XVº capÃtulo        La fiesta en el lago
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Harry prefirió olvidarlo todo, como si no hubiera pasado nada, le ^seguÃa gustando Hermione, sÃ, pero intentarÃa no acordarse de ^ello a menudo. Dean Thomas, mientras, suspiraba en las clases  de Alquimia, y prestaba más atención a la profesora O´Conell  que a ningún otro maestro, ni siquiera a Lupin. Este, cada  veintiocho dÃas, se ausentaba de las clases debido a su  problema de licantropÃa, y las impartÃa Snape, algo que resultaba  a Harry más agradable otros años, ya que el profesor le hacÃa la  vida imposible a su antiguo alumno predilecto, Draco Malfoy. Viernes se habÃa tenido que ir a su casa por problemas personales, y no volverÃa hasta transcurridos veinte dÃas más o  menos, y Hermione pasaba mucho más tiempo con Harry y con  Ron, cuando no estaba en la biblioteca estudiando o sumergida  en algún libro de los que ella consideraba interesantes. El partido de quidditch contra Slytherin se celebrarÃa pronto, y  Fred y Angelina habÃan empezado a preparar a los jugadores.  Todos los dÃas de siete a nueve y media entrenaban en el  campo de quidditch a quince metros del suelo. Angelina y Fred,  que conocÃan el juego sucio de los del equipo de Slytherin,  habÃan mandado George que les tirara a ellos las budglers lo más fuerte que pudiera, para ir acostumbrándose a los golpes. Harry  recibió uno tan recio en la espinilla que tuvo un cardenal el  resto del trimestre. Una tarde, los tres amigos decidieron ir a visitar a Hagrid,  porque hacÃan mucho tiempo que no lo veÃan, ni siquiera en las  clases de Cuidado de Criaturas Mágicas, que las estaba  impartiendo Lupin, y cuando este se sentÃa incapaz de enseñar  la asignatura, se encargaba de ello la profesora Sprout.
Las ventanas están cerradas-se fijó Hermione. Harry, Ron y Hermione aceleraron el paso, y cuando llegaron a la  puerta de la cabaña oyeron a Fang, el perro jabalinero de  Hagrid, ladrar frenéticamente, como si hiciera mucho tiempo desde la última vez que salió a pasear. Con un suave movimiento de varita, Hermione forzó la  cerradura, y los chicos tuvieron que echarse hacia atrás para que la puerta no se estrellase contra ellos al ser empujada por  Fang. El perro saltó encima de Ron, lo derribó, y lo lamió como si  le hubiera salvado al vida.
¡Eh!-se quejó Hermione-, ¡yo he abierto la puerta, no tú!
¿PreferirÃas estar en mi lugar?-dijo Ron siendo llenado de babas  por un lametazo de Fang. Harry entró en la cabaña asustado, con unos cuantos  movimientos de varita descorrió las cortinas, y dejó al  descubierto miles de fotos con movimiento del guardabosques.  Ron y Hermione entraron.
¡Gigantes!-exclamó Ron-¡mira Harry, Hagrid ha estado o está  con gigantes!- dijo señalando unas fotos que habÃa en una  vitrina. Harry agarró una de ellas y la observó.
¡Madam Maxime!¡Ron, Hermione, la directora de Beauxbatons!
¿Eso quiere decir que Hagrid está con los gigantes?
SÃ, o eso creo... parece muy feliz, miradle...
Quizás no vuelva más a Hogwarts...-especuló Ron.
No... no lo creo... volverá-dijo dudosa Hermione.
Vámonos, venga, yo tengo que entrenar y vosotros tenéis que  hacer deberes...
Pero... Harry, ¿y Fang?-dijo Ron acariciando la cabeza del  perro, que en esos momentos gemÃa con lástima.
Le pediremos permiso a Dumbledore para darle de comer y  sacarlo a pasear nosotros. Los tres amigos abandonaron la casa apenados. Harry notó como una lágrima resbalaba por su mejilla, Hermione  la secó, y Ron le pasó un brazo por encima para consolarlo. Hagrid le habÃa revelado a Harry que era un mago, le habÃa  puesto un rabito de cerdo a Dudley, habÃa asustado a tÃo  Vernon y a tÃa Petunia, y lo habÃa acompañado al callejón  Diagon a comprar todos los útiles para empezar primer curso en  Hogwarts. Harry no podÃa soportar que se marchara, la sola idea  de no volver a ver a su amigo el guardabosques le hacÃa llorar.  Lo apreciaba mucho, pero si él estaba feliz con los gigantes...  Por un lado, Harry preferÃa que se quedara allÃ, con el amor de  su vida, Madam Maxime, pero por otro añoraba su voz afable y  sus agrandes manos...  Ese mismo dÃa, por la noche, en el Gran Comedor, mientras  todos los docentes cenaban, Dumbledore se puso en pie, como  hacÃa siempre que tenÃa que dar una buena noticia, en la mesa  de los profesores, y empezó a hablar.
