CAPÍTULO 29: San Valentín. Reencuentros, besos, celos y otros asuntos del corazón.

Bunny notó un agradable aroma que inundaba la habitación y que le era muy familiar. Abrió los ojos, todavía adormecida y olisqueó. Se incorporó casi de un salto.

- ¡¡¡¡¡¡¡CHOCOLATE!!!!!!!.- gritó mientras salía a toda velocidad hacia la cocina, arrollando todo lo que se encontraba en su camino (incluyendo a una desafortunada Luna)

Abrió la puerta con energía y vio a Patricia con un cazo de chocolate, junto a unas bandejas con unos pequeños y graciosos moldes. Bunny volvió a olisquear con entusiasmo.

- ¡Has hecho chocolate!.- gritó, emocionada, mientras se apresuraba a intentar meter el dedo en el cazo... cosa que Patricia evitó.

- Estoy haciendo chocolatinas de San Valentín.- señaló Patricia.- ¿O acaso ya has olvidado que hoy es 14 de Febrero?

De repente, todo el mundo de Bunny se vino abajo. Con todo el lío de los combates, los guerreros y el traslado de casa, se le había olvidado por completo. ¡A ella! ¿¡Cómo se le podía haber olvidado que era San Valentín?! ¡Pero si siempre empezaba la cuenta atrás el 15 de Febrero!

- ¡¡¡¡NO LE HE COMPRADO NADA A ARMANDO!!!!.- gritó, presa de la histeria.- ¡¡¡NI CHOCOLATE, NI REGALO!!! ¡¡¡NI SIQUIERA UNA MISERABLE POSTAL!!!

- Por el chocolate no te preocupes.- intentó tranquilizarla Patricia.- Yo he hecho mucho.

Bunny se detuvo de pronto.

- ¿Y tú para qué has hecho chocolate?.- preguntó.

Patricia se ruborizó.

- Bueno... yo...- balbuceó.- Es que ya sabes... me encanta cocinar y...

Bunny mostró una gran sonrisa.

- Y pensabas llevarle alguna chocolatina a Alex, ¿verdad? (nota de las autoras: recordad que en Japón son las chicas las que les dan chocolate a los chicos)

Patricia se ruborizó todavía más y se puso a batir (de nuevo) frenéticamente la masa.

En la puerta, Luna observaba la escena. Suspiró con tristeza.


- Aleeeeeex ...- llamó Jorge a la puerta de su vecino, mientras sostenía a duras penas una enorme tarta de chocolate.- Sé que estás ahíiiii... abre la pue...

- ¡LÁRGATE!

Jorge, sorprendido, parpadeó un par de veces. Alex no siempre estaba de buen humor para sus acosos, pero jamás le había hablado de esa manera.

- ¿Alex, estás bien?.- volvió a decir Jorge, esta vez preocupado.

- ¡HE DICHO QUE TE LARGUES!

- Definitivamente, hoy no tiene un buen día.- suspiró Jorge, mientras daba media vuelta.- Me pasaré dentro de un rato. ¿Y ahora que hago yo con esta tarta?


- ¿Y dices que no te quiso abrir la puerta?.- preguntó Luis, mientras tomaba otra porción de tarta.

- Sí.- suspiró Jorge.- Y me preocupa que esté de tan mal humor. Nunca le había visto así, ¡ni siquiera cuando entré en su cuarto de baño mientras se duchaba!

- ... ¿de verdad hiciste eso?.- le preguntó Luis, incrédulo, mientras todos los demás miraban escandalizados a Jorge.

- Bueno, la verdad es que en esa ocasión sí fue un accidente.- reconoció Jorge.- ¡Pero fue muy divertido!

- ...- respondieron todos.

Jorge borró enseguida la enorme sonrisa de su cara para pasar a una expresión de preocupación.- La verdad es que no tengo ni idea de lo que le pasa...

- Tal vez tiene muchas deudas...- murmuró Luis, tratando de olvidar el tema de la ducha.

- O le van mal los exámenes... – aventuró Diego.

- O estará preocupado por el enemigo...- pensó en voz alta Armando.

- Quizás a desafinado mucho en la ducha.- dijo Dani, casi asustándose a si mismo.- En ese caso, le entiendo. A mi me pasó una vez y...

Los demás le miraron de malos modos, de modo que optó por guardar silencio.

- Será por ser San Valentín.- intervino Ricardo, mientras engullía su tercer trozo de tarta.

Los demás le miraron, extrañados.

- ¿San Valentín?.- repitió Armando.- ¿Por qué iba a afectarle eso a Alex?

- Bueno...- intentó explicar Ricardo, con la boca llena a más no poder.- Se supone que hoy es el día de los enamorados. La mayoría de vosotros teneis una chica que os regalará chocolatinas, dulces y esas tonterías. Él también está enamorado, pero la chica a la que ama es ni más ni menos que la chica de la que debe mantenerse alejado por bien de la humanidad. Creo que eso puede poner de mal humor a cualquiera, ¿no creeis?

Los demás guardaron silencio. Lo que decía Ricardo parecía factible, y más dado el día que se había mostrado tan irritado. Era vergonzoso que hubiese tenido que ser el más joven del grupo el que se diese cuenta de lo que ocurría.

- Bueno, algo tendremos que hacer al respecto.- dijo Luis finalmente.- No podemos dejar que se quede todo el día en su casa así.

- Será mejor que hablemos con las chicas.- intervino finalmente Iván.- Seguramente, a ellas se les ocurrirá algo. Son mejores en los lios amorosos que los hombres.

