Yo en mi primer día de clase en Hogwarts vi que no me acordaba de ninguno de los escalones falsos de los que me habían advertido. Por lo menos, no los recordaba a las 8:00 de la mañana, hora en la que obligaban a los estudiantes a levantarse. Yo subía de las mazmorras hasta el Gran Comedor, donde estaban aquellos abundantes desayunos ingleses. Aún no entendía porque iba "A ver Renata, para qué narices haces acto de presencia si no vas a desayunar, podías quedarte 5 minutos más en la cama".
Cuando llegó al enorme salón se sentó cerca de su coleguilla César, que era de su curso. César también pasaba de desayunar, así comenzaron una guerra de cachos de tostadas. En realidad, todos los alumnos de Slytherin, pasaban a chorros de desayunar. Sí que había dos bandos, los mayores y los pequeños. Renata y César eran parte del bando de los mayores. Renata utilizaba su plato como barrera, mientras que sus compañeros lanzaban a discreción. Pero lo de aquel día fue una guerra en condiciones, hubo hasta fuego cruzado. Con gritos como "¡GOYLE, MUNICIÓN!", "MALFOY, MÁS PUNTERÍA, QUE NOS REVIENTAN" o los de las empollonas "JOOO, PARAD, QUE NO NOS DEJÁIS LEER" o "ME VOY A CHIVAR AL PROFESOR SNAPE". Los gritos de las empollonas eran respondidos con más tostada. Al final, se chivaron, y lo que conseguimos fue una detención en masa. Ya bien espabilados y con migas de tostadas hasta en el pelo, Renata y César miraron su horario.
"¡Oh no! ¿Por qué nos hacen esto los lunes a las 8:00?" dijo César angustiado. Acababan de ver que su primera hora era "Historia de la magia", que es algo así con mucha verborrea y palabra complicada por parte del profesor Binns, pero la gente ignoraba la clase. Los alumnos de 5º de Slytherin que compartían esa clase con otros de Ravenclaw [unos empollones asquerosos] decidieron que era hora de darle buen uso al hechizo de levitación, atrayendo un par de cajas de 100 tizas y montando otra guerra. Empezó la guerra bastante bien. Hasta que los de Ravenclaw dijeron que se iban a chivar. Pero no hizo falta, porque una tiza perdida atravesó al profesor Binns [que era un fantasma]. Y vale que esté muerto... pero en fin, algo notará el señor...¿o no?. 2ª detención del día, definitivamente, estos profesores nos tenían manía. Cuando acabó aquella clase y ya pensábamos que era de noche (porque aquello era más largo que un día sin pan), descubrimos que no, que nos tocaba transformaciones.
César y Renata se miraron aterrados, ¿por qué los lunes les ponían las peores clases?. Se dirigieron a la otra punta del castillo y entraron en el aula. Miramos que estaban todos los chavales de Gryffindor y de nuestra casa tomando notas, y no había profesor sino un gato. Total, que César se acercó al gato y dijo: "Mire, sabemos que no es usted un gato cat-chow sino la profesora McGonagall, osea, que no nos va a asustar". Esto arrancó verdaderas carcajadas de la clase, nos quitaron 15 puntos y César y yo tuvimos la 3ª detención. Cuando se nos informó de nuestra 3ª detención dije: "Pues a ver Señora, espere que consulte mi agenda, porque ya llevo 2 detenciones". Esto significó otros 15 puntos menos y otra ristra de carcajadas. Dimos el resto de la clase en paz.
Por fin, hora de comer. Estábamos hambrientos y cuando nos dirigimos a nuestra mesa... ¡ZAS! Lentejas y ensalada de verano. Creímos que nos íbamos a morir. Pasó el jefe de la casa, Snape, un tío muy alto, muy pálido, muy feo... y daba mucho miedo. Nos sacó a César y a mí del comedor y nos dijo: "Perdonad que os interrumpa la comida" y yo pensé: "Da igual jefe, no pensábamos comer". "Tenemos que tener una pequeña charla"-prosiguió Snape- "lo de hoy ha sido muy fuerte chicos ¡TRES DETENCIONES?"Lo dijo sin apenas levantar la voz, yo me asusté pero César dijo: "Si usted nos perdona la de esta mañana y Binns pasa al otro mundo de una vez, se queda en 1" Tuve que hacer grandes esfuerzos por no reírme. Snape nos dijo: "Bueno, la mía os la pensaba perdonar igual, lo de Binns, creo que es imposible. En cuanto a lo de McGonagall... ¿cuántos puntos os ha quitado?" "Treinta en total, quince a cada uno" contesté rápidamente, antes de que el profesor notase que tenía miedo. "Bien, Malfoy me ha contado lo ocurrido... " –dijo Snape, en un tono en el que hasta César se asustó- "os sumo 40 puntos por ser ocurrentes en vuestras respuestas, ahora volved al comedor". "Sí profesor" contestamos al unísono. Definitivamente, este profesor molaba.
