CAPÍTULO 24: El último ataque de Yiria. El arrepentimiento de una hermana.
Yiria se encontraba completamente rodeada por los guerreros y las sailors, pero ni tan siquiera se mostraba preocupada. Todo lo contrario: los miraba con burla y desprecio.
- Ríndete, Yiria.- dijo Guerrero Sol, con expresión grave.- No tienes ninguna oportunidad. Estamos todos y tú estas sola. No puedes vencer.
- ¿Qué no tengo ninguna oportunidad? ¿Qué no puedo perder?.- repitió la niña. Se mantuvo unos segundos en silencio y luego se echó a reir de forma ofensiva.- No digas tonterias. Deberíais huir vosotros. Vuestro poder no es comparable con el mio. Vais a morir lenta y dolorosamente en mis manos y nadie podrá impedirlo.
- ¡Eso lo veremos!.- gritó Sailor Urano.- ¡Temblor de Tierra!
El ataque de la sailor fue directo hacia la niña, pero esta ni tan siquiera se molestó en intentar esquivarlo o detenerlo alzando la mano. Dejó que la alcanzase de lleno. Una gran polvareda se levantó al producirse el choque, pero al disiparse esta, los guerreros vieron desalentados que la niña ni tan siquiera se había despeinado. Al contrario, parecía mejor que nunca, mientras le arreglaba el vestido a su muñeca.
- Sois realmente patéticos.- se burló Yiria.- ¿Realmente pensais que podreis derrotarme con unos ataques tan débiles y patéticos como ese? Sin duda estais de broma.
Luchadora apretó los puños con rabia.
- ¿De broma?.- gritó.- ¡Ya veremos! ¡Laser... estelar!
De nuevo fue inutil el ataque contra la niña. Luchadora retrocedió unos pasos, tratando de encontrar alguna solución.
- Si esos son vuestros mejores ataques, es que estais a años luz de alcanzarme, no hablemos ya de superarme.- insistió la niña, cada vez más hiriente y burlona.- Yo os enseñaré lo que es un verdadero ataque. ¡¡¡Rayos del Infierno!!!
De los infatiles dedos de Yiria salieron unos poderosos rayos que nada tenían que ver con aquellos con los que había destruido el local. Estos eran mucho más poderosos y destructivos. Los guerreros y las sailors a duras penas tuvieron tiempo de esquivarlos, saliendo disparados en todas direcciones.
- ¡Intenta parar esto!.- gritó Curadora.- ¡Infierno Estelar!
- ¡Fuerza Estelar, gira!.- gritó Creadora casi al mismo tiempo.
Los dos ataques se unieron en uno solo, formando una poderosa bola de energía, que de nuevo alcanzó a Yiria... con los mismos resultados que antes.
Las dos Stars Ligths retrocedieron un par de pasoso, mientras observaban con preocupación a la niña. Su poder era asombroso. Los demás guerreros también observaban a la niña, tratando de encontrar algún punto débil.
- ¡Probaré yo!.- gritó de pronto Sailor Marte.- ¡Flechas de Fuego!
Las saetas ardientes se dirigieron rápidamente hacia la niña, pero esta, con una velocidad asombrosa, las agarró con sus pequeñas manitas y las deshizo con un fuerte apretón y luego sopló para desperdigar la leve columna de humo que se formó.
- Sois tan cabezotas...- murmuró con burla.- Vuestros esfuerzos son elogiables, pero tan inútiles... lo unico que vais a conseguir es hacerme perder el tiempo, cansaros inútilmente y retrasar el momento de vuestra muerte.
- Me molesta decirlo, pero tiene razón.- murmuró Guerrero Neptuno.- Nuestros esfuerzos son inútiles...
- ¡Su poder es enorme!.- murmuró Curadora.
- ¡Tenemos que hacer algo o estamos perdidos!.- gruñó Guerrero Urano.
