Harry Potter

Harry Potter
y la increible batalla de chascos

Por:

Megawacky Max

-o-

-Capítulo 7-
La prefecta


Para cuando la última lechuza abandonó la cocina de los Weasley, se podía apreciar una pequeña montaña de diarios sobre la mesa de la habitación. El señor Weasley se pasó todo el día leyendo las noticias atrasadas. La señora Weasley también leía, pero no con tanto interés como su esposo.

Harry y Ron decidieron salir para ver si veían a Hedwig, o tal vez a Errol, la vieja lechuza de la familia Weasley; pero ninguna otra ave surcó aquella zona durante toda la mañana.

Hermione también había salido a esperar, pero estaba tan ansiosa por la llegada del correo (y la carta de Hogwarts) que Harry y Ron se escaparon a los quince minutos. Hermione simplemente no dejaba de hablar de que aún no había comprado nada para el quinto curso.

Harry y Ron esperaron en la habitación de éste, hasta que la señora Weasley los llamó para almorzar. Bajaron. Ya estaban todos en la mesa, incluso Penélope Clearwater. El señor Weasley aún estaba leyendo los periódicos.

-¿Puedes dejarlo para más tarde? -le replicó su esposa.

-Tengo que ponerme al día -dijo el señor Weasley, sin siquiera levantar la vista de su lectura.

El almuerzo transcurrió con normalidad, si se ignoraba el hecho de que el señor Weasley no apartaba ni un minuto los ojos del diaro, o que Hermione miraba hacia la ventana con más frecuencia que Harry. Entonces, Hermione se levantó de la mesa con tal rapidez que los demás se echaron atrás del susto (excepto el señor Weasley, que no apartó la vista del diario).

-¡Harry, mira! -gritó Hermione.

No hacía falta que Hermione le gritara que mirase, Harry ya la había visto, esperando en la ventana. Era Hedwig, una gran lechuza embra albina, y no le traía una carta, sino un gran fajo de ellas.

-¡Eh, también está Errol! -dijo George, y ahora hasta el señor Weasley giró la cabeza para ver al pobre Errol justo detrás de Hedwig. También traía un fajo de cartas.

Harry se apresuró a abrir la ventana. Hedwig entró volando, dejo el fajo de cartas en las manos de su amo y, sin detenerse a saludar, regresó a la ventana y tomó el fajo de cartas de Errol. Regresó adentro y lo depositó frente a la señora Weasley. Luego volvió a salir (también sin detenerse) y ayudó a Errol a entrar a la cocina. Los Weasley le hicieron lugar en la mesa para que Hedwig depositara a la pobre lechuza macho, con suavidad, en la superficie de madera.

-¡Hedwig!

Hedwig había volado al encuentro de su amo, quien no rechazó el cordial saludo. El señor y la señora Weasley, con ayuda de Penélope, examinaban a Errol, mientras que Hermione, Ginny y Ron se acercaban a Harry. Los gemelos comenzaron a examinar las cartas del fajo de Errol.

-Sí, sí... Hedwig... También estoy contento de verte... deja de picotearme...

Hedwig estaba demostrando su alegría con muchos picotazos de saludo, pero Harry ya empezaba a molestarse por aquello. Afortunadamente, Hedwig se alejó volando hasta posarse en la ventana para descansar. Harry examinó entonces el fajo de cartas. Había muchas. La mayoría eran felicitaciones de cumpleaños; una de Sirius, su padrino; otra de Hagrid, el guardabosques de Hogwarts y amigo de Harry; otra de Hermione y otra más de parte de Ron.

-Ah,sí, la envié con Pidwidgeon, pero nunca volvió, je -dijo Ron. Harry supuso que Pigwidgeon se la pasó a Hedwig cuando ambas se encontraron en Hogwarts.

Siguió revisando el correo. Encontró la carta escrita en tinta verde esmeralda... la carta de Hogwarts. Pero no había una, sino dos. Una para Harry... y otra para Hermione.

-Hermione, es tu carta -dijo Harry. Los ojos de Hermione se abrieron por la ansiedad. Tomó su carta en un movimiento rápido que asustó a Harry. No pudo evitar notar que el sobre de Hermione era un poco más grueso. Mientras Harry abría su carta, Hermione hacía lo mismo con la suya.

