Disclaimer: Todo lo que les suene familiar, pertenece a J.K Rowling. Lo que
no, es de mi propiedad.
Nota de la autora: Este es mi segundo fic, lo escribí hace mil años pero recién ahora lo publico. En una historia corta, de sólo dos capítulos. Se me ocurrió la idea poco después de que saliera el cuarto libro, como se darán cuenta cuando lo lean. Si les gusta, dejen reviews, y si no, también pueden hacerlo, nooo hay problema.
Un muggle sabe demasiado
Capítulo 1: El descubrimiento de Kaitlin
Kaitlin Moore suspiró: se estaba aburriendo como un hongo y eso que recién era el primer día. ¿Cómo sobreviviría toda la semana hasta que Dex regresara? No podría soportarlo, seguro que no. Moriría... del aburrimiento.
A su madre le había parecido una buena idea que Kaitlin visitara por dos semanas el campamento donde trabajaba su tío Roald durante las vacaciones de verano. Ella aceptó encantada de poder volver a ver a su primo Dex y romper algo la monotonía de sus vacaciones. Sin embargo, al llegar sólo estaban allí sus tíos y su primo de ocho años, Ethan, un mocoso insoportable y malcriado. Recién entonces le dijeron que su otro primo estaba en casa de un amigo y no regresaría hasta la semana siguiente.
Lo peor era que seguramente su tía Adrice la usaría de niñera para sacarse de encima al molesto de su hijo menor. Claro que no lo admitiría nunca, parecía pensar que el chico era perfecto, sobre todo comparado con Dex, que "siempre hacía todo mal" según su madre. Kaitlin no opinaba así. A pesar de que ella era un año más grande que su primo, se llevaban genial. Pero ahora estaba sola, sin saber qué hacer para matar el tiempo, hasta que se le ocurrió la Idea Salvadora. Podría agarrar su nueva cámara de fotos y buscar algo interesante para el proyecto del curso de fotografía. Hacía dos años que lo había empezado (el curso, no el proyecto) y ya estaba convencida de que sería fotógrafa al crecer. Llevaba su cámara a todas partes. Se le ocurrió ir al bosque que quedaba del otro lado del campamento. Para no dar toda la vuelta cruzaría directamente por la zona de carpas, algo que su tío le había prohibido para no molestar a los clientes.
Ése año parecía más lleno de gente que lo habitual, por eso sus tíos estaban tan contentos. Al caminar entre las carpas, Kaitlin comenzó a mirar con curiosidad a sus dueños. Y ahí fue cuando, horrorizada, se dio cuenta de que algo no funcionaba bien. ¿Era su imaginación o esa carpa tenía una chimenea, con humo y todo? Y aquella otra parecía tener tres pisos... y ni hablar de la de al lado que tenía un jardín con una fuente, un reloj de sol y una pila para pájaros. Esto no puede ser real, debo estar soñando, pensó asustada. Pero le gota que desbordó el vaso del miedo fueron los tres negros cocinado algo sospechosamente parecido a un perro en un fuego púrpura. Se dio media vuelta y se fue corriendo hasta la cabaña de sus tíos. Se metió rápido en la cama, segura de tener fiebre. No se levantó hasta la mañana siguiente, ni siquiera para cenar, después del susto ya no tuvo hambre. Pero mientras desayunaba se sintió mejor, ahora ya estaba convencida de que todo había sido producto de su imaginación, tenía demasiada. A pesar de eso, tenía la desagradable sensación de que necesitaba comprobarlo. Así que por la tarde volvió a agarrar su cámara y volvió a atravesar las hileras de carpas en dirección al lejano bosque.