- Deberíamos unirnos.- murmuró Sailor Saturno. Todos se giraron sorprendoidos para mirar a la muchacha, que mantenía fija la mirada en Yiria, observándola con detenimiento. El comportamiento de Sailor Saturno no tenía nada que ver con el de Hotaru Tomoe.- Sólo así podremos vencerla.
Los demás guerreros la miraron alarmados.
- Pero... apenas hemos luchado contra ella...- murmuró Sailor Moon.- Todavía no sabemos si podemos vencerla sin necesidad de recurrir a las uniones.
- Además, esas uniones nos debilitan y nos dejan a su merced si no conseguimos derrotarla en un corto espacio de tiempo.- recordó Sailor Marte.
- Y tenemos a Guerrero Sol y a Sailor Moon.- señaló Guerrero Venus.- ¿Realmente lo crees necesario?
Sailor Saturno no desviaba la mirada de Yiria, que al parecer encontraba interesante la conversación, pues nada hacía para atacarles o para continuar la batalla. Todo lo contrario, los observaba con una irónica sonrisa y se había sentado encima de unos escombros, balanceando inocentemente sus cortas piernecitas y peinando a su muñeca
- Cuando luchamos contra Lady Spider no tuvimos más remedio que recurrir a la unión de Sailor y Guerrero Plutón.- les recordó Sailor Saturno.- Y Lady Spider no tenía el poder que tiene Yiria.
- Pero entonces la mayoría estábamos heridos...- murmuró Guerrero Neptuno. Todavía recordaba la vez en que unió sus fuerzas con Sailor Neptuno... había sido un desastre y si no hubiese llegado Guerrero Plutón para ayudar a Sailor Moon, habrían muerto de forma inevitable.
- Sailor Mercurio, ¿cuál es el nivel de energía de Yiria en comparación del nuestro?.- preguntó Sailor Saturno. No era el momento de ponerse a discutir: debían ver que esa era la única posibilidad que tenían. Y eso sólo lo conseguría con pruebas.
La sailor se puso sus gafas y empezó a teclear en su ordenador rápidamente, introduciendo los datos de Yiria en la memoria y procesandolos. En unos pocos segundos, estos estuvieron listos... y al verlos, Sailor Mercurio palideció visiblemente.
- En estos momentos... su poder es más del triple que toda nuestra energía junta...- murmuró, mientras un sudor frío recorría su cuerpo. Se encontraban ante uno de los enemigos más poderosos a los que se habían enfrentado.- No tenemos ninguna posibilidad contra ella.
- Qué patético.- murmuró Guerrero Venus, moviendo la cabeza con gesto desolado, mientras se llevaba una mano a la cabeza.- Tener que recurrir a nuestra mayor fuerza... por una niña de seis años...
- Es imposible que la venzamos con nuestro nivel de fuerza actual.- volvió a decir Sailor Saturno.- Debemos unirnos y derrotarla cuanto antes... no sé cómo funciona su absorción de poder, pero creo que se hace más fuerte a cada instante que pasa. Por eso, debemos acabar con ella antes de que sea demasiado tarde.
- Pero... ¿nos dejará el tiempo suficiente para que podamos llevar a cabo la unión?.- aventuró Guerrero Marte.- Nunca la he llevado a la práctica, pero, por lo que sé, se tarda un tiempo, unos segundos, que pueden llevarnos a la victoria o a la perdición. Ella ya sabe que podemos unir nuestros poderes y de ese modo adquirir una mayor fuerza. Lo ha visto, ha podido comprobar lo que ocurre cuando unimos nuestras fuerzas. Con esa fuerza sí sería posible una victoria y ella lo sabe. Ha visto lo que le ocurrió anteriormente a Lady Spider y a los esbirros que mandaban a destruirnos. No se arriesgará a que a ella le pase lo mismo.
La cara de Yiria empezó a cambiar: ya no mostraba esa sonrisa confiada, sino una leve preocupación. No le gustaba el rumbo que estaban empezando a tomar las cosas.
- Podría tener un arranque de orgullo...- aventuró Guerrero Neptuno, pero Guerrero Marte negó con la cabeza.
