Xº capítulo

 

Los gigantes y la Marca Tenebrosa

 

Eran más de las doce, y Harry y Cho decidieron sentarse. Harry agarraba la mano de la chica, y parecía que no la iba a soltar por nada del mundo. Harry echó un vistazo a Fred y a Hermione, pero se encontró con que ella no estaba. Frunció el entrecejo. Un Hola Harry hizo que se sobresaltase, y mirase a Cho, y luego a Hermione, que estaba sentada junto a ella.

-Hola.

-¿Qué tal os va?-dijo alguien desde las espaldas de Harry.

-Bien-respondió Cho. Harry se dio la vuelta y vio a Ron y a Viernes, que se acomodaban junto a él.

-Voy por bebidas-dijo Viernes-¿qué queréis?

-Cerveza de mantequilla-dijeron todos a la vez, algo que produjo risas.

-Voy contigo.

-No, espera Cho, no te vayas-la detuvo Harry.

-Sí, quiero ver que hay, tengo hambre. Cuando Cho se hubo alejado lo suficiente como para no oír lo que decían, Harry añadió:

-No me dejes solo con estos dos...

-Qué, Harry, te lo estás pasando bien ¿eh?-se burló Ron

-Sí, eso parece-cuchicheó Hermione.

-¿Y tú con Fred?

-¡Es muy divertido!

-Ya...

-Y, Harry, ¿cómo es eso de besar a la mujer a quien amas?-preguntó Hermione romántica.

-Pues... la verdad... no lo sé-Ron sonrió.

-Harry, Harry, Harry...-dijo Hermione

-¡No, por favor, no me lo recuerdes!, ¡sé que te gustaba mucho, pero no me lo recuerdes!

-¿Que no te recuerde a quién?

-A Lockhart, ¿a quién va a ser? A Ron le entró un ataque de risa.

-¡Era una niña!¡no os burléis!¡Oh!

-Una niña de doce años, Hermione...

-¡Estaba loca, ese tío era imbécil!

-¿Te arrepientes?

-¡Mucho! Cho y Viernes regresaron cargadas de pequeñas jarritas con mucha espuma. Las pusieron en la mesa, y, después de brindar, se las bebieron de un solo trago. Fred se acercó a la mesa, y Hermione regresó a la pista de baile con él.

-Nosotros también nos vamos-dijo Ron agarrando de la mano a Viernes. Los dos se levantaron y se metieron en el barullo de gente.

-¿Bailamos otro rato?-preguntó Harry.

-Sí, vamos. Estaba sonando la canción más famosa de las Brujas de Macbeth (El Hechizo Me Salió Mal), y todos bailaban contentos al ritmo de la música, pero de repente el suelo tembló, y la música dejó de sonar, todo se había quedado en silencio. Transcurridos diez segundos otro temblor hizo que algunos chicos de primero gritaran y se acercaran a los profesores.

-¿Qué ocurre, Harry?-preguntó Cho.

-¿Y yo qué sé?-respondió bruscamente. Dumbledore se asomó por uno de los ventanales, y saludó a alguien o a algo con la mano, después se acercó a la profesora McGonagall y le susurró algo al oído, seguidamente tapó las ventanas, a las que ya se estaban asomando algunos curiosos, con un movimiento de varita, y salió fuera.

-¡Que continúe la fiesta!-exclamó la profesora. Hermione y Fred se acercaron a Cho y a Harry. Fred llevaba un pequeño espejito en la mano.

-¡Lo he visto todo!-dijo Fred- ha sido fácil: he reflejado el exterior en mi espejo.

-¿Y qué había?-preguntó con interés Harry.

-¡Gigantes!-gritó Fred, y al ver que todo el mundo lo miraba, inclusive los profesores con cara de tener ganas de matar a alguien, se corrigió-no creo que puedan ser eso Cho, ¡vamos! No digas bobadas, ¡gigantes...!-luego bajó el tono de voz y añadió-: lo siento, Cho, pero si no me podía haber caído una buena...

-¿Para qué querrá Dumbledore hablar con ellos?-preguntó Ron.

-Eso lo podemos averiguar fácilmente-dijo Hermione sacando del único bolsillo que tenía la túnica la varita. Señalando el espejo de Fred, pronunció-¡Visivilum!En el espejo empezaron a formarse imágenes, y cuando acabó todo el proceso, pudieron apreciar a cinco gigantes, que parecían estar de mal humor, hablando con Dumbledore.