Estaba bastante tranquila y relajada, mientras caminaba silbaba alegremente. Hasta que volvió a ver todo lo del día anterior, salvo los tres negros, que no estaban allí. Al mirar a su alrededor, se dio cuenta que nadie parecía sorprendido en absoluto de las extrañas carpas. Incluso, al observar a la gente durante un rato notó que la mayoría no estaba vestida muy normalmente que digamos. Algunos llevaban túnicas, otros trajes de etiqueta (¿qué hacían así arreglados en un campamento?) y algunos llevaban combinaciones muy raras: un hombre tenía un poncho y una pollera escocesa, otro un camisón floreado, una mujer con una camiseta de fútbol y pantalones de terciopelo debajo de un vestido corto, y cosas por el estilo. También actuaban de forma inusual, como si escondieran algo. Siguió caminado tratando de parecer natural, aunque tenía que contenerse para no gritar. Parecía una pesadilla. A medida que avanzaba, encontraba cosas cada vez más extrañas, como unas escarapelas que cantaban y cosas así. Finalmente decidió regresar, sus tíos notarían su ausencia.
A partir de ese día, Kaitlin recorrió varias veces la "zona misteriosa" como la llamaba, con la excusa de que iba a sacar fotos o a leer al bosque. Sacar fotos sí que lo hizo, pero prefirió fotografiar a los lugares, cosas y personas raras que veía en sus paseos. Además, trataba de escuchar todas las conversaciones que podía, para conseguir información sobre lo que pasaba. De esa forma descubrió que todos venían a ver un importante evento, luego se enteró que era algo así como un deporte llamado "Cruivitch" (no pudo escucharlo bien) y de que todos ellos eran magos. Esto último no lo escuchó, lo vio con sus propios ojos. Tenían varitas mágicas y escobas voladoras. Y también supo que algunos de ellos eran los que se encargaban de que los muggles (así llamaban a la gente normal como Kaitlin) no se dieran cuenta de que pasaba nada inusual. Mucho éxito no tenían, hasta Ethan había comenzado a sospechar, y eso que ni se acercaba a las carpas. Un día exclamó:
- ¡Mami, esa mujer es una bruja!- y señaló a una señora que acababa de llegar al campamento, que por suerte no lo escuchó.
Tía Adrice le explicó que las brujas no existen. Pero su marido, que había escuchado todo, comentó medio en broma, medio en serio:
- Puede que no sean brujos, pero que son raros... son raros. Parecen estar completamente locos.
Kaitlin no les había contado nada por temor a que la creyeran loca a ella también. Cuando revelará las fotos se las mostraría. Ahora que lo pensaba, su tío también estaba muy raro últimamente, perdía la memoria con frecuencia. Poco después, se enteró del causante de la amnesia: un día siguió a su tío y en un momento vio cómo un hombre sacaba la varita y lo hechizaba. Evidentemente lo hizo para borrarle la memoria y le sorprendió el hecho de que ninguno de los "agentes" (del Ministerio, pero ella no lo sabía) sospechara de ella. En realidad sí había uno que sospechaba de Kaitlin: con tanto ir y venir era inevitable. Pero, como estaba sobrecargado de trabajo, no tuvo la posibilidad de seguirla o averiguar algo. Además, esas cosas no formaban parte de su departamento, no era asunto suyo. Después de todo, una adolescente no sería peligrosa.
Por fin llegó el domingo, el día tan esperado: el regreso de Dex. Se moría de ganas de contarle todo. Sin embargo, las cosas no salieron así. Cuando Dex llegó dijo que se sentía mal, luego descubrieron que tenía fiebre y tía Adrice no permitió que Ethan o Kaitlin se le acercaran, para no contagiarse.
Por eso, en lugar de pasar el día con su primo, se fue caminar por las parcelas de carpas. Encontró a dos mujeres conversando y, fingiendo que se ataba los cordones, se detuvo a escucharlas.
- ¿El partido comienza mañana a las ocho, no?
- Sí. Seguro que ganará Irlanda, no importa lo que digan sobre ese muchacho búlgaro.
- Gane quien gane, es la final y no me la perdería por nada en el mundo. Ojalá Inglaterra pudiera haber ganado la copa...
Kaitlin tampoco se lo perdería. Tenía un plan. De alguna manera, se las ingeniaría para estar en el campamento a la hora indicada para seguir a los magos que se dirigirían a cualquiera que fuera donde el partido tuviera lugar. Sabía que no podría entrar, había escuchado a alguien comentando lo caras que eran las entradas, o sea que al igual que en el mundo normal se necesitaban entradas para pasar y ella obviamente no tenía. Pero al menos, miraría desde afuera lo que pudiese.
