23 de Julio de 1998.


Querido diario:

Es por la noche. Estoy escribiéndote acostada bocabajo. Te quería contar que hoy me sucedió algo increíble... Como si de repente encontrase a mi alma gemela, ei incluso, mucho más que eso. Empezaré por el principio:

Bueno, yo estaba esta mañana en el desván, leyendo un libro. El desván está justo encima de mi cuarto, y en el techo hay una trampilla para acceder a él, así que digamos que ése es mi refugio secreto. Allí, paso el tiempo curioseando en un armario viejo de estilo oriental, cuyos cajones están llenos de joyas que habían pertenecido a Hannah y ya no le quedaban(Los había metido ahí, en un joyero, porque no le cabían en otro lado, y me deja verlas siempre que quiera), así como cosas curiosas como relojes antiguos, una colección completa de monedas de todo el mundo que habia hecho Matthew cuando era más joven y había dejado allí porque ya no le interesaba, o, por ejemplo, tú, mi diario.
En el desván, también me dedico a leer. Es una de mis aficiones favoritas, porque a través de los libros se puede viajar a mundos fascinantes sin moverse del sitio en que estás, sólo pasando las páginas. Y además, cuando me siento aburrida o estoy depre, los libros te hacen pasar una tarde entretenida y te animan un poco la moral.
En fin, el caso es que entró en mi cuarto Dennis, y, para variar, se dedicó a fastidiarme de la manera habitual cuando estoy en el desván: Subiéndose a una silla y pegando al techo con un palo largo de metal perteneciente a una escoba(siempre se lo trae para distraerme de mi lectura, o de lo que esté haciendo allí ). Me estaba poniendo cardíaca con los golpes que provenían desde abajo, así que me asomé a la trampilla y le grité, ya bastante harta:
-¡DENNIS! ¿Quieres parar de una vez? ¡Trato de leer un libro tranquila!
Sólo entonces, Dennis paró de dar golpes. Efectivamente, estaba subido a una silla, llevaba en las manos el palo de metal y me miraba enfurruñado con su cara de angelito(que de angelito nada).
-¡Cabeza de estropajo! Papá dice que bajes-Exclamó, con su voz chillona-. Nos quiere decir a todos una cosa. Por cierto, me debes una chuchería, por no haberme chivado de que le rompiste a mamá el cisne de cristal. Si no me la das, ya sabes lo que pasará...
Lancé un suspiro exasperado. Y no era por lo que Dennis me llamó. Dennis siempre me llama "Cabeza de estropajo" debido a mi incontrolable pelo. Un mote bastante irritante, pero en fin... he tenido que aguantarlo desde que él (desgraciadamente) aprendió a hablar.

