XIIIº capÃtulo
La pluma de León Alado Asirio
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Los gritos de Ron de alegrÃa destruyeron los sueños de Harry el dÃa de Navidad. Lo que le extrañó fue que Ron nunca se habÃa puesto tan contento con los regalos que recibÃa todos los años, asà que debÃa de haber algo nuevo, y eso despertó la curiosidad de Harry.
-¿Qué pasa Ron?¿por qué tanto jaleo?
-¡Una... una... una...!¡no lo puedo creer, Harry!¡una...!
-¡Dilo ya!
-¡Una Nimbus 2.000!
-¿De quién es?
-De Fred y de George. En ese momento entraron en la habitación los gemelos.
-¡GRACIAS!-exclamó Ron muy emocionado, y se echó a sus brazos.
-¡Eh!¡no es para tanto, Ronnie!-dijo George intentando desprenderse de la lapa de su hermano. Ron continuó abriendo regalos con entusiasmo, como si pensase que iba a encontrar otra escoba entre ellos. Harry se levantó y también desenvolvió los primeros, con la supervisión de los dos Weasley.
-No Harry, asà no-decÃa Fred-con más furia, asÃ-despedazaba un papel con arbolitos de Navidad y corroboraba-¿ves? En el instante en el que Ron ya habÃa terminado de abrir o despedazar, los regalos y daba vueltas por la habitación sobre su escoba, entraron Hermione, Ginny y Viernes. Fred y George, que estaban al tanto de todo lo que le habÃa pasado a Harry con Hermione, miraron hacia otro lado, y, sin darse cuenta o (¿quién sabe?) a propósito, Fred silbó.
-Hola-saludó Ginny como si no supiera nada, algo que estaba claro que no era cierto-Feliz Navidad.
-Gracias por la camiseta, Ginny-dijo Ron levantando el regalo de su hermanita, una camiseta de los Chudley Cannons-. También me gusta mucho tu regalo, Hermione-añadió intentando romper la tensión que habÃa en aquel momento en la habitación-, siempre habÃa querido tener un bote de tinta invisible.
-De nada-agradeció Hermione con un hilo de voz. El silencio que habÃa en ese momento en el cuarto estaba empezando a hacerse insoportable para Harry; sus orejas estaban empezando a recalentarse, y para evitar ponerse colorado dijo:
-¿Desde cuando las chicas podéis entrar aqu�
-Desde que nos dio permiso Dumbledore ayer, pero sólo en Navidad cuando no haya mucha gente-dijo Viernes.
-¡Vale!-gritó Hermione furiosa-¡si te molesta que esté aquà me lo dices a la cara, intenta evitar las indirectas, ¿quieres, Harry?!
-¡Vale, pues no quiero que estés aquÃ, me molestas!
-¡Pues me voy!-abrió la puerta, Ginny y Viernes salieron, pero ella miró a Harry con un gesto de desagrado en la cara-. ¡Ah, y espero que te guste mi regalo!-y con un portazo abandonó la habitación.
-Te ama, Harry-dijo George muy seguro de la certeza de sus palabras.
-¿En serio lo crees?
-No. Y riéndose a carcajadas salió del cuarto con su hermano. Cuando Harry estaba algo más tranquilo, los gemelos abrieron la puerta, se asomaron y Fred puso la guinda al pastel.
-¡Ah!-dijo parodiando la cara que habÃa puesto Hermione al salir de la habitación-¡esperamos que te guste nuestro regalo!-dijo imitando la voz de enfado de la chica, y dio un portazo aún más fuerte que el de Hermione. Aunque no lo quiso admitir, eso le hizo a Harry mucha gracia.
-Eso, Harry, abre su regalo. Apuesto mil galeones a que es el nuevo libro de los Chudley Cannons. El regalo era rectangular, y bastante grueso. Harry despedazó el papel en el que estaba envuelto tal y como le habÃa enseñado Fred, y lo que vio le encantó. El Anuario de los Chudley Cannons era impresionante y mucho mejor que el antiguo.