¡Quién sabía lo que podría llegar a pasar!
Nota de la autora: Este es mi segundo fic, lo escribí hace mil años pero recién ahora lo publico. En una historia corta, de sólo dos capítulos. Se me ocurrió la idea poco después de que saliera el cuarto libro, como se darán cuenta cuando lo lean. Si les gusta, dejen reviews, y si no, también pueden hacerlo, nooo hay problema.
Un muggle sabe demasiado
Capítulo 1: El descubrimiento de Kaitlin
Kaitlin Moore suspiró: se estaba aburriendo como un hongo y eso que recién era el primer día. ¿Cómo sobreviviría toda la semana hasta que Dex regresara? No podría soportarlo, seguro que no. Moriría... del aburrimiento.
A su madre le había parecido una buena idea que Kaitlin visitara por dos semanas el campamento donde trabajaba su tío Roald durante las vacaciones de verano. Ella aceptó encantada de poder volver a ver a su primo Dex y romper algo la monotonía de sus vacaciones. Sin embargo, al llegar sólo estaban allí sus tíos y su primo de ocho años, Ethan, un mocoso insoportable y malcriado. Recién entonces le dijeron que su otro primo estaba en casa de un amigo y no regresaría hasta la semana siguiente.
Lo peor era que seguramente su tía Adrice la usaría de niñera para sacarse de encima al molesto de su hijo menor. Claro que no lo admitiría nunca, parecía pensar que el chico era perfecto, sobre todo comparado con Dex, que "siempre hacía todo mal" según su madre. Kaitlin no opinaba así. A pesar de que ella era un año más grande que su primo, se llevaban genial. Pero ahora estaba sola, sin saber qué hacer para matar el tiempo, hasta que se le ocurrió la Idea Salvadora. Podría agarrar su nueva cámara de fotos y buscar algo interesante para el proyecto del curso de fotografía. Hacía dos años que lo había empezado (el curso, no el proyecto) y ya estaba convencida de que sería fotógrafa al crecer. Llevaba su cámara a todas partes. Se le ocurrió ir al bosque que quedaba del otro lado del campamento. Para no dar toda la vuelta cruzaría directamente por la zona de carpas, algo que su tío le había prohibido para no molestar a los clientes.
Ése año parecía más lleno de gente que lo habitual, por eso sus tíos estaban tan contentos. Al caminar entre las carpas, Kaitlin comenzó a mirar con curiosidad a sus dueños. Y ahí fue cuando, horrorizada, se dio cuenta de que algo no funcionaba bien. ¿Era su imaginación o esa carpa tenía una chimenea, con humo y todo? Y aquella otra parecía tener tres pisos... y ni hablar de la de al lado que tenía un jardín con una fuente, un reloj de sol y una pila para pájaros. Esto no puede ser real, debo estar soñando, pensó asustada. Pero le gota que desbordó el vaso del miedo fueron los tres negros cocinado algo sospechosamente parecido a un perro en un fuego púrpura. Se dio media vuelta y se fue corriendo hasta la cabaña de sus tíos. Se metió rápido en la cama, segura de tener fiebre. No se levantó hasta la mañana siguiente, ni siquiera para cenar, después del susto ya no tuvo hambre. Pero mientras desayunaba se sintió mejor, ahora ya estaba convencida de que todo había sido producto de su imaginación, tenía demasiada. A pesar de eso, tenía la desagradable sensación de que necesitaba comprobarlo. Así que por la tarde volvió a agarrar su cámara y volvió a atravesar las hileras de carpas en dirección al lejano bosque.
Estaba bastante tranquila y relajada, mientras caminaba silbaba alegremente. Hasta que volvió a ver todo lo del día anterior, salvo los tres negros, que no estaban allí. Al mirar a su alrededor, se dio cuenta que nadie parecía sorprendido en absoluto de las extrañas carpas. Incluso, al observar a la gente durante un rato notó que la mayoría no estaba vestida muy normalmente que digamos. Algunos llevaban túnicas, otros trajes de etiqueta (¿qué hacían así arreglados en un campamento?) y algunos llevaban combinaciones muy raras: un hombre tenía un poncho y una pollera escocesa, otro un camisón floreado, una mujer con una camiseta de fútbol y pantalones de terciopelo debajo de un vestido corto, y cosas por el estilo. También actuaban de forma inusual, como si escondieran algo. Siguió caminado tratando de parecer natural, aunque tenía que contenerse para no gritar. Parecía una pesadilla. A medida que avanzaba, encontraba cosas cada vez más extrañas, como unas escarapelas que cantaban y cosas así. Finalmente decidió regresar, sus tíos notarían su ausencia.
