Parte III "La seductora"


Una hora había pasado y era el momento de actuar de los policías; debían buscar en las profundidades del territorio de la abuela Ishida para cazar a los malvados delincuentes.

Sora Takenouchi llevaba ya unos cinco minutos buscando sin cesar, normalmente era una chica atlética y perseverante, pero se estaba cansando, había muy poca acción.

"Esto más bien parece el juego del escondite" pensó desilusionada, esperando con ansias buscar a sus víctimas, que eran Mimi y Iori. Sabía perfectamente que Tachikawa no era nada ágil, además, siempre buscaba los lugares más sencillos para ocultarse; Iori era más complicado, pero después de todo, era un crío de 9 años.
Mientras caminaba y observaba el césped, halló (entre el zacate) un extraño polvito multicolor, se hincó para observarlo y sacó la lupa que le había robado a Ken (sin que él se diera cuenta, claro). La Policía pelirroja sonrió de forma maniática, y aturdidora, algo como: Jua, Jua, Jua.

- Esto es.... ¡Shakira! - avisó al observar muy bien el polvito brillante y ñoño - la única capaz de usar un vestuario con shakira, en este tipo de ocasiones, es Mimi - aseguró triunfante, casi olfateando a su presa.

La miró a lo lejos, escondida /Según ella/ en unos arbustos, Sora vio claramente cómo el vestido de la ladrona salía entre las hojas. Se acercó con calma siniestra, y al llegar, saltó hacia su víctima como una astuta zorra (y vean que el nombre de Sora, se parece a zorra n_n).

- ¡Ahhhhhh! - gritó Mimi, al verse rodeada por otros brazos femeninos, claro que más fuertes y morenos - ¡Déjame!

- Te tengo, Mimi - exclamó victoriosa - Eres mía, jajajaja.

- ¡Eso nunca! - rugió Tachikawa, molesta ante todo porque la había atrapado una mujer - ¿Por qué tenía que ser mi agresora una chica? - dijo muy molesta.

- No te quejes - reprendió Sora, mientras le hacía una llave a los bracitos debiluchos de Mimi - Cállate y así llegaremos más pronto a la cárcel.

Mimi seguía pataleando entre el dolor de la llave que le aplicaban y la inconformidad, le dio por gritar:

- ¡Aleluya tres! - exclamó con voz aguda a más no poder, fue un sonido parecido a cuando hay un hierro oxidado y lo arrastran sin piedad.

- ¿Aleluya tres?

- ¡Aleluya tres! - repitió, entonces se acordó de decir la nueva clave - ¡Aleluya tres...! ¡Bombones!

Cerca de ahí, Yamato y Hikari escucharon su llamado.

- Sabía que la atraparían primero - renegó Yamato - ¡Demonios!

- ¿Qué haremos?

- Hikari, tú irás por refuerzos, yo iré a ver cómo está la situación, si la encarcelan, tendremos que rescatarla.

- De acuerdo; y Yamato, no te olvides de que la nueva clave es "Bombones"

Los rateros se despidieron, Yamato corrió hacia la zona tres, mientras que Hikari a la zona uno, sabía que Iori y Daisuke estaban ahí.

El nieto mayor Ishida se asomó por los arbustos, quedó impresionado. Si bien Mimi era torpe para correr y fácil de ser atrapada, se le facilitaba mucho revolcarse en brazos enemigos y hacer berrinches, se veía claramente que Sora no podía con ella.

- ¡Ay, Mimi! - rezongó la Policía Takenouchi - ¡Desgraciada, cómo es que me mordiste!, pareces un animal salvaje...

- ¡Aleluya!, ¡Aleluya! - gritaba Mimi, todavía más trastornada porque no recibía ayuda, parecía estar poseída.

"Tengo que ayudar a Mimi" pensó Yamato, sonriendo ante el espectáculo que ofrecían las féminas, parecían de esas luchadoras que se revuelcan en el lodo, el rubio pensaba que era una lástima tener que intervenir, pero después de todo, él tenía una misión "Debo de aprovechar ahora, que nada más está Sora".

Salió de sus escondite y gritó sin pensar en que tal vez se veía ridículo, llegó hasta las chicas y con un brusco movimiento las separó, acabó tomando una mano de cada una.

- ¿Estás bien, Mimi?

- Sí, ¡Mi príncipe ladrón! - gritó ella, sonriendo como loca y haciéndole muecas a Sora.

- Olvida eso de "príncipe" y huye - ordenó Yamato.

Sora no había perdido tiempo, había sujetado al antiguo poseedor de la amistad con ambas manos. Éste trató de soltarse, pero no pudo.

