IXº capítulo

Campanillas azules y jazmines

 

Quedaba un solo un día para el ansiado baile. Ron tenía pareja, Neville también, Fred también, George, supuestamente, también, y Colin Crevey cantaba por los pasillos. Pero Harry, aún tenía que pedírselo a alguien. Suponía que Cho ya tendría pareja, pero por probar...Acababan de terminar la clase de Encantamientos, que era la última que tenían el viernes, si no contaban con Astronomía. Cho, paseaba por los pasillos sola, algo que rara vez hacía, y Harry se acercó a ella.

-Hola, Harry, jugaste bien el otro día...

-Ah, gracias. Verás, te tenía que decir una cosa...

-¿Sí?-Cho se sonrojó.

-¿Tienes ya pareja para el baile?, supongo que sí, porque no creo que hayas esperado hasta el último día para...-Cho lo interrumpió.

-No, no tengo-Harry la miró atónito.

-Pues... ¿te gustaría venir al...?

-¡Sí!, ¡claro!-dijo muy entusiasmada.

-Ah, vale, pues hasta entonces.

-¡Adiós! Harry, más tranquilo, anduvo hasta el cuadro de la señora Gorda.

-Vieja bruja-pronunció.

-Te veo muy contento-observó la señora Gorda.

-No todo lo que me gustaría haber estado-y entró en la sala común. Hermione ayudaba a Ron a terminar los últimos deberes de Astronomía.

-Se lo he pedido-anunció Harry.

-Menos mal-dijo Hermione-Cho, me había dicho que como no se lo pidieras hoy tú, te lo pedía ella.

-Le gusto, ¿verdad?

-Sí.

-¿Eso era lo que sabías tú que yo no sabía y que no me quisiste contar?

-Claro, ¿qué iba a ser si no? Harry subió al cuarto de los chicos y sacó su nueva túnica de gala, era azul ultramar. Según Ron, las túnicas se habían encargado de comprarlas Fred y George, y a Harry le gustaba mucho la suya. Harry se despertó el sábado a las diez y media, y tuvo que levantar a Ron, por que no se podía desayunar a partir de las once. Los dos se habían despertado tan tarde, porque la clase de Astronomía se había alargado hasta las tres y media. Al llegar a la sala común se encontraron a Hermione saliendo por el hueco del cuadro de la señora Gorda.

-¡Eh!, ¡espera!-gritaron los dos al unísono. Hermione los miró y bostezó. Los tres llegaron al Gran Comedor muy somnolientos. Harry se tomó un baso de leche, otro de zumo de naranja, y una tostada con mermelada.

-Hoy no te ha esperado tu amiga Viernes, ¿eh?-le dijo Ron a Hermione dándole un codazo.

-Me ha despertado a las nueve, pero he preferido quedarme en la cama.

-¿Cómo es tu túnica, Hermione?-preguntó muy interesado Harry.

-Ya la veréis, pero os va a gustar-les aseguró Hermione. Los tres caminaron un rato por el borde del Bosque Prohibido, y llegaron hasta la cabaña de Hagrid. Llamaron un par de veces a la puerta, pero Hagrid no les abrió.

-Vámonos. Estará preparando cosas para la fiesta. Decidieron irse a los jardines, pero entonces apareció Viernes, y Hermione se fue con ella, y Ron y Harry volvieron al castillo. Ya en la sala común, Harry subió con Ron al dormitorio de los chicos. Neville estaba en el baño.

-Le ha entrado el pánico, dice que no va a ir al baile-les informó Dean Thomas. Harry se tumbó en la cama a descansar un rato, tenía sueño, aún. Ron, Seamus y Dean estuvieron esperando que Neville saliera un cuarto de hora más, pero al fin y al cabo se dieron por vencidos, y se fueron de la habitación.

-¿No vienes, Harry?

-No. Ron se encogió de hombros y siguió a los otros. Harry se quedó tumbado en la cama, sin hacer nada, adormilado. El Sol se fue moviendo poco a poco, y cuando le empezaron a sonar las tripas, miró el reloj que le había dejado George, que sí que funcionaba, y bajó al Gran Comedor. Hermione se reía a carcajadas junto a Viernes y Ron, Harry se acercó a ellos pasando por el lado de un gran escenario.