A partir de ese día, Kaitlin recorrió varias veces la "zona misteriosa" como la llamaba, con la excusa de que iba a sacar fotos o a leer al bosque. Sacar fotos sí que lo hizo, pero prefirió fotografiar a los lugares, cosas y personas raras que veía en sus paseos. Además, trataba de escuchar todas las conversaciones que podía, para conseguir información sobre lo que pasaba. De esa forma descubrió que todos venían a ver un importante evento, luego se enteró que era algo así como un deporte llamado "Cruivitch" (no pudo escucharlo bien) y de que todos ellos eran magos. Esto último no lo escuchó, lo vio con sus propios ojos. Tenían varitas mágicas y escobas voladoras. Y también supo que algunos de ellos eran los que se encargaban de que los muggles (así llamaban a la gente normal como Kaitlin) no se dieran cuenta de que pasaba nada inusual. Mucho éxito no tenían, hasta Ethan había comenzado a sospechar, y eso que ni se acercaba a las carpas. Un día exclamó:
- ¡Mami, esa mujer es una bruja!- y señaló a una señora que acababa de llegar al campamento, que por suerte no lo escuchó.
Tía Adrice le explicó que las brujas no existen. Pero su marido, que había escuchado todo, comentó medio en broma, medio en serio:
- Puede que no sean brujos, pero que son raros... son raros. Parecen estar completamente locos.
Kaitlin no les había contado nada por temor a que la creyeran loca a ella también. Cuando revelará las fotos se las mostraría. Ahora que lo pensaba, su tío también estaba muy raro últimamente, perdía la memoria con frecuencia. Poco después, se enteró del causante de la amnesia: un día siguió a su tío y en un momento vio cómo un hombre sacaba la varita y lo hechizaba. Evidentemente lo hizo para borrarle la memoria y le sorprendió el hecho de que ninguno de los "agentes" (del Ministerio, pero ella no lo sabía) sospechara de ella. En realidad sí había uno que sospechaba de Kaitlin: con tanto ir y venir era inevitable. Pero, como estaba sobrecargado de trabajo, no tuvo la posibilidad de seguirla o averiguar algo. Además, esas cosas no formaban parte de su departamento, no era asunto suyo. Después de todo, una adolescente no sería peligrosa.
Por fin llegó el domingo, el día tan esperado: el regreso de Dex. Se moría de ganas de contarle todo. Sin embargo, las cosas no salieron así. Cuando Dex llegó dijo que se sentía mal, luego descubrieron que tenía fiebre y tía Adrice no permitió que Ethan o Kaitlin se le acercaran, para no contagiarse.
Por eso, en lugar de pasar el día con su primo, se fue caminar por las parcelas de carpas. Encontró a dos mujeres conversando y, fingiendo que se ataba los cordones, se detuvo a escucharlas.
- ¿El partido comienza mañana a las ocho, no?
- Sí. Seguro que ganará Irlanda, no importa lo que digan sobre ese muchacho búlgaro.
- Gane quien gane, es la final y no me la perdería por nada en el mundo. Ojalá Inglaterra pudiera haber ganado la copa...
Kaitlin tampoco se lo perdería. Tenía un plan. De alguna manera, se las ingeniaría para estar en el campamento a la hora indicada para seguir a los magos que se dirigirían a cualquiera que fuera donde el partido tuviera lugar. Sabía que no podría entrar, había escuchado a alguien comentando lo caras que eran las entradas, o sea que al igual que en el mundo normal se necesitaban entradas para pasar y ella obviamente no tenía. Pero al menos, miraría desde afuera lo que pudiese.
¡Quién sabía lo que podría llegar a pasar!
