XIXº capítulo

 

Croockshanks

 

 Las clases de Percy eran las más aburridas que habían dado  nunca, y todo el mundo las aborrecía. Draco Malfoy y su grupito  de Slytherin solían jugar en las clases de Percy a hablar mal de  la familia Weasley, primero en susurros y luego, cada vez, más  fuerte, y perdía el que fuera pillado por Percy.

Son tan odiosos-decía Ron enfadado-, ¡los odio!-susurró dando  un puñetazo en el suelo, y Percy lo miró como si hubiera hecho  algo horroroso. El viernes llegó rápido. Por la tarde, Harry, Ron y Hermione  hacían deberes en la sala común cuando alguien, una chica, les  saludó.

¡Viernes!-dijo Hermione-¿cómo te ha ido?

Mi abuela ha muerto...

Oh, lo siento-dijo apenada Hermione-, pero... ¿no te ibas a  quedar unos veinte días?

Sí, pero al final no...

Bueno chicos, os dejo-dijo Hermione levantándose. Harry y Ron  le dirigieron una severa mirada-. Nos vemos luego... Viernes y Hermione salieron por el cuadro de la señora Gorda a  la vez que Fred, George y Lee entraban en la sala común.

¡Fin de semana en Hosmeade!-dijo Fred-. Estoy deseando  llegar a Zonko...

¿Cuándo?-dijo Ron.

Mañana-le respondió George-, ¿no lo sabíais?

No hemos mirado el tablón-dijo Harry-. Es extraño...

¿El qué?-preguntó Ron.

Que no hayamos ido a Hosmeade antes...

Harry-dijo George serio-, me extraña mucho que tú digas eso.

¿Por qué?

Quien tú sabes, Harry, esa es la razón-le explicó Fred. Harry bajó la cabeza. Desde que se había dibujado la marca  encima del lago no había pensado en Voldemort. No había  ocurrido nada malo desde entonces, no habían publicado ninguna noticia extraña en el profeta, ni Harry había sufrido  ningún peligro.

¿Irás?-preguntó Lee. Harry lo miró.

¿A Hosmeade?, claro...-respondió Harry-claro que iré.

Bueno, nosotros nos vamos, tenemos que planear una cosa- dijo Fred tirando de su hermano-. ¡Hasta luego! Harry se quedó pensativo, ¿y si Voldemort estaba esperando el  momento perfecto para matarle?, ¿y si estaba esperando que fueran a Hosmeade para cogerle?. Tenía miedo. Hacía ya tiempo  que no se sentía así, que no reflexionaba sobre el tema de  Voldemort. Dumbledore había conseguido que el mago tenebroso  no se aliara con los gigantes, ¿pero y los dementores?. Harry  temía aún más a los dementores que a Voldemort. Y luego estaba Colagusano, el traidor, el supuesto amigo de los padres  de Harry.

No te agobies, Harry-dijo Ron posando una mano en su hombro- , no pasará nada malo. Y, ahora, ¿qué te parece que vayamos a  dar una vuelta por ahí?

No, Ron, gracias, ve tú si quieres-se negó Harry-. Voy a hablar  con Angelina-dijo mirando el sofá en el que estaba sentada la  chica-, pronto tendremos el partido contra Slytherin, y creo que  tenemos que entrenar, Fred no se preocupa mucho... Harry se levantó y se sentó junto a Angelina.

Sí, Harry sé que tenemos que entrenar, pensaba convocaros  hoy a las seis- dijo antes de que a Harry le diera tiempo de abrir  la boca.

Ah...-balbuceó Harry.

Bien, creo que iré a avisar a los demás...-dijo Angelina  levantándose, y mirando por la sala-. Como diría Wood, no  debemos confiarnos-tomó una bocanada de aire y fijó la mirada  en Alicia Spinnet-. ¡Alicia!-dijo acercándose a ella-. Esta tarde,  en el campo de Quidditch, ¿eh?-volvió la mirada a Harry y le  ordenó-: Ve a decírselo a los demás, ¡rápido!¡uno, dos! Harry salió a los jardines y encontró a Jack Panucci y cumplió las órdenes de Angelina. Luego se puso a buscar a Fred y a George.  Se topó con ellos cerca del bosque prohibido.

Fred, George, dice Angelina que esta tarde habrá  entrenamiento, ¿vale?

Claro-dijo George.

¡Oh, por supuesto!, ¿cómo se me habrá olvidado?... Creo que  dejaré de ser capitán...-se propuso Fred. Se despidió de los gemelos, y Harry anduvo un rato por los  jardines. Se encontró con Hermione, que volvía al castillo sola, y  le contó que al día siguiente irían a Hosmeade. Se despidieron y  continuó andando. De repente, escuchó una voz muy familiar salir de alguna parte.  Miró hacia todos lados, e intentó buscar el punto de donde salía  el sonido. Lo encontró. La voz salía de debajo del suelo. Harry  se agachó y pego la oreja al suelo. No había duda: era la voz de  Colagusano.

