- ¿Qué tal esta falda? – preguntó Álex, levantando lo que parecía una bufanda corta y ancha cosida por los extremos.
Serena sacó la cabeza del probador.
- Tú estás mal de la cabeza – afirmó - ¡Estamos en diciembre!
- No sé... con unas medias gruesas...
- Sí, claro... como no las tienes que llevar tú... ¿Sabes de lo que sirven las medias en invierno?. Además, si me ve vestida con eso le da un síncope.
Álex se rió.
- Le volvería a sangrar la nariz, como con la puerta – comentó, deleitándose en tan gratos recuerdos.
Serena salió del probador con un vestido negro y ceñido.
- ¿Y bien?
- Pareces Morticia Addams, sólo que con el pelo corto.
Ella se examinó en el espejo, aprovechando que el de aquella tienda muggle no le haría comentarios sobre sus cartucheras.
- Tienes razón... Aparte, es demasiado elegante para una cita de compromiso... y demasiado muggle.
- Demasiado vampiresa, diría yo.
* * *
Severus estaba mirando preocupado a Dumbledore, que parecía bastante divertido con la situación, cuando volvieron a llamar. El director abrió la puerta, y una marabunta de profesores invadió la pequeña salita de estar de la habitación de Snape. En pocos segundos estaba tan llena de gente como Picadilly Circus.
- ¿Entonces, es verdad? – preguntó Minerva MacGonagall, mirando incrédula al jefe de Slytherin.
- Enhorabuena, muchachote – exclamó Flitwick, mientras le golpeaba amistosamente el codo (no llegaba más alto).
- Está bastante bien, - comentó Madame Pomfrey con mirada crítica – aunque ese de corte de pelo no me acaba de convencer ... – estiró una silla – Siéntate.
Antes de que pudiera negarse, MacGonagall y la profesora Sprout le agarraron por los brazos y le arrastraron entre las dos hasta la silla.
Segundos más tarde vio horrorizado como iban cayendo largos mechones oscuros a fuerza de encantamientos seccionadores, mientras un grupito de profesoras iba comentando cada jugada.
- No, un poco más corto por aquí...
- La raya en medio está muy pasada de moda, tal vez a un lado...
Encolerizado, se llevó la mano a la manga, pero Flitwick, que era un hombre previsor, le había quitado la varita para impedir que se pusiera a lanzar maleficios contra todo el profesorado de Hogwarts.
- Si no recuerdo mal, a Serena le encantaba patinar ... – dijo Dumbledore, tratando de distraer la atención del vejado profesor - ... sé de un sitio al que podrías llevarla.
La profesora Sinistra abrió su armario y se puso a rebuscar entre las túnicas, casi todas ellas negras, algo apropiado para el acontecimiento.
MacGonagall empezó un largo discurso acerca de las buenas maneras y el trato que había de darle a una dama, mientras Flitwick añadía pequeños incisos para comentarle los detalles que seducían a una mujer.
Snape, desarmado y retenido contra su voluntad, hacía grandes esfuerzos tratando de soportar semejante humillación.
Sin embargo, lo peor de todo fue cuando Hagrid asomó la cabeza por la puerta, vio lo que se cocía y salió de nuevo exclamando:
- ¡Cuando se enteren en las Tres Escobas!
* * *
En la tienda muggle, Serena volvía a abrir la puerta del probador con cierto esfuerzo, habida cuenta de la cantidad de vestidos, faldas y camisas que colgaban sobre la misma.
- ¡Divina! – exclamó Álex, juntando las manos – Es perfecto, ni demasiado muggle ni demasiado bruja ... Y en tu estilo. ¡ Perfecto!
- Genial. Pagamos y nos vamos. – ella miró el reloj – ¡Rayos, son las cinco!
* * *
En las habitaciones del jefe de Slytherin, la situación se había encendido un poco.
Peeves había aparecido por allí, y se había puesto a cantar a grito pelado un canción de una película que Serena había puesto en clase de Estudios Muggles para hablar de los cuentos de hadas.
