CAPÍTULO 25: Una noche muy larga. La llegada de Erdiene
- Ellas... son ellos... ellos... son ellas...
Dani no dejaba de mirar alternativamente a los Three Lights, mientras repetía una y otra vez las mismas palabras desde hacía más de dos horas (con el consiguiente dolor de cabeza para Yaten, Taiki y Seiya).
Se encontraban todos reunidos en el templo de Hirawa, en los jardines posteriores. Aprovechando que el abuelo de Ray estaba de viaje y ella había echado a Fernando (nota de la autora: Nicolás para los que no lo han visto con el doblaje español) sin demasiados miramientos, se habían reunido todos en el único sitio en el que había suficiente espacio, ya que Dani se encontraba en un estado semicatatónico y había sido incapaz de llevarlos a su casa y darles las llaves para que abriesen.
Salvo Dani, que murmuraba lo mismo una y otra vez, todos se miraban en silencio en una tensa espera. Eran más de las dos y media de la mañana, pero ninguno parecía darle importancia.
Luna y Artemís avanzaron y se colocaron entre los dos grupos y Cometa no tardó mucho en imitarles, pero sin tanta ceremonia ni seriedad.
- Bueno... ya estamos todos.- dijo Cometa, mientras se estiraba perezosamente.- ¿No os sentis mejor ahora, sin tanto secreto?
Pero Luna y Artemís no se molestaron en contestar, sólo lo miraban con mucho enojo.
- Vaya...- suspiró Cometa.- Creo que me toca un sermón...
- ¿Sabes lo que has hecho, Cometa?.- dijo de pronto Luna. Bunny casi estuvo a punto de echarse a temblar. Ese tono que había empleado Luna era síntoma de que estaba terriblemente enfadada. Encogiéndose, se escondió ligeramente detrás de Armando.
- Sí: ahorrar tiempo.- respondió Cometa con una gran sonrisa.
- Cometa, parece que no aprendes nunca...- suspiró Artemís con pesar.- ¿Cuándo aprenderas que hay momento para cada cosa y una cosa para cada momento? ¡No puedes apresurar las cosas!
- No me vengas con bobadas, Artemís.- gruñó Cometa, molesto por el tono de los dos gatos.- Las cosas tiene que ocurrir, no importa cuándo, cómo o dónde. Simplemente, tienen que pasar. Ellas y ellos tenían que conocerse en sus otras personalidades y yo me he encargado de que así haya sido. ¿Cuál es el problema?
- ¡El problema es que no era el momento!.- gritó Luna.- ¡Ninguno de ellos estaba preparado todavía!
- ¿Y crees que iban a estar más preparado más adelante?.- replicó Cometa.
- Yo nunca hubiese estado preparado para esto...- murmuró Dani, con lágrimas en los ojos, de cuchillas en el suelo y haciendo dibujitos con un palito.- Me va a crear un trauma...
- Tal vez no.- respondió Luna ignorando el comentario de Dani.- Pero al menos hubiesemos estado bien para el resto de los combates. ¿O acaso has olvidado que estamos en medio de una guerra?
- ¿Y crees que esto puede afectar a su modo de luchar?.- se burló Cometa.
- ¡Esto me va a afectar en todo!.- sollozó Dani.- Mis ídolos de la adolescencia... son chicas...
- Cualquiera que te oiga, parece que hayamos cometido un crimen...- gruñó Yaten.
- ¡Esto es peor!
- ¡Por supuesto que afectará a la hora de combatir!.- dijo Luna, ignorando, una vez más, las lamentaciones de Dani.- Hotaru y Ricardo no se pueden ni ver y para unirse necesitan pensar en comida; Dani va estar traumatizado durante semanas...
- ¿Semanas? ¡Meses! ¡Años! ¡TODA LA VIDA!
- ... y Alex y Patricia...
Luna dirigió una triste mirada a los dos jóvenes. Ambos se sostenían una mirada cargada de una tristeza sin igual y parecían a punto de derrumbarse allí mismo.
