Me pareció haber visto un lindo gatito

- ¡Meeeeeeaaaaaurgh!

Snape vislumbró cómo una pequeña mancha blanca aterrizaba justo delante suyo y, tan rápido como si rebotara, se lanzaba a la máscara de un mortífago de la primera fila.

- ¡Aaargh! – gritó la víctima. Por la voz debía tratarse de Crabble o de Goyle, Snape no estaba seguro. Tampoco le importaba demasiado. El mortífago daba vuelta a ciegas mientras trataba de arrancarse de la cara lo que parecía una especie de gato blanco muy peludo.

Todos los demás mortífagos miraban desconcertados sin acabar de comprender lo que estaba ocurriendo.

Entonces se inició una ofensiva en toda regla. Empezaron llover gatos de todos los colores, saltaban desde las copas de los árboles y desde encima de las lápidas, o sencillamente trepaban por las capas de los presentes. Los mortífagos se reagruparon en el centro del círculo, interponiéndose entre Voldemort y el traidor.

La cortina de gatos le venía a Snape como caída del cielo. Se arrastro por el suelo hasta salir del círculo. Una vez fuera, decidió que lo mejor era continuar a gatas hasta llegar al pequeño bosquecillo que bordeaba el cementerio. Estaba a punto de llegar cuando algo se alzó ante él.

Nagini.

Snape se quedó como hipnotizado, mirando los colmillos de la serpiente. Antes de que tuviera tiempo de reaccionar, Nagini atacó. Lo siguiente que vio el mago fue una mancha negra cruzar por delante de sus ojos.

Un pequeño gato negro, con marcas blancas en el hocico, había mordido a la serpiente en el cuello en el momento en que atacaba, desviándola de su presa. Desgraciadamente, Nagini era demasiado grande para el gato, y el animal se las veía y se las deseaba para escapar de los mordiscos, saltando de un lado para otro y tratando de arañarle los ojos. ¿Los ojos?¿Cómo podía saber un simple gato que Nagini era una cría de basilisco?

- Vaya, vaya... – Snape oyó una voz susurrante a su espalda. Se llevó la mano al bolsillo para sacar su varita, pero no fue lo bastante rápido - ¡Desmaius!

Cuando despertó, Voldemort tenía al gatito agarrado por el cuello, aunque por lo visto el animal no se había dejado atrapar sin lucha. El señor Tenebroso tenía la cara y las manos cubiertas de arañazos.

- Así que tú eres el comandante en jefe de esta pequeña rebelión, ¿no es cierto?- susurró Voldemort, apuntando con su varita al animal, que se retorcía inútilmente tratando de escapar - ¡Muéstrate!

El gato se convirtió lentamente en una mujer vestida de muggle, con una larga gabardina. Tenía el rostro congestionado por la falta de aire, dos cicatrices en el rostro, y sus botas colgaban a diez centímetros del suelo. Clavó sus ojos azul profundo en los ojos rojos de Voldemort.

- ¡Señora Greenwood! – exclamó Voldemort - ¡Qué placer tan inesperado! ¿Ha venido personalmente a entregarme la espada?

- Ni ... lo ... sueñes ... desgraciado ...

- Oh, no importa... la cogeré yo mismo. ¡Accio!

La varita de Serena salió de uno de los bolsillos de la gabardina y cayó a los pies de Voldemort.

- ¿No ha traído la espada? – rugió – ¿Acaso creía que una bruja mediocre como usted podría vencer al señor tenebroso con una simple varita, o convertida en gato?

La joven sonrió y agarró con las manos el brazo de Voldemort.

- Usted ... es ... un ... hombre...

Voldemort se echó a reír.

- Y qué pretende, ¿seducirme?

Ella sonrió aún más.

- Esto... por Amy...

- ¡Ugh! – fue el único sonido que pudo emitir Voldemort cuando notó la puntera de las enormes botas de Serena impactar en su entrepierna. Le soltó el cuello en el acto, y ella cayó de espaldas contra el suelo.