- No lo tendrá.- insistió el guerrero.- No debeis subestimar a esa niña. Su mente es la de una mujer adulta, acostumbrada a la batalla, a planear con detenimiento sus actos. No permitirá que el orgullo interfiera en su camino hacia la victoria: no dejará que nos unamos.
La sonrisa había desaparecido por completo del rostro de Yiria. Sabía que no debía subestimar el poder de los guerreros, como habían hecho anteriormente sus compañeros. Se levantó de un salto, con el ceño fruncido.
- ¿Y tú como sabes todo eso?.- se extrañó Sailor Venus.
Antes de que el guerrero pudiese responder, Sailor Marte le miró asombrada.
- Puedes... puedes leer la mente.- murmuró la sailor, impresionada. El guerrero asintió levemente con la cabeza, algo ruborizado.- Ese es un poder muy grande...
- No nos dediquemos ahora a tonterias.- les interrumpió Guerrero Sol.- Tenemos a la Niña Diabólica delante de nosotros y quiere que seamos su juguete. Sólo tenemos una posibilidad y ella no nos va dejar que lleguemos a ese punto. Por tanto, necesitamos que alguien la distraiga.
Yiria empezó a formar una bola de energía en la palma de su mano.
El guerrero se volvió hacia las Sailors Stars y las miró fijamente.
- Vosotras no podeis uniros, de modo que sereis las encargadas de distraer al pequeño monstruito.
- Oye, ¿quién te has creido que eres para darnos órdenes?.- inquirió Creadora, malhumorada.
- No es momento de discutir.- señaló El Señor del Antifaz.- Yo tambien la distraeré. Creo que entre los cuatro podremos hacerlo.
- Yo tambien puedo hacerlo.- señaló Sailor Plutón.- Guerrero Plutón no está. Puedo ayudaros. Además, quiero venganza.
- Y no os olvideis de nosotros.- se apresuró Guerrero Sol, señalandose a si mismo y a Guerrero Luna.- Seguramente, todavía es pronto para que ella y yo unamos nuestro poder, de modo que también podremos distra...
En ese momento, Yiria lanzó contra los guerreros la bola de energía.
- ¡¡¡Cuidado!!!.- gritó Sailor Plutón, apartando de un empujón a varios guerreros... y recibiendo ella el impacto de la bola.- ¡¡¡AAAHHH!!!
La sailor cayó al suelo, malherida, respirando entrecortadamente. Su cuerpo estaba lleno de heridas y despedía leves columnas de humo. Todos los guerreros corrieron a su lado.
- ¡Sailor Plutón!.- gritó Sailor Moon.- ¡Sailor Plutón, ¿te encuentras bien?!
El Señor del Antifaz se acercó a ella y la examinó rápidamente.
Alrededor de sus heridas se podía ver un aro oscuro y el Señor del Antifaz miró preocupado a la Sailor, pero esta hizo un gesto negativo con la mirada.
- ¿Cómo está?.- Sailor Saturno, muy preocupada.
El Señor del Antifaz volvió a mirar a Sailor Plutón, pero esta le devolvió la mirada con decisión. El joven apretó los puños.
- Está débil y tiene muchas heridas...- respondió.- Nada grave, pero no puede luchar.
Sailor Plutón esbozó una sonrisa e agradecimiento, pero el Señor del Antifaz no parecía estar igual de satisfecho... ni tampoco Sailor Mercurio, que observaba las heridas y las extrañas manchas con la misma preocupación que había mostrado antes el Señor del Antifaz.
- Ya habeis visto de lo que soy capaz.- intervino por fin Yiria.- He eliminado a uno de los que se iban a encargar de "entretenerme" y no he tenido ninguna dificultad en ello. ¿Creeis que los demás podreis hacerlo mejor?
El Señor del Antifaz tomó en brazos a Sailor Plutón y la llevó a un rincón apartado de la sala, para evitar que fuese alcanzada durante la batalla. Al dejarla en el suelo, ella le agarró del hombro.
- Gracias.- murmuró.