-¡Harry!¡este año también vienen!-gritó Viernes.

-Se refiere a las brujas de Macbeth-tradujo Hermione.

-Ah, genial.

-¿Esta vez tampoco vas a bailar, Potter?-dijo una voz a las espaldas de Harry, Hermione y Viernes pusieron cara de asco. Harry se dio la vuelta y vio a Malfoy.

-Si lo hago, intentaré hacerlo mejor que tú, pero no creo que me resulte muy difícil. Malfoy volvió a su mesa, la de Slytherin, muy indignado, y Harry se sirvió unas cuantas patatas cocidas.

-El profesor Greene nos machacó anoche. Estoy que no me tengo en pie-dijo metiéndose una en la boca.

-No te preocupes, te prepararé una poción de insomnio, son fáciles.

-Yo también quiero una-pidió Ron.

-Tranquilos, tranquilos, con un tragó bastará para que no podáis dormir hasta las cuatro o las cinco.

-¡Eh, Jack!-gritó Harry al ver al nuevo guardador-¡¿tienes ya pareja?!

-¡Claro!-y se sentó con los de tercero, su curso.

-Es muy bueno.

-Sí, fue el primero que se presentó-informó Harry. Harry tomó de postre varias piezas de fruta, y se fue a dar una vuelta por el castillo. Subió a unas cuantas torres, en las que nunca había estado, y bajando de un de ellas se encontró a Nick Casi Decapitado, el fantasma de la casa Gryffindor, hablando con el Fraile Gordo, otro fantasma.

-¡Hola Harry!-lo saludó.

-¿Qué tal Nick?

-Como siempre... Mira, este es el Fraile Gordo, el fantasma de Ravenclaw.

-Encantado-el espectro tenía una voz grave-, puedes llamarme Mike. tú eres... Harry-dijo después de mirar la cicatriz-, ¿no?, Harry Potter.

-Sí...

-Nos vamos, Harry, que tenemos prisa. ¡Que te lo pases bien en el baile!, ¡nos vemos! Harry se despidió con la mano y continuó bajando. Se cruzó con un grupo de chicas que hablaban del baile y de sus túnicas de gala. Después, la profesora McGonagall pasó por su lado murmurando algo muy exasperada, y cargando con unas cajas que temblaban. Caminó por varios pasillos, y en uno de ellos se fijó en una estatua, la de Boris el desconcertado, por la que se entraba al baño de los prefectos. Por curiosidad se acercó y murmuró la contraseña del año anterior (olor a pino). La conocía, porque el hacía un año, se la había dado Cedric Diggory, para descubrir el secreto de una de las tres pruebas del Torneo de los Tres Magos. No pasó nada, y probó con lo primero que se le ocurrió.

-Burbujas volantes-pero nada-. Arco Iris de colores-tampoco. Se lo pensó un  momento-: agua clara.Un chirrido estridente le obligó a cubrirse los oídos con las manos. Después volvió a cubrir el agujero con la estatua, y salió corriendo, por si había algún prefecto dentro y salía a ver quién había abierto la puerta y no había entrado. Ya tenía la contraseña, si algún día quería, podía volver a entrar, y esta vez llevaría a Ron, a Hermione, y, a lo mejor, también a Viernes. Giró la cabeza un par de veces para ver si lo seguían, y a la tercera alguien gritó:

-¡Cuidado Potter! Pero la advertencia no sirvió para nada; a Harry no le dio tiempo de frenar, y se chocó contra el profesor Flitwick.

-Dis... disculpe, yo... lo siento.

-Sabes que no se puede correr por los pasillos, Potter... no le quitaré puntos a Gryffindor porque hoy es un día especial, pero la próxima vez...

-No volverá a pasar.

-Y ahora vete a tu sala común, el baile empieza a las siete y media son las seis y media. Harry aligeró el paso, y llegó a las siete menos cuarto a la habitación. Seamus se estaba cambiando, su túnica era espléndida, verde pistacho, a Harry le gustaba ese color. Fue a entrar en el baño, pero la puerta estaba cerrada.

