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-Capítulo 12-
Incendio-Combústor

Las clases comenzaron al día siguiente. Harry bajó a desayunar y pudo apreciar que, de hecho, había muchas sillas vacías en el Gran Salón. Parecía que faltaban varios estudiantes de Gryffindor, Hufflepuff y Ravenclaw. Sin embargo, la mesa de Slytherin parecía estar tan llena como siempre.

Y hablando de Slytherin, la primera cosa que Harry pudo ver en aquella mesa, fue a Draco Malfoy, mirando y burlándose de Harry por medio de extrañas pantomimas que lo mostraban asustándose de algo.

-No le hagas caso. Es por lo de anoche. Ya sabes, lo de Cedric y Moody -le dijo Ron.

Harry tuvo que hacerle caso, aunque le hubiera encantado poder vengarse de alguna forma de Draco. La idea de tenerlo como principal víctima en la Batalla de Chascos le vino a la mente en menos de un segundo.

-¡Hola! -Hermione acababa de sentarse junto a ellos en la mesa de su casa. Tenía una enorme sonrisa en los labios y una brillante insignia de Prefecta sobre la túnica-. Tomen, son sus horarios.

Le dio a Harry y a Ron una copia a cada uno. Observaron sus horarios.

-A ver, pues... -murmuró Ron, mordiéndose un poco la lengua mientras revisaba las clases-. Ahora tenemos Transformaciones, y luego hay Encantamientos. Luego comemos y después vamos a una clase doble de... ¿Botánica?... con los de Hufflepuff.

-Qué raro, no recuerdo haber tenido nunca clases dobles de Botánica -dijo Harry.

Qué bien! ¡Clases dobles de Botánica después de comer! -musitó Neville, alegre, justo en frente de Harry y sosteniendo en sus manos el horario que Hermione le acababa de alcanzar.

Durante el desayuno, Harry tuvo la primer visión de la mesa de los profesores. Tal como Moody se lo había dicho, había muchas caras nuevas. Reconoció, sin embargo, a Mundungus Fletcher. Pero había muchas más personas de lo habitual. Se sorprendió al ver a Fleur Delacour (a quien conoció durante el curso anterior) y al mismísimo profesor Lupin, quien había decidido renunciar cuando la noticia de que era licántropo se había dado a conocer. Pero lo que hizo que Harry escupiera accidentalmente el jugo de calabaza que tenía en la boca, fue ver junto a los profesores a...

Señora Figg!

Harry! ¡No escupas jugo, o me veré obligada a sacarle puntos a Gryffindor! -se quejó Hermione.

Harry ni la escuchó. Tampoco vio a Ron maldecirlo en voz baja por haberle escupido jugo en la túnica y en gran parte de la cara. Sólo estaba concentrado en la anciana sentada a un lado de Lupin.

Es la señora Figg! -dijo Harry.

-¿Qué? ¿Eh? ¡Ah, ella! -dijo hermione-. ¿La conoces? Se llama Arabella. Creo que va a ser una de las profesoras.

Harry volvió la vista a Hermione.

-¡Ella vive en Privet Drive! -dijo. Hermione no se sorprendió.

-¿Y? No eres el único mago de Gran Bretaña, ¿sabes?

Harry parpadeó ante la respuesta de Hermione. La chica continuó hablando mientras terminaba su tostada.

-Dumbledore mandó llamar a varios amigos. ¿Recuerdas cuando estabas en la enfermería, al final del curso anterior? Bueno, madam Figg es parte del... "antiguo grupo".

-Sí, pero... ¿Para qué está aquí?

-Por seguridad -dijo Hermione, y no le pudieron sacar otra palabra.

Ni bien terminó el desayuno, Harry se apresuró a correr hasta la mesa de los profesores, esperando poder hablar con la señora Figg.

