--*--
Notas: ¡Hola!, Aquí estoy de nuevo trayéndoles el décimo capítulo de "En Fuga", desgraciadamente no me alcanzó el capítulo para expresar todas las ideas que tenía para este episodio, por ello habrá una segunda parte, en la que habrá acción además de romance, espero les agrade.
--*--


En Fuga...

Capítulo décimo -- "Fugazmente locos I" --


"Todos los hombres son unos mentirosos, dicen creer en lo eterno, en lo infinito y en Dios; pero una cosa es decir y otra es sentir. Yo me pregunto, ¿Cuántos humanos creerán en lo infinito?, a mí me parece muy difícil entender cómo algo no puede tener principio y fin, pero no es mi culpa, toda mi vida he visto cómo inician las cosas y cómo acaban, mueren o terminan. Los niños nacen, crecen, viven y mueren, con ello cumplen su ciclo; la escuela empieza cuando uno es infante y acaba cuando nos volvemos adultos; Puedes tener hambre, pero al comer la sacias; el día comienza con la salida del sol y termina con la huída del mismo; ¿Lo ven?, ¡Todo tiene un inicio y un fin!, así lo he visto siempre, y se me dificulta mucho creer en la eternidad.
Los poetas adornan sus letras con palabras muy bonitas, cuando están enamorados le juran a su pareja amarla por siempre, ¿Es eso verdad?... No lo sé, quisiera volverme accesible y decir creer, pero no puedo, siempre terminaré cuestionando esas cosas.
Yo pienso y creo en la fugacidad de la vida, todo circula, en un momento surge, camina y en otra ocasión se destruye. Mi corazón late, pero un día ese movimiento cesará, con esto sólo quiero decir una cosa: Mis pensamientos, mis acciones y mi sentir, van "En fuga", como todo lo demás. Algún día, tal vez... comience a creer en lo que digo y no concuerdo, porque cuando muera es posible que conozca lo eterno, y sólo ahí, me lamentaré el haber sido tan escéptico."

Cody no sabía porqué se ponía a pensar en esas cosas justo ahora, llevaba más de diez minutos encerrado en el auto que había rentado, no es que tuviera miedo de bajar y tocar a la puerta de su pareja del baile, bueno, posiblemente sí estaba nervioso, pero esa no es una razón justificable para ponerse a pensar en todas esas incoherencias.

- ¿Oye, Cody?

- Dime, Armadillomon. - le respondió con voz tenue.

- ¿No vas a bajar por tu chica?, ¿Te sientes mal?

- No, no se trata de eso.

- ¡Ah!, ya veo, ¡Cody está nervioso!

- ¡Claro que no! - exclamó algo alterado, no le gustaba ser descubierto.

Iori Hida salió del carro y caminó hacia la casa de su pareja: Hiromi Imai.


--*--


Otra vez, como en todos los eventos importantes, Takeru Takaishi tenía serios conflictos con el acomodo de su corbata, quería pedir ayuda a su hermano Yamato, que estaba en la habitación continua, pero le daba vergüenza que su consanguíneo se enterara de lo inservible que era en el arte del vestuario. Escuchó la puerta y se dirigió a abrir, olvidando su pequeño problema, tal vez estaba demasiado feliz como para torturarse por una prenda de tela (ahora arrugada=), ni siquiera el enigma de la carta (que le había dado la tal Yoshisaki), lo había preocupado. Giró la perilla e impulsó la puerta, entonces se encontró con Davis.

- ¡Daisuke! - saludó asombrado, cambiando su sonrisa de enamorado por una expresión tranquila, astuta y seca. Su amigo del valor y amistad se veía raro, Tk no pudo describirlo - Pasa, por favor.

- Por lo visto no esperabas mi visita - dijo con voz quebrada, queriendo verse normal - ¿Verdad?

- Honestamente, no - respondió Takeru, mientras invitaba a Motomiya a tomar asiento en la sala de espera - Me refiero a que no te esperaba porque pensé que estarías preparándote para la graduación de Iori

- ¿Y qué para eso se ocupa tanto tiempo?, yo ya estoy listo - dijo Daisuke con su típico tono burlón al conversar con Takeru.

- Hasta eso que no puedes hacerte mucho - bromeó, dando hincapié a su nueva y loca personalidad; observó a el moreno con detenimiento; Davis, muy a su pesar, lucía muy bien, había crecido considerablemente estos años y embarnecido, su flacucha figura era ahora más robusta y bien proporcionada, pero aún con esas mejoras, sus pelos seguían rebeldes y parados, sin esas greñas Davis ya no sería el mismo. Su rostro mantenía la misma esencia con un toque de maduración; lo único que Takeru envidiaba en esos momentos de su interlocutor, era la corbata guinda que éste portaba, su acomodo era perfecto, justo lo contrario de la del Chico Takaishi - La verdad es que yo tampoco ocupo mucho tiempo, ¡Claro!, si no fuera por esta maldita corbata... Oye, ¿Por qué tenemos que usarlas?, ¿Podrías ayudarme?

Daisuke comenzó a reír como maniático y sin disimulo, luego sinceró:

- No tengo idea de cómo ayudarte; ésta cosa ya viene armada - dijo mientras se quitaba la corbata y volvía a ponérsela - ¿Ves?

- Ah... ya veo, supongo que seguiré con mi nueva moda - atinó a replicar mientras comenzaba a realizar el salvaje nudo - entonces, ¿qué te trae por aquí?