Queridos alumnos, supongo que todos os preguntaréis para qué  os hemos hecho traer un bañador a Hogwarts, con el frÃo que  hace normalmente, pues hoy os voy a aclarar las dudas, el  próximo fin de semana los profesores calentaremos mágicamente  el agua del lago para que os podáis bañar- Hermione levantó la  mano-. ¿SÃ, Hermione?
Los animales del lago, como el calmar gigante... ¿qué ocurrirá  con ellos?
Tranquila, el lago tiene un pasadizo subacuático por el que se  llega a una presa, allà estarán mientras vosotros disfrutáis en el  agua. Habrá bebida y comida para los que prefieran quedarse en  tierra firme. Harry ya se habÃa bañado en el lago el año anterior debido a una  prueba que tuvo que pasar en le Torneo de los Tres Magos. Estaban a miércoles, y todos los chicos del colegio pasaron el jueves y el viernes pensando en a fiesta, y se olvidaron de  otras preocupaciones. El sábado por la mañana Ron despertó a Harry a las siete en  punto, estaba muy nervioso. HabrÃa y cerraba los puños  continuamente, mientras Harry se vestÃa y se arreglaba. Se  puso el bañador bajo los pantalones, como su amigo. Cuando estuvo listo, los dos bajaron a la sala común, era demasiado  temprano para desayunar. Ron estaba algo más tranquilo  cuando a las ocho y media se sentaron en la mesa de Griffindor  a desayunar. Hermione llegó unos minutos después, y se sentó  junto a Lee Jordan.
¿No estáis deseando meteros en el agua?-preguntó Lee.
¡Por supuesto!-dijo Ron eufórico.
¿Y tú, Harry, que te ha parecido la idea de Dumbledore?
Sabes, Lee-dijo Ron antes de que a Harry le diera tiempo a  pronunciar una sola palabra-, a Harry lo que le gusta es que el  agua esté tibia, ¿verdad que sÃ, Hermione?-bromeó Ron con  malicia. Hermione reÃa con ganas mientras Harry se hundÃa en la silla  avergonzado.
Sois los dos muy graciosos, sobre todo tú Ron-le dijo con  sarcasmo a Ron, que le susurraba a Lee Jordan lo que le habÃan  hecho a Harry él y Hermione en el baño de los prefectos. Lee  soltó una risita, se puso en pie y miró a Harry.
Os pasasteis un poco... dirÃa yo. La risa de Ron y de Hermione se paralizó lentamente. Hermione  miró a Harry y le sonrió, y Ron le dio unas cuantas palmaditas  en la espalda.
Los siento-dijeron a coro, y eso hizo a Harry sonreÃr de nuevo. Después de desayunar volvieron a la sala común e hicieron  todos los deberes que les habÃan mandado para no tener que  preocuparse por ellos el resto del fin de semana. Harry y Ron  subieron al cuarto de los chicos y Hermione al de las chicas a coger cada uno su toalla. Saliendo del castillo vieron como, en la orilla del lago, Pansy Parkinson corrÃa detrás de Malfoy. Fred y George se unieron a ellos, con Lee Jordan, y andando  tranquilamente llegaron hasta el lago. La música de las brujas de  Macbeth se oÃa por todos lados, como si unos altavoces  invisibles los rodearan. Los profesores lo habÃan preparado todo  bastante bien. Extendieron las toallas por el suelo, y, se disponÃan a entrar en  el agua, cuando Dumbledore pasó corriendo y salpicándolos de  agua por su lado.
¡No huyas Remus Lupin, pagarás por haberme tirado un  merengue a la cara!- berreaba alegremente. Lupin se sumergÃa en el agua, y asomaba de vez en cuando para  hacerle burla al director. A Harry le hubiera gustado que Hagrid estuviera allÃ.
¡Vamos Harry!-gritaron Ron y Hermione tirando de él por la  manos hacia el agua.
