CAPÍTULO 32: Una dura batalla. Aydiene.
Aydiene se encontraba rodeada por los guerreros, que observaban cada movimiento conteniendo la respiración, en una tensa espera.
De pronto, Aydiene dio un salto y se situó detrás de los Guerreros Mercurio y les lanzó varios rayos de energía rápidamente, dandoles apenas tiempo a reaccionar.
- ¡Cuidado!.- gritó Sailor Marte.- ¡Es muy rápida!
- ¡Naturaleza Salvaje!.- gritó Sailor Júpiter, lanzando su ataque contra Aydiene.
Sin embargo, esta ni tan siquiera se molestó en intentar esquivarlo o en adoptar una posición defensiva, sino que, con media sonrisa de cruel satisfacción en el rostro, se limitó a desviar el ataque de la sailor de un manotazo, dirigiendolo hacia los guerreros Urano, que no pudieron esquivarlo y les alcanzó de lleno.
- ¡Ahhh!.- gritaron ambos guerreros, mientras salían despedidos por los aires y chocaban violentamente contra uno de los muros de la iglesia.
- ¡Urano!.- gritó Sailor Moon, mientras iba corriendo hacia ellos.
- No deberias bajar la guardia, niña.- murmuró Aydiene, mientras lanzaba otro de sus rayos contra Sailor Moon.
- ¡Cuidado!.- gritó El Señor del Antifaz, al tiempo que se interponía entre el peligroso rayo y Sailor Moon, recibiendo él el impacto en su lugar.- ¡Arghhh!
- ¡Señor del Antifaz! ¡No!.- gritó Sailor Moon horrorizada, mientras cogía el cuerpo semiinconsciente del joven.- ¡No! ¿¡Por qué has hecho eso?!
- Me parece que olvidas que esto es una guerra, querida.- replicó Aydiene, mientras caminaba hacia ella con seguridad, almacenando energía en una de sus manos.- Y la gente es herida. Y la gente muere. Pero habies tenido mucha suerte hasta ahora y las bajas siempre han sido en nuestro bando.
Al decir esto, su mirada se endureció y apretó la mano libre con tanta fuerza que un pequeño hilillo de sangre se escurrió de entre sus dedos.
- Pero vuestra suerte se ha acabado.- continuó.- Vuestras andanzas por el universo van a acabarse aquí mismo. Y yo voy a ser la que tenga el placer de arrancaros la vida con mis propias manos.
- ¡Tenemos que hacer algo!.- gritó Guerrero Saturno.
- ¡Ilusión acuatica!.- exclamó Sailor Mercurio, creando una falsa imagen de Sailor Moon y el herido Señor del Antifaz ante los ojos de Aydiene, mientras, casi al mismo tiempo, Guerrero Sol tomaba en brazos a Sailor Moon y Sailor Neptuno y Guerrero Netuno levantaban al Señor del Antifaz y los llevaban a un lugar más seguro.
Aydiene esbozó una ligera sonrisa, mientras bajaba la mano en la que habia acumulado energía y esta desaparecía. Con gesto altivo, atravesó la imagen, haciendo que esta se desvaneciese y luego se giró para mirar a Sailor Mercurio, que le sostuvo la mirada, con preocupación.
- ¿Acaso pensais que unas simples ilusiones pueden engañarme?.- preguntó Aydiene.- Sois aun más estúpidos de lo que había supuesto. ¡No puedo entender cómo han podido morir Zoiryene, Erdiene, Lady Spider y tantos otros por vuestra culpa!
Al decir estas últimas palabras, sus ojos nuevamente se llenaron de odio y en sus manos se formaron nuevos rayos que lanzó a gran velocidad contra Sailor Mercurio, que a duras penas si tuvo tiempo de esquivarlos.
- ¡Por vuestra culpa! ¡Por vuestra culpa! ¡Por vuestra culpa!.- gritaba Aydiene una y otra vez, lanzando rayos de forma indiscriminada.- ¡Todos han muerto por vuestra culpa!
- ¿¡Pero de qué está hablando?!.- gritó Guerrero Sol, esquivando a duras penas uno de los rayos.
- Diría que nos culpa de las muertes de sus amigos, caidos en cobate frente a nosotros.- explicó Guerrero Mercurio, mientras saltaba a distintas mesas, mientras las anteriores en las que habia estado acababan convertidas en cenizas.
- ¡Pero si no lo hubiesemos hecho, ellos nos habrian matado a nosotros!
- Eso diselo a ella.
No había terminado de decir esas palabras, cuando uno de los rayos alcanzó la mesa en la que se acababa de apoyar, haciendo que Guerrero Mercurio perdiese el equilibrio y cayese al suelo.
- ¡Guerrero Mercurio!.- gritó Guerrero Sol.
- ¡No!.- gritó Sailor Mercurio.
