- Lo siento, Severus... pero no puedo salir contigo – decía Lily. Temblaba ligeramente y parecía pasarlo bastante mal dándole calabazas. – De momento estoy colgada por otra persona, y hasta que no se me pase, no podrá gustarme nadie más.
- Es ese idiota de Potter, ¿verdad? – preguntó él, mientras notaba como si el cuerpo le desapareciera y el aire cruzara libremente por debajo de su cabeza. Un remolino de frustración, vergüenza y orgullo herido se formó en su mente, impidiéndole pensar con lucidez. La miró a los ojos y ella apartó la vista. La confirmación de sus sospechas sólo consiguió que el torbellino girara más rápido.
- No importa de quién se trate. – afirmó ella, sonrojándose – Lo siento, Severus, pero no puede ser...
- Por favor, no me digas que eres otra de esas tontas que suspiran por él, como si fuera el único hombre de este planeta. – susurró roncamente – Tú lo ves, Lily... reparte su atención entre todas vosotras para reteneros, pero ninguna le interesa...
- Eso no lo sabes, Severus – respondió Lily, ligeramente molesta. Se sonrojó un poco más, y añadió – Hasta que yo esté segura de que no le gusto, no podré dejar de pensar en él.
- ¿Ah, no?. ¿Y por qué no se lo preguntas? - repuso él, con una ironía que a duras penas conseguía tapar su dolor – Así podrás darle una oportunidad al resto de los mortales.
- Lo siento – repitió ella, mientras salía del aula de pociones.
Nunca había tenido suerte. La desgracia le perseguía como la sombra al cuerpo, y ocurrió lo que tenía que ocurrir: Lily le preguntó a James lo que sentía por ella. Habida cuenta de la cantidad de admiradoras del buscador de Gryffindor, repartidas entre los últimos cuatro cursos, la posibilidad de que Lily fuera la elegida era de uno contra cien.
Una semana más tarde, Lily y James eran considerados la pareja perfecta de Hogwarts.
Lily y James, caminando de la mano por los pasillos de un aula a otra. Lily y James, tirándose bolas de nieve en el patio. Lily y James, besándose dulcemente bajo el muérdago de la entrada el día de Navidad.
De repente, la chica pelirroja de cabello largo era una chica morena, de pelo corto y rizado. Llevaba una túnica negra de colegiala, llena de remiendos, que contrastaba muchísimo con la elegante túnica malva del Slytherin que la besaba. Rubio y dos años mayor que ella. Gilderoy Lockhart. Se quedó sin aire.
- ¡MAMI!¡MAMI! ¡YA HA VENIDO PAPA NOEL! ¡DESPIERTA!
¿Qué?
Se despertó sentado sobre su cama, mientras inhalaba como si hubiera pasado varios minutos sin respirar. Un momento, pensó, mientras sus ojos se acostumbraban lentamente a la luz de las antorchas. No estaba en su dormitorio. De hecho, no estaba en ningún dormitorio. Se volvió lentamente hacía la derecha, donde parecía haber movimiento.
Amy trataba de despertar a una persona que dormía a su lado. Estaba vuelta de espaldas a él, cubierta hasta la cabeza por el edredón. Al ver que estaba despierto, la niña se volvió hacia él sonriente.
- Buenos días, señor profesor Snape. – dijo, y se volvió rápidamente a continuar en sus intentos de despertar a la otra persona, que, ya harta de sacudidas, se volvió lentamente.
- Amy, es muy temprano. Vuelve a dormir. – murmuró Serena, soñolienta, y sin despegar los párpados.
- No, mami... ya son las siete. ¿A que sí, señor profesor Snape?
Serena abrió los ojos de par en par. Se quedó mirándole fijamente unos segundos. Metió la cabeza bajo el edredón. Volvió a sacarla con aspecto aliviado.
- Eeeh... vaya, se ve que nos quedamos dormidos en el sofá. Debí activar el mecanismo para convertirlo en cama – explicó, mientras se incorporaba lentamente, roja como un tomate. – deja caer el respaldo hacia atrás, y delante extiende...
- ¿Por qué besaste a Gilderoy Lockhart? – preguntó él.
Durante unos segundos, ella se quedó en silencio, desconcertada.