¡Ya voy, ya voy!-dijo corriendo con dificultad debido a que el  agua ya le llegaba por la cintura. Ron y Hermione lo soltaron, y se fueron cada uno por su lado. Harry se tumbó en el agua, haciendo el muerto, y cerró los ojos.  No querÃa nadar, el nunca habÃa aprendido. Cuando tuvo que  pasar aquella prueba del Torneo de los Tres Magos, Dobby, el  elfo doméstico, le habÃa proporcionado unas algas para que le  salieran membranas en las manos, y agallas en el cuello. Una mano lo hundió en el agua empujándolo por la barriga y deshaciéndole todos los pensamientos. Harry se puso en pie y  se encontró a Malfoy junto a él.
Hola, Potter, cuanto tiempo sin hablarnos-dijo con su forma  habitual de arrastrar las palabras. Echó un vistazo a los  profesores y continuó-: me he fijado en que este curso has  disfrutado más que otros en las clases de Pociones, ¿eh?
SÃ, porque tu querido profesor ya no te protegÃa-dijo Harry sin  miedo alguno.
Ah... claro, el viejo Snape, mi padre dice que este verano lo ha  pasado verdaderamente mal con El Señor Tenebroso...-Harry le  dirigió a su pálido enemigo una frÃa mirada-. ¿TodavÃa sigues  juntándote con la sangre sucia y el desgraciado? El por qué lo hizo, no lo sabÃa... o... bueno, sÃ, habÃa insultado a sus amigos, y hablaba de Voldemort como si que hubiera  regresado al poder fuera lo más normal del mundo. Lo que ocurrió después del puñetazo en el ojo, fueron una  sucesión de golpes. En aquella lucha no podÃan utilizar la varita, más que nada porque no la tenÃan a mano, si no hubiera sido  asÃ... En el despacho de Dumbledore, Malfoy y Harry aguantaban una  reprimenda del director cabizbajos, en bañador, mojados, y  heridos; el ojo morado de Malfoy no tenÃa comparación con los  dos negros de Harry. La sangre que salÃa del labio reventado de  Harry no tenÃa semejanza alguna con la nariz partida y  sangrienta de Malfoy. La uña arrancada de Malfoy la habÃa  pagado Harry con una muñeca abierta... Todos eso daños los  habÃan sufrido en el agua, si aquella pelea hubiera sido en tierra  firme podrÃan haberse hecho mucho más daño, Harry no podÃa  negar eso, pero es que, Malfoy se habÃa metido con sus amigos.  Eso mismo fue lo que le dijo a Dumbledore. Mientras Malfoy, después de la acusación de Harry, intentaba  explicarse, entró Snape, también en bañador, abriendo la puerta  bruscamente.
¡TÚ!-bramó señalando con rabia a Malfoy, que no se inmutó- ¡ERES IGUALITO A TU PADRE, SÃ"LO UN RASTRERO!
¡Vamos, Severus, cálmate!-dijo la profesora McGonagall  entrando tras de Snape, vistiendo un traje de baño algo  anticuado-¡sólo es un niño!
¡Pero mÃralo, Minerva, mira sus ojos, no le molesta en absoluto  lo que le estoy diciendo!
Bueno, chicos, me temo que se le restarán cincuenta puntos a  cada casa por vuestra conducta-dijo Dumbledore-, pero no os  voy a prohibir volver al lago, como sé que os estáis temiendo,  ahora bien, no lo volváis a hacer. Podéis iros. Harry y Malfoy salieron del despacho. Malfoy regresó al lago,  pero Harry esperó un poco. Snape estaba algo más tranquilo,  pero berreaba, y la profesora McGonagall continuaba intentando  tranquilizarlo. Mientras caminaba por los pasillos se cruzó con Nick Casi  Decapitado.
¿Qué tal Nick?
Bien...-pronunció melancólico-, han vuelto a rechazar mi  solicitud para entrar al Club de Cazadores sin Cabeza...
Quizás Dumbledore pueda arreglar lo de tu cuello con un poco  de magia, ¿por qué no se lo preguntas?-sugirió Harry.
Hombre... pues sÃ, no se me habÃa ocurrido... ¡nos vemos! Harry regresó al lago después de pasarse por la enfermerÃa para  que la señora Pomfrey le curara la muñeca, le dolÃa bastante.  Anduvo por pasillos un buen rato frotándose la muñeca, y con  frÃo, porque, aunque el agua del lago estaba templada, en el colegio seguÃa haciendo frÃo, y él estaba en bañador, sin siquiera  una toalla. Cuando llegó a la orilla del lago, Hermione y Ron se le  acercaron.
Harry, cuéntanos lo que ocurrió exactamente, que han  empezado a circular rumores muy extraños-dijo Ron agitando la  mano.
¡Oh, Ron!, no te preocupes ahora por eso, Harry, ¿tú qué tal  estás?, estaba preocupada...
