XVIIIº capÃtulo  Profesor Percibal Weasley  Â
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El martes a primera hora tenÃan Encantamientos. Con el profesor  Flitwick, quien las impartÃa, estuvieron repasando los  encantamientos de distracción. El profesor los puso en parejas,  y la clase estuvo algo más organizada, y no hizo falta que  Hermione ayudara, excepto cuando a Neville se le escurrió la  varita, y, sin querer, disparó a Ron el encantamiento, y este a  su vez, también sin darse cuenta se lo lanzó a Hannah Abbott...  y asà acabó toda la clase hechizada, salvo Hermione y el  profesor Flitwick, que tuvieron que arreglarlo todo. Después, en HerbologÃa con la profesora Sprout y los de  Hufflepuff, estuvieron trasplantando Zarzas Oscuras. Tuvieron  que ponerse los guantes de piel de dragón, porque aquellas  zarzas tenÃan pinchos de, por lo menos, dos centÃmetros. Uno  de los guantes de Ron tenÃa una rasgadura en la parte que  recubrÃa la yema del dedo pulgar. HabÃa tenido cuidado con ella,  pero al final de la clase, se distrajo hablando con Harry sobre la  que él pensaba que iba a ser una horrorosa clase de Cuidado de  Criaturas Mágicas con Percy, y una espina de tres centÃmetros de largo se le clavó en el dedo. La profesora Sprout llamó a la  señora Pomfrey para que le extirpara la gran púa, y luego le hizo  beber una pócima que guardaba en un pequeño botiquÃn y le dijo  que no comiera demasiado. En el Gran Comedor, durante el almuerzo, Ron discutÃa con  Hermione sobre el tema de las clases de Percy.
¡Pero Hermione, piénsalo!, ¡Percy dando clases de Cuidado de  Criaturas Mágicas!¡es imposible!
Si Dumbledore lo ha contratado, Ron, será por algo-le hacÃa  razonar Hermione.
Tiene razón, Ron, Dumbledore no dejarÃa que Percy impartiera  clases si no lo hiciera bien...-decÃa Harry, secundando a  Hermione.
¡Claro, Harry, tú sólo dices eso porque Hermione te gusta!-se  le escapó a Ron. Dean, Seamus, Neville, Parvatti y Leavender, que estaban a su  alrededor, miraron a Ron, a Harry y a Hermione sorprendidos, y a  la vez muy interesados. Harry notó que se ruborizaba.
¡Eh, no nos miréis asÃ, era sólo una broma!-dijo Ron. Al parecer,  los otros se lo creyeron. Harry le hincó a Ron el codo entre las costillas como castigo de aquella metedura de pata.
Bueno-dijo Hermione-, ya veremos cómo es... Ron iba detrás de Harry y Seamus, que conversaban  animadamente sobre la última clase de Cuidado de Criaturas Mágicas, que la habÃan tenido con Lupin, y habÃan estudiado las  sirenas, aunque no consiguieron convencer a ninguna para que  saliera del agua. Harry le contaba a Seamus que él ya habÃa  visto sirenas y tritones. Llegaron hasta la cabaña de Hagrid,  Percy estaba sentado en un banco que habÃa en la entrada, se  levantó y los saludó contento. Hermione llegó la primera, y  Percy se acercó a ella. Ron se acercó a Harry corriendo y le  susurró al oÃdo:
Seguro que le pregunta algo relacionado con los prefectos,  ¡ja!, menudo disgusto se va a coger...
¡¿Cómo pudiste negarte?!-gritó Percy, y Ron soltó una sonora  carcajada. Un decepcionadÃsimo Percy se les acercó, y empezó a hablar:
Hola, soy vuestro nuevo profesor de Cuidado de Criaturas  Mágicas, profesor Percival Weasley, para vosotros profesor  Weasley. Draco Malfoy no se pudo contener.
Oh, estupendo, un Weasley impartiendo clases, ¡lo que nos  faltaba!
Señor Malfoy, no permitiré que se me hable asÃ, la próxima vez  será expulsado de clase-dicho esto, continuó-: Estoy enterado  de que el antiguo profesor, el señor Hagrid, no seguÃa el Ãndice  del libro ¿cierto?-los alumnos asintieron-, pues conmigo será  diferente-Ron se llevó las manos a la cabeza y murmuró ¡Oh,  no!-, seguiremos el programa al pie de la letra. Ahora, por  favor, sentaos... em... donde podáis-los chicos se sentaron en  el suelo-. Debo pedir un aula-pensó en voz alta Percy. Hermione se sentó junto a Ron y Harry, y antes de que a Ron le  diera tiempo de decir nada, abrió la boca y dijo:
TenÃas razón, Ron, lo admito... pero... ¿por qué habrá  contratado Dumbledore a Percy?, no lo entiendo...