- ¿Qué uno no puede venir a visitar a su "amigo"?

- Claro que sí, pero tú no vienes sólo a eso.

- Bueno, tienes razón... no te culpo por no ser tonto - agregó Davis, poniéndose muy serio - es más, juraría que presientes a lo que vengo.

- Probablemente - supuso a secas, Takaishi.

- Vengo a que me des raite - desvió Daisuke, haciendo que Tk deformara su cara de forma graciosa - y también.... - ahora el rubio volvió a la seriedad, parecía que el experto chef gozaba jugando con las expresiones del dueño de la virtud de la Esperanza - también a esperar que lo admitas.

- Que admita qué.

- Que amitas tu amor por Kari.

- ¡Otra vez lo mismo!, no te voy a responder.

- Mira, sé que no me tienes miedo, justamente lo que no quieres es que yo te lo tenga; no soy tan estúpido como parezco, tú la amas, ella también y apuesto mi vida a que ya la besaste, ¿O me equivoco?, no sé si los conozca bien, nunca pude ser cercano a Hikari, mucho menos cercano a ti, somos muy diferentes... pero estoy seguro de lo que digo.

- Te estás complicando la existencia - aseguró TK, con nerviosismo y melancolía - pero tienes razón, yo la amo.

Había mucha tensión en el ambiente, los jóvenes de veinte años tenían su mirada clavada en el otro, no parpadeaban, mucho menos hablaban, pero extrañamente, sonreían.

- Y bien, ¿Me vas a dar el aventón? - dijo Daisuke, cambiando de tema y aligerando la situación.

- Yo no tengo auto, así que tendrás que preguntarle a Yamato.

- Ojalá que esté de buen humor, los rubios son temperamentales - musitó Davis, extendiéndole la mano a Takeru, quien se la dio con extrañeza - Oye, me da gusto que lo admitieras.

- Es la verdad, pero a mí no me da tanto gusto; no sé que harás tú.

- Bueno, lo de siempre; voy a seguir siendo el mismo chico afortunado, por mí no te preocupes.

- No te entiendo.

- ¡Ya ves!, no eres el único que ha enloquecido.

Takeru sonrió, metió la mano a su bolsillo y tocó la misteriosa carta, hubiera querido sacarla y leerla con su amigo, pero no pudo hacerlo, ¡No el día de hoy!, hoy era un día para divertirse a lo grande, un día para olvidar los problemas... mañana, mañana lo haría, y esa era su última palabra.


--

- Miyako, ¿Estás bien?, llevas mucho tiempo encerrada.

- ¡Ya te dije que sí! - respondió la chica, con voz chillona - mejor termina de arreglarte.

Yolei lucía amarilla y ojerosa, estaba hincada frente al escusado y miraba el contenido de la taza: había vomitado. Sus fuerzas se habían desvanecido y descansaba después de las detestables náuseas que la habían acogido por comer mucho sushi.

Extrañamente las palabras que Joe Kido le había dicho anteriormente resonaban en su mente: "¡Que estás embarazada! ¿Cómo?"; y lo que más quería era alejar de su mente ese pensamiento tan amenazador. No es que en verdad estuviera encinta, pero había probabilidades, y aunque se negaba a sí misma de la posibilidad, al mismo tiempo lo afirmaba. Si seguía con esos pensamientos iba a terminar por volverse loca.

Además, no valía la pena adelantar hechos, el período mensual de las mujeres no siempre era regular, había variantes, y ella creería en dichas cosas.

La chica Inoue tenía 21 años y estudiaba Ingeniería Mecánica, hacía apenas unos meses que se había mudado con Ken Ichijiouji, su actual y único novio.
Salió del baño después de asegurarse de verlo impecable (o sea, sin residuos) y con el olor de siempre, puso su mejor sonrisa y anunció:

- Ya terminé.

Ken se acercó a ella con preocupación.

- ¿Qué te pasó?

- Nada

- ¿Cómo que nada?, te ves demacrada, muy mal.

- Pero estoy bien, yo creo que el que necesita lentes, eres tú, querido.

Pero por supuesto que Ken no le creyó.

- Cuando quieras decírmelo, escucharé gustoso - le dijo cariñosamente mientras le besaba la mejilla con timidez, aún no se acostumbraba a su nueva relación, generalmente seguía intimidándose con ella, aunque claro, no siempre. Lo cierto es que para alguien como Ken, las cosas no siempre son tan sencillas, ya que tienen un giro diferente.

- Supongo que se me bajó la presión, me mareé - optó por decir la chica de cabello lila; su joven novio quedó más conforme con la reciente explicación - iré a terminar de arreglarme, quiero que Iori vea que somos los primeros en llegar.

- Como quieras, después de todo, él es como tu hermano menor.

- Así es... pero no te me pongas celoso, ¿Eh?

- Nadie habla de celos - afirmó el azulado muchacho, con una sonrisa - iré a ver que hacen Hawmon y Wormmon.

--
**LA GRADUACIÓN**
--

¡Ah, la amistad!, hermoso tesoro del hombre y gran enigma del mundo; es extraño el sentir simpatía por alguien especial, y aunque no haya mucha afinidad, siempre habrá algo en lo que con tu amigo compartirás. Aquí tenemos un caso especial, 12 personas lograron acercarse gracias a los llamados digimons, que en actual mundo, conviven con los hombres, mujeres y animales, formando un vínculo único. Esos chicos fueron algunos de los héroes del pasado, que lograron, por sus deseos, unir el Mundo Digital y la Tierra en plan "amistoso", (Es una lástima que su deseo haya sido tan ingenuo, es casi como pedir hoy en día, paz en el mundo).