- "SE OOOYE UNA CANCIÓÓÓN ..."
Madame Pomfrey, harta de que todas las demás profesoras le dieran órdenes y contraórdenes acerca del peinado de Snape, se había encerrado en el baño con el profesor para acabar de arreglarlo.
- "QUE HACE SUSPIRAAAAAR"
Fuera, en la salita, la profesora Hooch y MacGonagall discutían acerca de si Snape debía o no abrirle las puertas, ayudarla a subir a los carruajes o pagar la cena. La profesora Hooch, feminista convencida, consideraba que era denigrante.
La profesora Sprout se había ido a su invernadero privado en busca de algún detalle que Snape le pudiera llevar.
Las profesoras de Astronomía y Aritmancia discutían frente al armario ropero del dormitorio frente a una túnica de gala negra en un principio, pero que en esos momentos era a ratos azul, a ratos verde.
Incluso el profesor Binns y la Dama Gris habían mostrado interés por una vez en las actividades de los vivos. Flotaban en un rincón, comentando sus coqueteos amorosos en el pasado.
- Desde luego, es mala suerte ser el profesor más joven de Hogwarts – le comentaba Flitwick a Dumbledore, mientras tomaban té tranquilamente frente a la chimenea.
- Cierto, pero hacía años que no veía a todo el profesorado trabajar con tanto ahínco en algo que no tuviera que ver con Voldemort...
- "BEEEELLA Y BEEESTIA SOOOON..." – gritó Peeves desde la otra punta de la habitación.
* * *
En las habitaciones de la profesora de Estudios Muggles el ambiente también estaba algo caldeado. Serena, recién duchada, en albornoz y tratando de llevar con dignidad la cabeza llena de rulos, estaba sentada en una silla de la mesa del comedor al lado de Amy.
La pequeña miraba haciendo morros un plato de verduras, con los brazos cruzados. Había tenido un cólico de pastelitos días atrás, y su madre se enteró de que si ella o Cagney no supervisaban las comidas en la cocina, Amy se ponía morada a dulces en lugar de comer lo que tocaba. Así que para gran disgusto de la pequeña, su madre prohibió a los elfos que la obedecieran, y desde entonces comía en casa.
Serena tenía la atención dividida en tres frentes: pintarse las uñas, vigilar que su hija no tirara la comida, y estudiar las clases de buenas maneras que Julia Roberts recibía en "Pretty Woman".
Alex entró con lo que parecía un maletín de herramientas. Serena le miró horrorizada.
- ¡Venga, al baño! – exclamó Álex, arrastrándola de un brazo – Hay que quitarte esos rulos y maquillarte.
- Pero la belleza está en el interior ... – afirmó Serena, tratando de escabullirse.
- Sí, pero mujer prevenida vale por dos... – repuso Álex, cerrando la puerta del baño.
Amy cogió el plato de verduras y se lo enseñó al perro.
- ¡AMY! ¡NI SE TE OCURRA DARLE LA COMIDA A TRON! – gritó su madre a través de la puerta - ¡No, espera, rimel no!.
El perro se acercó, olisqueó las verduras, miró a Amy ... miró hacia la puerta del baño y se fue a sentarse a la otra punta de la habitación para frustración de la pequeña.
- ¡AY! ¡Mi ojo!
- ¡Quieres hacer el favor de estarte quieta!
* * *
A las ocho menos cuarto, Snape recibió el visto bueno del profesorado en pleno, y salió de su habitación hacia la torre este entre palmaditas en la espalda, deseos de suerte y gritos de ánimo. Cuando se había mirado en el espejo, su reflejo había saltado hacia atrás exclamando "Quién eres tú y qué haces en este baño".
Se cruzó con tres o cuatro estudiantes, que se quedaron quietos y mudos a su paso.
Finalmente llegó a las habitaciones de Serena, y con el estómago hecho un nudo, llamó a la puerta. Le abrió el chico rubio, Álex, que se le quedó mirando unos instantes antes de dejarle pasar.
- Ehhh... esto ... ya está lista, voy a avisarla – dijo el chico, sin dejar de mirarle.