Cometa los miró también, con pesar.
- Bueno, eso es ahora, de la impresión.- respondió el gato, girando la cabeza con desinterés.- Pero luego se encontrarán bien.
- ¡Ja!.- respondió Dani.- Snifff... quiero morir...
- Tú sigue quejándote mucho rato y ya verás qué rápido lo soluciono...- gruñó Taiki.
- Además, tarde o temprano se iban a dar cuenta: Sailor y Guerrero Marte se pueden reconocer de inmediato.- insistió Cometa.
- Pero tú, sabiendo que se conocían, lo podías haber evitado.- señaló Artemís.
- ¿Para qué? Se acabarían enterando lo mismo...
- Está claro que te diga lo que te diga, no vas a cambiar.- resopló Luna.- Y además ya no hay solución: lo hecho, hecho está. Será mejor que cada uno se vaya a su casa y mañana nos reunamos todos, cuando estemos más tranquilos y descansados.
- Me parece bien.- dijo Cometa.- Ha sido una noche muy larga.
Se dio media vuelta y de un salto se marchó, muy tranquilo. Los chicos se quedaron unos segundos, mirando a las muchachas y a Armando, mientras estos les sostenían las miradas.
- Bunny, vámonos.- dijo Luna, dándoles la espalda a los muchachos.
- Ah... sí...- murmuró Bunny, apresurándose a seguir a la gata.
- Yo os llevaré a casa.- se ofreció Armando.
- Os acompaño.- se apresuró a decir Seiya.
Antes de irse, Armando miró a Raquel. Esta estaba apoyada contra un arbol. Parecía estar muy débil y su frente estaba perlada por el sudor. Iba a decir algo, pero ella le lanzó una rápida mirada de advertencia.
Apretando los puños, Armando se dio media vuelta y se marchó, siguiendo a Bunny, Luna y Seiya.
- Nosotros también nos vamos.- dijo Artemís, dándole con la pata a Carola, que miraba con mucho pesar a Dani (el cual seguía implorando la llegada de la muerte para acabar con sus sufrimientos).
- ¿Crees que es conveniente dejarle así?.- murmuró, preocupada.- Está muy mal...
- No te preocupes por él.- dijo Artemís.- Ya se le pasará. Pero tú será mejor que vuelvas ya a tu casa, porque tu madre te va a cortar la cabeza por trasnochar.
Tras mirar por última vez a Dani, Carola también se marchó.
- Dani, venga, vámonos.- dijo Diego, mientras ayudaba a Dani a levantarse.- Ya verás como cuando hayas dormido unas horas, esto no te parecerá tan terrible...
- Y si me lo sigue pareciendo, te tiras por la ventana conmigo, ¿hace?
- Err... mejor te suicidas solo...
- Esas cosas es mejor hacerlas con alguien: es menos triste... por favor...
- ... creo que deberias buscarte otros ídolos...
- ¿Qué igualen a los.. las... bueno, Three Lights? Imposible.. ellos... ellas... eran... son... bueno, su música es insuperable.
Así, mientras Diego trataba de convencer a Dani de que el suicidio no era la solución, se marcharon. Ivan se dio la vuelta y sin tan siquiera decir adiós se dio la vuelta, mientras Amy le seguía con la mirada.
Ivan se detuvo y se giró, mirándola, haciendo que ella se ruborizase.
- ¿Qué?.- dijo con su habitual tono de voz.- ¿Piensas ir a casa andando?
- Ehh... pues...- balbuceó la muchacha.
- Te llevo.- dijo, mientras de nuevo se daba la vuelta y se dirigía a su moto. Amy tras despedirse rápidamente de todos con nerviosas reverencias, se apresuró a alcanzarlo.