Ahora, después de algún tiempo de no verse, se iban a volver a reunir, justamente en un magno evento, que en resumidas cuentas diré que se trataba de la graduación del menor Hida.

--

- ¿¡Cómo que no se admiten Digimons!? - gritó alterado Joe Kido, bastante molesto por tener que dejar a su Gomamon fuera de la reunión - él es muy amigo de uno de los graduados, so-somos como una familia - siguió el joven médico, de 24 años.

- Bueno, no esperes a que me conmueva - dijo con sequedad el cuidador - en el pase dice **No se permiten mascotas**

- ¡Pero Gomamon es un amigo, no una mascota! - discutió.

- Hey, tranquilo, yo no pongo las reglas; en el artículo 50°-A de esta organización en eventos especiales, dice: "Prohibida la entrada a mascotas, incluyendo con ello animales, plantas y Monstruos Digitales de cualquier género, raza y nacionalidad". ¿Lo ves?, así que no te alteres, amigo. Los Digimons podrán hablar y atacar con poderes, pero no son nuestros iguales.

Claramente se veía el enfado de Joe, apretaba los dientes para evitar exclamar injurias, ya que no era propio de Kido decir ese tipo de cosas.

- Cálmate, Joe; por mí está bien.

- Supongo, hay gente muy cerrada todavía

- ¡Superior Joe! - escuchó el nombrado, se dio la vuelta y vislumbró a Tachikawa.

- Pero si eres tú, Mimi - saludó sonrojándose al ver la hermosa silueta de la castaña chica.

- ¡Sí! - respondió con mucha alegría, a Joe le dio mucho gusto verla tan recuperada de su reciente trauma - ¿Y por qué tan enojado?

- Los digimons no tienen acceso a la fiesta.

- Ah, ya veo, bueno Palmon, tendrás que irte a casa.

- No hace falta, señorita - interrumpió el mismo cuidador, esta vez más amable, porque Mimi lo tenía babeando - Tenemos una sección especial para los digimons-

- ¿Ah, sí?

- Cla-claro, preciosa.

Mimi sonrió satisfecha al notar que conquistaba hombres sin proponérselo, Jyou frunció el ceño.

- ¿Y reciben pastel y atención adecuada? - volvió a indagar.

- ¿Pastel?

- Así es, quisiera que mi Palmon y sus amigos recibieran una porción de alimento, ¿Qué no se puede?

- No, no se puede, pero dame una lista de los digimons que quieres que sean alimentados, prometo hacer una excepción.

- ¡Ay, muchas gracias!, así Palmon podrá divertirse - dijo guiñándole el ojo, mientras el inquilino estaba rojo y le habría la puerta a Gomamon y Palmon para que entraran a la guardería.

- ¿Ves, Joe?, Mimí sí sabe resolver las cosas - opinó Gomamon.

- Claro, porque es muy lista - afirmó Palmon.

Los dos desaparecieron, Joe seguía con la boca abierta.

- Espero verte pronto, "guapo" - le dijo al cuidador mientras le daba su pase y una lista con todos los digimons de sus amigos.

- ¡Vaya!, sí que me asombras - sinceró el dueño de la cresta de la Sinceridad.

- Uno debe saber usar sus encantos, superior - replicó como aparente seriedad - como se dice por ahí: "Si no puedes con el enemigo, únete a él"

- No estoy seguro de que eso se aplique en este caso; como sea, ¿Qué tal sigues?

- Muy bien, ¿No se nota?, la verdad es que gracias a una personita superé mi crisis.

Joe quería ponerse rojo, pero no podía afirmar que era él al que la joven se refería.

- Buenas noches, muchachos - saludó un recién llegado, era Koushiro Izumi.

- ¡Izzy! - gritó Mimi, arrojándose a los brazos del pelirrojo.

"Supongo que no soy esa personita que ella mencionó" pensó Kido con decepción, pero luego trató de alejar esas suposiciones "¿Qué acaso quiero que ella me guste?"

- Joe... Joe, ¡Joe!

- ¿Qué pasa, Izzy?

- Nada, comentaba que lo mejor era ir a las mesas, no quiero perder la reservación.

- Tienes razón.

El lugar era amplio y hermoso, a Koushiro le dio escalofríos el notar que la arquitectura era muy parecida al restaurante donde había estado a punto de morir por ingerir una bomba y donde habían amenazado con poner fin a su vida y a la de su amigo Takeru.

Las paredes estaban texturizadas y pintadas de forma degradada y fina, por supuesto que con colores pastel, que combinaban sin gracia aparente. En la máxima altura de los muros, había cenefas opacas, que a pesar de querer aparentar seriedad, transmitían tristeza, y esas dos cosas, no son tan parecidas como se cree.

Había murales simbólicos que transmitían alegorías con deidades digitales, como Angewomon y Angemon; también había fuentes internas y modernas esculturas que no concordaban del todo con la arcaica decoración.
Mimi creía estar en un elegante palacio.

- Parece el Louvre .

- Si tú dices, aunque ese sitio es ahora un museo - informó Joe.

- Miren, allá están Sora, Tai y Matt.