Pero él no respondió, sino que la miró con preocupación y luego, intranquilo, regreso con los demás.
- ¡No podrás derrotarnos tan facilmente!.- gritó Luchadora.- ¡Nos has atacado por la esplada!
- ¡Eso ha sido algo ruin y despreciable!.- señaló Guerrero Marte.
- Lo sé.- respondió Yiria.- Pero, ¿acaso no lo es tambien ser 21 contra una pobre e inocente niña? Ahora sólo he igualado un poco las cosas.
- Sería injusto si tu fueses una pobre e inocente niña.- respondió Guerrero Sol, apretando su espada.- Pero no es el caso: eres un demonio capaz de matar a tu propia hermana, que matas por placer y te diviertes haciendo el mal. Nos has atacado por la espalda y eso te va a costar caro. ¡Nosotros te venceremos!
Casi al instante, se lanzó de un salto sobre la niña, empuñando su espada de luz. Yiria esquivó el golpe de un salto.
- ¡Laser estelar!.- gritó en ese momento Luchadora.
Yiria apenas tuvo tiempo de esquivarlo también.
Guerrero Sol miró a la Star Ligth, que le correspondió la mirada.
- Estamos en medio de una guerra.- dijo Luchadora.- No es momento de ponerse a discutir entre nosotros. Pero en por seguro que en cuanto todo esto acabe, tú y yo tendremos una larga charla sobre quién manda.
Guerrero Sol esbozó una sonrisa y asintió, mientras Yiria se apartaba unos mechones de la cara, con enojo.
- Vais a pagarlo muy caro.- murmuró, con rabia.
Mientras, los demás guerreros observaban la escena.
- Vayamos a ayudarles.- murmuró Curadora.
Sailor Moon y Creadora asintieron, mientras emprendian la marcha hacia la batalla.
- Los demás, debemos unir nuestras fuerzas.- dijo Sailor Saturno.- No podrán tenerla entretenida mucho tiempo: debemos apresurarnos.
- ¿Todos?.- se extrañó Guerrero Venus.- ¿No será demasiado?
- Prefiero no correr riesgos.- respondió Guerrero Mercurio, mientras se acercaba a Sailor Mercurio y la agarraba de las manos.- Será mejor que nos demos prisa.
Sailor Mercurio se ruborizó un poco, pero se concentró en unir sus fuerzas. Uno a uno, se fueron preparando para unirse. Incluso Sailor Saturno y Guerrero Saturno... pero algo fallaba entre esos dos...
- ¡Concéntrate!- le gritó Sailor Saturno.
- ¡Ya lo estoy haciendo, idiota!.- replicó Guerrero Saturno.- ¡Eres tú la que falla!
- Teneis que concentraros los dos en unir vuestras fuerzas.- les dijo Guerrero Urano, mientras se concentraba.- Si no podeis, probar a pensar algo que tengais en común.
Los dos niños refunfuñaron un poco.
- Me gustan las películas románticas y los detalles bonitos...- murmuró Sailor Saturno.
- Pues yo prefiero las películas de acción y paso de bobadas.
- Duermo con pijama.
- Duermo en ropa interior.
- Me gustan las ciencias y las manualidades.
- Me gusta la literatura y el deporte.
- Me gustan los chicos.
- Me gustan las chicas.
- Esto no marcha.- murmuró Sailor Neptuno, preocupada.
Los dos niños empezaron a enfadarse.
- ¡Me gusta el shojo!.- gritó Sailor Saturno.
- ¡Me gusta el shonen!.- gritó a su vez Guerrero Urano.
Mientras, Luchadora, Creadora, Curadora, Guerrero Sol, Sailor Moon y el Señor del Antifaz empleaban todas sus fuerzas en mantener ocupada a Yiria, que intentaba lanzar ataques contra los guerreros que se apresuraban en unir sus fuerzas.
- ¡Malditos gusanos, os aplastaré a todos!.- gritó Yiria, presa de furia.
- ¡Inténtalo!.- replicó Creadora.- ¡Fuerza Estelar, gira!
