CAPÍTULO 30: El cumpleaños de Dani. Zoydiene.
Aydiene caminaba nerviosa por la sala y cada dos segundos se giraba angustiada hacia la puerta. Zoydiene hacía ya varios días que debería haber vuelto. Y el indicador de energía mostraba que el último soldado empleado por él había sido destruido.
- Pero su energía no ha desaparecido....- pensó Aydiene. Eso significaba que Zoydiene estaba vivo, pero no regresaba por temor a las represalias o porque tenía un plan en mente y sabía que, si regresaba a la base, Protech no le escucharía.
Suspiró. No sabía qué era peor, si ser sacrificado al Gran Hombre o que Protech te castigase por fracasar y, además, huir. Ella había aconsejado a Erdiene que huyese, pero tal vez la opción que él había elegido fuese la más sabia.
Erdiene...
Apretó los puños con rabia. Erdiene había sido su maestro, aquel que había estado a su lado en los momentos más duros, cuando todo el mundo la rechazaba por sus ambiciones, cuando, en momentos de debilidad, no se veía capaz de alcanzar sus metas. Erdiene la había apoyado en todo momento, no la había dejado rendirse. Gracias a él, ella habia logrado ser la primera mujer que había alcanzado el rango de Maestro Sagrado.
Pero no sólo había sido su maestro. Para ella, también había sido un padre. Erdiene se había ocupado de ella desde que era muy pequeña. La habia alimentado, cobijado, ayudado... la había visto crecer. Y ahora estaba muerto, sacrificado al Gran Hombre por culpa de esos guerreros y esas sailors...
Apretó los puños con rabia. Y ahora había llegado el turno de Zoydiene, su mejor y más leal compañero...
En ese momento, se encendió la luz que indicaba la presencia de Protech y Aydiene se apresuró a arrodillarse.
- Aydiene, ¿ha regresado ya Zoydiene?.- preguntó Protech, desde la oscuridad.
Aydiene notó cómo se le detenia el corazón.
- ¿Y bien?.- insistió Protech.
- No, mi señor.- respondió Aydiene, apretando los puños con rabia.- Zoydiene no ha regresado ni se ha puesto en contacto con nosotros. Pero tal se encuentre herido y...
- ¡Silencio!.- gritó Protech.- Ambos sabemos que Zoydiene salió ileso del ataque. Si no ha regresado ha sido porque se ha convertido en un traidor. Y nosotros no podemos permitir eso, Aydiene.
- No... mi señor...- murmuró Aydiene, bajando la mirada.
- Rastrea su energía.- ordenó Protech.- Y cuando le localices... ejecútalo.
Aydiene levantó la mirada, horrorizada.
- Pero... mi señor...- balbuceó.- ¿No sería mejor que lo hiciese alguno de nuestros soldados?
- No debemos subestimar el poder de Zoydiene.- replicó Protech.- No deja de ser un Maestro Sagrado y, por tanto, sólo un Maestro Sagrado es capaz de ejecutarle.
- Pero... mi señor...- insistió Aydiene.
- ¡¡¡SILENCIO!!!.- tronó la voz.- ¿Acaso tú también quieres traicionarme, Aydiene?
- No... mi señor...- murmuró la Maestra, bajando de nuevo la mirada, temerosa.- Yo... cumpliré vuestras órdenes.
- Así lo espero, Aydiene.- replicó Protech.- No me falles.
La luz se apagó, aunque Aydiene aún tardó unos segundos en incormporarse. Apretó los puños con tanta fuerza que un hilillo de sangree escurrió entre sus dedos.
- Guerreros...- murmuró.- Pagareis por esto.
- ¡¡¡¡¡HOLAAAAA!!!!.- gritó Dani, mientras abría la puerta del almacén con entusiasmo, donde se encontraban todos los demás, preparándose para un ensayo y la reunión diaria.
Le miraron alucinados.
- Buenos días.- se limitó a decir Iván, con tranquilidad, sin levantar la vista del libro que estaba leyendo.
Dani les miró a todos expectante.
- ¿Y bien?.- dijo al fin.
- ¿Y bien qué?.- preguntó Alex, extrañado, afinando el bajo.- ¿Qué se supone que tenemos que decir, hacer o notar?
El mundo entero se derrumbó para Dani, que se vio envuelto en una oscuridad, mientras una muy ligera luz azulada emanaba de su cuerpo.
- Tener amigos para esto...- murmuró lloroso.
- ¿Y a ese qué le pasa?.- preguntó Yaten, extrañado.- Parece estar más atontado que de costumbre...
- Pues no lo sé... murmuró Luis, mientras le hacía una discreta señal a Carlos, que asintió ligeramente.
Mientras Dani seguía llorando amargamente y lamentandose de su desgraciada suerte, Carlos, con ayuda de Diego, sacaron una enorme tarta de debajo de la batería.
- Seguro que si me muriese ahora mismo a nadie le importaria...- murmuraba Dani, entre otros muchos lamentos.
- Venga, venga, no seas tan quejica, Dani.- dijo Jorge, con una gran sonrisa, mientras Carlos y Diego se situaban con la tarta detrás de Dani.- Mira, tenemos una cosita para ti.
Los ojos de Dani se iluminaron y se giró rápidamente... de hecho, se giró tan rápidamene que su cara se estampó en la tarta.
- ¡Dani, deja un poco para los demás!.- gritó Cometa.
- Alguien deberia hacerle notar que esas no son maneras de comer.- murmuró Seiya, mientras una enorme gota de sudor aparecia en las cabezas de los demás.
- Creo que nos hemos quedado sin postre.- se lamentó Ray.
- ¡¡¡DANI!!!.- exclamó Carola, mientras corría a separar la cara de Dani de la tarta.- ¡¡¿Estas bien?!!
Dani parpadeó un par de veces, se pasó un dedo por la mejilla y luego se lo metió en la boca.
- Ñam...- dijo.- Fresa y crema, mi favorita.
- ... qué cruz.- dijeron todos al unisono.
