Deseo
Por Hibari Zhang
Capítulo 2: "Un viaje infernal"
Kenru llegó a su casa, anunció su llegada y partió directo a su habitación, ni siquiera fue a donde su tía, como solía hacer normalmente para darle un beso o abrazarla, solo entró a su habitación, abrió la puerta tranquilamente, estaba y se sentía extraña, no tenía su típico aura con el toque de alegría que la caracterizaba, no tenía en ese momento su sonrisa de siempre, el que se presentaba en sus labios ante cualquier situación malo o bueno, en sus tiernos labios rosados, entró, se arrodilló y se apoyó en la mesa que tenía frente a ella, era una mesa baja, se tiró encima de ella, con todo su tronco apoyado en la superficie lisa de madera, sus brazos cruzados y su cabeza apoyada en ellas como una cómoda almohada, sus ojos se veían tristes ¿Cierto arrepentimiento también? Y con un toque de nerviosismo recordando:
-¡Que sol!- con sus mangas remangada por un lazo sujeto en su espalda, levantó el brazo para cubrirse los ojos de la luz de aquella estrella que iluminaba cada día y ver el cielo azulado con algunas nubes, ya habían pasado tres meses, el invierno ya se había marchado dándole la bienvenida a una nueva estación: la primavera.
Volviendo a su labor se puso de cuatro patas y siguió limpiando los pasillos de la casa, como estaba aburrida decidió hacer eso. Pero de vez en cuando paraba para ver las nubes, precisamente eso hacía en aquel momento:
-Que lindo... uno con forma de corazón, ¡Ah! Uno con forma de la cara del maestro Yahiko enojado- dejó escapar una risa- ¡Ah! Y esa con forma de un pétalo de cerezo... ¡¡CEREZO!! ¡¿Cómo no se me había ocurrido?!- dejó allí el paño, desató la cinta en su espalda se bajó las mangas, corrió a donde tía Tsubame para avisarle.
Llegó a la cocina.
-¿Tía?
-¿Sí?- estaba lavando los platos que se usaron para el almuerzo hace unos momentos.
-Iré al Parque del Cerezo.
-Bueno...
-Y no sé cuando vuelva, pero seguro que serán antes de la cena- mientras dirigía una de sus tiernas sonrisas a su tía.
-Claro te esperaré.
-Gracias- y abrazó a la tía y le dio un beso en la mejilla, luego salió corriendo.
-Esta noche sonreirás más- susurró y soltó una pequeña risa misteriosa, metió la mano en el kimono y sacó un papel doblado:
"Estimada familia Miyojin y Kamiya:
¡Hola! ¿Cómo están? Pues yo estoy super bien, hace años que no nos vemos, la última vez fue cuando tú y Yahiko se casaron, Kenru solo tenía 6 años ¡Ay! Era muy tierna y llena de energía en ese momento, me gustaría verla de nuevo espero que todavía esté igual, era una total ricura, hermosa, risueña, tierna, ejem... tremenda fuerza, lo debe de adquirido de ya-sabes-quien (no quiero mencionarlo) y además de Kaoru.
Pues que te parece la idea de que vengan a Kyoto a visitarnos, para el próximo mes ¿Eh? Me encantaría que vinieran me gustaría verlos.
Espero sus respuestas y ojalá que sean buenas.
Atentamente,
Misao, Onniwabanchu.
P.D: En el camino cerca de la llegada a Kyoto hay unos extraños asesinos tengan cuidado, les recomiendo que tomen el camino marítimo."
-Lamentablemente las últimas líneas de la carta estaba borrosa y no se podía leer claramente, en el trayecto hacia aquí había caído al agua, esa fue la explicación del cartero, el saludo también estaba algo borroso- pensó- pero es lo de menos no creo que sea muy importante.
-¡Ah!- exclamó en un suspiro mientras las palmas de sus manos estaban en sus mejillas y sonreía llena de felicidad con solo contemplar la entrada, desde allí se podía ver una larga hilera de árboles de cerezos a cada lado de un largo camino, formaban un puente de color rosa, la brisa primaveral favorecía mucho aquel hermoso espectáculo: los pétalos de cerezos caían lentamente cubriendo el piso, definitivamente hermoso.