Carlos estaba muy ruborizado y miraba al suelo, al igual que Tim. De vez en cuando sus miradas se encontraban... y rápidamente volvían a mirar al suelo. Hotaru, extrañada, enarcó una ceja. Luego miró a Vicki, que miraba embelesada a Luis, igual que él a ella. Y finalmente miró a Raquel, que parecía a punto de desmayarse. Estaba claro que como ella no hiciese algo, de allí no se iban en toda la noche...
- Ejem... bueno, nosotras también tenemos que irnos.- dijo Hotaru, dando tirones de la manga de Tim.- ¿Recordais? Dormir, descansar... esas cosas... soy una adolescente que necesita dormir un mínimo de ocho horas diarias...
- Ah... sí, es cierto...- murmuró Tim.- Bueno... pues eso... que nos vamos... adiós...
Torpemente, ayudó a Hotaru a sujetar a Raquel y llevarla hasta el coche, mientras Carlos, todavía ruborizado, la seguía con la mirada. Vicki se dio media vuelta.
- Nos vemos mañana, Luis.- se despidió con coquetería.
- Adiós.- respondió él, con una gran felicidad. Pero no se podía comparar a la de Ricardo, que los miraba radiante. Esto superaba sus expectativas: Vicki, su adorada Vicki, con Luis, su salvador.
Radiante de felicidad, hinchó el pecho... y Luis lo agarró de detrás para irse.
- Tenemos que descansar.- dijo, sonriendo.- Además, mi hermano debe estar muy preocupado. A estas horas debemos ser las personas más buscadas del país...
Carlos también se marchó, mirando al suelo fijamente y más rojo que un tomate.
Tan solo quedaban Jorge, Ray, Alex y Patricia. Estos dos no despegaban sus ojos el uno del otro, casi al borde del llanto, mientras apretaban los puños, como si tratasen de contener el dolor que sentían para que no les desgarrase por completo.
Ray puso su mano sobre el brazo de Patricia, haciendo que esta despertase de su letargo.
- Si quieres, quédate a dormir aquí.- le ofreció.- Ya es tarde para irte sola a casa.
Patricia, tras lanzar una última y agónica mirada a Alex, se dejó guiar al interior del templo por Ray.
Tan solo quedaron Alex y Jorge.
- Alex, tenemos que irnos...- dijo este.- Ya es tarde.
Alex estuvo unos segundos más sin moverse, hasta que finalmente se marchó de allí, seguido de Jorge.
Los tres Maestros Sagrados estaban en la sala, arrodillados y con la mirada baja. La luz que indicaba la presencia de Protech estaba encendida...
- ¿Qué ha pasado?.- se oyó preguntar a Protech, con voz gélida.
Aydiene notó cómo un sudor frío recorría su espalda y apenas era capaz de controlar el temblor que luchaba por salir de su cuerpo.
Nadie resondió a la pregunta de Protech.
- ¿¡Y BIEN?!.- rugió la voz en esta ocasión.
- Mi señor...- murmuró Erdiene.- Yiria... fue... derrotada por esos guerreros...
- ¿Me estás diciendo que ni uno sólo de mis oficiales ha sido capaz de derrotar a esa pandilla de estúpidos muchachos?
- Sí, mi señor...- murmuró el anciano.
Protech se mantuvo en silencio, mientras Aydiene luchaba contra el impulso de salir corriendo de allí a toda velocidad.
- Es vergonzoso que tenga que recurria vosotros, los Maestros Sagrados, para acabar con una pandilla de niños...- murmuró Protech.- Erdiene, tú eres el que posee una mayor experiencia. A ti te encomiendo la misión de acabar con esos guerreros. Espero que no me decepciones.
- No, mi señor.- respondió el Maestro Sagrado.
- Tienes dos oportunidades, Erdiene, no las desaproveches, o serás sacrificado al Gran Hombre de inmediato.
Apenas terminó de decir estas palabras cuando la luz se apagó. Aydiene y los otros Maestros aún tardaron unos segundos en levantarse del suelo, con precaución.
- Está muy enojado.- murmuró Zoiryene, mirando con temor la ahora apagada luz roja.- Creo que nunca lo había visto así.