- ¡Expelliarmus! – exclamó Snape, y la varita de Voldemort salió volando hacia el bosque. Serena recogió la suya del suelo y se dirigió hacia Snape, que se había puesto de pie a duras penas.

- Efectivo ... – murmuró Snape, mientras ella pasaba el brazo bajo su hombro izquierdo, y empezaban a correr hacia la carretera. – No muy limpio, pero efectivo...

Llegaron a la carretera. Al otro lado de la calzada, estaba el pequeño R5 de Serena. Saltaron la verja del cementerio y fueron hacia él.

En pocos segundos, Serena estaba en el asiento del conductor abrochándose el cinturón, mientras Snape forcejeaba con la puerta del copiloto, incapaz de abrirla.

Con un suspiro, la joven se desabrochó el cinturón y, rodeando el coche por delante, le abrió la puerta al profesor, esperó a que no hubiera manos ni pies en peligro, y la cerró.

De repente se dio cuenta de algo extraño: ya no se oían gatos.

Lanzó una mirada hacia el cementerio, justo para ver una ráfaga de maldiciones surgiendo de la bruma.

Sin pensárselo demasiado, se lanzó sobre el capó del coche, rodando hasta el otro lado, se sentó en el asiento y metió la llave en el contacto.

Nada más girarla, el motor rugió y empezó a oírse música en el interior del coche. Un hombre con voz de ogro empezó a contar.

Eins.

- ¡No sé como funciona esto! – exclamó Snape, con el cinturón de seguridad en la mano.

Zwei.

- ¡Pues agárrese bien a donde pueda!

Drei.

Serena marcó cuatro cifras en una pequeña pantallita, y apretó un botón.

Vier.

No pasó nada.

Fünf.

- ¡Maldito ...

Sechs.

- ... Mundungus ...

Sieben.

- ... Fletcher!

Acht.

Snape se sintió como si de repente una mano invisible le aplastara contra el asiento, mientras el motor volvía a rugir con ferocidad.

Neun.

De repente se encontró pegado al parabrisas. Algo había detenido el coche.

- Voldemort ... – dijo Serena, mirando por el retrovisor.

Aus!

Se volvió hacia Snape, y mientras con una mano lo empujaba de nuevo contra el asiento, con la otra abrochó el cinturón de seguridad y lo apretó al máximo. El coche empezó a temblar con el sonido de las guitarras eléctricas de la canción.

- Sujétese bien. Creo que sé lo que viene a continuación.

Acto seguido, ella estiró con todas sus fuerzas su propio cinturón y apoyó las manos contra el techo.

Alle warten auf das licht

Fue como si el estómago se les hubiera caído. El coche salió disparado hacia arriba hasta quedar suspendido a una altura de veinte metros.

fürchtet euch fürchtet euch nicht

Empezó a dar vueltas como una centrifugadora. Los ocupantes eran empujados contra las puertas.

Die sonne scheint mir aus den augen

- Creo que voy a vomitar ... – murmuró Snape.

Sie wird heute nacht nicht untergehen

- ¡Abra la ventanilla! La manecilla de la ... aaaaj... Dios...

und die welt zahlt laut bis zehn!

- …¿qué demonios ha comido?

*                      *                      *

- ¡Mirad...! – exclamó Alex, el rubio greñudo de Magia Muggle, señalando una mancha alargada en cielo - ¡Hay que ver a dónde llega la tecnología muggle! ¡Un anuncio de una fiesta de cócteles!

- No es una coctelera -  comentó Alan, que volaba a su lado – Parece un coche...

- Si... un coche blanco – confirmó Ian - ¡UN R5 BLANCO!

Remus Lupin se acercó a los tres en cabeza y miró al suelo.

- Justo debajo ... es Voldemort...

- ¡ABRAAN FUEGO! – gritó Jamal.

Lupin se les cruzó por delante para detenerlos.

- ¡NO! ¡ESPERAD! ¡EL COCHE CAERÁ...!