Nada más entrar, vio a la pequeña Amy enfurruñada frente a las verduras, con los brazos cruzados en el pecho y balanceando los pies con desgana.
La niña pareció no reconocerlo en el primer momento, pero en cuanto se dio cuenta de quién era le miró con expresión suplicante señalando el plato.
Snape sonrió. De niño también odiaba todo lo que fuera verde. Agitó la varita sobre el plato.
- Cómete las verduras – dijo, guiñándole un ojo.
Amy clavó el tenedor en las acelgas, y mirándolas con desconfianza se las llevó a la boca.
* * *
Alex entró como una tromba en la habitación de Serena, que ya estaba vestida y en esos momentos peleaba con el cierre de una gargantilla de plata.
- Ah, Álex, ayúdame con esto, por favor.
Alex cerró la puerta y se apoyó contra la misma.
- Ya está aquí. Está en el comedor – dijo. – No te lo vas a creer ...
- ¿El qué? – preguntó Serena – Venga, ayúdame, que hace siglos que no me lo pongo.
- Está clavadito a Alan Rickmann en "Sentido y sensibilidad", te lo juro. – respondió Álex, apartándole las manos del cierre - Ni que fueran gemelos...
La gargantilla quedó cerrada con un chasquido.
- Anda ya ... ¡Qué exagerado eres! – se rió ella, dirigiéndose a la puerta.
* * *
Una puerta se abrió, y Severus Snape se volvió hacia la misma. Serena apareció en el umbral. Ambos se miraron y se sonrojaron intensamente. Se hizo un silencio casi absoluto, sólo roto por el tintineo del tenedor de Amy, que se comía las verduras como si le fuera la vida en ello.
Snape se estiró discretamente su túnica definitivamente verde oscura, mientras observaba a la joven. Acostumbrado a verla con pantalones, el cambio era espectacular. Llevaba una falda de raso negra y un jersey entallado del mismo color de sus ojos, que dejaba los hombros al descubierto. Sobre su pecho reposaba una sencilla gargantilla de plata, y sus rizos morenos estaban estratégicamente colocados para cubrir las cicatrices de sus mejillas.
- Señora Greenwood ... – saludó, inclinando la cabeza cortésmente.
- Coronel Bran... digo, profesor Snape ... – respondió ella, mientras se le acercaba tratando de no trastabillar con los tacones.
- Por favor, acepte esto ... – Snape le tendió una caja alargada.
- No tenía por qué molestarse – dijo la profesora, abriéndola con expresión sorprendida. En el interior había una hermosa y difícil de encontrar rosa azul – Oh, Dios mío, es ... es preciosa ...
- La profesora Sprout me comentó que eran sus preferidas ... y tuvo la amabilidad de darme una para usted.
- Muchísimas gracias ... – murmuró ella, sonrojándose aún más. Sin saber exactamente lo que hacía, apoyó la mano sobre su hombro y le besó en la mejilla. - Voy a ponerla en agua ...
Fue rápidamente hacia la cocina, dejando al profesor Snape al borde de la combustión espontánea. Volvió pocos segundos más tarde, con la rosa en un estrecho jarrón, y la colocó sobre la mesa.
- Bueno...
- Será mejor que nos vayamos, he hecho una reserva...
Se oyó la voz de Julia Roberts en el televisor. "Maldita sea, estos mamones resbalan"
Serena miró aterrorizada a Álex, mientras iba a por su capa. Este movió los labios en silencio. Tranquiiiila...
Iba a ponérsela cuando Snape se la quitó de las manos.
- Permítame. – dijo, mientras le ayudaba a ponérsela. Acto seguido le abrió la puerta.
- Oh, gracias ... – se volvió hacia Álex y Amy mientras salía de la habitación– Amy, pórtate bien.
Severus pasó tras ella y cuando estaba a punto de cerrarse la puerta, Serena volvió a sacar la cabeza.
- ¡Alex, no le des postre a menos que se lo coma todo!