Sólo fue una pelea porque se metió con vosotros, no ha sido  nada...
¡Pero mira tu labio, Harry, te lo ha reventado, todavÃa sangra!- dijo Hermione exaltada, y con sus suaves dedos limpió con  dulzura la sangre.
En serio, no os preocupéis, estoy bien... Ahora, ¿podemos ir a  darnos un baño, por favor?, me gustarÃa que me enseñaseis a  nadar. Asà lo hicieron, y unos minutos antes de que Dumbledore les  avisara de que ya era la hora de almorzar, Harry nadaba a crol  casi como un experto. Sus amigos le habÃan enseñado bastante  bien. En el Gran Comedor todo el mundo parloteaba sobre lo bien que  se lo habÃa pasado nadando, buceando o jugando. Por pura curiosidad, Harry miró a la mesa de Slytherin. Malfoy se  daba aires de grandeza.
¿Pero quién diantres se cree que es?-murmuró Harry a Ron, el  cual, echó un vistazo a la mesa de Malfoy.
Ya sabes que sólo es un Slytherin, no le des demasiada  importancia.
Pero es que por su maldita culpa Griffindor ha perdido  cincuenta puntos.
¡Eh!, Harry, tú fuiste el que le dio el puñetazo-dijo Hermione.
¿Ahora lo defiendes?
No, pero tengo razón-y continuó comiéndose su pedazo de  pastel de carne.
A veces la odio... te lo aseguro, Harry-dijo Ron mirando a  Hermione-, cuando empieza a hacerse la importante es que...  ¡oh! Los gemelos llegaron en ese instante, y se sentaron junto a  ellos. Harry, Ron y Hermione no hablaban en absoluto. Fred miró  a George, y le guiñó el ojo. Luego George abrió la boca y dijo:
¿Qué?¿otra vez peleados? Harry levantó la cabeza y lo miró, le dirigió una sonrisa  sarcástica y siguió comiendo. Dumbledore les habÃa prohibido bañarse sin haber transcurrido  una hora desde que hubieran comido, si lo intentaban les crecerÃa una barba blanca, como a los que, el año anterior,  intentaron cruzar la barrera de la edad para echar su nombre en  el Cáliz de Fuego. En esa hora en la que no pudieron bañarse, Harry, Ron y  Hermione se tumbaron en la orilla. Un espléndido sol brillaba en  el cielo, y una canción lenta de Las Brujas de Macbeth resonaba  por todos lados, y los adormecÃa. A Harry se le cerraban los  párpados poco a poco, al igual que a Ron y a Hermione, pero no  se dormÃan. Se podrÃa decir que estaban soñando despiertos,  pero es que no estaban soñando, simplemente, estaban...  reposando la comida. En ese estado, no se daban cuenta de  que el tiempo pasaba, y cuando menos se lo esperaban, las  voces de los gemelos y de Lee Jordan los sacaron de su  aturdimiento.
¡Eh, dormilones, que ya ha pasado una hora!-gritó Lee. Harry abrió los ojos y vio como un chorro de agua les caÃa  encima.
¡Ah!-gritó Hermione a recibir el aguan helada por todo su  cuerpo. Ron la habÃa visto a tiempo y se habÃa quitado de en medio,  pero a Hermione no, y Harry habÃa pensado que estaba  calentita, como la del lago. Fred, George y Lee, habÃan llenado  un cubo de agua de cualquier grifo de Hogwarts, y estaba congelada. Hermione se levantó a toda velocidad y empezó a perseguir a George hacia el lago. Harry, Ron, Fred y Lee los siguieron más  despacio. Fred aún reÃa.
Se lo ha tomado demasiado mal-dijo entre risas.
Si te tirara un cubo de agua helada encima tú harÃas lo mismo- dijo Ron-, o incluso algo peor. Pasaron la tarde jugueteando en el lago. HacÃan carreras, concursos de aguantar la respiración, y otros diversos juegos.  Los más originales se le ocurrieron a Fred, a George o a Lee,  aunque a veces eran algo agresivos, como por ejemplo el de:
¡¿Jugamos a ¿a ver quién se rinde primero??!-propuso  Fred frotándose las manos.
¿Cómo se juega a eso?
Verás, es muy sencillo, tenemos que ir a un sitio en el que no  hagamos pie, y alguien tiene que intentar hundirle la cabeza al  contrario en el agua, y que el otro se rinda cuando no pueda  aguantar la respiración más, y viceversa-explicó claramente  George. Todos aceptaron. En la final quedaron Fred y George, como era  de suponer, y se rindieron a la vez asà que quedaron los dos  campeones.