Por la misma razón que a Lockhart-dijo Ron, y Harry rió.
Alumnos-comenzó solemne Percy, abriendo un libro por la  primera página-, hoy, en mi primer dÃa, vamos a estudiar...- buscó con el dedo en la página- la vida de las sanguijuelas de  dos bocas, asà que abrid el libro por la página cuatro. Harry se quedó dormido cuando Percy empezó a leer la sección  ¿Por qué dos bocas?. La clase se les hizo interminable, y cuando  al fin tocó el timbre que les indicaba que la clase habÃa  terminado se pusieron en pie inmediatamente.
Ah, el próximo dÃa me tenéis que entregar una redacción de  todo el tema, de, al menos, seis pergaminos. Y sin rechistar, o  serán siete. Harry, Ron y Hermione entraron enfadados en el castillo, no les  resultarÃa nada fácil, ni siquiera a Hermione, escribir una  redacción de seis pergaminos de un tema del que sólo habÃan  escuchado a Percy hablar. Harry, ni siquiera lo habÃa escuchado,  y seguramente, Ron y Hermione, o cualquier otro alumno,  tampoco, y se lo tendrÃan que releer.
¡Nunca me habÃa aburrido tanto en una clase de Cuidado de  Criaturas Mágicas desde que estudiamos con Hagrid los  gusarajos!-exclamó Ron dirigiéndose, ya sin Hermione, con Harry  a la clase de Adivinación-. Y ahora, a aguantar a Trelawney.  Harry, manténme despierto.
Si no me duermo yo, te aseguro que lo haré-dijo Harry, Ron rió. Subieron por la escalinata de plata, y entraron en el aula de  Adivinación. Se sentaron en la mesa camilla más alejada del  sillón de orejas de la profesora Trelawney, y colocaron los libros  encima de la mesa.
Me estoy mareando-dijo Harry.
¡Harry, dÃselo a la profesora, te mandará a la enfermerÃa y te  librarás de la clase!
Allá voy-Harry se levantó, todo le daba vueltas, y sentÃa  nauseas.
¿Qué te ocurre querido?-dijo la profesora Trelawney.
Estoy... mareado... creo que voy a vomitar...-Harry exageró un  poco, aunque ya, tan cerca de la chimenea y de los vapores  perfumados empezaba a sentirse peor.
Hum... siéntate aquÃ-le dijo acercándole una silla de madera  muy rÃgida, cuando Harry se sentó le puso una mano en la  frente-. Creo que tienes algo de fiebre... ¡Oh, Potter, a lo mejor  entras en trance!-dijo la profesora ilusionada-espera, traeré  algo para mejorar tu concentración-y entró por una puerta que  habÃa junto a la chimenea. Harry miró a Ron, no habÃa sido una buena idea decÃrselo a la  profesora. La puerta se abrió de nuevo, y la profesora se acercó a él con  una varita en la mano.
Mi vieja varita... no la necesito para la Adivinación... Bueno,  ahora, Potter, mira esta espiral fijamente-dijo dibujando con la  varita en el aire una espiral. Una linea curva que no tenÃa fin  giraba en el aire frente a Harry, que se mareaba cada vez más y  más, más y más...
Profesora, por favor, creo que voy a vomitar-dijo llevándose  una mano a la boca. La piel de la cara estaba verde. La profesora lo observó con sus grandes ojos aumentados por  las gafas.
Está bien... ve a la enfermerÃa... ¡pero podrÃas haber entrado  en trance, Potter!, ¡quédate un poco más, lo conseguirás!
No, profesora, por favor, vomitaré...
Oh... si, pareces enfermo... ¡Weasley, acompáñale a la  enfermerÃa! Ron se levantó a toda prisa, y ayudándolo a levantarse, le  susurró al oÃdo:
Gracias, Harry, me has salvado la vida, no habÃa hecho los  deberes. Bajaron la escalinata plateada, y se encaminaron hacia la  enfermerÃa. Harry estaba muy débil. Llamaron a la puerta un par de veces, y la señora Pomfrey la  abrió. Miró a Harry.