Empezó a caminar lentamente a través de aquel sendero lleno de magia, sí, magia eso era lo que sentía en aquellos momentos, cada 10 árboles aparecían unas piletas pequeñas, hasta ahora, en lo que llevaba caminando había visto una con firma de león que por su boca escupía agua, uno de un pájaro que hacía lo mismo, otra que era un tipo de mini paisaje con una catarata de agua.
De repente se percató de la presencia de las personas a su alrededor: ella era la única que no tenía pareja, entonces sintió algo incómoda en el momento que algo chocó con ella.
-¡Aunch!- exclamó de la sorpresa ante el golpe y ambos cayeron al piso.
-Lo siento señorita, discúlpeme, no fue mi intención yo... yo... yo andaba distraído, lo siento.- balbuceó apresuradamente desde el suelo.
-¿Lee?- preguntó sin moverse mucho del lugar.
-¿Qué? ¿Cómo? ¿Kenru? ¿Qué haces aquí?- le respondió aun sentado.
-Bueno este yo... estaba aburrida en mi casa y decidí venir aquí, pues es un lindo lugar, ya sabes... me trae lindos recuerdos- le sonrió, se colocó de pie y empezó a contar- hace 6 años, cuando yo aún era algo pequeña ¡Tenía apenas 5 años! Tía Megumi y tía Tae me trajeron a este lugar para espiar la declaración de matrimonio del maestro Yahiko a tía Tsubame- y soltó una pequeña risa- ¿Y tú?- le tendió una mano para que se colocara de pie.
-Bueno... yo... quería venir a...- no sabía que decir frente a Kenru ya empezaba a sonrojarse y subirle la temperatura, miraba nervioso la mano de la joven que estaba siendo ofrecida claramente con la intención de ayudarlo a levantarse del suelo- yo también estaba aburrido y quería ver como estaba esto aquí como todos los años cambian algo... y... ¿Hace cuánto abrieron este lugar?- intentó cambiar el tema debido a un repentino nerviosismo que le hizo cosquillas en el estómago.
-Creo que desde hace 7 años, sí desde hace 7 años- dijo pensativa, mientras Lee decidía que era hora ya de levantarse- me acuerdo porque un año más tarde ocurrió lo que ya te conté.
-Ah si es verdad- tomó la mano de su amiga y se colocó de pie sacudiéndose el polvo.
-Oye se me ocurrió una idea ¿Por que no vamos juntos? Total este lugar esta lleno de parejas y también ¿Para que ir solos...? Se ve algo... incómodo- sugirió inocentemente Kenru.
-Este... ¿Nosotros... juntos?- empezaba ya a acalorarse.
-Pero creo que no podrá ser, porque supongo que... bueno... tú estas ocupado ¿No es verdad?- su amigo debía irse seguramente, chocó con ella porque tenía prisa ¿No?
-¡NO! Claro que no, no tengo nada que hacer- movía bruscamente la cabeza de un lado a otro expresando el "no" claramente.
-¿Seguro?- preguntó ella.
-Claro, seguro, en serio, no tengo nada que hacer- quizás esta era su oportunidad.
-Bueno¿y que esperas? vamos- y le hizo una señal para que la siguiera.
Caminaron juntos por un momento y este estaba más rojo que un tomate. De pronto, quizás por la magia del lugar, los dos se tomaron de las manos, al principio no se dieron cuenta, pero cuando lo hicieron esta quería soltarse enseguida pero algo se lo impidió... ¿Será por vergüenza? ¿Algo normal estar aquí? No comprendía pero ya no le importaba, total eran amigos, asó pensaba Kenru. En cambio Lee estaba en las nubes con los angelitos flechándole en corazón, con un leve rubor en las mejillas, mirando al cielo, ella miraba un costado, evitando así la cara de Lee, también comenzaba a sonrojarse.
De pronto terminaron el paseo y al final del camino que habían recorrido con calma se presentaba un inmenso claro, el centro del parque, rodeado de cerezos y con uno que otro árbol de hojas verdes, había unas bancas de piedras y una gran pileta, también de piedra, en el lugar. Era hermoso.
Ella le jaló un poco el brazo haciéndolo bajar bruscamente de las nubes.