- Me siento ofendido por ese comentario, Iván.- protestó Jorge.- Yo soy tan bueno en ese campo como cualquier mujer.

- Tú casi eres mujer.- señaló Ricardo.

- Estoy de acuerdo con Iván.- intervino Armando, mientras Jorge le daba las gracias efusivamente a Ricardo.- Pero creo que Patricia no debería estar.

- ¿Y cómo lo vamos a hacer para quedar con las chicas sin Patricia?.- preguntó Diego.- Siempre van juntas...

- Igual a ella tampoco le apetece salir...- aventuró Dani.- Después de todo, su situación es la misma que la de Alex.

- Llamaré a Bunny.- dijo Armando, mientras se ponía en pie y se dirigía al teléfono.- Como está en su casa, seguro que nos puede dar alguna solución.

- Bueno, los demás podemos ir llamando a las otras chicas.- murmuró Luis, mientras sacaba su teléfono móvil.- Podemos quedar con ellas en la pastelería y tomar algo.

- ¿Aprovecharás para que Vicki te invite a tarta de chocolate?.- preguntó Ricardo, con una gran sonrisa traviesa.

Luis se ruborizó, pero sonrió. La verdad es que desde que había empezado a salir con Vicki, siempre estaba de buen humor.

- ¿Y tú, Carlos?.- se volvió Dani hacia su amigo.- ¿Cuantas chocolatinas te regalarán este año? Con lo popular que eres en la...

Carlos le ignoraba totalmente. Estaba observando por la ventana con mirada ausente, sumido en sus propios pensamientos. Tenía los ojos tristes...

- ¿Carlos?.- preguntó Dani, sin obtener respuesta.- ¡Carlos!

- ¿Eh?.- se sorprendió este, saliendo de su ensimismamiento.- ¿Qué decias? No te escuchaba.

- Ni que me lo jures...- gruñó Dani.- Te preguntaba cuántas chocolatinas y cartas de amor recibirás hoy.

- No lo sé.- respondió Carlos, mientras volvía a su mirada ausente.

Dani lo miró extrañado y luego se volvió hacia Luis, el cual se encongió de hombros.

- Lleva así todo el día.- se limitó a explicar Luis.

- Pues qué bien...- refunfuñó Dani.- Ya tenemos dos raros...

- Dentro de una hora, en la pastelería.- dijo Armando, entrando en la habitación.- Por lo visto, Patricia está haciendo horas extra en la cocina, de modo que Bunny no cree que le importe. Aunque... Bunny estaba un poco rara...

- ¿Por?.- preguntó Dani. A ver si por lo menos se sabía del motivo de alguien por el que estuviese raro.

- No ha dejado de repetirme el día que era y que se había acordado nada más levantarse...


Tuvieron que juntar tres mesas para poder sentarse todos juntos. Por suerte, la pastelería no tenía mucha clientela a esa hora. Estaban todas las chicas, a excepción de Patricia y Raquel, que seguía con Guerrero Plutón. Incluso había ido Hotaru, aunque no dejaba de refunfuñar cosas como "Yo tenía cosas mejores que hacer", "Tenía una cita con Carlos" y "Estais arruinando mi vida".

- Creo que lo más importante en este momento es sacar a Alex de su casa.- sentenció Ray.- No es bueno que se quede encerrado.

- Patricia creo que quería darle chocolatinas.- señaló Bunny.- Al menos, eso me dio a entender esta mañana.

- ¿Y vosotros creeis que será prudente?.- preguntó Diego.- No sé... por lo de mantenerse separados y todo ese lio...

- No veo el motivo por el que Patricia no le pueda dar chocolate a Alex...- murmuró Amy.- Ellos no pueden estar juntos, pero está muy claro lo que sienten el uno por el otro, de modo que no hay problema en regalarse chocolate como muestra de amor.

- Parece razonable.- aceptó Luis, que estaba sentado al lado de Vicki, agarrados de la mano.- Pero, ¿cómo afectaría eso a Alex? Si tiene ese enfado por ser simplemente San Valentín, si encima Patricia le regala chocolate, tal vez su frustración aumente y se vuelva en agresividad.

- Eso podría ser útil contra el enemigo.- señaló Armando.- Pero no me parece justo para Alex.

- Yo creo que lo que necesita es descargar su agresividad.

Todos se volvieron sorprendidos hacia el recién llegado. Era un chico de estatura media, pelo oscuro y ojos amistosos, que los miraba sonriendo. Las caras de Ray, Bunny, Armando y Amy cambiaron.

- ¿Y tú quién eres?.- preguntó Dani, con su habitual delicadeza.

- Ryo...- murmuró Amy, algo ruborizada y muy sorprendida. (nota de las autoras: ni idea del nombre que le pusieron en otros doblajes, pero pronto se aclarán posibles dudas acerca de su identidad si alguien no lo ha reconocido)

Todos siguieron mirando al recién llegado con extrañeza.

- No es por nada...- aventuró Jorge.- Pero a mi me encantaría saber quién es y cómo sabe de qué hablamos.

- Eso mismo digo yo.- murmuró Carola.- Vosotras pareceis conocerle...

Amy se levantó de un salto y, con gran sorpresa por parte de todos, le dio un fuerte abrazo a Ryo.

- Creo que si no fuese por la talla de mi mandíbula, esta colgaría hasta el suelo.- murmuró Dani. Miró de reojo a Iván, el cual, por supuesto, no había variado en lo más mínimo su expresión.

- ¿Cuándo has vuelto?.- le preguntó Amy.

- Esta mañana, pero no me voy a quedar mucho, sólo estoy de paso.- respondió Ryo.- Perdón por haberos interrumpido.