Ya estás aquà otra vez, te echaba de menos... Harry sonrió, y la señora Pomfrey ayudó a Ron a llevarlo hasta  una cama.
Bueno, Weasley, creo que tienes clase y...-le empezó a decir a  Ron, pero Harry al ver la cara de horror de Ron, al pensar que  tenÃa que volver a la clase de Adivinación, la interrumpió.
Señora Pomfrey, deje que se quede, por favor...
Claro... no hay problema...-la señora Pomfrey le puso una  mano en la frente a Harry-. Te voy a tomar la temperatura, me  parece que tienes algo de fiebre-la señora Pomfrey entró en un  cuartillo que habÃa en la enfermerÃa-. Y... ¿qué tal la cicatriz?- añadió asomándose por una rendija de la puerta de este.
Únicamente me he mareado... es que... la clase de la profesora  Trelawney me agobia... ¿sabe?
SÃ, querido, a mà también me ocurrÃa eso...-dijo saliendo del  cuartillo con un termómetro en la mano. La enfermera le introdujo el termómetro en la boca.
Bueno, Weasley, quédate tú con él un momento, tengo a otro  chico de Griffindor en otra habitación. Cuando pasen cinco  minutos me avisas, ¿de acuerdo?-Ron asintió-, está bien,  entonces, hasta luego-cerró una cortinilla que rodeaba la  camilla de Harry, descorrió otra cortinilla, y la oyeron decir-:  ¿Qué tal estás Dennis?¿cómo va tu pierna rota? Harry y Ron se miraron.
EstarÃa intentando hacerte una foto, y como no miraba por  donde iba, pues tropezó-Ron rió. Miró su reloj-te quedan dos  minutos. Al cabo de esos dos minutos Ron llamó a la señora Pomfrey con  un estruendoso grito que sobresaltó a Harry.
¡Tranquilo Weasley, no estoy sorda!-dijo la señora Pomfrey  quitándole el termómetro a Harry y observándolo-, pero creo  que me tengo que comprar unas gafas...-forzó la vista-, no  tienes fiebre, puedes irte, ya habrá terminado la hora de  Adivinación... Harry bajó de la camilla y con Ron se puso en camino a la sala  común, tenÃan que hacer deberes.
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El martes a primera hora tenÃan Encantamientos. Con el profesor  Flitwick, quien las impartÃa, estuvieron repasando los  encantamientos de distracción. El profesor los puso en parejas,  y la clase estuvo algo más organizada, y no hizo falta que  Hermione ayudara, excepto cuando a Neville se le escurrió la  varita, y, sin querer, disparó a Ron el encantamiento, y este a  su vez, también sin darse cuenta se lo lanzó a Hannah Abbott...  y asà acabó toda la clase hechizada, salvo Hermione y el  profesor Flitwick, que tuvieron que arreglarlo todo. Después, en HerbologÃa con la profesora Sprout y los de  Hufflepuff, estuvieron trasplantando Zarzas Oscuras. Tuvieron  que ponerse los guantes de piel de dragón, porque aquellas  zarzas tenÃan pinchos de, por lo menos, dos centÃmetros. Uno  de los guantes de Ron tenÃa una rasgadura en la parte que  recubrÃa la yema del dedo pulgar. HabÃa tenido cuidado con ella,  pero al final de la clase, se distrajo hablando con Harry sobre la  que él pensaba que iba a ser una horrorosa clase de Cuidado de  Criaturas Mágicas con Percy, y una espina de tres centÃmetros de largo se le clavó en el dedo. La profesora Sprout llamó a la  señora Pomfrey para que le extirpara la gran púa, y luego le hizo  beber una pócima que guardaba en un pequeño botiquÃn y le dijo  que no comiera demasiado. En el Gran Comedor, durante el almuerzo, Ron discutÃa con  Hermione sobre el tema de las clases de Percy.
¡Pero Hermione, piénsalo!, ¡Percy dando clases de Cuidado de  Criaturas Mágicas!¡es imposible!
Si Dumbledore lo ha contratado, Ron, será por algo-le hacÃa  razonar Hermione.
Tiene razón, Ron, Dumbledore no dejarÃa que Percy impartiera  clases si no lo hiciera bien...-decÃa Harry, secundando a  Hermione.