Ante ellos se alzaba, majestuosa, la entrada al parque de atracciones. Dani la miraba, mientras chispas de alegria salían de sus ojos.
- ¿De verdad?.- dijo una vez más.
- Que si, Dani, que si.- suspiró Carlos.- Que, para celebrar tu cumpleaños (y compensar lo de la tarta) vamos a pasar el día en el parque de atracciones. Te invitamos a todo lo que tu quieras.
- Ese es nuestro regalo para ti.- afirmó Vicki.
- Con lo infantil que eres, supusimos que te gustaria la idea.- afirmó Tim.
- Y, si quieres, nos ponemos gorritos de cumpleaños.- añadió Yaten, sarcástico.- Sois muy extraños. Una terrible amenaza se cierne sobre la Tierra y os dedicais celebrar algo tan ridículo como un cumpleaños.
- Hay amenazas peores...- gruñó Alex, mirando de reojo a Seiya, que frunció el ceño. Desde la pelea, cada vez se llevaban peor y los demás rezaban para que no volviesen a tener motivos para pelearse.
- Será mejor que entremos.- dijo Armando, abrazando a Bunny.
- ¡¡¡Yo quiero ir a la montaña rusa!!!.- exclamó Dani, mientras iba a toda velocidad hacia la atracción.
- ¡Dani, espérame!.- exclamó Carola, saliendo corriendo tras él.
- Tal vez no sea tan buena idea invitarle a todas las atracciones...- pensó Ray en voz alta.- Algo me dice que se va a subir absolutamente en todo...
- Menos mal que somos muchos a repartir.- señaló Amy, sacando una calculadora.- Teniendo en cuenta que, dada su edad, solo hay 19 atracciones en las que subir...
- Mejor cuenta las 15 infantiles también.- señaló Iván, sin alterar su cara.- Estamos hablando de Dani.
-... bueno, aun así.- continuó Amy, añadiendo las 15 atracciones a la lista.- Dado que el precio medio de cada atraccion es de 250 (nota de la autora: hace siglos que no voy a un parque de atracciones, asi que no tengo ni idea del precio –por eso no he puesto de qué moneda se habla-. Sobre lo del precio individual de cada atraccion... sé que en muchos sitios no es asi, pero en donde yo vivo una cosa es la entrada al parque y otra el acceso a las atracciones).- De modo que serían un total de 8500, dividido entre 20 salen 450...
- ¡Eh, no corras tanto!.- saltó Taiki.- Es amigo vuestro, nosotros hemos venido por educacion, pero no vamos a pagar algo tan tonto como esto.
- ¿Pagar una parte no sería también algo dee ducación?.- murmuró Ricardo en voz baja.
- Bordes...- gruñó Alex.
- Perdona, ¿qué has dicho?.- se encaró Seiya.
- Borde, pero no he dicho quien.- señaló Alex.- Y ya se sabe que el que se pica, ajos come...
Seiya y Alex se miraron a los ojos.
- Algo me dice que si nos metemos en medio, moriremos quemados...- murmuró Jorge.- ¡Aingh, está taaaan sexy cuando se pone así! ?
- Esto... da igual, lo dividiremos entre 16.- dijo Amy, tratando de calmar la situación.- Bueno, 15, que Ricardo no tiene tanto dinero.
- ¿¡Y yo por qué tengo que pagar parte y el enano no?!.- saltó Hotaru.
- Porque él tiene 12 años y tu 15.- explicó Vicki.- Tu dispones de más dinero que él.
- Y ademas nos encanta arruinarte la vida.- añadió Tim, con una gran sonrisa.
Hotaru fulminó a Tim vcon la mirada, pero esta no pareció muy afectada.
- Bueno, dividido entre 15 sale a algo menos de 570. Sigue sin ser mucho.- continuó Amy.
- No olvides que alguien se querrá montar en algo.- señaló Ray.- No nos vamos a pasar todo el día viendo a Dani pasarselo en grande y a Carola babeando detrás.
- No es mala idea.- admitió Alex, mientras agarraba la mano de Patricia.- Ven, vamos a ir al tunel del terror.
- Oye, ¿no crees que no debe...?.- murmuró Patricia ruborizada
- Venga, no te preocupes tanto.- le restó importancia Alex.- Luna, Artemis y Cometa no pueden entrar en el parque. Tomemonos un dia libre.
- Resulta curioso...- murmuró Seiya, con sonrisa provocativa.- A mi tambien me apetece ir al tunel del terror.
- Y a mi.- añadió Yaten, siguiendo el juego.
- Y a mi.- dijo también Taiki.
Alex frunció el ceño y estaba a punto de decir algo cuando alguien, desde detrás, saltó:
- ¡¡¡LOS THREE LIGHTS SAMAS VAN AL TUNEL DEL TERROR!!.- gritó Dani, saliendo de alguna parte, con Carola detrás.- ¡¡Entonces yo también voy! ¡La montaña rusa puede esperar!
- ¡¡Yo también voy!!.- añadió Carola.- Paso taaaaaanto miedo en esos sitios, que necesitaré a alguien que esté a mi lado...
- ¡Yo te protegeré, Carola!.- exclamó Dani.
- ¿De verdad?.- preguntó Carola, ruborizada.- Eres tan valiente..
- Ya empezamos con el shojo...- refunfuñó Carlos, llevandose una mano a la cabeza.
- Si va Alex yo también.- dijo Jorge, agarrando el brazo libre de Alex (para horror de este).- Y si paso miedo, me abrazaré a ti muuuuy fuerte ?
- Cabeza de Chorlito, ¿te apuntas?.- dijo Seiya, sonriendo. Armando frunció el ceño.
- ¡Por mi bien!.- respondió Bunny.- ¿Vienes, Armando?
- Claro.
Seiya dejó de sonreir. Y refunfuñó un poco, girando la mirada hacia otro lado.
- Me han hablado muy bien de esa atracción.- comentó Amy en voz alta.- A mi también me apetece ir.
- Yo creo que tambien me apunto.- afirmó Ray.