- Ya me lo he comido todo, mami – dijo Amy, levantando el plato vacío.
Serena miró sorprendida el plato, luego a la niña y luego su cabeza volvió a desaparecer mientras miraba inquisitiva a Snape. Este le devolvió una mirada de inocencia.
Volvió a sacar la cabeza.
- ¡Y Álex, acuéstala a las nueve tanto si quiere como si no!
- Serena...
- Y me llevo el móvil, así que avísame si pasa algo...
- ¡Serena!
- ¿Qué?
- ¡Que te largues de una vez!
* * *
Juntos avanzaron por los pasillos de Hogwarts. A esa hora estaban desiertos, porque los profesores y los alumnos ya debían estar en el gran comedor, cenando. Cuando llegaron al vestíbulo se cruzaron con un pequeño grupo de alumnos de Ravenclaw que los miraron sorprendidos.
Al salir al exterior, un carruaje algo más grande que el de los alumnos y con esquís en lugar de ruedas los esperaba a los pies de la escalinata.
Severus le ofreció la mano para subir, y una vez se hubieron acomodado en el interior, la puerta se cerró y el vehículo emprendió la marcha hacia el este.
Serena miró por la ventana. El carruaje iba acelerando, y pronto perdió de vista las luces de Hogsmeade. Snape estaba sentado frente a ella, observando las llanuras cubiertas de nieve en silencio.
- ¿A dónde vamos?
- ¿Ha oído usted hablar del Festival del Hielo?
- No...
- No sabría muy bien como explicarle ... se lleva a cabo en terrenos propiedad del Ministerio de Magia... pero creo que será mejor que lo vea por usted misma ... No tardaremos mucho en llegar.
Serena asintió, ocultando su impaciencia. ¡Hielo!
* * *
Después de una media hora de deslizarse a toda velocidad por la nieve, el paisaje empezó a cambiar mientras entraban en lo que parecía una pequeña ciudad de hielo. Había cientos de casitas, alineadas frente a la orilla de un pequeño lago congelado. Una construcción destacaba, tanto por altura como por belleza, sobre todas las demás. Un palacio de cuento de hadas, de un hielo tan puro que era casi transparente.
- Allí es a donde nos dirigimos – dijo Snape, señalando el castillo sin dejar de mirar la expresión embobada de Serena, que parecía incapaz de cerrar la boca.
Las calles de la Ciudad Helada estaban repletos de magos y brujas de todas las edades. Caminaban por las aceras, entrando en locales como "La taberna del Islandés" o "La salmonería". En las aceras el hielo estaba picado para que los transeúntes que no usaran patines pudieran ir andando.
Al cabo de poco, el carruaje se detuvo ante el palacio. Mientras Severus le ayudaba a bajar, un joven con una túnica roja con botones dorados se dirigió hacia ellos.
- Bienvenidos a Le Chateau. Síganme, por favor.
Guiados por el joven, se dirigieron a la sala principal del palacio.
- Jo, qué cita de compromiso ... – murmuró Serena entre dientes, flipando – Espero que no pida caracoles...
- ¿Perdón?
- No, nada, nada. Sólo que no estoy muy acostumbrada a lugares tan elegantes...
Severus sonrió.
El joven les señaló la mesa del maître y se marchó. Severus se acercó, mientras ella miraba atónita las lámparas de hielo del techo.
- Tengo reserva hecha para dos.
- ¿Su nombre, por favor? – dijo el hombre sin apartar la vista del libro de reservas.
- Snape, Severus Snape.
El maître levantó la cabeza rápidamente.
- ¡Profesor Snape!
- Ah, hola Wilkins.
El hombre, que tendría la edad de Serena, lo miró sorprendido. En ese momento ella dejó de mirar al techo y se dirigió hacia ellos.
- ¡Eh, Wilkins! ¿Qué hay?
- ¡Serena!
Bastante sorprendido, el maître hizo una señal a uno de los camareros, indicándole la mesa que les correspondía.
