Capitulo 5.
Odio.
Habían pasado dos semanas desde que Narcisa se encontraba en es lugar, rodeada de personas que se encontraban en su propio mundo. Esto le era muy útil, ya que podía dedicarse a pensar sin necesidad de tener elfos domésticos preguntándole constantemente que era lo que ella deseaba, o amigas hipócritas tratando de sonar amistosas; cuando ella sabía que secretamente la odiaban, igual que ella las consideraba insoportables.
Pero en su vida todo dependía de las apariencias, gracias a su "adorado" esposo; decidió ir a darle una "grata" visita. Una que no olvidaría jamás.
Ese día solo a los que parecían progresar los sacarían de su encierro, ellos tenían la oportunidad de reintegrarse a la sociedad y entre ese grupo estaba Narcisa. Había tenido que fingir que sabía que su supuesto hijo estaba muerto y que nunca volvería.
Había sido relativamente fácil; ella siempre había sido buena actriz .... además tantos años de practica no habían sido en vano, la habían convertido en una profesional. Cuando salieron, logró colarse y alejarse de el grupo, lo bueno es que nadie al parecer se había enterado de que ella estaba internada en San Mungo. Se cambió de ropa y se dirigió a el puerto donde se encontraba el trasbordador que llevaba a los visitantes a Azkaban.
Cuando entró en el vestíbulo dirigió una mirada de asco al lugar. Gracias al cielo no estaría allí por mucho tiempo, caminó lentamente a las celdas y mientras caminaba los reos le lanzaban miradas suplicantes; pero ella trataba de ignorarlos.
Finalmente llegó a la celda de Lucius, él aún no había sucumbido a la tristeza ni a la desesperación; estaba erguido, desafiante y en actitud pensativa.
De pronto sintió una sensación de miedo que la invadía, pero se sobrepuso inmediatamente, no volvería a ser la misma mujer asustada. Después de todo ella tenía más poder que él y aún no se había descubierto.
Lucius – pronunció lentamente el nombre, él se giró completamente y le dirigió una mirada fría. -¿Qué haces aquí? – se acercó lentamente a ella, -Necesito hablar contigo – esto último lo pronunció con dureza.
Bien, habla entonces – Narcisa lo miró confundida - ¿Aquí? – Lucius la vio como si fuera una estúpida – Pues claro que aquí, ¿Esperabas que trajeran bocadillos y té? – dijo sarcásticamente - ¡Por supuesto que no! Pero esperaba que como mínimo nos dejaran hablar en otro cuarto y deja de hablarme así, no soy tonta – respondió enojada.
Eso ya lo sé – Lucius estaba enfadándose - ¿Y bien, que es lo que querías decirme? – Narcisa meditó un poco las palabras – Quería hablarte sobre Draco – bajó la mirada, parecía apenada – ¿No ha estado llevando las cosas bien? – su voz sonaba peligrosa y amenazadora -, Nno, no es eso – Narcisa se entristecía -, ¿Entonces? – estaba dominándola de nuevo con la voz - ¡ Se le ocurrió la brillante idea de internarme en San Mungo! – explotó Narcisa - ¿ Solo eso? Pensé que era algo realmente grave - .
¿Qué quieres decir con sólo eso? – ahora apretaba la varita, la tenía escondida en medio de su túnica – Nada, solo que Draco adelantó los planes antes de lo previsto – ahora Lucius le daba la espalda - ¿Planes? -.
Si, planes ¿No pensarías que me quedaría contigo para siempre, o si? – ahora estaba haciéndola sentir como basura, realmente disfrutaba esto, Narcisa comenzó a temblar de la ira; tratarla así, como se atrevía, pero lo pagaría, ella lo haría pagar. – Eres un...... un ....... – su voz delataba rabia – ¿Un que? – ahora la miraba, desafiante - ¡Avada Kedavra! – una luz verde salió de la varita y Lucius se desplomó, muerto.
En ese momento Narcisa pareció recobrar la postura, y miró horrorizada el cadáver. Salió lo más rápido que pudo de ahí; pálida y tambaleante. Ni siquiera supo como fue que regresó justo a tiempo antes de que descubrieran su ausencia.
Permaneció callada todo el trayecto de regreso a San Mungo, pero a nadie pareció importarle.
Al día siguiente Draco recibió un sobre negro; notificándole sobre la muerte de su padre, presumiblemente por los dementores.
Cuando la leyó de inmediato salió corriendo, necesitaba saber realmente que había pasado y para eso debía ponerse en contacto con algún mortífago.
Kian lo miró de reojo, preguntándose que era lo que decía la carta.
*****************************
Notas: Jaaaaa, la venganza de Narcisa. Lo siento por Lucius, pero realmente se lo merecía.
