PRIMER CAPITULO.

ReMISIÓN

SEIS MESES DESPUES

El soldado se limpió la vista y de pronto vio que algo brillaba de entre los matorrales. Saco su arma y se preparo para lo inevitable. Llevaba un mes en eso. Desactivando bombas, recuperando cuerpos. Destruyendo las prisiones que los silicatos habían construidos, o que más bien los mismos prisioneros habían construido. Después de la hecatombe de Diana 5. La más grande desde… la más grande de toda la guerra. Punto.

Mas de ochocientos mil soldados muertos o perdidos en acción y más de quince mil encerrados en esos campos que hacían que la segunda guerra mundial volviera a la vida. Y al final, cuando la contra ofensiva, con mas ganas que recursos, había logrado abrirse paso en el cuadrante, sorprendiendo a los mantis con su arrojo, sin dimensionar su cuasi demencia, los silicatos en una ultima medida, habían comenzado a acelerar los trabajos en la mina de la cual extraían el combustible usado por los mantis. También comenzaron a acelerar el genocidio. El soldado se reprendió mentalmente por el uso de la palabra.

Así que ahí estaba, recogiendo despojos que alguna vez fueron humanos. Muertos por doquier, ya sea por la batalla de hace seis meses, o por la cacería de la que habían sido objeto por el enemigo, o peor incluso, los muertos de los campos de trabajo, como decían los silicatos con tranquila autosuficiencia. Hasta ahora, de los "campos de trabajo", solo se habían logrado rescatar veinte mil soldados… de mas de ochocientos mil.

Saco su arma y se acerco sigiloso. De pronto paro en seco. El pecho del ser que ahora divisaba, aunque no claramente se movió ligeramente. Dios santo, penso y busco su transmisor mientras escaneaba la zona con la mirada y hacia señas a sus compañeros para que se acercaran.

Delta bravo, este es Fox siete, encontramos ave herida, repito, encontramos ave herida.

TRES MESES DESPUES. 2400 HORAS, TIEMPO ESPACIAL.

Despertó. Sudando. Frío. Con la calma otorgada por años de pesadillas, ajusto su vista en la oscuridad de su camarote. Estaba solo. Falta de novedad ahí.

Repaso mentalmente las asignaciones, la sangre del sueño, las visiones, su reunión con el Comodoro acerca de las nuevas provisiones para los cazas, la comida con sus hombres, callada y triste, sin poder superar aun la muerte de sus tres camaradas. Vanessa, Paul, Shane. Era increíble como la mente puede engañarte. Haciendo que casi creyera por un instante, que podría superarlo, dejarlos ir como lo había hecho con muchos. No podía. No se lo permitía.

Luego del infierno desatado por el fin de las conversaciones, mas la batalla de Diana 5, donde las represalias de los mantis se habían extendido exterminando a miles de soldados y colonos prisioneros. Por su parte, había estado ocupado intentando volver a caminar. También las pesadillas lo mantenían ocupado. Paul. Vanessa. Shane.

Nathan y Hooks habían sido asignados a otro comandante espacial, y el 58, se había deshecho en la memoria de muchos, como héroes de un pasado, que no era mas que eso. Pasado.

Pese a sus heridas, y teniendo en cuenta las anteriores, su periodo de recuperación había sido asombrosamente rápido, como le había señalado su doctor, aun así, tendría que mantener un régimen de ejercicios y controles por al menos, unos cuatro meses mas, antes de ser considerado como totalmente apto para el servicio, aun cuando ya llevaba dos meses activo en el. De vuelta al Saratoga. De vuelta a la guerra. Solo.

Era curiosa, la soledad. Nunca penso en volver a sentirla. De esa manera. Tan cruda. Tan humana.

Los veía. Cooper y Nathan. Pero no se había acercado. A veces, el miedo a sentir era tan poderoso, que no podía soportar el estar cerca de la fuente. Aun cuando la fuente hubiera querido unas palabras, unas simples palabras, mas allá de un "lo siento.". No le sorprendía su cobardía. Le sorprendía la inmensidad de la soledad.