No, lo que pasa es que me molesta que un crío tan pequeño me soborne con no chivarse a sus padres con tal de darle yo una chuchería... ¡Y por cosas que yo no hago! Por ejemplo, lo del cisne de cristal. Sucedió repentinamente, no sé como explicarlo. Fue una de esas cosas raras que pasan a mi alrededor y que yo no provoco.
Dennis me quemó uno de mis libros, y yo me puse furiosa con él, porque encima, le estaba diciendo a Matthew y a Hannah que lo que había pasado es que yo le había quemado su libro de Mates(Menos mal que no se lo creyeron, porque su libro de texto de Matemáticas está intacto). Y entonces, el cisne de cristal que había en la vitrina del salón(el favorito de Hannah) se hizo añicos de repente. Ni Matthew ni Hannah lo vieron, pero Dennis sí. Dijo que yo lo había hecho(cosa que no es verdad, yo no hice nada), pero no se chivó(cosa de agradecer en un niño tan insoportable como él). Eso sí, me reclamó una chuchería por no haberse chivado.
-Yo no te debo nada, que lo sepas-Repliqué, entornando los ojos-. Punto número uno: Yo no rompí el cisne de cristal. Punto número dos: Se me han acabado las chucherías.
-¡Mentira! ¡Las tienes escondidas en algún lado!-Me interrumpió Dennis.
-Y punto número tres-Proseguí, ignorándolo-: Aunque tuviera, no te daría ninguna.
-Pues mamá sabrá que tú le rompiste el cisne de cristal.
-¡Yo no rompí el cisne de cristal!-Insistí, enojada. Pero Dennis se bajó de la silla y se fue de mi cuarto, escaleras abajo. Suspirando, bajé del desván, y me fui de mi cuarto también, a ver qué era lo que Matthew tenía que decirnos.
Ya en la cocina, Matthew nos dijo a Jake, a Dennis y a mí:
-He de comunicaros que hoy tenemos una cena de negocios con los Dursley. Vosotros os vendréis con nosotros, pues no me gusta la perspectiva de dejaros solos en casa-Jake hizo una mueca-. Vestíos de manera elegante, y por favor portaos bien-Al decir esto, Matthew nos miró a Dennis y(por alguna extraña razón) a mí-. Quiero que los señores Dursley tengan una buena idea de mis hijos.
Yo sabía que el señor Dursley era el jefe de Matthew, a quien éste aborrecía, pero le tenía respeto. Después de todo, el jefe era el jefe, por muy mal que a uno le cayese.
-Pero ella no es tu hija-Dijo Dennis, señalándome a mí. Qué crío más irritante.
-No, pero de cualquier modo, es parte de la familia, así que es como si fuese nuestra hija-Objetó Hannah en tono amable, dirigiéndome a mí una sonrisa.
A Dennis le da rabia que Hannah me preste atención a mí. Toda la atención del mundo se la quiere llevar él. Así que, de repente, se puso a gimotear, saltando a la pata coja:
-¡Ay, ay, ay!
-¿Qué pasa, Dennis, cariño?-Preguntó Hannah, preocupada.
-Me... me duele la herida que me hice antes de ayer en la rodilla-Explicó Dennis, en un tono que intentaba ser conmovedor. Yo alcé una ceja. Sabía que el dolor era fingido, y lo que quería hacer es llevarse la atención de su madre.
-Oh, tesoro... tranquilo, que mamá te pondrá más mercromina y una tirita nueva, y ya verás cómo te deja de doler-Hannah se agachó y besó a Dennis en la mejilla. Éste me dirigió una sonrisa burlona, al estilo: "Te jorobas, a mi me quieren y a ti no". Yo le dirigí una mirada asesina a Dennis, por mi parte, y sin más, dije:
-Bueno, me subo a mi cuarto.
-Eh, Harriet, ¿No quieres probar mi nuevo juego de ordenador?-Me detuvo Jake- Está genial. Vamos a mi cuarto y jugamos un poco, ¿Te parece?
-Vale, me parece bien-Sonreí-. Vamos entonces.
-Bajad después-Nos dijo Hannah-. La comida está casi lista.

En fin, que pasé un rato agradable jugando al nuevo juego de ordenador de Jake. Después, comimos, y por la tarde, tuvimos que prepararnos para ir a la cena de compromiso de Matthew con el señor Dursley.
Hannah me ayudó a escoger la ropa: Un vestido oriental de seda, color azul, con flores de loto estampadas. Me quedaba bastante bien. Después de arreglarme, me reuní con Matthew y con Jake, que iban muy bien arreglados.
Llegamos un poco justos de hora porque Hannah se pasó mucho tiempo ayudando a Dennis a arreglarse. Resultaba que al señorito no le gustaba la ropa que Hannah le había escogido, e hizo un berrinche para que Hannah accediera a que él se pusiera lo que quería.

La casa de los Dursley estaba en Privet Drive. Era el número cuatro. Cuando llegamos, Matthew llamó al timbre, y un chico grande y bastante gordo nos abrió.
-Buenas noches-Saludó, haciendo una especie de torpe reverencia-. ¿Me permiten sus abrigos, señor y señora Walker?
Yo no pude evitar pensar: "Que tío más repelente", pero no dije nada, por educación. Es que, sin animo de ofender, era más falso que un anuncio de televisión. Sin embargo, si el hijo era falso, sus padres aún más. El señor Dursley era un hombre casi tan gordo como su hijo, casi sin cuello y con un poblado bigote, mientras que su esposa tenía cara de caballo, pelo rubio y cuello muy largo, ambos más hipócritas que Dios sabrá qué. Durante las presentaciones estuvieron igual:
Que si:"Que niño tan mono"(se referían a Dennis, no se por qué dijeron eso si es la criatura más odiosa del planeta, pero tampoco dije nada. Despues del todo, no le conocían), que si: "Que muchacha tan encantadora"(se referían a mi, pero por supuesto debían de estar siendo sarcásticos), que si ésto, que si lo otro... En fin, ahí estaba yo, ahogando bostezos... Cuando de repente, al pie de las escaleras, vi a un chico que miraba la escena con casi la misma expresión que yo tenía.