CAPÍTULO 28: Aventuras y desventuras de un ratón por la casa. ¡¡¡COMETAAAA!!!
- Erdiene, no seas estúpido.- rogó Aydiene.- Si Protech te encuentra aquí después de tus fracasos, te sacrificará al Gran Hombre.
- Soy consciente de ello, Eydiene.- respondió el anciano con sorprendente calma. Sin embargo, un ligero temblor al hablar indicaba que no estaba tan tranquilo como aparentaba.- Sin embargo, soy un soldado al servicio de Protech y como tal, mi obligación es obedecer sus órdenes o morir en el intento. Y no he hecho ninguna de las dos cosas. Mi señor hará bien en sacrificarme.
- ¡Pero puedes ir ahora a luchar contra Sailor Moon y los guerreros y, si tienes que morir, al menos no será sacrificándote al Gran Hombre!.- insistió la mujer, visiblemente afectada.
Erdiene se limitó a sonreir débilmente.
- Eydiene, ya soy un anciano.- murmuró, con voz apagada.- Llevo muchos años en la batalla y enseñando a grandes guerreros. Algunos me han dado muchas alegrias, como tú, otros no tantas. Pero he tenido una vida gratificante y bastante larga, teniendo en cuenta el mundo en el que nos movemos. Ha llegado el momento de que acabe y si tiene que ser sacrificándome, que así sea.
- Un guerrero como tú no merece morir de ese modo.- sollozó Aydiene.
En ese momento, se encendió la luz que indicaba la presencia de Protech. Rápidamente, los dos Maestros Sagrados se arrodillaron y Aydiene, discretamente, se quitó las lágrimas de los ojos.
- Maestro Sagrado Erdiene.- sonó la voz.
- Sí, mi señor.- respondió el anciano.
- ¿Has destruido a Sailor Moon y los demás guerreros?
Aydiene apretó los puños y trató de tranquilizarse para no estllar en lágrimas en ese mismo momento.
- No, mi señor. Fui derrotado en dos ocasiones.- reconoció el Maestro Sagrado.
Hubo unos angustiosos segundos de silencio en los cuales Aydiene se sintió al borde del abismo.
- Erdiene, ¿cuántos años llevas a mi servicio?.- preguntó finalmente Protech.
- Mi señor, ya he perdido la cuenta.
- Nunca me has fallado. Siempre has cumplido con eficacia todas aquellas misiones que te he encomendado. Has adiestrado grandes guerreros y triunfado en muchas batallas... hasta ahora. A todo guerrero le llega su cénit y creo que este es el tuyo, Erdiene. Tus días como gran guerrero han terminado.
Aydiene luchaba por no dejarse llevar por sus emociones, pues ellos significaría la muerte pero... le resultaba tan difícil...
- Has vivido con honor y moriras con honor: serás sacrificado al Gran Hombre de inmediato y serás recordado como un gran guerrero que vivió y murió con honor.
- Sí... mi señor...- logró decir Erdiene. Pese a la entereza que había logrado mostrar hasta el momento, Aydiene pudo detectar cuán asustado se encontraba el anciano.
- "Y pese a todo..."- pensó Aydiene.
Erdiene se puso en pie con dignidad. Del techo descendió la misma cúpula de cristal que meses antes había aprisionado a Arabrab, pero, al contrario que este, Erdiene no la golpeó ni intentó escapar. Se mantuvo firme en su decisión y la cúpula desapareció, llevando dentro al gran guerrero que fue Erdiene.
Aydiene cerró los ojos tratando de no llorar... pero si Protech se quedaba mucho tiempo, no podría evitarlo...
- Aydiene.
- Sí, mi señor.- respondió la mujer, tratando de que su voz no temblase.
- Eres uno de mis mejores guerreros y te necesito en la base. Por ello, avisa a Zoydiene de que debe comenzar el ataque contra Sailor Moon y los guerreros. Y que no falle.
- Sí, mi señor.- asintió la mujer.
La luz se desvaneció y Aydiene dejó escapar varias lágrimas. Erdiene había sido como un padre para ella y ahora...
- ¿Aydiene?
La mujer se giró sorprendida (y algo alarmada) y vio entrar a Zoydiene, que la miró extrañado.
- ¿Qué ha pasado?
Aydiene tomó aire.
- Erdiene será sacrificado al Gran Hombre.
Zoydiene la miró sorprendido y luego bajó la mirada, con pesar.
- Es una triste noticia.- murmuró.- Pero... era lo que él quería...
- Protech te ha encargado a ti la misión de eliminar a las sailors y a los guerreros.- continuó Aydiene, esta vez con mayor seguridad. De repente, había empezado a sentir una gran rabia contra esos estúpidos guerreros que habían arrastrado a la muerte a tantos seres queridos para ella...
- Muy bien.- asintió Zoydiene.- Vengaré a Erdiene.
- Vénganos a todos.
- ¡Venga, ánimo!.- gritó Bunny.- ¡Con fuerza! ¡Levantala más!
- Claro...- gruñó Armando, sudando copiosamente.- Como se nota que tú no eres la que hace... el esfuerzo...
- Podrías poner algo de tu parte...- refunfuñó Alex, mientras en su rostro se reflejaba el esfuerzo que estaba haciendo.
- ¡Para, para, que me hernio!.- aulló Dani.