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Harry prefirió olvidarlo todo, como si no hubiera pasado nada, le ^seguÃa gustando Hermione, sÃ, pero intentarÃa no acordarse de ^ello a menudo. Dean Thomas, mientras, suspiraba en las clases  de Alquimia, y prestaba más atención a la profesora O´Conell  que a ningún otro maestro, ni siquiera a Lupin. Este, cada  veintiocho dÃas, se ausentaba de las clases debido a su  problema de licantropÃa, y las impartÃa Snape, algo que resultaba  a Harry más agradable otros años, ya que el profesor le hacÃa la  vida imposible a su antiguo alumno predilecto, Draco Malfoy. Viernes se habÃa tenido que ir a su casa por problemas personales, y no volverÃa hasta transcurridos veinte dÃas más o  menos, y Hermione pasaba mucho más tiempo con Harry y con  Ron, cuando no estaba en la biblioteca estudiando o sumergida  en algún libro de los que ella consideraba interesantes. El partido de quidditch contra Slytherin se celebrarÃa pronto, y  Fred y Angelina habÃan empezado a preparar a los jugadores.  Todos los dÃas de siete a nueve y media entrenaban en el  campo de quidditch a quince metros del suelo. Angelina y Fred,  que conocÃan el juego sucio de los del equipo de Slytherin,  habÃan mandado George que les tirara a ellos las budglers lo más fuerte que pudiera, para ir acostumbrándose a los golpes. Harry  recibió uno tan recio en la espinilla que tuvo un cardenal el  resto del trimestre. Una tarde, los tres amigos decidieron ir a visitar a Hagrid,  porque hacÃan mucho tiempo que no lo veÃan, ni siquiera en las  clases de Cuidado de Criaturas Mágicas, que las estaba  impartiendo Lupin, y cuando este se sentÃa incapaz de enseñar  la asignatura, se encargaba de ello la profesora Sprout.
Las ventanas están cerradas-se fijó Hermione. Harry, Ron y Hermione aceleraron el paso, y cuando llegaron a la  puerta de la cabaña oyeron a Fang, el perro jabalinero de  Hagrid, ladrar frenéticamente, como si hiciera mucho tiempo desde la última vez que salió a pasear. Con un suave movimiento de varita, Hermione forzó la  cerradura, y los chicos tuvieron que echarse hacia atrás para que la puerta no se estrellase contra ellos al ser empujada por  Fang. El perro saltó encima de Ron, lo derribó, y lo lamió como si  le hubiera salvado al vida.
¡Eh!-se quejó Hermione-, ¡yo he abierto la puerta, no tú!
¿PreferirÃas estar en mi lugar?-dijo Ron siendo llenado de babas  por un lametazo de Fang. Harry entró en la cabaña asustado, con unos cuantos  movimientos de varita descorrió las cortinas, y dejó al  descubierto miles de fotos con movimiento del guardabosques.  Ron y Hermione entraron.
¡Gigantes!-exclamó Ron-¡mira Harry, Hagrid ha estado o está  con gigantes!- dijo señalando unas fotos que habÃa en una  vitrina. Harry agarró una de ellas y la observó.
¡Madam Maxime!¡Ron, Hermione, la directora de Beauxbatons!
¿Eso quiere decir que Hagrid está con los gigantes?
SÃ, o eso creo... parece muy feliz, miradle...
Quizás no vuelva más a Hogwarts...-especuló Ron.
No... no lo creo... volverá-dijo dudosa Hermione.
Vámonos, venga, yo tengo que entrenar y vosotros tenéis que  hacer deberes...
Pero... Harry, ¿y Fang?-dijo Ron acariciando la cabeza del  perro, que en esos momentos gemÃa con lástima.
Le pediremos permiso a Dumbledore para darle de comer y  sacarlo a pasear nosotros. Los tres amigos abandonaron la casa apenados. Harry notó como una lágrima resbalaba por su mejilla, Hermione  la secó, y Ron le pasó un brazo por encima para consolarlo. Hagrid le habÃa revelado a Harry que era un mago, le habÃa  puesto un rabito de cerdo a Dudley, habÃa asustado a tÃo  Vernon y a tÃa Petunia, y lo habÃa acompañado al callejón  Diagon a comprar todos los útiles para empezar primer curso en  Hogwarts. Harry no podÃa soportar que se marchara, la sola idea  de no volver a ver a su amigo el guardabosques le hacÃa llorar.  Lo apreciaba mucho, pero si él estaba feliz con los gigantes...  Por un lado, Harry preferÃa que se quedara allÃ, con el amor de  su vida, Madam Maxime, pero por otro añoraba su voz afable y  sus agrandes manos...  Ese mismo dÃa, por la noche, en el Gran Comedor, mientras  todos los docentes cenaban, Dumbledore se puso en pie, como  hacÃa siempre que tenÃa que dar una buena noticia, en la mesa  de los profesores, y empezó a hablar.