-¿Todavía sigue Neville ahí dentro?

-No, ahora está Ron. Ah, por cierto, Hermione a traído esto para ti-Seamus le entregó a Harry un frasquito en el que se leía: Poción de insomnio (media para ti y la otra media para Ron).

-Gracias por guardarlo, Seamus.

-De nada. Harry decidió no tomárselo, porque ya se le había pasado el cansancio, y tenía ganas de averiguar cuanto podía aguantar. Llamó a la puerta del baño, y avisó a Ron de que ya les había traído Hermione la pócima.

-Vale, ahora voy, sólo me queda un poco. Cinco minutos después Ron salía del baño muy arreglado.

-¿Y tú eras el que decía que no le gustaba nadie?-dijo Seamus, al ver a Ron con su túnica morada muy oscura.

-Mis hermanos tienen buen gusto, ¿eh Harry?¿qué te parece?-dijo ignorando completamente la pregunta de Seamus

-Te queda muy bien. Ahora entro yo. Sacó de su baúl su túnica y se metió con ella en el cuarto de baño. La observó un rato, le gustaba mucho, y Ron tenía razón, los gemelos sabían elegir muy bien. Se desnudó, se metió en la bañera y se dio un relajante baño de unos diez minutos. Se puso en pie, quitó el tapón de la bañera, y se enjuagó el jabón con la ducha. Cogió la toalla y se la echó por encima, salió de la bañera, y se frotó el pelo con una toalla más pequeña que la que había utilizado para el cuerpo, intentando secárselo. Abrió la puerta y se asomó.

-Seamus, ¿tienes algo para que parezca que el pelo está mojado aunque no lo esté?

-Sí, échate este spray-Seamus le tiró un botecito que tenía un difusor. Harry siguió las instrucciones de su amigo, y el pelo le quedó bastante bien. Se puso su túnica, colgó las toallas en su sitio con un movimiento de la varita, y salió del cuarto de baño. Con Seamus, que lo había esperado, bajó a la sala común en la cual estaban Ron, Dean y Neville, con sus túnicas.

-Me voy, Cho y yo hemos quedado en el Gran Comedor.

-Voy contigo, Lisa también estará allí-dijo Seamus. Estaban ya cerca del Gran Comedor, y Harry le preguntó a Seamus:

-¿Lisa la de Ravenclaw, Seam?

-Sí, ¿qué te parece?-respondió orgulloso.

-Está muy bien. Los dos caminaron muy aprisa hasta la adornada sala. Como Harry había dicho, Cho lo esperaba sentada en una de las pequeñas mesitas de cuatro sillas. En opinión de Harry, estaba preciosa, llevaba una túnica de manga francesa de color violeta. El pelo lo llevaba suelto, pero en varias horquillas, que evitaban que se le viniera a la cara, llevaba enganchadas unas lilas.

-Estas muy bien-balbuceó al verla.

-Gracias, tú también.

-¿Todavía no han empezado?

-No, Dumbledore ha dicho que quiere que esté todo el mundo-se encogió de hombros.

-Voy por bebidas, no te muevas, vuelvo en seguida. Harry se acercó a una larga mesa en la que había de todo, cogió un par de cervezas de mantequilla, y volvió a la mesa.

-Ten-dijo dándole a Cho una de las jarritas.

-Me encanta la cerveza de mantequilla.

