XVIº capÃtulo          Ronald Weasley, el experimentadoÂ
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 Llevaba desde que se habÃa levantado mirándolo con cara de  extrañado, de vez en cuando, Harry, mientras hojeaba el  Anuario de los Chudley Cannons, en la sala común, miraba a Ron  de reojo, por si ya habÃa parado de observarlo de aquella  manera tan extraña, pero no era asÃ. ¿Qué le sucedÃa a Ron?, la  duda de Harry serÃa aclarada pronto. Era muy temprano, Harry  no habÃa mirado la hora, estaba lloviendo, y la profesora  McGonagall les habÃa dicho a los de Griffindor que no se podrÃan  bañar hasta que se les avisara lo contrario. Por lo visto, los  profesores estaban conjurando un encantamiento para que los  rayos de la tormenta no cayeran en el lago. De todas formas,  Harry llevaba el bañador bajo los vaqueros. En el libro, los cazadores de los Cannons atrapaban la quaffle, los golpeadores golpeaban las budglers, y el buscador recorrÃa  todo el campo con la mirada intentando visualizar la snitch. Ron se le acercó y le examinó cautelosamente la cara. Harry  levantó la vista para mirar a Ron, que no le quitaba ojo de  encima. Harry dijo finalmente:
¡¿Qué me ocurre?!
¿Te has afeitado alguna vez Harry?-preguntó.
¡Pero... pero... ¿qué dices?!-exclamó Harry poniéndose en pie  ruborizado.
Ven, anda, veo que no, yo te enseñaré, que soy un  experimentado en este tema-dijo tirando de él hacia la entrada  de la escalera de subida al cuarto de los chicos. Subiendo, Ron  continuó hablando-: Fred y George me enseñaron este verano,  antes de que me fuera a tu casa. Entraron en el dormitorio, y luego al cuarto de baño. Ron se dio  una palmadita en la frente y salió del cuarto de aseo dejando a  Harry solo, y algo cohibido. De nuevo entró, y levantó con entusiasmo una cuchilla, en la otra mano llevaba un recipiente  con espuma.
¡Siempre pensé que hasta que tuviera hijos no harÃa esto! Harry se asustó, y dio un paso hacia atrás. Su amigo estaba  loco, a él no le hacÃa falta afeitarse... ¿o quizás sÃ?. Se acarició  la mejilla, Ron tenÃa razón.
Ves, Harry, tienes algunos pelos en la barbilla...-con una  brocha, esparció por la cara de Harry la espuma-. Ahora, con  cuidado, ¡aféitate!- dijo entregándole la cuchilla. Harry, con cautela, empezó a rasurar. TenÃa cuidado, no querÃa cortarse, pero Ron lo ponÃa muy nervioso con sus indicaciones,  ¡no, cuidado, para el lado contrario!¡ves, ya te has cortado! . Toda la tortura habÃa terminado, se enjuagó la cara con agua, y  se miró al espejo, de miles de puntitos rojos empezó a brotar  sangre. ¡Aquello escocÃa como mil demonios!. Ron le alargó a Harry un bote con la indicación:ahora échate esto. Harry  obedeció a su amigo, ¡ahora le escocÃa aún más que antes!
¡Ah!¡¿qué es esto?!-aulló.
Se te pasará, no te preocupes, ya te acostumbrarás-le  tranquilizó Ron. Después de que Ron le pusieran en cada corte un pedacito de  papel, regresaron a la sala común. Todo el mundo se les quedó  mirando, Ron sonreÃa con delicia, y Harry empezaba a notar,  como tantas otras veces, que las orejas le ardÃan.
¡¿Qué has hecho, Ron?!-gritaron Fred y George poniéndose en  pie muy exaltados. Harry se horrorizó, se temÃa lo peor.
Ven con nosotros, mi hermano no sabe lo que hace, ¿cómo te  has fiado de él?-dijo Fred, arrastrándolo de nuevo al cuarto de  los chicos. Cuando llegaron allÃ, entraron en el baño-. ¿Te has  afeitado?
