IIIº capítulo

 

En el Expreso de Hogwarts

 

Harry intentaba arreglarse el rebelde pelo mientras Ron, medio dormido, se vestía. Harry estaba muy nervioso; iba a perder de vista Privet Drive y todo lo que tuviese que ver con ella durante casi un año entero. Tío Vernon golpeó la puerta de la habitación metiéndoles prisa. Harry metió la túnica en una mochila para tenerla a mano en el expreso, y con Ron, salió de su cuarto a toda prisa, adelantando al lento tío Vernon por la escaleras. Dudley había vuelto a esconderse en la alacena, y a Harry le dio rabia no tener una cámara de fotos a mano. Tía Petunia estaba en la cocina preparando el desayuno; cuando Harry y Ron entraron ni siquiera les dirigió una mirada, se limitó a servirles los huevos y el bacon.

-Están... están muy ricos - dijo Ron algo cortado.

-No lo dudo - le respondió fríamente tía Petunia, y siguió preparándole a Dudley otro pastel. Después de desayunar se dirigieron con tío Vernon a la estación en el coche. Ron hubo un momento en el que lamentó haber hablado.

-¿Este coche no tiene botón de invisibilidad? - Tío Vernon dio un volantazo y casi choca contra una farola.

-¡¿BOTÃ"N DE QUÉ?! - bramó.

-El antiguo Ford Anglia de mi padre lo... lo tenía - tartamudeó- y también vo... - Harry lo calló a tiempo. Tío Vernon volvió a arrancar el coche, y lo que les quedaba del viaje decidieron pasarlo en silencio. El malhumorado tío los dejó en la entrada de King's Cross. Harry y Ron cogieron un carrito, pusieron sus cosas sobre él, y entraron en la estación empujándolo. Hermione estaba allí, y se disponía a cruzar la barrera que había entre el andén nueve y diez, junto a la profesora McGonagall.

-¡Hermione! - gritó, Harry, y cuando Hermione se dio la vuelta Ron y él la saludaron con la mano. Hermione cruzó con la profesora la barrera. Harry y Ron esperaron unos segundos, y luego, disimuladamente, atravesaron el duro muro de ladrillos que los separaba del andén nueve y tres cuartos. Hermione los esperaba la otro lado, y con ayuda de los otros Weasley, que ya habían llegado, subieron sus baúles al vagón siete, no antes sin despedirse de la señora Weasley.

-Adiós hijos, ¡pórtaos bien todos, y tú también Harry! - les gritó la señora Weasley a sus hijos y a Harry y Hermione que sacaban las cabezas por las ventanillas y le decían adiós con la mano. A mitad de camino empezó a llover. Harry y Ron se comían unas ranas de chocolate, y Hermione devoraba el libro de la clase de Transformaciones compartiendo asiento con Atenea.

-Hermione ¿por qué estaba la profesora McGonagall contigo?-preguntó Ron.

-Es que... mis padres no han podido traerme - Harry se dio la vuelta y se puso de rodillas en el asiento para hablar con Hermione, ella lo miró y empezó a reírse.

-Harry, te has manchado de chocolate - Harry volvió a sentarse de espaldas a la chica muy avergonzado, tiró de la túnica de Ron, que acababa de ponérsela, y lo miró muy sonrojado.

-¿Dónde estoy manchado? - le susurró con cuidado de que no lo oyera Hermione.

-En el lado derecho de la boca - le respondió Ron divertido, indicándole el lugar. Harry se frotó con la mano.

-¿Ya?

-Sí - dijo, y luego añadió un - :te gusta Hermione, te gusta Hermione - tan bajito, que Harry casi no se enteró. Harry volvió a darse la vuelta y a ponerse de rodillas para ver a Hermione.

-Me... me gusta tu lechuza - tartamudeó muy nervioso. Harry estaba extrañado; nunca se había puesto tan histérico delante de Hermione - ¿y a ti?

-Gracias, a mí también - respondió Hermione algo extrañada por el comportamiento de su amigo.

-Llueve mucho, ¿verdad?

-Mucho, sí - Ron también se puso de rodillas en el asiento mirando a Hermione.