- Puede ser interesante. Tanta oscuridad y cosas imprevistas...- murmuró Vicki, mirando a Luis de reojo, que se ruborizó.- ¿Te parece si entramos también?
- Por mi estupendo.- aceptó Luis, todavía ruborizado.
- Sera divertido.- intervino Tim, con una sonrisa.- Hotaru y yo tambien vamos.
- ¡Eh!.- protestó Hotaru.- ¿¡Y yo por qué tengo que ir?!
- Porque basta que te dejemos sin vigilancia para que te largues.- explicó Tim.- Ademas ¿he comentado que me encanta arruinarte la vida?
- ¡Yo también quiero ir!.- dijo Ricardo.- Quiero ver a la pecho plano gritando de terror...
- No te hagas ilusiones, enano.- señaló Hotaru.- A mi esas cosas no me dan miedo.
- Eso ya lo veremos, pecho-plano.- replicó Ricardo.- Seguro que no has dado dos pasos y ya estarás gritando aterrorizada ¡por favor, por favor, venid a ayudadme, este murcielago de plástico está arruinando mi vida!¡Pecho plano!
- ¡Enano! ¡Ahora vas a ver lo que es bueno!
- ¿No os recuerdan un poco a Vicki y Alex?.- murmuró Diego, mientras Hotaru y Ricardo se decían toda clase de lindezas.
- ¡Eh!.- saltaron Alex y Ricardo al mismo tiempo.- ¡No me compares con ese engendro!
- ¿¡A quien llamas engendro!?.- volvieron a decir al mismo tiempo, pasando a discutir Alex y Ricardo, mientras Hotaru lamentaba no contar con la presencia de su adorado Carlos para que la defendiese de semejante individuo.
- Bueno ¿y vosotros?.- preguntó Armando a Ivan, Carlos y Diego.- ¿Os venis también?.
- Ya que vais todos...- comentó Diego.- Por mi bien.
- Yo también voy.- dijo Ivan.
- Puede ser divertido.- aceptó Carlos
- ¡Genial, entonces vamos todos!.- exclamó Bunny.- ¡Será divertidisimo!
- Si, genial...- gruñó Alex.
En lo alto de la torre del palacio que coronaba el parque de atracciones, Zoydiene observaba a la gente divirtiendose.
- Tengo que hacer algo.- murmuró, apretando los puños.- Si no consigo derrotar a esos guerreros y conseguir energia antes de que el Gran Protech de conmigo, mi vida habrá acabado...
Alzó una mano y cerró los ojos.
- Conseguiré energía de estos humanos.- murmuró.- Ante el peligro, los guerreros apareceran. Para entonces yo ya habré conseguido una gran cantidad de energía con la que satisfacer a Protech y podré acabar con ellos sin problemas. Haré que Protech vuelva a estar orgulloso de mi.
Pasaron todo el dia subiendo en atracciones. La montaña rusa, autos de choque, la casa encantada, tiovivo,... hubo competiciones de muchas clases: el que acertase en la diana, el que aguantase en pie, el que comiese más...
Ya estaba atardeciendo y, a petición de Dani, subieron en el pequeño trenecito que recorría el parque, para terminar el día.
- Esto es vergonzoso...- murmuraba Carlos una y otra vez, tratando de esconderse detrás del panda que conducía el trenecito para que nadie le reconociese.
- Si te sirve de consuelo, opino lo mismo.- refunfuñó Taiki.
Mientras, en la parte trasera del tren, Bunny miraba encantada los alrededores.
- Armando ¿recuerdas este tren?.- murmuró, mientras apoyaba la cabeza sobre la espalda de Armando.
- ¿El trenecito?.- se extrañó este.
- Sí.- respondió Bunny, ruborizándose y juguetenado con el dedo en la espalda de
Armando.-
Aquí nos encontramos una vez, hace ya cuatro años. Tu estabas sentado delante de mi,
igual que ahora. Y me llamaste cabeza de Chorlito.
- Eso no me parece que fuese tan extraño. Te he llamado cabeza de Chorlito infinidad de veces.- bromeó Armando.- Pero sí, recuerdo este tren. Aquí conocí a Ray.
- ¡¡¡¡¿¡QUEÉÉÉÉÉÉÉÉÉ!!!!!???.- gritó Bunny, mientras se ponía en pie.- ¡¡¡¡Y TE ACUERDAS PORQUE AQUÍ CONOCISTE A RAY?!!!!
- ¡Bunny, cálmate! ¡Era una broma!.- se apresuró a aclarar Armando.- Me acuerdo perfectamente. Por aquel entonces la tierra sufria la amenaza del Negaverso y los tres nos subimos al tren tratando de localizar al enemigo (nota de la autora: creo que fue por eso, no me acuerdo muy bien). Yo todavía no sabia que tú eras Sailor Moon ni tú que yo era el Señor del Antifaz y yo siempre me metía contigo. Fuimos atacados por una muñeca parlanchina que os hipnotizó a Ray y a ti. ¿Ves como me acuerdo?
- Humm...- gruñó Bunny, mientras volvía a sentarse.- Está bien. ¡Pero no gastes más bromas como esa!
- Está bien, está bien.- se rió Armando.- No más bromas.
Alex le miró de reojo.
- Cómo has cambiado, Armando.- murmuró.- Antes eras genial con las bromas. Es más, tú me enseñaste a mi cómo meterme con la gente (aunque yo he acabado desarrollando mi propio e inugualable estilo, por supuesto). Qué tiempos...
- Si, bueno...- murmuró Armando, algo ruborizado.- La gente cambia.
- Venga, reconoce que aun hoy se te ocurren millones de maneras de meterte con Bunny.- dijo Alex, con una gran sonrisa traviesa.
- Pues la verdad es que si, pero...
- ¡¡¡¡¡¡ARMANDO!!!!!.- protestó Bunny.
- ¡Pero jamas osaria decirlas!.- se apresuró añadir Armando.