Por la tarde nos tocaba adivinación. Aquella tarde prometía risas. Aunque claro, César y yo estábamos hechos fosfatina, porque llevábamos sin comer desde la cena del día anterior. Total, que entramos en aquel aula y percibimos un olor embriagador. César y yo nos sentamos al final de la clase para echarnos un sueñecito, mientras Trelawney (la profesora) contaba sus movidas y nos decía hasta de qué nos íbamos a morir (literalmente). Y allí estábamos ya en el séptimo u octavo sueño cuando Malfoy y sus amigos nos despertaron para decirnos que íbamos a leer el futuro en las tostadas. La profesora empezó a repartirlas, y a César y a mi nos las tuvo que dar 3 ó 4 veces porque nos las comíamos. Cuando hubo acabado de repartirlas nos dijo: "A ver abrid todos el libro en la página 345" Abrí mi mochila en busca del libro y vi que no lo llevaba y miré a César, y el tampoco lo había cogido. "¿Qué hacemos?" susurré, de manera que sólo mi compañero pudiera oirlo. "Abramos el de cualquier otra asignatura". Cogí el de transformaciones y lo abrí y me puse a mirar la tostada como si no hubiera visto una en la vida. De repente, se nos acerca Trelawney por la espalda... "Mmm... no habéis traído los libros". César se quedó petrificado, y es que en la penumbra la forma de insecto del cuerpo de la profesora asustaba de verdad. Miré atrás y le dije: "¿Se acaba de da cuenta o lo ha visto en la bola de cristal?". César me miró flipando, prácticamente como el resto de la clase. Malfoy me susurró: "Tía, que ya va la 4ª detención y estamos a lunes". "Señorita Vázquez," -dijo la profesora- "5 puntos menos para Slytherin y ya hablaremos de su castigo... respondiendo a su pregunta, lo vi en los posos del té del desayuno". "Err....¿profesora?" dijo César "Dígame Sr. Domínguez" "No, que no somos de Slyhterin sino de Gryffindor". La gente de la clase miraba a César como diciendo: "Pero qué me cuentas". La profesora se limitó a responder. "Bueno, devuelvo 5 puntos a Slytherin y le quito los 5 a Gryffindor".
A la salida de aquella clase, mi compañero recibió aplausos de todos los que allí estuvieron presentes, por un momento fue casi más famoso que el payaso de Potter. Ya sólo nos quedaba la hora de pociones y teníamos la tarde libre. Bajamos a las mazmorras... y para nuestra sorpresa, en la clase también tenían que estar lo de Gryffindor. Yo dije algo como: "Esto es mala suerte" y César asintió. Me senté con él en un pupitre al fondo, pero viendo el profesor nuestra conducta (era el primer Lunes de curso y ya llevábamos 3 detenciones) nos separó. Me tuve que sentar delante con la empollona de Gryffindor, Hermione Granger y a César lo sentó con Weasley... no me preguntéis cual de ellos porque son como 50.000. A los 5 minutos de haber empezado a hacer aquella poción del sueño vi algo como un cometa que caía a los pies de Snape... era el caldero de un gordo tontorrón. "Longbotton, no me gusta tener que repetirme, pero estreno siempre el curso llamándole a usted inútil". No hubo otro incidente de esa clase, pero los Gryffindor perdieron 55 puntos en aquella clase, les está bien empleado.
Por fin la tarde era nuestra. No teníamos deberes. Bueno sí, un trabajo de Historia de la Magia, para la semana que viene... pero en fin, ya se lo copiaríamos al empollón/ a de turno. Cogimos una pelota de fútbol y fuimos a los terrenos del colegio. Nos pusimos a jugar al fútbol, pero llegó Potter a molestar. No es que dijera nada, pero sólo su presencia nos rompe la concentración. De todas maneras, nadie se atreve a hacerle nada porque es el protegido del chiflado del director. Bueno, sí, hay un chico que siempre se mete con él. Malfoy. Se acercó a Potter y le dijo: "Hombre, si está aquí el pobre huerfanito, el zanahorio, la sangre sucia y el squib" Todos reíamos menos los afectados. Entonces saltó la empollona: "A ver si cierras las boca sangre limpia, porque tus dos amiguitos nuevos, Domínguez y Vázquez, no son sangres limpias". Entonces le dijo César: "¿Por qué no te callas pava?". Es que esa chica es idiota. Pero entonces cogí mi varita y con un simple hechizo le pegué los labios a la empollona y no los podía abrir. Weasley se tiró a pegar a Malfoy y el gordo inútil a César. Entonces llegó McGonagall y los separó. Nos castigó a todos y prometió darle cuenta al jefe de la casa. Esos puñeteros Gryffindor nos habían arruinado la fiesta...
Ya para la hora de la cena, César y yo juramos como Scarlata O'Hara (ya sabéis: "A DIOS PONGO POR TESTIGO, QUE JAMÁS VOLVERÉ A PASAR HAMBRE") Pero se habían esmerado, sopita y salchichas con patatas. Nos comimos lo nuestro y lo de los demás. Cuando llegamos a la sala común Snape nos separó a los dos de los demás y nos dijo: "No me deis ni un problema , o tomaré medidas". Cuando se fue César me dijo: "¿Medidas de qué? ¿De ancho o de largo?". Decidimos que íbamos a dormir porque nos iba a costar digerir todas aquellas salchichas.
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