- ¿Cuándo?¿Dónde?
- En tu quinto curso, en la entrada.
- Aaaaaj. No me lo recuerdes... ¡Fue él! ¿Cómo se os ocurrió hacerle prefecto de Slytherin?. Se pasó las navidades haciendo guardia junto al muérdago, mientras los alumnos de su casa buscaban pelea por todos los rincones del pasillo...
- ¿Puedo abrir los regalos ya, mami? – interrumpió Amy, impaciente.
Ella parpadeó rápidamente y se volvió hacia la niña.
- Claro, Amy.
- ¡Bien!
Se volvió hacia Snape. Cerró los ojos unos instantes, como tratando de poner en orden las ideas, al parecer sin demasiado éxito. Volvió a abrirlos, y preguntó:
- ¿A santo de qué viene eso?
- Nada, sólo era algo que siempre me había preguntado...
- Pues vaya momento más extraño para tratar de encontrar la respuesta... En fin.. antes de que se me olvide, ¡Feliz Navidad!.
- Feliz Navidad. – repitió él, inclinándose hacia ella y besándola dulcemente.
Cuando se volvieron hacia la chimenea, Amy ya estaba totalmente concentrada en desenvolver regalos. Tras una docena de suspiros de felicidad, se volvió hacia ellos.
- ¡Mami! ¡Estos regalos no son míos! – dijo, señalando cuatro cajas aún intactas.
Serena y Severus se miraron.
- Demasiados regalos – observó ella.
Amy cogió una caja plana.
- Aquí pone: Se-ve-ruz Sna-pe. – leyó lentamente – Y en esta otra también. Los otros dos son para ti, mami.
- ¿Cómo supieron los elfos que tenían que dejar los regalos aquí? – cuchicheó Serena.
- Dumbledore, supongo.
- ¿Pero cómo...?
Snape se limitó a encogerse de hombros, y ambos se reunieron con la pequeña, que ya había cogido un mecano e intentaba construir la figura más difícil.
La caja plana contenía ropas, muy diferentes a las que Snape había usado nunca: ropas muggles. Serena silbó suavemente.
- Armani. – dijo, leyendo la etiqueta. – ¿Quién te lo envía?
- ¿No es tuyo?
Ella negó con la cabeza.
- Ya me gustaría, pero no podría permitírmelo. – le tendió lo que a todas luces era un libro - El mío esta aquí, esperando a que lo abran.
- "Luz y sombra. Estudio exhaustivo de las Artes Oscuras desde el principio de los tiempos" – miró el libro extasiado – Lo busqué durante años... Muchísimas gracias.
- De nada. Bueno, ahora los míos.
Cogió una caja grande y alargada, la desenvolvió y la abrió. En el interior había una guitarra blanca y negra, de caja triangular. Serena levantó una ceja.
- Bueno, creo que sé de quién viene – sacó la guitarra, y debajo había más cosas: una especie de disfraz negro también, y una pequeña nota.
"Para que nuestro arlequín vuelva a bailar esta noche. Magia Muggle"
- ¿Vais a actuar esta noche?
- Se suponía que era una sorpresa... vamos a hacer una demostración de bailes muggles, y luego tocaremos una o dos canciones... de las más suaves, por supuesto... Si no, el consejo del colegio se echará al cuello de Dumbledore. – explicó ella.
- Todavía te queda un regalo por abrir – le recordó Snape – Espero que te guste.
Serena abrió la única caja que quedaba, y la mandíbula se le cayó tres centímetros. Unos patines de cuchilla, de profesional.
- Esto... esto... es demasiado. Son para llevar a Olimpiadas...
* * *
En la torre de Gryffindor, el día de Navidad amaneció tranquilo. Ron se calmó muchísimo al saber que Ginny iba a ir con Harry al baile, y se reconcilió con Hermione. Cuando bajaron a desayunar, ni siquiera se inmutó cuando llegó la felicitación navideña de Viktor. En la mesa de los profesores había dos asientos vacíos, el de Snape, y el de la profesora Greenwood, y los ocupantes de las otras sillas cruzaban miradas de complicidad.