- Cobarde.- le dijo Alex, sacandole la lengua.- Deberias tomar ejemplo de mi: yo jamas me acobardo, soy valiente, decidido y...
- ¡¡¡QUERIDISIMO ALEX!!!!
Alex y Vicki palidecieron de inmediato. Por suerte para Vicki, no parecía haber sido visto y pudo esconderse entre Tim y Luis.
- No me digas que es...- balbuceó el valiente y decidido Alex.
Alguien saltó al tren (es que ya sabeis lo despacio que van esos trenecitos) y se agarró al cuello de Alex con anergía.
- ¡¡Mi queridisimo Alex, que ilusión encontrarte aquí!!.- exclamó Amalia.- ¡¡O sea, es que no me lo esperaba!! ¡¡Es super guay!!
- Ni yo, desde luego.- balbuceó Alex, tratando de respirar.- Si lo llego a saber no vengo...
- Venga, Alex, tu eres decidido y valiente, jamas te acobardas.- dijo Armando, con una resplandeciente sonrisa.
- Esto es un caso excepcional.- señaló Alex.- Es Amalia. Nadie puede ser lo suficientemente valiente.
- ¿Lo suficientemente valiente para que, mi amorcito?.- preguntó Amalia, cuando se dio cuenta de que Patricia estaba sentada delante de Alex.- Alex querido, ¿qué hace esa ahí sentada?
- ¿Disfrutar del panorama?.- aventuró Alex.
Amalia fulminó con la mirada a Patricia, que la miró con recelo.
- Oye, guapa, me parece que no entiendes la situación.- dijo Amalia, encarándose a Patricia, mientras una gota de sudor respbalaba por la cabeza de esta.- O sea, Alex es MIOMIOMIOMIOMIOMIOMIOMIOMIO y no pienso compartirlo con nadie. ¿Entiendes?
- ¿No deberia tener yo algo que decir al respecto?.- murmuró Alex, pero solo sirvió para que Amalia lo volviese a agarrar del cuello.
- Alex y yo estamos hechos el uno para el otro, mona.- insistió Amalia, asintiendo con energía.- Y nada ni nadie nos separara.
- Señorita ¿ha pagado usted el trayecto?
Una gota de sudor apareció en la cabeza de Amalia, mientras un empleado la miraba, con el ceño fruncido y los brazos cruzados.
- Esto... yo... o sea...- balbuceó Amalia.
- No puede usted subirse al tren en marcha, y menos sin tener el ticket.- dijo el empleado.- Tendrá usted que acompañarme a la oficina.
- ¡Pero no... es que estaba aquí mi queridisimo amorcito!! ¡¡Alex, di algo!!
- No conozco de nada a esta mujer.- dijo Alex, con decisión.
Los ojos de Amalia jamás estuvieron tan abiertos como entonces.
- ¿Le estaba molestando, caballero?.- preguntó el empleado.
- Pues a decir verdad sí.- afirmó Alex.- Saltó al tren estando el marcha y se avalanzó sobre mi y le ha faltado poco para insultar a mi acompañante. Creo que deberian llevarla a la oficina y llamar a un especialista para que el hagan un examen psicológico. Puede que sea necesario ingresarla en un centro especializado.
- Sí, señor.- asintió el empleado.- Y disculpe las molestias.
- ¡Pe... pero Alex, mi amor, mi tesoro!!.- gritó Amalia, mientras era arrastrada (literalmente) hacia la oficina.- ¡¡Di que es una broma!!
- ¡Y casi mejor si le ponen un tranquilizante!!.- añadió Alex.
Cuando estuvo lo suficientemente lejos, en la cara de Alex apareció una resplandeciente sonrisa, mientras bajaban del tren.
- ¡Ah, qué satisfacción!.- exclamó.
- ¿No crees que te has excedido?.- aventuró Diego.- Puede tener problemas muy serios. Y puede que te odie despues de esto y no quiera verte nunca más...
- ¿Lo crees de verdad?.- preguntó Alex con estrellitas en los ojos.- ¡Tenía que haberlo hecho antes!
- No es mala idea.- murmuró Vicki, pensativa.- Tal vez yo deberia hacer lo mismo.
Alex se giró y la miró sorprendido.
- ¿¡Qué?!.- exclamó.
- Si, ya sé que es raro que una idea tuya sea mala, pero no necesario que...
- ¿Conseguiste desincrustarte del auto de choque? Vaya, qué sorpresa.- añadió Alex.- ¿Cuántos litros de aceite fueron necesarios para ello?
- ¡Escuchame bien, primitivo ser amorfo y descerebrado!.- exclamó Vicki.- ¡¡Eres un ...!
Tras ellos se produjo una gran explosión, derribando al grupo.
- ¿¡Qué está pasando?!.- gritó Amy.
- ¡Es el enemigo!.- respondió Diego, mientras se ponía en pie.
- ¿¡Y no podía atacar otro día?!.- se lamentó Dani.
- ¡No hay tiempo para tonterias!.- gritó Seiya, mientras sacaba su objeto mágico.- ¡Transformémonos!
- Bueno.- gruñó Alex.- Pero que sepas que lo hago porque quiero, no porque tú me lo digas.
- Salid de una vez, estúpidos guerreros.- murmuraba Zoydiene una y otra vez.- Quiero ver cómo suplicais por vuestras patéticas vidas...
- ¡Alto ahí!
Zoydiene se giró, sonriendo. Habían caído en su trampa. Sobre la entrada del tunel del amor, se vieron varias siluetas.
- ¡Un parque de atracciones es un lugar sagrado, creado para que la gente se divierta y celebre días especiales en ellos y puedan volver a su infancia! ¡No te perdonaré que hayas osado destruir uno de esos maravillosos santuarios! ¡Soy la sailor que lucha por el amor y la justicia, Sailor Moon! ¡Y en nombre de Luna, te castigaré!
- ¡Y nosotras la ayudaremos!.- exclamaron las demás sailors.
- ¡No vale!.- lloriqueó Guerrero Venus.- Me estropean el cumpleaños y ni siquiera nos da tiempo a soltar nuestro discursito de llegada...
