Serena entró en la habitación de Amy. Parecía profundamente dormida, así que la arropó, la besó en la frente y volvió a salir. Nada más cerrarse la puerta, la niña abrió un ojo. Luego el otro. Se deslizó silenciosamente fuera de su cama y se sentó en el suelo, con el oído pegado a la puerta.
Su madre volvió a la sala y se sentó en un sillón junto al fuego. Al poco rato se oyó la voz de Alex.
- Aquí tienes tu café ... ¿tres terrones, no?- preguntó, mientras le tendía la taza.
Ella afirmó con la cabeza.
- Bien, acerté. –se sentó en el sofá. – Empecemos por el principio ... ¿estabas dormida?
Serena lo miró con cara de "¿por qué preguntas si ya sabes la respuesta?"
- ¡Ay, pero qué pillina!. – exclamó Alex, sonriendo complacido - Y parecía tonta cuando la compramos... ¿Cuándo?
- La misma noche del rescate.
- ¿Dónde? ... Ah, no eso ya lo sé ... en la biblioteca, ¿no?.
- Ajá.
- Y la pregunta más importante ... ¿por qué?.
Los labios de Serena se curvaron en una sonrisa al principio traviesa, luego triste.
- No sé que pasó. No lo entiendo. Al principio sí que me estaba quedando dormida. Apoyé la cabeza sobre su hombro. Un momento más tarde noté sus labios en mi frente.– se sonrojó, mientras Alex emitía un gritito de satisfacción – Y lo olvidé todo, te lo juro, todo. Cuando me di cuenta estaba besándole. – su voz se debilitó un poco.
- Pero... ejem ... ¿a quién estabas besando? ... Ya me entiendes ... ¿en quién pensabas?
- Eso es lo fastidiado de todo el asunto ... en él.
- ¿En él quién?
- ¿En él quién va a ser? ¡En Severus!
- ¿Severus? ¿Y desde cuando os tuteáis?
- Desde que me salvó la vida nada más empezar el curso.
- ¿Otra vez?
- Sííííí, ootra vez – Serena se cubrió la cara con las manos – Tuve un pequeño incidente con una escoba ...
Alex se echó a reír entre dientes.
- ¡Oh, por todos los dioses!. Deja de comportarte como un idiota, que esto no tiene gracia. No debí hacerlo.
- Bueno, bueno, hermano... ¿Y qué hubo luego?
- Pues volví a apoyar la cabeza sobre su hombro, para continuar mi "plácido sueñecito"... después de besarlo otra vez.
- ¿Y?
- Y luego casi se me sale el corazón por la boca cuando a uno de los tres alumnos que estaban escondidos entre las estanterías se le cayó un libro de las manos y empezó a gritar.
- Pffff – a Alex le estaba costando mantener la boca cerrada.
- Los encontré marchando en fila india, con los brazos levantados. Creían llevar una capa invisible. Casi podrían haber sostenido pancartas con puntuaciones para el ... los besos. Qué horror. Aunque la verdad es que estaban tan graciosos...
- Esa parte puedes saltártela. ¿Qué pasó después de que se fueran?
- Pues me puse a reír de lo ridículo de la situación, hasta que lo hice reír a él.
- ¿Snape se ... rió?
Ella asintió, y empezó a sonrojarse.
- Nunca lo había oído reír de esa manera. Tan relajada, tan ... auténtica. Era una risa muy bonita ... y no se me ocurrió nada mejor que comentárselo – hundió la cara entre las manos para ocultar su rubor, pero se le veían las orejas, que habían adquirido un vivo tono carmesí. - ¡Qué vergüenza!
Llegado a ese punto, a Alex ya le saltaban las lágrimas de la risa contenida.
- ¿Y ... mff ... él qué respondió a eso?
- Se me quedó mirando como si me hubiera vuelto loca o algo parecido. Así que dije que tenía mucho sueño y me largué.
Alex tuvo que hundir la cara en un cojín del sofá para ahogar el sonido de sus carcajadas. Cuando se hubo calmado, miró de nuevo a Serena, que se había vuelto hacia la chimenea y tenía su clásica cara de preocupación.
