El crimen de Monte Fuji.

Por: Ariadna

Basado en la novela "El crimen de la Hipotenusa" de Emili Teixdor.

Hacia finales de curso volvimos a encontrarnos Takeru y yo en el bar Sakura. Esta vez fue él quien vino a sentarse a mi mesa.

Nadie había hablado más de su hermano, como si tratara de un muerto o desaparecido de verdad, que nadie menciona por respeto al dolor.

Pocos días antes, alguien del curso había comentado que, seguramente, Takeru no regresaría al colegio el curso siguiente. Creo que fue Miyako. Le había cogido una gran simpatía y se interesaba por todo lo que Takeru hacía o dejaba de hacer.

-no voy. – dijo a modo de saludo al sentare a mi mesa.

-pero si acabas de llegar… - repuse yo. – tarde, como siempre.

-quiero decir al próximo curso.

-¡ah! espero que no sea por…

-no, no tiene nada que ver con todo el lío del crimen de Monte Fuji.

-menos mal que no le ocurrió nada…

-a mi hermano tampoco.

Él se rió al ver mi cara de sorpresa y alarma, como si hubiera pronunciado un nombre prohibido.

Se hizo un grave silencio. La mención de su hermano hizo que contemplara a Takeru de una manera distinta, como si acabara de descubrir que se trataba de un lunático.

-como dentro de pocos días no nos veremos más, - continuó él. – puedo contarte un par de cosas que no te he dicho hasta ahora porque no quería más problemas.

Me miró directamente a los ojos, desafiante.

-eres un mal compañero. – descargó. – en algunos sitios, ya te habrían colgado por lo que hiciste.

-¿qué quieres decir con eso? – yo estaba absolutamente desorientado.

-quiero decir que las cartas son documentos secretos y privados. Y que los soplones son peores que las ratas de alcantarilla.

-pero… ¡si la carta me pediste que la escribiera yo!

-me refiero a la carta que tiré a la basura. Sora, la hija de la dueña, es buena amiga mía y me dijo que habías vuelto a recogerla.

Me ruboricé sin poder evitarlo. Se me había subido la vergüenza a la cara…

-se trataba de una carta falsa… - intenté excusarme.

-¿cómo lo sabes?

-la firmaba…

-yo. La firmaba yo.

-… tu hermano. Decía: Yamato.

-Yamato soy yo.

Otro silencio, más grave todavía. Y un ligero sentimiento de miedo, como si me enfrentara a un peligro desconocido.

-¡no digas tonterías! Tú eres… Takeru.

-no. Yo soy Yamato.

-¡vale ya! ¡Deja la comedia!

-no es ninguna comedia. La comedia la representaron ustedes intentando hacerme tragar primero que le profesor había estado a punto de ser asesinado, y luego que el muerto era mi hermano. Y todo el montaje de los interrogatorios, los policías falsos…

-¿cómo sabes todo eso? ¿Quién te lo dijo?

-¿ves como lo que digo no es ninguna comedia?

Cada vez estaba más desconcertado. Miraba al chico que tenía delante, y no sabía que hacer.

-es peligroso jugar con ciertas cosas… - dije.

-¿qué cosas?

-imaginar que eres otra persona, esas fantasías…

-el único que tiene fantasías en la cabeza eres tú por la cantidad de horas que pasas en el computador. Todo lo que tienes en la cabeza son imaginaciones.

-y tú, ¿qué? ¿No has jugado con nosotros con todas esas mentiras?

-yo no jugaba.

-¿ah, no?

-no. y pensando en lo serio que eres, tendrías que haberlo comprendido.

-¿comprender qué?

-no vale la pena…

-por favor…

Se lo rogué sinceramente, porque me tenía sinceramente intrigado. No entendía nada. Detesto cuando no entiendo nada.

-es un poco como el interrogatorio de la biblioteca, cuando el tipo con nariz de arveja retó a Hikari porque suspendía los exámenes como venganza, fabricando así su propia ley.

-¿qué tiene que ver eso…?

-Hikari tiene su propio mundo. Un mundo que, por despecho, no incluye las matemáticas.

-es por orgullo, y una testarudez que su hermano también heredó. Ellos son los primeros perjudicados.

-ella lo hace para establecer una justicia. Está convencida que la suspendieron injustamente, y trata de prolongar esa injusticia para que todo el mundo se dé cuenta. Es como un grito, el grito mudo de la justicia.

-¿quiere decir que la existencia… - iba a decir "ficticia" pero me detuve a tiempo. – de tu hermano es también un grito por la injusticia de haber pasado unos años difíciles, sin familia? ¿Cómo un acto de protesta?

-es algo así, pero con una gran diferencia.

-¿cuál?

-mi hermano Takeru existe de verdad.

-¡Takeru eres tú!

-¡yo soy Yamato!

Continuará…

Notas:

Me debes estar odiando, ¿no es así? Es que poner todo el final junto arruina la gran sorpresa, e impide que ustedes deduzcan la verdad…

Ahora si, al parecer, puede que no haya muerto alguno, porque Yamato está vivo… ¿pero lo está Takeru también? ¿Será que Yamato se apoderó del cuerpo de Takeru después de su muerte? ¿Será que siempre estuvo ahí? ¿Será que realmente existe y Takeru no está loco? ¿Entonces porque este rubio de ojos azules insiste en llamarse Yamato cuando todos lo conocen como Takeru? ¿Y por qué dice todo ahora, cuando sabe que no verá a Koushirou nunca más?

Jojojo… las respuestas, muy pronto…