- No te preocupes, siéntate con nosotros.- intervino Ray.

Ryo negó con la cabeza.

- No, de verdad no tengo tiempo.- se disculpó.- Yo sólo he venido para hablar con Amy... y de paso deciros que no os preocupeis tanto por vuestro amigo: pronto se solucionarán las cosas.

Ni qué decir que todos los de la mesa, menos los que sabían quién era Ryo, lo miraron como si estuviese loco (bueno, Iván se limitó a mirarle). Amy se volvió hacia sus amigos.

- ¿Os importa que yo...?

- No, tranquila, no pasa nada.- la disculparon rápidamente Bunny y Ray.- Que te lo pases bien.

Amy volvió a sonreir y se marchó con Ryo, mientras todos les seguían con la mirada. Una vez atravesaron el umbral de la puerta, las bombardearon a preguntas.

- ¿¡Quien es ese chico?!.- se podría resumir.

- Errr...- empezó Bunny.- Es una historia muy larga.

- Le conocimos hace ya... ¡más de cuatro años!.- exclamó Ray.- Caramba, cuanto tiempo ha pasado...

- Eran nuestras primeras batallas, contra el Negaverso (nota de las autoras: en España no les llamó así, sino los devilster o Reino de la Oscuridad o depende de lo que le daba por decir al doblador, pero como lo del Negaverso es más internacional...).- recordó Bunny.- Todavía no habíamos encontrado a Sailor Venus, ni tan siquiera teníamos el cristal de plata. El enemigo buscaba los siete cristales arco iris, escondidos dentro de humanos, cuya verdadera apariencia era la de un monstruo. Ryo era uno de esos humanos.

- Era compañero de clase de Amy y Bunny.- continuó Ray.- Él estaba enamorado de Amy y prometió declararse el día que la superase en los examenes.

- Pues sí que ha tardado...- murmuró Dani, llevándose un castañazo por parte de Jorge.

- Calla.- le recriminó este.- Esto es muy interesante.

- Lo consiguió gracias a unos poderes que tenía, que le permitían ver el futuro.- continuó Ray.

- Traducido: él nos sería más útil que Diego.- gruñó Ricardo.

Diego se ruborizó, incómodo, pero Vicki le dio un capón a Ricardo y Hotaru, satisfecha, le sacó la lengua.

- Él se declaró y ella... bueno, no le dijo que sí, pero tampoco le rechazó.- continuaba Ray, ignorando la pelea de Ricardo y Hotaru.- Más tarde, él tuvo que mudarse a otra ciudad. Lo volvimos a ver cuando Armando estuvo al servicio del Negaverso y...

- ¿¡Estuviste al servicio del Negaverso?!.- exclamaron todos los chicos, mirando horrorizados a Armando.

- ¡No me mireis así!.- protestó este.- Me hicieron un lavado de cerebro...

- El caso es que desde entonces, no le habíamos vuelto a ver...- continuó Ray.- Es curioso que haya vuelto ahora...

- Será que se sentía amenazado...- murmuró Ricardo, mirando de reojo a Iván, el cual, como de costumbre, permanecía impasible.

- A mi lo que llama la atención es que Diego y Ray no notasen sus poderes y entre ellos sí.- señaló Hotaru.

Los dos aludidos se miraron, algo ruborizados.

- Igual el que ambos estuviesen en el Milenio de Plata es la explicación.- señaló Luis.- Pero ahora lo que más me inquieta es el tema referido a Alex. Ha dicho que se solucionaría todo muy pronto...

- Ryo suele acertar en sus predicciones.- señaló Bunny.- Incluso le salvó a Amy de morir aplastada por un piano.

Los demás la miraron horrorizados.

- Errr... a mi no me mireis, yo no lo vi, solo me lo contaron.

- De todos modos, tenemos que sacarlo de su casa: no es bueno que esté encerrado.- insistió Luis.- ¿Quiénes vamos?

Luis miró a Vicki y Armando a Bunny. Ambas fruncieron el ceño.

- Está bien.- dijo Bunny finalmente, para sorpresa de todos.- Armando, creo que será buena idea que les acompañes.

- Esta vez si que me llegaría la boca al suelo.- murmuró Dani, con los ojos como platos.

- Después de todo, Alex es uno de tus mejores amigos y ahora te necesita.- explicó Bunny, con voz serena.- Es cierto, hoy es el día de los enamorados y me encantaría pasarlo a tu lado... pero nosotros podemos celebrarlo mañana. Después de todo, si estamos juntos, cualquier día puede ser el de los enamorados. Podemos celebrarlo mañana o cuando sea más oportuno.

Todos miraron a Bunny incrédulos, sin terminar de creerse sus palabras.

- ¿Estás segura de lo que dices?.- casi balbuceó Armando.- Este día siempre ha sido muy especial y yo no...

- Tranquilo.- insistió Bunny.- Estoy muy segura: ve a buscar a Alex.

- Increible, pero cierto...- balbuceó Dani.- Bunny, me has sorprendido.

Luis miró a Vicki, la cual suspiró.

- Bueno...- empezó.- Este es nuestro primer San Valentín como pareja, pero si Bunny ha sido capaz de cederlo en beneficio de ese encefalograma plano de Alex, yo no seré menos. Puedes ir. Ya quedaremos en otro momento.

Luis la abrazó con ternura como agradecimiento.

- Disculpadme un momento.- dijo Carlos, hablando por primera vez desde esas palabras en el apartamento de Jorge.- Tengo que irme.

- ¿A dónde vas?.- preguntó Iván.

- Errr... a comprar un tubo de escape para la moto.- respondió Carlos.- El que tiene está roto.