-¡Oh, *Haggy*! -lo detuvo una mano que se aferró a su brazo. Era Fleur-. ¡Qué *aleguía vegte*! ¿No es *magavilloso*? ¡Conseguí *tgabajo* aquí, como *pgofesoga* de Defensa Contra las *Agtes Oscugas*!

-Ah, sí... Hola, Fleur... Disculpa... tengo que hablar con... alguien...

-¡Oh, ouí, mis disculpas! ¡Nos *vegemos* en clase!

Fleur soltó a Harry y éste avanzó hacia la señora Figg, imaginando de paso la cara que habría puesto Ron cuando supo que Fleur era profesora. Se abrió paso entre la multitud.

-¡Señora Figg! ¡Se... Señora Figg!

Harry!

La señora Figg se acercó y le dedicó un tremendo abrazo. Cuando se separaron, Harry la observaba con ojos confusos.

-¿Era usted una bruja, y nunca me lo dijo?

La señora Figg dio una risita.

-No podía -rió-. Pero eso te lo explicaré otro día. Ahora será mejor que vayas a tu primera clase. No querrás llegar tarde.

-Sí, pero...

No hubo tiempo de preguntar. La señora Figg se escabulló entre los demás profesores. Ron apareció junto a Harry y le jaló de la manga de la túnica.

-¡Vamos! No quiero llegar tarde...

Harry y Ron (y Hermione, que los seguía muy de cerca) caminaron hasta la primera clase, Transformaciones, a cargo de Minerva McGonagall. Harry le comentó a Ron y Hermione todo lo relacionado a la señora Figg.

-¿¿O sea que has vivido cerca de una bruja y TAMPOCO te dijo la verdad sobre ti?? -preguntó Ron. Harry negó con la cabeza. Hermione, sin embargo, seguía sin sorprenderse.

La primera clase de Transformaciones fue bastante normal. Luego de anotar varias complicadas anotaciones en la pizarra, la profesora McGonagall le dio a cada uno de los estudiantes un pequeño cubo cuadrado. Se suponía que el cubo contenía un gas de color rojo.

-Lo que deben hacer -explicó la profesora- es transformar el cubo en una esfera SIN que se escape ni una partícula de gas. Esto se conoce como Transformación Sólida de Objetos, y es muy usada para reparar algunas cosas que contienen líquidos o substancias nocivas. A ver, inténtenlo.

De más está decir que la primera nube de gas se elevó por sobre la cabeza de Neville, quien había transformado su cubo en un ramo de flores humeante. Harry consiguió transformarlo, pero se había escapado un poco del gas. Ron, por su parte, hizo un total desaste y transformó el cubo en una esfera, pero en una esfera muy pequeña.

-Ron -advirtió Hermione-, mejor le aumentas el tamaño, porque el gas no está transformado, o sea, ocupa el mismo espacio, y como ahora tiene menos habitación, lo más probable es que...

¡BUM!

La pequeña esfera de gas estalló, lanzando gas en todas direcciones.

Después de la accidentada clase de Transformaciones, le llegó el turno a Encantamientos. Flitwick (un mago bajito y de voz chillona) explicó la teoría de un hechizo para modificar el ánimo. No quería ir a la parte práctica hasta que no lo dominaran bien, porque podía volver el primer día de clases en una avalancha de malas actitudes a causa de efectos colaterales del hechizo.

Llegó la hora de comer, y los alumnos de las cuatro casas avanzaron hacia el Gran Salón. Hermione no acompañó a Harry y a Ron en la comida. Estaba sentada en el extremo opuesto de la mesa, leyendo un libro.

-¿No crees que actúa DEMASIADO extraña? -le preguntó Harry a Ron.

-¿Eh? ¿Quién? No estoy mirando.

Harry observó a Ron. Tenía la mirada fija en la mesa de los profesores y Harry hubiera apostado su Saeta de Fuego a que estaba mirando a Fleur.

