IVº capítulo

Viernes

 

Ninguno de los cuatro chicos que iban en el carruaje pronunció una palabra en todo el viaje. Los truenos resonaban por todos lados, y Harry veía a Lord Voldemort y decenas de dementores cada vez que se asomaba por la ventanilla. Sabía que todo eso era producto de su imaginación y de su miedo, él ni siquiera sabía si Voldemort había conseguido asociarse con ellos, pero le aterrorizaba que eso hubiera ocurrido. La verdad era, que Harry no sabía por qué se le pasaba todo eso por la cabeza en ese momento, porque no había pensado en eso en el verano, ni había tenido pesadilla alguna. Quizás todo aquello le ocurría por que no hacía un buen día, quizás eso le aumentaba el miedo. Harry no tenía respuesta para lo que le estaba ocurriendo. Los cuatro chicos subieron a toda prisa por la escaleras, para evitar mojarse mucho, pero Harry no lo consiguió, se resbaló cuando había subido la mitad de los escalones y cayó de bruces contra el pico de uno de los peldaños. Ron lo ayudó a levantarse, y llegaron hasta el gran portal. Entraron en el cavernoso vestíbulo y Hermione los saludó al parecer muy alegre, junto a Cho y sus amigas. Una de ellas le pegó un codazo a Cho, que miraba a Harry sonriente, y al instante le desvió la mirada y se dio la vuelta. Ron le pisó el pie a Harry.

-Que pena que ya no te guste, parece que Hermione se ha hecho muy amiga suya.

-Ya... - La profesora McGonagall entró en el vestíbulo murmurando algo como ¡Peeves!, y muy enfadada.

-Venga, todos, vamos al Gran Comedor - dijo. Harry se volvió a resbalar unas cuatro o cinco veces, antes de sentarse en una silla en la mesa de Gryffindor. Hermione se sentó a su lado, a lo que Harry reaccionó empezando a frotarse las manos muy nervioso por debajo de la mesa, y miró a la de los profesores, para evitar la mirada extrañada de Hermione. Lupin estaba sentado con ellos, Harry se alegró mucho al verlo, y avisó a Ron y a Hermione. Después advirtió la presencia de una chica más o menos de su edad, aunque bastante alta con el pelo moreno y ondulado, que estaba sentada al lado de Dumbledore, ¿sería ella también una profesora?

-Supongo que ahora los elfos de Hogwarts estarán preparando nuestra cena - dijo Hermione.

-Ya habrán terminado - le corrigió Ron. Un montón de empapados chicos que empezaban el primer curso ese año, entraron en tropel a la sala y se pararon justo en frente de la mesa de los profesores, a la que se sentó Hagrid, que como todos los años los había traído hasta el castillo, cruzando el lago. La profesora McGonagall colocó un taburete en frente de los asustados chicos, y encima de este al Sombrero Seleccionador. Cuando todo estuvo preparado comenzó a pronunciar los nombres de los chicos nuevos, que iba leyendo en un largo pergamino.

-¡Coultner, Ruth! - fue la primera. La chica se colocó el sombrero en la cabeza y se sentó en el taburete.

-Que raro que no haya nadie que su apellido empiece por A - dijo Ron mientras el sombrero gritaba:

-¡Gryffindor! - Una gran ovación a la chica sonó desde la mesa de Harry, Ruth se sentó junto a Lee Jordan. El sombrero continuó mandando a cada chico a una de las tres casas. Por fin, la profesora McGonagall pronunció el nombre de Iris Zeayer, que también fue directa a Gryffindor. Ron agarró el tenedor y el cuchillo dispuesto a empezar a comer, pero ninguno de los deliciosos manjares de todos los años apareció. Dumbledore se puso en pie y comenzó a hablar.

-Todo el mundo comete fallos, incluso los magos, así que una pequeña bruja fue enviada a Beauxbatons, cuando debió ser escogida para Hogwarts, pero hemos enmendado el error, y este año comenzará quinto curso con nosotros, pero primero tiene que ser enviada a alguna casa por el Sombrero Seleccionador. Así que, si eres tan amable, Viernes... - La chica que estaba sentada junto a él se levantó, caminó hasta el taburete, se sentó en él, y se puso el sombrero. Pasó un minuto, luego dos, tres, y cuando iban a hacer cuatro el desgarrón se abrió y gritó:

-¡Gryffindor! - Harry y todos los de la casa se levantaron y se pusieron a aplaudir y a gritar de emoción. Viernes se sentó en un asiento libre que había a lado de Parvati. Después de aquello sí apareció toda la rica comida. Ron se sirvió un gran pedazo de pastel de carne y empezó a engullirlo.