- Te acompaño.

- No es necesario.

- Lo sé.

Carlos se encogió de hombros y se fue hacia la puerta, mientras Iván cogía su cazadora de cuero y le seguía.

- ¿Y a ese qué le pasa?.- le preguntó Vicki en voz baja a Luis.

- Ni idea.- respondió este.- Lleva todo el día así de raro.

- Hoy debe ser el día de los raros.- murmuró Hotaru.- Tim también lleva todo el día rara.

Los tres miraron a Tim, que, disimuladamente, a través del cristal, seguía con la mirada a Carlos y a Iván.

- ¿Vosotros creeis que esos dos...?.- aventuró Hotaru.

- Bueno... son muy amigos...- respondió Luis.- Pero yo nunca le he oido decir a Carlos que tuviese ningun sentimiento amoroso hacia Tim.

- Tampoco ella hacia él.- admitió Vicki.- Supongo que, simplemente, tienen los cables cruzados.

Miraron a Dani, que mostraba una sonrisa de oreja a oreja.

- ¿Y a ti que te pasa?.- preguntó Ray, intreigada.

- Que Iván estaba celoso.- respondió este, con aire triunfal.

Se hizo el silencio... y luego todos estallaron en carcajadas.

- ¡Juajuajaujuajuajua!.- gritó Ricardo.- ¡No digas tonterias! ¿Iván Caradepalo... celoso? ¡¡¡¡¡JUAJUAJUAJUA!!!!

Dani les miró con enojo.

- ¡Hablo muy en serio!

- Yo te creo.- respondió Carola, con corazoncitos en los ojos.

- ¿De veras?.- resondió Dani, agarrandola de las manos, también con corazoncitos en los ojos. Todo a su alrededor desapareció y todo fue una suave brisa arrastrando pétalos de flor de cerezo, sobre un fondo rosa suave.

- Ejem...- les interrumpió Hotaru (si ella no podía tener un momento romántico con su maravilloso Carlos, ¿por qué iban a tenerlo Dani y Carola, que ni siquiera eran pareja oficial?).- ¿Y qué te hace pensar que Iván estaba celoso?

Dani esbozó una sonrisa misteriosa.

- De modo que quereis qué pruebas me han llevado hasta tal conclusión, ¿eh?.- murmuró.- Muy bien. ¡Prueba número uno!

Casi poniendo un pie encima de la mesa, señaló al asiento donde, momentos antes, estaba sentado Iván. Allí todavía estaba su plato con los restos de la tarta que había pedido y una taza de café, con la cucharilla dentro.

- Observad la cucharilla.- explicó Dani.

- Yo diría que es alargada.- murmuró Ricardo.

- Sí, con un extremo cóncavo, podría incluso afirmar que está pensada para llenarla de líquido.- señaló Jorge, analizando cuidadosamente la cucharilla.

- ¡¡¡DEJAD DE REIROS DE MI!!.- protestó Dani.- Me refería a que os fijaseis en dónde la había dejado: está dentro de la taza, cuando él SIEMPRE la deja en el platito, boca abajo.

- ¿Y? Podría deberse a las prisas...- replicó Luis.

- ¡Prueba número dos!.- volvió a exclamar Dani.- Observad la tarta.

- De crema y cerezas.- afirmó Ricardo.

- Con una ligera capa de glaseado por encima.- advirtió Jorge.- Tiene buen gusto...

Dani les fulminó con la mirada.

- Me refería a que observarais su plato: ha dejado una buena parte de su ración de tarta. Yo diría que, desde la aparición de ese tal Ryo, no ha probado apenas bocado...

- Tal vez ya no tenía más hambre...- aventuró Bunny.

- Recuerda que en casa de Jorge ya habíamos tomado tarta.- le recordó Armando.

Dani negó energicamente con la cabeza.

- Él nunca pide nada que no vaya a ser capaz de terminar. ¿O acaso nunca os habeis dado cuenta que sus platos, al terminar, siempre están vacios?

Un largo silencio le indicó que, efectivamente, nunca se habían fijado. Dani se sentó, alicaido.

- Qué poco sentido de la observación teneis...- lloriqueó.

- Será mejor que vayamos a casa de Alex.- dijo Diego, mientras se ponía en pie.- Sino, se hará tarde. Recogeremos a Iván y a Carlos en el garaje.

Los chicos se levantaron y, tras despedirse de sus respectivas chicas (los que tenían) se fueron.

- ¡Dani!.- exclamó Carola.

Este se volvió rápidamente.

- ¿Si, adorada Carola?.- respondió con ojitos brillantes.

Ella se ruborizó y le tendió un pequeño paquete con una cinta rosa, mientras miraba al suelo.

- Esto... esto es para ti...- murmuró.

- ¿En serio?.- le preguntó Dani, también ruborizado, pero con una expresión de felicidad sin límites en la cara.- ¡Gracias!

Los dos se miraban a los ojos, embobados, sin ser capaces de reaccionar. Pasaban los segundos... los minutos... y los demás decidieron no dejar pasar las horas, de modo que Luis agarró a Dani del brazo y se lo llevó a rastas de la pastelería.

- ¡Adiós, oh mi maravillosa musa inspiradora!.- exclamó Dani.

- ¡Adiós, oh mi gran valeroso guerrero!.- respondió Carola.

- Me vas a hacer vomitar a mi.- gruñó Ricardo.

Bunny miró todo el tiempo por la ventana y cuando estuvieron lo suficientemente lejos, dio un gran salto de alegría.

- ¡¡¡¡¡BIENNNN!!!!!.- gritó.

