Capítulo III: "Bienvenidos alumnos"

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Una mano agarraba el hombro de Harry y lo zamarreaba de adelante hacia atrás, Harry lo único que atinaba a hacer era dar palmadas y gruñidos ininteligibles, estaba durmiendo tan bien que no quería despertarse y no lo hizo, la mano ya había dejado de molestarlo y escuchó que los pasos se retiraban, pero un momento después volvieron...

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- ¡Harry despierta! – el chico despertó de golpe, con una de sus manos en su cabeza. Un chico pelirrojo estaba frente a él con un cojín en la mano y un rostro ojeroso. Harry lo miró con cara de malos amigos, pero antes de preguntarle por qué le había pegado, el pelirrojo respondió – lo siento Harry, pero no te despertabas con nada.

- Hummm... – Harry bostezó sonoramente – ok, si tenías que hacerlo.

- Ya levántate será – le dijo Ron tirándolo del brazo – mi mamá no quiso despertarte, según ella te veías como un "angelito" – dijo en tono burlón.

Harry se levantó de la cama con pereza, sin antes estirarse todo lo que podía. Se dirigió al baño a tomar una ducha, después de vestirse con sus ropas muggles, ya que como todos los años no quería llegar a la estación con la túnica puesta.

Harry estaba algo más despierto y más energético ya y bajó a desayunar donde ya todos estaban sentados, conversando muy entusiasmados, en especial los gemelos Fred y George que como siempre planeando más travesuras y maneras de molestar a los demás de forma muy inocente. La señora Weasley al parecer estaba preparando unos sandwishes muy apresurada. Ginny y Hermione cuchicheaban en una esquina de la mesa. Harry se sentó al lado de Ron que se servía unas gachas de avena, Harry tomó su plato y empezó a comer...

- Bueno, Harry – le dijo Ron con un suspiro – ya nos tenemos que ir.

- Sip... – le respondió Harry

- No puedo esperar a probar esos hechizos que he aprendido en ese estúpido de Malfoy – dijo el pelirrojo con una sonrisa a la que Harry respondió con otra.

- Es verdad... – dijo Harry.

- ¿Por qué será que las chicas se ponen tan misteriosas? – preguntó Ron de repente mientras echaba un vistazo a las dos chicas que conversaban muy entusiasmadas aunque silenciosamente – Mi papá me ha hablado sobre esto... dice que las chicas se ponen muy... raras a esta edad. Dice que hay que tener cuidado con ellas – le susurró al final

- Supongo que será parte de su naturaleza... – le dijo Harry sin saber por qué hablaba sobre chicas, al parecer Ron estaba madurando antes que él, ya que se interesaba con esos temas más que él mismo.

Era cierto, cuando Harry estaba en su escuela muggle le habían hablado en la clase de biología que entre la edad de los catorce en adelante los chicos comenzaban a madurar, y no sólo físicamente, lo que ya había notado Harry en sí mismo, aunque seguía siendo el chico de esos ojos verde esmeralda y con ese singular pelo despeinado color azabache, él había notado que ya le habían salido una que otra espinilla, hablaba con gallitos hace un tiempo y ahora hablaba con una voz completamente diferente algo más grave, le había crecido cada parte de su cuerpo y le había salido algo de barbilla en el rostro. No sólo era eso... pensaba en cosas a veces totalmente distintas... como en su apariencia por ejemplo, de lo que no se había preocupado antes, pensaba más en su futuro, incluso había pensado más en chicas ya no sólo era atracción sino también a sentir curiosidad por lo que pensaban o incluso querer tener nuevas sensaciones... ¿eso sería madurar, o sólo era ser pervertido?, ¿o quizá ser pervertido era parte de madurar?... Sería algo nuevo en qué pensar.

Harry sacudió su cabeza despidiéndose de sus ensimismados pensamientos, fijándose en su plato que ya estaba vacío puso sus manos sobre la mesa, echó la silla hacia atrás y se paró seguido por Ron que lo miraba como si supiera lo que había estado pensando.

- ¿Por qué dijiste que había que tener cuidado con las chicas desde ahora? – preguntó Harry mientras abría la puerta del cuarto de Ron para poder entrar.