El guerrero, algo aturdido por el golpe, alzó la mirada. Apenas a unos pasos de él, Aydiene lo observaba altivamente.
- Así que tú vas a ser el primero en morir...- murmuró, mientras alzaba la mano.- ¡Entonces mue...!
- Clap, clap.
Aydiene se detuvo en el acto, extrañada.
- Clap, clap.
Los ojos de Sailor Moon se iluminaron.
- Son ellas...- murmuró, emocionada.
- Somos las que aparecen en medio de la oscuridad de la noche...
-... y traemos un halo de libertad.
- Somos las tres estrellas fugaces sagradas ¡Guerrero Estelar Luchadora!
- ¡Guerrero Estelar Creadora!
- ¡Guerrero Estelar Curadora!
- ¡STAR LIGHTS, A ESCENA!
En lo alto del campanario de la iglesia, se podían distinguir las siluetas de las Stars Lights, que bajaron de un salto, mirando con determinación a Ayidiene, que les sostuvo la mirada, al tiempo que Guerrero Mercurio reaccionaba rápidamente y se alejaba de Aydiene.
- Sólo faltabais vosotras.- murmuró Aydiene.- Os habeis retrasado mucho...
- Lo siento.- respondió con sarcasmo Luchadora.- Pero no te preocupes: ya hemos llegado y te vamos a mandar al infierno enseguida.
- Vaya...- replicó Aydiene, esbozando una sonrisa.- Pues entonces tenemos un pequeño problema: porque los que van a calentar el fuego del infierno vais a ser vosotros.
- Ten cuidado, Luchadora.- advirtió Guerrero Sol, con semblante serio.- No la subestimes. Es muy poderosa. Mucho más que los demas enemigos a los que nos hallamos enfrentado hasta ahora.
- No me digas...- se burló Luchadora.
- No necesitamos tus consejos.- replicó Creadora.- Será mejro que vayas a ver si tus amigos estan bien.
Guerrero Sol apretó los puños con rabia.
- Estúpidas...- murmuró.
Sailor Moon, con el Señor del Antifaz semi-inconsciente en sus brazos, observaba la escena con preocupación.
- Por favor... Luchadora...- murmuró.- Tened cuidado...
- ¡Sailor Moon!
La sailor miró al lugar del que procedía la voz y vió llega ra Luna, a Artemis y a Cometa (con la cara llena de arañazos).
- ¡Sailor Moon! ¿Qué está ocurriendo?
- Es Aydiene.- explicó Sailor Moon.- Está destruyendo todo. Es muy poderosa, muy rápida... no podemos hacer nada...
- ¡Pero si no haceis algo, acabará por derrotaros!.- señaló Artemis.- Y si os
derrota, la Tierra
caerá en manos de Protech.
- Está claro que lo que tienen que hacer es unir sus fuerzas.- afirmó Cometa.- Una vez lo hayan hecho, serán invencibles.
- El... problema...- balbuceó el Señor del Antifaz, mientras trataba de incorporarse.- Es... que ella también lo sabe.
- ¿Qué?.- se sorprendió Sailor Moon.
- Observa un poco.- insistió el Señor del Antifaz.- Tiene a los guerreros y a las Sailor totalmente separados y en cuanto empiezan a estar mas cerca, ella les ataca con sus rayos de tal manera que tengan que volver a separarse.
- ¿Estas diciendo que todos esos rayos no estaban lanzados al azar?
- Ella... es demasiado lista como para dejarse llevar por la rabia... lo tiene todo planeado.
- En ese caso, tenemos un problema.- afirmó Cometa.
- ¡Infierno Estelar!.- gritó Curadora, lanzando el ataque contra Aydiene.
Esta la miró son superioridad y rechazó el ataque del mismo modo que momentos antes había hecho con el ataque de Sailor Mercurio, lanzando de rebote el ataque de Curadora en la dirección en al que intentaban reunirse los Guerreros Neptuno.
Curadora apretó los puños con rabia.
- ¿Eso es lo mejor que sabes hacer?.- le preguntó con sarcasmo.- En tal caso, habria sido mejor para todos que os hubieseis quedado en vuestro planeta y no meteros en donde no os importa.
- ¿Y qué es eso que no nos importa?.- replicó Luchadora.- ¿Qué destruyais un planeta por el mero placer de hacerlo?
La mirada de Aydiene se endureció.
- ¡Cállate!.- gritó, lanzando más rayos contra Luchadora, que los esquivó a duras penas de un salto.- ¡Tú no sabes nada! ¡No sabes nada!
- ¡Claro que lo sabemos!.- contestó Creadora.- ¡Esto lo haceis por la gloria de Protech! ¡Os lo hemos oido decir mucho! ¡Destruis por vuestro placer y por la de un lider que no acepta errores!