-Te vas a atragantar, Ron - le advirtió Hermione.

-Que va - y prosiguió comiendo tan rápido como antes. Harry comía muy despacio, y de vez en cuando miraba de reojo a Hermione. Tenía los botines empapados, y estaba deseando llegar a la sala común para sentarse cerca de la chimenea y poderse secar. Los chavales comenzaron a irse, pero Ron seguía comiendo.

-Lo siento, Ron, pero creo que me voy a dormir - le anunció Hermione levantándose.

-Ug segug'do - pidió Ron con la boca llena. Hermione se volvió a sentar. Miró a Harry y le dijo en tono burlón:

-¡Se algo sobre Cho que tú no sabes! - Harry no se mostró entusiasmado en absoluto.

-Genial - soltó sarcástico.

-Creí que te gustaba.

-S... sí, y... me gusta.

-Quieres que te lo diga.

-Venga.

-Pues ahora no te lo digo, por lo de antes - Ron ya había terminado de cenar, se limpió con la servilleta, reprimió un eructo, y se levantó.

-Bueno, qué, ¿nos vamos? - Hermione y Harry se levantaron, y con Ron, se fueron hacia la Torre Gryffindor. Allí, en la sala común, miraron el horario de aquel año.

-Los viernes Alquimia a última hora, con el profesor O'Connell, hacía tiempo que quería dar Alquimia - dijo Hermione interesada - ¡Que pena que no la tengamos hasta el segundo trimestre!

-Yo, al menos, ya estoy harto de mezclar líquidos en Pociones - se deprimió Ron. Harry copió el horario rápidamente, buscó con la mirada un sitio libre en la sala común, a poder ser, cerca de la chimenea, para intentar secarse un poco, y cuando lo localizó se sentó. Había conseguido acomodarse en uno de los sofás más cómodos de la sala, y además, como él quería, cerca de la chimenea. Se estaba muy bien allí, había una temperatura muy tibia. Una mano delgada se le puso delante de los ojos, que observaban el fuego.

-Ha sido un honor poder ser admitida en Gryffindor, la casa del mismísimo Harry Potter - se presentó una voz femenina. Harry levantó la vista, para averiguar de qué chica nueva se trataba -. Soy Viernes, encantada - la chica tenía los ojos azules, algo que no había podido apreciar antes Harry.

-Hola - Harry estrechó la mano - Harry.

-Lo suponía - Viernes se señaló la frente -. ¿Me puedo sentar?

-Claro, hay sitio de sobra - dijo Harry echándose hacia un lado en el sofá.

-¿Cómo lo hiciste?

-¿Que cómo hice el qué?

-Que cómo venciste al Señor Tenebroso tantas veces.

-Ah, no lo sé.

-Bah, ¿qué más da eso?. ¿Conoces a alguna chica simpática?, es que Parvati y Leavender... ¡no es que me caigan mal!, pero...

-Hermione. Ella es amiga mía quizás os llevéis bien.

-¿Te caigo bien?

-Supongo...

-Pues si te caigo bien a ti, lo más seguro es que le caeré bien a tus amigos ¿no?

-Claro.

-Entonces... ¿dónde está Hermione?

-No sé... creo que se ha ido a dormir, pero por si acaso búscala... es un poco más bajita que tú, y tiene el pelo castaño - antes de que Harry terminara de hablar, Viernes ya se había ido. Harry continuó mirando el fuego un rato, pero se aburrió, y decidió ir a coger un libro. Se levantó y empezó a caminar hacia la escalera de caracol para subir a su dormitorio, pero Viernes se interpuso entre él y la subida al cuarto de los chicos, y le informó:

-Hermione debe de haberse ido a dormir ¿es de nuestra edad?

-Harry asintió - entonces la encontraré en el cuarto, ¿me indicas por dónde se sube? - Harry le señaló la puerta por la que se llegaba a los dormitorios de las chicas â€" gracias - y entrando por la puerta desapareció de la vista de Harry. Viernes parecía simpática, aunque algo atolondrada.