¡Brrrr!

La primera clase

Tras el incidente de la escoba, la profesora Trewalney dio por finalizada la clase, alegando que ni ella ni sus alumnos se encontraban en las condiciones adecuadas para usar su "ojo interior". Los de quinto de Gryffindor salieron por la trampilla en tromba antes de que la profesora hubiera terminado la frase. Todos comentaban lo ocurrido, emocionados.

- Menudo cara ha puesto la profesora Trewalney, se le ha ido el aura de golpe... – decía  Seamus Finnigan, muerto de risa.

- Es la clase de Adivinación más divertida que hemos tenido...

- Si era igual en Pociones, no quiero ni imaginar como la trataba Snape...

Harry no decía nada, pero le estaba tremendamente agradecido a la profesora Greenwood por haberle librado de una nueva predicción de su muerte.

Aún quedaban diez minutos para la clase de Transformaciones, así que Ron y él se dirigieron al vestíbulo, para comprobar el estado de su nueva profesora tras semejante viajecito.

Justo cuando llegaron al rellano de la escalera una de las puertas de la entrada principal se abrió, y la vieron entrar acompañada de Snape. Estaba totalmente empapada, y llevaba puesta la capa negra del profesor de Pociones. Temblaba de frío y aún conservaba cierto tono verdoso en su rostro.

- La acompañaré a la sala de profesores, y avisaré a su elfina para que le traiga algo de ropa para cambiarse. – dijo Snape.

Serena asintió con la cabeza.

Rodeó sus hombros con el brazo derecho y tomó su mano izquierda, y empezó a ayudarla a subir las escaleras, con una delicadeza que jamás hubieran creído posible en él. Estaban tan sorprendidos que no se dieron cuenta de que tal vez no fuera una buena idea dejar que los viera.

- ¡POTTER! ¡WEASLEY! ¡A CLASE AHORA MISMO! ¡VEIN... 

No pudo terminar la frase. La profesora Greenwood, que observaba atentamente los escalones, se sobresaltó con el grito, se tambaleó más de la cuenta, y, aunque se llevó las manos a la boca, no pudo evitar lo inevitable. Snape sufrió de pleno las consecuencias.

Mientras Harry y Ron se apresuraban a desaparecer de su vista, conteniendo a duras penas la risa, oían a la profesora Greenwood pidiendo disculpas una y otra vez.

*                     *                      *

Los sentimientos de Severus Snape estaban divididos desde hacía un par de días, y en aquel momento se debatía ante el desagrado (por decirlo delicadamente) ante el hecho de tener el desayuno de la señorita ... no, señora ... no, profesora ... Greenwood profusamente repartido sobre su túnica – al menos había salvado la capa – y la extraña y agradable sensación que le producía el tenerla literalmente entre sus brazos. Lástima que ella no le diera demasiada importancia a ese pequeño detalle, concentrada como estaba en la longitud de sus pasos. Aún parecía mareada, de modo que debía estar vigilante ante una nueva regurgitación.

Llegaron sin más problemas a la sala de profesores, y, tras sentarla en el sillón de la antigua Profesora de Estudios Muggles, se fue a buscar a Cagney. Justo cuando abría la puerta volvió a oír la voz de la joven.

- Profesor Snape – se volvió – Muchas gracias. Vuelvo a estar en deuda con usted.

- Está bien – dijo él. Pero de sus labios surgió más de lo que esperaba. – Ahora somos colegas, puede llamarme Severus.

Ella sonrió.

- De acuerdo, Severus. Puede llamarme Serena. Aunque si de vez en cuando me llama ¡Greenwood!, lo entenderé.

Snape asintió con la cabeza, tratando de poner cara de palo, y salió de la habitación. Pero mientras se dirigía a las cocinas, una pregunta consiguió colarse en su mente a pesar de sus esfuerzos. ¿Se ha sonrojado al mirarme?. En ese momento pasó junto a un espejo, y éste le dio la respuesta:

- Alucinaciones tuyas, Severus.

Tras avisar a Cagney de que su ama estaba indispuesta (la elfina sonrió encantada cuando él pronunció la palabra ama) bajó a las mazmorras, se cambió la toga y se dirigió a la siguiente clase. Cuando terminó, los Ravenclaws y los Hufflepuffs lo miraban sorprendidos, pues sin darse cuenta había sido mucho más benévolo de lo habitual.

Volvió a la sala de profesores y allí encontró a Serena, con ropa seca, medio hundida en el sillón y mirando el fuego con preocupación. Aún estaba bastante pálida.

- ¿Qué, se siente con fuerzas para ir a comer?

Ella se volvió, sobresaltada. Sonrió de nuevo.

- Ni mencione esa palabra en mi presencia, y menos con una toga limpia.