La siguiente clase era Botánica, con Hufflepuff, pero antes de ir hacia los invernaderos, los alumnos de Gryffindor debieron regresar a la torre para buscar la indumentaria adecuada. Los horarios indicaban que debían ir a las clases de Botánica con el extraño conjunto antiflama.

-Qué raro. Pensé que todo esto era para algún bichejo de Hagrid -comentó Ron mientras buscaba su capa antiflama.

Harry lo acompañaba en el sentimiento. ¿Para qué podía necesitar todo ese equipo en Botánica? La respuesta vino en cuestión de minutos, cuando ya se encontraban en el invernadero 3 y la profesora Sprout mostraba una extraña planta dentro de una vitrina de cristal.

-Muchachos -comenzó la profesora-, hoy vamos a empezar con una planta muy peligrosa, y sin embargo, muy útil. Esta -señaló con un dedo al pequeño arbolito- es una Incendio-Combústor.

Nadie entendió. Sólo Hermione y Neville emitieron un sonoro "¡Ooooh!" de asombro. Harry no entendía el chiste. Aquel era un arbolito pequeño, poco más grande que un bonsai, y no tenía ni una sola hoja en todo su retorcido y delgado tronco, ni en ninguna de sus aún más delgadas ramitas. Lo único extraño de aquella planta eran las finas lineas de humo que parecían salir de algunos diminutos huecos.

-Ahora la verán en acción. Por favor, colóquense el equipo -indicó la profesora Sprout.

Todo el equipo antiflama era pesadísimo. El casco hacía que Harry perdiera el equilibrio. Cuando ya todos estaban protegidos (incluso la profesora), Sprout destrabó la tapa de aquella pequeña celda de vidrio y se echó hacia atrás. Levantó la tapa de un golpe.

-¡¡Ahh!! -gritaron todos. Harry sintió que un calor infernal le había penetrado en todo el cuerpo, y tuvo que cubrirse los ojos para protegerse del incandesente destello que surgió del frente. Entonces, tanto el destello y el calor disminuyeron, por lo que Harry (y muchos otros) pudieron bajar la guardia y mirar.

El pequeño árbol estaba en llamas, no rojas sino verdes, que ondeaban a lo largo y ancho de su copa. Se podía escuchar un suave rugido, producto de la combustión de los gases que la planta emanaba.

La profesora Sprout, viendo con placer las caras de bobo que todos (menos Hermione y Neville) tenían, se acercó al arbolito y desarmó el resto de la caja de vidrio.

-Como habrán notado -dijo-, esta planta no tiene hojas, sino llamas. Su madera tiene propiedades mágicas que la hacen inmune al fuego, por lo que es muy preciada y valorada a la hora de construir protecciones antiflama. En lugar de clorofila, las Incendio-Combústor generan gases combustibles que se queman al salir de su interior. Ese es otro punto por el que estas plantas son muy buscadas; pueden dar combustible. No soportan el agua, y se apagan si no hay oxígeno, así que no son muy comunes. Sólo crecen en algunas cuevas con buenas entradas de aire, en donde no carezcan de oxígeno y en donde el agua nunca las toque.

La Incendio-Combústor destelló, lanzando una pequeña bola de fuego verde hacia el otro lado del invernadero, dejando a su paso un sendero de humo.

-¡Ah, está lanzando semillas! -dijo la profesora-. ¿Ya estamos en esa época? ¡Cúbranse! ¡Esto va a estallar!

No hubo necesidad de repetirlo. Todos se refugiaron bajos las mesas de trabajo. La Incendio-Combústor comenzó a disparar semillas a diestra y siniestra, llenando el aire de llamas verdes y extraños sonidos de estallidos, similar a los que se escuchan al hacer palomitas de maiz.

Pero las palimitas de maiz no eran peligrosas. Las semillas de la planta volaban a velocidades muy altas, rompiendo algunos cristales del invernadero e incendiando las mesas en las que aterrizaban.

-¡Rápido! ¡Utilizen encantamientos de agua!