Como siempre, la carta le informaba a Harry que el inicio de clases sería el primero de Septiembre, y que debía estar en King's Cross para tomar el Expreso de Hogwarts a las once de la mañana. El segundo pergamino en el sobre indicaba una lista de los libros y elementos para el siguiente curso:


LISTA DE ELEMENTOS PARA EL QUINTO AÑO EN HOGWARTS

LIBROS:


-"Libro Reglamentario de Hechizos (Clase 5)" de Miranda Goshawk
-"Guía a la Transformación - Nivel avanzado" de Emeric Switch
-"El pequeño libro de las grandes predicciones" de Andrea Futura
-"Grandes bestias de este mundo" de Jacob East
-"Études contre les foncées forces" de Anabelle Ferànett
-"Herbología para magia avanzada" de Laverne Bloom
-"Substancias de cuidado y cómo elaborarlas" de Sordidaleus Leak

OTROS ELEMENTOS PARA EL PRESENTE CURSO

-1 casco de piel de Dragón
-1 protector visual mágico
-1 túnica anti-flama
-1 capa anti-flama
-1 par de botas de piel de dragón

NOTA: LOS ELEMENTOS ANTERIORES SON DE PRESENCIA OBLIGATORIA PARA TODOS LOS ALUMNOS. DEBEN LLEVAR UNA ETIQUETA CON EL NOMBRE DEL PROPIETARIO.

Harry observó a Ron, que también lo observaba luego de leer lo mismo que Harry.

-¿Para qué necesitamos todas estas cosas? -preguntó Ron, casi con preocupación.

-¡NO PUEDO CREERLO!

Harry y los Weasley saltaron del susto. Hermione había gritado aquellas palabras. La chica observaba su carta de Hogwarts con los ojos muy abiertos y una sonrisa de oreja a oreja. Ron, curioso, se acercó por detrás y comenzó a leer la carta sobre el hombro de Hermione. Casi de inmediato, sus ojos también se ensancharon, pero él no estaba feliz.

-Oh... no... -dijo.

-Oh, sí... -dijo Hermione.

-Oh, no, no...

-¡Oh, sí, sí!

-¡Oh, no, no, noooo!

-¡Oh, sí, sí, !

-¿Qué pasa? -preguntó Harry.

Hermione y Ron levantaron la vista. Ella, con una sonrisa aún más pronunciada. Ron, con una cara de horror. Abrieron la boca y dijeron a la vez, con felicidad y pánico respectivamente:

-¡Harry! ¡He sido (Ha sido) elegida PREFECTA DE HOGWARTS!

-¿No es fantástico? -dijo Hermione.

-¿No es horrendo? -dijo Ron a su vez.

-¡Felicidades! -dijo la señora Weasley-. Es algo maravilloso. Bill y Percy fueron prefectos también. Sé que lo harás bien.

La alegría de Hermione duró todo aquel día, por lo que Harry y Ron trataban de evitarla a toda costa. Harry había estado en lo cierto al notar que el sobre de Hermione era más grueso. Traía información complementaria para los prefectos, entre lo cual se destacaban las largas listas de reglas de Hogwarts, los objetos de uso prohibido en los pasillos, la lista de los alumnos más problemáticos (encabezada, de lejos, por los gemelos Weasley) y muchas otras cosas.

Harry se alegró por Hermione, pero Ron no lo encontró nada bien.

-¡Va a ser toda una pesadilla! -le dijo a Harry cuando estaban solos en su habitación-. ¡Tú la conoces! ¡Es tan quisquillosa que va a obligar a todos a caminar con libros en la cabeza, por aquello de la rectitud!

Los gemelos tampoco lo encontraron divertido.

-Nos va a traer problemas -comentó Fred con total preocupación.

-Sí, ella conoce muchas de nuestras entradas secretas -agregó George-. No nos va a dejar regresar a las cocinas para sacar comida.

Harry, entonces, vio las cosas desde otro punto. ¿Dejaría Hermione que Harry usase la capa invisible que le dejó su padre, para escabullirse por los corredores del castillo? Harry conocía demasiado bien a Hermione para saber que sería inflexible a cualquier regla. Ya en tercer año, Hermione delató a Harry ante la profesora McGonagall por haber recibido una Saeta de Fuego (escoba voladora) de forma anónima. Y, pese a que era para proteger a Harry, éste no pudo evitar pensar que Hermione lo había traicionado.

¿Haría lo mismo durante este curso?, se preguntaba Harry.

* * *

La señora Weasley despertó a todos muy temprano, la mañana siguiente. Tenían menos de una semana para conseguir los elementos para la escuela, así que pasarían todo ese día en el callejón Diagon.

El desayuno transcurrió en total calma, excepto por Hermione, que no dejaba de leer la parte de la carta que decía que era Prefecta. Luego de comer salchicas y avena, la señora Weasley buscó en una maceta sobre la chimenea, sacando un puñado de polvos flú. Le dio un poco a cada uno y luego sacó la varita y apuntó a la chimenea.