- ¡Viento Salvaje!.- gritó al mismo tiempo Guerrero Sol.
Yiria lanzó un par de juramentos y saltó, evitando de ese modo el ataque. Pero cuando estaba en el aire, una rosa atravesó sus ropas y la clavó en la pared. La niña apretó los puños y arrancó la rosa de la pared, liberándose. Sus ojos daban miedo: estaban inyectados de sangre, con odio y rabia.
- Vais a morir.- murmuró, con voz tétrica.
- ¡Me gustan los gatos!
- ¡Me gustan los perros!
- ¡Me gusta lo tétrico!
- ¡Me gusta lo alegre!
- Creo que a este paso nunca podrán unirse...- se lamentó Sailor Júpiter.- Será mejor que tratemos de ignorar sus gritos y nos concentremos en unirnos nosotros, porque ellos no van a poder hacerlo.
- Estoy de acuerdo.- asintió Guerrero Júpiter.
- ¡ME GUSTA EL INARI!.- gritaron los dos al mismo tiempo (nota de la autora: el inari es una comida japonesa que tiene arroz y tofu).
Todos los guerreros y las sailors se quedaron paralizados durante unos instantes. Sailor Saturno y Guerrero Saturno se miraron, incrédulos.
- ¡Fantástico, ya teneis algo en común!.- exclamó Sailor Marte, emocionada.- ¡Ahora, rápido, concentraros en eso y unid vuestras fuerzas!
Los dos niños, rápidamente, juntaron sus manos y empezaron a concentrarse.
- El arroz...- murmuraba Sailor Saturno.
- Y el tofu...- decía a su vez Guerrero Saturno.
Los demás guerreros esbozaron una sonrisa y se dispusieron a imitarles.
Patricia cerró los ojos y trató de concentrarse, de olvidar durante unos momentos todo lo que había ocurrido hacía tan solo unos instantes: la fiesta, el beso con Alex, las visiones, la revelación de la identidad de los guerreros... se esforzó en concentrarse en Guerrero Júpiter.
Vio un palacio que ella conocía muy bien. Era el Milenio de Plata. Una silueta femenina que le resultaba familiar, pero que no podía recordar el por qué. Pudo sentir el dolor interno de Guerrero Júpiter. Un dolor aún más grande que el suyo si es que eso era posible.
De pronto, notó un increible poder que salía desde su interior.
Guerrero Sol se disponía a volver a atacar a Yiria cuando notó una explosión detrás de ellos. Antes de haber tenido tiempo de girarse a ver de qué se trataba, hubo otra... y después otra... y otra...
- Lo han conseguido...- murmuró Luchadora, esbozando una sonrisa.
- Yiria: tu derrota ya es inevitable.- dijo El Señor del Antifaz.
- Eso ya lo veremos.- respondió la niña, mientras le lanzaba una última mirada de odio y se giraba para observar a los Guerreros Eternos que habían aparecido.
El espectáculo era realmente impresionable. Y, si eras malo, además era aterrador. Ante Yiria se alzaban siete parejas de guerreros que la miraban de un modo frío y calculador. A su alrededor, leves halos de energía hacían que el suelo se resquebrajara. Permanecieron inmóviles, mirando a Yiria con detenimiento y precaución. La niña apretó los puños y dejó caer su muñeca con enojo.
- Tal vez hayais conseguido unir vuestras fuerzas y de ese modo aumentar vuestro poder.- murmuró, mientras respiraba de forma entrecortada, con rabia.- Pero sigo siendo más poderosa que vosotros. Jamás lograreis vencerme, ¡nunca!
- Ríndete, Yiria.- intervino Guerrero Sol.
- No puedes vencer.- señaló Luchadora.
- Por favor Yiria, deten esta lucha inútil.- suplicó Sailor Moon, con ojos llorosos.- Aún no es demasiado tarde.