--

Los tres amigos estaban sentados en sillas de cedro y mesas cubiertas por suaves manteles de una tela llamada "Piel de durazno", sobre éstos había un manto de encaje gris, para colmar la decoración con un centro de mesa de naturaleza muerta.

- Este lugar está muy ostentoso - opinó Yamato, observando muy bien el "local"

- Tienes toda la razón, no recuerdo haber tenido una fiesta de graduación así en mis tiempos.

- ¡Vamos, Sora!, no digas eso, me haces sentir viejo - exigió Tai, con rostro aburrido - a mí lo que me preocupa es el sonido, ¿Qué clase de música es esa?

- Instrumental, baka - dijo Matt burlonamente.

- Eso ya lo sé, pero si siguen tocando esas tonaditas tan calmadas, me dará sueño, y estaré dormido antes de caer la medianoche.

- Tranquilo, Ceniciento.

- ¡Oye, Matt, deja de...!, un momento, ¡Fuiste tú, Sora!

- Así es

- Vaya... mi propia amiga se ríe de mí en mi cara - se quejó el castaño, frunciendo el seño.

- Quiero proponerles algo - anunció la apiñonada dama, alzando su copa de vino y poniéndose de pie con mucha formalidad.

Los amigos la miraron con asombro, Sora parecía estar trastornada.

- ¿Qué te pasa, Sora? - preguntó Yamato.

- Nada, sólo escuchen mi anuncio.

Para Tai no había problema con oírla, mientras su "mejor amiga" estuviera parada y diciendo cosas, él podía observar con calma las curvas de la chica. Podía ver el cómo ese corto vestido amarillos se deslizaba en el femenino cuerpo; podía posar sus ojos en cada centímetro de aquella piel morena, respirar en ella por siempre y sonreír disimulando el encanto que lo acogía, podía jugar con los pechos de Sora, armarlos y desarmarlos a su antojo, ella no se daría cuenta de sus malvados planes, su amiga ignoraría sus deseos , pero Yagami daba gracias por afirmar la existencia de la imaginación. Por ello y porque le interesaba, podía oír a Sora Takenouchi hablar lustros y lustros, y no se aburriría.

Yamato, por su parte, notó que Sora había bebido lo suficiente como para considerarla demasiado "alegre".

- Anda, di la proposición - replicó Taichi.

La pelirroja zanahoria iba a hablar, pero fue interrumpida por más invitados.

- ¡Hola, chicos! - saludó Mimi, traía sus brazos alrededor de sus amigos - ¿Pasa algo, Sora?

- Para nada, Mimi. Tomen asiento, por favor - imperó Takenouchi, con tono serio, aunque claro que sería muy difícil detectar su exceso de alcohol. - ustedes también escucharán mi propuesta.

- ¿Propuesta? - inquirió el mayor de todos.

- ¡Quedamos en que no íbamos a pensar en los problemas y en cartuchos robados esta noche! - rezongó Mimi, pensando que su mejor amiga empezaría a decir incoherencias sobre la futura batalla.

- No se trata de eso - corrigió Sora.

- Bueno, entonces será mejor que hables - agregó Koushiro, con simpatía.

- El que antes no hablaba y ahora sí, eres tú - dijo Tai con ironía.

- Esa es otra historia - comenzó Joe - esa pastilla que le dio el enemigo tenía la suficiente cantidad de c....

- ¡Ya, Superior Joe! - exclamó Mimi, varias personas de otras mesas la voltearon a ver, Joe se intimidó al notar esas miradas, al contrario de Tachikawa - Dejemos que Sora hable.

- Gracias, Mimi - dijo Sora, para luego continuar - Bueno, es sencillo, lo que pasa es que...

- ¡Vaya, hasta que los encontramos! - dijo Miyako (interrumpiendo en el acto), venía junto a Daisuke, Takeru, Hikari y Ken - ¿Qué te dije, Davis?, ¡Era la mesa 9!

- No es mi culpa, si volteas el 9, parece 6 - se disculpó Motomiya.

- Tomen asientos, chicos - pidió Sora, algo irritada por tantas interrupciones; los menores obedecieron - estaba hablando sobre algo que quiero compartir con ustedes.

- ¿En verdad? - preguntó Ken, algo extrañado.

- Pues eso parece - musitó Joe - comienza Sora.

- Bien... creo que, ha pasado mucho tiempo desde la última vez que estuvimos todos juntos.

- Creo que sí - recordó Kari

- Y la verdad es que nuestros lazos se debilitan conforme nos alejamos y nada más volvemos a unirnos cuando hay algún peligro, o una misión. Es por eso que yo, Sora Takenouchi, propongo que esta noche nos unamos, que nos divirtamos como jóvenes normales... bailemos y hagamos cosas locas, luego tendremos que regresar a lo mismo, a la madurez, a la lucha, al peligro, ¿Qué opinan?

- ¿Segura que estás bien, Sora? - preguntó Miyako, muy asombrada.

- Mejor de lo que crees - respondió la chica, con una dulce expresión.

- Pues yo estoy de acuerdo con Sora - dijo Takeru con una amplia y pilla sonrisa - ¡Liberémonos de la presión!, actuemos como adolescentes locos.

- Vaya, Kari, ¿No crees que TK está más demente que antes? - habló Daisuke, pero sin malicia, queriendo seguir la costumbre de sus tiempos de la infancia.

- Me parece que concuerdo con él, Davis.