-¿Vicky te ha escrito? - preguntó.

-Sí, muchas veces, aquí tengo una de sus cartas - dijo Hermione sacándose de el bolsillo un sobre.

-Haber que nos cuenta - dijo Malfoy, que acababa de entrar en el compartimiento con Crabbe y Goyle detrás, quitándole la carta a Hermione.

-Devuélvesela, si no quieres que te pase lo del año pasado - le ordenó Harry furioso. Pero Malfoy no le prestó atención y comenzó a leer:

Amada Hermione: Te extraño mucho, y deseo con todo mi corazón volver a verte, de todas formas, tus cartas me ayudan a recordarte, y a poder vivir sin ti, pero no creo que aguante mucho más. Necesito acariciar tu pelo revuelto y tus mejillas, y ver tus hermosos ojos castaños. Un dulce beso para mi amada. Victor

-¡Oh que bonito! - añadió Malfoy.

-¿Qué crees que estás haciendo? - dijo Fred, que acababa de entrar en el vagón.

-Nada que a ti te interese Weasley.

-¡Accio carta de Hermione! - gritó George, que había entrado detrás de su hermano. Cuando la carta llegó a su mano se la entregó a Hermione, y Fred, levantó, a la vez que Harry y Ron, su varita.

-Sí volvéis a molestarnos os arrepentiréis - dijo Harry en tono amenazador.

-¿Ah, sí? ¿qué nos harás?

-Esto - dijo Ron, que levantó la varita con furia y gritó - ¡furnunculus! - Malfoy, Crabbe y Goyle salieron del compartimiento cubriéndose la cara para no dejar ver los forúnculos que habían salido en ellas.

-¡Me vengaré, Potter, te lo aseguro! ¡el Señor Tenebroso irá a por ti! - Harry no había pensado en Lord Voldemort en todo el día, pero iba a estar en Hogwarts, ¿dónde podría estar más protegido que allí?. Miró a Hermione, que suspiró con mucha tristeza y miró hacia la ventana para ocultar una lágrima, que Harry pudo ver reflejada en el cristal. Harry se preguntó qué le ocurría a su amiga. Fred, quitando del asiento la lechuza, se sentó al lado de Hermione. George se sentó detrás suya con Lee Jordan que había llegado cuando Malfoy y sus secuaces abandonaban el vagón.

-Llueve mucho - dijo Lee.

-Más que mucho - corroboró George.

-Entonces...- cambió de tema Ron - aún sigues con Krum - le pegó un codazo a Harry, que inmediatamente se puso colorado.

-Sí, pero... creo que ya no me gusta - Ron volvió a golpear a Harry, que parecía que se le había caído un bote entero de tinta roja en la cara.

-Eso será un golpe duro para él...

-Ya lo sé - Hermione suspiró. Harry cogió una caja de grageas de todos los sabores que había comprado cuando pasó a azafata.

-Dame una Harry, por favor - le pidió Ron.

-Escoge - le indicó Harry acercándole la caja.

-Eeem... esta tiene buena pinta - dijo cogiendo una azul.

-¡Que no te pase lo que a Dumbledore! - le advirtió Harry. Ron se metió el caramelo en la boca y lo saboreó.

-Es de mentol - La lluvia golpeaba los cristales de las ventanas con fuerza. Harry miraba las pequeñas gotas atónito y pensaba en Voldemort. Tenía miedo, mucho, no estaba tan seguro como antes de poder estar a salvo en Hogwarts. Si se veía en un tremendo apuro, podría hacer a Ron su Guardián Secreto, pero sería arriesgar la vida de su amigo. El tren comenzó a parar, el viaje se había hecho muy corto para Harry. Todos los chicos se subieron en los carruajes que los llevarían al castillo. Ron y Harry iban a ir, como todos los años, con Neville y con Hermione, pero no encontraron a Neville, y eran los únicos, junto con Deen Thomas, Seamus Finnigan, Cho Chang y dos amigas de esta, que faltaban por subir a las carrozas, así que Hermione se fue con Cho y sus amigas en uno de los dos carruajes, y Harry, Ron, Dean y Seamus en el otro.