Se sentó en la cama. Contemplo leer algo, pero sabia que no podría concentrarse. Contemplo salir, pero para eso debía haber un lugar al cual ir, y no quería caer en la obviedad. Miro su escritorio. Un lugar vacío, ascético. Como si el tener algo ahí, algo que pudiera conectar a otro ser humano, o a un momento, fuera a torturarlo. Pero de hecho, en ese lugar, había habido algo con lo cual se había sentido conectado. Una foto. Un momento. Una persona. Que ahora estaba en la misma nave en la que él se encontraba. Hablando de coincidencias.

Se tendió de nuevo y cerro los ojos. No quiso pensar en su vida, en sus pesadillas, en los caídos. Recordó casi automáticamente, la reunión que había sostenido con el Comodoro hacia cuatro semanas antes. Asignaciones, decisiones técnicas, tácticas… y la decisión de aplicar o no la reeducación a un grupo de diecisiete marinos recogidos del planeta Diana 5. Dieciséis habían sido aprobadas. Excepto una.

"Capitana Ángela Cávalos. Parte de las fuerzas especiales inglesas. Asignada hace seis meses al Saratoga como oficial de tácticas e inteligencia. El ejercito ingles no ha tenido el tiempo para reclamar a su camarada debido a los ataques de su flota en el sector de Aldea 4. Además fue asignada junto con su escuadrón al Saratoga por la falta de hombres de esa época. En pocas palabras, es nuestro problema- añadió el mayor Robinson. Así es. Según el doctor, su estado comatoso es temporal, pero lo que le preocupa son los daños neurológicos ocasionados por dios sabe que. Fue prisionera con su escuadrón en el "campo de trabajo" de los silicatos. Escapo con su grupo después de cinco meses. Pero solo ella logro sobrevivir. Según Inteligencia. La encontraron inconsciente, probablemente dada por muerta, con una severa golpiza, mas bien tortura. Se ensañaron con ella. No son gratos recuerdos- dijo el contramaestre Reagan. Ese es el punto. El doctor recomienda una reeducación. Los daños neurológicos son hasta ahora reparables, los emocionales sin embargo, son otra cosa. Ya antes había estado en otras prisiones. No presento anomalías.- añadió Robinson viendo el expediente.- dos meses en Ares 6. … Pero no enterró a sus camaradas con las manos en esa prisión…- intervino por primera vez Mcqueen. ¿Crees que debería ser reeducada?- pregunto Ross. Mcqueen nunca había estado a favor de ese procedimiento. No ¿Por qué?. Su perfil emocional indica fortaleza. También cierta inestabilidad… y es todo lo que dice, casi todo es clasificado- añadió otro mayor. Las delicias de formar parte de un grupo de elite… o de un experimento. No es que nosotros no hayamos hecho los nuestros añadió Ross.- bien, es tarde. Y todos están cansados- dijo para trivializar lo evidente- ¿qué consideran, como curso a seguir?. Reedúquela. - dijeron tres oficiales. No- dijo Mcqueen con suavidad. Puede sobreponerse. Además tiene un extenso conocimiento de inteligencia y tácticas. Su utilidad es grande. Perder ese conocimiento sin mas podría ser un error- Ross lo miro, y entonces se percato de que pese a que había hablado con calma. Había cierta vehemencia en sus palabras que no estaba ahí cuando defendió otros tres casos. No supo porque. …"Podría"… - dijo con calma Ross- ok. La capitana tendrá otra oportunidad. La sesión terminó. Comuniquen las ordenes a sus unidades. Buenas tardes caballeros. Están dispensados.- Mcqueen. Señor- se quedaron solos. ¿Cómo esta el tratamiento?. Bien señor. ¿Hay algo que deba preocuparme Tc.?. No sé que se refiere señor…- pero si lo sabía. Se quedaron mirando un segundo y Mcqueen se sentó. Estuviste distraído durante casi toda la reunión. Y no es una singularidad. Lo siento. He tenido… … Cosas en la cabeza.- finalizo por él. Sí Trata de que esas cosas no sigan consumiendo tu atención mas allá de lo necesario. Lo… intento. ¿Haz hablado con ellos Tc?. No mucho. Deberás hacerlo con el tiempo. Lo se. Hooks esta muy afectado aun. Su ostracismo es evidente. La primera perdida para un in vitro puede ser… difícil. Tomara tiempo. Ya he hablado con él. Pero no haz hablado con ella.- lo miro sin responder. Ross no se amilano frente a la mirada de advertencia.- tu ex esposa es la nueva doctora en jefe del Saratoga. No puedo evitar prestar atención, como sabrás soy un admirador del drama novelesco. Vete al demonio Ross.- sonrieron. Un día de estos deberás decirle mas que un "buenos días. Lo sé… lo que no sé, es en que té afecta. Ya te lo dije, amo el buen drama…buena defensa, la de la capitana. No soy partidario de la reeducación, lo sabes. Lo sé- se le quedo viendo por un segundo demás, pero nada le llego. Saco una botella de whisky- cuando despierte. No quisiera estar en sus zapatos. Si s mejora, la reintegrare al servicio. Pero necesito alguien que la vigile por un tiempo. Quieres que lo haga- dijo quedamente. La defendiste. Es tu causa. Solo dije mi opinión. Con la cual estoy de acuerdo- le sirvió el trago.- aun así. No quisiera estar en sus zapatos. … No… - susurro después de un segundo, mientras su mirada se posaba brevemente sobre la fotografía de la joven mujer.- No…- repitió y bebió otro sorbo. Constatando cuan joven se veía, casi naive, y cuan bien sabia el condenado whisky. Por los viejos tiempos. Los viejos tiempos no son muy buenos Ross. Nop… no lo son. Salud por eso. … Salud…- respondió un segundo después, sacando la vista de la foto con excesiva rapidez."