- Yo también, Kari - dijo Daisuke - Además, aquí hay comida y bebida gratis.

- Y eso es un punto a favor - alegró Mimi - ¿Verdad, Izzy?

- Lo supongo - contestó éste.

- Bueno, hagamos un brindis - propuso Taichi

- ¿Y por qué?

- ¿Qué tal por Iori? - sugirió Yolei - Después de todo, sino fuera por él, no estuviéramos aquí.

- Brindemos entonces - agregó Ken.

Después del brindis, un locutor anunció a los graduados, los elegidos vieron entrar a su joven amigo Cody entrar junto a una hermosa chica de piel clara, ojos grises y cabellera café oscura; y después comenzó el Vals.

- Las Graduaciones de hoy en día son muy occidentales - opinó izzy, observando la ceremonia con indiferencia.

- Es verdad - agregó Ken, bebiendo de su copa con calma...

La mayoría de las chicas estaban muy seguras de rebelarse; Mimi y Sora se secreteaban y bebían sin cesar; Kari las seguía, pero con más conciencia, mientras que Miyako se limitaba a engañar a las presentes fingiendo que tomaba al mismo ritmo que ellas (El licor le estaba causando náuseas). Takeru iba al ritmo de Kari, y cuando bebía, hacía chocar su mirada con la chica de la Luz, ambos anteriormente habían dejado muy claro sus sentimientos, pero evadían el tema por nervios invasores.

Taichi y Daisuke también estaban muy animados recordando sus tiempos futbolísticos en la primaria y secundaria.

- ¡Oiga camarero, traiga otra botella de sake! - pidió Joe, que estaba algo alejado de los demás con cara afligida.

- No me parece una buena manera de divertirse el beber en exceso, mucho menos sirve para evitar los problemas.

- Eso lo dices porque todavía estás crudo de tu última borrachera - reprendió Kido.

- Haz lo que quieras - dijo el rubio Ishida, un poco molesto.

- ¿Qué? ¿Matt no va a tomar? - preguntó Davis.

- Claro que no, a Yamato le toca cuidarnos - avisó Tai, con mucha alegría.

Y posiblemente el joven Yagami tenía razón, Yamato era el único que se limitaba a ver sin beber.

El Vals principal había acabado y muchos de nuestros amigos ni habían caído en cuenta. Cody Hida se acercó junto con Hiromi a la mesa de sus familiares, después fue con sus amigos.

- Chicos, muchas gracias por haber venido, me honran con su presencia - saludó haciendo una reverencia y sonrojando su apuesto rostro.

- No hay que agradecer, somos amigos - dijo Mimi, moviendo su muñeca y mano con coquetería.

- Oye, preséntanos a tu novia - pidió Davis, queriendo intimidar a Iori, pero éste ni se inmutó.

- Sí, por supuesto - les dijo - Ella es Hiromi Imai, mi novia - lo dijo con una seriedad inalterable y precisión notable, algunos abrieron sus ojos al doble.

- ¡Cody! - renegó Yolei - ¿Por qué no me habías dicho que tenías novia?

- Le acabo de hacer esa proposición - sinceró el joven, Hiromi sonrió.

- Mucho gusto a todos - saludó la chica, con cortesía notable, muy parecida a la de su pareja.

- El gusto es nuestro - contestaron.

- Bueno Cody, te dejo un momento con tus amigos, me hablan las chicas.

- De acuerdo, mi amor - respondió Hida, besando dulcemente a su prometida en las mejillas.

La joven Imai desapareció, dejando más asombrados a los chicos, viendo como el "bebé" del grupo, había crecido.

- Oigan, ¿Qué es lo que pasa?, creo que hay muchas botellas en la mesa.

- Son gratis, ¿Qué no?- dijo Tai

- Bueno, sí, pero...

- Queremos hacer la prueba "licor", consiste en ver o probar cuál es el peor de los vinos.

- ¿Estás bien, Sora? - preguntó Cody, la Sora que conocía no actuaba así.

- Claro que sí, ¿Verdad chicas?

- ¡Sí! - respondieron ellas.

El joven Hida se asombró un poco y retrocedió asustado, buscó apoyo moral con los varones, pero Tai y Davis no se veían bien, Joe parecía de estar de mal humor y TK parecía presenciar algo en otra dimensión. Mejor fijó su verde vista en Yamato, Koushiro y Ken.

- Por favor, díganme qué les pasa a todos.

- Nada malo - dijo Ken, de nuevo bebiendo de su copa, esta vez más aprisa - están bebiendo.

- Supuestamente para liberar la tensión - siguió Koushiro, sorbiendo su cerveza. Yamato asintió.

- Pero las chicas están bebiendo en exceso, ¿No van a detenerlas?

- Bueno, yo siempre he dicho que las mujeres, cuando se enojan, son peligrosas, no quiero problemas con ellas - dijo Izzy con seriedad; Iori sonrió.

- Supongo que esta noche es para divertirse - terminó por decir, sentándose junto a Matt, que seguía observando el distorsionado panorama,

La orquesta dejó de tocar, dando cabida a una banda de Rock, la mayoría de los invitados fue a bailar.

- ¡Música!, es decir ¡Música decente! - gritó Taichi - ¿Qué dices, Sora?, ¿Bailamos?

- Claro, Tai - respondió ella.

Los chicos se retiraron y corrieron a la pista, algo ebrios.

