Harry Potter
y la increible batalla de chascos
Por:
Megawacky Max
-o-
-Capítulo 3-
Camino a La Madriguera
Los ojos de Harry no podían cerrarse, debido a la sorpresa.
-¿Viajaste hasta aquí en esto? -preguntó a Hermione.
-Sí, por eso llegué durante el desayuno.
Una persona surgió del autobús. Un muchacho un poco más grande que Harry, aún con granos y con su uniforme rojo.
-Bienvenidos al Autobús Notcángulo, el trasporte del... ¡¡Neville!! -exclamó Stan Shunpike en cuanto vio que se trataba de Harry- ¡Nos volvemos a encontrar!
-Hola, Stan -balbuceó Harry.
-¡Y recuerdas mi nombre! -gritó emocionado Stan-. Pasen, pasen por favor.
Stan se apresuró a cargar el baul de Harry mientras él y Hermione entraban al autobús.
-¿Neville? -preguntó Hermione.
-No preguntes -explicó Harry.
Harry reconoció al conductor. Su nombre era Ernie Prang y era un mago ya entrado en años, con grandes anteojos que lo observaban. Stan apareció a los pocos segundos, sonriendo de oreja a oreja.
-¡Ernie, mira! ¡Mira quién regresó! ¡¡Neville!!
Harry y Hermione se miraron. Hermione decidió hablar.
-¿Cuáles son nuestras camas?
-¡Las mejores, por supuesto! ¡Las de la primera fila!
El Autobús Noctángulo, un enorme autobús rojo de dos pisos con enormes ruedas y grandes faros frontales, carecía de asientos. En su lugar había grandes camas. Harry ya había viajado en él antes, dos años atrás, luego de huir de la casa de sus tíos. Y, si la memoria no le fallaba, había sido un viaje muy movido.
Stan señaló la cama justo detrás del asiento del conductor, y la cama siguiente a la primera.
-Sus lugares -indicó Stan, sonriendo-, y, ¿a dónde van?
-¿Conoce La Madriguera? -preguntó Hermione.
-Mmm... -Stan parecía confuso de repente- No... no recuerdo...
-¿La casa de los Weasley? Seguro, puedo llevarlos.
Ernie, el conductor, había hablado. Todos lo miraron.
-El señor Weasley es parte del Ministerio. Lo conozco -explicó.
-Ah, bueno, eso lo explica todo -dijo Stan con una sonrisa. Miró a Harry-. El viaje serían once Sickles, Neville, pero por ser tú, entonces nada más que seis. Lo mismo para tu novia.
Harry y Hermione se miraron con las cejas levantadas. Harry se volvió a Stan.
-Eh, no es mi novia.
-Ah, vamos -dijo Stan con una sonrisita y un guiño de ojo-. Lo sé, porque lo leí en un artículo de El Profeta, el año pasado -miró a Hermione-. Déjame recordar... ¿Hermi... eh... Hermione, correcto?
El año pasado, una bruja reportera llamada Rita Skeeter había plagado las páginas de las publicaciones mágicas con notas sobre Harry, de las cuales muy poco era cierto. El sólo recuerdo del artículo hizo sonrojar a Hermione.
-Todo fue mentira -explicó con timidez-. Rita Skeeter inventó todo para conseguir notas.
Pero Stan estaba seguro de sí mismo.
-No van a engañarme, tórtolos -dijo, y Harry y Hermione enrojecieron a la vez-. Así que... La Madriguera, ¿verdad? Bueno, entonces serán doce Sickles en total, a menos que quieran una taza de chocolate caliente.
Harry y Hermione se apresuraron a pagar, antes que Stan hiciese más preguntas. Ernie pisó el acelerador tan de repente que tanto las camas como Harry y Hermione se precipitaron hacia el fondo del autobús. Stan permaneció en su sitio, de pie, supuestamente acostumbrado a las reacciones bruscas del conductor.
Hermione se sentó en su cama y comenzó a leer un libro, "Todo sobre las lechuzas de éste y otros paises". Harry supuso, mientras la observaba desde su propia cama, que Hermione estaba buscando teorías sobre la supuesta desaparición de las lechuzas en toda Gran Bretaña.
-Te gusta, ¿eh? -oyó que le susurraban. Giró la vista y vió a Stan, girado en su asiento y con la barbilla descansando sobre sus manos, las que apoyaba en el respaldo de la silla.
-No es mi novia -dijo Harry en voz baja, un poco molesto.
Stan no volvió a molestar durante un buen rato. El Autobús Noctángulo, manejado por Ernie, hacía el destartalado itinerario que Harry aún recordaba. Solía subirse a las calles, pero nunca atropellaba nada: los postes de luz, botes de basura, hidrantes e incluso casas completas se hacían a un lado para dejarle paso al enorme vehículo, todo para luego regresar a sus respectivos lugares y volverse objetos sin vida otra vez.
Hermione, de repente, cerró el libro de lechuzas en un sonido seco que sobresaltó a Harry, Stan y hasta a un viejo mago que dormía placidamente, un par de camas atrás.
-No hay nada -murmuró Hermione-. No entiendo por qué han desaparecido todas las lechuzas.
-¿No lo sabes? -dijo Stan. Hermione y Harry lo observaron-. Han desaparecido. Nada más.
-Sí, bueno... Y me imagino que no sabés por qué desaparecieron -dijo Hermione con un cierto tono de indignación.
-No -admitió Stan-, pero no ha de ser nada bueno. Sin lechuzas, El Profeta no llega a sus lectores y el noventa y cinco porciento del correo de magos está varado. Me imagino que el Ministerio estará sumido en el caos.
-Tal vez el señor Weasley sepa algo -opinó Harry-, o quizá Percy. Es tan aplicado que ya debe tener media docena de teorías.