- ¡Cállate!.- gritó Yiria, lanzando uno de sus rayos contra Sailor Moon. Pero antes de que este la alcanzase, Guerrero Júpiter y Sailor Júpiter se situaron delante de la sailor y alzando las manos, detuvieron el mortal ataque, sin demasiado esfuerzo.
Yiria retrocedió un paso, apretando los puños con rabia, mientras murmuraba algunos juramentos.
Los guerreros se fueron colocando alrededor de la niña hasta que esta estuvo completamente rodeada.
- Yiria, por favor, ríndete.- volvió a decir Sailor Moon.- Tal vez pienses como una mujer, ¡pero solo eres una niña! Has cometido muchos errores, algunos ni siquiera son enmendables... pero puedes evitar que esto continue.
- ¡He dicho que te calles!.- gritó Yiria, mientras, desesperada, empezaba a lanzar sus rayos en todas las direcciones.
Los guerreros y las sailors alzaron sus manos e hicieron que todos los rayos se detuviesen y explotasen sin causar ningún mal a nadie. Detrás de ellos, las Stars Lights, Guerrero Sol, Sailor Moon y El Señor del Antifaz miraban el expectáculo con tristeza. Por las mejillas de Sailor Moon resbalaban grandes lágrimas.
- ¡Nunca me rendiré!.- gritó Yiria, mientras se lanzaba contra Sailor Marte y Guerrero Marte.
- ¡Flechas del Infierno!.- gritaron ambos, al unísono.
El potente ataque alcanzó a la niña de pleno y salió despedida al centro del círculo formado por los guerreros y las sailors. Una leve columna de humo salió de sus ropas cuando cayó al suelo. Yiria se incorporó, con dificultad, mientras se apartaba un ligero hilillo de sangre de la comisura de los labios con el dorso de la mano.
- Por favor...- suplicó Sailor Moon.
- ¡¡¡Ahhhhh!!!.- aulló Yiria mientras se lanzaba de nuevo, en esta ocasión contra Guerrro y Sailor Saturno. Estos esbozaron una idéntica sonrisa.
- ¡¡Golpe Cortante!!.- gritaron.
- Ya basta...- sollozó Sailor Moon, cerrando los ojos con fuerza.
De nuevo Yiria salió despedida por los aires y cayó ruidosamente, rompiendo algunas baldosas al chocar violentamente contra el suelo. Pero una vez más, la niña se levantó. Su aspecto era realmente lamentable: sus ropas estaban totalmente destrozadas y su pelo revuelto y sucio. Todo su cuerpo estaba cubierto de heridas, rasguños y quemaduras. Se levantó tambaleante: estaba al límite de sus fuerzas, pero no estaba dispuesta a darse por vencida.
- ¡Morireis conmigo!.- gritó, lanzandose, una vez más, contra los Guerreros. Estos alzaron sus manos una vez más para atacarla.
- ¡YA BASTA!.- aulló Sailor Moon con todas sus fuerzas. Yiria se detuvo en seco, al igual que los guerreros. Todos miraron sorprendidos a la llorosa Sailor.- Dejemos de pelear... por favor... sólo es una niña...
Yiria la miró, sorprendida y algo vacilante.
- Ha cometido muchos fallos.- continuó Sailor Moon.- Pero... pero podemos ayudarla... debemos ayudarla a comprender su equivocación. Es nuestro deber... como guerreros...
- ¿Qué?.- murmuró Yiria. No podía entender lo que pasaba. Ella era su enemigo, ¿por qué no había dejado que acabasen con ella? Si hubiese podido, hace tiempo que Sailor Moon estaría muerta...
- Yiria, ábrenos tu corazón...- murmuró Sailor Moon, alzando su cetro y cerrando los ojos.- Déjanos mostrate el camino de regreso...
Los guerreros la imitaron y se agarraron de las manos, concentrando su energía sobre Yiria. Esta notó cómo una cálida sensación la envolvía...
- ¿Qué... qué está pasando?.- murmuró la niña otra vez. A su alrededor, todo se volvió blanco, como si estuviese atrapada en una suave y cálida niebla.- ¿Dónde estoy?