-Oye llegamos- le avisó la joven algo inquita por todo lo que había experimentado en todo el camino.
-¡¿Ah?! ¿Qué? ¿Qué pasa?- preguntaba algo distraído.
-Te dije que llegamos- suspiró, no debía sentirse perturbada él era su mejor amigo, nada más.
-Ah si, si llegamos- mientras se ponía de nuevo algo rojo- ¿Vamos a sentarnos?
-Bueno- esta tomándolo de la mano se adelantó un poco y lo jaló- ya... ¿Qué esperas?
-¡Ah! Si- pero al dar un paso se tropezó, la chica se volteó al sentir la mano de él arrastrarla hacia atrás: cayó encima de Kenru y accidentalmente este le besó los labios.
Los dos estaban sorprendidos, pero en ese momento el resto desapareció y solo quedaban ellos dos, ambos se sonrojaron, estaban paralizados nunca habían besado los labios de otra persona y esta era una sensación nueva para ambos chicos, de repente se escuchó la vos dulce de una señorita:
-Perdón chicos ¿Están bien?- haciéndolos despertar y separarse de inmediato.
-Este si estamos bien solo me tropecé- respondió Lee primero y se pasaba una mano por sus cabellos azulados nervioso, asombrado, emocionado, y una mezcla de otros sentimientos ¡Había besado a Kenru Kamiya!.
-Disculpen- Kenru hizo espacio entre la multitud y salió corriendo.
-¡Kenru! ¡Espera!- Y corrió tras ella, pero después de un rato no logró alcanzarla y desapareció de la vista, se tocó los labios y tuvo un leve arrepentimiento mientras veía como la joven echaba un último vistazo hacia atrás.
Se levantó, después de recordar aquel suceso que sólo había pasado unos minutos atrás, caminó hacia el espejo, se arrodilló nuevamente, observó la imagen que se reflejaba: una joven de profundos ojos azules observándola fijamente, cada detalle de su cuerpo y se soltó el cabello: se vio, cabellos castaños resbalando por la espalda y los hombros, hombros descubiertos de forma atrevida, porque la parte de arriba, el cuello, de su kimono estaba abierta, desde que tenía memoria siempre había usado así su kimono porque según ella le ahorcaba mucho, le presionaba el pecho y le molestaba, así que simplemente lo abría, con el tiempo ya casi todos se habían acostumbrado.
Pero si le tocaba usar ropas sueltas y livianas ningún problema, como por ejemplo: el traje para las clases de Kendo o Karate.
Se tocó los labios frente al espejo y se sonrojó levemente al recordar el accidente ocurrido en el parque, se echó para atrás tendiéndose en el piso y estiró las piernas, giró la cabeza miró hacia fuera: la luz que se proyectaba a través de la puerta era naranjo, suponía que ya estaba atardeciendo y luego volvió a mirar el techo...
-¿Que me esta pasando? Lee solo es mi amigo, mi mejor amigo ¿Por qué?
Con esos pensamientos se quedó dormida.
-¡Ya llegue!
-¡Oh! Yahiko llegaste, la cena ya esta lista- lo recibió Tsubame con un beso.
-¿Y Kenru?
-Creo que llegó muy cansada y esta dormida ahora, en la mañana fue al Parque del Cerezo.
-Ya veo.
-Voy a despertarla.
-Está bien- Yahiko dejó que su esposa fuera.
-¿Kenru? Kenru, despierta.
-¿Mmm...?
-A cenar- le dijo la mujer que ya poseía un vientre levemente abultado: casi 5 meses de embarazo.
-Ya voy, si tengo que terminar de hablar con Lee- murmuró entre sueños aún.
-¿Qué?- se extrañó Tsubame.
-¡¿Ah?! ¿A cenar? Ya... ya voy déjame refrescarme la cara- y salió corriendo.
Tsubame salió de la habitación y expresó cierta confusión en su rostro pero no le hizo caso.
Kenru estaba comiendo de forma tranquila y lenta, era algo extraño en ella nunca había comido de esa forma, su mente no estaba en la mesa, no estaba en el lugar en donde estaba su cuerpo, Tsubame se preocupó y Yahiko no se percató, continuaba comiendo como siempre lo había hecho.