- Tranqui, chaval – repuso Alex, a pesar de que Remus debía tener unos diez años más que él. – Ese coche tiene ... prestaciones añadidas ... ¿eh, Mundungus? Lo que no entiendo es por qué no utilizan el traslador ...

La cara de Mundungus Fletcher adquirió tal tono blanquecino que su perfil podía confundirse perfectamente con la luna en cuarto creciente que brillaba en el cielo despejado.

- Tío... – dijo Alex, mirándolo con cara de pésame - ... si Serena sale de ésta, te va a matar...

- ¡Cortad el rollo! – gritó Ian - ¡ FUEGO A DISCRECIÓN CUANDO EL BLANCO ESTÉ A TIRO!

Los cinco miembros de Magia Muggle se lanzaron en picado hacia la oscura figura de Voldemort.

- ¡CERVEZA GRATIS UN AÑO ENTERO A QUIEN HAGA BAILAR A HUELOAMUERTO!

- Están locos, estos colgados – susurró Mundungus Fletcher, mientras descendía a toda velocidad al lado de Lupin y de Arabella.

*                      *                      *

Eins! Hier kommt die sonne – tronaban los altavoces.

- No se queje… -comentó Serena, con las manos apoyadas con fuerza en el techo y los pies contra el salpicadero. El coche había cambiado el eje de rotación, ahora veían el suelo y el cielo, el suelo y el cielo  – ... hay ...

Zwei! Hier kommt die sonne

- … hay muggles que pagan por algo parecido a esto …

Drei! Sie ist der hellste stern von allen

- ¡Ahí llega la caballería! – exclamó Serena, al ver un pequeño haz de rayos caer sobre Voldemort y los mortífagos que le acompañaban.

Vier! hier kommt die sonne

El coche empezó a caer en picado mientras un inmenso abanico de luces surgía del suelo como un antiaéreo.

*                      *                      *

Magia Muggle ascendía de nuevo, esquivando las maldiciones que se elevaban a su lado como buenamente podían. Cuando al fin estuvieron a salvo, se detuvieron a esperar a la Orden del Fénix, que se estaba entreteniendo algo más en su bombardeo.

- Espero que no hagan falta muchas más pasadas como ésa – dijo Derek, ajustándose sus ahora ahumadas gafas – Eso parece un congreso de mortífagos.

- Creo que voy a tener que tatuarme unas cejas – comentó Alan, mientras se quitaba con los dedos la pelusa carbonizada que había sobre sus ojos.

- ¡Los ha soltado! – la voz de Remus Lupin se oyó diez metros más abajo, mientras subía erráticamente en compañía de Arabella Figg, que sujetaba el mango de la escoba con una mano mientras con la otra trataba de frenar la hemorragia de un feo corte en el hombro derecho, y Mundungus Fletcher, que tenía la cara totalmente ensangrentada y miraba a la mujer con preocupación.

Los cinco apartaron la vista del maltrecho grupo y la dirigieron al coche, que tras una caída de cinco o seis metros recuperó la estabilidad y salió volando hacia el norte.

- ¡A qué esperáis! – les increpó Lupin, preocupado por el estado de sus compañeros - ¡Retirada!

No le hizo falta repetirlo dos veces.

- ¡Misión cumplida!– gritó Derek, mientras se inclinaba sobre el palo de su escoba  y salía disparado - ¡A Hogwarts!

*                      *                      *

- ¡De qué poco nos ha ido! – exclamó Serena, mientras bloqueaba el volante y quitaba los pies del salpicadero. Apagó el radiocasete del coche.

Snape iba recuperando poco a poco el riego sanguíneo en el rostro, aunque todavía estaba bastante azulado.

Una vez hubo accionado el dispositivo de invisibilidad, la joven se relajó contra el respaldo de su asiento.

Él lanzó un hechizo limpiador a la puerta de su lado, y abrió la ventanilla para que entrara algo de aire fresco.