En ese momento oyó una risa cálida... una risa que le resultaba familiar...
- Yiria, no te escondas, tenemos que ir a casa.- dijo una voz entre la niebla.- Es tarde. Padre y madre se preocuparán si tardamos más... y tengo un regalo para ti.
La niebla empezó a disipiarse y Yiria se encontró ante un prado de suave hierba. Allí, mirando en todas direcciones, estaba su hermana Lamiyara.
- ¿Qué es esto?.- murmuró Yiria, sorprendida.
Detrás de un arbol, se vio a si misma, con sonrisa juguetona. De pronto, salió corriendo hacia su hermana y la agarró de las piernas.
- ¡Estoy aquí!.- dijo, riendo con alegría. Lamiyara lanzó un falso grito de sorpresa y la agarró de los brazós y la levantó, mientras comenzaba a girar y la niña soltaba carcajadas de felicidad.
Yiria observó la escena, con curiosidad. Estaba segura de haberlo vivido antes pero... no podía recordarlo...
Después de estar unos segundos dando giros, Lamiyara la dejó en el suelo y se agachó para mirarla a los ojos, mientras le enseñaba un paquete. Yiria lo miró con entusiasmo.
- Es mi regalo de cumpleaños para ti.- le dijo la muchacha, mientras abría la caja. En ella estaba la muñeca que Yiria llevaba siempre con ella.
La niña lanzó un gritito de alegría y abrazó la muñeca con entusiasmo y luego a su hermana.
De nuevo fue atrapada por la niebla blanca y cuando esta se disipó, había cambiado de lugar. Ahora se encontraba en un pequeño pero acogedor dormitorio. En la cama estaba ella, Yiria, peinando a su muñeca mientras su hermana la peinaba a ella con cariño.
- Lamiyara, ¿algún día seré tan guapa como tú?.- preguntó la niña, mirándose su infantil cara en un espejo.
Lamiyara sonrió y apoyó su cabeza en el pequeño hombro de su hermana.
- Por supuesto que sí.- respondió.- Serás tan guapa como yo o incluso más. Serás la más guapa del mundo.
Yiria sonrió a su hermana y la miró con cariño.
- Es hora de acostarse.- dijo Lamiyara.
- ¡Cuentame un cuento!.- pidió Yiria, mientras se tapada con una manta, sin soltar la muñeca.- Uno de príncipes y princesas.
Lamiyara volvió a sonreir y tomó un libro de la mesilla y, sentándose a su lado, empezó a leerlo en voz alta, mientras Yiria se iba durmiendo poco a poco. Al cabo de unos minutos comprobó que Yiria se había quedado dormida y, tras darle un beso en la frente, se marchó de la habitación.
De pronto, todo cambió. Las paredes se tiñeron de rojo y un humo negro y maloliente inundaba el aire, impidiendo casi la respiración. Yiria se vio en un pequeño rincón, acurrucada, muy asustada, apretando con fuerza su muñeca. Junto a ella estaba Lamiyara, abrazándola con fuerza para que la pequeña pasase el menor miedo posible, pese a que ella misma se encontraba tremendamente asustada. A lo lejos, unas risas desagradables y burlonas y unos aullidos de dolor...
- Padre... madre...- balbuceó Yiria, mientras notaba cómo sus ojos se llenaban de lágrimas. Esos recuerdos tan dolorosos... había intentado dejarlos atrás... pero la habían alcanzado.
- Yiria, escúchame.- oyó decir a Lamiyara.- Padre y madre se han marchado. Y nunca volverán.
- ¿Y el príncipe azul que viene a rescatarnos? .- sollozó la niña.- ¿Dónde está?
- Los príncipes azules no existen.- respondió Lamiyara, tratando de controlar sus propias emociones.- Por eso, porque nadie vendrá en nuestro auxilio, debemos ser fuertes. Las más fuertes del mundo. Dominaremos sobre esa escoria que ha destruido nuestro hogar y les haremos sufrir lo que ellos nos han hecho sufrir a nosotros. Lo haremos, Yiria. Y lo haremos juntas. Debemos permanecer unidas hasta el final, porque solo podemos confiar en nosotras mismas. ¿Lo has entendido?