-Hoy...- mientras veía si Kenru escuchaba, pero parecía que no- me llegó una carta de Misao y dice...- Empezó a leerla.
-¡Que buena idea! Hace tiempo que no la vemos- comentó Yahiko después de escuchar su contenido.
-¿Kenru? Kenru, ¡¿Kenru?! ¡Kenru!- gritó Tsubame.
-¿Ah? Si yo quiero- respondió cualquier cosa sin saber ni que le preguntaron- permiso, ya termine, gracias por la comida- se paró y se marchó.
Yahiko y Tsubame se miraron con una clara interrogación en sus rostros.
-Que extraño...- dijeron al mismo tiempo.
Había pasado un mes aproximadamente desde el suceso del Parque y la llegada de la invitación. En estos momentos viajaban desde Tokio hacia Kyoto en un carruaje:
-Gracias por invitarnos- decía Tae.
-No hay de que, le mandé una carta a Misao preguntando si ustedes también podrían ir y me dijo que sí.
Megumi solo miraba a Kenru, esta aún no se había recuperado por completo.
-Está algo extraña- pensaba- ¿Qué le pasará?
En ese momento Kenru pensaba en lo que le había dicho Lee en la última semana:
-Kenru... tú... tú... tú... ¡Tú me gustas mucho!- lo dijo algo ruborizado y miraba directamente a los ojos de Kenru, sus profundos ojos azules, pero luego él desvía la mirada y cierra los ojos esperando la repuesta de Kenru.
-Yo... yo... yo no sé que decir, no sé lo que siento por ti, no lo sé- y se agarra la cabeza, luego se agacha.
-¿Estas bien?- él se agacha y la toma de los hombros.
-Yo no te puedo dar una respuesta ahora, estoy muy confundida, lo siento mucho, lo siento mucho- mientras levantaba algo de su mirada y lo miraba con una sonrisa tiernamente para no hacer a Lee sufrir.
-No importa, esperaré y siempre lo haré hasta que me respondas ¿Me lo prometes? No importa la respuesta que sea, si es un "no" o si es un "sí"
-¿Y tú prometes siempre esperarme? ¿Hasta que encuentre mi respuesta?
-Si lo prometo
-Yo también- y se abrazaron como sello de su promesa, una promesa inocente de niños- prometo responderte.
-Kenru, Kenru, estas muy rara últimamente ¿Qué te pasa?- preguntó Megumi- En esta última semana no me has visitado ningún día con alguien herido por ti, como "suele y debería" pasar- intentó animarla.
-¿Este... te lo puedo contar a ti no mas? ¿Me prometes guardar este secreto?- necesitaba desahogarse, aquello le empezaba a hacer daño, quizás Megumi podría ayudarla.
-Claro, está bien, lo prometo- y se acercó más a ella y Kenru empezó a contarle la historia.
Ya había pasado un buen rato después de que Kenru le confesara a Megumi sus preocupaciones y confusiones, la mujer sólo le había dicho que confiara en lo que su corazón le dijera. De pronto hubo una fuerte sacudida, Kenru no se dio cuenta, entraron unos hombres extraños con mascaras y de negros, con cuchillos, dagas, espadas y toda clase de armas blancas, sacaron a la fuerza a Megumi, Tae y Tsubame mientras que Kenru estaba muy dentro de sus pensamientos que no se percataba de nada y de lo tranquila que estaba, los hombres extraños tampoco la vieron, hasta que el último se percató de ella tras una mirada de precaución, este la tironeó bruscamente y la hizo bajarse, esta se bajó como si nada y este se decepcionó algo.
-¿Por qué no grita? ¿Por qué no se sacude a la fuerza? ¿Estará sorda? ¿Estará ciega también? Que raro- pensaba el hombre, saco su daga y la dirigió hacia el pecho de Kenru, pero repentinamente paró a unos escasos milímetros de la piel, hizo nuevamente el intento pero no pudo- No tiene gracia matar a alguien que no le teme a la muerte y no sabe nada...- susurró, no se sentía capaz de matar a la joven, era...- bonita- pensó y una idea macabra cruzó por su mente.
-Perdón ¿Qué? No lo escuché- dijo por fin Kenru con la tranquilidad más grande del mundo, pero al darse cuenta que una daga estaba enfrente de ella... como por instinto natural saltó hacia atrás y se puso en guardia.
