Ron y Hermione observaron alucinados el número de baile de los Slytherin, al igual que todos los presentes en el comedor. Pero cuando Snape rompió a cantar, Ron ya no pudo más. Había decidido dar un paso tremendamente importante esa noche, y no estaba dispuesto a oír los cánticos de su profesor más odiado como música de fondo. Tomó la mano de Hermione, que parecía en trance.
- ¿Mione?
- ¿Uh? – respondió ella, sin apartar la vista del escenario.
Ron le sacudió ligeramente el hombro.
- ¿Eh? ¿Qué?
- Mione... quisiera hablar contigo un momento...
Hermione lo miró unos segundos, hasta que terminó de volver en sí, y asintió ligeramente con la cabeza.
- Preferiría que fuera a solas... – continuó Ron. Tenía un aire extrañamente solemne. - ¿Te parece si salimos de aquí?
Hermione asintió de nuevo, cada vez más intrigada. Salieron del comedor, justo en el momento en que Dumbledore encontraba a Amy y a su perro escondidos detrás de un tapiz, y atravesaron el vestíbulo en silencio. Ron le cedió el paso a Hermione en la puerta principal, para sorpresa de esta última, y le ofreció el brazo. Hermione lo tomó preguntándose a qué diablos venía todo aquel despliegue de buenos modales.
Caminaron, todavía callados, entre los rosales. Ron había pensado sentarse en un banco, pero todos parecían estar ocupados. De todas formas, empezaba a estar tan nervioso que ya no estaba seguro de que sentarse fuera una buena idea.
Finalmente, justo frente a la orilla del lago, encontraron un banco vacío. Ron la ayudó a sentarse, y acto seguido se sentó él, para levantarse de un respingo un segundo más tarde. Empezó a caminar de un lado a otro frente a la mirada inquisitiva de ella.
De repente, se detuvo en seco y se quedó mirándola fijamente.
- Ron – dijo Hermione, ya harta – ¿Se puede saber qué te pasa?
Él resopló por toda respuesta.
- ¿Ron?
- Mi-mi-mione – maulló él, desesperado. Se había puesto tan rojo que no se sabía donde le empezaba el pelo - ¿Te gustaría ... querrías ...
Hermione se echó ligeramente hacia delante, porque el chico cada vez hablaba más bajito. Se había quedado mirándole expectante.
- ¿Y bien? – dijo él.
- Ron, tendrás que perdonarme, pero no he oído lo que me has preguntado. – afirmó Hermione. A pesar de que lo que decía era verdad, no en balde era una chica lista y ya tenía una idea bastante clara de lo que estaba ocurriendo. Pero quería oírselo decir alto y claro.
Ron volvió la mirada hacia el lago, al borde de la crisis, se echó el pelo hacia atrás y se encaró de nuevo con ella.
- ¿Quieres salir conmigo? – dijo de nuevo, con los ojos cerrados.
No hubo respuesta. Ron abrió primero un ojo y luego el otro. Hermione le miraba sonriente, con el rostro radiante de felicidad. Le pareció que nunca antes la había visto tan bonita.
- Sí. – respondió ella. – Me encantaría.
Ron vació sus pulmones en un suspiro tan sonoro que ella se echó a reír.
- ¿Ves? – continuó Hermione – No ha sido tan difícil...
- Claro, como no eras tú la que tenía que dar el paso... – repuso él, sentándose a su lado y relajándose por primera vez en toda la noche.
- Créeme, si llegas a tardar un poco más me hubiera visto moralmente obligada a hacerlo yo...
- Si, claro... Bueno, ¿y ahora qué hacemos?
- Pues yo supongo que todo continuará siendo igual... pero con algunos matices.
- ¿Cómo cuales?
- Ron, ¿tengo que hacerte un dibujito?
El aludido volvió a sonrojarse de nuevo.
- Esto... es que yo nunca he besado a una chica.
- ¿Y a un chico? – preguntó ella – Es broma, es broma... – se apresuró a añadir, viendo la expresión horrorizada de Ron – Yo tampoco he besado nunca a nadie...
Antes de que pudiera continuar, él puso las manos en sus mejillas y le estampó un sonoro beso en los labios. Todo fue tan rápido que Hermione no tuvo tiempo ni de cerrar los ojos.