Lo... lo he intentado-balbuceó.
Como lo pille-dijo George frotándose los nudillos-. Aunque se  crea un experto, mi hermano se habrá afeitado en toda su vida  unas diez veces, veinte como mucho, y siempre acaba con la  cara roja.
Harry, lávate la cara y quÃtate esos estúpidos papelitos. Harry hizo lo que le indicaban, y mientras, Fred le relataba lo  que ocurrió la primera vez que Ron se afeitó.
Verás, Harry, mi hermano, este verano, haciéndose el maduro,  nos exigió que le enseñáramos a afeitarse, porque le daba  vergüenza pedÃrselo a mi padre. Nosotros le indicamos poco a  poco como tenÃa que hacerlo, pero claro, al final añadimos una  pequeña bromita a la clase, le dijimos que se tenÃa que pegar estos papelitos, se puede hacer, no lo niego, pero es una  tonterÃa. Nunca le dijimos que era mentira, y lo sigue haciendo  las pocas veces al mes que se afeita. Es un tonto, se lo cree  todo.
Además, a ti no te hace falta afeitarte, cuando lo necesites te  avisaremos- dijo George-. Y ya que estás listo, bajemos a la sala  común, tengo ganas de pegarle al pequeño e inmadurÃsimo  Ronnie. Harry bajó algo más seguro de sà mismo y se sentó en un sofá  junto a la chimenea. Hermione lo miraba y reÃa.
¡¿Qué?!-le dijo Harry alegremente. La chica se sentó a su lado y le quitó de cerca de la oreja uno  de los papelitos de Ron. Harry rió.
¿Hasta ahà habÃan llegado los cortes?-bromeó.
Eso parece. Los dos vieron como Ron escapaba por el cuadro de la señora Gorda de Fred y George, que lo perseguÃan con los bates de  golpeadores.
Se ve que a Ron le gusta enseñar.
Se ve que a Ron se le da muy mal enseñar-corrigió Harry.
¿No tenÃas suficiente con lo de Malfoy?
No. La profesora McGonagall entró en la sala común y detrás de ella  Ron y los gemelos, cabizbajos. Les dijo que ya podÃan bañarse,  que no habÃa peligro, y después, a los tres Weasly, que no se  podÃa correr por los pasillos, y que eso serÃan diez puntos menos  para Griffindor. Ginny se les unió aquel dÃa después de desayunar. HabÃa dejado  de llover, pero seguÃa nublado. De nuevo, tuvieron que esperar  una hora antes de poder bañarse. Jugaron de nuevo a ¿A ver quién se rinde primero?. Esta  vez ganó Lee Jordan, que habÃa vencido a Fred en las  semifinales, y compitió por el tÃtulo de ganador absoluto contra  Fred. Lee aguantaba un minuto sin respirar. Harry, Ron y Hermione se aburrieron, y nadaron hasta otra orilla,  muy alejada, desde la cual no podÃan ver la otra. Se tumbaron  en la hierba húmeda que habÃa junto al agua. Estaba fresca, y  las pequeñas olas del lago que llegaban hasta la orilla les  refrescaban los pies.
Es muy extraño verte sin Viernes-dijo Ron mirando las nubes.
No se puede decir que estoy todo el dÃa con ella...
¡Vamos Hermione, no digas que no, Ron tiene razón!
¿En serio lo creéis?
SÃ-dijeron los otros dos a la vez.
Está bien, intentaré evitarla... Además, ¿a ti no te gustaba  tanto, Ron?
A Harry también le gustaba Cho y... hum... quiero decir que...- dijo Ron, que estaba tumbado entre Harry y Hermione. Estos  miraron hacia otro lado, intentando no acordarse del tema- ..esto... Hermione, ¿este año no has traÃdo a Croockshanks?
No, prefirió quedarse en la casa de la profesora McGonagall- aclaró Hermione.
