Cuando Severus encontró a Serena

Tras la dura batalla, los tres estaban en la enfermería, sentados en tres camas, sorbiendo chocolate caliente sin mirarse entre ellos.

Harry no estaba precisamente disfrutando de la compañía, y bebía a grandes sorbos para poder irse cuanto antes. Severus Snape bebía lentamente, con el ceño fruncido y la nariz algo chafada a pesar de todos los esfuerzos de Madame Pomfrey. Serena se limitaba a sorber un poco,  tragar con desagrado y mirar con asco la taza, para volver a iniciar el proceso.

Madame Pomfrey los observaba a los tres con cara de aburrimiento.

Evidentemente Harry fue el primero en terminar, y salió lo más rápido posible de la habitación. El siguiente fue Snape. Dejó la taza y se dirigió a la profesora Greenwood.

- Tenemos que hablar en privado. – dijo secamente.

- Aún no me he terminado el chocolate. – respondió ella, mostrándole la taza, que tenía el contenido prácticamente al mismo nivel que cuando se la sirvieron.

Snape sabía demasiado de técnicas de dilación como para dejarse convencer. Así que sacó una cuartilla de papel de su bolsillo y se la mostró. Ella palideció.

Diez segundos más tarde Serena le entregaba la taza vacía a la enfermera y salía de la habitación acompañada de Snape.

- ¿Cómo...? – murmuró, mientras cruzaban la puerta.

- En mi despacho.

*                      *                      *

 - Me la entregó Amy – dijo Snape, mientras cerraba la puerta de su despacho. – Se presentó aquí llorando y diciendo que usted se iba a morir.

- Bueno, tarde o temprano, a todos nos llega la hora. – afirmó ella, estudiando con inusitado interés una especie de rata bicéfala que flotaba en un tarro.

- Más bien temprano, por lo que dice su carta.

- Nunca se sabe... – dijo Serena, dirigiéndose hacia las estanterías del otro extremo del despacho.

En cuatro zancadas, Snape se plantó ante ella.

- Déjese de tonterías ... – susurró, clavándole los ojos como si fuera un estudiante tratando de colarle una excusa. – Usted sabe de qué estamos hablando.

Sin amilanarse, ella le miró inocentemente.

- ¿Yo?

Llegado a ese punto, Severus Snape perdió la paciencia.

- ¡SÍ, USTED! - bramó – ¡Su hija me contó su conversación con su amiguito, así que DEJE DE TOCARME LAS ... NARICES!

Parecía que por fin había conseguido algo, porque Serena parecía aterrada.

- ¿La ... la conversación? – farfulló – ¿Amy la oyó? ¿Qué ... qué ... –empezaba a parecerse a Quirrell - ... le ha dicho?

- Lo suficiente: que si la espada de la criatura toca su sangre, usted morirá.

- Ah ... ¿Y algo más?

- Por desgracia, ustedes llegaron en ese mismo instante.

Ella se relajó visiblemente.

- No es que me dijera nada que yo no supiera, porque Dumbledore ya me consultó acerca de antídotos y no los hay – prosiguió Snape – Pero lo que nunca imaginé es que usted hubiera decidido por su cuenta dejarse matar.

- ¡Yo no voy a dejarme matar! – exclamó Serena, irritada – Sencillamente, sé que no voy a salir con vida de ésta.

- ¿Ah, no?. Vaya, es lo único que nos faltaba en Hogwarts: otra Trewalney. Aunque veo que usted está dispuesta a hacer cumplir sus profecías.

- ¿Qué insinúa?

- Es evidente, ¿no?. La he visto entrenar: sólo aprende a atacar, no a defenderse.

- ¡Nick dijo que era lo mejor!

- Señora Greenwood, Sir Nicholas está muerto. Los fantasmas tienen por costumbre no darle mucha importancia a la vida.

Serena respiró profundamente.

- Mire, diga lo que quiera. Las cosas son así, y ni usted ni nadie van a poder cambiarlas. Así que deje que disfrute de lo que me queda de vida en paz. – repuso fríamente. Le dio la espalda y se dirigió a la puerta.