-Es posible -aceptó Hermione-. Podremos preguntarle al llegar -miró a Stan-. ¿Cuánto cree que tardará?
-Oh, sólo una hora -dijo Ernie antes que Stan abriera la boca-. Conozco bien el camino.
Dijo eso en el instante en que un enorme edificio de oficinas se hacía a un lado para dejarle paso.
Harry sabía que no podía estar muy lejos. Ya había viajado hasta La Madriguera desde su casa, en auto. En un auto volador, pero un auto al fin. El viaje no había durado mucho, y como el autobús iba a tales velocidades, calculó que no tardarían en llegar.
Ni Harry ni Hermione pudieron pensar en la posibilidad de dormir. Ambos se preguntaban cómo hacían los otros magos para descansar con los bruscos movimientos del autobús. Harry llegó a sospechar que los pasajeros traían consigo Poción para Dormir Sin Soñar. Él ya la había probado, al final del curso anterior en Hogwarts, y era efectiva para el sueño profundo.
Hicieron un par de paradas antes de llegar a La Madriguera. Un par de brujas ancianas hicieron un muy deseado arribo en una pequeña casa rural. Luego, el mago anciano que dormía en la parte de atrás fue despertado por Stan para que descendiera en su parada. Finalmente, tal como le había ocurrido a Harry hace dos años, él fue el último en el autobús, pero ahora Hermione lo acompañaba.
Stan volvió a girar en su asiento mientras Ernie aceleraba a fondo.
-Solo quedan ustedes. Ernie los llevará a La Madriguera.
-Bien -dijo Harry. No tenía ganas de hablar.
Hermione volvió a abrir el libro de lechuzas. Harry procuraba no pensar en nada. En poco tiempo estaría con los Weasley, y eso no podía entristecerlo. Stan, sin embargo, lo sacó de sus pensamientos.
-Y... ¿Cómo se siente ganar el Torneo de los Tres Magos?
No solo Harry lo observó con sorpresa, sino que Hermione dejó de leer su libro.
-¿Eh? -dijo Harry.
-El Toneo, Neville. El Torneo del año pasado -explicó Stan-. Y, a propósito, no sabía que "Neville" era tu apodo.
-Su NOMBRE es Harry Potter -dijo Hermione, ya sin poder contenerse-. Neville es el nombre de un compañero de curso.
Stan la observó con curiosidad.
-¿De verdad? -miró a Harry- ¿Y por qué nos habías dicho que...?
-Estaba en un apuro -se apresuró a explicar Harry-. Pensé que estaba en problemas con el Ministerio de la Magia, y no quería que me descubrieran.
De hecho, Harry había hinchado como a un globo a su detestable tía Marge por accidente en aquella ocasión. Stan se echó a reir.
-¿Harry Potter... Harry Potter... en problemas con el... el... Ministerio de la Magia? Ese sí que es un buen chiste.
-No era gracioso dos años atrás -dijo Harry.
-Disculpa, Neville... eh... Harry... -Stan dijo, dejando de reir-. ¿Realmente crees que alguien tan famoso como tú puede meterse en problemas con el Ministerio?
-Sí...
-No digas tonterías, Harry -rió Stan-. El Ministerio te debe mucho. Practicamente les salvaste la vida a todos cuando acabaste con Ya-Sabes-Quién. Eso lo sabe todo el mundo.
Harry no contestó. Lo que Stan acababa de decir era mucho más que un cumplido.
-Eh... Stan... -Harry comenzó, pero no se atrevía a terminar la pregunta. Finalmente se decidió:-, ¿realmente crees que acabé con Vol... eh... Ya-Sabes-Quién?
-Claro que sí -respondió sonriendo-. ¿Por qué?
-Curiosidad -dijo Harry, aunque tanto él como Hermione estaban pensando exactamente lo mismo.
Stan no parecía saber que Voldemor había regresado. Estaba convencido de que Harry lo había acabado. Eso quería decir, sin lugar a dudas, que el Ministerio no había dado parte a la comunidad mágica sobre la reaparición del mago más tenebroso de todos los tiempos.
Harry recordó, de repente, una tremenda discusión que había tenido lugar en la enfermería de Hogwarts, justo al final del Torneo de los Tres Magos. El señor Fudge, Ministro de la Magia, se había negado rotundamente a aceptar los hechos que Albus Dumbledore le intentaba hacer entender: Voldemort había regresado.
Fudge, asustado pero ofendido, rechazó toda teoría relacionada al Innombrable. La relación amistosa entre Fudge y Dumbledore se había roto, y ahora había dos bandos: por un lado, Dumbledore y todos los que confiaran en él; y por el otro, Fudge y todos los que rechazaran la realidad de lo que estaba ocurriendo.
Hermione se arriezgó a averiguar más.
-Es una verdadera tristeza recordar la tragedia durante la última prueba -dijo. Harry la observó con sorpresa.
-Sí -dijo Stan, sin sonreír-. Pobre muchacho. Diggory, ¿verdad, Ernie? Es increible que esa araña gigante los halla atacado de semejante forma... pero... es la escencia del Torneo, ¿verdad, Ernie? Pudo ser peor.
Ahora Harry y Hermione estaban seguros. Fudge había ocultado toda la información referente a lo que realmente ocurrió aquella noche. La comunidad mágica, salvo por unos pocos, ignoraba lo que verdaderamente estaba pasando.
El Autobús Noctángulo realizó una muy brusca detención, con un estridente chillido de los frenos. Las camas (y también Harry y Hermione, tomados por sorpresa) fueron arrojadas hacia el frente. Stan observó a un lado, hacia las ventanas. Ernie se dió vuelta en su asiento y anunció:
-La Madriguera, muchachos.