-Sí, es muy dulce. Al cabo de una media hora la sala estaba repleta de gente muy nerviosa, Harry había estado todo el tiempo hablando con Cho, y no había visto entrar ni a Ron, ni a Hermione. Por último entró Neville, el cual llevaba agarrada a su brazo a Leavender, y detrás de ellos dos, las puertas se cerraron. Hubo una explosión en el escenario que había en medio del Gran Comedor, se apagaron todas las luces, y en su lugar, se encendieron unas velas que se movían sobre las cabezas de los allí presentes, y que emitían luces de colores, y cuando toda la humareda de la explosión se disolvió, las Brujas de Macbeth ya estaban en el escenario. Harry se levantó y tiró de la mano de Cho, esta se puso en pie, y se fue con Harry a la pista de baile. Llevaban bailadas tres canciones cuando Harry vio, entre la multitud, a Hermione, bailando desenfrenadamente con Fred. Al lado de la chica, Cho no parecía tan bella; Hermione vestía una túnica de color azul pastel, llevaba el pelo recogido en un hermoso moño trenzado, en el cual llevaba una corona de campanillas azules y jazmines. La túnica tenía unas mangas muy largas de campana, que escondían las manos de Hermione, y un pequeño escote horizontal dejaba ver un collar de lapislázuli que le colgaba del cuello. Cuando las largas mangas dejaban ver las hermosas manos de Hermione, Harry podía apreciar que no llevaba anillos, pero sí muchas pulseras de distintas tonalidades de azul. Llevaba los labios pintados con un tono plateado, pero que de vez en cuando desprendía brillos azules, y parecían mojados. En los párpados llevaba una linea del mismo azul de su traje, y parecía que no se había dado colorete. Los zapatos eran completamente planos, y parecían cómodos. Harry prefirió dejar de mirarla, estaba con Cho, a la que había deseado tanto tiempo.

-Harry, ¿te importa que me siente una rato?, estoy cansada, y estos zapatos me están matando.

-Sí, te acompaño a la mesa, y allí te arreglo los zapatos. Los dos se sentaron, y Harry señaló los delicados zapatos con la varita, y les quitó el poco tacón que tenían.

-Luego te los pongo como antes. ¿te traigo algo?

-Sí, otra cerveza de mantequilla, gracias.

-Como un rayo, Harry se acercó a la gran mesa, Ron estaba poniendo en un platito de plata unos cuantos pastelitos.

-Hola, Harry.

-Hola, ¿dónde está tu pareja, Ron?

-Allí-señaló una mesita en la que había sentada una chica, que se dio la vuelta y Harry pudo ver que era Viernes-está guapa... muy guapa... más que guapa...

-¡Y no te gustaba nadie!¡si te llega a gustar...!

-¿Qué quieres que le haga?, estas cosas pasan...

-No tienes remedio... Vuelvo con Cho, ¡hasta luego!-y cogiendo unas cervezas de mantequilla puso rumbo a la mesa.

-¡Harry!¡un momento, ven!

-¿Qué quieres ahora?

-Hermione está muy guapa ¿eh?

-Demasiado... -Harry miró a Hermione, parecía muy contenta con Fred-. Te dejo, me parece que Cho se está impacientando-volvió a la mesa y se sentó junto a la chica.

-¿Brindamos y bailamos otro rato?-Harry asintió-. Pues... por... ¡por el Quidditch!

-¡Eso! Se bebieron de un trago la bebida y se pusieron a bailar de nuevo. Harry tenía curiosidad por saber con quién había ido George, así que se puso a buscarlo con la mirada. Lo encontró en una mesa, parecía agotado, y Katie Bell tiraba de él. Cerca suya, Angelina y Lee bailaban descontroladamente. La canción que estaba sonando terminó, y empezó una mucho más lenta.

-¿Quieres bailar esta?-preguntó Cho algo cohibida. Harry estuvo a punto de responderle que no, pero se lo pensó un par de veces; la agarró por la cintura con la mano derecha, y con la izquierda apretó con delicadeza la mano de Cho. ¿Para qué negarse?, estaba con la chica más bella del colegio... eso si no contaba con Hermione... ¡¿pero qué más le daba a él ella?!.Cho apoyó la cabeza en el hombro de Harry. Él cerró los ojos, y se dejó llevar por la música. Cuando menos se lo esperaba, Cho irguió la cabeza, y la acercó a la de Harry, y sin previo aviso, lo besó en los labios. Harry soltó la mano de la chica, y la puso junto a la otra, en la cintura. La mano que tenía libre Cho, la llevó al nuca de Harry, y empezó a acariciarlo. Todavía mantenían los labios unidos, y Harry la abrazó con más fuerza. Harry aún tenía los ojos cerrados cuando Cho dejó de besarlo