-Te lo dije. Ahora abre el de Hermione.
-No, ni pensarlo.
-Harry, por favor, te estás comportando como un niño pequeño. Además, no me dejes con esa duda, y luego, si quieres, le dices que no te ha gustado!
-Está bien, pero sólo lo hago porque me lo has pedido tú. El envoltorio de el regalo era de tela, y, aunque lo deseaba, Harry no pudo romperlo. Desató el nudo de la cuerda que evitaba que se abriera, y la fina tela se deslizó al suelo y dejó al descubierto una cajita, cuando la destapó, los ojos de Harry se posaron en la pluma más bonita que habÃa visto nunca.
-¡Dios mÃo!¡no lo puedo creer!¡es una pluma de León Alado Asirio! En la caja habÃa algo más: un pequeño botecito que contenÃa lo que parecÃa tinta anaranjada.
-Mira, Harry, hay un sobre. Harry lo cogió, lo abrió y sacó un pedacito de pergamino en el que no ponÃa nada.
-Prueba a escribir algo en él-dijo Ron impaciente-, a lo mejor es como el diario de Voldemort. Harry cogió una pluma y un bote de tinta de su mochila y escribió: Hola, soy Harry.
-No pasa nada.
-¡Con la pluma de León Alado y la tinta, tonto!Hola, soy Harry.volvió a escribir, y efectivamente, como habÃa dicho Ron, la tinta desapareció, y en su lugar, con la hermosa caligrafÃa de Hermione se escribió: Hola, Harry, soy Hermione, ¿qué tal?.
-Mira, Ron, paso de tonterÃas. Si me tiene que decir algo que me lo diga a la cara. Ron no dijo nada. Por la noche, después de una cena silenciosa excluyendo a las risas de los gemelos, Harry y Ron decidieron irse a dormir, porque en la sala común las chicas cuchicheaban en un rincón mientras los observaban, y de vez cuando reÃan.
-No tengo sueño-declaró Harry-¿por qué no nos quedamos hablando un rato?
-SÃ, yo tampoco tengo sueño. La puerta se abrió de repente y las dos cabezas de los gemelos se asomaron.
-¿Os importa que pasemos la noche con vosotros?, Dumbledore ha dicho que hagamos lo que queramos-dijo George.
-Claro, pasad. Los dos Weasley extendieron por el suelo dos sacos verdes y se metieron en ellos.
-¿Qué, abriste el regalo de Hermione?-preguntó Fred muy interesado.
-SÃ, era una pluma de León Alado Asirio-respondió Ron.
-Oh...-dijo George.
-Seguro que aún no sabéis para que nos han pedido que traigamos bañadores, ¿me equivoco?-dijo Fred.
-¿Vosotros lo sabéis?
-Por supuesto, se lo hemos sacado hoy a Dumbledore-dijo George dándose importancia.
-Pero, me imagino, que no nos lo vais a contar-dijo Ron disgustado.
-Has dado en el clavo, Ronnie-dijo Fred. Al cabo de un rato todos se durmieron salvo Harry. Aunque estaba enfadado con ella, aún le seguÃa gustando Hermione. Sólo pensaba en la carta del regalo, y tenÃa muchÃsima curiosidad por saber que ponÃa en ella. Después de comprobar que los tres Weasley estaban dormidos profundamente, se acercó al cajón que tenÃa su mesita de noche, sacó de él la cajita, la abrió, sacó la pluma, la tinta y el pedazo de pergamino, y escribió con muy mal pulso a causa del nerviosismo: Hola, Hermione, soy yo otra vez, Harry.rápidamente desaparecieron las palabras y en su lugar se escribió:Hola, tengo que verte, baja a la sala común, te estaré esperando..Cogió la capa invisible por si le hacÃa falta y bajó la escalera de caracol apoyándose en la barandilla para no hacerla crujir demasiado. Efectivamente, Hermione lo esperaba en uno de los sofás.