- No es para menos.- señaló Erdiene.- Sus guerreros han sido derrotados una y otra vez por unos guerreros que son unos críos, pese a que el poder de los nuestros aumentaba en cada combate.
- Tienes un duro trabajo por delante.- dijo Aydiene.- Espero que logres vencerles.
- No creo que tenga problemas.- dijo el anciano, con una sonrisa.- No olvides que soy un Maestro Sagrado. Pese a mi edad, mi poder es muy grande, así como el de mis soldados. Ellos son muy poderosos gracias a esas fusiones que hacen, pero yo lo soy más. No podrán conmigo.
- En ese caso, ve y destrúyelos.- afirmó Zoydiene, mientras le estrechaba la mano de Erdiene.- Por la gloria de Protech.
- Por la gloria de Protech.- repitió Erdiene y casi de inmediato desapareció. Aydiene miró el sitio en el que antes estuvo el anciano con preocupación.
- ¿Crees que lo logrará?.- dijo la mujer, ligeramente preocupada.
- Sin duda.- respondió Zoydiene, con una sonrisa.- Y si no lograse, yo lo conseguiría antes que tener que recurrir a tu poder. No te preocupes: el ejército de Protech no caerá jamás.
- Sí... claro...- respondió Aydiene, con una sonrisa no muy convencida.
Patricia se levantó de su futón y miró a Ray, que dormía profundamente. Que afortunada... ella no podía pegar ojo...
Procurando no hacer ruido se levantó y se vistió (siempre tenían ropa en casa de Ray para casos de emergencia) y salió del templo, sumida en sus propios pensamientos.
Cuando le dijeron que debía mantenerse apartada de Guerrero Sol por el bien de la humanidad, había estado muy afectada, pero era consciente de su obligación como Sailor Júpiter... y además estaba Alex, cuya presencia, el tenerlo a su lado, le hacía más llevadero el dolor.
Sonrió levemente. Alguna que otra noche se había quedado en vela, pensando por cual se sentía más atraida, si por Alex o por Guerrero Sol... y habían resultado ser la misma persona...
Este último pensamiento le produjo un pinchazo de dolor. La misma persona... eso significaba que debía mantenerse apartada de ambos... bueno, del mismo...
Una lágrima solitaria resbaló por su mejilla y Patricia, rápidamente, se la quitó con gesto nervioso. Ella era una guerrera, no podía permitirse lágrimas en medio de una guerra. Sus problemas personales no eran ahora lo más importante, sino luchar contra Protech y salvar al mundo de su destrucción... pero... era tanto el dolor, el sufrimiento, la angustia que sentía...
Levantó la mirada para ver en dónde se encontraba. Era muy tarde y no había nadie en la calle... pero reconoció el lugar de inmediato: era el parque que estaba al lado de la casa de Alex, donde habían hablado aquella tarde de lluvia...
Ella alzó la mirada: la luz de la casa de Alex estaba apagada. Tristemente, caminó hacia los columpios y, igual que en aquella ocasión, se sentó en uno de ellos, balanceándose levemente, mientras ya no trataba de controlar las lágrimas.
- ¿Estás bien?
-... Luna...
-...
- ... Luna, ¿estás dormida?
- Lo estaba. ¿Qué quieres, Bunny?
- Es que tengo muchas dudas...
- ¿Y no puedes esperar a mañana?
- La curiosidad no me deja dormir.
Luna, suspirando, se levantó y miró el reloj, molesta: las cuatro y media de la mañana. Estaba claro que no iba a poder dormir. Bunny encendió la lamparilla de noche y la miró, agrandando los ojos.
- ¿Qué dudas tienes?
- Verás, cuando nos dijiste por primera vez que existían los guerreros y te preguntamos el por qué no se nos habían presentado, nos dijiste que era porque el otro gato, Cometa, estaría haciendo una competición o que estaría esperando a estar todos reunidos. Pero cuando hemos averiguado quienes eran, te has enfadado, diciendo que era demasiado pronto.