- ¡¡¡¡¡CÁLLATE!!!!!.- aulló Aydiene, lanzando un haz de energía tan grande que creó un inmenso crater en el suelo.- Cállate... no sabeis nada... no entendeis nada...
- Entonces, explícanoslo, Aydiene.
La Maestra Sagrada se giró, sorprendida. Al enfurecerse, había bajado la guardia y no se había dado cuenta que los guerreros y las sailors se habían reagrupado y Sailor Moon la miraba a los ojos con decisión, pero con amabilidad.
Aydiene apretó los puños, maldiciendose a si misma por haberse dejado llevar por sus sentimientos y haber bajado la guardia, algo que tan solo unos minutos antes le habia criticado a Sailor Moon.
- Tienes razón, Aydiene, no lo entendemos.- afirmó Sailor Moon.- No entedemos por qué nos estais atacando, por qué quereis destruir nuestro mundo... algunos de nuestros anteriores enemigos eran fáciles de entender... Mizad... Arabrab... Áldinoc... eran ambiciosos, egoístas y deseosos de poder. Querian controlar el universo. Pero... tú no eres como ellos...
Aydiene la miró, sorprendida, sin dejar por ello de analizar la situación para tratar de salir de esa situación poco ventajosa para ella.
- Arabrab no dudó en matar a Mizad por obtener un mejor puesto en vuestro ejército... y estoy segura de que Áldinoc y Mizad tampoco habrían dudado en hacerlo si hubiese sido necesario... pero tú... eres distinta.- continuó Sailor Moon.- Tus ojos demuestran que tú no eres una persona cruel.
- ¿Y quien te dice que no?.- replicó Aydiene.
- Zoiryene.
La cara de Aydiene palideció y sus pupilas se dilataron. Apretó los puños tratando de controlar las lágrimas.
- Cuando Protech te ordenó matar a Zoiryene...- murmuró Sailor Moon.- Tus ojos... nunca habia visto tanto dolor como vi en tus ojos ese día. Alguien que ame a un compañero de esa manera no puede ser malvado.
- Zoiryene era algo más que un compañero.- la interrumpió Aydiene.- Zoiryene era mi
esposo.
Esta vez fueron los guerreros y las sailors los sorprendidos.
- ¿Tu esposo?.- murmuró Guerrero Sol.- ¿Asesinaste...a tu propio esposo?
Aydiene esbozó una triste sonrisa, mirando al suelo.
- Qué facil es de decir...- murmuró.
- Aydiene.- insistió Sailor Moon.- Yo... tenías razón: no puedo entenderlo.
Aydiene alzó la mirada, sorprendida.
- No entiendo qué puede ser tan importante como para que aceptes matar a la persona que más amas. ¿Cómo puedes aceptar algo así? No puedo entenderlo.
Aydiene esbozó una sonrisa y les dio la espalda.
- Nuestro planeta fue atacado por un pueblo invasor.- explicó.- No tuvieron piedad con nada ni con nadie. El cielo estaba teñido de rojo por la sangre de nuestra gente y los cuerpos sin vida de hombres, mujeres y niños se contaban por miles. Nosotros los soldados tratabamos de impedir el avance del enemigo, pero todos nuestros esfuerzos eran en vano.
Tan solo unos pocos logramos sobrevivir a la masacre que se cometió en esos terribles días. Unos pocos infelices que habían logrado sobrevivir tragándonos nuestro orgullo y escondiendonos como si fuésemos criminales.
Mandamos cientos, miles de mensajes pidiendo auxilio. Pero nadie acudió en
nuestra ayuda. Ninguna nave de otro planeta vino a darnos su apoyo. Nos dejaron solos, a
nuestra suerte.
Pero un día, una nave llegó. Era enorme y provista de una gran cantidad de armas.
En cuestión de pocos días, nos liberaron de nuestros enemigos. Era Protech y su
ejército. Ellos nos liberaron
Protech fue el unico que vino en nuestra ayuda cuando lo necesitamos. El único que atendió nuestra llamada de auxilio.
Por desgracia, llegó tarde. Nuestro planeta estaba prácticamente destruido. Nuestras cosehcas, quemadas. Nuestros mares, contaminados, nuestros lagos, secos... habían conseguido destruir un planeta de tal manera que fuese inhabitable durante muchos años. Y, aunque no hubiese sido asi, tan solo habiamos sobrevivivo un reducido puñado de personas, que deseaban venganza contra aquellos que les abandonaron a su suerte. Y Protech nos dio esa oportunidad. Nos dio la oportunidad de recuperar nuestra dignidad, de devolver todo el mal que nos habían causado.
Gracias a Protech seguíamos con vida. Nos alistamos en su ejercito y le juramos fidelidad eterna, por encima de todo... y de todos. Protech es lo primero, porque gracias a él hoy estamos aquí.