- ¡Sora, suéltame! - pidió - ¿Qué no ves que hice una misión secreta de rescate?.

- Rescate fallido, Yamato - aseguró Sora, feliz de darse cuenta que sostener a su amigo era más sencillo, Yamato muy en el fondo era un caballero incapaz de rebelarse contra las damas lindas, como ella.

- ¡Qué lo sueltes! - amenazó Mimi, pero no se inmutó su adversaria - ¡Eres una terca!

Mimi comenzó a avanzar muy decidida hasta Sora.

- Haz lo que quieras, jajajajaja.

Yamato tuvo miedo de Sora, después de reflexionar supuso que tal vez la policía tenía un As bajo la manga; miró hacia Mimi, tras ella, y como un feroz gato montés, venía Taichi, gateando entre las sombras, maullando en silencio.

- ¡Mimi, atrás de ti está Taichi!, ¡Vete! - avisó.

- Yamato, ¿Qué no podías quedarte callado? - renegó Taichi, poniéndose de pie y sobando sus rodillitas, negras ya de tanto arrastrarse - En fin... ¡Allá voy, Lenta!

Mimi no perdió el tiempo y echó a correr.

- ¡¿Por qué siempre me tiene que pasar lo peor a mí?! - rezongó huyendo entre lágrimas falsas, típicas en niñas cocodrilos.

Taichi se detuvo cuando llegó a Sora y Yamato.

- ¿Qué, no vas a perseguirla? - cuestionó el rubio con indignación - ¡Pudiste cazar a dos!

- Mimi es lo de menos - menospreció - Sora y yo tenemos grandes planes para ti.

- ¿Tenemos? - preguntó Sora, algo extrañada.

- ¡Claro que sí! - respondió Taichi, haciéndose el interesante - Además, no será sencillo domarte y llevarte a la cárcel. Sora, sujétalo bien de las manos, yo me encargo de sus patas.

- ¡Pies!, yo tengo pies - rezongó - ¡y suéltame!, que no me voy a poner a berrear, como Mimi.

- Como dice tu abuela: "Más vale prevenir que lamentar"

- Taichi, mi abuela nunca ha dicho eso - corrigió Yamato - Esto de ser policía te está afectando en el cerebro, lo que sí es que nunca podrás vencernos.

- ¡Cierra la boca!, aquí la autoridad manda - reprendió el greñas locas, antes de agarrar las piernas del ladrón y comenzar a cargarlo junto con su amiga.

"¡Rayos, debí haber dejado que se llevaran a Mimi!" se lamentó nuestro delincuente de cabellos dorados.
(Fue así como Yamato fue cazado)

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Takeru miraba el lago que estaba cerca de la casa de la abuela, tenía el presentimiento de que ahí estaba el cofre; suspiró resignado y comenzó a registrar el sitio. Ken le había dicho que ahí /En la casa del árbol/ era la guarida principal de los delincuentes, aunque no podía ser posible que siguieran ahí, ¿O sí?, muchas veces lo más obvio es lo que se olvida primero. "Mejor subo a la casita para registrar" se dijo.

Comenzó a escalar la vieja escalera que había que transitar para llegar a su destino; cuando iba ya en el quinto escalón, y sólo le faltaban diez, una cabeza rojiza se asomó desde la entrada de la casa de madera.

- ¡Ah, hola, Takeru! - saludó Koushiro, con un cinismo increíble - como que tenía el presentimiento de que si me quedaba aquí, correría peligro.

- ¡Eso es, mi primera víctima! - se emocionó el hermano de Yamato, comenzando a escalar con más prisa; aunque para serles sinceras, el chico rubio se extrañó mucho de la actitud de Izumi, por poco y se imaginaba que aquella cabecita con ojos azabache, planeaba algo malévolo - ¡Ríndete Koushiro, estás atrapado!

Koushiro alzó su mano derecha con mucho empeño y mostró a Takeru unas enormes tijeras.

- No me gusta lastimar a mis amigos - se disculpó, poniendo las tijeras en la cuerda de la que nacía la escalera. - sé que si corto estas cuerdas, te caerías.

- ¡Bah!, no te atreverías - dijo Takeru, totalmente seguro de que su víctima era incapaz de hacer eso.

- Bueno, te lo advertí - terminó de decir el chico, mientras con una calma inesperada cortaba las cuerdas, primero la de la derecha, y luego la de la izquierda.

Takeru cayó al suelo y por gracia divina no se lastimó gravemente, miró incrédulo a Koushiro, que sonreía de forma angelical.

- ¿Estás bien? - indagó con rara preocupación - Por eso te dije que no te subieras a esta casa, podías lastimarte.