Queridos alumnos, supongo que todos os preguntaréis para qué  os hemos hecho traer un bañador a Hogwarts, con el frÃo que  hace normalmente, pues hoy os voy a aclarar las dudas, el  próximo fin de semana los profesores calentaremos mágicamente  el agua del lago para que os podáis bañar- Hermione levantó la  mano-. ¿SÃ, Hermione?
Los animales del lago, como el calmar gigante... ¿qué ocurrirá  con ellos?
Tranquila, el lago tiene un pasadizo subacuático por el que se  llega a una presa, allà estarán mientras vosotros disfrutáis en el  agua. Habrá bebida y comida para los que prefieran quedarse en  tierra firme. Harry ya se habÃa bañado en el lago el año anterior debido a una  prueba que tuvo que pasar en le Torneo de los Tres Magos. Estaban a miércoles, y todos los chicos del colegio pasaron el jueves y el viernes pensando en a fiesta, y se olvidaron de  otras preocupaciones. El sábado por la mañana Ron despertó a Harry a las siete en  punto, estaba muy nervioso. HabrÃa y cerraba los puños  continuamente, mientras Harry se vestÃa y se arreglaba. Se  puso el bañador bajo los pantalones, como su amigo. Cuando estuvo listo, los dos bajaron a la sala común, era demasiado  temprano para desayunar. Ron estaba algo más tranquilo  cuando a las ocho y media se sentaron en la mesa de Griffindor  a desayunar. Hermione llegó unos minutos después, y se sentó  junto a Lee Jordan.
¿No estáis deseando meteros en el agua?-preguntó Lee.
¡Por supuesto!-dijo Ron eufórico.
¿Y tú, Harry, que te ha parecido la idea de Dumbledore?
Sabes, Lee-dijo Ron antes de que a Harry le diera tiempo a  pronunciar una sola palabra-, a Harry lo que le gusta es que el  agua esté tibia, ¿verdad que sÃ, Hermione?-bromeó Ron con  malicia. Hermione reÃa con ganas mientras Harry se hundÃa en la silla  avergonzado.
Sois los dos muy graciosos, sobre todo tú Ron-le dijo con  sarcasmo a Ron, que le susurraba a Lee Jordan lo que le habÃan  hecho a Harry él y Hermione en el baño de los prefectos. Lee  soltó una risita, se puso en pie y miró a Harry.
Os pasasteis un poco... dirÃa yo. La risa de Ron y de Hermione se paralizó lentamente. Hermione  miró a Harry y le sonrió, y Ron le dio unas cuantas palmaditas  en la espalda.
Los siento-dijeron a coro, y eso hizo a Harry sonreÃr de nuevo. Después de desayunar volvieron a la sala común e hicieron  todos los deberes que les habÃan mandado para no tener que  preocuparse por ellos el resto del fin de semana. Harry y Ron  subieron al cuarto de los chicos y Hermione al de las chicas a coger cada uno su toalla. Saliendo del castillo vieron como, en la orilla del lago, Pansy Parkinson corrÃa detrás de Malfoy. Fred y George se unieron a ellos, con Lee Jordan, y andando  tranquilamente llegaron hasta el lago. La música de las brujas de  Macbeth se oÃa por todos lados, como si unos altavoces  invisibles los rodearan. Los profesores lo habÃan preparado todo  bastante bien. Extendieron las toallas por el suelo, y, se disponÃan a entrar en  el agua, cuando Dumbledore pasó corriendo y salpicándolos de  agua por su lado.
¡No huyas Remus Lupin, pagarás por haberme tirado un  merengue a la cara!- berreaba alegremente. Lupin se sumergÃa en el agua, y asomaba de vez en cuando para  hacerle burla al director. A Harry le hubiera gustado que Hagrid estuviera allÃ.
¡Vamos Harry!-gritaron Ron y Hermione tirando de él por la  manos hacia el agua.