¿Prefirió?, ese gato es un mimado... se cree persona o algo asÃ- musitó Ron, más para sà mismo que para Hermione. Comenzó a llover de nuevo, pero no les molestaba, se metieron  en el lago y nadaron un rato, luego, regresaron a la otra orilla,  con los demás. Salieron del agua lentamente, y se sentaron en  el suelo. Malfoy, Crabbe, Goyle, Pansy Parkinson y Millicent  Bulstrode, estaban sentados en un rincón, separados del resto  de los alumnos, y lejos del lago. Harry se recostó, echó un vistazo al grupo de profesores que  habÃa cerca suya, sólo podÃa verles los pÃes, pero ni las  sandalias de Lupin ni las de Dumbledore estaban. Se incorporó y  miró hacia el lago. Lupin y Dumbledore parecÃan chicos de su  edad. Se volvió a tumbar, y cerró los ojos, no habÃa dormido  muy bien aquella noche, se despertaba cada dos por tres, y no  se podÃa dormir, pero no habÃa tenido pesadilla alguna.
Hola hermanito-¿era la voz de Percy? Rápidamente, Harry se puso en pie. SÃ, era Percy. Ron y  Hermione también se habÃan levantado.
Hola Percy-dijo Ron con muy pocas ganas-. ¿Qué tal por el  Ministerio?
Ah...-dijo con gusto-me han ascendido.
¿S�, ¿dónde estás ahora?, ¿has llegado ya a Ministro de Magia?
No, voy a ser vuestro nuevo profesor de Cuidado de Criaturas  Mágicas-dijo orgulloso.
¡¿QUÉ?!, ¡¿tú, profesor?!, ¡¿mà profesor?!-chilló Ron marcando  algunas palabras.
Asà es, ya te puedes ir acostumbrando. Harry miró a Fred y a George, que observaban a Percy con cara  de asesinos psicópatas, se frotaban las manos, y de vez en  cuando se dibujaba en su rostro una sonrisa malévola. Después de enterarse de que Percy iba a ser su profesor de  Cuidado de Criaturas Mágicas, Harry llegó a una conclusión;  Hagrid se quedarÃa con los gigantes.     Â
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 Llevaba desde que se habÃa levantado mirándolo con cara de  extrañado, de vez en cuando, Harry, mientras hojeaba el  Anuario de los Chudley Cannons, en la sala común, miraba a Ron  de reojo, por si ya habÃa parado de observarlo de aquella  manera tan extraña, pero no era asÃ. ¿Qué le sucedÃa a Ron?, la  duda de Harry serÃa aclarada pronto. Era muy temprano, Harry  no habÃa mirado la hora, estaba lloviendo, y la profesora  McGonagall les habÃa dicho a los de Griffindor que no se podrÃan  bañar hasta que se les avisara lo contrario. Por lo visto, los  profesores estaban conjurando un encantamiento para que los  rayos de la tormenta no cayeran en el lago. De todas formas,  Harry llevaba el bañador bajo los vaqueros. En el libro, los cazadores de los Cannons atrapaban la quaffle, los golpeadores golpeaban las budglers, y el buscador recorrÃa  todo el campo con la mirada intentando visualizar la snitch. Ron se le acercó y le examinó cautelosamente la cara. Harry  levantó la vista para mirar a Ron, que no le quitaba ojo de  encima. Harry dijo finalmente:
¡¿Qué me ocurre?!
¿Te has afeitado alguna vez Harry?-preguntó.
¡Pero... pero... ¿qué dices?!-exclamó Harry poniéndose en pie  ruborizado.
Ven, anda, veo que no, yo te enseñaré, que soy un  experimentado en este tema-dijo tirando de él hacia la entrada  de la escalera de subida al cuarto de los chicos. Subiendo, Ron  continuó hablando-: Fred y George me enseñaron este verano,  antes de que me fuera a tu casa. Entraron en el dormitorio, y luego al cuarto de baño. Ron se dio  una palmadita en la frente y salió del cuarto de aseo dejando a  Harry solo, y algo cohibido. De nuevo entró, y levantó con entusiasmo una cuchilla, en la otra mano llevaba un recipiente  con espuma.