Ken trató de esconderse bajo el mantel de la mesa, no quería que Yolei lo forzara a bailar, por otra parte, no podía negarse. Antes de realizar su plan, la chica le dijo:

- Ken, ¿Podrías hacerme un favor? - preguntó con cara pálida y ojos tristes, Ichijiouji se asustó.

- ¿Qué sucede?

- Acompáñame a tomar aire fresco, no me siento muy bien.

- Claro, querida, vamos - respondió con el rostro consternado.

Mimi miró a Izzy de forma insinuante.

- Vamos, invítame a bailar - ordenó de forma caprichosa.

- No me gusta bailar

- ¿Por qué no?

- No sé hacerlo

- Te enseño, es muy fácil

- No me gusta bailar - repitió Koushiro, y siguió diciéndolo mientras Mimi lo jalaba a la pista de baile.


Davis quería invitar a Hikari, pero se había contenido, ya que había perdido en una guerra silenciosa, en una paz armada, y bueno, eso era mejor que haber luchado por un ideal perdido, no era de esos chicos que se rendían al perder, y siempre, siempre de los siempre, él sabría apreciar su fortuna y distribuir su felicidad; desde niño fue un hombre fuerte y ligero, sin problemas fuertes y obstáculos invencibles.

- ¡Hola, Davis! - dijo una recién llegada - Uy, ¿Pero qué haces?, hueles a alcohol.

- ¡Jun! - gritó al escuchar a su hermana - ¿Qué haces aquí?

- Cómo que qué, me invitaron.

- ¿Quién?

- El abuelo Hida - anunció sonriente, saludando desde lejos al ancianito - recuerda que es mi maestro de Kendo.

- Tú y tus locuras - dijo el hermano menor, al ver a su crecidita hermana de cabello rebelde frente a él.

Jun se veía muy bien, su sonrisa seguía siendo tan pura como impertinente; vestía un traje rojo y sexy que se acomodaba a su figura de manera casi perfecta.

- ¡Pero si es Matt! - gritó desquiciada, el nombrado salió de sus pensamientos y descubrió con nervios a su fanática - sí me recuerdas, ¿verdad?, ¡Oh, Daisuke!, ¿Por qué no me dijiste que él había regresado?

Yamato se quedó mudo, es verdad que Jun se veía muy bien pero se sintió incómodo, parecía que su antigua perseguidora volvería a las andadas.

- Déjate de tonterías, Jun - mandó Davis al ver la cara de naufragio que adoptaba Matt - vete de aquí.

- No, vete tú, ¡Makoto!

- ¿Makoto?, ¿Qué hace ella aquí?

- Pues también la invité, Makoto es mi amiga y yo tenía dos pases.

Makoto Dosai sorprendió a Daisuke por la espalda.

- Hola.. - dijo dulcemente con su mirada de niña traviesa - me da gusto verte.

- Anden los dos, váyanse a bailar - ordenó Jun, empujando a su hermano y futura cuñada (al menos así lo quería ella).

Davis no la pensó mucho y fue a divertirse, después de todo, ya había perdido a Kari.

- Oigan, ¿A dónde se fue Yamato? - preguntó la chica Motomiya, al notar que su amado había huido.

- No lo sé, seguro regresa - le informó un joven alto, delgado y que portaba antiparras.

"Vaya, qué guapo, debe ser Joe Kido, el hermano de Shuu Kido, uno de mis pasados amores... creo que esperaré a Matt aquí"

- ¿Puedo sentarme?

- Esta mesa es universal - respondió Kido, con una sonrisita tonta.

Para ese entonces sólo ellos dos estaban en la mesa.


--

Tanto ella, como él, se hallaban en uno de los balcones abandonados del elegante salón de fiestas, a lo lejos se oía la música moderna y los gritos de los danzantes invitados, eran voces alegres y sonidos ruidosos. Pero afuera, en esa terraza, Hikari y Takeru estaban en silencio y nostálgicos.

La chica traía en su mano derecha un vaso con alcohol etílico, mientras que el joven Takaishi, mirando el paisaje nocturno, sostenía la verde botella.

- Perdóname - susurró débilmente, poniendo tristes sus angelicales ojos celeste, parecía estar enfermo, su acompañante sonrió con debilidad.

- Por favor, no me pidas perdón - le rogó.

- No tenía idea de que esto iba a ocurrir así - mencionó - pensé que se me complicarían más otras cosas... lo que pasa es que hubiera querido que fuera más especial.

- ¿Especial?

- Kari, lo que yo siento por ti es demasiado especial, no sé expresarlo. Hubiera querido que al momento de decirte mis sentimientos, hubiera sido distinto... pero no lo hice bien, fue mi desesperación la que hizo que mi declaración viviera.

- Comprendo, pero no necesitas hacerlo especial, yo lo siento, te siento desde el fondo, y tu esencia me acoge, me invade... no necesitas decirlo en una romántica cena, con un ramo de rosas o una caja de chocolates, no necesitas nada de eso para conquistarme... me pareció muy original nuestra separación.

- ¡Oh, Kari!

- Lo que me preocupa es otra cosa - afirmó dulcemente, con sus mejillas iluminadas por el color del amor - me preocupa no saber actuar ante ti.

El rubio Takaishi se derritió en un instante, dio dos paso para llegar a ella, a su ángel de la luz, a su estrella brillando sobre la mar. Dio un suspiro de satisfacción y tocó los canelas cabellos de Hikari, bajando en el acto sus manos hasta llegar a los hombros descubiertos de su pareja (llevaba ella un vestido sin mangas).