- Sí.- se oyó Yiria a si misma, en brazos de su hermana.- Lo haremos. Seremos las más fuertes y dominaremos. Y lo haremos juntas. Porque sólo podemos confiar en nosotras mismas.
- ¡¡¡¡¡NOOOOOOO!!!!!
La niebla y la imagen desaparecieron y de nuevo se encontró en la sala de fiestas destruida, con los guerreros y las sailors rodeandola. Yiria se dejó caer al suelo, sollozando.
- Lamiyara...- lloró.
Las lágrimas resbalaron por sus mejillas, mientras sollozaba. De pronto, notó que alguien se ponía delante de ella. Alzó la vista y vio a Sailor Moon. En sus manos, estaba su muñeca. Su querida muñeca. Sailor Moon se agachó y se la tendió. Yiria la miró sin entender.
- No te preocupes, Yiria.- dijo Sailor Moon.- No llores.
Yiria miró a su muñeca y de nuevo a Sailor Moon y rompió a llorar de nuevo, mientras abrazaba a la sailor, que le correspondió el abrazo.
- He... he matado a mi hermana... a Lamiyara...- sollozaba la niña una y otra vez. Sailor Moon la acariciaba con ternura, tatando de tranquilizarla.- Yo... yo... yo no podía recordar... y... la maté...
- No te preocupes, Yiria.- respondió Sailor Moon con cariño.- Seguro que esté donde esté, Lamiyara lo comprende y te perdona.
Yiria continuó llorando amargamente.
- Por favor... Sailor Moon.- sollozó.- Haz algo... me siento.. estoy tan arrepentida... ¡quiero volver a estar con Lamiyara!
- Dejanos ayudarte.- dijo Sailor Moon, mientras se ponía en pie.- Dejanos purificarte.
La niña se quedó sentada sobre sus rodillas, mientras veía cómo Sailor Moon alzaba su cetro. Pero no tenía miedo... sólo podía sentir el gran pesar de su corazón...
- ¡Luna de Plata... beso de Cristal!.- gritó Sailor Moon.
Una cálida energía envolvió a Yiria que sintió cómo su cuerpo se elevaba. Pero no era una fuerza destructiva... era más bien una fuerza creadora...
Su cuerpo empezó a desvanecerse, al tiempo que se iba sintiendo en paz consigo misma. A lo lejos, distingió una figura conocida.
- ¿Lamiyara?.- murmuró Yiria. Su hermana la sonrió con ternura y extendió su brazo en señal de bienvenida y reconciliación. Yiria sonrió y, cuando su cuerpo estaba terminando de desaparecer, alzó su pequeño bracito.
Cuando la luz desapareció, no quedaba ni rastro de Yiria. Pero sabían que esta había hecho las paces con su hermana.
- Espero que por fin seas feliz, Yiria.- murmuró Sailor Moon. De pronto, notó cómo se debilitaba una luz y vio que Guerrero Marte y Sailor Marte caían al suelo, exhaustos. - ¡Sailor Marte!
Antes de haber llegado a su lado, empezaron a deshacerse todas las parejas, una tras otra, cayendo al suelo agotados. Pronto, no quedó ningún guerrero Eterno, salvo Sailor Moon y Guerrero Sol.
- Será mejor que nos pongamos en nuestro aspecto habitual.- dijo Guerrero Sol.- Es que requiere menor energía.
Los demás asintieron y fueron invirtiendo las trasnformaciones uno tras otro, incluyendo a las Stars Lights y el Señor del Antifaz.
- Se nota que tengo experiencia.- bromeo Dani, mientras se levantaba, tambaleante. Ahora me canso menos. ¿Lo sabias, Lucha...?
En el lugar donde antes estaba Luchadora, ahora pudo ver a Seiya Kuo, que lo miró con curiosidad.
El grito de horror de Dani inundó la sala.
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