1 En la enfermería



-No sé quien te manda meterte en estos líos.- La enfermera, una mujer joven vino a cambiarle las vendas.- Me gustan las visitas pero no tan asiduas como las tuyas, joven.-

Severus la miró con su ojo derecho con infinita pena (el izquierdo lo tenía muy hinchado como para abrirlo) y giró su cabeza para no verla.

La enfermera negó con la cabeza. Ese chico no tenía remedio. En los dos años que llevaba allí ese chico pasaba más tiempo con él que todos los de su casa juntos. Y recién empezado su curso ya estaba así. Sólo recordaba una persona que le hubiera visitado con esa asiduidad. Ella era muy joven, acababa de empezar en ese trabajo y sería tranquilamente el cuarto o quinto curso del chico. Su nombre, a donde le llegaba la memoria era... Tom... Tom Riddle. ¿Qué habrá sido de él?

Se alejó del chico. Se veía a leguas que no quería hablar.

-¿Puedo entrar?- Preguntó una niña que seguramente estaría en segundo. Pero no recordaba haberla visto antes.

-¿A que vienes, cariño?-

La chica se sorprendió por la gran dulzura de la mujer.

-Esto,... yo venia a ver como se encuentra mi hermano.-

-¿Snape es tu hermano?- Le preguntó escéptica.- Nunca te vi antes por aquí.-

-Esto... Soy nueva de este año.-

-Bueno... â€" La mujer no se fiaba. No parecía tener once años.- Creo que algo de compañía no le vendría mal.-

La chica entró en las habitaciones pero antes echó a la puerta unos hechizos para que no pudieran ser molestados. Fue silenciosamente hasta el borde de la cama.

-¿Snapy-poo?- El chico giró la cabeza lentamente aunque ya sabía quien iba a encontrar ahí. Sólo había una persona capaz de que su mote sonara cariñoso. La miró con lagrimas en los ojos.

-Te he fallado.- Su voz se quebró.

Ella lo rodeó con sus brazos.

-¿Ha quien has fallado?- Lo miró con ternura. Sólo era un niño y sus padres le exigían demasiado. ¿Por qué tenían que estar ellos metidos en sus sucios negocios?

-A ti. No soy fuerte, ni guapo, ni famoso. No soy nada.- Su voz se perdió en un susurro ahogado. Si él fuera ella, se repudiaría.

-¡No digas eso! Si eres fuerte, no hay muchos que hayan soportado lo que tú; eres guapo, sólo que los demás no saben que es la belleza (Severus sonrió); y ¿para qué ser famoso? No eres famoso pero eres alguien importante, ¿no? Y eso es lo que cuenta.-

Volvió a abrazarlo como solo los huérfanos de alma saben hacerlo. La vida había sido muy difícil para los jóvenes Snape.

-¡Que demonios!- La enfermera intentó abrir la puerta pero alguien la había bloqueado.

-¿Qué pasa?- Dijo un chico rubio arrastrando las palabras.- ¿Es que no puede ni abrir una puerta?-

-¡No si está bloqueada!- ¿Quién se habría creído ese mocoso?

-Déjeme.- La empujó y con un simple movimiento de varita, la puerta se abrió estrepitosamente. Los hermanos se separaron bruscamente.

-Malfoy.- Le saludó ásperamente Severus.- ¿Qué haces aquí?-

-Cuando uno de mis *cog* manos derechas se... tiene un contratiempo, intento ayudarles. Que menos venir a verte.- El chico rubio hizo un gesto extremadamente femenino que provocó que la chica ahogara sus risas.

-Vaya, vaya. ¡Sangre nueva!- Dijo dirigiéndose a la chica.- Mi nombre es Lucius Malfoy y sólo me queda un año para salir de este antro.- Hizo una pequeña inclinación. La chica se levantó he hizo una graciosa reverencia llegando al suelo. Como Madre le había enseñado. Y le tendió su mano que Lucius muy ceremoniosamente besó suavemente. Un ligero rubor cubrió sus mejillas. ¡Era tan guapo!

-¿Qué hace un ángel como vos en compañía de un demonio como él?-

La sonrisa de la niña se curvó en una mueca de asco que pronto pasó a la burla.

-Me alegro parecerte un ángel, pero soy un demonio como mi hermano.- Lo abrazó.- Quizás las apariencias engañen. ¿Verdad, ángel?- Pronunció esa palabra con retintín, dándole a entender que le devolvía el insulto.

Lucius puso su mejor sonrisa hipócrita y salió de allí.

-No debiste hacer eso. Es alguien muy importante.-

-Me da igual. ¡Nadie que insulte a mi hermano queda limpio!- Se levantó y puso pose justiciera.

-¿Te crees Merlín, Margy? Mira que este demonio no está dispuesto a tener una hermana a favor del bien y la paz mundial.- Bromeó.

-¡No te rías de la gran Sailor Moon! ¡Yo Margaret Snape, te castigaré en nombre de Luna!- Empezó a imitarla

-¿Pero qué haces?- Preguntó entre risas.- Estas loca hermanita.-

En contestación le sacó la lengua. Ambos se pasaron la tarde bromeando y riendo.

Al otro lado de la puerta, Madame Pomfrey, la enfermera, suspiró aliviada. En tres años, era la primera vez que lo oía reír.