- Vamos, pequeña, entiéndelo. Me juego cinco galeones a que nunca nadie le había tratado así. Seguramente estaría demasiado sorprendido para actuar con naturalidad. No te preocupes.
- No me preocupa. De hecho es mejor así.
Alex observó con detenimiento la grave expresión de Serena. Aquello iba más allá de una simple decepción amorosa. Su mente voló hasta el día en que ella fue a verlos a Londres. Venía de analizar el robo de los guantaletes. Aparentaba estar alegre y risueña, así que no le pareció demasiado extraño que aprovechara el resto de la mañana y parte de la tarde arreglando asuntos en bancos y despachos de abogados. De hecho estaba demasiado despreocupada cuando registró su testamento estableciéndoles a Alan y a él como tutores de Amy .
- Serena me estoy empezando a preocupar.
Ella ya ni escuchaba, sumergida en sus pensamientos.
- Nos dijiste que saldrías con vida de ésta. Nos aseguraste que aunque parecía bastante peligroso, podrías con ello.
- Me equivoqué. – ella había apartado la vista de la chimenea y le miraba tranquilamente.
Esto es peor de lo que creía, pensó Alex. Tiene asumido que va a morir.
- Necesito pedirte un favor, Alex. – ella sacó un sobre de su bolsillo y se lo entregó – Dáselo a Amy cuando ella esté preparada. Cuidádmela bien, y – sonrió ligeramente – no me la malcriéis. Que os conozco.
- ¡Dáselo tu misma, maldita sea! – casi gritó Alex, lanzando la carta a la otra punta de la sala. Ella se llevó un dedo a los labios, señalando con la cabeza a la habitación de Amy.
- Oye, esto no es un suicidio. No me apetece en absoluto eso de que me maten. Yo voy a hacer todo lo posible para evitarlo, pero ... – se estremeció – un solo rasguño debido a la hoja de su espada y ... nada podrá evitarlo. Ni lágrimas de fénix, ni mandrágoras, ni nada. Yo sí tengo magia, al contrario que todos los que me precedieron. Si toca mi sangre, mi propia magia me destruirá.
- ¿Y no puede hacerlo otra persona?
- Spellbreaker sólo me obedece a mí. El interés de Voldemort hacia ella sólo está en destruirla. Aparte de que ya me dirás a quién le haría ilusión cargar con este muerto.
- ¿Pero por qué?
- Mira, es muy sencillo: o me deshago de esa ... cosa enseguida que salga de la jaula, o Voldemort tomará el control de ella con los puñeteros guantaletes. Si lo hace, puedes estar seguro de que en veinticuatro horas no va a quedar un solo medio muggle en todo Hogwarts, incluida yo misma. Esa cosa está cerca, lo presiento. O muero destruyéndolo, o me matará sin remedio en cuanto el poder de Voldemort se una al suyo y lo controle. Si tengo que morir de todas formas, mejor que sirva para algo, ¿comprendes?.
Alex asintió apesumbrado. Comprendía.
* * *
Amy se apartó de la puerta con la cara bañada en lágrimas. Se acostó de nuevo en su cama, y permaneció despierta oyendo el rumor de las voces de los adultos del salón, que recordaban viejos tiempos y reían con anécdotas ya casi olvidadas. Por fin el murmullo se desvaneció, y oyó a su madre despidiéndose de Alex. Al cabo de un rato volvió a abrirse la puerta de su dormitorio y ella cerró los ojos.
Su madre se había sentado en la cama y casi podía notar como la observaba. Luego se tumbó a su lado encima de la colcha. Al cabo de unos diez minutos, Amy abrió de nuevo los ojos y vio que su madre se había quedado dormida, y esa vez de verdad. Salió con mucho cuidado de la cama, se puso unas zapatillas y salió de la habitación. En la sala, recogió el sobre que Alex había lanzado. Se habían olvidado de él.
Lo abrió y trató de leerlo, pero no sabía lo suficiente y la letra de su madre era muy difícil para ella.