¡Claro, Harry, tú sólo dices eso porque Hermione te gusta!-se  le escapó a Ron. Dean, Seamus, Neville, Parvatti y Leavender, que estaban a su  alrededor, miraron a Ron, a Harry y a Hermione sorprendidos, y a  la vez muy interesados. Harry notó que se ruborizaba.
¡Eh, no nos miréis asÃ, era sólo una broma!-dijo Ron. Al parecer,  los otros se lo creyeron. Harry le hincó a Ron el codo entre las costillas como castigo de aquella metedura de pata.
Bueno-dijo Hermione-, ya veremos cómo es... Ron iba detrás de Harry y Seamus, que conversaban  animadamente sobre la última clase de Cuidado de Criaturas Mágicas, que la habÃan tenido con Lupin, y habÃan estudiado las  sirenas, aunque no consiguieron convencer a ninguna para que  saliera del agua. Harry le contaba a Seamus que él ya habÃa  visto sirenas y tritones. Llegaron hasta la cabaña de Hagrid,  Percy estaba sentado en un banco que habÃa en la entrada, se  levantó y los saludó contento. Hermione llegó la primera, y  Percy se acercó a ella. Ron se acercó a Harry corriendo y le  susurró al oÃdo:
Seguro que le pregunta algo relacionado con los prefectos,  ¡ja!, menudo disgusto se va a coger...
¡¿Cómo pudiste negarte?!-gritó Percy, y Ron soltó una sonora  carcajada. Un decepcionadÃsimo Percy se les acercó, y empezó a hablar:
Hola, soy vuestro nuevo profesor de Cuidado de Criaturas  Mágicas, profesor Percival Weasley, para vosotros profesor  Weasley. Draco Malfoy no se pudo contener.
Oh, estupendo, un Weasley impartiendo clases, ¡lo que nos  faltaba!
Señor Malfoy, no permitiré que se me hable asÃ, la próxima vez  será expulsado de clase-dicho esto, continuó-: Estoy enterado  de que el antiguo profesor, el señor Hagrid, no seguÃa el Ãndice  del libro ¿cierto?-los alumnos asintieron-, pues conmigo será  diferente-Ron se llevó las manos a la cabeza y murmuró ¡Oh,  no!-, seguiremos el programa al pie de la letra. Ahora, por  favor, sentaos... em... donde podáis-los chicos se sentaron en  el suelo-. Debo pedir un aula-pensó en voz alta Percy. Hermione se sentó junto a Ron y Harry, y antes de que a Ron le  diera tiempo de decir nada, abrió la boca y dijo:
TenÃas razón, Ron, lo admito... pero... ¿por qué habrá  contratado Dumbledore a Percy?, no lo entiendo...
Por la misma razón que a Lockhart-dijo Ron, y Harry rió.
Alumnos-comenzó solemne Percy, abriendo un libro por la  primera página-, hoy, en mi primer dÃa, vamos a estudiar...- buscó con el dedo en la página- la vida de las sanguijuelas de  dos bocas, asà que abrid el libro por la página cuatro. Harry se quedó dormido cuando Percy empezó a leer la sección  ¿Por qué dos bocas?. La clase se les hizo interminable, y cuando  al fin tocó el timbre que les indicaba que la clase habÃa  terminado se pusieron en pie inmediatamente.
Ah, el próximo dÃa me tenéis que entregar una redacción de  todo el tema, de, al menos, seis pergaminos. Y sin rechistar, o  serán siete. Harry, Ron y Hermione entraron enfadados en el castillo, no les  resultarÃa nada fácil, ni siquiera a Hermione, escribir una  redacción de seis pergaminos de un tema del que sólo habÃan  escuchado a Percy hablar. Harry, ni siquiera lo habÃa escuchado,  y seguramente, Ron y Hermione, o cualquier otro alumno,  tampoco, y se lo tendrÃan que releer.
¡Nunca me habÃa aburrido tanto en una clase de Cuidado de  Criaturas Mágicas desde que estudiamos con Hagrid los  gusarajos!-exclamó Ron dirigiéndose, ya sin Hermione, con Harry  a la clase de Adivinación-. Y ahora, a aguantar a Trelawney.  Harry, manténme despierto.
Si no me duermo yo, te aseguro que lo haré-dijo Harry, Ron rió. Subieron por la escalinata de plata, y entraron en el aula de  Adivinación. Se sentaron en la mesa camilla más alejada del  sillón de orejas de la profesora Trelawney, y colocaron los libros  encima de la mesa.
Me estoy mareando-dijo Harry.