Luna carraspeó. Lo malo de que Bunny fuese creciendo, es que sus preguntas eran cada vez más comprometidas.
- Bueno... es que si os hubiese dicho que no podíais saberlo hasta después de la batalla final entonces os habríais puesto muy nerviosas... además, en cierto modo, las otras dos opciones también eran posibles... sobretodo la de la competición...
- ¿Después de la batalla final? ¿Por qué después de la batalla final?
Luna miró la colcha, con tristeza.
- Bueno... es por Guerrero Sol y Sailor Júpiter...
- ¿Y bien?
- ... es mejor que no lo sepas de momento, Bunny. Ya os lo contaré en su momento.
Bunny torció el morro, algo molesta, pero pronto cambió de expresión.
- Otra pregunta: tú tambien dijiste que como éramos muy fuertes una vez que nos uníamos, no podíamos estar juntos, ¿no?
- Cierto.- respondió Luna, mirando con desconfianza a Bunny.
- ¿Entonces por qué Sailor Neptuno y Guerrero Urano eran pareja? ¿También los guerreros Venus lo eran? ¿Y Mercurio?
Una gota de sudor apareció en la cabeza de Luna.
- ... ¿esto no lo podías haber preguntado antes?
- Sí.- respondió Bunny con una radiante sonrisa.- Pero si te soy sincera, no pensé mucho sobre el tema hasta esta noche.
- ... ¿no tienes sueño? Es muy tarde y has luchado y vivido demasiadas emociones. Debes de estar agotada...
- Pues la verdad es que no.- respondió Bunny, pensativa.- Estoy demasiado nerviosa como para dormir. Bueno, ¿y bien?
Luna suspiró de nuevo. Definitivamente, de dormir poco.
Patricia se giró rápidamente, esperando ver a Alex, pero el que le había hecho la pregunta era Jorge, que la miraba preocupado. Ella volvió a girar la cabeza.
- Si...- respondió.
Jorge se acercó a ella y se sentó en el columpio de al lado.
- No dejes que la tristeza te hunda.- le dijo, con seguridad.- Debes ser fuerte y podrás superarlo todo.
- Eso es fácil de decir...- murmuró Patricia.- Pero siento que me desgarro por dentro, que no hay nada capaz de mitigar el dolor que siento en mi corazón... no entiendo por qué tienen que ser así las cosas...
- Si te sirve de consuelo, los demás tampoco lo sabemos.- respondió Jorge.- Alex también está destrozado, Patricia. Pero ambos sabeis que es la único que podeis hacer. Él lo está pasando muy mal, pero trata de ser fuerte. Si te ve llorar, aumentarás ese sufriemiento que lleva dentro y os hundireis los dos. Debes ser fuerte. Por los dos.
Patricia lo miró sorprendida de sus palabras. No parecía el Jorge de siempre, constantemente de broma y tratando de seducir a Alex.
Jorge sonrió.
- ¿Te sorprendes? De vez en cuando sé ponerme serio.- dijo, con una dulce sonrisa.
Patricia, todavía con lágrimas en los ojos, sonrió también.
- Parece que sabes de lo que hablas.
Jorge miró al frente. Su mirada había cambiado completamente. Ahora era tan triste como la de Patricia o más.
- Bueno... digamos que yo tambien he tenido mis malos tragos amorosos...- murmuró.
- Bueno...- empezó Luna.- los guerreros Venus eran bastante diferentes de carácter a como son ahora. Eran más serios y responsables. De hecho, Sailor Venus era la lider de las sailors y Guerrero Venus era el segundo al mando, aunque como la reina no se fiaba ni un pelo de su hijo, en realidad era él el que les dirigía. Estaban comprometidos en matrimonio y...
- ¿¡QUE CAROLA Y DANI SE IBAN A CASAR?!