- Tú sabes... – le decía Ron – ...se ponen raras, así... pretensiosas, sensibles, irritables, melindrosas, se meten en tus cosas y hablan de ti a tus espaldas o al menos es lo que mis hermanos me han dicho.- luego se encogió de hombros

- ¿Crees que Hermione se ponga así?

- La pregunta que haces! – exclamó Ron apunto de una carcajada – ¿no te fijaste como andaba en el callejón Diagon?. ¿Y ya viste? se cortó el pelo distinto, lo que no había hecho desde que nos conocimos. Antes lo tenía recto y ahora lo tiene escalonado...¿O no te fijaste?

Harry asintió, aunque no por lo del corte de pelo de Hermione (del que no se había fijado ni un poco), sino por lo otro que había dicho. Su amigo tenía toda la razón. Harry se sorprendía de lo mucho que sabía, bueno... que de todas maneras Harry no tenía mucho de donde aprender, ya que los Dursley no tenían ningún interés en la educación de Harry, la única persona con la que podría hablar realmente a gusto o al menos más cómodo sería su padre, el que lamentablemente no tenía, o algo como un padre, alguien como... Sirius, su padrino, pero lamentablemente él era un prófugo de la ley, había escapado de Azkaban y era perseguido por gente del ministerio de magia, lo que hacía que su comunicación se dificultara un tanto, la verdad... mucho.

Harry y Ron se volvieron a sus baúles para revisar si es que les faltaba alguna cosa y echar lo que les faltaba. Harry estaba de lo mejor tratando de meter a Hedwig en su jaula cuando un grito de sorpresa de Ron lo distrajo (Hedwig aprovechó de escapar). Harry se volteó a mirar a Ron y preguntarle qué había pasado, pero antes de eso el pelirrojo había sacado alguna prenda de su baúl y la había estirado cosa de poder contemplarla. Harry al ver lo que su amigo sostenía lanzó una pequeña sonrisa, Ron tenía una expresión de no poder creérselo y una pequeña sonrisa temblaba en sus labios...

- Ha... Harry... e-es – tartamudeaba de la emoción - ¡Una túnica de gala nueva! ¡ésto es genial! – decía muy contento, casi saltando, mientras agitaba su nueva túnica color púrpura muy oscuro y muy bonita y lo más importante... sin puntillas.

- ¡Qué bien Ron! – dijo Harry tratando de parecer sorprendido. - ¿De quién es?

- Mmmm... no sé..., no dice ni trae nada... – dijo Ron revisándola.- Ah, no mira! trae un mensaje... "De nada hermanito... le estamos cumpliendo una promesa a un gran amigo, esperamos que te guste, o si no... tendrás que asistir desnudo a algún otro baile! Fred y George. ¡Importante! no se la muestres a mamá." – Ron no se la creía - ¡De Fred y George! ¿¡De dónde sacaron el dinero!?

- ¡Qué importa! – le dijo Harry - es tuya!... Vamos a mostrársela a Hermione

- No! espera – en el rostro de Ron se dibujó una sonrisa maliciosa – dejaré que sea una sorpresa.

- Ok.

Con una sonrisa de oreja a oreja Ron guardó su nueva túnica en su baúl, estaba muy contento de no tener que volver a usar esa vieja túnica con puntillas y color rojo que tenía.

Los dos chicos bajaron al recibidor, luego salieron al jardín donde un auto (no era el mismo que habían usado para ir a buscar a Harry) los esperaba con el motor encendido. Era de color azul oscuro pero brillante a la vez, tenía un gran portamaletas (aunque quizás podría ser más grande). El señor Weasley ayudó a Harry y a Ron a echar sus cosas, luego esperaron a que llegaran Ginny y Hermione, que ya tardaban mucho. Después de unos 10 minutos las chicas salieron de "la madriguera", Hermione obviamente algo más cargada por todo lo que llevaba, Ron le ofreció amablemente (lo que le pareció muy raro a la chica) ayudarla con los bultos. Luego de poner todo en su lugar, la familia Weasley (a excepción de Percy que supuestamente tenía mucho trabajo), Hermione y Harry abordaron el auto, que era mucho más grande por dentro de lo que se veía por fuera, dándole una última mirada a la que para Harry había sido su hogar durante el verano. El chofer de automóvil, un hombre de una expresión algo siniestra, como si estuviera conduciendo un carro funerario, los saludó con una sonrisa que no se le veía del todo bien en su gastado rostro, los chicos respondieron al saludo, luego el chofer pisó el acelerador y partieron rumbo a Londres, a la estación King's Cross.