-¿Qué, como?- el hombre estaba confundido pero de pronto recibió un gran golpe en las costillas y se desmayó del dolor, se le habían roto varias seguramente y no lo dejaban respirar.
Kenru había golpeado al hombre, después fue a ver a la carreta y no había nadie, luego fue a más allá de la carreta, como a unos escasos metros y vio la escena más horrible de su vida, escondida detrás de unos matorrales y árboles, observó a sus seres queridos, ellos eran su familia, la que no había tenido nunca: padre y madre, estaban siendo amenazados y atacados por esos extraños hombres, quedó paralizada, vio todo, vio la primera muerte... la de su tía favorita su... su... su tía... ¡Su tía Tae! Vio como le dieron un corte en la espalda y cae al piso, después de unos segundos de paralización, pero a ella le pareció una eternidad, vio lentamente todo en cámara lenta como había ocurrido, todo, y allí empezaron las lágrimas, primero una... luego la otra... luego otra y así sucesivamente empezaron las lágrimas a caer cada ves más y más y más, era horrible, corrió, golpeó, se hizo pasó entre la gente por encima de todo y fue a donde su tía, la dio vuelta le acarició la mejilla, pero siguió llorando:
-¿Tía Tae?- pronunció con la voz quebradiza, ignorando a los asesinos que se habían detenido por unos momentos por orden de uno de ellos que parecía ser la cabeza de mando.
-¿Ke... Ken... Kenru?- apenas susurró aquel nombre.
-¿Tía Tae?- susurró de nuevo.
-¿Estas bien?- preguntó Tae agonizando, su sangre brotaba y brotaba por la herida de su espalda. En ese momento los asesinos comienzan a moverse, aunque no hacia ella precisamente.
-Si, yo lo estoy, pero tú no, verás... resiste- miró para todos lados en busca de su tía Megumi, pero lo que vio tampoco le gustó, en este momento justo su... su querida tía Megumi... fue... fue... fue atravesada de lo más cruelmente por una espada y muerta instantáneamente, mientras que Tae solo cae muerta sin vida alguna en los propios brazos de Kenru.
-¡¡NOOOO!!- gritó Kenru hacia el cielo- ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? Primero pierdo a mi papá Kenshin, luego a mi mamá, nunca la conocí personalmente, tengo una vida, ¡Una vida hermosa y suficiente! ¡No pido más¡ ¿Y por qué, porqué me arrebatan todo!? ¡Mi tía Tae... ahora tía Megumi!- dispersó toda su tristeza y furia contra sus oponentes, los asesinos de sus tías acercándose a lo último que le quedaba: su Maestro-Padre y su Tía-Madre.
Poco a poco ella fue acorralada junto con Yahiko que protegía a toda costa a su esposa, Tsubame, los tres estaban de espaldas, de pronto con una leve distracción de Kenru, no alcanzó a esquivar correctamente una espada y su pecho izquierdo fue cortado debajo de la clavícula, no muy profunda pero de seguro que le quedaría una horrible marca y un horrible recuerdo de ese momento.
-¡Kenru ten cuidado!- Yahiko le decía con preocupación, pero de pronto sin razón alguna que Yahiko comprendiera en aquel instante, ¿por qué Tsubame se puso enfrente de él?, pero la expresión de dolor en la cara de ella lo decía todo, algo terrible pasó por su mente... ella trató de protegerlo de la daga que venía hacia él con su propio cuerpo y con el bebé de casi seis meses que llevaba en su vientre.
-¡Tsubame!- ella calló al piso mientras él la sostenía y ella solo sangraba, la daga llegó casi rozándole el corazón, pero le hizo suficiente daño, mas por el bebé que llevaba le hacía ocupar el doble de energía que ocupaba normalmente, se moría también.
-¡Tía! No ahora no tú, por favor resiste, Tía Megumi te atenderá...- pero en ese momento recordó que ella, Megumi... ya había muerto, derramó más lágrimas mientras trataba de defenderse de los oponentes de los alrededores, cuando se percató de algo... algo que la molestaba desde el principio: todos ellos tenían el mismo logo, un medallón en el cuello con un dragón y sus garras filudas como espadas, cuchillos o dagas y en aquellas garras una extraña esfera.