Los tres dejaron caer una enorme cama y respiraron profundamente. Mientras Carola corría a socorrer a Dani y a su hernia y Patricia comprobaba que Alex estaba bien, Armando (mientras Bunny con Luna le interrogaban sobre si se encontraba bien) miró con recelo el mueble y luego volvió la vista detrás, donde Iván, Luis y Carlos llevaban un sofá que debía pesar más o menos lo mismo que la cama, a juzgar por las expresiones de sus rostros (menos el de Iván, que parecía que en lugar de estar llevando un mueble pesado estuviese llevando un saco de plumas). Sobre el sofá se encontraba Cometa, que daba instrucciones sobre cómo llevar el sofá mientras él se recostaba tranquilamente.
- Carlos, cuando nos pediste ayuda para subir tus muebles nuevos aceptamos de buen grado... ¿¡pero se puede saber de qué están rellenos?! ¿¡de plomo?!.- preguntó Armando, con extrañeza.- Pesan una tonelada...
- No.- negó Carlos, con seguridad, mientras ellos también dejaban el sofá en el suelo para tomar aire... y para intentar estrangular a Cometa, pero este fue más rápido y se refugió en brazos de Amy.
- ¿No, que no pesan una tonelada o no, no están rellenos de plomo?.- gruñó Alex.
- No, no están rellenos de plomo.- replicó Carlos.- Se trata de acero reforzado.
Todos miraron horrorizados a Carlos, que se mostraba muy tranquilo pese a lo extraño de sus palabras.
- Vereis, ¿no os resulta raro que vaya a cambiar TODOS los muebles de la casa?
- Pues a decir verdad... no mucho.- replicó Luis, pensativo.- En mi casa cambiamos los muebles tres veces al año, salvo los del salón, por aquello de que son antigüedades y queda muy bien sentar a los invitados en un sillón del siglo XVIII y... y...
Luis se apresuró a cerrar la boca al ver las miradas de sus amigos.
- Cometa es un gato tremendamente destructivo.- explicó Carlos, encogiendose de hombros.- Y desde que lo metisteis en mi casa, ya no tenía ni un mueble sin destrozar.
- Por qué será que ni si quiera me sorprende...- murmuró Luna, mirando de reojo a Cometa.
- Porque me conoces bien, nena.- replicó el gato sonriendo seductoramente.- Y eso que no has visto mi mejor faceta. ¿Qué tal si tú y yo esta noche nos...?
No pudo terminar la frase, porque, primero Luna y luego Artemís, le dieron unos tremendos golpes que hicieron que Cometa quedase en estado de semiinconsciencia.
- Sí...- murmuró Tim, ignorando a los felinos.- Recuerdo que la última vez que estuvimos aquí todas las patas de las sillas estaban roidas...
- Pues luego pasó de las patas al respaldo, al apoyabrazos... en fin, que no podías poner una mano sin clavarte una astilla. Y decidí renovar todo mi mobiliario (lo cual me ha costado un ojo de la cara)
- Pero eso es absurdo.- replicó Ray.- Si sigues teniendo a Cometa en casa... ¡te seguirá rompiendo los muebles!
Carlos, como respuesta, mostró una gran sonrisa.
- Por eso en este caso he pedido que...
- ¿Echas a Cometa de casa?.- preguntó Alex con recelo.- Pues que no cuente con que yo realoje. Les tengo mucho cariño a mis cosas.
- Ya somos dos.- se apresuró a decir Dani.
- Tres-. Dijo Luis rápidamente.
Cometa miró a todos y luego dirigió la mirada a Iván,... el cual ni siquiera se molestó en devolvérsela. Cometa suspiró con pesar.
- Ojalá.- gruñó Carlos.- Pero no ha sido posible echarlo... la solución ha sido que todos los muebles sean, bien de metal, o bien de metal chapado de madera.
- ...
Tras unos minutos (breves, en opinión de Dani) más de chachara, se pusieron de nuevo a la labor y finalmente consiguieron meter la cama en la casa, que ya estaba llena de muebles envueltos en molestos plásticos (¿alguna vez os habeis encontrado con la casa así? ¡es espantoso!).
Miraron desanimados el espectáculo... les quedaban muchas horas de trabajo.
- Bueno... llevemos la cama al dormitorio.- dijo Carlos, tomando aire para ser capaz de reunir la fuerza (física y moral) necesaria para volver a levantar el pesado mueble.- Ah, por cierto: que alguien vaya al cuarto de Cometa y traiga una de las cajas con papeles que hay allí. Quiero meter algunos libros.
- ¡Yo iré!- se apresuró a ofrecerse Bunny.- ¿Es la de la puerta llena de arañazos que forma un graffiti que pone Cometa?
- Esa misma.
- ¿Cometa tiene su propio cuarto?.- se extrañó Vicki, mientras iba abriendo puertas para que los muchachos y Tim (¿qué pasa? ¿qué ella no puede ayudar o qué?) pudiesen pasar sin problemas.
- La primera noche que pasó en casa lo dejé suelto por ahí.- explicó Carlos, mientras hacia esfuerzos por mover la cama.- Pero me dejó todos los cojines destripados, la nevera y el acuario vacíos y las cintas con las películas fuera. Opté por encerrarlo en un cuarto que usaba de almacén.
Pronto (aunque no tanto como les hubiese gustado a ellos) tuvieron la cama dentro y respiraron algo más relajados... hasta que se acordaron que todavía tenian muchos muebles que mover y colocar.
- Espero que las sillas no pesen tanto...- gruñó Dani.- Yo soy un artista, no deberia castigar mis manos de este modo.
- Tienes razón, Dani.- sentenció Carola, muy segura de sus palabras.
- Te va a dar igual.- replicó Iván sin ningún sentimiento en su voz.- Total, nadie os contrata...