¡Tienes que hacerlo!-le gritaba a alguien.

Pero, Peter, no puedo, yo lo aprecio... mucho...-decía una voz  femenina.

¡Mátalo!, ¡si no me obedeces acabaré contigo!, ¡¿Me oyes?!

Pero, dame tiempo, por favor, Peter, te lo suplico-repetía la  voz femenina.

No, mañana, en Hosmeade, y que no se te escape, te estaré  vigilando muy de cerca... Harry se quedó un momento en el suelo, pero no se volvió a  escuchar nada más, ni siquiera un murmullo. Colagusano no  había pronunciado el nombre de la chica. Harry se puso en pie y corrió al castillo. Se acercó a Ron y a Hermione, que conversaban en la sala común, pero prefirió  guardárselo.

¿Te ocurre algo, Harry?-preguntó Ron.

No-mintió Harry-, nada, no os preocupéis... nada... Subió a su cuarto, cogió un pergamino, una pluma y tinta y  empezó a escribir:  Querido Sirius: Prefiero no andar con rodeos, así que, lee con atención: He oído  hablar a Colagusano con una chica sobre un asesinato en  Hosmeade. Supongo que van a ir por mí, pero no estoy seguro de  ello. No voy a dejar de ir mañana a Hosmeade por esa estupidez.  Un saludo para ti y para Buckbeak, Harry.  Harry caminó hasta la lechucería. Allí, buscó a Hedwig, y cuando  la encontró, le ató el sobre a la pata.

Hedwig, llévasela cuanto antes, ¿eh?. Se buena chica. Hedwig le picó el dedo como muestra de cariño y salió volando  por la ventana. Harry la observó hasta que se perdió de la vista.  Sabía que no debía ir a Hosmeade, y que por hacerlo le caería  una buena reprimenda de Sirius, pero le daba exactamente  igual. Negó fuertemente con la cabeza. Bajando hacia la sala común se acordó de algo que le había  dicho tío Vernon antes de que Ron fuera a Privet Drive:  Espero que tu amiguito no haya llegado aún a la edad de la  rebeldía a diferencia que tú, pequeño indisciplinado. A mi  Dudders sin embargo nunca le llegará esa edad, estoy seguro de  ello. Harry pensó aquel día en Privet Drive, mientras esperaba  a Ron, que su tío no sabía nada. Dudley siempre había sido un  niño desobediente y malcriado que hacía lo que le venía en  gana. Pero, en Hogwarts, mientras saltaba uno de los escalones  trampa de la escalera de subida a la lechucería, se dio cuenta  de que su tío llevaba toda la razón en una cosa: Harry había  llegado a su época rebelde.

Manzana podrida-le dijo a la señora Gorda. Esta le dejó  pasar a la sala común. No había nadie en la sala común. Echó un vistazo al reloj, por la  hora que era debían de estar todos en el Gran Comedor. Volvió a salir por el cuadro a toda prisa. Corrió un buen rato, y  al fin, divisó la puerta del Gran Comedor. Entró y se acercó a la  mesa de Griffindor. Parecía que Ron y Hermione discutían exasperados. Harry se sentó junto a Ron y se sirvió un buen  pedazo de pastel de carne y patatas guisadas. Prefería no  inmiscuirse en el tema de conversación de sus dos mejores  amigos, pero no fue posible.

¡Harry, ¿a que llevo razón?, ¿a que sí?-le dijo Ron de repente.

No sé-se limitó a responder Harry.

¡¿Cómo no lo vas a saber?!-le gritó Hermione.

No sé-repitió Harry metiéndose un pedazo de pastel en la boca.

¡Croockshanks es un peligro público, Hermione, si le hace daño  a Pig yo...!

¡Croockshanks no le haría daño a una mosca, Ron!

¡¿A no?!, ¡¿Y Scabbers qué?!

¡Primero: todos sabemos quien era Scabbers!-dijo Harry  metiéndose de lleno en la conversación-, ¡Y segundo: no le hizo  daño nunca, como mucho la asustó un par de veces!

¡Ves!-le chinchó a Ron Hermione.

Tú te callas también, nunca me ha caído bien Croockshanks...  es un gato muy engreído, y lo sabes.

¡Ayudó a tu padrino, Harry, Croockshanks es muy listo!-dijo  Hermione, que odiaba no llevar la razón. Harry frunció el entrecejo, y allí terminó la conversación. Pasaron la tarde haciendo deberes, tenía verdaderamente muchos, y querían dejarlo todo preparado para pasar un buen  día en Hosmeade, sin preocupaciones.