-¡Tsubame!- gritó Yahiko desesperado.
-Cuida... a... Kenru... que... no... se... derrame... ma... más... sangre, mejor hu... huye... con ella...- una tos de sangre la impidió decir sus últimas palabras pero logró recobrarse y suspirar apenas:- siempre... te a... amaré... siempre... yo...
-Por favor ya no hables- la cara de Tsubame estaba pálida y Yahiko desesperado con lágrimas también.
-Yo daré... un paso... más... adelante... con nuestro... bebé... recuerda... quiero verte... allá... cuando ya seas... viejo- y mostró una sonrisa- te estaré... esperando... además... estaré... con Kaoru... te amo...
-Yo también te amo, pero no te vayas... quédate aquí, quédate conmigo y nuestro bebé, siempre has y hemos soñado con esto no me hagas perder el sueño, así no más, por favor ¡¡Tsubame!!- justo en ese momento ella ya se había ido...
Yahiko derramó sus últimas lágrimas, dejó cuidadosamente el cuerpo inerte de su mujer en el suelo, y se levantó, tomó rápidamente la mano de Kenru que en su tierna carita todavía estaba llena de lágrimas y salió corriendo...
Cruzaron un bosque.
-¿Por que corremos?- seguía llorando Kenru.
-Porque es mejor escapar... en este caso, si lo es.
Llegaron a su fin del camino, era un barranco bien alto y abajo solo había un río, Kenru se escondió detrás de Yahiko, en realidad él la obligó a estar allí.
-Con que tratando de escapar ¿Eh?- parece que había hablado el jefe del grupo, hizo una seña con la mano y todos corrieron con sus armas hacia Yahiko y Kenru.
-¡Kenru vete!
-¡¿PERO POR DÓNDE?!- Yahiko la empujó y cayó del barranco de espaldas mientras solo escuchaba el sonido del corte de un cuerpo.
-¡¡MAESTRO!!- mientras que entró al río, lo último que vio fue la mano de su maestro colgando en el borde del barranco y goteando de sangre.
La corriente del río era muy rápida y la hundió.
-Me vengaré- fue lo último en que alcanzó a pensar mientras perdía el conocimiento tras sentir un golpe fuerte en la cabeza, seguramente había dado sin querer con una de las rocas del río.
Continuará...
Notas de la autora: ¡¡Uy!! medio combate, perdónenme por terminar con las vidas de esas personas pero es que tenía que hacerlo para que la historia pudiera tomar un camino interesante (?), que ya verán cuando la terminen de leer ¡Ah! Y algo interesante bueno si no leen la primera parte no importa pues es que realmente a mi no me interesó mucho (aunque lo haya escrito yo) enserio no importa si la leen o no, en realidad aquí se va a explicar algunas cosas del pasado pero lo más destacado no más... ya saben por ejemplo que ahora Kenshin y Kaoru ya están muertos pero muertos, enserio, bueno que más da, los muertos no reviven, bueno al menos que alguien no estuviera muerto, muerto realmente, pero no hablemos de eso. ¿Que atroz donde caerá o llegará Kenru? ¿Realmente se vengará? ¡¡Solo tiene 11 años!! Pero quien sabe esta historia la escribo YO y yo daré muchiiiiiiiiiisimas sorpresas aquí, así que si llegan a la mitad me da lo mismo, total para el o la que lo lea entero... pues creo que le gustará, bueno la cosa es que según el lector, si le gusta o no. ¡¡Yo misma lloré mucho con el capítulo cuando volví a leerlo!! Vale... reclamos, venganzas, amenazas a mi mail:
Avances del capítulo 3: "Un gran giro a la vida"
Es una sorpresa que alguien tan excelente en el uso de la espada la haya encontrado y desde ese entonces Kenru Kamiya morirá y dará a la vida a un nuevo personaje (lo descubrirán el próximo capítulo y recibirán una gran sorpresa de que sus ojos los engañaron pues ya verán, no se traguen completamente el cuento de que esta ves maté a Kenru, NO claro que no la mate... porque ella todavía tiene una promesa que cumplir y a mi no me gusta dejar las promesas a la mitad.