Dani lo miró con odio durante unos instantes... y luego rompió a llorar desconsoladamente, poniendose en cuclillas en un rincón, lamentando su suerte.
- ¡Eres un desalmado!.- le gritó Carola a Ivan.- No llores... ya verás como todo se arreglará.
- ¿Quién es un desalmado?.- preguntó Bunny, mientras hacía malabarismos con la caja al pasar por la puerta... y como resultado le cayó la caja en la cabeza.
- Yo, por decir la realidad.- respondió Iván, agarrando la caja de la cabeza de Bunny.
- ¡Es una realidad transitoria!.- lloró Dani.- Si los Three Ligths-samas estuviesen aquí seguro que me darían la razón... todos los artistas tienen su crisis... ¡ya vereis como, cuando estemos muertos, nuestros discos valdrán millones!
- Claro...
- Pues yo preferiria tener los millones en vida...- murmuró Alex.- Tengo entendido que en el Más Allá no lo usan y, la verdad, me gustaría poder disfrutarlo.
- Venga, dejad de discutid.- pidió Amy, con una gota de sudor.- Vaciemos los papeles de la caja y empecemos a meter libros. Por cierto, Tim, ¿y Hotaru?
- No me ha perdonado que le haya arruinado la vida saliendo con Luis.- explicó Vicki, adelantándose a la explicación de su amiga.- Y, de todas formas, está castigada, aunque supongo que ahora mismo estrá colgada del teléfono.
- Es bastante probable...- gruñó Tim, pensando en la factura venidera.
- Dani, ¿dónde está Diego?.- preguntó Ray, aprovechando la situación.
- No ha podido venir.- dijo Dani, quitándose las últimas lágrimas.- Tenía cosas que hacer, igual que Jorge y Ricardo.
- Él está viviendo en tu casa, ¿no es así?.- insistió la sacerdotisa.
- Sí. Está buscando apartamento, pero entre que encuentra uno que le sea rentable y esté cerca de la facultad de Psicología...
- ¿¡Psicología?!.- exclamó Ray, sorprendida.- Pero... ¡yo estoy estudiando Psicología!
- No te hagas ilusiones, no creo que esteis en el mismo curso.- se burló Bunny, tirándole un papel a Ray.
La sacerdotisa se ruborizó rápidamente.
- ¡No digas tonterias, Bunny!.- gritó.- Lo decía por simple interés profesional. Como ha sido el último guerrero en aparecer sabemos muy poco acerca de él... y como además tiene poderes es un caso interesante que merece la pena que estu...
- Ya, claro, por eso lo devoras con los ojos cada vez que lo v...- Bunny se quedó callada y bajó la mirada. Con curiosidad al ver la forma de interrumpirse al hablar, miraron todos. Bunny levantó la mano y bajo ella vieron un papel... mojado...- ¿Qué... qué es... eso?
- Déjame ver.- murmuró Alex.- Por el contorno amarillento, parece... errr...
- Y no olvides tener en cuenta esos pequeños restos oscuros en tus deducciones, Sherlock.- señaló Vicki.
Alex miró de malos modos a Vicki.
- Pero... eso quiere decir que lo que Bunny ha tocado es...- balbuceó Patricia.
- ¡¡¿PIPÍ DE RATÓN?!!.- aulló esta.
- Me temo que sí.- afirmó Tim.- Es más, yo diría que es reciente.
No había terminado de decir la frase cuando vio a Patricia, Amy, Ray, Bunny y Carola encima de la cama, abrazadas las unas a las otras. Una gota de sudor apareció en las cabezas de los demás.
Carlos se acercó y le dio una patada a la caja. Al no verse nada, le dio dos más, pero siguió sin ocurrir nada.
- Saldría antes de que Bunny la trajese...- murmuró Carlos, haciendo que las chicas se tranquilizasen y bajasen de la cama. Luego se giró y miró a Cometa de muy malos modos. Tanto, que al gato se le pusieron los pelos de punta y retrocedio ligeramente..- Cometa... esta caja estaba en TÚ cuarto... ¿me quieres explicar cómo ha llegado un ratón ¡¡¡A MI CASA?!!!!
Al decir esta última frase, le dio una fuerte patada a la caja y esta salió volando por los aires, cayendo finalmente al sueloo... y haciendo que, a toda velocidad, saliese un ratón gris que rápidamente se escondió debajo de uno de los sillones que ya estaban allí.
- ¡¡¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!.- gritaron las chicas saltando de nuevo sobre la cama, abrazándose todavía más fuerte.
- ¡¡¡¡Rápido, cierra la puerta!!!!.- le gritó Carlos a Luis.- ¡¡No dejes que salga de la habitación!!
Luis se apresuró a cumplir la orden de Carlos, mientras Vicki trataba de tranquilizar a las chicas.
- Venga, venga... sólo es un ratón.- intentó explicarles.- Amy, tú sabes que los ratones son inofensivos...
- ¡Pero son repugnantes!.- sollozó Amy.
- ¡¡¡Y yo he llevado esa caja... con mis propias manos!!!.- lloró Bunny.- ¡¡¡Podía haberme saltado al cuello y matarme en ese mismo instante!!!
- ... deberiais tranquilizaros.
- ¡Ahí está!.- gritó Dani.
Esas simples palabras fueron suficiente para que las chicas volviesen a gritar, presas de la histeria.
Los chicos y Tim, agarrando escobas, palos, recogedores y peridódicos, emprendieron una feroz persecución contra el ratón, derribando a su paso sillas, mesas, estanterias, maderas, cajas... esa habitación era presa del caos y entre los gritos de histeria de las chicas, los de caza de los chicos y los intentos de Vicki por tranquilizar a todo el mundo hacían que nadie se entendiese.