- ¡No puedo creerlo, estás loco!, pude haber muerto.

- No exageres - agregó Koushiro, adentrándose de nuevo a la casa árbol, tarareando una cancioncita tonta: "Había una vez, un barco chiquito..."

Takaishi tardó unos minutos en ponerse de pie y mirar con odio el maldito árbol, de la ira, juró que pasara lo que pasara, conseguiría a su presa; "¿Dónde quedó tu ingenio, Koushiro?" pensó maquiavélicamente "Posiblemente me venciste una vez, pero ahora, yo te tengo atrapado, ya que no puedes bajar de ese árbol sin escalera" y sonrió satisfecho, reiniciando su búsqueda "¿Dónde estará esa sierra eléctrica que era del abuelo?".

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- ¡Bombones, bombones, uno, dos, tres! - gritaba Mimi, mientras corría, la boba aún no se había dado cuenta de que Taichi nunca la siguió.

- ¡Hey!, Mimi, por aquí - le habló Iori, sacando su atenta cabecita de un arbolito.

- ¡Bombones, Iori, Taichi me persigue!

El niño Hida se asomó hacia donde la chica apuntaba con tanto fervor.

- No hay nadie, seguro ya se fue, ¿Bombones es la nueva clave?

- Creo que sí, ¡Tienen a Yamato!, mi príncipe ladrón me rescató, pero se lo han llevado prisionero.

- ¿Príncipe ladrón?, ¡Por favor, no seas ridícula! - reprendió Iori - mira lo mejor será escondernos aquí y avisar a los demás de lo ocurrido.

- De acuerdo.

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Sora y Taichi se habían adentrado al gran Dojo Ishida, que claro que tomaba la función de cárcel, para Yamato.

- ¡Bingo! - gritó Mikayo, satisfecha de ver al primer prisionero - pensé que la primera en caer iba a ser Mimi.

- ¿Qué te pasa, Miyako?, nosotros siempre dejamos lo más fácil para el último instante.

- Pues te diré que Mimi no es tan dócil como parece - juzgó Sora, viendo con coraje las múltiples rasguñadas que le había dejado Tachikawa en su piel - cuando la agarré parecía una gata en celo.

- ¡Vaya! - se admiró Jyou - Bueno, Yamato ya está amarrado, será mejor que vayan a seguir persiguiendo ladrones.

- No tan rápido, Jyou, debemos de interrogar al prisionero - propuso Taichi - y bien... ¿Dónde está el cofre?

- Tú sabes que no te voy a responder - contestó Yamato, haciéndose el muy digno.

- ¡Eso lo veremos!, Sora, ven, tenemos qué hablar - ordenó, Sora alzó los hombros y lo siguió con indiferencia - Miyako, haste cargo de torturarlo hasta que regresemos; Jyou, ve a vigilar fuera del recinto.

- Uy... está bien, pero no te tomes este juego tan en serio, Taichi - dijo Jyou, saliendo con pereza.

Yamato observó a su verdugo, Miyako tenía la cara de niña traviesa, sacó de sus bolsillos una suave pluma y se le iluminó el rostro.

- Yamato, te voy a hacer feliz - aseguró mientras le quitaba los zapatos al rubio. - ¡oye, fuchi!, lávate los pies más seguido.

Yamato rezongó.

- Primero huele los tuyos y luego compara - mencionó molesto, serio y a la vez asustado.

- ¿Sabes qué haré con esta pluma?

- ....

- ¡Te haré cosquillas!

- ¡No te atrevas! - advirtió, tratando de zafarse, no pudo, estaba muy bien amarrado.

Y fue así como la de cabellos púrpuras comenzó la interesante misión de torturar a su víctima, "Dicen que cuando alguien ríe, confiesa sus maldades" aseguró dichosa, disfrutaba mucho su trabajo "Ya sé porqué Ken quiere ser Policía".
Se deleitó con la risa del rubio, ella tenía que admitir que nunca había oído reír a Yamato con tanta libertad.

- jajajajajaja.. te... jajajaja.... juro, jajajajajaja... que me, jaja, las vas, jajejejejejejajaja, a ¡Pagar..hahahaha!

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Por otra parte, Hikari y Daisuke habían seguido a Sora y Taichi cuando capturaron a Yamato, ambos espiaban cerca del dojo y veían cómo Jyou escoltaba la cárcel como un aplicado soldadito de plomo (cargaba con un palo, que dizque parecía escopeta).

- ¡Rayos, con Jyou ahí, no podremos pasar! - dijo Daisuke, con desesperación notable.