- ¿Piensa quedarse aquí todo el día?

Ella negó con la cabeza.

- Amy ha ido con Dumbledore a Hogsmeade. Deben estar a punto de llegar. – pensó un momento – Si han pasado por Honeydukes, a lo mejor mi hija tampoco tendrá muchas ganas de comer.

Salieron juntos de la habitación. Mientras pasaban por los corredores, los alumnos los miraban sorprendidos. Lógico, pensaba Snape, no es muy habitual ver al jefe de Slytherin caminando al lado de una joven totalmente vestida como una muggle. La miró. Como de costumbre, ella ni se enteraba de que era el centro de atención por sus ropas. O lo disimulaba muy bien.

- ¡Mami!

La pequeña Amy apareció en el corredor, acompañada del profesor Dumbledore. Serena se puso en cuchillas mientras la niña se acercaba corriendo hacia ella, ocultando algo tras su espalda.

Serena la cogió en brazos.

- ¿Qué, cariño? ¿Te lo has pasado bien?

-Si, mami, hemos ido a una tienda de chuches. - sacó la bolsa de Honeydukes que ocultaba y se la puso a su madre  justo debajo de la nariz – Te he traído un montón.

La cara de la joven volvió a su tono verdoso anterior. Antes de darse cuenta de lo que ocurría, Snape se encontró sosteniendo en sus brazos a la pequeña mientras la madre corría tapándose la boca hacia el baño más próximo. Todo quedó en silencio durante unos instantes. La imagen de Snape con una niña en brazos era más de lo que la mayoría de los alumnos de Hogwarts habían esperado ver antes de morir. Incluso Colin Creevey sacó su cámara fotográfica e inmortalizó el momento. La niña le dirigió a Snape una mirada intrigada.

- Señor profesor Snape... ¿qué pasa?.

Snape no respondió. El tampoco estaba preparado para eso.

Se oyó un grito y sollozos. Bajo la puerta del baño en el que acaba de entrar empezó a formarse un charco. Serena salió del baño chapoteando.

- Perdona, Myrtle. No te vi. Lo siento...

Cerró la puerta y se acercó al extraño grupo con una mano en la frente y mirando al suelo.

- No me dí cuenta hasta que noté que tenía la cabeza helada. – dijo, mientras tomaba de nuevo a Amy de los brazos de Snape.

*                     *                      *

Amy O'Neal decidió a las siete de la mañana del miércoles que ya había dormido suficiente, y salió de su camita. Convencida de que su sentir era compartido por su madre, entró en su habitación como un tornado.

- ¡Mamá! ¡mamá! ¡A levantarse! ¡Son las sieteeee!

Su madre emitió un extraño y lúgubre gruñido y se acurrucó bajo el edredón, sepultando su cabeza bajo la almohada.

- ¿Mamá? – Amy trató de quitarle la almohada.

Serena cedió finalmente a los continuos tirones de su hija y sacó la cabeza.

- ...

Amy miró sorprendida a su madre. Le había dicho algo, pero ella no había oído nada. Además, tenia muy mal aspecto: los ojos hinchados, la nariz roja...

Movió los labios de nuevo.

- ... ¡atchís!

Amy no entendía nada. Estaba claro que su madre intentaba hablar, pero lo único que había oído era el estornudo.

- ¿Estas resfriada?

Serena asintió con la cabeza, mientras salía de la cama. Volvió a abrir la boca y esta vez consiguió generar algún sonido.

- ...ayunaremos en la cocina. Luego ... ir a la señora Pom...

- ¡Ala! ¡Pareces risitas! – comentó la niña, encantada de la vida de que su madre hablara como un perro de dibujos animados.

- Esto se ...ama ...tar afónica. – le explicó su madre mientras la vestía. – Y resfriada. ¡Atchís!

Cuando ambas estuvieron listas fueron a la cocina, y Serena dejó a Amy disfrutar de uno de sus mayores placeres: hacerle cosquillas a la pera del cuadro. Cuando entraron, inmediatamente se vieron rodeados por una tropa de elfos.

- Buenos días, profesora Greenwood. Buenos días señorita Amy – dijeron a coro.

- Ehh... Buenos ..as.- respondió Serena – ¿Sería posible ...

No tuvo tiempo de quedarse sin voz de nuevo, puesto que varios elfos aparecieron llevando bandejas con té con leche, café, tostadas y mermelada.

- Por favor, por favor, siéntense y sírvanse algo.

- M...as gracias. ¿Está Cagney? – preguntó Serena, apurando su café.

- Su elfina está ahora mismo en la sala de profesores, con Dobby. – le informó uno de los elfos, mientras los otros asentían con la cabeza.