La amaba, no sólo eso, también la admiraba; ¿Cómo le hacía ella?, ¿Cómo podía ser ese bendito sueño?... no podía evitar preguntarse esas cosas. Él podría saber escribir hermosas historias y expresar sentimientos con ellas, podría detectar que los escalones de la vida son largos, cortos y tortuosos, entendía el concepto de muchas palabras y podía detectar verdades y mentiras... Takeru podía entender muchas cosas, pero jamás descubriría el misterio de su chica, nunca conocería el abismo de sus pensamientos, todo eso a pesar de poder ser almas gemelas... Kari emitía una Luz que era capaz de sacar amor de la nada, ayuda del sufrimiento, amistad de la oscuridad, sencillamente era mágica... no entendía, ni siquiera se daba cuenta de que posiblemente la chica Yagami pensaba algo similar de él.

Soltó la botella sin importarle romperla en el piso, oyó la ruptura del cristal con indiferencia y decidió olvidar el incidente besando a Hikari, a su miel, a su novia.
Bajó más sus manos y le rodeó la cintura con ternura e interés, la acercó más a su ser e hizo chocar su cuerpo con el de ella, causando con ello, chispas de placer, deseo y fantasías.
Besarla era explorar y traspasar fronteras, significaba ser donador de sentimientos al mismo tiempo que receptor. Sus movimientos (primero dóciles) subieron de intensidad, y ambos probaron el néctar del otro (que tenía sabor a alcohol, en gran parte). Y aunque besar era el método más popular y sencillo para demostrar afecto, no por ello dejaba de ser un acto sublime, profundo e incitante, ¡Claro!, incitante para iniciar otros juegos menos inocentes..

- Te amo - susurró cerca de su oreja, lamiéndola con ternura.

- Te amo más yo - respondió igual de excitada.

Se fueron acercando a una esquina y comenzaron sus cuerpos a conocerse mejor, dándose jugosos masajes improvisados y tocando partes prohibidas para seres no enamorados, era el inicio de una fusión de almas predestinadas, era el origen de algo maravilloso, abrumador y apasionado... posiblemente iban a mezclar sus cuerpos para explorarse y amarse, para sentir un éxtasis infinito, para encontrarse temporalmente, con la felicidad, que sí es fugaz.


--

Afuera había mucha más calma, Ken y Miyako descansaban en una banca. La chica estaba demasiado silenciosa para ser quien era y el chico se dedicaba a observarla, queriendo adivinar su mal. Por un momento desvió su mirada y siguió al viento que sintió estrellarse con su cuerpo, que después formó un remolino de hojas, totalmente insignificante y nocturno.

A Inoue le debía muchas cosas, como la confianza, ya que esa niña le había ayudado a recuperar ese ideal perdido. Pero la situación había crecido y ahora era su amor, su todo, su pareja. Era la única mujer que podría soportar día y noche sin quejarse externamente, no importaba detectar las mil diferencias que los separaban, esas cosas perdían sentido al descubrir que un solo sentimiento los unía.

- Tú sabes que te amo, ¿No es así?

- Sí...

- Pues te lo repito: Te amo... y me tienes muy preocupado, ¿Qué sucede contigo?, ¿Estás enferma?, la Yolei normal gozaría de un evento como éste, y tú no te ves alegre, estás enferma, decaída... por Dios, ¡Yo siempre estaré contigo!, confía en mí.

Ella no necesitaba muchos ruegos debido a su personalidad ligera, así que se arrojó a su novio, acurrucándosele con ternura.

- ¿En verdad?

- Por supuesto, me extraña que desconfíes.

- Lo que pasa es que... es que... me mareé.

- ¿Otra vez?, ¿Ya sabes qué es lo que tienes?

- No

- ¿Desde cuando te sientes así?

- Ken... ¿Qué pasaría si yo estuviera embarazada?

El joven la miró asustado, ahora fue él quien se aturdió.

- Lo arruinaría todo, ¿No?

Ken titubeó un poco, y cuando sintió que su chica se separaba de su cuerpo, cogió valor de la nada y la atrapó en un nuevo y fuerte abrazo.

- No, te lo dije, yo te amo, es sólo que no estoy preparado - le dijo con voz tartamuda - ¿Estás esperando un bebé?

- ¡Oh, no lo sé!, pero esa idea corre por mi cabeza - dijo soltando el llanto reprimido, aplastando su rostro en la ropa de su prometido - y la verdad, tengo miedo.

- Yolei, somos muy jóvenes y no estamos preparados... pero en dado caso que eso sucediera, a mi hijo no le faltaría un padre, mucho menos una familia.

- ¡Muchas gracias por comprenderme!, ¡Te amo!

- No agradezcas... - dijo sonrojándose, la idea de un bebé lo aterraba y maravillaba al mismo tiempo... había aclarado algo dentro de sí mismo: Quería casarse con Miyako Inoue estuviera o no embarazada; no quería perderla y así no dejaría de protegerla.

- Ahora me siento mucho mejor, lo más seguro es que sea una falsa alarma.

- Eso lo veremos, ¿Qué dices si volvemos a la fiesta?

- Digo que me parece perfecto.