- ¡Se ha escondido debajo de ese armario, lo he visto!.- exclamó Alex.- ¡Rápido, Iván, ve a por unas tablas! Lo iremos cercando poco a poco.
Ivan salió de la habitación con pasos rápidos (pero sin nervios, por supuesto) y al cabo de unos segundos volvió con varias tablas de madera, con las que rodearon el armario. Una vez estuvo hecho y todos se hubiesen calmado un poco, Carlos volvió a encararse a Cometa.
- ¿Y bien?.- murmuró, en tono amenazador.
- Errr... ¿me puedes repetir la pregunta?.- preguntó el gato, luciendo una sonrisa atemorizada.
- ¿¡CÓMO HA LLEGADO ESE MALDITO RATÓN A MI CASA?!.- gritó Carlos, presa de rabia. Luis y Tim fueron rápidamente a contenerle (no era cuestión de que cometiese un gaticidio)
- Verás... lo encontré en la calle, ¿sabes?.- empezó Cometa.- Era tan mono, tan pequeñito y tan divertido... lo estuve persiguiendo por tooooodo el barrio. Era tan, tan, TAN divertido... pero, claro, la calle estaba muy sucia y tenía que meterme por la basura ¡e incluso varias veces en las alcantarillas! Y eso te aseguro que resulta repugnante y más para un gato de tanta categoria y nivel como yo. Además me tenía que quedar hasta muy tarde y luego le perdería la pista... de modo que.. que... que opté por traermelo a casa para jugar en mi cuarto...
- ¿¡ME ESTAS DICIENDO QUE TE TRAJISTE UN RATÓN VIVO A MI CASA PARA JUGAR?!
- Bueno, si hay alguna parte que no has comprendido te la puedo repetir, pero sí, básicamente, esa es la idea. Además, la culpa es tuya por no dejarme jugar por la casa por las noches. ¡Y seguro que si hubiese llegado a casa después de meterme en la basura y en las alcantarillas te hubieses enfafado!
- ¡YO LO MATO!
- ¡Yo te ayudo!.- exclamó Luna, emocionada.
Por suerte, Tim y Luis, con heroicos esfuerzos, consiguieron controlarlo para que no lo matase.
- Hay que ver cómo te pones...- gruñó Cometa.- Y eso que al final no traje a un amiga para asegurarme un juego continuo...
Esta vez les costó más contenerlo.
Mientras, Alex había conseguido convencer a las chicas para que bajasen de la cama.
- Está rodeado de tablas, no puede salir.- les dijo en tono tranquilizador, mientras sujetaba la mano de Patricia.- No debeis tener miedo.
- ¿N-no vais a sacarlo de ahí debajo?.- balbuceó esta, todavía algo temblorosa.
- Sí. Dani, vamos.- intervino Iván, pasando por encima de las tablas.
- Sí.- afirmó el pelirrojo.
- ¡Dani, ten cuidado!.- exclamó Carola.- Puede ser peligroso...
Todo el escenario cambio y se pudo ver a Carola con un largo traje blanco de principios de siglo. Estaba en un puerto y decenas de marineros cargaban un barco.
- Dani, ten cuidado.- volvió a decir, mientras daba unos pasos al frente y el viento movía su rubia cabellera.- Puede ser peligroso.
Se vio a Dani vestido con un traje de explorador y una escopeta en el hombro. Con gesto despreocupado, Dani se levantó ligeramente su sombrero y luego guiñó un ojo, levantando el pulgar de la mano derecha.
- No te preocupes.- respondió con voz varonil.- No me pasará nada. Te prometo que volveré sano y salvo.
Se miraron a los ojos durante unos instantes, de forma profunda y llena de amor.
- ¿Quereis hacer el favor de dejar de decir y hacer tonterias?.- protestó Carlos, haciendo que toda la imagen se desvaneciese y volviesen a estar en la habitación, aunque en la mismas posiciones (y ella encima de la cama).- ¡Va a atrapar a un ratón, no a la caza de un tigre!
Tras unos segundos más de baboseo por parte de Dani y Carola, el primero e Iván se colocaron a los lados del mueble y cuando Iván hizo la señal, levantaron un poco el armario... sin ver nada... salvo un pequeño agujero hecho por unas garras que daba al interior.
- Parece que se ha escondido entre tu ropa aprovechando uno de los destrozos de Cometa...- murmuró Iván, mientras observaba el agujero.
Carlos lanzó una nueva mirada asesina a Cometa.
- Luna, ¿puedo irme a dormir hoy contigo?.- murmuró por lo bajo.
- No.
- Es un favor personal...
- No.
- ¡Te prometo que aunque me lo pidas de rodillas no te demostraré mis artes amatorias!
Esta vez fue Artemís que el que tuvo que sujetar a Luna para que no estrangulase a Cometa.
- ¿¡Pero se puede saber qué os pasa hoy a todos conmigo?!.- protestó el gato.
Mientras, Dani corrío a los brazos de Carola y se abrazaron con fuerza, siendo correspondido por esta.
- ¡Dani, has vuelto!.- sollozó Carola. De nuevo regresó la escena del safari y se abrazaron los dos, tras sortear múltiples obstáculos (tales como marineros con cajas y cosas de ese estilo) - No sabes cuanto te he echado de menos y cuanto miedo he pasado...
- Ya ha terminado...- respondió Dani, con voz varonil, mientras acariciaba su cabeza con ternura.- Te prometí que regresaría sano y salvo... y así ha sido.