¡Siempre pensé que hasta que tuviera hijos no harÃa esto! Harry se asustó, y dio un paso hacia atrás. Su amigo estaba  loco, a él no le hacÃa falta afeitarse... ¿o quizás sÃ?. Se acarició  la mejilla, Ron tenÃa razón.
Ves, Harry, tienes algunos pelos en la barbilla...-con una  brocha, esparció por la cara de Harry la espuma-. Ahora, con  cuidado, ¡aféitate!- dijo entregándole la cuchilla. Harry, con cautela, empezó a rasurar. TenÃa cuidado, no querÃa cortarse, pero Ron lo ponÃa muy nervioso con sus indicaciones,  ¡no, cuidado, para el lado contrario!¡ves, ya te has cortado! . Toda la tortura habÃa terminado, se enjuagó la cara con agua, y  se miró al espejo, de miles de puntitos rojos empezó a brotar  sangre. ¡Aquello escocÃa como mil demonios!. Ron le alargó a Harry un bote con la indicación:ahora échate esto. Harry  obedeció a su amigo, ¡ahora le escocÃa aún más que antes!
¡Ah!¡¿qué es esto?!-aulló.
Se te pasará, no te preocupes, ya te acostumbrarás-le  tranquilizó Ron. Después de que Ron le pusieran en cada corte un pedacito de  papel, regresaron a la sala común. Todo el mundo se les quedó  mirando, Ron sonreÃa con delicia, y Harry empezaba a notar,  como tantas otras veces, que las orejas le ardÃan.
¡¿Qué has hecho, Ron?!-gritaron Fred y George poniéndose en  pie muy exaltados. Harry se horrorizó, se temÃa lo peor.
Ven con nosotros, mi hermano no sabe lo que hace, ¿cómo te  has fiado de él?-dijo Fred, arrastrándolo de nuevo al cuarto de  los chicos. Cuando llegaron allÃ, entraron en el baño-. ¿Te has  afeitado?
Lo... lo he intentado-balbuceó.
Como lo pille-dijo George frotándose los nudillos-. Aunque se  crea un experto, mi hermano se habrá afeitado en toda su vida  unas diez veces, veinte como mucho, y siempre acaba con la  cara roja.
Harry, lávate la cara y quÃtate esos estúpidos papelitos. Harry hizo lo que le indicaban, y mientras, Fred le relataba lo  que ocurrió la primera vez que Ron se afeitó.
Verás, Harry, mi hermano, este verano, haciéndose el maduro,  nos exigió que le enseñáramos a afeitarse, porque le daba  vergüenza pedÃrselo a mi padre. Nosotros le indicamos poco a  poco como tenÃa que hacerlo, pero claro, al final añadimos una  pequeña bromita a la clase, le dijimos que se tenÃa que pegar estos papelitos, se puede hacer, no lo niego, pero es una  tonterÃa. Nunca le dijimos que era mentira, y lo sigue haciendo  las pocas veces al mes que se afeita. Es un tonto, se lo cree  todo.
Además, a ti no te hace falta afeitarte, cuando lo necesites te  avisaremos- dijo George-. Y ya que estás listo, bajemos a la sala  común, tengo ganas de pegarle al pequeño e inmadurÃsimo  Ronnie. Harry bajó algo más seguro de sà mismo y se sentó en un sofá  junto a la chimenea. Hermione lo miraba y reÃa.
¡¿Qué?!-le dijo Harry alegremente. La chica se sentó a su lado y le quitó de cerca de la oreja uno  de los papelitos de Ron. Harry rió.
¿Hasta ahà habÃan llegado los cortes?-bromeó.
Eso parece. Los dos vieron como Ron escapaba por el cuadro de la señora Gorda de Fred y George, que lo perseguÃan con los bates de  golpeadores.
Se ve que a Ron le gusta enseñar.
Se ve que a Ron se le da muy mal enseñar-corrigió Harry.
¿No tenÃas suficiente con lo de Malfoy?