Las demás la miraban como si estuviese loca.

- Bueno, je, je...- se disculpó Bunny.- Vereis, por una serie de circunstancias yo... pues resulta que había olvidado que hoy era San Valentín.

- ¿¡Que te olvidaste que hoy era San Valentín?!.- repitió Carola.

- ¡Pero si es tu día del año favorito!.- se sorprendió Vicki.

- Sí, bueno... son cosas que pasan... el caso es que no le había podido comprar nada a Armando y yo iba a quedar muy mal si nos citábamos hoy. Así que he conseguido que quedemos mañana.- explicó Bunny, mientras hacía el signo de la victoria con la mano.

Las demás la miraron incrédulas.

- Bunny, no puedo creerlo...- balbuceó Ray.

- Bueno, por supuesto que me molesta no poder ver a Armando hoy, una fecha tan señalada, pero, ¡a grandes males, grandes remedios!

- Qué cruz...- suspiraron todas.

- Oye, hablando de cruces.- murmuró Tim, por primera vez en toda la mañana.- ¿Dónde están Luna y Artemís?

- Ni idea, la última vez que la vi fue esta mañana.


- ¡¡¡¡LUNA, RECUERDA QUE LO NECESITAMOS VIVO!!!!!.- exclamó Artemís, mientras trataba a duras penas de contener a Luna.

- ¡¡¡¡¡DEJA QUE LO MATE!!! ¡¡¡NADIE LO ECHARÁ DE MENOS!!!

- Desde luego, hay que ver cómo te pones por preguntarte cuando me vas a regalar esa cama de chocolate para consumar nuestro amor.- murmuró Cometa, mientras se miraba las uñas como si fuese lo más interesante del mundo, a pocos centímetros de las uñas de Luna.- ¡Qué cruz!


Amy y Ryo caminaban por el parque. Sin decir nada. Simplemente caminaban uno junto a otro, en silencio, escuchando a los niños jugar, a los pájaros trinar y esos sonidos típicos de los parques. Ryo se detuvo en un banco y lo miró, con una ligera sonrisa.

- ¿Recuerdas, Amy? Aquí fue donde me salvaste la vida y donde me hiciste ver que yo podía crear mi propio futuro.- murmuró.

Amy miró el banco y sonrió. Sí, recordaba ese día. Zoshite había atacado a Ryo para hacerse con su cristal arco iris y Ryo y ella se refugiaron en ese parque. Pese a que ella en ese momento estaba transformada en Sailor Mercurio, él se le había declarado. En ese banco.

- Ha pasado mucho tiempo desde entonces...- continuó Ryo.

Amy se limitó a asentir.

Ryo se giró y la miró a los ojos, sonriendo.

- Me alegro de que te vayan tan bien las cosas.- dijo.- Bueno, si no tenemos en cuenta lo de Protech, claro.

Ella volvió a sonreir. Era fantástico hablar (o más bien estar, ya que no había abierto la boca prácticamente desde que se habían ido de la pastelería) con alguien que sabía la verdadera situación en al que estaban.

- ¿Qué tal con Iván?

Amy dejó de sonreir y se ruborizó a más no poder. Igual no estaba tan bien eso de que supiese todo.

Ryo volvió a sonreir y se giró.

- Puedo ver que te gusta mucho ese chico.

- Ryo, yo...- murmuró Amy.

- No hace falta que digas nada, Amy.- la interrumpió Ryo.- Puedo ver el futuro y hace mucho que sé que tú y yo no acabaríamos juntos. No es nuestro destino y no es algo que esté en mis manos cambiar.

Amy bajó la mirada, apenada.

- Oye, no lo lamentes por mi.- continuó Ryo.- ¿Sabes? Hace poco conocí a una chica fantástica.

Amy volvió a levantar la mirada y vio a Ryo con una expresión llena de felicidad que hasta ahora nunca había visto en él.

- Me siento muy a gusto a su lado. Ella... sabe lo de mis poderes y no le importa. Y también le hablé de ti y te admira mucho. Soy feliz.

Amy le observó en silencio durante unos segundos, analizando lo que el joven le acababa de decir.

- ¿Por qué has venido, Ryo?.- preguntó Amy finalmente.

Esta vez fue Ryo el que se mantuvo en silencio un tiempo, hasta que se volvió a girar.

- Sé que de vez en cuando pensabas que no estaba bien lo que sentias por ese chico.- explicó Ryo.- Te acordabas de mi y de nuestro pacto. Y no era justo. Por eso he venido, para hablar contigo. Yo soy feliz y ahora te toca tambien serlo tú.

Amy le miró, ruborizada. Había venido a darle el visto bueno...

Ryo, una vez más, se giró y la miró.

- Eres y siempre serás mi mejor amiga, Amy.- dijo, con una sonrisa.- Y espero que seas muy feliz con ese chico.

Amy esbozó una sonrisa. Hasta ahora no se había dado cuenta de hasta qué punto era importante para ella Ryo y lo que él opinase.

Comenzaron de nuevo a caminar, dando un paseo.

- Dime, ¿cómo es esa chica?


Parecía increible, pero lo habían logrado: habían conseguido sacar a Alex de su casa. Despues de tres horas, por supuesto.

Caminaban en silencio por un parque (¿Será el mismo parque por el que pasean Ryo y Amy?). Alex miraba al frente todo el tiempo, con cara de pocos amigos.

- Alex, alegra esa cara, hombre.- le pidió, casi suplicó, Luis.- Trata al menos de sonreir.

- ¿Y por qué deberia hacerlo?.- gruñó Alex.- Me habeis sacado de mi casa prácticamente a la fuerza.