- Cobarde – murmuró Snape. El efecto fue el deseado: Serena se detuvo en seco junto a la misma.

- ¿Qué ha dicho? – gruñó, volviéndose hacia él con un peligroso brillo en los ojos.

- Le he llamado cobarde. Porque eso es lo que es.

Las manos de Serena se cerraron con fuerza a ambos lados de su cuerpo. Él se sorprendió: aunque no había insulto que ofendiera más a un Gryffindor, ella parecía intentar mantener la calma.

- Morir es la elección que ha hecho, no su destino. – continuó -  Y usted es una cobarde por aceptar la muerte sin plantarle cara.

- ¡Pero qué diablos está diciendo!

- Cree que es un sacrificio muy noble, ¿verdad?. Su vida por la de sus seres queridos. Morir como un héroe, con una espada clavada en el corazón.

Ella le estaba mirando con expresión asqueada.

- Yo no soy un Slytherin, profesor Snape - respondió ella, pronunciando los nombres como si escupiera – pero supongo que aquí está mejor visto conseguir los honores sin correr riesgos. O haciendo que los corran otros ... ¿ Tal vez el humilde Severus Snape rechazaría la Orden de Merlín si se la ofrecieran?

Era un buen golpe, aunque ella no supiera cuánto. Por un momento recordó lo cerca que estuvo de obtenerla dos años atrás. Y lo que estaba dispuesto a hacer por conseguirla.

Hubiera dado un brazo por ser yo quien te capturara.

- No estamos hablando de eso. Sólo me pregunto si se le ha ocurrido pensar en todas aquellas personas que la quieren. Amy preferiría a su madre antes que una Orden de Merlín de primera clase y una espada.

- ¡Deje a mi hija al margen de todo esto, maldito bastardo insensible!- gritó Serena. - ¡Ni usted ni nadie tiene derecho a decirme lo que tengo que hacer!

La puerta se abrió de golpe y volvió a cerrarse cuando ella hubo abandonado la habitación.

*                      *                      *

Harry entró en la sala común de Gryffindor tratando de no hacer ruido. Era muy tarde y se moría de ganas de acostarse y dormir. Se dirigía a las escaleras cuando notó un movimiento cerca de la chimenea.

Alguien había vuelto a encender el fuego, y había dos figuras acurrucadas, sentadas en la alfombra. Harry se acercó.

- ¿Hermione?

La chica se volvió hacia él. Estaba muy pálida y tenía los ojos enrojecidos. Sostenía una taza de chocolate caliente en una mano, mientras con el otro brazo rodeaba los hombros de Ron, que titiritaba envuelto en mantas.

- ¡Harry! ¡Gracias a Dios que estás bien! – su rostro se iluminó al verle sano y salvo.

- ¿Qué ocurre? – preguntó Harry, señalando con la cabeza a Ron.

- Estoy tratando de que se tome el chocolate – explicó Hermione – El encuentro con los dementores le ha afectado muchísimo, sobre todo después de lo de Percy... Vamos, Ron, bébetelo,  te hará bien ... –suplicó.

Ron no respondió, ni siquiera parecía oírla.

- ¿Ves? – dijo Hermione, volviéndose hacia Harry de nuevo – No te preocupes, y vete a descansar. Yo me encargo de esto.

- ¿Estás segura?

- Tranquilo.

Harry dio media vuelta y subió hacia su habitación. Hermione miró a Ron.

- Lástima que no sepa cómo se hace el imperius. De todos modos, te lo vas a tomar como me llamo Hermione Granger.

Dicho esto, le tapó la nariz hasta que a Ron no le quedó más remedio que abrir la boca para poder respirar. Sólo que en lugar de aire se encontró chocolate caliente – muy caliente. Y como no podía ser de otro modo, se atragantó y hubo chocolate por todo, pero al menos reaccionó.

- Maldita sea, Hermione, ¿se puede saber qué demonios estas haciendo?