El viaje fue algo silencioso, una que otra vez alguien se limitaba a mencionar alguna palabra o frase que, si es que era interesante algún otro se reducían a responder.

Unas pocas horas después, el auto se detuvo, todos miraron por la ventana... ya estaban ahí, en la estación King's Cross.

Los chicos tomaron sus cosas y las llevaron hasta llegar a la pared que separaba el andén nueve del andén diez. Lo único que tenían que hacer era atravesar esa muralla, esa muralla los separaba del mundo mágico, si la cruzaban podrían llegar al andén 9 y ¾, y poder abordar el expreso a Hogwarts que los llevaría a la estación del único pueblo enteramente mágico de Gran Bretaña, Hogsmeade. De ahí, unos carruajes que no necesitaban de caballos o de ningún animal o fuerza para jalarlos, sólo magia, los llevaría a su colegio.

Harry ya había traspasado el muro, al levantar su cabeza que había bajado para cruzar la pared con menos difilcultad, éste se encontró como todos los años... el andén 9 y ¾ atestado de adultos, ancianos y niños de todas las edades, ambulando por todos lados y dándose abrazos, saludos o simplemente quejándose del fin de las vacaciones. Habían pequeños niños abrazados a los que parecían ser sus hermanos mayores que se tendrían que ir de su lado, padres retando o discutiendo con sus hijos por olvidar alguna cosa en casa, entre ellos Harry vislumbró a Neville, un chico muy despistado y olvidadizo que era compañero de Harry en Gryffindor... ya estaba siendo atormentado por su abuela.

En otro rincón vio que Dean Thomas y Seamus Finnigan (otro de sus compañeros) estaban al parecer observando un álbum de fotos.

Harry se fue junto a Ron y Ginny, que estaban junto a sus padres despidiéndose y dándose consejos para el año. Por fin la señora Weasley hizo lo que Harry por parte avergonzaba mucho pero de cierto modo le agradaba... lo abrazó.

- Harry, querido... – le decía mientras le daba un fuerte abrazo y lo besaba en la frente -... quiero que te cuides muy bien, no hagas travesuras y cuídate de Tu-ya-sabes-quién. Este año todo será muy peligroso – se notó un pequeño sollozo en su voz.

- Señora Weasley... – le decía Harry tratando de apartarse – no se preocupe, me cuidaré... en serio. – le dirigió una sonrisa.

- Sí mamá – le dijo Ron – estaremos bien, no te preocupes. – su madre le sonrió.

- Bien chicos – agregó el señor Waesley – que tengan un muy buen año. Los chicos asintieron – Y que ganen varios TIMOS.

- Ah... por cierto – dijo la señora Weasley – con gusto los recibiré a todos durante las vacaciones de Navidad y Año nuevo. Díganle también a Hermione – Ron asintió.

- Mami, ya nos vamos o no alcanzaremos asientos – dijo Ginny que se despidió con un beso de sus padres y subió al tren. Los chicos la siguieron sin antes despedirse de los señores Weasley.

Ron y Harry llevaron su equipaje a un vagón casi vacío al final del tren, se acomodaron y se sentaron. Harry miró por la ventana donde vio a las familias que se despedían con señas, ademanes y gritos. Un poco rato después un hombre hizo sonar el silbato que anunciaba la partida. La locomotora comenzó a echar humo y las ruedas de a poco comenzaron a rodar lentamente por las vías... ya estaban en camino.

Al principio los chicos estuvieron muy callados, miraban por la ventana como los paisajes iban cambiando, un cometario de Ron cortó el silencio que los embargaba...