- Ah. ¿Les .....ataría cuidar de mi hija un momento?. Tengo que pasar un momento ... ¡atchís! por la enfermería.

- Por supuesto, sin duda, será un placer...

- ...acias de nuevo – Serena dejó la taza de café y salió rápidamente por el cuadro.

Amy miró como su madre mientras salía de la habitación.

-¿Quedan pastelitos de chocolate?

*                     *                      *

Cuando la señora Pomfrey vio aparecer a Serena por la enfermería, no pareció sorprenderse en absoluto.

- Ya me preguntaba yo cuánto tardarías en presentarte por aquí. ¡Ni tres días! Todo un récord... – comentó, medio gruñendo pero sin poder disimular una sonrisa.

- ¡Atchís! Bueno, esta vez no es lo de ..empre.

- ¡Ajá! O sea que después de tu accidentado vuelo y de caerte al lago – sí, me lo han contado, no es precisamente un secreto - , ni se te ocurrió presentarte por aquí. Ya sabía yo que te ibas a resfriar...

- Tenía que preparar el aula...

La señora Pomfrey frunció el ceño. Serena se calló y asintió con la cabeza, mirando al suelo. La conocía de muchos años y sabía que lo mejor era no discutir.

- Pepperup. – dijo, dándole una copa repleta de una poción humeante.- Te curará en seguida el resfriado – continuó, mientras Serena bebía rápidamente para superar su mal sabor cuanto antes – pero por la voz no puedo hacer nada. Sólo aconsejarte que procures hablar lo mínimo posible...

La joven la miró sorprendida.

- ¡No ...ede ser! ¡Tengo mi ..era clase a las tres!¿Qué...?

La poción ya había hecho efecto y empezó a salirle humo por las orejas.

- Ah, sí, los efectos secundarios... – observó la señora Pomfrey, sin darle importancia. – Aún no he conseguido eliminarlos del todo. Te he tenido que dar una versión algo más potente, así que supongo que se habrán pasado a la hora de cenar...

Serena dejó caer su frente sobre la mesa, mientras dos columnas de humo se alzaban desde ambos lados de su cabeza.

*                     *                      *

Harry y Ron se reunieron con Hermione frente a la puerta del aula de Estudios Muggles a las tres menos cinco de la tarde.

- ¿Creéis que habrá clase? – inquirió Ron – Hoy no ha comido con los demás profesores.

- Supongo que sí... – respondió Hermione, revolviendo la mochila a la caza de pergamino y pluma – Si no nos hubieran avisado, como el lunes...

- Ayer tenía muy mal aspecto cuando volvió del lago ... –comentó Harry. Estaba preocupado. ¿Y si Snape la había convencido para que se fuera? Eso explicaría tanta amabilidad por su parte el día anterior.

- ¡Ejem!

Los tres se volvieron. Por el pasillo llegaba la profesora Greenwood, vestida de muggle como siempre. Llevaba un pequeño maletín cuadrado y sonrió alegre al verlos.

- ...cias por venir – dijo. Hablaba como Colombo, sólo que más afónica. Su voz era como un susurro modulado, que en algunos momentos era algo comprensible y en otros totalmente inaudible. – Veo q.. .... más puntuales que vuestros .....ñeros. Pasad.

La profesora abrió la puerta y se quedaron tan mudos como ella.

Debido a un cambio radical en el programa de la asignatura, los tres primeros cursos iban a ir juntos, así como los otros cuatro, de manera que era lógico el aula fuera más grande. Pero no solo era eso. Las paredes del aula estaban forradas de estanterías repletas de libros, películas y compact disks. En el centro de la habitación había filas y filas de cómodas sillas con mesas extraíbles. Y en la pared de enfrente, una pantalla blanca y un pequeño proyector. Para Harry y Hermione era como estar en una extraña sala de audiovisuales, para Ron, era un mundo nuevo.

Los demás alumnos fueron entrando. Era un grupo bastante heterogéneo en lo que se refería a casas y edades. Fueron tomando asiento mientras Serena sacaba un ordenador portátil del maletín e iba enchufándolo con largos cables a los altavoces que había a ambos lados de la habitación y al proyector.

Cuando todos se hubieron sentado, Serena apretó un par de teclas y una voz metálica y de extraña entonación empezó a sonar por toda la clase.

"Bienvenidos a mi primera clase de Estudios Muggles. Tendréis que disculparme, pero debido a mi afonía galopante he tenido que optar por la tecnología muggle para hacerme oír."

"Como sabréis, este año el programa de la asignatura ha variado sustancialmente, y mi intención es que lo que aprendáis aquí os sirva para algo, y no me refiero a cubrir una asignatura  optativa."

- No puede ser... – murmuró Hermione – Los aparatos electrónicos no funcionan en Hogwarts...