- Hombre... Bienvenido al mundo de los vivos. Deja de refunfuñar y tómate esto – Hermione volvió a llenar la taza, y se la pasó.

Ron se apartó las mantas empapadas y bebió obedientemente.

- Muy bien. – aprobó Hermione – Y ahora, si me disculpas, me voy a dormir. Te aconsejo que hagas lo mismo.

- ¡Hermione! – la llamó Ron, cuando ésta ya se disponía a subir las escaleras. Estaba pálido y parecía muy nervioso.

- ¿Sí?

Ron se sonrojó hasta la raíz del cabello.

- Esto ... eh ... ¿quieres ser mi pareja en el baile?

Hermione se ruborizó ligeramente.

- Sí ... de acuerdo.

- Genial. – Ron sonrió aliviado. – Vale...

- Bueno ...

- Hasta mañana entonces...

- Esto ... buenas noches.

Nada más cerrarse la puerta del dormitorio de las chicas, Ron alzó el puño en el aire.

- ¡Sí!

*                      *                      *

Serena estaba todavía en las mazmorras, bastante enfadada.

- Maldito imbécil – murmuraba entre dientes – Quién diablos le manda meterse en lo que no le importa.

El pasillo era estrecho, ella estaba enfadada y a falta de saco de boxeo, pateó con fuerza la puerta de una de las mazmorras. Ante su sorpresa, la puerta cedió con un crujido y cayó con estrépito, abriéndole paso a la ruinosa mazmorra ocho.

El aula había sido apuntalada por medios mágicos, dado que gran parte de las vigas que debían aguantar el techo estaban partidas sobre lo que en otro tiempo eran mesas de trabajo. Ella pasó por encima de la puerta y cruzó la habitación entre los escombros. Avanzó hacia la tarima y se volvió para observar toda la clase.

Justo a su derecha había un pequeño cráter provocado por una explosión de un caldero. Miró hacia arriba. Después de tantos años, el colmillo de basilisco que había provocado semejante destrucción continuaba clavado en el techo.

Cerró los ojos unos instantes y volvió a abrirlos.

- Maldita sea. – dijo, con expresión de hastío - Soy una Mary Sue.

*                      *                      *

Snape estaba en su despacho, mirando fijamente la puerta. A juzgar por el estruendo que había oído unos minutos atrás, Serena estaba hecha una furia. Siempre había tenido problemas con el concepto de autoridad, pero por desgracia ya era mayorcita para tomar sus propias decisiones.

La puerta se abrió lentamente y Serena sacó la cabeza por el hueco. Parecía bastante más tranquila.

- ¿Me estoy haciendo la víctima, verdad?

Snape arqueó una ceja.

- Yo mismo no lo hubiera expresado mejor.

- No sé cómo entrenarme para defenderme. – alegó Serena, entrando en la habitación. – Lo intenté con las armaduras, pero se desmontaban con el más pequeño golpe, aparte de ser lentísimas atacando.

Snape se levantó y se dirigió hacia ella. Puso una mano sobre su hombro.

- No se preocupe, señora Greenwood. Tengo un rival a su medida. Preséntese mañana, a las diez en punto en el comedor, y lo conocerá. Le aconsejo que descanse bien hasta entonces.

- Vale. Buenas noches. Ah, discúlpeme ... por lo de antes. Los dementores me ponen de mal humor.

- No importa.

- ¡Ah, lo olvidaba! – exclamó Serena, mientras volvía a salir.  – La puerta de la mazmorra ocho se ha caído.

*                      *                      *

A las diez de la mañana, Serena se dirigió al comedor con el viejo chándal que utilizaba para entrenar. Snape estaba esperándola, junto a una gran caja de lo que parecían pelotas de ping-pong de color negro.

- Buenos días. ¿Ha traído su espada?

Serena sacó su varita de la espalda.

- Cierre los ojos.

Snape obedeció, y un fogonazo iluminó la habitación durante unos instantes, tan potente que él mismo pudo notarlo a través de sus párpados cerrados. Cuando volvió a abrirlos, una espada blanquecina  ocupaba el lugar de la varita.