- No seas tan crio...- gruñó Curadora.
Como toda respuesta, Guerrero Venus se quitó ligeramente una lagrimita que asomaba por sus ojos.
- Os estaba esperando.- murmuró Zoydiene, sonriendo.- Habeis caido en mi trampa.
- ¿Qué trampa?.- repitió Guerrero Júpiter.
- ¡Mirad allí!.- exclamó Sailor Saturno.
Detrás de Zoydiene pudieron ver los cuerpos de varias personas inconscientes en el suelo.
- ¡Les ha robado la energía!.- exclamó Guerrero Urano.
- Bastardo...- murmuró Guerrero Sol.
- Por vuestra culpa, ahora soy un paria en el glorioso ejército de Protech.- murmuró Zoydiene, caminando hacia ellos con ira.- La única oportunidad que tengo de ser perdonado es que acabe con vuestras patéticas vidas. Y debo admitir que no me causa mucho dolor tener que hacerlo. Es más, me da la oportunidad de vengar a mis amigos caídos en combate.
- Cabe destacar que nosotros sólo nos hemos deshecho de dos de ellos.- señaló Guerrero Venus.- El resto habeis sido vosotros solos.
- ¡¡¡Silencio!!!.- aulló Zoydiene, lanzando un potente rayo contra los guerreros.
- ¡Cuidado!.- exclamó Luchadora, esquivando a duras penas el terrible rayo, mientras los demas hacían lo propio, con más o menos suerte.
- ¡Tiene un poder increible!.- exclamó Sailor Urano.
- Va a ser dificil de derrotar.- murmuró Guerrero Mercurio.
- ¡Tenemos que intentarlo!.- gritó Sailor Saturno, alzó su báculo con decisión.- ¡Union planetaria destructora!
Una gran cantidad de energía surgió del báculo de la sailor y se dirigió rápidamente hacia Zoydiene, que puso sus brazos ante su rostro, dejando que le alcanzase el rayo.
Una gran explosión se produjo al chocar la energía con Zoydiene, levantando una gran humareda. Los guerreros contenían la respiración.
Antes de que alguno pudiese hacer algo, Zoydiene salió de entre la humareda y agarró a la sailor del cuello con energía.
- ¡¡Sailor Saturno!!.- exclamó Guerrero Saturno.
- ¿¡Cómo es posible?!.- gritó Sailor Marte.
- Vuestros poderes no son nada comparados con los mios.- explicó Zoydiene, sujetando a la sailor a varios centímetros del suelo.- Tal vez consigan dañarme mínimamente, pero mi capacidad de recuperación es 1000 veces superior a la vuestra, ya que es proporcional a mi poder. ¿Realmente creeis que podreis vencerme?
Los guerreros se mantuvieron inmóviles, observando, mientras la sailor a duras penas podía respirar debido a la presión que ejercía Zoydiene sobre su cuello.
- Vaya, parece que se os ha comido la lengua el gato.- se burló Zoydiene.- ¿No teneis nada que decir?
- Primero suéltala y luego ya te diré lo que tengo que decirte.- dijo Sailor Urano.
- No me parece que esteis en condicion de imponer vuestras condiciones.- señaló Zoydiene.- Soy yo quien tiene a vuestra compañera en mi poder. Una ligera presión y sus días como sailor habrían terminado. Sería interesante, ¿no creeis?
- ¿¡Qué es lo que quieres?!.- gritó Sailor Marte.- ¡Si lo que quieres es matarnos, ¿a qué viene este numerito? ¡Tienes más poder que nosotros, no necesitas utilizar un escudo humano!
- ¿Y quien utiliza un escudo humano?.- se burló Zoydiene.- Tu mismo lo has dicho: no lo necesito. Voy a matarla delante de todos vosotros.
- ¡No te atrevas a hacerle daño!.- gritó Sailor Neptuno.
- ¿Qué no me atreva? No digas tonterias. Pienso torturarla hasta la muerte ante vuestros propios ojos. Quiero veros sufrir...
Los guerreros le miraron horrorizados. Verles sufrir...
- Hasta ahora lo habeis tenido fácil, guerreros.- murmuró Zoydiene.- Os habeis enfrentado a simples soldados enviados por nuestros discípulos, que se traicionaban unos a otros por la sed de poder. Y sólo fuisteis capaces de vencer a dos de ellos y en gran parte porque perdieron su fe en nuestro Gran Lider Protech.
Pero vuestra suerte ha cambiado totalmente. Ya no quedan más subordinados a los que enviar. Ahora os enfrentais a Zoydiene, un Maestro Sagrado, un ser con un poder casi insuperable, con capacidad de regeneración, que ademas ha absorbido el poder perdido de los que han caido. Tuvisteis suerte: Erdiene, el anterior maestro, no quiso desobeder al gran Protech y el lugar de acabar con vosotros personalmente, decidió cumplir el castigo por su derrota, sacrificándose al Gran Hombre.
Pero yo no estoy dispuesto a morir así. Si tengo que morir, que sea en batalla, despues de haber hecho todo lo posible por recuperar mi honor perdido.
Mis discípulos Mizad y Arabrab cayeron ante vosotros y mi deber en vengarles. Vais a conocer toda mi furia y mi poder, guerreros.
Sailor Saturno, mientras tanto, intentaba aflojar la presion que ejercía Zoydiene en su cuello.
Los demás se mantenían inmóviles, sin saber qué hacer.
- Teneis que unir vuestras fuerzas.- dijo el Señor del Antifaz.- Está claro que en el nivel en el que estais ahora no podeis hacer nada, ya que si Saturno, la sailor más poderosa, no le ha hecho ni tan siquiera un rasguño, los demas tampoco podremos hacerle nada. La unica salida es esa.
- Sí, ¿pero cómo vamos a hacerlo?.- señaló Guerrero Neptuno.- Tiene sujeta a
Sailor Saturno.
Cualquier movimiento que hagamos será la excusa para aumentar la fuerza y acabará
rompiéndole el cuello.