- Harry... – le llamó la atención y Harry los miró -...¿No crees que hace falta algo? - Harry se le quedó mirando pensativo y Ron tenía la mismo expresión en su rostro. Luego los dos se miraron con los ojos muy abiertos...

- ¡Hermione! - exclamaron al mismo tiempo.

- No nos acordamos de ella! – gritó Ron - ...¿Y si no se subió al tren?, ¿Y si no viene a Hogwarts en todo el año y no la podremos ver durante todo el año?, ¿Y después cuando por fin la podamos ver se enoja con nosotros por no esperarla?, ¿Y si después se enoja por que perdió un año escolar entero y tiene que repetir quinto año por no asistir?, ¿Y si...?!!

- ¡¡Ya cálmate, Ron!! – le dijo Harry algo enojado por las rápidas y desesperadas palabras de su amigo. Luego agregó algo más calmado – Tiene que estar en algún lugar del tren – luego fue como si sobre Harry se hubiera encendido una ampolleta – ya sé! tiene que estar en el vagón de los prefectos

- Es cierto!! – exclamó Ron algo más tranquilo – como no lo pensé! ni siquiera nos dijo, la hacen prefecta y se olvida de nosotros... ¡buena amiga que resultó ser! – dijo sarcásticamente.

Harry no respondió, sólo miró a su amigo con curiosidad... ¿Por qué le interesaría tanto?.

El resto del camino se la pasaron hablando de quidditch y de varias otras cosas de interés, también se reunieron con Dean, Seamus y Neville, que los habían ido a visitar al vagón, conversaron un buen rato hasta que decidieron irse.

Un murmullo emocionado de voces desde los otros vagones anunciaba que la señora con el carrito se acercaba, llegó donde se encontraba Harry y Ron...

- ¿Van a comprar algo del carrito, chicos? – preguntó la mujer con una gran sonrisa

Harry sacó unas cuantas monedas de una bolsita que llevaba consigo compró unas cuantas ranas de chocolate, grageas de todos los sabores Bertie Bott y unos frasquitos con frío y sabroso jugo de calabaza. Dejó todo al medio para que los dos se pudieran servir (los sándwichs que había preparado la señora Weasley habían quedado olvidados). Harry conversaba de los más entusiasmado con Ron, sólo hacía falta una cosa... Hermione. Ya se echaban de menos sus reproches y los comentarios que solía hacer cuando Harry y Ron decían cualquier incoherencia.

Al parecer ya estaba empezando a atardecer, el cielo adquiría un color anaranjado y empezaba a hacer un poco más de frío, habían encontrado muy raro este viaje, no sólo por la falta de la presencia de Hermione, había otro cosa que los inquietaba, como que aparte de los reproches de Hermione, faltaba algo más... sus preguntas quedaron contestadas al instante...Un fuerte de un portazo había resonado en todo el vagón, Harry y Ron se volvieron a mirar...

- ¿pero qué hace este imbécil aquí? – le susurró Harry a Ron al ver que un chico de pelo rubio platinado peinado de forma formal, de piel muy pálida y un rostro muy puntiagudo, flaqueado por dos... tipos más, que podrían pasar perfectamente por gorilas.

- ¿Pero que no es el tarado de Potter, el pobretón de Weasley y la... – el chico se detuvo al ver que no había nadie más con ellos - ¿Y dónde está esa sangre sucia de Granger? ¿No me digan que el señor tenebroso la atacó durante el verano y ahora se encuentra muerta como debió haber estado siempre? – dijo con desagradable tono de voz. Harry tuvo que agarrar con todas sus fuerzas la ropa de Ron para que éste no echara sobre ese molestoso. Ron sólo se limitó a decir entonces...

- Mejor vete, Malfoy – dijo desafiante – o en cuanto lleguemos a Hogwarts te irá muy mal. – Malfoy soltó una sonora carcajada burlona, junto con él sus dos amigotes reían como un par de estúpidos (eso es lo que eran)

- Ay! Weasley, no me hagas reír – dijo aún riéndose, lo que causaba el enojo de los dos chicos - ¿Qué me podrías hacer, eh? ¿lanzarme chispas?