- Excelente. Sólo nos queda un pequeño detalle. – dijo Snape.

Agitó su varita, y el viejo chándal gris oscuro se volvió blanco.

Serena lo miró sorprendida.

- Tiene que enseñarme a hacer eso, soy un peligro con la lejía. ¿Y ahora qué hago?

- Es muy sencillo: su adversario le lanzará estas pelotas, su único objetivo es que ninguna de ellas le dé, ya sea esquivándolas o rechazándolas con la espada. Están tiznadas, de modo que las que le alcancen le mancharán su ... atuendo.

- Vale. Parece fácil. ¿Y quién es mi contrincante?

*                      *                      *

Harry, Ron y Hermione salieron a las once de clase de Transformaciones. La siguiente clase era Herbología. Al pasar por la entrada, oyeron un estruendoso repiqueteo en el comedor. Los tres se detuvieron.

- Suena como un torneo de ping-pong – comentó Harry. – Es un juego muggle – continuó viendo la cara de desconcierto de Ron.

Se acercaron a la puerta para escuchar mejor. Entre el repiqueteo podía distinguirse la voz de Peeves.

- ¡Vamos, tortuga, muévete!.

Ron empujó ligeramente la puerta y metió la cabeza.

- ¡Ay!

Sacó la cabeza y volvió a cerrar. Tenía un círculo negro perfectamente perfilado en la frente.

- ¿Qué has visto? – inquirió Hermione.

- No lo sé, era un poco confuso. Lo único que se veía era un montón de pelotas negras flotando en el aire, una mancha blanca, y Peeves.

- Será mejor que nos vayamos. Si Filch pasa por aquí y Peeves desaparece, nos echará la culpa a nosotros.

*                      *                      *

Poco después de que se fueran, Snape entró en el comedor acompañado del Barón Sanguinario, que le ordenó a Peeves un alto al fuego. El poltergeist obedeció a regañadientes, y desapareció. Mientras Snape hechizaba la miríada de pelotitas que yacían por el comedor, Serena salió con la espada en mano y aire deprimido. Lucía ahora un original chándal blanco a topos negros. Parecía un dálmata.

Se apoyó contra la pared y suspiró.

- Estamos listos.

Oyó una voz gangosa desde lo alto de las escaleras.

- ¡Señorita Greenwood! – exclamó Cresus Rich, saludándola efusivamente desde el rellano, y haciendo aparecer de la nada un ramillete de rosas rojas.

Ella le miró aterrorizada.

- Oh, no. El que faltaba.

Un momento más tarde, el pesado de Rich estaba babeándole la mano derecha con frenesí. Afortunadamente, el sufrimiento no iba a ser eterno y la profesora recuperó su mano. Discretamente se secó el dorso contra la pernera del pantalón.

- Mi hermosa dama ... – continuó el hombre, sonriendo con suficiencia – Me han otorgado el premio "Soltero más codiciado" que concede la revista "Corazón de bruja" . Habrá una cena antes de la entrega del galardón, y quiero que usted me acompañe en la misma. Quisiera demostrar que no quiero continuar siéndolo toda la vida... – le guiñó un ojo.

Serena se echó hacia atrás, horrorizada ante la perspectiva. Chocó contra la pared.

- Oh, es usted muy amable, pero ... pero ya tengo un ... compromiso anterior y no puedo acompañarle... De todas formas, muchísimas gracias por la invitación.

- ¿Un compromiso anterior? – preguntó Rich, sorprendido - ¿Con quién?

- Con ... con ...

- Conmigo.

Cresus Rich y Serena se volvieron hacia el profesor de pociones, que acababa de salir del comedor y los miraba con cara de póquer.

Serena se volvió rápidamente hacia Rich.

- ¡Exacto, con él! – exclamó, tratando de poner cara de "tengo una cita con Snape", sin demasiado éxito.

- ¡Humph! – Cresus Rich fue hacia Snape y le dirigió una larga mirada evaluadora mientras se retorcía el bigote.

Se volvió de nuevo hacia Serena.