- Gracias – dijo, mientras clavaba sus ojos en el firmamento estrellado que se extendía ante el parabrisas – Me ha salvado la vida ... otra vez.

- No hay de qué – ella sonrió, mirando también al frente – Estamos a la par. Y aún le debo lo de Amy.

Estuvieron en silencio unos momentos, y Severus Snape se volvió hacia ella con mirada inquisitiva.

- Aún me cuesta creer que usted sea un animago... Hace falta mucho tiempo y conocimientos para convertirse en un animal y no quedarse para siempre en esa forma...

Ella le miró un instante, pensativa.

- La verdad es que no sé muy bien cómo lo hago. Sólo sé hacerlo. De hecho, ésa fue la primera muestra de poder mágico en mí.

- ¿Convertirse en gato?

Ella asintió, y entornó los ojos tratando de recordar.

- De niña me encantaban los gatos. Me gustaba todo en ellos: desde su agilidad hasta su forma de lavarse la cara o de cazar en sueños... Los imitaba.

"Un día, tendría yo unos nueve años,  estaba subida al tejado de mi casa y me caí. Durante la caída hice como los gatos: arqueé la espalda y trate de girar sobre mi misma para caer sobre pies y manos. Y si, aterricé bien... encima de las almohadillas de mis patas"

"Tardé un poco en volver a la forma humana, pero como no sabía que existiera la posibilidad de quedarse de esa guisa por el resto de mis días, no me preocupó... Así que, recordando lo que había sentido en aquella ocasión, acabé pudiendo convertirme cuando me diera la gana."

"No dije nada en casa, quería darle una sorpresa a mi padre. Confiaba en que yo heredaría su magia. El era un Auror... Ernest Greenwood. ¿Lo recuerda?"

Severus Snape asintió. Los encuentros que habían tenido – sobretodo antes de empezar a actuar como espía para Dumbledore – no eran fáciles de olvidar. Una vez tuvo que huir porque el mago le convirtió los labios en una cremallera cerrada. Para alguien con escasos conocimientos del mundo muggle como Snape, el funcionamiento de la misma era prácticamente un misterio indescifrable...

- Cuando descubrí que era usted un mortífago, revisé sus diarios. Hablaba mucho de usted... y no para bien. Cuando se enteró de que se había pasado al otro bando, continuó desconfiando por un tiempo... pero al final pareció tomarle un cierto aprecio. Por eso creí lo que Dumbledore me dijo de que usted había sido "su mejor espía". Le encanta decir eso... está muy orgulloso de usted ...

Snape no dijo nada, pero notó un cierto calor reconfortante en su interior.

- Por desgracia mi padre murió sin saber que yo también era una bruja ... Aunque se hubiera llevado un disgusto tras otro con mis notas en Hogwarts.

La joven se entristeció de repente. Parecía como si sintiera que había decepcionado al recuerdo de su padre.

- Bueno ... – dijo Snape, buscando alguna manera de animarla – ... muy pocos hubieran tenido una oportunidad enfrentándose a Lord Voldemort con magia. Si hemos podido escapar ha sido gracias a sus expeditivos métodos muggles. El señor Tenebroso no está acostumbrado a ese tipo de ataques...

Su intento tuvo éxito, y ella soltó una alegre carcajada.

- Ni él, ni nadie... La verdad es que le llevó un buen rato hasta que reaccionó... De todos modos, si nos salvamos fue gracias a la Orden del Fénix y a los del grupo. Claro que no hubiéramos necesitado su ayuda si MUNDUNGUS FLETCHER HUBIERA ARREGLADO EL MALDITO TRASLADOR – bufó, golpeando con furia el salpicadero.

De repente, el cielo estrellado se convirtió en un torbellino de colores.

*                      *                      *

Harry, Ron y Hermione estaban en la sala común de Gryffindor, preparándose para una nueva incursión nocturna a la biblioteca.

- Vale – dijo Harry, desenrollando el mapa del merodeador encima de la mesa y tocándolo con su varita – Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas.