-Bien, doña lista-dijo Ron-, ya sabíamos que había gigantes y que Dumbledore estaba hablando con ellos, ¡lo que queríamos era escuchar la conversación!

-No te sulfures, Ron, eso es más fácil aún-volvió a sacar la varita y a señalar el espejo-¡Audito!

-¿Y qué nos ofrecerás tú, Dumbledore, que pueda ser mejor que lo que nos ofrece el Señor Tenebroso?-decía uno de los gigante del espejo.

-Si él cae, y le habéis seguido, ni siquiera os volverán a mandar a las montañas, os ejecutarán-decía Dumbledore.

-¿Vosotros matarnos a nosotros?

-Sabéis perfectamente que podemosLos gigantes discutieron unos segundos entre ellos.

-Está bien, Dumbledore, tú nos convienes, te haremos caso

-No os arrepentiréisHermione tocó varias veces el espejo con la varita, y este se volvió común y corriente.

-Nadie sabe nada, ¿está claro?-advirtió Fred mirando a Cho, la cual asintió- no se lo contaremos a nadie-se dirigió a Ron, el que también escogió la opción de no rechistar.El grupo se separó, Hermione y Fred siguieron bailando, Viernes y Ron se acercaron a la mesa de la comida y la bebida, y, después de que el suelo volviera a temblar unas cuantas veces, Cho tiró de la mano de Harry y lo llevó con ella hasta donde estaba la profesora McGonagall.

-Profesora... disculpe, profesora, ¿podemos salir fuera?

-Sí, si queréis sí-dijo la profesora con una sonrisa pícara en la cara, y les guiñó un ojo. Harry miró confuso a Cho, esta le dedicó una sonrisa y tiró de él con fuerza. Mientras Cho abría una de las puertas del Gran comedor, la cual conducía a los jardines, Harry vio como Ron lo miraba atónito desde una mesa, Harry le devolvió la mirada y encogió los hombros.

-Cho... Cho, espera, ¿dónde vamos?-la chica sonrió sin mirarlo. En el jardín, lo que parecían luciérnagas revoloteaban alrededor de Harry y de Cho.

-Son ninfas-explicó Cho al ver la cara de asombro de Harry-, salen del bosque en Halloween, en los solsticios de verano e invierno, y en los equinoccios de primavera y otoño. Harry se sentó en un banco, desde allí se podía ver perfectamente el lago.

-Se están metiendo nubes-dijo Harry mirando al cielo. Cho también miró hacia arriba.

-Hay luna llena.

-Ya...-se acordó de Lupin, y de que no lo había visto en la fiesta. Cho volvió a besar a Harry cuando este menos se lo esperaba. Se puso en pie y la agarró por la cintura. Sin darse cuenta, empezó a pensar en Hermione, pero intentó borrar ese pensamiento de su mente. Empezó a chispear, pero a Harry no le importaba en absoluto la lluvia. Cada vez las gotas eran más grandes y caían con más fuerza. Un trueno iluminó los jardines, y todo lo que había en ellos, pero la luz no desapareció. Harry se separó de Cho, y miró hacia el lago; una gran calavera se dibujaba justo encima de él.

-¡CORRE!-le gritó a Cho. Los dos se dieron toda la prisa que pudieron, y entraron en el Gran Comedor, estaban empapados y aterrorizados. En la gran sala nadie se había percatado de lo que había fuera.

-Quédate aquí, voy a hablar con Dumbledore-se acercó a un grupo de profesores, que se reían a carcajadas, entre ellos estaba el director-. Profesor Dumbledore-dijo jadeando-¿puedo hablar con usted?, por favor, es urgente.

-Sí, sí, claro-se apartó de los profesores con Harry-¿qué ocurre, Harry?

-La marca...-vocalizó-la Marca Tenebrosa... encima del lago. Dumbledore se armó con la varita, y con Harry detrás, se asomó por la puerta que daba al jardín. Cerró el portón de golpe, y miró a Harry con horror.

-¿Has visto de dónde ha salido?

-No... sólo vi un relámpago, y como la luz no se fue, miré para ver que era...Regresó al grupo de profesores con paso decidido, y Harry pudo ver como todos se llevaban una mano a la boca.