-¡Incendio! -gritó, y en la chimenea surgieron grandes llamas de fuego. El señor Weasley echó su pizca de polvo a las llamas, que se volvieron verdes y tan altas como el propio señor Weasley, y luego avanzó hacia ellas, gritando alto y claro: "¡Al callejón Diagon!". Las llamas lo envolvieron y el señor Weasley desapareció entre ellas. Luego fue el turno de los gemelos Weasley, primero George y luego Fred. A continuación, fue el turno de Harry.

La última vez que Harry había intentado usar los polvos flú en aquella casa, su desconocimiento del mundo mágico lo llevó a equivocarse y aparecer en una de las chimeneas del callejón Nockturn (una ramificación siniestra del callejón Diagon), pero ahora no iba a equivocarse.

Echó su puñado de polvo a las llamas. Se volvieron verdes. Era ahora o nunca.

-¡Al callejón Diagon! -gritó, fuerte y claro, justo antes de saltar hacia las llamas.

Sintió que era envuelto por un torrente de fuego y cenizas. Todo giraba a su alrededor, pero no podía distraerse. Las chimeneas, cientos de ellas, pasaban ante sus ojos a gran velocidad. Ya estaba a punto de marearse, cuando vió las piernas de los gemelos al otro lado de una de las chimeneas. Era esa. Avanzó... sintió que caía hacia el piso, pero algo lo detuvo, justo antes de impactar.

-¡Bien hecho, Harry!

-Pero, la próxima vez, no te tropieces.

Harry miró a ambos lados. Los gemelos lo sostenían de los brazos, a pocos centímetros del piso.

-Gracias... Ya pueden soltarme.

Y los gemelos lo hicieron, dejando que Harry terminara su pequeño trayecto hasta el duro piso de madera.

-No de esa forma...

-Especifíca -sonrió Fred.

-¡Fred! ¡George! -dijo el señor Weasley-. ¡Eso no es gracioso!

Los gemelos ayudaron a Harry a ponerse de pie a la vez que Ron salía de la chimenea y se sacudía el hollín de las ropas. Luego apareció Hermione (seguía sonriendo) y, finalmente, Ginny y la señora Weasley.

Harry observó los alrededores. Estaban en una habitación de madera. Reconoció el lugar.

-¿El Caldero Chorreante? -preguntó.

-Sí -contestó el señor Weasley-, la Red Flú está conectada a esta chimenea. Bueno, será mejor que vayamos al callejón. Ya veo que tienen mucho que comprar.

-Tenemos que pasar por Gringotts -dijo la señora Weasley con un tono de preocupación en la voz.

-No te preocupes, mamá -dijo George, muy de repente.

-Sí, nosotros pagamos -agregó Fred.

Todos los miraron.

-No digan tonterías -dijo su madre-. Ustedes no tienen dinero.

-¿Apuestas? -dijo Fred con una risita. Acto seguido, sacaron de sus bolsillos varias bolsitas, rebosantes en Galleons de oro. Harry sonrió; esos eran los Galleons que les había dado al final del curso anterior. Los Weasley, por otra parte, parecían horrorizados.

-¿¿De dónde... sacaron...?? -decía el señor Weasley.

-¡No los han robado! ¿Verdad? -preguntó asustada la señora Weasley.

-Mamá, tranquila. No robamos nada. Los ganamos.

-Sí -dijo Fred-, al señor Zonko le ha encantado los Sortilegios Weasley, y nos ha pagado por adelantado.

Por un momento, hasta Harry se tragó esa mentira. Los señores Weasley parecían confundidos, pero agradecidos de que no hayan robado.

-Bueno, eh... entonces... eh... Felicidades -decía su madre, todavía es estado de sorpresa.

Los Weasley y Hermione salieron del Caldero Chorreante para dirigirse al callejón Diagon. Los gemelos esperaron para quedarse con Harry.

-Me alegra saber que van a usar los Galleons que les dí -sonrió éste.

-¿Disculpa? -dijo George-. Harry, estos NO SON los que nos diste.

-¿Eh?

-Esos ya los gastamos -rió Fred.

-Pero... entonces...

Los gemelos le sonrieron.

-Ya te lo dijimos, Harry...

-... al señor Zonko le encantaron nuestros chascos.

Y con un significativo guiño de ojo, los gemelos salieron del pub, dejando a Harry confundido, pero contento al mismo tiempo.

-o-