El grito de Bunny retumbó por toda la casa. En pocos instantes, se fueron encendiendo las luces de los otros dormitorios.
Patricia lo miró, preocupada. ¿Tendría algo que ver esa extraña figura femenina que vio en su mente cuando unieron sus fuerzas?
Se disponía a preguntarle sobre esa mujer, cuando alguien la interrumpió.
- ¡Jorge! ¡Patricia!
Ambos se levantaron de un salto de los columpios y vieron llegar a Diego corriendo. Era la primer vez que Patricia lo veía tal y como era... tenía los ojos verdes esmeralda y el pelo rojo como el fuego, algo largo y el flequillo le caía ligeramente sobre los ojos.
Cuando llegó a su lado, se detuvo para tomar aire y luego se volvió a levantar.
- ¿Qué pasa?
- ¿Qué?¿Qué pasa?.- gritó el padre de Bunny, mienrtas salía en pijama, medio dormido y con un gorro de noche.- ¿Qué ocurre?
- Nada.- gruñó Shingo, mientras se restregaba los ojos, adormilado.- Que la boba de Bunny se ha puesto a dar gritos en mitad de la noche...
- Bunny, ¿te encuentras bien?.- preguntó la madre de Bunny desde el otro lado de la puerta, preocupada.
Bunny, en su cuarto, con enorme chichón en la cabeza provocado por Luna y con lágrimas en los ojos, se apresuró a responder.
- Si, sí... estoy bien.- dijo, llorosa.- Es que... estaba soñando...
- Pues a ver si la próxima vez sueñas callada...- gruñó Shingo
Sin dejar de gruñir, la familia Tsukino volvió a dormirse, mientras Luna fulminaba con la mirada a Bunny.
- Lo siento...- se disculpó por décima vez Bunny.- Es que... me pilló por sorpresa y...
- Te está bien empleado por preguntarme estas cosas en mitad de la noche.- gruñó Luna.- Bueno, te estaba diciendo que...
De pronto, el suelo empezó a temblar de nuevo y una terrible explosión sacudió toda la casa.
- ¡¡¡BUNNY, ¿QUÉ HAS HECHO AHORA?!!!.- se oyó gritar a la madre de Bunny.
- ¡Yo no he hecho nada!.- lloró Bunny, mientras corría a mirar por la ventana. Lo que vio la dejó helada: allí, en su calle, destrozándolo todo, se encontraba un monstruo enorme, de varios metros de altura, vestido con un traje militar y un bazooka proporcional a su tamaño en su espalda. Iba dando vueltas de un lado a otro, pisando las casas y los jardines y lanzando rayos de energía en todas direcciones.
- ¡El enemigo ha vuelto a atacar!.- murmuró Bunny, horrorizada.
- Quieren que salgais...- murmuró Luna.,- No hay ningún motivo para atacar esta zona y no están absorbiendo la energía de la gente... están tratando de provocaros.
- Pues lo han conseguido.- dijo Bunny, mientras apretaba los puños y sacaba su cristal de plata.- Eso que están destruyendo es MI barrio. ¡Y no pienso permitirlo! ¡Luna Eterna... dame el poder!
La gente huía aterrorizada de su casa, mientras gritaban de pánico ante el enorme monstruo destructor que les amenazaba. Este, ignorando sus gritos, seguía avanzando sin pausa.
- ¡Alto!
Ahora sí se tomó una pausa, girándose para ver a esa persona que tan altivamente le había hablado.
- ¿¡Cómo te atreves a interrumpir el sueño de estas pobres personas!? ¡Los hogares de la gente son sagrados y tú los has destruido! ¡Soy la sailor que lucha por el amor y la justicia, Sailor Moon! ¡Y en nombre de Luna, te castigaré!
El monstruo, como de costumbre, no se mostró nada impresionado por el discurso de la sailor y, sin más contemplacines, le lanzó un rayo de energía que la sailor lo esquivó (con los ojos llenos de lágrimas)... haciendo que el tejado de su casa de fuese a hacer gárgaras...