- Por favor...- gruñó Carlos, con gesto de ir a vomitar y haciendo que de nuevo se desvaneciese la escena (siempre fastidiando todo...).
Mientras, Alex tranquilizaba a Patricia (pese a las protestas de Vicki), Armando a Bunny, Tim a Ray e Iván a Amy.
- No debes tener miedo.- dijo Alex.- Es un simple ratón: no hacen nada.
- Ya, pero... es algo más fuerte que yo...- replicó Patricia.- Como con las cucarachas. También son indefensas (bueno, salvo las de tres metros) y sin embargo no puedo evitar ponerme histérica si veo una.
- Bueno... en ese caso, lo mejor será que salgais de la habitación.- decidió Carlos.- Cuando hagamos salir al ratón del armario os pondreis a gritar de nuevo y al final los vecinos me querrán echar del apartamento...
- ¿Podemos?.- preguntó Ray con ojos brillantes.- Como has cerrado la puerta para que no salga...
- Si, pero está en la zona dentro de las maderas y la puerta está en el otro extremo. No creo que haya ningún problema.
Las muchachas, con algo de miedo, empezaron a bajar de la cama, con mucha precaución, animadas por las palabras de los chicos y de Tim y Vicki. Finalmente, todas estuvieron en el suelo.
- Bueno, primera parte del plan terminada.- gruñó Carlos, en tono irónico.- Ahora id, con tranquilidad, a la puerta y salis, sin olvidar cerrarla después.
- No nos hables como si fuésemos idiotas, por favor.- gruñó Ray.- Habría que verte a ti en una situacion similaAAAAAAAAAAAARGHHHH!!!!
Al lado del pie de Ray estaba el ratón, correteando para esconderse debajo del mueble más cercano.
- ¿¡No dijiste que estaba debajo del armario?!.- gritó Vicki, mirando a Alex.
- ¡Yo lo vi entrar, ¿cómo iba a saber que había salido?!.- se defendió este.
Las chicas, nada más oir el grito de Ray, habían vuelto a subirse encima de la cama y a gritar histéricas.
- No sé para qué os subis ahí, la verdad.- murmuró Iván.- Los ratones saben trepar. Y saltar.
Esto hizo que los gritos de las chicas aumentasen de volumen considerablemente.
- ¡Iván, no les digas eso!.- le regañó Luis, mientras perseguía al ratón escoba en mano.
- ¿Y por qué no? Es la verdad.
Tras mirarle como un profesor mira a su alumno predilecto despues de hacer una trastada, Luis descargó con fuerza la escoba contra el ratón... y tembló todo el edificio.
Incluso las chicas dejaron de gritar de la impresión. Todos se quedaron quietos y callados, mientras el ratón se escurria entre sus piernas, aprovechando ese instante de incertidumbre para huir a algún lugar más seguro que ese.
- Luis...- murmuró Armando.- Sólo es un ratón, no hace falta que utilices toda tu fuerza...
- Pero si no he golpeado tan fuerte...- murmuró el aludido, mirando la escoba, extrañado. La alzó y volvió a dar contra el suelo... provocando el mismo temblor.
- ¡¡Luis!!.- gritaron todos.
- ¡De verdad que no soy yo!.- casi lloró el acusado.
- ¿Acaso te lo está pegando Vicki o qué?.- gruñó Alex.
En ese instante, el suelo volvió a temblar bajo sus pies... y ni Luis había golpeado el suelo con la escoba ni Vicki se había movido de su sitio.
Todos siguieron en sus sitio, paralizados de la sorpresa, menos Iván, que con toda la tranquilidad del mundo se asomó a la ventana y miró sin demasiado interés.
- No es Luis.- dijo al fin.- Es el enemigo, que vuelve a la carga. Y creo que a las chicas no les va a gustar.
Por supuesto, estas corrieron a mirar a la ventana el motivo por el que no les iba a gustar... y vieron una rata de unos 5 metros de altura, royendo la azotea del edificio más cercano. Era gris, de largos y afilados dientes (y muy grandes) y rabo largo, grueso y asqueroso.
La reacción de las chicas no se hizo esperar:
- ¡¡¡¡¡¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!!!!!!
- ¿Eso significa que nos tendremos que hacer cargo nosotros?.- preguntó Dani, mientras se tapaba los oidos para no quedarse sordo.
- Creo que sí...- respondió Alex.- Pero a Sailor Moon la necesitamos...
- ¡Nononononononononononononononononononononononononono!.- se apresuró a decir Bunny.- ¡Yo a esa cosa no me acerco!
- Bunny, recuerda tus obligaciones como sailor.- señaló Luna.
- ¿¡Y tú por qué no has recordado tus obligaciones como gato a la hora de perseguir al ratón?!.- lloró Bunny.
- Los ratones no me gustán...
- ¡Nadie te ha pedido que te lo comas, solo que lo caces!
- Dejemonos de tonterias, porque ese roedor está destrozando la casa.- intervino Tim.- Vamos, transformémonos.
Con gran pesar, las chicas sacaron sus cristales mágicos.
La Rata decidió que el edificio estaba suficientemente roto como para cambiar de objetivo y se dispuso a marcharse a romper alguna otra cosa, pero algo se lo detuvo.
- Cuando el cielo se cubre de nubes y los huracanes azotan la tierra, aparece un guerrero legendario y su tropa. Soy el guerrero que ilumina el camino a la libertad...
- Yo soy el guerrero que trae el amor a los corazones de los hombres.
- Yo soy el guerrero que detiene la ira de las aguas.
- Yo soy el guerrero que trae la calma al viento.