No. La profesora McGonagall entró en la sala común y detrás de ella  Ron y los gemelos, cabizbajos. Les dijo que ya podÃan bañarse,  que no habÃa peligro, y después, a los tres Weasly, que no se  podÃa correr por los pasillos, y que eso serÃan diez puntos menos  para Griffindor. Ginny se les unió aquel dÃa después de desayunar. HabÃa dejado  de llover, pero seguÃa nublado. De nuevo, tuvieron que esperar  una hora antes de poder bañarse. Jugaron de nuevo a ¿A ver quién se rinde primero?. Esta  vez ganó Lee Jordan, que habÃa vencido a Fred en las  semifinales, y compitió por el tÃtulo de ganador absoluto contra  Fred. Lee aguantaba un minuto sin respirar. Harry, Ron y Hermione se aburrieron, y nadaron hasta otra orilla,  muy alejada, desde la cual no podÃan ver la otra. Se tumbaron  en la hierba húmeda que habÃa junto al agua. Estaba fresca, y  las pequeñas olas del lago que llegaban hasta la orilla les  refrescaban los pies.
Es muy extraño verte sin Viernes-dijo Ron mirando las nubes.
No se puede decir que estoy todo el dÃa con ella...
¡Vamos Hermione, no digas que no, Ron tiene razón!
¿En serio lo creéis?
SÃ-dijeron los otros dos a la vez.
Está bien, intentaré evitarla... Además, ¿a ti no te gustaba  tanto, Ron?
A Harry también le gustaba Cho y... hum... quiero decir que...- dijo Ron, que estaba tumbado entre Harry y Hermione. Estos  miraron hacia otro lado, intentando no acordarse del tema- ..esto... Hermione, ¿este año no has traÃdo a Croockshanks?
No, prefirió quedarse en la casa de la profesora McGonagall- aclaró Hermione.
¿Prefirió?, ese gato es un mimado... se cree persona o algo asÃ- musitó Ron, más para sà mismo que para Hermione. Comenzó a llover de nuevo, pero no les molestaba, se metieron  en el lago y nadaron un rato, luego, regresaron a la otra orilla,  con los demás. Salieron del agua lentamente, y se sentaron en  el suelo. Malfoy, Crabbe, Goyle, Pansy Parkinson y Millicent  Bulstrode, estaban sentados en un rincón, separados del resto  de los alumnos, y lejos del lago. Harry se recostó, echó un vistazo al grupo de profesores que  habÃa cerca suya, sólo podÃa verles los pÃes, pero ni las  sandalias de Lupin ni las de Dumbledore estaban. Se incorporó y  miró hacia el lago. Lupin y Dumbledore parecÃan chicos de su  edad. Se volvió a tumbar, y cerró los ojos, no habÃa dormido  muy bien aquella noche, se despertaba cada dos por tres, y no  se podÃa dormir, pero no habÃa tenido pesadilla alguna.
Hola hermanito-¿era la voz de Percy? Rápidamente, Harry se puso en pie. SÃ, era Percy. Ron y  Hermione también se habÃan levantado.
Hola Percy-dijo Ron con muy pocas ganas-. ¿Qué tal por el  Ministerio?
Ah...-dijo con gusto-me han ascendido.
¿S�, ¿dónde estás ahora?, ¿has llegado ya a Ministro de Magia?
No, voy a ser vuestro nuevo profesor de Cuidado de Criaturas  Mágicas-dijo orgulloso.
¡¿QUÉ?!, ¡¿tú, profesor?!, ¡¿mà profesor?!-chilló Ron marcando  algunas palabras.
Asà es, ya te puedes ir acostumbrando. Harry miró a Fred y a George, que observaban a Percy con cara  de asesinos psicópatas, se frotaban las manos, y de vez en  cuando se dibujaba en su rostro una sonrisa malévola. Después de enterarse de que Percy iba a ser su profesor de  Cuidado de Criaturas Mágicas, Harry llegó a una conclusión;  Hagrid se quedarÃa con los gigantes.     Â
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