- ¿Qué tal? – preguntó Ron, mientras la observaba con el rostro inclinado, como estudiando su reacción.
Hermione parpadeó.
- Creo que no es exactamente lo que tenía en mente.
- ¿Ah, no? – la voz de Ron sonaba algo frustrada, mientras apartaba las manos de la cara de ella.
- Supongo que imaginaba algo parecido a ... esto. – replicó ella, pasándole la mano tras la nuca y atrayéndolo hacia ella.
Ninguno de los dos se dio cuenta de que todas las luces del castillo situado a sus espaldas acababan de apagarse.
* * *
Ron se dejó caer contra el respaldo del banco. Si se había relajado cuando ella le había dicho que sí, ahora ya ni sentía las piernas.
- Mira, Mione. – dijo, señalando el cielo. – Menos mal que se pasó la ventisca de esta tarde, como no hay luna las estrellas se ven de maravilla...
Hermione, que tenía la cabeza apoyada contra su hombro, sonrió y miró el firmamento. Se levantó de un salto.
- ¡Hay una estrella de más!
- Pero, ¿qué dices? – repuso Ron, desconcertado - ¿Es que las tienes contadas?
Hermione hizo un gesto de impaciencia, y señaló la constelación de Orión. Ron se levantó. Normalmente sólo podía ver tres estrellas en el cinturón. Ahora veía una cuarta, tan brillante que apagaba el resplandor de las otras.
- Tendríamos que avisar a la ... – empezó a decir Ron, cuando un ruido les hizo volverse hacia el lago. Mientras posaban sus ojos en él, un enorme bloque de hielo emergió del centro del mismo, oscilando como un tapón de corcho en la cristalina superficie.
- Los icebergs no se forman así – aseguró Hermione.
Cuando el bloque pareció haberse estabilizado, empezó a oírse un crujido cada vez más sonoro. Ante los ojos sorprendidos de la recién formalizada pareja, el lago estaba congelándose a toda velocidad.
* * *
Serena ató rápidamente los cordones de los patines entre sí y los tiró por el balcón. Se asomó para verlos aterrizar en el manto de nieve.
- Severus – dijo sin volverse – Deséame suerte.
Snape, puso una mano sobre su hombro.
- Ten cuidado. Por favor.
Ella asintió, apretó su mano, y la apartó con delicadeza. Se encaramó a la barandilla del balcón, y saltó al pino canadiense que había justo en frente.
- ¡Pero qué haces! ¡No tienes trece años! ¡Las ramas no van a soportar tu peso!
- Tran... ¡ah!
- ¡Wingardium leviosa!
* * *
Ron y Hermione retrocedieron, sin dejar de mirar el lago. La punta del iceberg se oscurecía lentamente. Cuando estaba a punto de ser completamente negra, oyeron una voz a sus espaldas.
- ¡CUERPO A TIERRA!
Ambos se volvieron para ver a la profesora Greenwood. Llevaba unos patines colgando de su hombro izquierdo. Entornó los ojos y se lanzó de cabeza a la nieve. Ellos siguieron su ejemplo.
Se oyó una explosión, y pocos segundos más tarde, trozos de hielo y nieve cayeron a su alrededor.
Serena alzó la cabeza y se quitó la nieve del rostro. Estaba pálida como un muerto. Se incorporó con dificultad. Ron y Hermione se acercaron a ella y la ayudaron.
- Hermione – dijo la profesora, estirando un brazo hacia el lago. – ¿Es eso lo que creo que es?
Ella volvió la mirada en la dirección indicada. La punta del iceberg había desaparecido, y en su lugar había una criatura algo más grande que Hagrid. Su cuerpo parecía de metal, un metal oscuro y pulido. Sostenía una espada cuya hoja era de color rojo, como el hierro candente.
- Creo que es lo que parece, profesora – respondió Hermione. – Un golem...
Serena palideció aún más, y lentamente alzó la mano para agarrar la empuñadura de Spellbreaker, que colgaba a su espalda.
El ser se estremeció ligeramente, y tras la visera de su cabeza en forma de yelmo se iluminaron dos rendijas blancas.
- ... y acaba de despertar.