- Yo soy el guerrero que baja las mareas de los mares.
- ¡Guerrero Sol, y en Nombre del Sol, te castigaré!
- ¡Guerrero Venus, y en nombre de Venus, te castigaré!
- Guerrero Mercurio, y en nombre de Mercurio, te castigaré.
- ¡Guerrero Urano, y en nombre de Urano, te castigaré!
- ¡Guerrero Neptuno, y en nombre de Neptuno, te castigaré!
Al terminar, todos miraron a Guerrero Mercurio.
- Mercurio...- empezó Guerrero Sol.- Debes darle algo más de emoción, de fuerza.
- Lo he dicho, ¿no? Pues no te quejes. Es una patochada.
- En eso estoy de acuerdo.- señaló Guerrero Urano.
- Y yo también.- coincidió Guerrero Neptuno.
- No teneis ni idea del arte.- gruñó Guerrero Venus.- ¿Y la rata?
Vieron alejarse a la rata, sin demasiado interés por ellos, dispuesta a romper otra azotea. Una gota de sudor apareció en las cabezas de los guerreros.
Mientras en la casa de Carlos, Sailor Urano, Sailor Neptuno y el Señor del Antifaz tiraban con toda la fuerza de la que eran capaces de la cintura de Sailor Moon, que estaba agarrada con brazos y piernas a la cama. Ray, Patricia, Carola y Amy se contentaban con quedarse en un rincón observando el espectáculo, pues habían conseguido librarse de la transformación y, por tanto, de luchar. Luna y Artemis miraban avergonzados a Sailor Moon, mientras Cometa se tiraba por los suelos de risa.
- ¡Sailor Moon tienes que estar allí para que podamos derrotar al enemigo!.- señaló Guerrero Neptuno.
- Sin ti no conseguirán derrotarlo por completo.- insistió el Señor del Antifaz.
- ¡¡¡HAZ EL FAVOR DE CUMPLIR CON TU OBLIGACIÓN!!!.- gritó Sailor Urano.
- ¡Noquieronoquieronoquieronoquieronoquieronoquieronoquiero!.- lloró Sailor Moon.- ¡Las ratas me dan todavía más asco que los ratones! ¡Y las ratas son peligrosas!
- ¡Por favor, tú eres una sailor!.- intervino Luna.- Es más, se supone que eres la lider de las sailors, la más poderosa de todas ellas, la futura reina de Tokyo de Crystal, la reencarnación de la Princesa Serénity ¡¿y le vas a tener miedo a una simple rata!?
- ¡Sí!
- ¡Lanza Mortal!.- gritó Guerrero Urano, lanzando contra el gigantesco roedor su lanza, con más energía que nunca. Tanta, que él mismo se sorprendió.
La lanza se clavó en el cuello de la Rata, que lanzó un grito de dolor. Con los ojos inyectados de sangre, de arrancó la lanza de un zarpazo y miró a los guerreros con odio. Su tamaño se redujo un poco...
- ¿Se ha encogido?.- murmuró Guerrero Venus, extrañado.
Apenas había terminado de formular la pregunta cuando todos miraron a Guerrero Mercurio, esprando una explicación.
- Supongo que ha hecho uso de una rata normal y corriente a la que le ha dado una energía que la dota de un tamaño descomunal, aumentando también su capacidad destructiva y de resistencia.- explicó el Guerrero, sin interés.- Al haber sido herida por la lanza de Guerrero Urano, parte de esa energía ha quedado liberada y su tamaño reducido.
- ¿Es quiere decir que simplemente tenemos que ir hiriéndola hasta que recupere su tamaño normal?.- preguntó Guerrero Neptuno.- Demasiado fácil...
- Cierto.- coincidió Guerrero Sol.- Seguro que tiene truco.
- Sea lo que sea, será mejor que vayamos haciendo algo.- decidió Guerrero Venus.- ¡Escudo cortante!
El escudo se dirigió rápidamente al cuello del enorme animal, pero este, en el último momento, se giró y lo que el escudo seccionó fue el rabo. La rata lanzó un nuevo aullido de dolor, mientras de nuevo se reducía de tamaño.
- Es demasiado fácil...- murmuró nuevamente Guerrero Sol.- Ojalá Sailor Mercurio pudiese estar aquí para echarnos una mano y decirnos dónde está el misterio...
- ¡¡¡SAILOR MOON, SUELTA ESA CAMA DE UNA VEZ Y VE A LUCHAR!!!
- ¡NONONONONONONONONONONONONONONONONONONONONONONONONO!
Desde el otro extremo de la ciudad, Zoydiene, a traves de una extraña pantalla que había formado, observaba el transcurso de la pelea.
- Muy bien, guerreros.- murmuró, esbozando media sonrisa.- Seguid así: estais haciendo exactamente lo que yo quería.
- ¡Espada Fugaz!.- gritó Guerrero Neptuno.
De nuevo se repitió la situación anterior: el ataque alcanzó de pleno al animal, este aulló de dolor y se redujo de tamaño.
- Esto empieza a ser aburrido.- murmuró Guerrero Mercurio.
- No sabía que tú notabas la diferencia entre divertido y aburrido.- murmuró asombrado Guerrero Venus.- Eso es todo un descubrimiento que merecería aparecer en alguna revista de ciencia ficción.
- ¿Quieres que te demuestre lo que me divierte aplastar tu craneo contra esos restos de ahí y luego ahogarte en tu propia sangre?
- Errr... no, creo que no, pero gracias por la oferta.
- Démosle el golpe de gracia.- decidió Guerrero Sol, haciendo aparecer su espada.- ¡Espada de Luz!