-Ho...hola-tartamudeó Harry. La chica se dio la vuelta y lo miró, una sonrisa, como las que hacÃa tiempo no veÃa Harry se dibujó en su rostro-. ¿Qué querÃas?-se limitó a decir.
-Hablar contigo...
-¿De?
-Es que... no creo que por aquella tonterÃa no nos podamos hablar...
-¿Sabes?, para mà aquello no fue una tonterÃa... podÃas haber sido menos drástica...
-¡¿Qué crees que te podÃa haber dicho?!
-¡Pues... no lo sé... pero haberte inventado algo!
-¡Harry!, ¿cómo puedes decir tantas estupideces? Te aseguro que me pones de los nervios...-dijo levantándose y acercándose a él.
-¿Estupideces?, ¡JA!, ¡tú si que eres una estúpida!
-¡No lo aguanto más!¡me voy, Harry!¡estaba intentando arreglarlo, pero si tú no pones nada de tu parte no hay solución!¡BUENAS NOCHES!-dijo haciendo aspavientos con los brazos. Hermione se dio la vuelta y empezó a caminar hacia la habitación de las chicas. Harry no lo pensó, e instintivamente, casi sin darse cuenta, se habÃa interpuesto entre ella y la puerta, y, no sabÃa como lo habÃa hecho, pero en ese instante se hallaba besándola.
-Ha... Harry-dijo Hermione con una leve sonrisa separándose de él-yo... ya te dije que...-tragó saliva-. Creo que me voy a dormir, buenas noches-y se dirigió al cuarto de las chicas. De repente volvió a mirar a Harry, que, cabizbajo, andaba hacia la puerta de la escalera de caracol, se mordió el labio y añadió-: ah, Harry-este levantó la cabeza-el beso no ha estado nada mal-y abriendo la puerta subió a los dormitorios a todo prisa. Harry se quedó paralizado, luego se sonrió y también subió a su cuarto. Miró a Fred y George dormÃan agarrados a sus almohadas, al parecer contentos, no debÃan de estar teniendo pesadillas, y luego a Ron que tenÃa los ojos abiertos de par en par y lo observaba.
-¿Dónde has ido?-preguntó.
-A la sala común.
-¿Con Hermione?-dijo Ron mirando el sobre, que estaba en el suelo.
-SÃ, he hecho las paces con ella.
-Pues parecÃais muy enfadados...
-Ron, no te voy a mentir, veras, al principio lo estábamos, la verdad es que yo no tenÃa ninguna gana de hacer las paces, y estuve evitándolo a toda costa, Hermione se enfadó conmigo, pero... no sé como diantres ocurrió... pero la besé...
-¿Otra vez?
-SÃ, pero fue muy distinto... ella no se resistió en absoluto...
-Entonces... ¿estáis juntos?
-No... ¡bueno, no lo sé!... es que fue muy extraño... cuando nos separamos sólo dijo que se iba a dormir... y que le habÃa gustado el beso... pero la verdad es que no tengo la menor idea de lo que querÃa decir.
-Está indecisa-dijo uno de los gemelos, que se estaban haciendo los dormidos-, no sabe si le gustas-era Fred.
-Tiene razón-ese era George-, al principio, cuando te declaraste, no le gustabas, pero me parece que ahora...
-No está segura de ello.
-¿Habéis escuchado toda la conversación?-dijo Harry rabioso.
-SÃ, te oÃmos bajar. Somos los únicos Weasley que se despiertan por nada, los demás duermen como troncos... claro, que luego está mi querido hermanito Ronnie, aquà presente, que se despierta con el menor ruido, pero sólo a veces-explicó Fred. Harry les hizo prometer a los tres que no se lo contarÃan a nadie. Se durmió algo enfadado, pero los gemelos le caÃan muy bien, y no le disgustaba que lo supieran.