- Vete, imbécil – esta vez fue Harry quien ya no soportaba más el enojo – Será mejor que te vayas o ni mierda quedará de ti ¿entediste? ¿o te hago un dibujito?

- ¿Y quien me va a obligar, ustedes? – dijo señalándolos y riéndose a la vez, Harry Y Ron iban a responderle...

- ¿Qué te parece si esta sangre sucia te obliga, pequeño huroncito cobarde?

- ¡¡Hermione!! – exclamaron los dos chicos. Hermione se encontraba de brazos cruzados con una expresión entre seria y contenta de haber podido callar a Malfoy, les dirigió una sonrisa a Ron y a Harry.

- ¡Pero si es la sabelotodo Granger! – exclamó Draco con ironía - ¿Por qué tendría que hacerte caso? – la chica estiró sus brazos dejándolos a los lados, Malfoy se fijo en el lado derecho del pecho de Hermione (N/A: no piensen mal) y vislumbró una brillante letra "P" de plata sobre él.

- ¿Creo que eso lo explica todo, apestoso? – dijo la chica con una sonrisa maliciosa – a menos que quieran tener problemas al llegar a Hogwarts... yo no tendría problema en decirle a la prof...

- Vámonos chicos! – les ordenó Malfoy a sus Crabbe y a Goyle. Salieron de la cabina cerrando la puerta con mucha fuerza.

Hermione miró a los chicos como esperando unas felicitaciones o un simple "gracias", al parecer Harry estaba dispuesto a abrir la boca y agradecerle pero Ron se le adelantó:

- ¿¡A si es que recordaste que tenías amigos!? – le gritó Ron muy molesto

- De nada, Ron... – le dijo la chica con sarcasmo – no fue nada encargarse de Malfoy.

- Gracias, Hermione – le dijo Harry mientras miraba a Ron como diciéndole que se disculpara, pero éste no lo hizo, sólo se cruzó de brazos y se puso a mirar por la ventana, Harry habló. – ese tipo ya nos tenía que le pegábamos... ¿estabas en el vagón de los prefectos supongo?

- Sip – le contestó la chica – los prefectos de los cursos mayores nos tenían que decir unas cuantas cosas, lo que teníamos que hacer, las reglas, y todo ese tipo de cosas. Son todos super simpáticos... a excepción del nuevo prefecto de Slytherin... me cayó tan mal, es terrible de presumido, los prefectos de Ravenclaw y Hufflepuff son super simpáticos, conversamos casi todo el viaje. En especial con Sam, que es muy simpá... – Hermione no alcanzó a terminar su alargado discurso, Ron había salido de sus pensamientos al parecer...

- SAM!? quién es Sam? – le preguntó Ron – Ah... no me digas ¿es la razón por la cual te olvidaste de que existíamos?

- Ehh... Ron – le dijo Harry – no creo que Hermione se haya olvidado de nosotros...

- Ron! nunca me olvidé de ustedes – le gritó la chica – es solo que estuvimos tanto tiempo hablando que se nos pasó el tiempo y por eso no los vine a saludar! La verdad es que no debí haber venido, apenas llegó me reprochan... ADIOS, nos vemos en la estación supongo – Hermione salió como un rayo de la cabina cerrando la puerta bruscamente (la puerta ya no daba más de tantos portazos)

Los chicos se quedaron con la boca abierta, hace tiempo no la habían visto tan enojada, aunque los chicos sabían muy bien que Hermione era enojona, no la habían visto tan alterada, especialmente porque Ron antes ya la había tratado a gritos antes, y la reacción de Hermione era casi siempre indiferente, se suponía que después de estar cinco años juntos se acostumbrarían entre ellos mismos.

La verdad es que Harry se despreocupó, "la adolescencia" – pensó – "es algo rara", miró a Ron que estaba absorto en sus pensamientos y decidió no interrumpirlo o quizás le diera un puñetazo o una patada. Ron podía pegarle perfectamente con todo ese enojo. No encontraba razón por la que su amigo estuviera tan enojado, a menos que... "no, no creo, nunca fue".