- Bueno, otra vez será. Ya sabe que estoy a su entera disposición. – sonrió mostrando las encías y agarró de nuevo la mano derecha de Serena para besuquearla de nuevo. Se irguió, le dirigió una mirada de soslayo a Snape y echó a andar hacia atrás sin apartar la vista de la profesora.

- Au revoire, mi hermosa dama ... – dijo, inclinándose en una profunda reverencia.

- A...adiós – respondió Serena, agitando la mano con desgana.

Serena suspiró aliviada.

- Por qué poco.

- Yo que usted tendría cuidado con él, Serena. – Snape hizo levitar la caja llena de pelotas tiznadas a su lado y se dirigió a las escaleras que llevaban a las mazmorras. – La recogeré a las ocho.

A Serena se le cayó la espada.

- ¿Per-perdón?

Snape la miró sin inmutarse.

- No esperará que Cresus Rich se crea que tenía una cita conmigo si todo el mundo nos ve cenando en el comedor esta noche, ¿verdad?

*                      *                      *

Alex miró sorprendido a Amy cuando ésta abrió la puerta del apartamento. La abrió solo lo suficiente para sacar la cabecita por la rendija.

- Un momento – dijo la pequeña, y su cabeza desapareció de nuevo. – ¡Ya puedes entrar!

Cuando cruzó el umbral, la pequeña estaba llevando a su sitio el taburete que había utilizado para alcanzar el pomo.

- ¿Y tu madre?

- Está en su habitación. – respondió la pequeña – Está muy rara.

Alex entró en la habitación de Serena. En ese mismo instante parecía como si el armario ropero estuviera escupiendo su contenido. Prendas y más prendas cruzaban la habitación volando para caer sobre la cama. Metió la cabeza en el armario y volvió a sacarla tapada por una blusa blanca. El armario ya estaba vacío y Serena se había sentado dentro a lo Woodstock, con aire enfurruñado.

- Serena, tenemos que hablar.

- ¿Tu también?

- Oye, he estado pensando en lo de anoche y me he dado cuenta de una cosa: Snape y tú os estáis continuamente salvando la vida.

- No me digas.

- Sí, y el caso es que ya empieza a ser ridículo. Porque me temo que es una forma de demostraros el aprecio que tenéis el uno por el otro. Y como ninguno de los dos está dispuesto a dar el primer paso ...

- Álex...

- No, no, escúchame: decía que como ninguno de los dos os atrevéis a dar el primer paso, pues os salváis la vida para estrechar el vínculo que os une, pero ya no podéis estrechar más el vínculo sin tocaros...

-¡Álex!

- Deja que termine...  tienes que darte cuenta de que vuestra relación ha cambiado, y aunque creas que te vas a morir, deberíais intentarlo, porque ...

-¡ALEX!¡TENGO UNA CITA CON ÉL ESTA NOCHE Y NO TENGO NI LA MÁS REMOTA IDEA DE LO QUE ME VOY A PONER, ASÍ QUE CORTA EL ROLLO DE MANUAL DE AUTOAYUDA Y NO ME PONGAS MÁS NERVIOSA!

El rostro de Álex se iluminó.

- ¿Tienes una cita?

Amy entró corriendo en la habitación.

- ¡Mami! ¿Tienes una cita?

*                      *                      *

Justo después de comer, Snape se dirigió rápidamente a su habitación. Serena ni siquiera había aparecido por el comedor después de su enfrentamiento con Peeves.

Entró en el baño y colocó varios botellines con pociones en la repisa de debajo del espejo. Cogió la que llevaba la etiqueta "Champú especial para cabellos conflictivos", que estaba justo a la derecha de la botellita de "Blanqueador dental ultra fuerte".

Durante tres horas se dedicó a un proceso exhaustivo de limpieza y acicalamiento. Cuando finalmente se atrevió a mirarse en el espejo, su reflejo le lanzó una mirada crítica.

- No está mal. – dijo, encogiéndose de hombros – Recuerda que la primera cita es la más importante. Si te equivocas puede que no haya una segunda oportunidad.