De nuevo, el ataque alcanzó al enemigo y de nuevo la Rata chilló pero... esta vez ocurrió algo diferente... en vez de reducirse su tamaño o, directamente, desaparecer, la Rata recobró su tamaño inicial... y lo duplicó. Todas sus heridas se cerraron y del rabo cercenado surgió uno nuevo... y del resto apareció una Rata completamente nueva, exacatmente igual a la anterior.
Todos miraron horrorizados el espectáculo.
- Y sabía yo que tenía que tener truco...- balbuceó Guerrero Sol.
- ¿¡Y cómo se supone que vamos a vencer a esa cosa?!.- aulló Guerrero Venus.- Si la atacamos, aunque inicialmente se reduzca, luego crece y se duplica...
- Está claro que lo que tenemos que hacer es que se reduzca y cuando su nivel esté lo más bajo posible, la energía curativa de Sailor Moon deberá derrotarla.- explicó Guerrero Mercurio.
- ¿Y dónde está Sailor Moon?.- prguntó Guerrero Neptuno.
- ¡NOQUIERONOQUIERONOQUIERONOQUIERONOQUIERO!.- lloraba Sailor Moon una y otra vez.
Entre Sailor Urano, Sailor Neptuno y el Señor del Antifaz habían conseguido arrastrarla a ella y a la cama hasta la ventana... pero eran incapaces de hacer que la soltase y, claro, la cama no pasaba por el hueco de la ventana, de modo que era imposible sacarla de la habitación.
- ¡Sailor Moon, tú eres la única que puede derrotar a esa cosa!.- insistió el Señor del Antifaz.- ¡Venga, demuestranos lo que vales!
- ¡NO QUIERO!.- dijo, por millonésima vez la sailor, mientras las lágrimas salían de sus ojos como si de un manantial se tratase.- ¡Las ratas me dan miedo y asco!
- ¡Una sailor no puede tener miedo y asco de un simple y vulgar roedor!.- aulló Sailor Urano, ya histérica.
- ¡Sí puede! ¡Yo misma, sin ir más lejos!.- insistió Sailor Moon.
- ¡Pudiste con la cucaracha gigante!.- recordó Sailor Neptuno.- ¡Seguro que ahora podrás con una rata gigante!
- Es que son dos.
Todos se volvieron sobresaltados hacia la ventana, en la que vieron a Guerrero Neptuno entrando de un salto. Este, rápidamente, les resumió la situación en la que se encontraban.
- Sólo puede destruirlas ella.- dijo, finalmente. Todas las miradas se centraron el Bunny que les miró a todos, con nerviosismo.
- ¡No, por favor, no me pidais eso! ¡Seguro que se puede hacer alguna otra cosa! ¡Seguro que Guerrero Sol si se esfuerza lo consigue! ¡O cualquiera de vosotros! ¡No me necesitais! ¡O, mejor, os esperais a que llegue Guerrero Plutón que seguro que sabe qué hacer en este caso! ¡O atacais todos al mismo tiem po y la desintegrais y así no puede reconstruirse! ¡O...!
- ¡¡¡¡ YA BASTA!!!!
Sailor Moon se calló de pronto, al igual que todos. Vieron a Luna con las venas hinchadas de la rabia, mientras Artemís la miraba asustado y Cometa dejaba de reirse al instante.
- ¡¡¡DEJA YA DE LLORAR!!! ¡¡¡ERES UNA SAILOR!!! ¡¡¡UNA GUERRERA QUE LUCHA POR EL AMOR Y LA JUSTICIA!!! ¡¡¡SI TE DAN ASCO LAS RATAS TE AGUANTAS!!! ¡¡¡Y AHORA SAL AHÍ FUERA Y ACABA DE UNA VEZ CON NUESTRO ENEMIGO!! ¡¡¡Y ESO TAMBIÉN VA POR VOSOTRAS CUATRO!!!
Todos miraron a la gata asustados. Nunca habían visto a Luna de ese humor... daba miedo...
- ¿¡¡¡¡A QUE ESTAIS ESPERANDO?!!!!
Antes de que se diesen cuenta, las cinco chicas (transformadas, por supuesto) ya estaban en el campo de batalla, dispuestas a dejar su vida en ello si era necesario. Todo, con tal de no enfrentarse a Luna.
Sailor Urano, Neptuno, Guerrero Neptuno y el Señor del Antifaz decidieron aprovechar ese momento y salir detrás para luchar.
Esta tomó aire para tranquilizarse, mientras Artemís y Cometa la seguían mirando asustados.
- ¿Qué... qué le ha pasado?.- murmuró Artemís.
- Creo que ha sido una mezcla de rabia contenida, vergüenza ajena, histeria y no haber mojado.- decidió Cometa. Por suerte, Luna no le oyó.
Las Ratas, tratando de alcanzar a los Guerreros, estaban destrozando todos los edificions en los que ellos saltaban, huyendo de sus ataques.
- ¡Como no se den prisa en llegar esta zona se va a convertir en un descampado lleno de piedras y dos ratas enormes!.- lloró Guerrero Venus.
- ¡Alto!
Todos alzaron las miradas. Ellos, con esperanza, las Ratas con rabia.
- ¡Este barrio tiene muy buena fama por su limpieza, higiene y la gente que vive aquí! ¡Vosotras estais haciendo que toda esa buena fama se vaya a la porra! ¡Soy la sailor que lucha por el amor y la justicia, Sailor Moon! ¡Y en nombre de Luna, te castigaré!
- ¡Y nosotras la ayudaremos!.- gritaron el resto de las sailors.