Ya estaba oscureciendo, las primeras estrellas de la noche comenzaban a brillar, era una hermosa noche... nada que ver con el año anterior cuando llovía torrencialmente y terminaron todos mojados. Harry entonces sacó su túnica negra de Hogwarts de su baúl, ya estaba por llegar a la estación, Ron lo miró e hizo lo mismo que su amigo, cada uno se colocó su uniforme y se volvieron a sentar. Los dos miraron por la ventana, unas débiles luces se podían ver de lejos, seguramente estarían llegando a Hogsmeade.

Harry sintió un revoltijo en su estómago, la verdad es que se sentía muy nervioso e inseguro y lo peor al parecer era que no sabía la razón de que sus nervios le estuvieran jugando una mala pasada. Aunque pensándolo mejor... este año tendrían los TIMOS, tendrían que escoger un nuevo jugador para el equipo de quidditch de gryffindor y un nuevo capitán, el sueño que había tenido aún lo tenía inquieto sin saber el por qué y lo peor de todo... Voldemort estaría al acecho.

El tren ya estaba aminorando la marcha, se detenía lentamente hasta que al fin frenó en seco con un suave sonido de la chimenea. En ese momento Harry sintió mariposas en su estómago y solo atinó a tropezarse mientras iba bajando la corta escalera del tren, afortunadamente Ron alcanzó a sujetarlo. Los chicos se dirigieron hacia donde estaban los carruajes que los llevarían a Hogwarts, entre los murmullos de la gran multitud que había en la estación se escuchaban los graves gritos de Hagrid...

- ¡¡Los de Primer Año por aquí!! – decía con todas sus fuerzas - ¡¡Los de primer año síganme por favor!!

Como todos los años, los alumnos que recién comenzaban a asistir a Hogwarts tenían que irse en botes y cruzar el lago junto con Hagrid, era una de las ceremonias de bienvenida para los novatos.

Harry y Ron caminaron hacia los carruajes, Ron de vez en cuando estiraba el cuello, al parecer estaba buscando algo (que Harry no tenía idea), le recordaba en parte al rostro de tía Petunia cuando vigilaba a los vecinos. Los chicos subieron al carruaje seguidos por Neville y otro chico al que no conocían. El chico sólo les sonrió y se volvió a mirar hacia fuera.

El viaje fue muy tranquilo, se sentía muy agradable ir sentado admirando la hermosa noche que los rodeaba, al menos era lo que pensaba Harry, a diferencia de Ron que tenía el aspecto de un ogro. Estaba con los brazos cruzados y con la cabeza gacha.

Harry se fue hablando entonces con Neville, el chico estaba muy preocupado por este nuevo año, le preocupaba especialmente Snape, temía que estuviera más mal genio que nunca, Snape era la persona más temida por Neville y solo la presencia de él lo hacía temblar de pies a cabeza.

- Espero este año poder recordar las contraseñas para entrar a la sala común – dijo Neville algo esperanzado – No me quiero quedar nuevamente toda la noche fuera y durmiendo en los pasillos mientras el Barón Sanguinario se pasea por allí – diciendo esto último con nerviosismo.

Harry por mientras le daba al chico un discurso de autoestima, aunque no era la persona más calificada para eso, logró hacer que Neville se sintiera, al parecer, algo mejor.

Los carruajes al fin se detuvieron, Harry bajó de ahí, más ansioso que nunca de volver a pasar por los pasillos de Hogwarts y visitar las distintas salas que ahí se encontraban. Aunque Harry ya había visto su colegio muchas veces, jamás lo dejaba de sorprender. El enorme castillo se imponía en el paisaje, repleto de ventanas y de torres, era como estar en la edad feudal. Delante del castillo se situaba un gran lago negro que reflejaba las estrellas, ese lago separaba a Hogwarts de Hogsmeade, allí vivían montones de criaturas (las que Harry tuvo la oportunidad de conocer). A un lado del castillo se ubicaba un frondoso y oscuro bosque y sobre todo el imponente paisaje había una noche llena de estrellas con una media luna.