Mientras la pareja se alejaba, Wilkins señaló discretamente con el índice de su mano derecha a Snape. Luego señaló con el índice de la mano izquierda a Serena. Juntó las manos lentamente hasta que los dedos se tocaron, y sacudió la cabeza con incredulidad.
** ** ** **
De nuevo, esto se ha alargado más de lo que quería, así que aún queda cita para otro capítulo más. De todas formas, esta semana tengo tres días de vacaciones, así que con un poco de suerte el próximo capítulo estará listo el sábado. Muchísimas gracias por los reviews, me estáis animando muchísimo!
Princess Leia Skywalker: Me alegro de que os gustara el capítulo anterior, tanto a ti como a tu gato... Espero que este también haya sido de vuestro agrado.
Hermione es una genia: * Favila se estremece ante las veladas amenazas de muerte *. Jejeje... Muchas gracias por tu review, ¿creo entender que no quieres que Serena muera?. * Favila se sonroja emocionada al leer el resto *. Jo, gracias... no sé que decir. Espero que te siga gustando tanto como hasta ahora...
Sailorangi: Bueno, creo que todas tus preguntas quedan contestadas ... espero que a tu gusto.
Wilbur: Piensa en el Snape que describe JKR... Dientes amarillos, pelo grasiento ... durante un mínimo de cuatro años... Arreglar eso requiere su tiempo...
Paula: gachas!
Charis S.: Bueno, creo que no me he pasado con el azúcar ... pero tú me dirás. ¿Matar a Cresus Rich?. Con lo práctico que me ha sido...
Hermione12: Hoy no ha habido Ron, pero espero que te haya gustado... Por cierto, tiznarse es mancharse con algo sólido, como polvo, o tiza. En el caso de las pelotas de ping-pong, estaban manchadas con carbón. Y bueno, más o menos sé lo que va a pasar en el siguiente capítulo, pero el final que tenía escrito no se si me va a servir de nada...
Ucchan: Bueno, el título viene de "Cuando Harry encontró a Sally", la película que mencionas de Billy Cristal y Meg Ryan,(que por cierto también es de mis preferidas). Aunque teniendo en cuenta como son los dos, la relación entre ambos se asemeja más a la de "Cuando Brendan encontró a Trudy", una peli irlandesa muy graciosa sobre la historia de amor entre un chico obsesionado por el cine que canta en un coro y una ladrona de poca monta. Las respuestas a tus preguntas son: a) Si, Cresus vio la espada, porque el hecho de que la tenga ella no es un secreto para nadie, y b) Las pociones no estaban antes en el baño, Snape las llevaba consigo y las colocó ordenadamente en la repisa de debajo del espejo antes de empezar a usarlas. Y la cara de "tengo una cita con Severus Snape"... Lo único que quería decir es que ella ponía cara de "sí, sí, es verdad. Absolutamente cierto" a pesar de que en ese momento no sabía que ya estaba comprometida.
Lina Saotome: Bueno, en este capítulo y en el próximo no salen estudiantes, pero tratad de entenderlo, la historia principal es la de esos dos, y yo no soy Jane Austen como para llevar tres romances a la vez...
Cali-chan: Serena había sido un poco Mary Sue en el capítulo anterior, con el rollo de "me voy a morir y no me importa". Pensé que estaba empezando a creerse que era un Jedi o algo así, y que era mejor que se diese cuenta de que estaba tomándose las cosas muy a la tremenda... Bueno, y Ron va con Hermione, y Harry no tengo ni idea de con quién irá (es que es muy discreto, el chaval).
Xellas: Gracias!!!! Espero que sigas queriendo más de la cita...
Silvara: Ah! Otra que se une al Club de Admiradoras se Severus... Si llegamos a estar todas en la subasta del "Quién da más?" de Wilbur, tumbamos la puerta para entrar!
Spacey: ¿Qué he hecho yo, para que el personaje favorito de mi novio sea Peeves?. Menos mal que estás a mis órdenes... Ya que Peeves te gusta tanto, la próxima vez que aparezca te tocará interpretarlo... ; P
PD: ¡Estudia chavalote! y ¡suerte!