Los líneas de tinta empezaron a surgir desde las esquinas del papel, formando un plano detallado del colegio. Acto seguido empezaron a aparecer puntitos por aquí y por allá, cada uno de ellos con su letrerito.

- Parece que el camino está despejado – repuso Ron, marcando el camino a seguir con el dedo – No hay nadie cerca ... de momento.

Harry estudiaba con detenimiento el mapa, buscando a Severus Snape y a Serena Greenwood. No aparecían por ningún lado. En la enfermería solo había dos puntitos, uno ponía "Madame Pomfrey" y el otro "Amanda O'Neal".

Lo cierto es que cuando Albus Dumbledore expuso sus sospechas de que el profesor de pociones había sido atraído a una trampa, la profesora Greenwood, sin mediar palabra, cogió su gabardina y salió corriendo de la enfermería. Dumbledore había sonreído ligeramente con aire resignado, y había abandonado la  habitación murmurando:  "Bueno, tendré que avisar a la Orden del Fénix y tal vez ... sí, qué diablos ... a Magia Muggle. Si entre los ocho consiguen distraer la atención de Voldemort un ratito... "

- ¡Mirad! – exclamó Hermione.

De repente, dos puntitos paralelos habían aparecido por los márgenes del papel, dirigiéndose a toda velocidad a la pared de la entrada principal. En ese mismo momento, se oyó el bramido de un motor de un coche al acercarse, el chirriar de unos frenos ... pero no se oyó impacto. Los dos puntitos dieron media vuelta en el último segundo y desaparecieron de nuevo del mapa.

- ¡PLASH!

Se asomaron por la ventana. En la orilla del lago había un pequeño coche blanco. El agua llegaba prácticamente a la altura del capó, sobre el que se elevaba una espesa columna de vapor.

Dos figuras oscuras salieron por las ventanas y se colocaron encima del techo. Se oyeron los ladridos de Fang y la puerta de la cabaña de Hagrid se abrió.

*                      *                      *

La enfermería parecía un ambulatorio militar, y la señora Pomfrey iba de un herido a otro. Amy se había despertado con la intrusión, y seguía a la enfermera a todas partes, observando atentamente los movimientos de su varita y tratando de imitarlos.

La puerta se abrió, y nada más cruzar el umbral, la pequeña abandonó el seguimiento y corrió hacia él.

- ¡Y mi mamá! ¿Dónde está mi mamá? Yo quiero ver a mi ma-mááááááá.

Snape, algo desconcertado por el recibimiento, se apresuró en comunicar a la sollozante niña que su mamá estaba bien, tratando de sacar el coche del lago con la ayuda de Hagrid y del calamar gigante.

- Ah. – respondió la niña, calmándose de golpe – Bueno.

Se oyó una risita desde el otro extremo de la habitación. Snape miró a Mundungus Fletcher con su mejor sonrisa "tienes un problema, Harry Potter".

- Vaya, vaya, Fletcher ... ¿aún estás aquí? Yo de ti me iría antes de que ...

El sonido de unas fuertes pisadas le interrumpió. La puerta se abrió con violencia.

- ¡FLETCHER! – Serena cruzó la habitación como un vendaval, y agarró al escurridizo mago por el cuello de la túnica, cuando este último ya había abierto la ventana y estaba a punto de montarse en su escoba. Lo echó contra la pared.

- ¡ME DIJISTE QUE EL TRASLADOR YA NO ME DARÍA NINGÚN PROBLEMA! ¡TE PAGUÉ UN PASTÓN PARA QUE LO ARREGLARAS!

- Esto ... debe ser algún problema con el GPS ... o con el satélite ...

- ¡NO ME VENGAS CON MILONGAS, MUNDUNGUS! ¡FUNCIONÓ PERFECTAMENTE A LA IDA!

- Bueno, al final todo ha salido bien, ¿no?