Ante Harry se ubicaba una escalera de piedra seguida de una enorme puerta de roble, que se abría mágicamente. Al quedar abierta, la figura de una mujer algo anciana y de rostro muy severo quedó al descubierto, llevaba una túnica verde muy oscuro y un sombrero puntiagudo, bajo el sombrero de podía observar que llevaba su cabello atado en un muy apretado moño.

- Bienvenidos alumnos... – dijo la bruja aún con su seria expresión – a un nuevo año en Hogwarts. – se escucharon algunos murmullos de emoción entre los alumnos. – Hagan el favor de entrar, todos iremos al Gran Salón donde después de la ceremonia de selección se celebrará el banquete de bienvenida... Síganme por favor.

La gran multitud siguió a la mujer por los lúgubres pasillos alumbrados por unas pocas antorchas, subieron escaleras y pasaron al lado de unas viejas armaduras. Había sido muy tranquilo... Harry se esperaba las sorpresas que como todos los años les tenía preparado Peeves, el poltergeit que habitaba en Hogwarts, nunca desaprovechaba la oportunidad de gastarles una broma a los alumnos. A Harry se le pasó por la cabeza, tan solo unos segundos, de que los fantasmas de Hogwarts habían decidido echar al Peeves del castillo, pero esa idea fue desechada de inmediato... Al parecer Peeves estaba esperando a que la profesora McGonagall se fuera, ya que apenas la bruja se marchó a buscar a los nuevos estudiantes, el Poltergeits salió de detrás del cuadro de un mago de la edad media y como por arte de magia hizo que todo el vestíbulo se empezara a mover, todos los alumnos tenían un enorme griterío, algunos se cayeron al no poder mantenerse en pie por el movimiento, todo era un caos y por supuesto Peeves se retorcijaba de la risa en un rincón, los prefectos de las casas ordenaban Peeves que detuviera tal travesura... el cual por supuesto hizo caso omiso a los mandatos, estaba muy divertido como para detener todo esto. El piso se seguía moviendo, el techo ondeaba sobre ellos y las antorchas se encendían y apagaban o cambiaban de color (a los magos de familia muggle, eso les recordaba una discoteca).

En eso, la puerta del gran comedor se abrió, Peeves dejó de reír al mismo tiempo que hacía que todo quedara en orden, los alumnos se calmaron un poco y la gran mayoría miró al hombre que se encontraba al otro lado de la puerta, un hombre de una miraba demasiado fría y severa, de nariz muy ganchuda y pelo negro y grasiento...

- Pro-pro... profesor Snape – decía apenas Peeves – yo sólo estaba...

- Se perfectamente lo que hacías, estúpido enano endiablado – le respondió el profesor con su inconfundible voz la que hacía temblar a cualquiera – ahora vete! ya has retrasado demasiado la ceremonia de bienvenida. – Peeves se marchó de inmediato, sin antes lanzar algunas groserías a los alumnos y botar las armaduras que estaban en su camino. Con un movimiento de varita de Snape, todo volvió a su lugar - Síganme! Ya hemos perdido mucho tiempo. Los de primero ya deberían estar esperando aquí. – Snape giró sobre sus talones lo cual hizo que su capa hiciera un frufrú y continuó hasta la mesa central.

Harry y los demás alumnos entraron al Gran Comedor, toda la sala se imponía ante ellos. Harry no se dejaba se sorprender de Hogwarts... toda esa infinidad de velas levitadoras que hacían parecer el salón más mágico de lo que ya era, las cuatro enormes mesas de cada casa con otra delante de todas que pertenecía a los profesores, en las paredes los estandartes de cada casa, cada uno con sus colores respectivos, su mascota y su inicial. Las antorchas y los antiguos pilares de piedra bien tallada que sostenían el techo, el cual estaba precioso... hacía parecer de que en vez de estar en el gran salón estuvieran en los mismos terrenos fuera del castillo contemplando la noche, el cielo parecía de terciopelo negro con millones de puntitos blancos y brillantes en él.

Harry se dirigió a la mesa de Gryffindor y se sentó junto a Ron más o menos en la mitad de la mesa, Ron seguía estirando el cuello de vez en cuando y parándose de su asiento a cada rato, parecía como si hubieran clavos y no se pudiera sentar. Todos los alumnos hacían un gran alboroto, todos se saludaban entre ellos y se hacían señas. Ya todas las casas estaban en orden, aunque aún seguía habiendo mucho ruido.