* * *
Snape miró el reloj de su despacho. La una de la madrugada. Ya casi había terminado de corregir los exámenes de séptimo curso, y podría ir a descansar. O eso pensaba él.
Llamaron a la puerta.
- Adelante.
Nadie entró. Con un chasquido de impaciencia, Severus Snape fue a abrir.
Se encontró con una niña de cuatro años dando saltitos, tratando de alcanzar el pomo.
- ¡Amy!
La niña se le quedó mirando, haciendo pucheros. Iba vestida sólo con el pijama y unas zapatillas, así que debía estar muerta de frío. La hizo pasar al despacho y encendió el fuego. La sentó en una silla.
- ¿Qué ha pasado? – preguntó, mientras se afanaba en buscar los polvos flu para avisar a Serena. Si se despertaba y se encontraba con que la niña había desaparecido, le iba a dar algo.
- Mi mamá se va a morir...
- ¿Qué?
La niña le tendió un sobre abierto. Él sacó la carta y empezó a leer:
"Querida Amy:
cuando leas esto, hará tiempo que yo me habré ido. Sólo espero que algún día puedas perdonarme por no haber estado a tu lado todos estos años.
Mi mayor deseo hubiera sido poder verte crecer, en un mundo tranquilo y feliz. Pero las cosas no son siempre como las deseamos. Sé que a estas alturas debes ser toda una mujer, valiente y muy inteligente – siempre lo has sido, incluso ahora, que sólo tienes cuatro años y me estás destrozando la guitarra eléctrica – y estoy orgullosa de ti.
Se me ocurren muchísimos consejos que darte, pero esta carta sería muy larga, más de lo apropiado. Así que sólo te daré uno: sé buena.
Mamá."
- ¿Qué significa esto? – preguntó Snape, procurando aparentar calma mientras la cuartilla temblaba entre sus manos.
- Mamá estuvo hablando con un amigo y yo lo oí todo. Decía que una cosa iba a salir de su jaula. También dijo que un solo rasguño con la espada de esa cosa la mataría porque tiene magia.
En ese instante oyeron a varias personas bajar apresuradamente por la escalera de las mazmorras y echaban a correr por los pasillos. Snape se dirigió a la puerta, que se abrió violentamente.
- ¡Amy! – exclamó Serena - ¿Qué haces aquí?. Me has dado un susto de muerte... – se detuvo desconcertada, mientras entraban Alex y el perro - ¿Y el profesor Snape?
La niña señaló a la puerta por toda respuesta. Serena se volvió lentamente para ver cómo Snape aparecía tras la misma, empujándola con la mano derecha, mientras con la izquierda trataba de frenar una hemorragia nasal.
- Lo ... lo siento – murmuró, mientras Alex se giraba rápidamente con una mano en la boca.
Snape se limitó a sacar un pañuelo de su manga y limpiarse la sangre. La miró fijamente.
Entonces la puerta volvió a abrirse con fuerza y el rostro enfadado del profesor volvió a desaparecer tras la misma.
- ¿Profesor Snape? – un alumno de Slytherin, ataviado con un elegante conjunto de pijama y bata de color negro apareció en el umbral. Draco Malfoy. La mirada del chico pasó de un hombre rubio que se desternillaba de risa de cara a la pared, a una niña de cuatro años que miraba boquiabierta hacia el otro lado de la habitación, a un perro que le observaba mostrándole los colmillos... hasta que se detuvo en la cara de dolor de la profesora Greenwood.
- Hijo, será mejor que te vayas.
- Necesito hablar con él, es muy urgente...
La puerta se movió un poco y apareció el rostro de Snape tras la misma. Su expresión era feroz, y su nariz tenía muy mal aspecto.
Draco decidió que lo mejor era explicarse cuanto antes.
- Pro ... profesor ... un grupo de recién iniciados de séptimo curso han .. han recibido órdenes de Lord Voldemort. Han invocado a dementores y ahora deben haber ido a abrirles las puertas del castillo ... van a por usted, señor ... debe salir de aquí.