¡Ya voy, ya voy!-dijo corriendo con dificultad debido a que el  agua ya le llegaba por la cintura. Ron y Hermione lo soltaron, y se fueron cada uno por su lado. Harry se tumbó en el agua, haciendo el muerto, y cerró los ojos.  No querÃa nadar, el nunca habÃa aprendido. Cuando tuvo que  pasar aquella prueba del Torneo de los Tres Magos, Dobby, el  elfo doméstico, le habÃa proporcionado unas algas para que le  salieran membranas en las manos, y agallas en el cuello. Una mano lo hundió en el agua empujándolo por la barriga y deshaciéndole todos los pensamientos. Harry se puso en pie y  se encontró a Malfoy junto a él.
Hola, Potter, cuanto tiempo sin hablarnos-dijo con su forma  habitual de arrastrar las palabras. Echó un vistazo a los  profesores y continuó-: me he fijado en que este curso has  disfrutado más que otros en las clases de Pociones, ¿eh?
SÃ, porque tu querido profesor ya no te protegÃa-dijo Harry sin  miedo alguno.
Ah... claro, el viejo Snape, mi padre dice que este verano lo ha  pasado verdaderamente mal con El Señor Tenebroso...-Harry le  dirigió a su pálido enemigo una frÃa mirada-. ¿TodavÃa sigues  juntándote con la sangre sucia y el desgraciado? El por qué lo hizo, no lo sabÃa... o... bueno, sÃ, habÃa insultado a sus amigos, y hablaba de Voldemort como si que hubiera  regresado al poder fuera lo más normal del mundo. Lo que ocurrió después del puñetazo en el ojo, fueron una  sucesión de golpes. En aquella lucha no podÃan utilizar la varita, más que nada porque no la tenÃan a mano, si no hubiera sido  asÃ... En el despacho de Dumbledore, Malfoy y Harry aguantaban una  reprimenda del director cabizbajos, en bañador, mojados, y  heridos; el ojo morado de Malfoy no tenÃa comparación con los  dos negros de Harry. La sangre que salÃa del labio reventado de  Harry no tenÃa semejanza alguna con la nariz partida y  sangrienta de Malfoy. La uña arrancada de Malfoy la habÃa  pagado Harry con una muñeca abierta... Todos eso daños los  habÃan sufrido en el agua, si aquella pelea hubiera sido en tierra  firme podrÃan haberse hecho mucho más daño, Harry no podÃa  negar eso, pero es que, Malfoy se habÃa metido con sus amigos.  Eso mismo fue lo que le dijo a Dumbledore. Mientras Malfoy, después de la acusación de Harry, intentaba  explicarse, entró Snape, también en bañador, abriendo la puerta  bruscamente.
¡TÚ!-bramó señalando con rabia a Malfoy, que no se inmutó- ¡ERES IGUALITO A TU PADRE, SÃ"LO UN RASTRERO!
¡Vamos, Severus, cálmate!-dijo la profesora McGonagall  entrando tras de Snape, vistiendo un traje de baño algo  anticuado-¡sólo es un niño!
¡Pero mÃralo, Minerva, mira sus ojos, no le molesta en absoluto  lo que le estoy diciendo!
Bueno, chicos, me temo que se le restarán cincuenta puntos a  cada casa por vuestra conducta-dijo Dumbledore-, pero no os  voy a prohibir volver al lago, como sé que os estáis temiendo,  ahora bien, no lo volváis a hacer. Podéis iros. Harry y Malfoy salieron del despacho. Malfoy regresó al lago,  pero Harry esperó un poco. Snape estaba algo más tranquilo,  pero berreaba, y la profesora McGonagall continuaba intentando  tranquilizarlo. Mientras caminaba por los pasillos se cruzó con Nick Casi  Decapitado.
¿Qué tal Nick?
Bien...-pronunció melancólico-, han vuelto a rechazar mi  solicitud para entrar al Club de Cazadores sin Cabeza...
Quizás Dumbledore pueda arreglar lo de tu cuello con un poco  de magia, ¿por qué no se lo preguntas?-sugirió Harry.
Hombre... pues sÃ, no se me habÃa ocurrido... ¡nos vemos! Harry regresó al lago después de pasarse por la enfermerÃa para  que la señora Pomfrey le curara la muñeca, le dolÃa bastante.  Anduvo por pasillos un buen rato frotándose la muñeca, y con  frÃo, porque, aunque el agua del lago estaba templada, en el colegio seguÃa haciendo frÃo, y él estaba en bañador, sin siquiera  una toalla. Cuando llegó a la orilla del lago, Hermione y Ron se le  acercaron.
Harry, cuéntanos lo que ocurrió exactamente, que han  empezado a circular rumores muy extraños-dijo Ron agitando la  mano.
¡Oh, Ron!, no te preocupes ahora por eso, Harry, ¿tú qué tal  estás?, estaba preocupada...