Los guerreros observaron a Aydiene en silencio.
- No recuerdo que llegase ninguna señal de aviso de ningun planeta en estos últimos
años sin que
el causante fuese Protech....- murmuró Creadora.
- Es cierto.- afirmó Curadora.- Nuestro radar habría captado cualquier señal, pero
no fue así.
Aydiene les miró, incrédula.
- ¿Q...qué?.- logró decir.- ¿Qué no llegó la señal? ¡Eso es imposible! ¡Nuestro transmisor era capaz de enviar señales a millones de años luz de distancia! ¡Estais mintiendo!
- ¿Y por qué iban a mentir?.- preguntó Sailor Urano.- Tú tienes un nivel de fuerza claramente superior, saben que les vas a matar hagan lo que hagan. ¿Por qué mentir? Saben que no les vas a perdonar.
- ¿No sería que...?- empezó Sailor Venus.- No, no puede ser...
Aydiene la miró.
- ¿El qué?
- Tal vez... Protech atacase vuestro planeta como ha atacado el nuestro, solo que, al final, cuando ya estaba todo hecho, fingió llegar como vuestro salvador para así conseguir soldados que le rindiesen fidelidad absoluta.
- Eso explicaría que nadie más que él recibiese la señal.- meditó Luchadora.- O bien la bloqueó o nos llegó como aviso de uno de los primeros ataques de Protech...
Aydiene les iba mirando de uno a otro, incrédula.
- No...- murmuró.- Eso... eso no es posible...
- Dime, Aydiene.- intervino Guerrero Júpiter.- ¿Alguna vez supiste la identidad de aquellos que os atacaron? ¿De qué planeta venian, el motivo por el que comenzaron esa guerra?
Aydiene bajó la mirada, algo aturdida. No, jamás se lo había preguntado... pero... ¿cómo es que jamas se había preguntado algo tan importante como es? No podía entenderlo.
- Creo que Protech os manipuló mentalmente.- dijo Sailor Saturno, cons eguridad.- Lo mismo que manipuló a Yiria para que olvidase el amor que sentía hacia su hermana, debió manipularos a todos para que se borrase de vuestras mentes toda posible pista sobre su culpabilidad en el asunto.
Aydiene cayó al suelo de rodillas, apoyandose en una mano, mientras que con la otra se apretaba la frente, tratando de asumir todo lo que le estaban diciendo.
- Pero... pero...- murmuró.- Entonces... todas esas muertes... todos esos asesinatos... esos planetas destruidos... nuestros compañeros caidos...
- Todo ha sido un plan de Protech.- asintió Guerrero Sol, con tristeza.
- Protech... nos utilizó... a todos nosotros... sin importarle nuestras vidas... ni nuestros sufrimientos... ni nada...
- Aydiene, Protech es un monstruo que sólo desea destruir todo signo de vida que pueda existir.- afirmó Luchadora.- Os ha utilizado, usando como medio la muerte de vuestra gente y manipulando vuestras mentes.
Aydiene no parecía capaz de reaccionar.
- Lady Spider... Erdiene... y... Zoiryene... yo...- la maestra se miró las manos, que le temblaban.- Mis manos... mis manos... manchadas de sangre... Zoiryene...
Una lágrima cruzó su mejilla.
- ¡¡¡¡¡NOOOOOOO!!!!.- gritó, mientras rompía a llorar y golpeaba el suelo con los puños una y otra vez.- ¡No, no, no, no!
Las lágrimas empezaron a aparecer también en los ojos de las sailors y de los guerreros.
- No...- sollozó Aydiene.- No puede ser...
Notó una mano sobre su hombro y alzó la mirada, con los ojos llenos de lágrimas. Ante ella, estaba Sailor Moon, también llorando.
- Aydiene.- le dijo, esbozando una sonrisa.- Aun no es tarde. Ayúdanos a impedir que lo que ocurrió con tu planeta ocurra con el nuestro. Tienes que hacerlo por aquellos que nunca supieron del engaño de Protech.
Aydiene la miró durante unos instantes, vacilante.
- Tengo que decirte una cosa de parte de Zoiryene.- dijo Sailor Moon, con una suave sonrisa.- Dijo que...
De pronto, se oyó un gran estruendo que hizo que todos cayesen al suelo.
- ¿¡Qué está pasando?!.- gritó Guerrero Marte.
- ¡Mirad el cielo!.- gritó Guerrero Saturno.
Alzaron las miradas y en lo más alto vieron un enorme remolino que se iba abriendo, cubriendo todo el cielo. En el centro se fue creando un agujero. Al fondo, una figura.
- ¿¡Que es eso?!.- gritó Guerrero Júpiter.
- Protech...- murmuró Aydiene.
Ir a capitulo siguiente