A la hora del almuerzo aparecieron los dos, acompañados de la hija de Serena, a quien le pusieron tantos cojines en la silla como a Flitwick.
Por la tarde, las chicas se retiraron temprano para prepararse para el baile. Harry y Ron se entretuvieron jugando al ajedrez – había ventisca – y luego fueron a vestirse ellos también. La túnica de Ron era muy elegante, sus hermanos habían sabido elegir bien, y no tuvo que hacerle arreglos.
Cuando bajaron, Hermione y Ginny les esperaban en la sala común. Nada más verlas, se quedaron paralizados a mitad de la escalera, obstaculizando el paso de Seamus.
- No sé cómo os las apañáis. Cambiáis de pareja, y las vuestras continúan siendo las más bonitas. – les susurró - ¿Me dejáis pasar?
Se dirigieron al comedor en silencio, sin saber muy bien que decir. Ginny y Hermione se miraban entre sí, divertidas por el desconcierto de sus parejas. Ron iba poniendo mala cara a todo aquel que posara sus ojos sobre Hermione demasiado tiempo.
Cuando llegaron a la puerta, empezaron a mezclarse con los miembros de las otras casas. El grupo de Slytherin, que subía desde las mazmorras, iba encabezado por Draco Malfoy y su pareja, Pansy Parkinson, cuyo vestido repleto de lazos y adornos varios, le daba un aspecto parecido al de un árbol de Navidad. Cuando Draco vio a Ginny se detuvo en seco, lo que provocó un pequeño choque en cadena. Rápidamente apartó la mirada y se alejó lo máximo posible de ella, para frustración de su pareja, que quería entrar la primera para lucirse.
Las puertas se abrieron.
El gran comedor tenía un aspecto muy diferente al habitual. Las mesas estaban alineadas contra las paredes, repletas de comida, golosinas y refrescos. El centro de la habitación estaba a oscuras, y el techo estaba opaco.
Al examinar más detenidamente el contenido de las mesas, descubrieron con sorpresa que también había bebidas muggles, así como patatas fritas y otros aperitivos de origen no mágico. En pocos segundos los Slytherin se habían atrincherado junto al zumo de calabaza, y no permitían que nadie más se acercara, de modo que los miembros de las demás casas se vieron obligados a probar las novedades muggles que tuvieron un notable éxito.
Se oyeron unas carcajadas descontroladas. Harry se volvió para mirar a Fred y George, que parecían desternillarse de risa por algún motivo desconocido.
Cuando todos los alumnos hubieron entrado en el Comedor, el centro del comedor se iluminó de repente, dejando ver una tarima rodeada de altavoces. Encima de la misma podían distinguirse seis figuras, vestidas de negro. Harry reconoció en ellas a los miembros de Magia Muggle, excepto a uno, el más pequeño de todos, que llevaba la cara pintada como un arlequín triste. Este último se acercó al micrófono del escenario.
- Bienvenidos a la fiesta muggle de Navidad. – dijo la voz de la profesora Greenwood, mientras un murmullo de sorpresa recorría la sala de punta a punta. Desde la trinchera del jugo de calabaza se oyeron abucheos y ligeros silbidos. Haciendo caso omiso, continuó - Bueno, empezaremos por el principio ... relativamente. Los alumnos que se atrevieron a apuntarse a mis clases de baile muggle, hagan el favor de pasar a la pista y demostrar lo que saben hacer. Empecemos, ¡Rock and Roll!.
Hermione agarró a Ron y le arrastró a toda velocidad a la pista de baile frente al escenario. Ginny miró inquisitivamente a Harry.
- Lo siento, pero… no sé bailar.
Una voz tímida les interrumpió.
- Perdona, Harry... – dijo Neville, acercándose a ellos - ¿Me permites a tu pareja un ratito?
Harry asintió aliviado, y Ginny y Neville se dirigieron a la pista, en la que sonaba una canción bastante antigua pero de ritmo trepidante.
Los gemelos Weasley y sus parejas demostraban por qué eran los mejores de la clase. Parecía que habían encontrado el ritmo adecuado para ellos, y era todo un espectáculo verlos, iluminados por los rayos de luz de todos los colores que salían del techo. Alan cantaba con voz profunda, mientras Álex y Serena rasgaban sus guitarras a toda velocidad pero perfectamente coordinados.
go , go ,
go, Johnny, go, go
go, Johnny, go ,go
go , go ,
Johny B. Goode ...