Los guerreros respiraron aliviados... pero esto duró poco, pues las Ratas empezaron a subir por los edificios para deshacerse de ese nuevo enemigo.
- ¡¡¡¡¡UAHHHHHHHHHHHHH!!!!!.- gritaron las sailors tratando de resistir a duras penas la tentación de salir corriendo de allí a toda velocidad.
- ¡Sailor Júpiter!.- exclamó Guerrero Sol, asustado. De nuevo hizo aparecer su espada de luz.- ¡Esp...!
- ¡Naturaleza Salvaje!.- gritó esta, más por miedo que por saber lo que estaba haciendo. Pero no importo lo más mínimo, porque de sus manos salió un potente ataque que derribó a las Ratas.
Los guerreros la miraron con los ojos como platos, sin saber qué decir o hacer. Las Ratas, mientras, vieron cómo reducian un poco más su tamaño.
- ...- fue todo lo que llegó a decir Guerrero Sol.
- Parece que se las apaña bien sin ti.- señaló Guerrero Mercurio, cruzado de brazos, con toda la tranquilidad del mundo.
- ...- respondió Guerrero Sol.
Pero las Ratas no estaban dispuestas a darse por vencidas. Raudas y veloces, volvieron a la carga contra las aterrorizadas sailors.
- ¡¡¡¡¡¡UAAAAAAAHHHHHH!!!!!!.- gritó Sailor Venus.- ¡¡Amor de Venus!!
La escena se repitió de nuevo: un gran haz de energía (llena de miles de corazoncitos) salió de las manos de Sailor Venus, haciendo que de nuevo las ratas saliesen disparadas y se redujese más su energía.
- ¿No es maravillosa?.- babeó Guerrero Venus, con los ojos en forma de corazón.
- ...- respondió Guerrero Sol.
- Alguien debería advertirlas de que si siguen así, esos animalitos encantadores volverán a crecer.- murmuró Guerrero Urano.- ¿Dónde está el Señor del Antifaz?
- Creo que el pobre se ha quedado algo desfasado.- respondió Guerrero Mercurio.
En lo alto de un edificio, el Señor del Antifaz, Sailor Urano y Sailor Neptuno contemplaban el espectáculo.
- ... empiezo a sentirme completamente prescindible.- murmuró el Señor del Antifaz, mientas le resbalaba una enorme gota de sudor.
- Será porque lo eres.- bromeó Sailor Urano.
- No le hagas caso: siguen siendo útiles tus apariciones sorpresa.- se apresuró a decir Sailor Neptuno.- Las chicas lo están haciendo bien, ¿no creeis?
- Lástima los gritos de pánico...
Una de las Ratas se quedó en el suelo, respirando con dificultad, mientras la otra (la más grande) se volvía a encarar contra las sailors, más concretamente contra Sailor Mercurio. Esta vio horrorizada como la Rata se acercaba a ella a toda velocidad. Blanca como el papel (sí, como el papel de sus libros de texto), alzó las manos en un gesto incontrolado.
- ¡Ilusión acuática!
Al instante delante de ella se formó un cristal de agua en la cual se la veía a ella reflejada. Sailor Mercurio salió de allí a toda velocidad y la Rata atacó su reflejo... recibiendo una descarga de energía al entrar en contacto.
- Si vuelven a atacar a esa rata, crecerá...- murmuró Sailor Neptuno.- Y tal y como se encuentra Sailor Moon no le podemos pedir que haga dos veces su ataque.
- En ese caso, tendremos que hacer algo con la otra, para igualarlas-. Sonrió Sailor Urano.- ¡Viento de Urano!
El ataque pilló completamente de improvisto a la otra Rata, que ni siquiera tuvo opción a defenderse.
- ¡Sailor Moon, ahora!.- gritó El Señor del Antifaz.
- S-sí...- balbuceó esta.- ¡E-espada de cristal, sesga el mal de mi enemigo!
Al instante, las Ratas se pusieron a chillar y a aullar de dolor, desapareciendo en pocos segundos.
- Bueno, ya hemos terminado.- dijo Guerrero Mercurio.
- ...- coincidió Guerrero Sol.
En lo más alto, Zoydiene apretó los puños con rabia.
- Malditos guerreros...- murmuró.- La próxima vez os venceré...
- ¡¡¡¡Corre, corre!.- gritó Carlos, saliendo detrás de Alex, que a su vez iba detrás del ratón.- ¡Ya casi lo tienes!
Mientras, las chicas gritaban histéricas en algún lugar de la casa, mientras Vicki trataba de tranquilizarlas.
Alex arrinconó al roedor en una esquina y dejó caer una caja encima, atrapándolo por fin.
- ¡Ya es nuestro!.-exclamó, radiante de felicidad.
Con cuidado, levantó la caja, dejando al ratón dentro y lo sacó, sujeto del rabo. Todos lo miraron radiantes... pero, poco a poco, su sonrisa fue desapareciendo.
- Qué chiquitín es...- murmuró Luis.
- Sí, antes parecía más grande.- reconoció Armando.
- En realidad es muy mono.- señaló Dani.
Todos se callaron, mirando al ratoncito, que luchaba por liberrarse de las manos de Alex.
- Deberíamos hacer algo.- dijo este, mirando al ratón.
De nuevo se hizo el silencio, mirando al ratoncito.
- ¿Por qué no reconoceis de una vez que os da pena?.- preguntó Iván.- Decidiros: ¿quien se lo queda?
Esa noche, Ricardo gritó de felicidad y la mujer de la limpieza de la casa de los Tsumeragui de asco.
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