-¡Fluvio! -gritó Hermione, poniéndose de pie y enfrentando los pequeños incendios. De su varita surgió un corto chorro de agua que apagó las llamas verdes de manera parcial-. ¡Vamos, ayúdenme! -gritó a los demás.

Harry y Ron fueron los siguientes.

-¡Fluvio! -gritaron, imitando a Hermione. Más chorros de agua volaron hacia las llamas.

El resto de los estudiantes comenzaron a salir de los escondites, realizando el mismo hechizo de agua. Al cabo de varios minutos, la situación estaba controlada. La profesora Sprout observó a las múltiples ventanitas rotas.

-Tsk, tsk, tsk... ¡Reparo! -gritó. Las ventanitas de repararon-. Bueno, eso fue interesante. Acabamos de ver la forma en que las Incendio-Combústor se reproducen, lanzando semillas de fuego.

-Sí, y espero no volverlo a ver nunca más -murmuró Ron, frotándose una pequeña quemadura en la mano.

El resto de la clase también se quejaba, excepto, por supuesto, Hermione y Neville. La chica ya había anotado todo lo que pudo sobre la planta. Neville se había quedado admirando esa extraña obra de la naturaleza con ojos de súplica.

La profesora Sprout mantuvo la Incendio-Combústor encendida por otra media hora, mientras explicaba más datos sobre aquella planta. Luego volvió a encerrarla en su jaula de cristal, en la que se apagó al quedar sin oxígeno.

Luego de semejante clase, les dejó un montón de tarea en relación a esa planta, cosa que hizo poner blanco a Ron y contento a Neville. Este se quedó después de clase para hablar con la profesora. Ron, que no quería saber nada más al respecto, arrastró a Harry de vuelta a la sala común. Hermione no los acompañó. Se excusó a mitad de camino, alegando que tenía que patrullar uno de los corredores.

-¿Eh? Comienzas a hablar como Filch -dijo Ron.

-¡Es mi deber como Prefecta, Ron! -se defendió Hermione-. ¡Si los Prefectos no vigilamos, el castillo se volverá un caos! ¡Ah, y ya comprendo por qué Filch odia tanto a Peeves! ¡Ese poltergeist le hace la vida imposible a los prefectos! ¡Me han contado muchas historias!

-Bueno, bueno, ya... Ve a vigilar... Nosotros nos vamos.

Hermione se fue por su lado. Harry y Ron, por el suyo.

-Hablando en serio... se parece más a Percy -balbuceó Ron.

-Ajá... -asintió Harry.

-Psst...

Se detuvieron. Alguien los llamaba, pero no sabían ni quién, ni de dónde.

-¡Pssst!

Miraron en todas direcciones. No había nadie.

-¡Aquí arriba, tonto!

Miraron hacia el techo. Fred y George los observaban desde un hueco en las alturas.

-¿Qué hacen ahí arriba? -preguntó Ron.

-¿Está con ustedes? -preguntó Fred.

-¿Eh?

-Hermione. ¿Está con ustedes?

-N... No...

-¡Perfecto! -sonrió George-. Vengan a ver.

Arrojaron una escalera de cuerdas, que se desenrolló hasta tocal el piso con su final. Harry y Ron intercambiaron una mirada y sonrieron. Subieron por la escalera.

-¡Ya verán lo que encontramos! -dijo Fred, emocionado.

-¡Lo más increible que hemos visto! ¡No entiendo cómo lo pasamos por alto! -agregó George.

-¡Nos va a servir para la Batalla de Chascos! -declaró Fred, emocionado, mientras Ron y Harry entraban por el hueco y subían la escalera.

Tan pronto como la escalera estaba guardada,los gemelos cerraron el hueco en el techo, que ahora estaba escondido por un gran candelabro. Sea lo que fuere que los gemelos Weasley habían encontrado, pensó Harry, tenía que ser diabolicamente perfecto para su idea, porque nunca, jamás, los había visto tan contentos.

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