Mientras todo el mundo se divertía, Harry empezó a sentirse más y más incómodo. Se volvió hacia la puerta, para ver a los profesores entrar con aspecto cansado. Harry sabía por qué: Sirius le había comentado que el número de desapariciones de muggles había alcanzado un nivel alarmante.
Acababa de terminar la canción. Serena habló de nuevo.
- A ver, los de la pista, ya deberíais conocer a esos dos - decía señalando a Fred y a George -. Dejadles más espacio, y vosotros, por el amor de Dios, nada de volver a cruzar vuestras parejas en el aire - se giró al resto del grupo, negando con la cabeza - Continuemos, señores ...
Y el aire volvió a llenarse de ritmo. Harry nunca hubiera supuesto que el twist pudiera ser tan acrobático como lo bailaban los gemelos. Continuaron tocando todos los tipos de música que se habían dado en las clases de baile. Los no muggles aplaudían, extasiados, mientras se oía salsa, mambo o break dance...
Los Magia Muggle, tras tocar todos los tipos de música de baile que se habían enseñado, hicieron un descanso y Serena volvió a coger el micrófono, mientras todos los alumnos aplaudían ...
- Gracias, chicos. Me alegra que os haya gustado. Tengo que confesaros que ha sido sorprendente ver como los alumnos de baile han progresado tanto en sólo tres meses. Por favor, un fuerte aplauso para ellos - los aplausos crecieron de nuevo - ¡Volvemos en cinco minutos!
Las luces del centro de la tarima se apagaron y todo el mundo se lanzó de cabeza a las mesas. Al parecer, el ejercicio les había abierto el apetito. Harry observó sorprendido que Neville volvía solo.
- ¿Y Ginny? – le preguntó Harry, mientras éste se servía una gran ración de pavo asado en su plato de cartón.
- Dijo que tenía que ir al baño.
- Ah. – dijo Harry. Pero una sospecha cruzó su mente, y se volvió hacia el grupo de Slytherin. Draco Malfoy no estaba allí. El que si se había unido a ellos era Severus Snape, que bebía zumo de calabaza. Las carcajadas de los Weasley volvieron a oírse, pero más disimuladas. Harry llegó a la conclusión de que algo traían entre manos, y tenía que ver con la bebida. Intrigado por la desaparición de Ginny, salió a buscarla.
* * *
Ginny se detuvo en el rellano entre el primer y el segundo piso. Había visto cómo Draco salía apresuradamente del comedor, poco después de que Cresus Rich hubiera hecho lo mismo. No estaba segura de que fuera buena idea seguirle, pero ya era demasiado tarde. Estaba demasiado intrigada. ¿Desde cuándo Draco espiaba a los profesores en lugar de a los alumnos?. Continuó subiendo, y se internó en el pasillo del segundo piso. Ya estaba al lado del despacho del profesor de Artes Oscuras, cuando algo invisible le tapó la boca y la echó hacia atrás, atravesando lo que siempre le había parecido una sólida pared.
- ¿Estás loca? – susurró una voz suave - ¿Por qué me sigues?
-¿Draco?
- Shhhh... – dijo él por toda respuesta, mientras la cubría con su capa invisible. Se oyó un ruido, y ambos sacaron sus cabezas por la pared justo a tiempo para ver cómo el profesor se alejaba por el pasillo en dirección a la torre este.
- Hay que avisar a Snape – murmuró Draco, mientras la ayudaba a incorporarse – Le ha robado el pensadero, y por su expresión diría que ha encontrado en él lo que fuera que estuviera buscando.
* * *
Al cabo de poco de que Harry abandonara el comedor, el escenario volvió a iluminarse, pero la música no sonó. De hecho, se hizo un silencio absoluto cuando se todos los alumnos de Slytherin invadieron la pista, se colocaron en perfecta formación y, con los primeros golpes de la batería, empezaron a bailar lo que parecía ...
- ¡La macarena! – le susurró Álex a Serena, mientras a esta se le caía la púa de puro desconcierto.