La voz se detuvo un momento, mientras la profesora tecleaba algo en el ordenador.

"Señorita Granger. Parece intrigada. ¿Alguna pregunta?" mientras la voz sonaba, Serena la miraba sonriente.

- Sí... – respondió Hermione – Según la Historia de Hogwarts, los aparatos electrónicos y mucha de la tecnología muggle no pueden funcionar, debido a la alta concentración de magia en el ambiente...

"Buena observación. Sin embargo, estos aparatos pueden protegerse mediante un hechizo, para protegerlos de la ... llamémosle radiación mágica. Es como una especie de escudo, para protegerlos de toda interferencia. Todos los instrumentos de esta habitación han sido hechizados. Lo más complejo fue conseguirles un suministro de corriente eléctrica. En la habitación de atrás hay un generador de corriente alterna que me temo que no cumple ni una sola de las tres leyes de la termodinámica..."

Unos cuantos alumnos se rieron. La mayoría se miraban entre si dando muestras de incomprensión.

"Creo que me estoy desviando del tema, así que os lo explico y luego volvemos a la presentación de la asignatura.

Las leyes de la Termodinámica son tres leyes inviolables, en las que se basa toda la ciencia muggle. Cualquier fenómeno que las contradiga, es imposible que ocurra, a menos que se cambien las leyes."

- ¡Pero entonces son falsas! –exclamó un alumno de sexto de Ravenclaw.

"Para ti, que puedes hacer magia. Pero no para ellos.

Volviendo a mi presentación. Intentaremos una toma de contacto algo más práctica con el mundo muggle. Lo ideal sería hacer excursiones para que pudierais vivirlo, pero dada la situación actual, es imposible. Así que nuestra inmersión será en la literatura, la música y el cine muggle.

Permitid que os de una noticia que espero que os resulte agradable: no habrá exámenes de esta asignatura"

Un murmullo de aprobación y alegría contenida recorrió la clase.

"Pero eso no os eximirá de deberes y trabajos. Un día a la semana, como hoy, lo dedicaremos a ver películas muggles. Quiero que anotéis todo aquello que no comprendáis y lo investiguéis. Todo lo que necesitáis esta en la estantería de Obras de consulta. La siguiente clase la dedicaremos a poner en común todo lo averiguado. Siempre hay algo que no se acaba de entender, así que todos vais a tener que exponer vuestras dudas. Nada de yo lo entiendo todo. ¿Está claro?"

Todos asintieron en silencio.

" Además habrá tres trabajos, a entregar antes de Navidad, Pascua y los exámenes finales. Consistirán en leer tres libros de todos estos – no hay ninguna restricción al respecto, los que más os gusten – y hacerme un resumen y darme vuestras opiniones, como lo que más os ha gustado y lo que menos, vuestros personajes preferidos, las cosas que os costó comprender, etc..."

Harry miró las estanterías. Cada una tenía un letrerito, dependiendo del género de los libros que contenían. Las había de aventuras, fantasía, ciencia-ficción... Había libros de Salgari, Tolkien, Asimov, Julio Verne, Shakespeare...

"La sección de ciencia-ficción tal vez sea demasiado avanzada para el primer contacto. Sólo es aconsejable para aquellos que conozcan bien el mundo muggle, porque suele suponer tecnología mucho más avanzada que la actual.

Ahora os pondré una película. Se refiere a algo que ocurrió hará unos treinta años. Quiero que prestéis mucha atención y toméis nota de lo que no sepáis. En las cosas más difíciles de comprender he insertado subtítulos con explicaciones."

La película era Apolo XIII. Al terminar, algunos tenían cuatro hojas repletas de dudas.

"Sé que esta película es bastante difícil de entender para quien no conoce el mundo muggle. Pero mis objetivos son: uno, que entendáis a los muggles, y dos, que los respetéis. Tal vez no puedan hacer magia como vosotros, pero lo que en principio parece un inconveniente puede resultar una ventaja. Aún sin magia, han conseguido ir a la luna y volver, y de eso ya hace mucho tiempo. También quiero que os llevéis una pregunta en vuestras mentes: ¿qué seríais capaces de hacer sin vuestra varita, o mejor aún, sin magia?"

Nada más terminar la frase, sonó la campana del final de clase. Los alumnos se levantaron medio atontados y fueron saliendo hablando entre ellos. No habían tenido  nunca una clase de Estudios Muggles tan dura, pero también parecían fascinados por todo lo que habían visto.

- Harry, ¡estoy harto de Trewalney! – exclamó Ron, emocionado, mientras se dirigían hacia la mesa de la profesora. Estaba hablando (o intentando hablar, más bien) con Hermione - ¿Nos pasamos a Estudios Muggles?