- Tenemos que encontrar el modo de que la suelte.- murmuró Sailor Marte.- Guerrero Venus ¿no podrias envolver sólo a Sailor Saturno con tu escudo protector?
Pero el guerrero negó con la cabeza.
- Para que mi escudo sea eficaz, tengo que estar al lado y sería muy dificil que sólo la protegiese a ella y no a Zoydiene. Tendría que calcularlo muy bien y, en cualquier caso, siempre quedaría su mano sujeta al escudo. Y ni tan siquiera es seguro que mi escudo sea eficaz contra su poder.
- Tal vez con el suyo no, pero ¿y con el nuestro?.- preguntó Luchadora.- Tal vez si lo distraemos lo suficiente para que Guerero Venus protega a Saturno con el escudo, la suelte.
- Es poco probable.- negó Guerrero Marte.- En cuanto hagamos el más minimo movimiento, la matará y, aunque pudiésemos, podría matarla con sus propias manos estando dentro del escudo. No es viable.
- Pero tenemos que hacer algo.- insistió Guerrero Júpiter.
- No... no os preocupeis... por mi...
Los guerreros se volvieron sorprendidos y miraron al lugar del que procedía la voz. Sailor Saturno les miraba con decisión, al tiempo que Zoydiene observaba la escena con curiosidad y burla.
- No os... preocupeis por mi.- repitió la sailor, con el poco aire que tenía.- Lo más... importante es vencer al enemigo... y salvar... la Tierra y nuestra princesa. Atacad sin piedad y... destruidle. No... penseis en mi.
- Vaya, qué valiente es vuestra amiga.- se burló Zoydiene.- La pregunta es: ¿le hareis caso u os dejareis llevar por vuestros sentimie...?
- ¡¡¡Tifón de Mar!!!.- gritó Sailor Neptuno.
- ¿¡Qué?!.- se sorprendió Zoydiene.
- ¡¡Viento de Urano!!.- gritó esta vez Sailor Urano.
- ¿¡Pero qué haceis?!.- gritó Guerrero Júpiter.
Zoydiene observó cómo los dos potentísimos ataques de las sailors se acercaban a él de frente. Sailor Saturno esbozó una ligera sonrisa, mientras cerraba los ojos y una lágrima perdida resbalaba por su mejilla.
- Gracias.- murmuró.
Tres gatos avanzaban a toda velocidad hacia el parque.
- ¡La fuerza del enemigo es inmensa!.- gritó Cometa.- ¡No había visto nunca nada igual!
- Es casi comparable a la de Galaxia...- murmuró Luna.- Espero que los guerreros consigan vencerlo.
- Si, pero si este enemigo tiene este inmenso poder ¿cómo lograrán vencer a Protech?.- se preguntó Artemís.
- ¡Estais locos!.- se burló Zoydiene.- ¡No solo no podreis vencerme con esto si no que vuestra amiga mo...!
- ¡¡Anillo Cortante!!
De alguna parte salió un rápido anillo que alcanzó la muñeca de Zoydiene, separándola del resto del brazo.
- ¡¡Argh!!.- gritó Zoydiene.
Sailor Saturno empezó a caer, pero antes de alcanzar el suelo, fue recogida por el Señor del Antifaz, que inmediatamente la llevó a un lugar seguro, al tiempo que los dos potentes ataques de las sailors alcanzaban de lleno a Zoydiene.
- ¡Sailor Saturno!.- gritaron todos, mientras corrian hacia la sailor.
Saturno quedó en el suelo, semiinconsciente. La mano que aprisionaba su garganta se desvaneció.
- ¡Sailor Saturno!.- exclamó Sailor Urano.- ¿¡Estas bien?!
- S-sí...- balbuceó esta.- ¿Dónde está... Guerrero Saturno?
Guerrero Saturno apareció casi enseguida. Se miraron a los ojos.
- Gr-gracias.- dijo Sailor Saturno, esbozando una sonrisa.
- No me las des.- replicó el Guerrero, algo ruborizado y mirando hacia otro lado.- Lo he hecho solo porque quiero comprobar si algun dia ocurre el milagro de que dejes de ser un pecho plano... ademas, si te morias, Sailor Neptuno lloraria mucho.
Sailor Saturno siguió sonriendo.
- Sigues siendo... un enano.
- Y tu una pecho plano consentida.
- Chicos, mejor dejamos las discusiones para otro momento.- murmuró Sailor Júpiter.- La batalla no ha terminado.
Los guerreros se levantaron y miraron. Zoydiene todavía estaba en pie y su mano se regeneraba rápidamente, mientras les miraba con odio.
- Tenemos que actuar de forma contundente.- afirmó Guerrero Mercurio.- Unamos nuestras fuerzas.
- Yo me quedaré junto a Sailor Saturno.- afirmó el señor del Antifaz.
- Yo le tendré entretenido.- sonrió Guerrero Sol, mientras hacía aparecer su espada de luz.
- Te echaremos una mano.- afirmó Luchadora.
- Pero que conste que no la necesito.
- Claro.
Aydiene alzó la mirada, al tiempo que se levantaba de su sillón. Era la energía de Zoydiene... la estaba elevando al máximo...
Apretó los puños. Ojalá no lo hubiese hecho. Mientras Zoydiene se mantuviese oculto e inactivo, no habría modo de localizarlo y ella no habría tenido que acudir a buscarlo para ejecutarlo.
Salió volando en la dirección de la que provenia la energía.
- Malditos guerreros...- murmuró.- ¡Todo es por vuestra culpa!
Rápidamente, los guerreros se fueron transformando delante de Zoydiene, mientras este se iba regenerándo a una velocidad asombrosa, al tiempo que esquivaba sin excesiba dificultad los ataques de Guerrero Sol y las Stars Lights. Nada diferenciaba su nueva mano de la que había sido seccionada por Guerrero Saturno.
Sailor Moon observaba la escena con angustia.
- ¿Por qué tenemos que luchar siempre?.- se lamentaba una y otra vez.