Serena se agachó y trató de descordarse las botas con bastante dificultad, puesto que las manos le temblaban de forma enloquecida.
- Yo le ayudo, profesora – afirmó Hermione, sacando su varita. Lanzó un encantamiento permutador, de modo que los patines pasaron a ocupar el lugar de las botas y viceversa. Serena dejó las botas en el suelo y se acercó a la orilla del lago tambaleándose ligeramente.
El golem se había puesto en movimiento en dirección al castillo, aparentemente atraído por la intensa magia que emitía. Caminaba de un modo mecánico, del modo en que lo haría un robot. Por desgracia no parecía que la resbaladiza superficie del lago le supusiera ningún problema en el avance.
Serena desenvainó su espada y gritó, tratando de atraer su atención.
- ¡EH! ¡MONTÓN DE CHATARRA!¡VEN AQUÍ SI TE ATREVES!
El ser pasó olímpicamente de ella. Con un gemido, la profesora saltó al hielo y se acercó a él por detrás a toda velocidad. Cuando ya estaba a su espalda, agarró la espada con las dos manos, y le asestó un fiero mandoble a la altura de la cintura, con todas sus fuerzas.
Fue como darle a un gong. La espada vibró con tanta fuerza que casi la soltó. El ser parecía totalmente indemne, pero al menos había conseguido atraer su atención.
El golem se volvió lentamente, como intrigado. La profesora se quedó paralizada de puro horror, cuando irguió sus tres metros de altura ante ella. Antes de que pudiera reaccionar, Serena recibió un revés de la mano libre que la envió volando a cinco metros de distancia.
Oyó gritos horrorizados. Se incorporó lentamente, y vio a tres personas que se unían a Ron y a Hermione. Distinguió la alta silueta negra de Severus.
Escupió. Si salía con vida de esa, iba a tener que darle todos sus ahorros a un dentista. Claro que tal vez los padres de Hermione estarían dispuestos a hacerle un descuento.
Notó como la gruesa capa de hielo se estremecía a medida que el golem se acercaba. A través de la misma pudo distinguir al calamar gigante, que estaba justo debajo de ella y la miraba como considerándola el origen de todos sus problemas.
Hizo un ligero gesto de disculpa y se puso en pie. Era cuestión de moverse muy rápido, cosa que era más fácil con los patines. Estaba claro que esa cosa era demasiado fuerte, de modo que parar sus golpes era descartable. Los único que podía hacer era desviarlos o esquivarlos. El problema era que haciendo eso, no podría resistir eternamente. Y no tenía idea de cómo destruirlo o volver a enjaularlo.
* * *
Todos se quedaron observando el combate desde la orilla. Harry sacó su varita, pero antes de que pudiera echar un maleficio obstaculizador contra el golem, Hermione le detuvo.
- ¡No! ¡Ese ser se alimenta la magia! ¡Sólo lo harías más poderoso!
- ¡Pero hemos de hacer algo! ¡No parece que Spellbreaker le afecte!
- Estoy haciendo algo – repuso Hermione. – Estoy pensando.
La chica entrecerró los ojos, y observó en silencio el combate. La profesora Greenwood no podía hacer mucho más que tener entretenido a su contrincante. Debía devolverlo a su jaula, utilizando la espada para ello. La espada es la clave. ¿Seguro que era clave?. ¿Y si fuera otra palabra, como llave?. Pero si la espada era la llave, ¿dónde estaba el cerrojo?. ¿Dónde estaba la jaula?. No había nada parecido a una jaula en ningún sitio. Recordó algo que había leído en una ocasión acerca de los aurores. Tenían llaves capaces de crear refugios en otras dimensiones.
Una pequeña mancha luminosa apareció en el abdomen del golem cuando Serena adelantó su espada para desviar una estocada.
- ¡Lo tengo! – gritó Hermione.
* * *
Serena se echó hacia atrás, tratando de esquivar el arco rojizo que la espada de su adversario trazaba hacia ella. Notó un ligero golpe. Como si el corazón se le helara., retrocedió rápidamente, y se llevó la mano izquierda al hombro. Estaba húmedo. Una sensación de vacío le invadió incluso antes de que viera las yemas de sus dedos teñidas de rojo.