--

Él no podía creer que estaba ahí, ¿Qué demonios hacía en una pista de baile?, sencillamente no lo sabía y tampoco quería pensar en ello. Se conformaba con sentirla, su cabeza estaba cómodamente recargada en su hombro, Izzy podía escuchar leves gemidos insinuantes por parte de su acompañante, eso lo revivía y evitaba que pensara que estaba haciendo el ridículo por no saber bailar. Instintivamente se fue acercando a ella con timidez, su respiración agitada era irregular y parecía estar llena de un brillo siniestro, majestuoso y divino, por primera vez en su vida se sentía aprisionado por una extraña esencia desconocida para sus sentimientos. Era bastante torpe siguiendo la música, estaba tan embelesado con ella, que el mundo real le era indiferente..

La abrazaba firmemente, sus manos rodeaban la espalda y cintura de la chica Tachikawa, en ocasiones deslizaba sus varoniles brazos por la figura de la chica, pero eso lo hacía inconscientemente; estaban muy cerca, cada vez se aferraban más el uno del otro, podían sentir sus intranquilas respiraciones, si hubieran puesto atención con sus 5 sentidos, un sexto les hubiera permitido notar cómo latía el corazón del contrario.

- No eres muy bueno bailando - aseguró ella con coquetería.

- Pero soy la envidia de media fiesta, y eso porque estoy junto a ti...

- ¿Acaso bebiste demasiado?, el Izzy de siempre no actúa así.

- Estoy ebrio de ti, más no de alcohol - anunció él, con la mirada fija en ella, de una manera algo atrevida.

Sus corazones lanzaban flechas declarativas de una ardiente pasión, sus cuerpos rogaban consumar deseos y sus almas trataban de entenderse, eso no resultaba, puesto que sus espíritus, iban en direcciones diferentes.

- Izzy... ¿Tú crees en el amor? - preguntó ella, con interés notable.

- Honestamente, me cuesta trabajo creer en algo que no sé definir... - expresó él, mientras arrastraba a Mimi fuera de la pista del baile.

- Yo tampoco sé que es.... pero yo... siento una pulsada fuerte en mi pecho cuando te veo y te toco, necesito saciarme.

Koushiro se enrojeció, le tomó la mano a Mimi y se alejaron de ruido para tener una comunicación más clara.

- Yo también te deseo - dijo él, mirando al suelo - sé que te parece raro que yo te diga esto, no es normal que el chico más insensible del mundo exprese sus necesidades, pero.. creo... creo que....

- ¿Para qué descifrar lo que es amor? - interrumpió ella, con la fija intención de alejar los nervios de su acompañante - la vida puede ser muy complicada si el ser humano se lo propone, del sentimiento más sencillo se saca la duda más grande.... Izzy, esta noche, quiero sentirte, saber cómo eres, por dentro y fuera.... eres mi amigo, pero no sé si otra cosa.

- Comprendo- replicó Izzy, bastante confundido.

Esa plática tan atrevida y relevante les había dejado en una posición incómoda, el confesar que ambos tenían deseos carnales, había provocado que se incomodaran y comenzaran a alejarse por el nerviosismo.

Koushiro miró de nuevo la pista de baile, su amigo Taichi estaba danzando con Sora, esos pasos de baile eran graciosos y desinhibidos.

- difícil el caso que llegue a bailar como Tai - le dijo a Mimi - ¿Verdad?

Mimi sonrió, su amigo portador del Conocimiento tenía toda la razón, ella se le acercó de nueva cuenta.

- Puedo enseñarte - ofreció - pero nunca aprenderás, si no dejas a un lado el miedo que te acoge cuando enfrentas tus temores...

- No le temo al baile, sólo creo que no tengo gracia..

- No le tienes miedo a bailar, pero sí me temes a mí.

Ella estaba a escasos centímetros de sus labios, el aire que arrojaba Mimi de su cuerpo se estrellaba en él, provocando con ello un escalofrío intenso.

- ¡Oh, Mimi! - comenzó mientras la abrazaba - ¡Es verdad, te temo!, eres desconocida para mi curiosidad y anhelada por mi ser.

La besó intensamente, parecía querer comérsela en ese beso, quería que su esencia quedara plasmada en ese lienzo de carne carmín con forma divina. Mimi se separó de él sonriente y lo jaló hasta la entrada del vestidor y baño de mujeres.

- Espérame aquí, Romeo - bromeó ella, no tardó mucho en regresar, sobra decir que Izzy esperaba ansioso - Listo, no hay moros en la costa (cosa que significa: no hay nadie a la vista); entra.

- ¿Qué entre?, pero... ¡es el baño de mujeres!

Mimi lo metió a la fuerza, destartaladamente logró ponerle seguro a la puerta del sitio.

--
Fin del capítulo décimo.
--

--*--
Notas Finales: Bien, ¿Qué les pareció?, como les dije, quedó inconcluso, en la siguiente parte sabremos el enigma de la carta, espero haya acción y lo mejor es que los Elegidos seguirán con sus actitudes locas (eso espero). Lamento mucho la tardanza, pero la inspiración para este fic se había esfumado, espero no las haya decepcionado y espero me dejen review. /El próximo capítulo se titula: "Fugazmente locos II"

Aclaración: La parte final entre "Koushiro y Mimi" pertenece al fic "Enredo en el baño de Mujeres", que escribí hace bastante tiempo y que aclaré sería parte de otro fic (claro que desde otro enfoque, porque el original es un lime muy ligero).

Déjenme su comentario, sino, pues escríbanme a mi e-mail: ziddycm@hotmail.com

Gracias por leer y hasta pronto.