- Cálmate, si te alteras nos va a oír - dijo Hikari, observando muy bien la situación, sabía que su amigo tenía razón.

Más atrás de ellos, se hallaba escondido el genial espía Ichijouji.

"Jajaja, pobres, son unos ingenuos" pensó muy contento "Cuando quieran ir a rescatar a Yamato, yo los arrestaré, ¡Haré triunfar a la justicia!, jajaja"

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Taichi volvió a entrar a la prisión, miró cómo Yamato estaba atado y casi muerto de la risa.

- Muy bien, Miyako - felicitó a la anteojuda - estoy seguro de que tu tortura lo relajó... para lo que le voy a proponer, se debe estar r-e-l-a-j-a-d-o.

- Por nada, Taichi - respondió Inoue.

- ¿Podrías ir a ayudarle a Jyou?, tal vez necesite "ayuda"

- está bien, pero tu actitud de "jefe" no me gusta - rezongó retirándose.

Taichi avanzó hacia Yamato con arrogancia, se acercó a los pies del prisionero y olió disgustado.

- ¡oye, lávate los pies, Yama! - sugirió tapándose la nariz.

- ¡Ya cállate, exagerado!

- De acuerdo, no hay porqué enojarse - dijo alejándose de nuevo - Estoy seguro de que me dirás dónde está el cofre.

- ¡ni loco dejaré que ganes!

- Si tu me dices, ganaremos los dos - avisó - Sora, adelante.

Sora Takenouchi no entró.

- ¡Sora, no salgas con que te da vergüenza!, abajo la timidez, amiga - imperó saliendo y jalando a Sora al cuarto donde estaba amarrado Yamato.

Entonces Taichi hizo entrar a la antigua dueña del amor, que vestía de una manera inesperada.

- ¡Soraaaa! - exclamó Yamato con ojos extraviados de la impresión, su amiga vestía un sexy bikini rojo, la chica trataba de taparse con las manos, pero Taichi se las quitaba.

- Ya te dije que para que funcione, tiene que ver tus atributos.

- ¡Estás loco, Taichi! - le gritó Sora - Yo ya me voy.

- ¡No, Sora!, no me hagas esto - rogó Taichi, casi hincándose ante ella - recuerda que te recompensaré, además, te ves muy bonita.

- ¡Pero tengo principios!

- Y los seguirás teniendo, créeme.

- ¡Taichi, esto es un juego, no hay porqué exagerar!

- Por eso, es un juego, no le des importancia.

Taichi entonces le dijo algo en el oído a su amiga, Sora asintió con nervios y sonrió como idiota. Yamato se asustó al ver esa sonrisa.

- Oye... Yamato - empezó Sora, acercándose lentamente al ratero, moviendo sus caderas con ritmo pícaro - ¿Verdad que nos dirás donde está el cofre?...

- Ehhh, Sora, cálmate - rogó enrojeciendo sus mejillas, tenía que admitir que la pelirroja se veía muy sensual.

- Yo estoy calmada, ¿Verdad, Taichi?

- Claro, más serena que nunca - respondió el cuestionado con cara satisfecha.

La chica llegó hasta Yamato y se sentó en sus rodillas.

- Dime, ¿Cómo me veo?

- Este... muy-muy bien, jeje, ¿Por qué no vas a perseguir a mis otros a-a-a-migossss?

- Porque me interesa más lo que tú puedas darme, Yama - susurró besando la frente del rubio, haciendo mover como lavadora las hormonas del joven - ¿Verdad que me dirás donde está el cofre?, ¡Prometo recompensarte!

- ¡Sora, me estás seduciendo! - rezongó Yamato, entre hechizado y confundido.

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¿Caerá Yamato en las manos de la seductora?, ¿Qué hará Takeru para vengarse de Koushiro?, ¿Ken atrapará a Hikari y a Daisuke?, ¿Podrán los ladrones rescatar a Ishida?, ¿Conseguirán los Policías, el cofre?
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Continuará en la parte IV

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Notas de la autora: ¿Qué les pareció?, ya he empezado a escribir mis locas ideas, creo que este fic va rápido, y espero siga a esta velocidad para acabarlo pronto. Ojalá haya cumplido con los requisitos de la comicidad, sigue estando incoherente, pero esa es la intención.
No se pierdan el próximo capítulo, habrán sorpresas (mmm, eso espero).

Por favor, escríbanme comentarios para darme ánimos... se aceptan sugerencias, ¿Eh?.
Por cierto, aún no he decidido qué equipo va a ganar (si los Ladrones o los Policías), si gustan pueden votar por algún equipo.

Mi e-mail está abierto para ustedes (ziddycm@hotmail.com)
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Hasta pronto.