- Abriste voluntariamente la puerta.- señaló Jorge.

- ¡Después de que te pusieses a cantar unas serenatas!

- Eso no es lo importante.

Alex volvió a mirar al frente, de mal humor, mientras le daba una patada a una piedra inocente que tuvo la mala suerte de cruzarse en su camino. No estaba de ánimos para tener una discusión con Jorge.

- ¿No deberiais estar con vuestras chicas?.- gruñó.- Se enfadarán si en lugar de pasar el día de San Valentín con ellas lo pasais conmigo.

- A mi no me han cambiado los planes.- señaló Jorge.- Sólo que ahora tengo espectadores.

Alex decidió no hacer ningún comentario al respecto.

Los demás se miraron entre sí, preocupados.

- Bueno...- empezó Armando.- Es que nosotros (y ellas) pensamos que sería mejor que...

-¡Vaya!

Armando se giró, sorprendido. A pocos metros de distancia, se encontraban los Three Ligths. Al ver a Seiya, Armando no pudo evitar fruncir el ceño.

- Qué sorpresa encontraros a todos aquí.- dijo Seiya, con una falsa sonrisa.- Especialmente a ti, Armando. ¿No deberias estar con Bunny? Especialmente en un día como hoy...

Armando apretó los puños, con enojo. Seiya le sostuvo la mirada, desafiante.

- Tengo mis motivos.- replicó Armando.- Y ella está de acuerdo.

- Claro.- respondió Seiya.- ¿Cómo no va a estar de acuerdo contigo? Lo eres todo para ella. No ve nada más aparte de ti.

¿Era acaso un pensamiento lo que Seiya acababa de decir? Tal vez... el caso es que Seiya miró con auténtica rabia a Armando.

- ¡Ella se merece a alguien mejor que tú!.- le recriminó.

Armando se disponía a responder, pero no pudo. Antes de haber movido tan solo un dedo, vio pasar corriendo a Alex a su lado y darle un puñetazo a Seiya, que cayó pesadamente al suelo.

Tampoco le dio tiempo a decir nada antes de que Seiya se levantase y le devolviese el golpe a Alex. Antes de que se diesen cuenta, estaban enzarzados en una pelea.

- ¡ALEX! ¡SEIYA!.- gritaba Luis.- ¡Separaos!

Pero, por supuesto, como en todas las peleas, las palabras no fueron suficiente. Alex y Seiya se daban puñetazos el uno al otro sin cesar.

- ¡Alex, no pegues a Seiya-sama!.- protestó Dani!.- ¡Seiya-sama, no pegues a Alex!

- ¿¡Alguien puede ayudarme a separalos, por favor!?.- suplicó Luis.

- Déjalos que se desahoguen.- gruñó Yaten.- Cuando Seiya se canse de pegar a ese tipejo, lo dejarán.

Carlos fulminó con la mirada a Yaten.

- ¿Cómo has dicho?.- le preguntó en un tono peligrosamente calmado, mientras se acercaba.

- He dicho que cuando Seiya se canse de pegar a ese tipejo, lo dejaran.- repitió Yaten, con el mismo tono de voz.

- Te has equivocado con los nombres, enano.- señaló Carlos.

Por supuesto, ellos dos también llegaron a los puños, mientras Luis trataba de separar a Seiya y a Alex.

Dani miraba angustiado el espectáculo.

- ¿A quien debo apoyar?.- murmuraba, agobiado.- ¿A los Three Lights-samas o a mis amigos?

- ¡No debes apoyar a nadie!.- gritó Luis.- ¡Lo que tienes que hacer es ayudarme a separarlos!

Taiki optó por intentar ayudar a Luis (no le quedaba nadie con quien pegarse...)... pero fue peor el remedio que al enfermedad. Cuando lograban separar a Seiya y a Alex, tenían que ir a separar a Carlos y Yaten y entonces volvían a pelearse los otros dos, con más ganas todavía y viceversa. Armando también se unió al grupo de los "separadores", al igual que Diego, Jorge e Iván, mientras Ricardo aplaudía sin cesar a Carlos (e incluso a Alex, pero este en voz baja, no le fuesen a oir) y Dani trataba de resolver su dilema moral.

- ¡Alex, no está bien pegar a una mujer!.- suplicó Luis. De pronto, vio a Dani agarrandole del cuello y mirándolo con rabia.

- ¡¡¡¡LOS TRHEE LIGHTS NO SON MUJERES!!!!.- más que un grito, fue un modo de convercerse a si mismo de esa "realidad".

- Errr... vale, de acuerdo.- asintió Luis.- ¡Pero ayúdame a separarlos!

Dani asintió y se disponía a echarles una mano cuando de pronto el suelo tembló. Todos se detuvieron, alarmados.

- ¿Qué ha sido eso?.- murmuró Alex.

Bajo sus pies, el suelo empezó a resquebrajarse. Apenas tuvieron tiempo de evitar caer dentro de la recien formada fosa.

- ¿¡Pero qué...?!.- gritó Alex.

Ante sus ojos vieron aparecer un gigantesco animal que no tenía parecido con ningún otro visto hasta entonces sobre la faz de la tierra. Se podría decir que se parecía un poco a un cobaya... y a un topo... y a un ratón... y a una rata... y a una musaraña... y a un castor... de lo único que estaban seguros, era de que se trataba de un roedor que había alcanzado un tamaño descomunal.

- ¡Es el enemigo!.- gritó Armando.- ¡Transformémonos!


- ¿¡Qué ha sido eso?!.- exclamó Amy (ah, pues si era el mismo parque ^_^).