La pluma de León Alado Asirio
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Los gritos de Ron de alegrÃa destruyeron los sueños de Harry el dÃa de Navidad. Lo que le extrañó fue que Ron nunca se habÃa puesto tan contento con los regalos que recibÃa todos los años, asà que debÃa de haber algo nuevo, y eso despertó la curiosidad de Harry.
-¿Qué pasa Ron?¿por qué tanto jaleo?
-¡Una... una... una...!¡no lo puedo creer, Harry!¡una...!
-¡Dilo ya!
-¡Una Nimbus 2.000!
-¿De quién es?
-De Fred y de George. En ese momento entraron en la habitación los gemelos.
-¡GRACIAS!-exclamó Ron muy emocionado, y se echó a sus brazos.
-¡Eh!¡no es para tanto, Ronnie!-dijo George intentando desprenderse de la lapa de su hermano. Ron continuó abriendo regalos con entusiasmo, como si pensase que iba a encontrar otra escoba entre ellos. Harry se levantó y también desenvolvió los primeros, con la supervisión de los dos Weasley.
-No Harry, asà no-decÃa Fred-con más furia, asÃ-despedazaba un papel con arbolitos de Navidad y corroboraba-¿ves? En el instante en el que Ron ya habÃa terminado de abrir o despedazar, los regalos y daba vueltas por la habitación sobre su escoba, entraron Hermione, Ginny y Viernes. Fred y George, que estaban al tanto de todo lo que le habÃa pasado a Harry con Hermione, miraron hacia otro lado, y, sin darse cuenta o (¿quién sabe?) a propósito, Fred silbó.
-Hola-saludó Ginny como si no supiera nada, algo que estaba claro que no era cierto-Feliz Navidad.
-Gracias por la camiseta, Ginny-dijo Ron levantando el regalo de su hermanita, una camiseta de los Chudley Cannons-. También me gusta mucho tu regalo, Hermione-añadió intentando romper la tensión que habÃa en aquel momento en la habitación-, siempre habÃa querido tener un bote de tinta invisible.
-De nada-agradeció Hermione con un hilo de voz. El silencio que habÃa en ese momento en el cuarto estaba empezando a hacerse insoportable para Harry; sus orejas estaban empezando a recalentarse, y para evitar ponerse colorado dijo:
-¿Desde cuando las chicas podéis entrar aqu�
-Desde que nos dio permiso Dumbledore ayer, pero sólo en Navidad cuando no haya mucha gente-dijo Viernes.
-¡Vale!-gritó Hermione furiosa-¡si te molesta que esté aquà me lo dices a la cara, intenta evitar las indirectas, ¿quieres, Harry?!
-¡Vale, pues no quiero que estés aquÃ, me molestas!
-¡Pues me voy!-abrió la puerta, Ginny y Viernes salieron, pero ella miró a Harry con un gesto de desagrado en la cara-. ¡Ah, y espero que te guste mi regalo!-y con un portazo abandonó la habitación.
-Te ama, Harry-dijo George muy seguro de la certeza de sus palabras.
-¿En serio lo crees?
-No. Y riéndose a carcajadas salió del cuarto con su hermano. Cuando Harry estaba algo más tranquilo, los gemelos abrieron la puerta, se asomaron y Fred puso la guinda al pastel.
-¡Ah!-dijo parodiando la cara que habÃa puesto Hermione al salir de la habitación-¡esperamos que te guste nuestro regalo!-dijo imitando la voz de enfado de la chica, y dio un portazo aún más fuerte que el de Hermione. Aunque no lo quiso admitir, eso le hizo a Harry mucha gracia.
-Eso, Harry, abre su regalo. Apuesto mil galeones a que es el nuevo libro de los Chudley Cannons. El regalo era rectangular, y bastante grueso. Harry despedazó el papel en el que estaba envuelto tal y como le habÃa enseñado Fred, y lo que vio le encantó. El Anuario de los Chudley Cannons era impresionante y mucho mejor que el antiguo.