Rápidamente se le unieron el teclado y el bajo. Alan se acercó a Serena.
- Será mejor que cantes tú, que te sabes la letra...
- Pero... pero...
Antes de que pudiera poner alguna objeción se encontró frente al micrófono.
- Dale a tu cuerpo alegría macarena – dijo monótonamente, mientras los Slytherin se movían como si cantaran los mismísimos del Río.
De reojo vio a Alan y a Álex, apoyados el uno contra el otro, riéndose silenciosamente.
- que tu cuerpo es pa darle alegría y cosa buena – continuó, entornando los ojos y volviendo la vista hacia Snape, que miraba con horror su copa. El profesor la dejó sobre la mesa y se trató de dirigirse corriendo a las puertas del comedor. Pero como impulsado por una fuerza invisible su carrera se desvió, y se plantó en primera línea, frente a todos sus alumnos, como Michael Jackson en Triller.
- dale... a... tu... cuerpo... alegría... macarena... – Serena siguió horrorizada los movimientos del profesor, mientras empezaban una serie de caídas en todo el comedor: Alan y Álex, Fred y George, el plato de pavo de Neville, un par de copas... incluso a Ian se le cayó uno de los bastones.
- eeeeeeh Macarena ¡a-há!
Todos los Slytherin, con Snape en cabeza, dieron un saltito.
Draco y Ginny entraron en el comedor en ese preciso instante.
- ¿Qué diablos...? – exclamó Draco, echando a correr hacia la pista.
Llegado a este punto, el comedor estalló en carcajadas, y Serena tuvo que agarrarse al apoyo del micrófono para no caer.
* * *
Harry estuvo esperando un rato junto a los baños de las chicas, pero no había señal de Ginny. Volvió sobre sus pasos, y al llegar al recibidor, vio un destello dorado en el suelo. A alguien se le había caído un reloj de oro. Lo recogió. En la parte trasera había dos iniciales escritas: C.R.
- ¡Cresus Rich! – exclamó, sorprendido. No recordaba haberlo visto en la fiesta. Como la perspectiva de volver al comedor y ver cómo los demás se divertían no le atraía demasiado, decidió ir a devolvérselo.
Subió al segundo piso y llamó a la puerta del despacho. No hubo respuesta. ¿Dónde podía estar?. Llamó más fuerte, y la puerta se abrió ligeramente. Vislumbró el despacho, que ahora estaba lujosamente decorado. Decidió que si la puerta estaba abierta, mejor dejar el reloj en la mesa e irse.
Abrió la puerta, y, encima de la mesa, había un recipiente que ya había visto en una ocasión anterior. Un pensadero.
Se acercó y lo observó atentamente. Era algo diferente al de Dumbledore. Tocó el extraño contenido con la varita. Y empezó a entrarle la curiosidad.
Podía echar un vistazo, y si veía algo demasiado personal, lo dejaba. A lo mejor podía ver alguna de las criaturas que les había mencionado en clase. Sólo sería un momento ...
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A ver, ya vamos por el... ¡dieciséis!. Non podo mais, estoy muerta. Ya sé que este se ha retrasado un montón, pero no sabía cómo diablos continuar desde donde estaba... Espero que os haya gustado, porque menudos días me ha hecho pasar el maldito capítulo. Muchísimas gracias a todos por los reviews:
Alpa (me temo que Draco y Ginny no estaran juntos y en paz ... al menos de momento, pero tal vez Draco tenga más suerte con Ginny que Snape con Lily), Ucchan, Princess Leia Skywalker, Phoenix, Lina Saotome, Lali, Hermione es una genia, Hermione12 (bueno, ya tienen quince añitos, no veo por qué no hayan de poder besarse... Tranqui, ya me encargo de eso ;P), Nesdy, asosa76, sailorangi (ejem, acostarse, lo que es acostarse, sí se han acostado juntos... y levantarse también), Nimph, Brida-Weasley (por aquí aparecieron tus dos amores – aunque no sé si conseguirán escapar a la ira de Snape en el próximo capítulo.), Lyxie-Nix-Jade y Spacey (interesante tu fic-ensayo, casi se lo regala Serena a Snape por Navidad... pero al final no se atrevió).