- ¡El enemigo ha vuelto a actuar!.- exclamó Ryo.- ¡Rápido, debes ir a luchar!

Amy asintió y salió corriendo en la dirección en la que se encontraba el roedor, mientras Ryo la seguía con la mirada.

- Buena suerte, Amy.


- Cuando el cielo se cubre de nubes y los huracanes azotan la tierra, aparece un guerrero legendario y su tropa. Soy el guerrero que ilumina el camino a la libertad...

- Y nosotros somos los guerreros que le acompañamos en su misión...

- ¡Y en nombre del Sol, te castigaremos!

- Al menos, es más rápido que ir presentándonos de uno en uno.- reconoció Guerrero Júpiter.

- Siguen siendo tonterias.- gruñó Guerrero Neptuno, mientras se limpiaba un hilillo de sangre de la comisura de los labios.

Guerrero Sol ni siquiera se molestó en decir nada. Hizo aparecer su espada de luz y se avalanzó contra el monstruo.

- Está claro que este chico no aprende...- murmuró Guerrero Urano, moviendo con gesto abatido la cabeza.- Sólo espero que no lo maten...

- ¡¡AAAHHHH!!.- gritó Guerrero Sol, haciendo caer su espada de luz sobre el roedor.

Este se retorció de dolor ante la embestida del guerrero. Por supuesto, esto no enterneció a Guerrero Sol, que atacaba sin cesar y con saña contra el animal.

-... casi me da pena el bichejo ese...- murmuró Guerrero Saturno.

- Pues yo sólo espero que no sea como las ratas.- gruñó El Señor del Antifaz.- Por que si es así, vamos a encontrarnos en un serio apuro.


Mientras, en lo alto, Zoydiene miraba horrorizado a Guerrero Sol.

- ¿Pero qué le pasa a ese?.- murmuró, espantado.- Nunca le había visto atacar con tanta saña...


El pobre roedor ya no sabía dónde esconderse de los ataques de Guerrero Sol.

Cuando llegó Sailor Mercurio (tras haber avisado a las otras sailors de este nuevo ataque con el intercomunicador) el animalito (bueno, animalito de tres metros, pero animalito a fin de cuentas) corrió a esconderse detrás de ella, implorando su protección.

- ...- dijo Guerrero Venus.- ... creo que le hace daño.

- ¿Y no se trata de eso?.- murmuró Creadora.

- Sí, pero si nos ven los de la Sociedad Protectora de Animales nos van a denunciar.- señaló Curadora.


Guerrero Sol, espada en mano, se paró delante de Sailor Mercurio, que no se enteraba de nada de lo que pasaba.

- ¡Quitate de en medio!.- gruñó Guerrero Sol.- Es un enemigo y como tal debo acabar con él...

El roedor se puso a hacer reverencias a Sailor Mercurio, con los ojos llenos de lágrimas, implorando perdón. Todo, con tal de no dejar que ese maniático con espada le volviese a zurrar.

- Errr...- respondió Sailor Mercurio.- Yo creo que ya se ha llevado lo que le tocaba. En cuanto llegue Sailor Moon, lo purificará y todos felices y contentos, ¿vale?

- ¡No!.- replicó Guerrero Sol.- Puede ser una trampa...

- Pero el pobre ya ha recibido bastante...

- ¿¡COMO QUE POBRE?!.- gritó Guerrero Sol.- ¡¡ES UN ENEMIGO!! ¡¡TODOS TENEMOS NUESTROS MALOS RATOS!! ¡¡QUE SE AGUANTE!! (en realidad, utilizó otro verbo que no es precisamente aguantar, pero este es un fanfic light)

- ¡Alto ahí!

Todos miraron a lo alto y vieron a Sailor Moon, acompañada de las otras Sailors, en lo alto de los columpios (wow, qué equilibrio el suyo...)

- ¡Hoy es el día de los enamorados, un día en que las parejas deben estar juntas, disfrutando de su amor! ¡Y tú lo has arruinado! ¡Y yo no puedo permitir eso! ¡Soy la sailor que lucha por el amor y la justicia, Sailor Moon! ¡Y en nombre de Luna te castigaré!

Una enorme gota de sudor resbaló por la cabeza de Sailor Moon y las otras sailors al ver que nadie les hacía caso, ya que Guerrero Sol y Sailor Mercurio discutían y el roedor imploraba clemencia.

- Sailor Moon...- dijo al fin Guerrero Urano.- Creo que será mejor que utilices tu poder, porque así no vamos a llegar a ninguna parte.

Ella, todavía sin entender lo que pasaba, afirmó con la cabeza.

- ¡Espada de cristal, sesga el mal de mi enemigo!.- gritó la sailor.

El roedor, si hubiese podido hablar, en lugar de gritar "desaparezco", habría dado efusivamente las gracias a la Sailor. Pronto, todo quedó en silencio, salvo por algún gruñido por parte de Guerrero Sol.


- Venga, dáselo...- insistió Jorge, empujando a Patricia en al dirección en la que estaba Alex.

- Pero...- protestó Patricia.- Igual no es una buena idea... debería consultarlo con Luna...

- ¡Me da igual que sea o no buena idea!.- replicó Jorge.- ¡No estoy dispuesto a aguantar a Alex de ese humor! ¡Así que ve y dale esa caja!

Patricia sintió debilmente y camino lentamente hacia Alex, con una caja en las manos.

- Ejem... ¿Alex?.- preguntó, algo temerosa.

Alex se giró y la miró. A Patricia casi le dieron ganas de llorar al ver sus ojos. Parecían tan tristes...

- ¿Qué quieres?.- preguntó Alex, tratando de ser lo más amable posible.