Snape se planteaba muy seriamente romper el espejo de un puñetazo cuando llamaron a la puerta.

Fue a abrir. Era el profesor Dumbledore.

- Así que es cierto – dijo el director, nada más verlo – Cuando Cresus Rich me lo contó, no podía dar crédito a mis oídos. Ahora me explico por qué Serena me pidió permiso para cambiar su clase de Estudios Muggles al viernes. Creo que ha ido a Londres a comprar algunas cosas. Eso me hace pensar ... ¿a dónde piensas llevarla?

Un sudor frío bañó la frente del profesor de pociones, que miró al director como si éste le hubiera preguntado el sentido de la vida.

**                    **                    **                    **

Jejeje... ¡sorpresa! . Me hubiera gustado poner la cita en este capítulo, pero como yo tampoco sé a dónde va a llevarla Snape, pues habrá que esperar... Muchas gracias por los reviews: hay que ver lo bien que sienta encontrarlos... Y antes de que lo olvide, un agradecimiento muy especial a Spacey, que tuvo que se pasarse toda la tarde del viernes diciéndome como no tenía que actuar Snape. Gracias, ch... cariñito.

Paula: Gracias! A ver si podemos ver pronto tus historias!

Princess Leia Skywalker: Así que tú también eres Ron / Hermione ... deberíais fundar un club de fans como el de Draco / Ginny . Sólo espero que no se desate la guerra entre ambos...

Lina Saotome: ¡Ay! Veré lo que puedo hacer por Draco, pero no creo que sea mucho ... La pareja Ron / Hermione es más fácil, porque en los libros ya hay algo entre ellos, pero con Draco es mucho más difícil...

Xellas: Así que los momentos románticos te parecen divertidos ... me alegro, porque es lo que pretendía (alguien tenía que llevar un poco de alegría a la vida de este gruñón)

Wilbur: Gracias! No he entendido mucho lo que ponía tu review ... (wil adista a los crios?)

Hermione12: * Favila cae de rodillas suplicando perdón * Aquí tienes un poquito más de Ron y tú para compensar... pero, hemos de ser comprensivos, ¿no?. Tomemos el ejemplo de nuestro querido director y démosle a todo el mundo una oportunidad...

Asosa76: ¿Qué hacían Harry, Ron y Hermione allí? ... pues se enteraron de lo que iba a ocurrir, o pasaban por allí sin más... No sé... sólo creí que la entrada de los dementores en el colegio era demasiado importante como para que aquellos tres no se enteraran ... Como siempre estan donde los problemas...

Esmeralda: Gracias! Si, es mejor que no grites, los cibercafés suelen ser muy silenciosos...

Tomoyo: Bueno, la respuesta de tu pregunta sobre el trio fantástico, unas ocho o nueve líneas arriba...Y lo de la espada ... a ver: con que sepáis que es blanca y que le pertenece a Serena debería bastar de momento. Y el nombre "Spellbreaker" significa "Rompe hechizos".

Cali-chan: Sevvie no tiene ningun momento lo suficientemente feliz como para ahuyentar a un montón de dementores ... si fueran unos poquitos, tal vez... Y lo del beso no le sirve de mucho, primero porque estaba demasiado sorprendido, y segundo porque ella podía creer que estaba besando a cualquier otro (si hubiera estado dormida, claro)

Arwen: Ummm ... bueno, tendré en cuenta tu petición de que Snape sea feliz...

Sailorangi:  Calmate, tranquila... Lo de Harry & Co, está explicado unas veinte líneas más arriba. Lo de si Serena se muere o no, no se sabe, y lo del espejo, ahí lo tienes... Por cierto, gracias por la idea, no sabía quien diablos podría atreverse a decirle a Snape lo de las primeras citas...

Guty: Muchas gracias! Me encanta que la gente le vaya cogiendop cariño a Snapy!

Charis S.: ... (respuesta sin palabras XD)

Jade: No se si quedan muchos capítulos, porque éste iba a ser uno y ahora son dos, así que... De todas maneras, aún queda...