-Te lo dije. Ahora abre el de Hermione.
-No, ni pensarlo.
-Harry, por favor, te estás comportando como un niño pequeño. Además, no me dejes con esa duda, y luego, si quieres, le dices que no te ha gustado!
-Está bien, pero sólo lo hago porque me lo has pedido tú. El envoltorio de el regalo era de tela, y, aunque lo deseaba, Harry no pudo romperlo. Desató el nudo de la cuerda que evitaba que se abriera, y la fina tela se deslizó al suelo y dejó al descubierto una cajita, cuando la destapó, los ojos de Harry se posaron en la pluma más bonita que habÃa visto nunca.
-¡Dios mÃo!¡no lo puedo creer!¡es una pluma de León Alado Asirio! En la caja habÃa algo más: un pequeño botecito que contenÃa lo que parecÃa tinta anaranjada.
-Mira, Harry, hay un sobre. Harry lo cogió, lo abrió y sacó un pedacito de pergamino en el que no ponÃa nada.
-Prueba a escribir algo en él-dijo Ron impaciente-, a lo mejor es como el diario de Voldemort. Harry cogió una pluma y un bote de tinta de su mochila y escribió: Hola, soy Harry.
-No pasa nada.
-¡Con la pluma de León Alado y la tinta, tonto!Hola, soy Harry.volvió a escribir, y efectivamente, como habÃa dicho Ron, la tinta desapareció, y en su lugar, con la hermosa caligrafÃa de Hermione se escribió: Hola, Harry, soy Hermione, ¿qué tal?.
-Mira, Ron, paso de tonterÃas. Si me tiene que decir algo que me lo diga a la cara. Ron no dijo nada. Por la noche, después de una cena silenciosa excluyendo a las risas de los gemelos, Harry y Ron decidieron irse a dormir, porque en la sala común las chicas cuchicheaban en un rincón mientras los observaban, y de vez cuando reÃan.
-No tengo sueño-declaró Harry-¿por qué no nos quedamos hablando un rato?
-SÃ, yo tampoco tengo sueño. La puerta se abrió de repente y las dos cabezas de los gemelos se asomaron.
-¿Os importa que pasemos la noche con vosotros?, Dumbledore ha dicho que hagamos lo que queramos-dijo George.
-Claro, pasad. Los dos Weasley extendieron por el suelo dos sacos verdes y se metieron en ellos.
-¿Qué, abriste el regalo de Hermione?-preguntó Fred muy interesado.
-SÃ, era una pluma de León Alado Asirio-respondió Ron.
-Oh...-dijo George.
-Seguro que aún no sabéis para que nos han pedido que traigamos bañadores, ¿me equivoco?-dijo Fred.
-¿Vosotros lo sabéis?
-Por supuesto, se lo hemos sacado hoy a Dumbledore-dijo George dándose importancia.
-Pero, me imagino, que no nos lo vais a contar-dijo Ron disgustado.
-Has dado en el clavo, Ronnie-dijo Fred. Al cabo de un rato todos se durmieron salvo Harry. Aunque estaba enfadado con ella, aún le seguÃa gustando Hermione. Sólo pensaba en la carta del regalo, y tenÃa muchÃsima curiosidad por saber que ponÃa en ella. Después de comprobar que los tres Weasley estaban dormidos profundamente, se acercó al cajón que tenÃa su mesita de noche, sacó de él la cajita, la abrió, sacó la pluma, la tinta y el pedazo de pergamino, y escribió con muy mal pulso a causa del nerviosismo: Hola, Hermione, soy yo otra vez, Harry.rápidamente desaparecieron las palabras y en su lugar se escribió:Hola, tengo que verte, baja a la sala común, te estaré esperando..Cogió la capa invisible por si le hacÃa falta y bajó la escalera de caracol apoyándose en la barandilla para no hacerla crujir demasiado. Efectivamente, Hermione lo esperaba en uno de los sofás.