¡Harry, dÃselo a la profesora, te mandará a la enfermerÃa y te  librarás de la clase!
Allá voy-Harry se levantó, todo le daba vueltas, y sentÃa  nauseas.
¿Qué te ocurre querido?-dijo la profesora Trelawney.
Estoy... mareado... creo que voy a vomitar...-Harry exageró un  poco, aunque ya, tan cerca de la chimenea y de los vapores  perfumados empezaba a sentirse peor.
Hum... siéntate aquÃ-le dijo acercándole una silla de madera  muy rÃgida, cuando Harry se sentó le puso una mano en la  frente-. Creo que tienes algo de fiebre... ¡Oh, Potter, a lo mejor  entras en trance!-dijo la profesora ilusionada-espera, traeré  algo para mejorar tu concentración-y entró por una puerta que  habÃa junto a la chimenea. Harry miró a Ron, no habÃa sido una buena idea decÃrselo a la  profesora. La puerta se abrió de nuevo, y la profesora se acercó a él con  una varita en la mano.
Mi vieja varita... no la necesito para la Adivinación... Bueno,  ahora, Potter, mira esta espiral fijamente-dijo dibujando con la  varita en el aire una espiral. Una linea curva que no tenÃa fin  giraba en el aire frente a Harry, que se mareaba cada vez más y  más, más y más...
Profesora, por favor, creo que voy a vomitar-dijo llevándose  una mano a la boca. La piel de la cara estaba verde. La profesora lo observó con sus grandes ojos aumentados por  las gafas.
Está bien... ve a la enfermerÃa... ¡pero podrÃas haber entrado  en trance, Potter!, ¡quédate un poco más, lo conseguirás!
No, profesora, por favor, vomitaré...
Oh... si, pareces enfermo... ¡Weasley, acompáñale a la  enfermerÃa! Ron se levantó a toda prisa, y ayudándolo a levantarse, le  susurró al oÃdo:
Gracias, Harry, me has salvado la vida, no habÃa hecho los  deberes. Bajaron la escalinata plateada, y se encaminaron hacia la  enfermerÃa. Harry estaba muy débil. Llamaron a la puerta un par de veces, y la señora Pomfrey la  abrió. Miró a Harry.
Ya estás aquà otra vez, te echaba de menos... Harry sonrió, y la señora Pomfrey ayudó a Ron a llevarlo hasta  una cama.
Bueno, Weasley, creo que tienes clase y...-le empezó a decir a  Ron, pero Harry al ver la cara de horror de Ron, al pensar que  tenÃa que volver a la clase de Adivinación, la interrumpió.
Señora Pomfrey, deje que se quede, por favor...
Claro... no hay problema...-la señora Pomfrey le puso una  mano en la frente a Harry-. Te voy a tomar la temperatura, me  parece que tienes algo de fiebre-la señora Pomfrey entró en un  cuartillo que habÃa en la enfermerÃa-. Y... ¿qué tal la cicatriz?- añadió asomándose por una rendija de la puerta de este.
Únicamente me he mareado... es que... la clase de la profesora  Trelawney me agobia... ¿sabe?
SÃ, querido, a mà también me ocurrÃa eso...-dijo saliendo del  cuartillo con un termómetro en la mano. La enfermera le introdujo el termómetro en la boca.
Bueno, Weasley, quédate tú con él un momento, tengo a otro  chico de Griffindor en otra habitación. Cuando pasen cinco  minutos me avisas, ¿de acuerdo?-Ron asintió-, está bien,  entonces, hasta luego-cerró una cortinilla que rodeaba la  camilla de Harry, descorrió otra cortinilla, y la oyeron decir-:  ¿Qué tal estás Dennis?¿cómo va tu pierna rota? Harry y Ron se miraron.
EstarÃa intentando hacerte una foto, y como no miraba por  donde iba, pues tropezó-Ron rió. Miró su reloj-te quedan dos  minutos. Al cabo de esos dos minutos Ron llamó a la señora Pomfrey con  un estruendoso grito que sobresaltó a Harry.
¡Tranquilo Weasley, no estoy sorda!-dijo la señora Pomfrey  quitándole el termómetro a Harry y observándolo-, pero creo  que me tengo que comprar unas gafas...-forzó la vista-, no  tienes fiebre, puedes irte, ya habrá terminado la hora de  Adivinación... Harry bajó de la camilla y con Ron se puso en camino a la sala  común, tenÃan que hacer deberes.
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