- Espero que tengas un buen viaje, Ryo.- dijo Amy, en la estación del tren.- Y espero que me escribas pronto.

- No te preocupes, lo haré.- sonrió Ryo.- ¡Ah! ¡Casi se me olvida!

Ryo, ante la atónita mirada de Amy, empezó a rebuscar en su bolsa y sacó un libro con un lazo. Ella lo miró, ruborizada.

- Es para Iván.- señaló él.- Tú no serías capaz de hacerle un regalo de San Valentín, pero creo que este irá bien.

Amy se ruborizó y miró el libro: "Como agua para chocolate". Se ruborizó todavía más.

- No creo que sea el tipo de literatura que le guste a Iván.- se excusó.

- No creo que le importe.- replicó Ryo.- Espero que te vayan bien las cosas.

De un salto, se subió al tren justo cuando se cerraban las puertas.

- ¡Espera!.- le llamó Amy.- ¿Cuándo se supone que le voy a dar esto a Iván?

Ryo como toda respuesta, sonrió y se despidió con la mano, mientras el tren se alejaba.

Amy se quedó unos minutos en la estación, mirando el libro, ruborizada. Se moría de vergüenza sólo de pensar en dárselo a Iván...

Salió de la estación y miró el reloj. Ya era tarde... tendría que tomar un taxi para volver a casa.

En ese momento, oyó el ruido del motor de una moto.

Se dio al vuelta y vio a Iván subido en la moto, mirándola.

- Iván...- murmuró ella, sorprendida (y ruborizada. Esta chica se ha pasado todo el día como un tomate...).- ¿Qué haces aquí?

- Supuse que acompañarías a tu amigo al tren.- explicó él, inexpresivo.- Y, dada la hora, pensé que sería mejor que te acompañase a casa.

Ella le miró, sorprendida y luego sonrió. Apretó el libro que le había dado Ryo...

- Gracias.- respondió, mientras se subía en la moto y se ponía el casco.- Por cierto, toma, esto es para ti.

Iván cogió el libro y leyó el título. Amy, una vez más, notó como le subían los colores.

- Es en agradecimiento por el que me diste tú cuando estuve enferma.- se excusó.

- Gracias.- dijo Iván, mientras se lo guardaba en el bolsillo de la cazadora y ponía en marcha la moto.

Amy sonrió.


Carlos se apartó el pelo de la cara, tratando de mancharse lo menos posible de grasa, mientras trataba de apretar todo lo posible unas tuercas del motor. Juró una vez más.

- ¿Carlos?.- se oyó la voz de Tim detrás de él.

Fue tal la sorpresa que al levantarse, se dio un golpe en la cabeza contra... bueno, ¿y qué importaba? Se había hecho daño y eso bastaba.

- ¿Estás bien?.- preguntó Tim.

- Sí, sí...- gruñó Carlos, frotándose el futuro chichón.- ¿Qué haces aquí?

- Yo...- murmuró Tim.- Sólo estoy de paso, vine a traerte una cosa.

Al decir esto, le extendió un paquete. Con curiosidad, Carlos lo abrió y vio un tubo de escape. Miró a Tim, extrañado. Ella se ruborizó un poco (¡increible! ¡Tim ruborizada!)

- Yo tenía uno de más en casa.- se excusó.- Así que me parecía un poco absurdo que te gastases el dinero, teniendo yo uno de más. Lo siento, está un poco sucio.

Carlos miró de nuevo el tubo y vio que, efectivamente, estaba sucio. Aunque... esas manchas...

- Bueno, yo me tengo que ir ya.- se disculpó Tim.- Yo tengo que ir a arruinarle la vida a Hotaru, todavía no he llegado a la media del día. ¡Hasta mañana!

- Adiós...- respondió Carlos, distraido. Juraría que esas manchas eran de chocolate...


Luis vio en la puerta de su casa a Vicki, que le miraba con una gran sonrisa.

- Hola.- la saludó Luis, con curiosidad.- ¿Qué haces aquí tan tarde?

- Bueno...- empezó Vicki, mientras le pasaba los brazos por el cuello.- He pensado que, ya que ambos somos adultos y no tenemos toque de queda, podíamos aprovechar lo que queda del Día de San Valentín...

Luis la abrazó, también sonriendo, mientras le daba un tierno beso.


Alex miraba la caja de bombones, sin terminar de creerselo. Patricia, a su vez, al ver la pasiva reacción de Alex, empezó a ponerse nerviosa.

- Yo... bueno, sé que en realidad no podemos... pero no me parecio mal que... lo siento, ha sido un error. Será mejor que...

Alex no la dejó terminar, ya que la agarró y la trajo hacia si, abrazándola con fuerza, ante la sorpresa se Patricia. Finalmente, ella también le abrazó, sonriente.


- Bueno, parece que todo ha terminado bien.- murmuró Armando, abrazando a Bunny.- Creo que el mal genio de Alex ya ha pasado.

- Realmente, daba miedo.- murmuró Bunny.

- Lo que más siento es no haber podido darte antes tu regalo de San Valentín.- se disculpó Armando, mientras sacaba una cajita de un bolsillo.

Bunny palideció. Con todo el lio, no le había podido comprar nada a Armando.

- Errr... ¡creo que será mejor que nos los demos durante nuestra cita de San Valentin, aunque ya no sea San Valentín!.- dijo, tratando de zafarse.

Armando la miró, extrañado.

- Bunny, ¿estás bien?

- Yo, claro, jejejejeje.- respondió con risa nerviosa.- "Rayos, la proxima vez compraré el reghalo tres meses antes..."

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