-Ho...hola-tartamudeó Harry. La chica se dio la vuelta y lo miró, una sonrisa, como las que hacÃa tiempo no veÃa Harry se dibujó en su rostro-. ¿Qué querÃas?-se limitó a decir.
-Hablar contigo...
-¿De?
-Es que... no creo que por aquella tonterÃa no nos podamos hablar...
-¿Sabes?, para mà aquello no fue una tonterÃa... podÃas haber sido menos drástica...
-¡¿Qué crees que te podÃa haber dicho?!
-¡Pues... no lo sé... pero haberte inventado algo!
-¡Harry!, ¿cómo puedes decir tantas estupideces? Te aseguro que me pones de los nervios...-dijo levantándose y acercándose a él.
-¿Estupideces?, ¡JA!, ¡tú si que eres una estúpida!
-¡No lo aguanto más!¡me voy, Harry!¡estaba intentando arreglarlo, pero si tú no pones nada de tu parte no hay solución!¡BUENAS NOCHES!-dijo haciendo aspavientos con los brazos. Hermione se dio la vuelta y empezó a caminar hacia la habitación de las chicas. Harry no lo pensó, e instintivamente, casi sin darse cuenta, se habÃa interpuesto entre ella y la puerta, y, no sabÃa como lo habÃa hecho, pero en ese instante se hallaba besándola.
-Ha... Harry-dijo Hermione con una leve sonrisa separándose de él-yo... ya te dije que...-tragó saliva-. Creo que me voy a dormir, buenas noches-y se dirigió al cuarto de las chicas. De repente volvió a mirar a Harry, que, cabizbajo, andaba hacia la puerta de la escalera de caracol, se mordió el labio y añadió-: ah, Harry-este levantó la cabeza-el beso no ha estado nada mal-y abriendo la puerta subió a los dormitorios a todo prisa. Harry se quedó paralizado, luego se sonrió y también subió a su cuarto. Miró a Fred y George dormÃan agarrados a sus almohadas, al parecer contentos, no debÃan de estar teniendo pesadillas, y luego a Ron que tenÃa los ojos abiertos de par en par y lo observaba.
-¿Dónde has ido?-preguntó.
-A la sala común.
-¿Con Hermione?-dijo Ron mirando el sobre, que estaba en el suelo.
-SÃ, he hecho las paces con ella.
-Pues parecÃais muy enfadados...
-Ron, no te voy a mentir, veras, al principio lo estábamos, la verdad es que yo no tenÃa ninguna gana de hacer las paces, y estuve evitándolo a toda costa, Hermione se enfadó conmigo, pero... no sé como diantres ocurrió... pero la besé...
-¿Otra vez?
-SÃ, pero fue muy distinto... ella no se resistió en absoluto...
-Entonces... ¿estáis juntos?
-No... ¡bueno, no lo sé!... es que fue muy extraño... cuando nos separamos sólo dijo que se iba a dormir... y que le habÃa gustado el beso... pero la verdad es que no tengo la menor idea de lo que querÃa decir.
-Está indecisa-dijo uno de los gemelos, que se estaban haciendo los dormidos-, no sabe si le gustas-era Fred.
-Tiene razón-ese era George-, al principio, cuando te declaraste, no le gustabas, pero me parece que ahora...
-No está segura de ello.
-¿Habéis escuchado toda la conversación?-dijo Harry rabioso.
-SÃ, te oÃmos bajar. Somos los únicos Weasley que se despiertan por nada, los demás duermen como troncos... claro, que luego está mi querido hermanito Ronnie, aquà presente, que se despierta con el menor ruido, pero sólo a veces-explicó Fred. Harry les hizo prometer a los tres que no se lo contarÃan a nadie. Se durmió algo enfadado, pero los gemelos le caÃan muy bien, y no le disgustaba que lo supieran.