Gracias por los reviews
Odio.
Habían pasado dos semanas desde que Narcisa se encontraba en es lugar, rodeada de personas que se encontraban en su propio mundo. Esto le era muy útil, ya que podía dedicarse a pensar sin necesidad de tener elfos domésticos preguntándole constantemente que era lo que ella deseaba, o amigas hipócritas tratando de sonar amistosas; cuando ella sabía que secretamente la odiaban, igual que ella las consideraba insoportables.
Pero en su vida todo dependía de las apariencias, gracias a su "adorado" esposo; decidió ir a darle una "grata" visita. Una que no olvidaría jamás.
Ese día solo a los que parecían progresar los sacarían de su encierro, ellos tenían la oportunidad de reintegrarse a la sociedad y entre ese grupo estaba Narcisa. Había tenido que fingir que sabía que su supuesto hijo estaba muerto y que nunca volvería.
Había sido relativamente fácil; ella siempre había sido buena actriz .... además tantos años de practica no habían sido en vano, la habían convertido en una profesional. Cuando salieron, logró colarse y alejarse de el grupo, lo bueno es que nadie al parecer se había enterado de que ella estaba internada en San Mungo. Se cambió de ropa y se dirigió a el puerto donde se encontraba el trasbordador que llevaba a los visitantes a Azkaban.
Cuando entró en el vestíbulo dirigió una mirada de asco al lugar. Gracias al cielo no estaría allí por mucho tiempo, caminó lentamente a las celdas y mientras caminaba los reos le lanzaban miradas suplicantes; pero ella trataba de ignorarlos.
Finalmente llegó a la celda de Lucius, él aún no había sucumbido a la tristeza ni a la desesperación; estaba erguido, desafiante y en actitud pensativa.
De pronto sintió una sensación de miedo que la invadía, pero se sobrepuso inmediatamente, no volvería a ser la misma mujer asustada. Después de todo ella tenía más poder que él y aún no se había descubierto.
Lucius – pronunció lentamente el nombre, él se giró completamente y le dirigió una mirada fría. -¿Qué haces aquí? – se acercó lentamente a ella, -Necesito hablar contigo – esto último lo pronunció con dureza.
Bien, habla entonces – Narcisa lo miró confundida - ¿Aquí? – Lucius la vio como si fuera una estúpida – Pues claro que aquí, ¿Esperabas que trajeran bocadillos y té? – dijo sarcásticamente - ¡Por supuesto que no! Pero esperaba que como mínimo nos dejaran hablar en otro cuarto y deja de hablarme así, no soy tonta – respondió enojada.
Eso ya lo sé – Lucius estaba enfadándose - ¿Y bien, que es lo que querías decirme? – Narcisa meditó un poco las palabras – Quería hablarte sobre Draco – bajó la mirada, parecía apenada – ¿No ha estado llevando las cosas bien? – su voz sonaba peligrosa y amenazadora -, Nno, no es eso – Narcisa se entristecía -, ¿Entonces? – estaba dominándola de nuevo con la voz - ¡ Se le ocurrió la brillante idea de internarme en San Mungo! – explotó Narcisa - ¿ Solo eso? Pensé que era algo realmente grave - .
¿Qué quieres decir con sólo eso? – ahora apretaba la varita, la tenía escondida en medio de su túnica – Nada, solo que Draco adelantó los planes antes de lo previsto – ahora Lucius le daba la espalda - ¿Planes? -.
Si, planes ¿No pensarías que me quedaría contigo para siempre, o si? – ahora estaba haciéndola sentir como basura, realmente disfrutaba esto, Narcisa comenzó a temblar de la ira; tratarla así, como se atrevía, pero lo pagaría, ella lo haría pagar. – Eres un...... un ....... – su voz delataba rabia – ¿Un que? – ahora la miraba, desafiante - ¡Avada Kedavra! – una luz verde salió de la varita y Lucius se desplomó, muerto.
En ese momento Narcisa pareció recobrar la postura, y miró horrorizada el cadáver. Salió lo más rápido que pudo de ahí; pálida y tambaleante. Ni siquiera supo como fue que regresó justo a tiempo antes de que descubrieran su ausencia.
Permaneció callada todo el trayecto de regreso a San Mungo, pero a nadie pareció importarle.
Al día siguiente Draco recibió un sobre negro; notificándole sobre la muerte de su padre, presumiblemente por los dementores.
Cuando la leyó de inmediato salió corriendo, necesitaba saber realmente que había pasado y para eso debía ponerse en contacto con algún mortífago.
Kian lo miró de reojo, preguntándose que era lo que decía la carta.
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Notas: Jaaaaa, la venganza de Narcisa. Lo siento por Lucius, pero realmente se lo merecía.
Gracias por los reviews