Snape pareció calmarse, y la profesora Greenwood y el hombre rubio se quedaron mirando al chico con los ojos abiertos de par en par.
- Nunca creí que viviría para ver a un Malfoy actuando así – comentó Alex.
Snape se dirigió a su armario y sacó la capa invisible. Se la lanzó a Malfoy, que la cogió al vuelo.
- Ponte esto y regresa de inmediato a tu dormitorio. Si alguien supiera que has estado aquí ...
Draco asintió y se puso la capa. Oyeron sus pasos alejándose por el pasillo.
Snape cogió su varita y salió corriendo de su despacho, hacia las escaleras.
- Alex, lleva a Amy con Cagney y que un elfo avise de inmediato a Dumbledore. – dijo Serena, mirando fijamente a la puerta. – Rápido.
Alex cogió a la niña en brazos y ambos desaparecieron por la chimenea en dirección a las cocinas.
Ella echó una mano a su espalda y sacó su varita.
- Tenemos trabajo, pequeña.
* * *
Cuando Snape llegó a la entrada principal, las cosas estaban peor de lo que creía.
Harry Potter estaba ahí, acompañado de sus inseparables amigos, que estaban sentados en el suelo y abrazados. El poderoso patronus de Potter mantenía a raya a los dementores que los rodeaban, pero no iba a durar eternamente. Afortunadamente su aparición había desviado la atención de las criaturas, que se dirigieron hacia él.
Snape empezó a bloquear las puertas para que no pudieran adentrarse más en el castillo, exceptuando la principal. La idea era empujar a los dementores hacia fuera.
Harry arrastró a sus amigos hacia las escaleras que llevaban a la torre de Gryffindor y en cuanto los hubo hecho subir un par de escalones, bloqueó también esa puerta.
Qué maldita manía tiene ese chico de hacerse el héroe, pensó Snape, mientras se concentraba en un recuerdo feliz para generar su propio patronus. No iba a ser fácil, no se le ocurría ninguno.
Un resplandor iluminó momentáneamente el recibidor, que enseguida volvió a quedar en penumbra. Los dementores se le acercaban cada vez más. Se movió hacia la puerta del comedor. El patronus de Harry volvió a aparecer, embistiendo a dementores aquí y allá. Aunque mantenía bien protegido al muchacho, no le era de gran ayuda a él.
El frío empezó a invadirle, y con él los malos recuerdos. Las esperanzas de sobrevivir se esfumaron, y dejó caer la varita. Imágenes horribles cruzaban por su mente, mezcladas con gritos ... gritos de dolor, gritos de rabia, gritos de desesperación.
El dementor que había justo frente a él lo alzó por el cuello mientras se quitaba la capucha. Mira, al menos ya sé lo que hay debajo ...
En un último intento de ganar tiempo, el profesor dejó caer la cabeza hacia delante para evitar que el ser le besara. El dementor le agarró por la mandíbula para levantársela de nuevo y ...
Una línea blanca cruzó en diagonal la negra túnica del dementor, de parte a parte del cuerpo. El ser se deshizo como si fuera de humo, y la mortaja cayó al suelo. Y él hacia delante.
Notó como unos brazos delgados y fibrosos lo sujetaban y lo apoyaban contra la pared con cuidado. Una mano acarició su rostro, y una sombra se interpuso entre él y los dementores.
Como en sueños, lo único que veía era manchas blancas surcando un mar de oscuridad. Al principio sólo arcos de luz y una especie de ciervo blanco. Más tarde un halcón, y un león y ... finalmente un enorme fénix. En ese momento la oscuridad se desvaneció.
Serena apoyó la espalda contra la pared y se dejó caer hasta que quedó sentada a su lado. Una espada blanca, traslúcida, yacía sobre su regazo. Spellbreaker.
- Con esto ya queda saldado lo de Amy. – dijo ella, volviendo su rostro enrojecido por el esfuerzo y la ¿rabia?. – Maldita sea, cómo odio a estos bichos.
La mayoría de los dementores habían huido, excepto aquellos cuyas mortajas rasgadas yacían en el suelo.