Ella lo soltó y empezó a respirar profundamente. O se calmaba o lo estrangulaba allí mismo.

- Otra ... jugada como ésta, Mundungus ... y ... te juro que haré contigo lo mismo que con Voldemort.

Alan miró a Snape intrigado.

- ¿Qué le hizo?

- Le golpeó los genitales.

Alex se acercó a ellos.

- ¿Qué dijo que hizo?

- Dice que le pegó una patada en los huevos. Fue una patada, ¿no?

Snape asintió.

- Ah – respondió Alex. Se detuvo un momento, como pensando en ello - ¡Ah!

Salió corriendo hacia la joven, que aún temblaba de furia, y la abrazó.

Snape notó la punzada de un sentimiento que casi tenía olvidado. ¿Celos?

- ¡Ésta es mi chica! ¡Snif! ¡Ya es toda una mujer!¡Snif! ¡Y ha pateado a Hueloamuerto en donde más duele!

El ambiente se relajó en el acto, y todos se echaron a reír.

- Bueno, bueno... – dijo Dumbledore, secándose las lágrimas de la risa – Tenéis que explicármelo todo ...

*                      *                      *

- Ya lo sabéis – susurró Harry, mientras abría la chirriante puerta de la silenciosa biblioteca – Cogemos los libros y nos vamos, pero sobre todo no los abráis.

- ¿Por qué? – preguntó Hermione, intrigada.

- Gritan. – respondió Harry - Y mucho. Así que nos los llevaremos y trataremos de desencantarlos en la sala común. ¿De acuerdo?

- Vale. ¡Manos a la obra! – exclamó Ron  - ¿Qué estáis esperando? Vamos, Hermione, cuanto antes empecemos, antes terminaremos...

- No consigo entender por qué diablos voy con vosotros ... – murmuró ella – No hacéis más que meterme en líos...

- Yo te diré por qué – susurró Ron, pasándole el brazo por encima de los hombros y arrastrándola a hacia la Sección Prohibida – Porque nos adoras ...

Harry echó un último vistazo al vacío corredor – Peeves les había echo un gran favor, desordenando toda la sala de los trofeos – y cerró la puerta.

- Vamos, vamos, tortolitos ... Que no tenemos toda la noche...

Sacó una lista de su bolsillo y los tres se pusieron a recoger los libros. No era fácil, en la Sección Prohibida los libros estaban desordenados, o el sistema de clasificación se les escapaba.

- Parece la biblioteca de la Abadía de El nombre de la Rosa ... – comentó Hermione, mientas daba vueltas y más vueltas buscando "Criaturas demasiado poderosas y cómo contenerlas".

- ¿Perdón? – Harry y Ron se miraron el uno al otro.

- El nombre de la rosa, nos lo recomendó Serena en clase de Estudios Muggles. ¿No os acordáis?

- Ah, sí ... – dijo Ron, mirando a Harry y levantando la mano de derecha con los dedos pulgar e índice separados unos seis centímetros. Harry meneó la cabeza con expresión aterrorizada. – Sí, parece interesante ...

El ruido de pasos por el corredor hizo que los tres se callaran en el acto. Oyeron una voz inconfundible.

- Sí, he encontrado un libro con información bastante detallada sobre confinamiento de criaturas mágicas...

La puerta de la biblioteca se abrió y Harry se apresuró a cubrirse junto a Ron y a Hermione con la capa. Ron estaba paralizado del espanto, sosteniendo un pesado libraco.

*                      *                      *

Snape y la profesora Greenwood entraron en la biblioteca y encendieron la lámpara de la mesa de la señora Pince. Serena acercó una silla a la mesa mientras Snape se dirigía a la Sección Prohibida.

Harry contuvo la respiración. Ocupaban todo el espacio entre dos librerías y no podían moverse. Estaban perdidos.

- Ah, no. – el profesor se paró a medio metro de ellos y dio media vuelta. – Le dije que me lo reservara, debe estar en su mesa.

