Harry Potter
y la increible batalla de chascos
Por:
Megawacky Max
-o-
-Capítulo 4-
Sobre los Weasleys
A pocos metros del autobús se alzaba una casa de contrucción retorcida y con múltiples pisos. Había un letrero que anunciaba: La Madriguera.
-¡Harry!
Alguien corría hacia ellos; una pequeña multitud. Harry los reconoció: los gemelos Fred y George y su hermano (y mejor amigo de Harry) Ron. Todos eran tremendamente pelirrojos. Ron se adelantó.
-¡Harry! ¡Hermione! ¡Qué bueno que pudieron venir!
-¡Hola, Ernie! -dijeron Fred y George al unísono.
-¿Lo conocen? -preguntó Hermione.
-Bah, ellos fueron los responsables de que la dirección del autobús se invirtiera misteriosamente -dijo Ernie con un poco de enfado.
-No sé cómo pasó -le susurró Fred a Harry en una risita.
Stan y los gemelos ayudaron a Harry y Hermione a bajar los equipajes. Harry, entonces, se percató de algo.
-¿Dónde está Crookshanks? -preguntó a Hermione.
Crookshanks era la mascota de Hermione: un gato con pelambre canela y cola de brocha. Había sido toda una pesadilla para Ron durante el tercer año en Hogwarts, pero se calmó eventualmente.
-Ah -dijo Hermione-, está... en mi baúl.
-¿Eh?
-Sí, mira...
Hermione abrió su baúl, una vez que lo depositaron en el césped, y extrajo de éste a Crookshanks, pero no tenía el pelo canela y tampoco parecía vivo; ahora era de un blanco perlado y parecía embalsamado. Harry se asustó.
-¿Qué le pasó? -preguntó.
-No te asustes, Harry -dijo George-. Eso es obra de las píldoras de petrificación.
-¿Píldoras de qué?
-Píldoras de petrificación -dijo Fred-. Pueden petrificar al que las consume, pero nunca los mata. Sólo las inmoviliza.
-Pero... -pensó Ron-, para deshacer el efecto hace falta el uso de la varita.
Para sorpresa de todos, Hermione se puso colorada.
-Me di cuenta cuando ya era tarde -dijo. El resto se echó a reir-. ¡No se rían! No puedo usar magia fuera de la escuela hasta que no sea mayor... De otra forma...
-No te preocupes -dijo Ron-, seguro que mi padre puede ayudarte.
Una vez que los equipajes de Harry y Hermione estaban en el piso junto a sus dueños, Ernie y Stan desaparecieron con todo y el autobús en un estruendoso rugido. Los gemelos y Ron ayudaron a cargar los baules hasta la casa. Entraron, y fueron recibidos de inmediato por una mujer rechoncha de baja estatura.
-¡Harry, cariño!
Lo siguiente que Harry sintió fue un apretado abrazo de parte de la madre de Ron, Molly Weasley. La señora Weasley era toda una madre modelo: educada, amable, y estricta en lo que se refiera a seguir las reglas. Tenía un afecto por Harry que hacía que éste se ruborice.
-Hola, señora Weasley... -dijo Harry con el poco aire que le quedaba-... eh, ya puede soltarme.
-¡Oh, sí, disculpa!
La señora Weasley soltó a Harry y vió a Hermione.
-Ah, hola, Hermione.
Hermione le devolvió el saludo, aunque parecía ser que aún le quedaba un poco de rencor por lo que Rita Skeeter escribió sobre ella y Harry el año pasado. Había hecho creer a todos que había una especie de triángulo amoroso entre Harry, Hermione y un alumno de una escuela extrangera, llamado Victor Krum.
-Mamá, olvida el reportaje, ¿está bien? -dijo Ron al descifrar la expresión en el rostro de su madre-. ¡Todo fue inventado!
-Lo sé... pero es que... ¡hacen tan linda pareja! -dijo, sonriendo. Harry y Hermione se pusieron colorados.
-¡No somos novios! -dijeron al mismo tiempo.
-Como ustedes digan, muchachos -dijo Fred, guiñando oportunamente un ojo-. Como ustedes digan...
Los Weasley ayudaron a entrar los baules a la cocina de la casa, en donde los dejaron para descansar. Harry observó los alrededores. La cocina de los Weasley estaba, como siempre, repleta de toda clase de cosas: libros de cocina, ollas, cacerolas y, lo más interesante de todo, un reloj de pared con nueve manecillas de oro y ningún número en sus bordes.
Aquel reloj era una muy importante fuente de información para la familia. Cada una de las manecillas, todas de diferentes tamaños, correspondían a un integrante de la familia Weasley, y su posición en el reloj indicaba su estado actual. Las palabras en los bordes eran claras: "en el trabajo", "en casa", "en problemas", y hasta había una que decía "en peligro de muerte". En aquel momento, seis de las manecillas estaban fijas en "en casa", pero había tres que apuntaban a "en el trabajo".
-Y entonces -dijo al fin la señora Weasley, sacando la mente de Harry del reloj-, ¿cómo han pasado el verano?
-Sí, cuéntanos, Harry -pidió George-. ¿Hiciste caer a tu primo con las bromas?
-¡George! -dijo la señora Weasley.
-Soy Fred, mamá -sonrió George.
-No me vengas con eso -dijo su madre-. Fred o George, los dos hubieran preguntado lo mismo.
-Tienes razón, mamá -dijeron a dúo los gemelos.