- ¡EY, QUE DEBAJO ESTÁ MI HABITACIÓN!.- protestó Sailor Moon. Por suerte, nadie que pudiese reconocer la casa la oyó.
- ¡Sailor Moon, tienes que detener a ese monstruo antes de que destruya toda las casas!.- señaló Luna.
Pero Sailor Moon estaba demasiado ocupada esquivando rayos como para escucharla.
En lo alto, oculto en la oscuridad de la noche, Erdiene observaba el espectáculo con expresión seria y cruzado de brazos.
- Venga.- murmuró.- Muestrame tu poder, Sailor Moon. Si sigues así, serás derrotada sin ningún esfuerzo... y eso implicaría una vergüenza infinita para los que han caido en la batalla...
Sailor Moon continuaba dando saltos de aquí para allí sin dejar de llorar y de lamentar su mala suerte... y más cuando tropezó con una chimenea voladora (esta había salido por los aires al destruirse el último tejado)
Sailor Moon cayó al suelo completamente atontada, mientras Luna miraba desesperada en todas direcciones, buscando algún modo de ayudarla. El monstruo alargó la mano con gesto neutro (marca Iván).
- Sayonara, baby (marca Terminator).- dijo, lanzando un rayo en dirección a la sailor.
El rayo hizo un crater del tamaño de una piscina... ni tan siquiera se veían los restos de Sailor Moon.
- Ha quedado completamente desintegrada...- murmuró Erdiene, mientras movía la cabeza con disgusto.- Qué decepción...
- Cuando el cielo se cubre de nubes y los huracanes azotan la tierra, aparece un guerrero legendario y su tropa. Soy el guerrero que ilumina el camino a la libertad...
Erdiene, sorprendido, se giró en la dirección de la que provenía la voz.
- Yo soy el guerrero que controla el fuego del infierno...
- Soy la sailor de la naturaleza...
Había tres personas en un contraluz de una farola (que milagrosamente continuaba en pie). Una de ellas tenía en brazos a Sailor Moon...
- ...¡Guerrero Sol! ¡y en nombre del Sol, te castigaré!
- ...¡Guerrero Marte! ¡Y en nombre de Marte, te castigaré!
- ...¡Sailor Júpiter! ¡y en nombre de Júpiter, te castigaré!
Avanzaron un par de pasos. Guerrero Sol tenía en sus brazos a una todavía atontada Sailor Moon, que lo miraba incrédula.
- ¿Y vosotros qué haceis aquí?.- preguntó, extrañada.
- Guerrero Marte nos avisó.- respondió Guerrero Sol, mientras dejaba en el suelo a la sailor.
- ¿Y los otros?
- Guerrero Júpiter y Guerrero Venus han ido a avisarles.
- ¿Y no sería más fácil usar el intercomunicador?
Los dos guerreros miraron extrañados a Sailor Moon, mientras Sailor Júpiter asentía, muy convencida.
- ¿El qué?.- preguntó Guerrero Sol.
- El intercomunicador.- explicó la sailor, mientras sacaba el suyo.- Mirad, así podemos avisarnos de inmediato.
Los dos guerreros miraron el aparato con curiosidad, mientras una gota de sudor aparecía en la cabeza de Sailor Júpiter.
- Nosotros no tenemos de esto...- murmuró Guerrero Marte.
- ... creo que tengo que mantener una larga charla con Cometa...- gruñó Guerrero Sol.- Avisad a vuestras amigas, Sailor Moon y Sailor Júpiter, porque tenemos un problema.
- ¿Cuál?.- preguntó Sailor Moon, extrañada.
- ¿Recuerdas que hace unas horas hemos luchado contra la Niña Diabólica? Ellos fusionaron sus fuerzas... y están agotados.
Sailor Moon palideció casi de inmediato.
- ¿Quieres decir que...?
- Sí: en esta ocasión no podremos recurrir a los Guerreros Eternos.