- ¡No es el momento de ponerse melodramática!.- oyó decir a Guerrero Sol.- ¡Tienes que estar lista para actuar en cualquier momento!
Sailor Moon asintió con la cabeza ligeramente, pero sin que la tristeza desapareciese de sus ojos.
Los guerreros, ahora transformados en guerreros eternos, se fueron situando alrededor. Zoydiene se fue poniendo en posición defensiva, sin perder de vista a ninguno de los guerreros.
- Aunque vuestro poder haya aumentado, sigo siendo más poderoso que vosotros.- señaló.- Y necesitariais desintegrarme para que no surgiese una y otra vez. No podreis conmigo.
- Podemos probar.- dijo Guerrero Venus con voz tétrica. Casi en ese instante, Sailor Venus y él alzaron las manos y concentraron su energía.- ¡¡Escudo de Venus!!
Zoydiene apenas tuvo tiempo de saltar para evitar el ataque de los guerreros y, estando en el aire, fue golpeado en el estómago por los Guerreros Urano, al tiempo que le lanzaron una bola de energía.
- ¡Viento Mortal!.- gritaron.
El ataque alcanzó de pleno a Zoydiene, que se estrelló contra el suelo.
Los guerreros se situaron alrededor del lugar en el que había caido, sin una aparente pose defensiva.
De entre los escomros, se levantó Zoydiene, escupiendo un poco de sangre y apretando los puños. Nada de esto pareció impresionar a los guerreros.
- Malditos seais una y otra vez, guerreros.- murmuró Zoydiene, mientras sus heridas se iban cerrando.- No os creais que habeis ganado. Todavía me queda un as en la manga.
- Zoydiene, por favor.- imploró Sailor Moon.- ¡Ríndete! ¡Esta lucha no tiene sentido!
- ¿Qué me rinda?.- se burló Zoydiene.- ¿Y por qué deberia hacerlo? ¡Sois vosotros los que vais a morir!
Zoydiene alzó un brazo, en el que se podía ver una especie de recipiente de cristal.
- Aquí está la energía que he robado a esos estúpidos humanos.- dijo Zoydiene, esbozando una sonrisa.- Si el recipiente se rompe, esa energía se perderá para siempre. ¿Correreis el riesgo de atacarme teniendo esto en mis manos? Mirad a esas personas: están en coma. Sin su energía, su muerte es sólo una cuestión de tiempo.
Los guerreros le miraron de forma inexpresiva, pero sin mover ni un músculo.
- ¡Zoydiene, no lo hagas!.- gritó Guerrero Sol.- ¡No te condenes más todavía!
Como toda respuesta, Zoydiene jugueteó con el cristal, pasándoselo de una mano a otra. Luchadora dio un paso adelante para detenerle, pero el Señor del Antifaz la sugetó, negando con la cabeza. Demasiado riesgo.
- Esta energía estaba destinada al Gran Protech.- continuó Zoydiene.- Sin embargo, si yo absorbo esta energía, mi poder se multiplicaría... estoy seguro que si acabo con vosotros, aunque no le lleve energía, se mostrará compasivo conmigo.
- ¡No digas tonterias!.- replicó Curadora.
- ¡Protech no sabe lo que es la compasión!.- señaló Creadora.- Por mucho que hagas, has caido en desgracia. Has fracasado en tu misión y ademas has huido para tratar de salvar tu vida. Aunque nos matases y le llevases toda la energía del mundo, tu final sería el mismo.
- ¿¡Es que no te das cuenta que nosotros somos la única oportunidad que tienes de seguir con vida?!.- gritó el Señor del Antifaz.
- Deja que Sailor Moon purifique tu cuerpo.- intervino Guerrero Saturno.- Ella puede ayudarte.
- Deja que... te ayudemos.- dijo Sailor Saturno, tratando de levantarse.
- Por favor, Zoydiene.- imploró Sailor Moon.- Esta lucha no tiene sentido. Puedes empezar otra vez. Déjanos ayudarte.
Zoydiene apretó los puños.
- No... no quiero... traicionar a Protech...- murmuró. Pero sus manos temblaban.
- Protech no merece esa fidelidad absoluta que le brindas, Zoydiene.- dijo Luchadora.- Os utiliza como marionetas para sus propios fines. No le importa lo que os pase y no tiene problemas en eliminaros cuando ya no le sois útiles. ¿Alguna vez os ha agradecido vuestros esfuerzos, vuestros trabajos?
Zoydiene empezó a bajar el brazo lentamente.
- Zoydiene, la gente de la Tierra no queremos una guerra.- continuó Guerrero Sol.- Nos gusta vivir en paz, sin problemas. Nuestro mundo no es perfecto, pero seguro que tú, con tus conocimientos de otros planetas, podrias ayudarnos a mejorarlo.
- ¿Prefieres morir en manos de un jefe déspota y sin sentimientos?.- preguntó el Señor del Antifaz.- ¿O tener la oportunidad de encontrar la felicidad en la Tierra?
Zoydiene les miró, dudoso.
- Déjanos enseñarte el mundo, Zoydiene.- pidió Sailor Moon, avanzando, mientras empuñaba su espada.- Déjanos ayu...
De pronto, un rayo de energía salió de la nada y atravesó a Zoydiene.
- ¡¡¡Nooooo!!!.- gritó Sailor Moon, mientras cogía el cuerpo de Zoydiene mientras este caía.- ¡Zoydiene!
- ¿¡Pero quién...?!.- gritó Guerrero Sol.
Todos los guerreros miraron en la dirección de la que había salido el rayo. En lo alto, vuieron a una mujer de largos cabellos y túnica anaranjada, igual que la de Zoydiene.
- ¿¡Por qué lo has he...?!intentó preguntar Sailor Moon, pero fue interrumpida.
- ¡¡CÁLLATE!!.- gritó Aydiene.- ¡Ha sido todo por vuestra culpa!
En los ojos de Aydiene unas lágrimas luchaban por salir, mientras la maestra sagrada apretaba los puños con rabia.