Se sentó nuevamente en la cama. Con la vista puesta en el archivo digital que yacía en su mesa. Lo encendió, y la imagen de la mujer se formo en la pantalla. Tan joven. Con un futuro brillante dentro de la armada. Familia militar, o más bien de inteligencia. Tan altos que ni siquiera sus nombres salían mencionados. De algún modo temió que su decisión de no reeducarla fuera equivocada. Se veía joven. Indefensa. Había ido a verla tres veces. Dormida. Más delgada de lo que era aconsejable, blanca. Aristocrática. Lejana. Y aun así, recordaba sus ojos. Celestes. Lejanos y tan cercanos por un minuto. Unos segundos. Treinta segundos.

No supo porque se dirigió hacia enfermería. Ella no estaría allí. Su ex esposa. Entro a la sala despacio. Hacia dos semanas que no cruzaba palabra con la capitana. Pero se mantenía atento. Esperando el traspié. Temiéndolo, se corrigió. Ya antes había tomado decisiones de reeducación. No quería que esta fuera otra de esas. No supo porque por un segundo, lo deseo con tanta intensidad. Tampoco quiso saberlo.

Noto la cama vacía, los libros ordenados. Ascético. Nada sobre la mesa. Nada sobre la repisa. Reminiscencias.

Dejo los libros que traía en el velador. Ni siquiera supo porque se tomaba tantas molestias con ella. Detalles. Supuso que solo porque era él y ya.

Era curiosa, la soledad. Nunca penso en volver a sentirla. De esa manera. Tan cruda. Tan humana.

Cerro los ojos un segundo, y de alguna manera, trato de alejar sus fantasmas por un instante. El 58, sus hombres, sus amigos… su familia. Capto un leve olor a suavidad, jazmín, esencia. Abrió los ojos cuando sintió un leve ruido en el baño, la batalla que se llevaba a cabo y el hecho de que lo estaba llamando no pareció inmutarlo. Volteo y con suavidad se dirigió al baño.

Sí. La soledad era curiosa. Tanto como el abandono.