Harry les narró a los Weasley todo lo que había pasado desde que se vieron por última vez en King's Cross, al regresar del último curso en Hogwarts. No eran buenas noticias, pero le gustó que alguien se preocupara por él.
-¡Esos Dursley! -dijo la señora Weasley sin esconder su enojo-. ¿Cómo pueden ser tan insensibles?
-No se enoje, señora Weasley. Ya me acostumbré -dijo Harry. La señora Weasley le dirigió una mirada de ternura.
-Pobrecito... -dijo.
-¿Y qué hay de ustedes? -preguntó Harry.
-Ah, la pasamos bien -dijo Ron-. Me costó explicarle a todos que Sirius Black era inocente.
-¿Les explicaste? -preguntó Harry.
-Nos explicó -dijo la señora Weasley-. ¡Pobrecito! ¡Tantos años que pudiste pasar con tu padrino, en lugar de con esos... esos... muggles!
Fue un triste recuerdo. Cuando Harry descubrió la verdad sobre la inocencia de su padrino, éste tuvo que escapar, y la hermosa ilusión de irse a vivir lejos de los Dursley se había desvanecido.
-Bueno, es que el curso anterior fue muy movido -dijo Fred.
-¡Claro! Con todo eso del Torneo de los Tres Magos... Muy movido -corroboró su gemelo.
-¿Y qué pasó en el Ministerio? -quizo saber Hermione-. ¿Saben que Voldemort...?
Los Weasley se echaron atrás de un salto, asustados.
-Perdón... -se disculpó Hermione-. Quice decir... Ya-Saben-Quién. Eh... ¿Sabe el Ministerio que ha regresado?
La señora Weasley bajó la vista.
-Me temo -dijo- que Fudge no ha cambiado su opinión. No le ha contado a nadie y evita todo comentario al respecto. Arthur ha estado muy ocupado desde el fin del último curso. Está dividido entre su trabajo en el Ministerio... y la ayuda que puede proporcionarle a Dumbledore. Es difícil, ¡Fudge no debe descubrirlo!
-Pero supongo que Percy lo ayuda, ¿verdad? -preguntó Hermione.
-Ah... me temo que no.
La preocupación de la señora Weasley se hizo más evidente.
-Percy no ha estado nada bien desde la desaparición de Barty Crouch -explicó-. Se ha empeñado tanto en su trabajo que tuvo un ataque de nervios. Le recomendaron descansar, pero lo tomó como una mala broma.
-¿Y qué le pasó? -preguntó Harry.
-Está en casa -dijo Fred.
-Sí, literalmente amarrado a su cama -sonrió George.
-No es gracioso -dijo su madre en tono de advertencia-. Su hermano está pasando por una crisis nerviosa, y lo menos que pueden hacer es dejarlo descansar.
-Sí, mami -dijeron a dúo los gemelos, sonriendo de forma muy desagradable.
En ese momento, una persona que Harry nunca había visto en la casa apareció por las escaleras.
-Ah, hola, Penélope -saludó la señora Weasley-. Harry, Hermione, creo que la conocen. Ella es Penélope Clearwater...
-La novia de Percy -dijeron los gemelos.
-... y está aquí para cuidar de él -continuó la señora Weasley con tono firme.
Penélope saludó a Harry y a Hermione. Ya la conocían; Penélope había sido una de las víctimas de un basilisco (una serpiente gigante que mata con la mirada fija y petrifica con miradas indirectas) hace ya tres años atrás. Percy se había puesto muy mal cuando ella fue atacada.
-¿Cómo está Percy? -preguntó la señora Weasley.
-Nervioso. No para de hablar de trabajo. Hay que calmarlo.
-¿No han probado darle Poción para Dormir sin Soñar? -preguntó Harry.
-No serviría, Harry, cariño. Percy volvería a preocuparse al despertar.
Harry recordó algo que había pasado al regresar de las garras de Voldemort cuando éste volvió a la vida: Dumbledore había insitido en que Harry volviera a revivir la historia para él, antes de mandarlo a la cama. Comprendió lo que quería decir; no valía la pena ir a dormir para dejar de lado las preocupaciones... Era mucho mejor enfrenterlas primero.
-Bueno -dijo Ron-, mejor vamos a mi habitación, Harry. Hay que preparar las camas, y todo eso.
Harry asintió. Los gemelos ayudaron a cargar los baules y comenzaron a subir las escaleras de la casa. George se detuvo a mitad de camino, en el segundo rellano de la casa.
-Eh, Harry, espera...
Harry se detuvo, al igual que Hermione y Ron. Fred y George dejaron el baúl que cargaban en las escaleras y, en silencio, se acercaron a la puerta de la habitación de Percy, que estaba cerrada.
-¡TU BANDEJA DE ENTRADA ESTÁ LLENA DE ASUNTOS PENDIENTES! -gritaron a dúo hacia la puerta. El sonido siguiente fue el grito de terror de Percy al otro lado de ésta.
-¡Fred! ¡George! -se escuchó gritar a la señora Weasley entre las carcajadas de Harry y Ron (Hermione prefirió no opinar)- ¡Dejen descansar a su hermano!
-Está bien, mamá -gritó Fred-, después de todo... ¡AÚN TIENE MUCHO TRABAJO QUE HACER!
Y mientras Percy volvía a gritar, los gemelos se apresuraron a correr hasta la habitación de Ron, cargando el baúl con ellos. Harry, Ron y Hermione los siguieron, ellos riendo, y ella prefiriendo permanecer sin emitir opiniones ante actos tan infantiles.