- Por vosotros... por vuestra culpa.- murmuró, cargando con rabia cada una de sus palabras.- Por vuestra culpa, por vosotros, Zoydiene tuvo que huir y a mi se me encargó ejecutarle. ¡¡Vosotros teneis la culpa, malditos bastardos!
De las manos de Aydiene, unos poderosos rayos de energía surgieron y se dirigieron rápidamente hacia los guerreros.
- ¡Escudo protector!.- gritaron los guerreros Venus.
Al instante, una esfera se formó, cubriendolos a todos y evitando asi que los rayos
les alcanzasen.
Aydiene se mordió un labio para no dejarse llevar por la tristeza.
- Tengo que irme.- dijo, tratando de controlar sus emociones.- Pero jamás os
perdonaré, guerreros. Nunca podré olvidar lo que me vi obligada a hacer por vuestra
culpa. Os mataré con mis propias manos. No lo olvideis. Os lo jura la Primera Maestra
Sagrada, Aydiene.
Aydiene desapareció, mientras unas lágrimas caían desde el cielo.
- ¡Zoydiene!.- gritó Sailor Moon.
El maestro Sagrado estaba agonizando y se iba desvasneciendo poco a poco.
- ¿No podías regenerarte?.- pregunto Guerrero Sol.- ¡Hazlo pronto o moriras!
Zoydiene esbozó una ligera sonrisa.
- Es-esta vez no voy a poder.- balbuceó.- Aydiene es muy eficaz: ha dado en el punto donde se controla la regeneración del cuerpo.
- ¡No te mueras!.- imploró Sailor Moon, mientras empezaba a llorar.- ¡Zoydiene!
- Es un poco tarde para hacernos amigos.- intentó bromear Zoydiene.- Solo... lamento haberme dado cuenta tan tarde mi error.
- No digas tonterias, chico.- replicó Guerrero Sol.- Todavía no te hemos enseñado nada de la Tierra. Ademas, hoy es el cumpleaños de Guerrero Venus. Estas invitado a la fiesta.
Zoydiene sonrió, pero cada vez se desvanecía un poco más.
- Lamento tener que irme.- murmuró, cada vez más bajo. Extendió el brazo con el recipiente de cristal y se lo dio a Sailor Moon.- Devuelve esta energía a sus dueños. Es-estoy seguro de que sabrás cómo hacerlo.
Los guerreros se miraron unos a otros, mientras Sailor Moon no dejaba de llorar.
- Cuando veais... a Aydiene...- murmuró mientras terminaba de desaparecer.- ... decidle... que la... perdono.
- ¡Zoydiene!.- gritó Sailor Moon una vez más, cuando el Maestro Sagrado terminó de desaparecer.- No... Zoydiene...
Guardaron silencio durante unos segundos, siendo roto solo por el llanto de Sailor
Moon.
Finalmente, esta se puso en pie con decisión, apretando con decisión en recipitiente. Lo
lanzó al aire y, al mismo tiempo, alzó su espada.
- ¡Espada de cristal!.- gritó.- ¡Devuelve esa energía a sus dueños! ¡Déjales vivir!
Con un rápido movimiento, Sailor Moon cortó el recipiente y de él salió una extraña luz rosada que se desperdigó, yendo hacia la gente que se encontraba inconsciente en el suelo, que pronto empezó a despertar.
Los guerreros continuaron en silencio, mientras el efecto de la union iba desapareciendo.
- Desbordan crueldad...- murmuró Guerrero Marte.
- ¿Tu crees?.- dijo de pronto Sailor Moon.- Alguien con un corazón de iedra, alguien sin piedad ni amor... no llora por un compañero.
- Aydiene.
La Maestra Sagrada apareció ante Protech y se arrodilló.
- ¿Acabaste con Zoydiene?
- Sí... mi señor.- murmuró.
- Bien.- se limitó a decir Protech.- El próximo ataque lo llevarás tu a cabo. No me falles, Maestra Sagrada Aydiene.
- No, mi señor.
La luz se apagó y Aydiene se puso en pie, mirando al vació con dureza.
- No fallaré, mi señor.- murmuró una vez más.- Mataré a todos esos estúpidos guerreros... aunque mi vida vaya en ello.
- Resulta curioso que esta vez no nos hayamos cansado al unir nuestras fuerzas.- señaló Ray, mientras daba un sorbo de su refresco.
- ¿Creeis que tendrá algo que ver el hecho de que ahora seamos mucho más fuertes que antes?.- preguntó Jorge.
- Es posible.- admitió Amy.- Pero creo que eso sería mejor preguntárselo a Guerrero Plutón cuando vuelva a aparecer.
- Si es que vuelve.- señaló Luis.
- Más le vale.- murmuró Vicki.- Seguimos sin saber nada de Raquel.
- Seguro que está bien.- le restó importancia Carola.- Pero... Dani...
Carola, con los ojos llenos de lágrimas, miró a un rincón, donde Dani lamentaba su suerte.
- ...- dijeron los demás.
- Pobrecito.- lloró Carola.- Su cumpleaños, echado a perder. Y uno no cumple años todos los dias. Ahora tendrá que esperar 365 días para poder tener otra oportunidad.
- Bueno...- murmuró Diego, mirando con compasión a Dani.- Siempre podriamos...
- ¡¡¡¡¡Nononononononononono!!!.- saltaron los demás.- ¡¡No lo digas!!!
- ... volver mañana.
De pronto, la mirada de Dani se iluminó y se acercó corriendo a todos.
- ¿¡De verdad?!. dijo, lleno de ilusión.- ¡¡¡Muchas gracias!! ¡¡Podremos mnontar al tiovivo!! ¡Y acertar en la diana!! ¡Y jugar a la tómbola!! ¡¡Y subir al tunel del terror!! ¡¡¡O a la montaña rusa!! ¡Y podremos...!!
- Te dijimos que no lo dijeses.- gruñó Carlos, mientras una enorme gota de sudor resbalaba por la cabeza de Diego.
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