- ¡PROFESORA! ¡PROFESORA!
Se volvió, desconcertada. Hermione Granger estaba dando saltos frente a la orilla moviendo los brazos.
- ¡EN EL CENTRO DEL ABDOMEN! ¡CLAVE LA ESPADA Y GÍRELA! ¡CLAVE LA ESPADA Y GÍRELA!
Ya no había nada que perder. Podía arriesgarse a ser herida de nuevo, así que iba a ser mucho más fácil. Lanzó una última mirada a Severus, que todavía no era consciente de lo que acababa de ocurrir, y se lanzó a la carga.
- ¡BANZAIIIIIIII!
Serena salió como una flecha a encontrarse con el ser. Esgrimió la espada hacia delante, y la pequeña mancha luminosa reapareció en el abdomen del mismo. Antes de que éste pudiera reaccionar, lo atravesó. Y como si siempre hubiera sabido lo que tenía que hacer, Serena agarró cada una de las cabezas de dragón de la empuñadura e hizo girar la espada.
El golem se quedó quieto en el acto, como un robot mal engrasado. La mancha luminosa fue creciendo, hasta que cubrió todo su cuerpo, y éste desapareció en un estallido. Spellbreaker cayó sobre el hielo.
* * *
Snape suspiró aliviado mientras Serena se agachaba para recoger la espada del suelo. Ron y Hermione se abrazaron, y Harry y Ginny empezaron a gritar y a dar saltos.
Serena se deslizó lentamente hacia el grupo, envainando de nuevo a Spellbreaker. Cuando llegó hasta ellos, Severus, olvidado de la imagen que debía mantener ante sus alumnos, la agarró por los hombros y la abrazó con fuerza.
Ella no le devolvió el gesto. Sorprendido, Snape se apartó ligeramente.
- Lo siento. No pudo ser... – susurró ella, mientras la mirada de él se quedaba fija en el corte de su hombro.
Harry notó que algo iba mal, y se lo señaló a los demás, que dejaron de armar bulla. Snape estaba paralizado como una estatua de sal, y la profesora Greenwood agachó la cabeza, estremeciéndose. Estaba llorando.
- ¡Eh! ¿Estáis bien? – gritó una voz.
Todos se giraron para ver a Álex, que se acercaba por el camino que conducía al castillo, acompañado de otra persona.
- ¡Cuidado! – gritó Harry – ¡Es un traidor!
Antes de que Álex pudiera reaccionar, Cresus Rich le quitó la varita y lo empujó hacia un lado. Con un grito de rabia, Snape agarró la espada de Serena y la lanzó.
Spellbreaker cruzó el aire y atravesó limpiamente el pecho de Cresus Rich, como si fuera un fantasma, sin causarle ningún daño. Una pequeña marca blanca brilló en su corbata durante unos segundos mientras la espada aterrizaba en la nieve tras él.
Cresus Rich sonrió con crueldad, y apuntó con la varita a Snape.
- ¡Avada Kedavra!
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¡Mwahahahahaha! Soy malvada, lo sé, pero aún queda otro capítulo. Que me comprometo solemnemente a poner el domingo que viene, lo juro. Siento muchísimo haber tardado tanto, pero digamos que he tenido dos semanas complicadísimas...
Mil perdones a todas. Como muchas ya habréis experimentado, escribir finales no es nada fácil, y éste es el primero para mí... y aunque ya tenía ganas de terminar esta historia, la verdad es que me da un poco de pena. Sé que algunas queréis que se alargue más, pero creo que no es lo mejor.
Gracias a todos por los reviews:
Sakura_Corazon, sailorangi, Tomoyo, Ucchan (no, el título no es Titanic... es peor. ¡Jajajaja!), Polgara, Lina Saotome, Spacey, Hermione12 (¿contenta? Mira que has sido mala con el pobre Ronnie... el pobre sólo estaba algo desconcertado), wilbur, Nimph, Leia-Pandora, LaLi, Gata Lunar y Ossobucco (tu review me hizo sentir terriblemente culpable, tanto, que me senté delante del ordenador decidida a no parar hasta terminar el capítulo... Espero que te encuentres mejor – yo también estuve cuatro días con gripe, y es horroroso).