En eso llegó Hermione, venía desde la mesa de los profesores, se sentó frente a Harry al cual le sonrió y Ron la miró fríamente, la chica no le hizo caso, sólo se dio vuelta. Un hombre muy anciano estaba tintineando su copa tratando de llamar la atención. El anciano era de estatura alta, tenía una barba extremadamente larga de un color blanco casi plateado que llamaba mucho la atención, llevaba unos anteojos de media luna y una túnica bastante larga color morado con cintas doradas.

Todos en la sala se quedaron en silencio, el único ruido que había era el de un leve viento que sacudía suavemente algunas ventanas...

- Bienvenidos queridos alumnos a un nuevo año en Hogwarts – dijo el hombre de la barba – espero que hayan tenido unas agradables vacaciones y que sus cerebros hayan podido descansar – esto último lo dijo con una gran sonrisa - ¡pero ya es tiempo de que sus huecas cabezas vuelvan a trabajar! – hubo algunas risas entre el público, pero Hermione al parecer no le gustó mucho el comentario del, hombre... "no soy una cabeza hueca" – Lo siento señorita Granger, el comentario no iba para todos – todos miraron a Hermione y ella se sonrojó profundamente ocultando su cabeza bajo sus brazos. Ron soltó una pequeña carcajada. – Bien estimados alumnos, ahora daremos comienzo a la ceremonia de selección.

En ese instante se abrió la gran puerta de roble, delante de una caravana de niños iba la profesora McGonagall. La profesora hizo que los alumnos de detuvieran, ella subió hacia la mesa de los profesores y entró por una puerta, al volver traía con ella una especie de sombrero de mago, estaba muy desgastado, tenía algunas costuras rotas y estaba muy empolvado. El sombrero hizo una especie de movimiento y se abrió una ranura en el ala del sombrero...

Oh, novato en Hogwarts!

Soy el que decidirá tu destino

el que sabrá todo de ti

Soy el seleccionador

Leeré tu mente

descubriré tus miedos y deseos.

No temas probarme...

que no contagio los piojos

Sólo te asignaré una casa,

donde grandes cosas podrás lograr

y donde una nueva familia encontrarás

Podrías quedar en Gryffindor

donde el valor resalta en ti.

Llenos de espíritu

que te ayudará a pasar cualquier prueba.

La seguridad y fulgor en sus actos son cosa de admiración.

Así como también está Ravenclaw,

donde prevalece la sabiduría,

gente astuta y sagaz.

Donde la garra para pensar

se compara con la gran y poderosa garra del águila.

O podrías quedar en Slytherin

donde la ambición es la característica que los diferencia de otras

casas.

Harían lo que fuera para alcanzar sus metas.

Una gran amistad los une con un mismo ideal.

¿O querrías pertenecer a Hufflepuff?

donde el esfuerzo y la constancia son tus mejores aliados.

Esa gente no se rinde hasta lograr sus metas.

Gente muy perseverante y capaz.

Así es que no temas probarme.

Sólo leeré tu mente.

Mis elecciones jamás erran.

Pruébame y verás que estoy en lo cierto

Por algo me llaman...

"El sombrero seleccionador"

Hubo una gran ovación de parte de todos los que estaban en el comedor, el sombrero seleccionador volvió a su lugar en el taburete y se cerró la ranura en el ala. La profesora McGonagall se ubicó junto al sombrero...

- Cuando diga sus nombres – dijo la mujer – por favor pasen adelante a probarse el sombrero que los seleccionará para sus casas...- la profesora desenrolló un pergamino....

- Adams, Rachel! – Harry vio como una chica morena con expresión algo nerviosa subía hacia donde se encontraba en sombrero y era seleccionada para Hufflepuff donde su casa la recibía con grandes aplausos.

Después de eso ya no tomó mucha atención, tenía mucha hambre y lo único que quería en ese momento era que la selección terminara para que comenzara el banquete.

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Continuará...