Sólo fue una pelea porque se metió con vosotros, no ha sido  nada...
¡Pero mira tu labio, Harry, te lo ha reventado, todavÃa sangra!- dijo Hermione exaltada, y con sus suaves dedos limpió con  dulzura la sangre.
En serio, no os preocupéis, estoy bien... Ahora, ¿podemos ir a  darnos un baño, por favor?, me gustarÃa que me enseñaseis a  nadar. Asà lo hicieron, y unos minutos antes de que Dumbledore les  avisara de que ya era la hora de almorzar, Harry nadaba a crol  casi como un experto. Sus amigos le habÃan enseñado bastante  bien. En el Gran Comedor todo el mundo parloteaba sobre lo bien que  se lo habÃa pasado nadando, buceando o jugando. Por pura curiosidad, Harry miró a la mesa de Slytherin. Malfoy se  daba aires de grandeza.
¿Pero quién diantres se cree que es?-murmuró Harry a Ron, el  cual, echó un vistazo a la mesa de Malfoy.
Ya sabes que sólo es un Slytherin, no le des demasiada  importancia.
Pero es que por su maldita culpa Griffindor ha perdido  cincuenta puntos.
¡Eh!, Harry, tú fuiste el que le dio el puñetazo-dijo Hermione.
¿Ahora lo defiendes?
No, pero tengo razón-y continuó comiéndose su pedazo de  pastel de carne.
A veces la odio... te lo aseguro, Harry-dijo Ron mirando a  Hermione-, cuando empieza a hacerse la importante es que...  ¡oh! Los gemelos llegaron en ese instante, y se sentaron junto a  ellos. Harry, Ron y Hermione no hablaban en absoluto. Fred miró  a George, y le guiñó el ojo. Luego George abrió la boca y dijo:
¿Qué?¿otra vez peleados? Harry levantó la cabeza y lo miró, le dirigió una sonrisa  sarcástica y siguió comiendo. Dumbledore les habÃa prohibido bañarse sin haber transcurrido  una hora desde que hubieran comido, si lo intentaban les crecerÃa una barba blanca, como a los que, el año anterior,  intentaron cruzar la barrera de la edad para echar su nombre en  el Cáliz de Fuego. En esa hora en la que no pudieron bañarse, Harry, Ron y  Hermione se tumbaron en la orilla. Un espléndido sol brillaba en  el cielo, y una canción lenta de Las Brujas de Macbeth resonaba  por todos lados, y los adormecÃa. A Harry se le cerraban los  párpados poco a poco, al igual que a Ron y a Hermione, pero no  se dormÃan. Se podrÃa decir que estaban soñando despiertos,  pero es que no estaban soñando, simplemente, estaban...  reposando la comida. En ese estado, no se daban cuenta de  que el tiempo pasaba, y cuando menos se lo esperaban, las  voces de los gemelos y de Lee Jordan los sacaron de su  aturdimiento.
¡Eh, dormilones, que ya ha pasado una hora!-gritó Lee. Harry abrió los ojos y vio como un chorro de agua les caÃa  encima.
¡Ah!-gritó Hermione a recibir el aguan helada por todo su  cuerpo. Ron la habÃa visto a tiempo y se habÃa quitado de en medio,  pero a Hermione no, y Harry habÃa pensado que estaba  calentita, como la del lago. Fred, George y Lee, habÃan llenado  un cubo de agua de cualquier grifo de Hogwarts, y estaba congelada. Hermione se levantó a toda velocidad y empezó a perseguir a George hacia el lago. Harry, Ron, Fred y Lee los siguieron más  despacio. Fred aún reÃa.
Se lo ha tomado demasiado mal-dijo entre risas.
Si te tirara un cubo de agua helada encima tú harÃas lo mismo- dijo Ron-, o incluso algo peor. Pasaron la tarde jugueteando en el lago. HacÃan carreras, concursos de aguantar la respiración, y otros diversos juegos.  Los más originales se le ocurrieron a Fred, a George o a Lee,  aunque a veces eran algo agresivos, como por ejemplo el de:
¡¿Jugamos a ¿a ver quién se rinde primero??!-propuso  Fred frotándose las manos.
¿Cómo se juega a eso?
Verás, es muy sencillo, tenemos que ir a un sitio en el que no  hagamos pie, y alguien tiene que intentar hundirle la cabeza al  contrario en el agua, y que el otro se rinda cuando no pueda  aguantar la respiración más, y viceversa-explicó claramente  George. Todos aceptaron. En la final quedaron Fred y George, como era  de suponer, y se rindieron a la vez asà que quedaron los dos  campeones.
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