El suspiro de alivio de la nueva generación de Merodeadores fue tan intenso que por poco se oyó.

Snape se sentó en la silla de la bibliotecaria, y sacó un voluminoso libro de uno de los cajones.

- Aquí está ... "Vinculaciones astronómicas en campos de confinamiento"

- No me extraña que no pudiera encontrarlo – susurró Ron.

- Shh... – sisearon los otros dos.

- Si – murmuró Snape, mientras iba pasando hojas lentamente – Creo que fue el sistema que utilizó "Sierpe", seguramente el mismísimo Salazar Slytherin,  para contener a su criatura ... Consiste en crear una jaula de contención utilizando la energía combinada de la luna y una estrella. La noche que la criatura escapó no había luna, aunque había una estrella que brillaba incluso a la luz del día. Mi teoría es que esa estrella había muerto miles de años atrás, pero la energía de la misma continuaba llegando a la tierra.

- Una supernova – asintió Serena – Claro, la luz de la explosión final. El tipo de energía cambia cuando la estrella está a punto de convertirse en un agujero negro, por eso falló el campo del contención ... Ni luna ni estrella.

- ¿Supernova? ¿Agujero negro?

- Terminología científica muggle – Serena observaba divertida la expresión de desconcierto de Snape – No se agobie.

- Ah – respondió él, todavía algo confundido – El caso es que ...

Durante una media hora, Snape se explayó en una abstrusa teoría acerca de cómo averiguar si una estrella estaba a punto de morir, moviendo las páginas del libro hacia delante y hacia atrás. Serena empezó a dar cabezadas, y cuando ya no pudo más, dejó caer la cabeza sobre el hombro de Snape. Este se quedó mudo de la impresión (al igual que tres de sus alumnos). Se volvió lentamente hacia su hombro derecho. Definitivamente, se había dormido. No era de extrañar, al fin y al cabo eran las tres de la madrugada y entre la enfermedad de Amy y su rescate la pobre debía llevar mucho tiempo sin pegar ojo. La expresión de sus rasgos era dulce y relajada, casi angelical.

Snape nunca supo cómo ni por qué (bueno, el por qué si que lo sabía) pero, casi sin saber lo que hacía, cerró los ojos y le besó la frente con un cariño inusitado.

Harry y Ron se miraron horrorizados y se volvieron hacia Hermione, que estaba enjuagándose una lagrimita.

- ¡Es muy potito! – murmuró, en respuesta a la mirada sorprendida de los chicos.

Él abrió los ojos y echó la cabeza hacia atrás, sorprendido de su propia osadía. La joven no parecía haberse dado cuenta de nada. De repente, y al parecer aún dormida, ella sonrió y, levantando la cabeza ligeramente, apoyó sus labios sobre los de él.

Severus Snape se quedó totalmente paralizado, con los ojos abiertos como platos. Ella se apartó un poco, volvió a besarlo, y dejó caer la cabeza de nuevo sobre su hombro.

- AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA AAAAAAAAAAAAAAAA AAAAAAAAA AAAA

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Bueno, regalito de Navidad con retraso, o de Reyes por adelantado, como os guste más.

¡Enviadme reviews, muchos reviews, porfaporfaporfa! Este capítulo ha sido como un examen de ... yo que sé ... la asignatura que más os horrorice...

Ah, lo olvidaba ... la canción que suena al principio en el coche es de un grupo heavy alemán, que me encanta, Rammstein (su canción más conocida es Du hast, sale en la banda sonora de Matrix). Esta canción se llama Die Sonne(El sol) y está en su último disco, Mutter(Madre).

Muchas gracias por los reviews del capítulo anterior: Xellas (hombre, cuánto tiempo), Jade, Esmeralda, Cali-chan (tienes razón, la dama blanca ... es gris), Hermione12, wilbur, sailorangi, Patty*Potter, **ArWen** , Selene y yo (quiero decir tú, digo yo, digo ... aaaarggl).

Ale, me voy que tengo una comida ... otra vez.