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Uf! Otro capítulo más... a este paso no voy a saber ni cuantos llevo. Espero que os haya gustado, hay que ver cómo os afecta eso de que salga Draco ... : P. Sois terribles, pero por lo visto la influencia del club de fans de Draco Malfoy ha llegado hasta mí... (¿Quién lo hubiera imaginado?) y creo que le voy a dar una oportunidad. Releyendo el cuarto libro, he llegado a la conclusión de que tal vez tenga salvación.
Jade: Espero que tus predicciones se hayan cumplido, media-Trewalney. Está ganando puntos por aquí...
Hermione es una genia: bueno, ya puedes ver que ella sabía lo del beso... desde siempre. Te pilló por sorpresa, ¿eh?. Jejejejeje... Se lo tomó a mal... por otros motivos.
Wilbur: La respuesta a tu pregunta es sí. Pero me ha confirmado que no se siente celoso. De hecho, se parece mucho a Sevvy: los dos son igual de gruñones. * Favila llama a las tempestades *
Tomoyo: lo cierto es que sí, es increíble las diferencias que puede haber. Pongamos el ejemplo del verbo "coger". En España lo usamos un montón: coger un lápiz, coger el autobús, etc... Me temo que, si no en Perú, al menos hay algún sitio en el que su significado es radicalmente diferente...
Me encantó lo de las "paltas": hay que ver cuántas cosas expresa esa palabra!. Con lo de la capa no sé lo que pasó, le preguntaré a Severus... Y, bueno, lo de Amy... espero que no haga falta que se lo diga ella...
Charis S.: No sé que haces, pero tus reviews salen duplicados… Gracias por los dos, digo los cuatro … Me alegro de que mi fic te emocione, es algo que no me creía capaz de conseguir y ya ves... Lo de que escribo tan bien ... no sé, todavía no he conseguido expresar todo lo que quiero con palabras, pero si hay dos cosas que ayudan mucho: leer un montón, y practicar mucho. Se nota en todos los fanfics: a medida que van pasando los capítulos, cada vez son mejores...
cali-chan: ¡TÚ! ¡Tú me has hipnotizado! ¿Qué me has hecho? ¡Estoy empezando a apreciar a Malfoy! ¡AAAAAAAARRRRGH!. Porque nada de lo de Draco estaba previsto...
Spacey: Hola gruñoncito... Así que esto es a lo que dedicas cuando deberías estar estudiando, ¿eh?. ¡Venga! ¡A la biblioteca!
Esmeralda: ¡Qué guay! ¡De viaje! ¿Por donde andas?. * Favila se rasca la cabeza tratando de recordar la última vez que salió de la isla donde vive *
Princess Leia Skywalker: Me alegro que te gustara lo de la biblioteca ... traté de empezar a crear cierta atmósfera romántica entre ellos..."Love is in the air ... na na na nana na na".
Hermione12: Bueno, por ahora sólo estáis abrazaditos, pero no te preocupes que le diré a Ron que ya es hora de que te invite al baile...
Sailorangi: jejeje... Me temo que lo de las situaciones embarazosas queda para otro día ... me temo que hoy ya le he fastidiado bastante.
Paula: ¡muchas gracias!... Ya no quedan demasiados capítulos más, pero espero que te gusten.
Patty*Potter: Confio en que la conversación con Alex haya resultado de tu agrado. Hay que ver que peligro es Serenita ...
Xellas: Es divertido ver cómo después de lo del beso a nadie se le ocurrió esa posibilidad ... ¡qué mala soy!
Nimph: hombre, Nimphie. ¡Ya era hora de que pusieras el próximo capítulo de "Blanco y Negro" ... Cuando lo vi creí que eran alucinaciones mías... Gracias por tu review extra-grande, me ha hecho mucha ilusión...
Lina Saotome: hermanita de ranma, ¿eh?. A mí también me gustaba mucho esa serie, sobretodo Rioga ... Me alegro que te este gustando la historia, espero que vayas aclarándote un poco con esto...
