Deseo

Por Hibari Zhang

Capítulo 3: "Un giro a la vida"

Abrió los ojos lentamente, miró a su izquierda: había una tenue luz, pestañeó un par de veces para acostumbrar la vista y miró mejor, era una vela pequeña, estaba bastante consumida, supuso que debía ser muy tarde, al girar y observar su derecha vio el cielo oscuro, trató de levantarse, estaba acostada sobre una cama, le dolía todo el cuerpo, no recordaba bien las cosas, eran muy confusas y dolorosas, no podía ser verdad, estaba casi segura de que había sido una mala pesadilla, miró mejor su alrededor y vio que no conocía ese lugar, era un sitio pequeño, imaginó que no tenía más de ¿Dos habitaciones? No estaba segura, de pronto se abrió la cortina que funcionaba de puerta y entró un hombre alto de hombros anchos, su cabello era negro, un par de canas y largo, llevaba una capa grande blanca con un cuello rojo, en sus manos traía lo que parecía ser un balde con agua, mientras que la miraba extraño.

-¿Ya despertaste pequeña?- le preguntó.

Ella asintió con la cabeza aun desorientada.

-¿Por qué no hablas?

Ella dudó, pensaba que si hablaba... en ves de hablar, lloraría tenia un angustiante dolor en su corazón, la sola idea de que ahora ya no le quedaba nada ¡Nadie! ¡Absolutamente nadie! Era horrible. Sus ojos se empañaron de lágrimas pero no derramó ninguna, un dolor en la cabeza hizo que se llevara las manos a esta descubriendo así los vendajes.

-¿Te sientes mal?- tocó su frente- la fiebre ya se te pasó.

-¿En donde estoy?- habló por fin incorporándose del lecho con esfuerzo y calma, el hombre no parecía ser malo.

-¡Ah! Así que si sabes hablar, yo pensaba que eras muda.

-¿En dónde estoy?- preguntó de nuevo con una voz demasiada fría para su gusto, nunca había hablado así antes, se sintió desconocida de su propia voz.

-Estás en mi casa, te encontré hace dos días en el río, cerca de aquí- respondió sin tomar en cuenta la frialdad de aquella pregunta, que mas bien había parecido una orden exigiendo la respuesta sobre el lugar.

-Ya veo- dijo agachando la mirada, había derramado algunas lágrimas y trató de esconderlas para que el hombre no se percatara de aquella debilidad: no había sido una pesadilla.

-¿Cómo te llamas? ¿De donde vienes?- preguntó el hombre mientras dejaba tranquilo la cubeta de agua.

-Vengo de Tokyo- contestó sin meditar mucho, se sentía demasiada perturbada para cuidar sus respuestas, ya nada le importaba, no le importaba que un desconocido la hubiera salvado, le hablara y no le explicara sus intenciones- Me llamo Kamiya, Kenru Kamiya, nos atacaron en el camino a Kyoto y yo sobreviví... sola...- el dolor ahogo sus palabras, era verdad, estaba aceptándolo, todos habían muerto.

-Yo soy Seijuurou Hiko- se sentó en el borde de la cama dejando antes la cubeta de agua a un lado.

Kenru levantó rápidamente la cabeza de asombro, se limpió las lágrimas y lo abrazó.

-¿Qué pasa pequeña?- dijo sorprendido, mientras pensaba- Kamiya me suena...- luego la separó de él- mejor descansa, tus heridas son algo graves.

-¡Por favor! ¡Entréneme!- dijo después de separarse de Seijuurou.

-¿Yo? ¿Entrenarte? ¿Por qué?

-¡Quiero ser más fuerte!- sus ojos reflejaron desesperación, sabía que Seijuurou Hiko era un hombre que poseía una técnica poderosa, una increíble habilidad con la espada- ¡Enséñeme la técnica que usted domina MAESTRO! Hiten Mitsurugi.

Seijuurou se sorprendió, esa chica sabía sobre él ¿Cómo? Kamiya, aquel apellido, aquella mujer, esos ojos, el hombre se levantó y le dio la espalda a la niña, ahora entendía: Kaoru Kamiya.

-Se lo suplico, ayúdeme... ¡Ayúdeme a vengarme!

-Prométeme reposar lo suficiente, primero debes mejorar tus heridas- volteó solo su cabeza, la observo inexpresivo analizando el color azulado de sus ojos, le recordaban a unos que tiempo atrás había visto alguna vez, en ellos descubrió dolor- aunque hay una herida que jamás mejorará como las otras- pensó en su interior refiriéndose a los sentimientos de la joven castaña y descendió su vista y se detuvo sobre su pecho y susurró- marcada.

-¿Cómo?

-Te quedará una cicatriz, la herida de tu pecho.- la imagen de unos cabellos de color rojizo apareció en sus recuerdos y una cruz.

-Ya veo, un mal recuerdo también quedará allí ¿Verdad? ¿A eso se refiere?- respondió algo triste.

Este asintió sorprendido por la madurez de esta pequeña niña.

-¿Qué edad tienes pequeña?

-Tengo 11 años.

-Ya veo.

-¿Le puedo pedir un gran favor?- sintió una presión en el corazón, un oscuro sentimiento comenzaba a devorarla: la venganza. El hombre la miró y asintió serio esperando la pregunta-¡Cámbieme el nombre maestro!

Lo meditó por un momento.

-¿Por qué quieres eso pequeña?

-Porque... porque quiero estar muerta... como mis seres queridos- susurró la última frase desviando su mirada y observando el bailoteo de la llama de la vela casi consumida.- fui asesinada en el momento en que caí de aquel barranco y no fui capaz de proteger mi única familia.

-¿Muerta?

-Si, es más fácil... caí al río... desaparecí, quiero olvidarlo todo, no me queda nada más en este mundo- cerró los ojos y apretó con fuerza las sabanas de la cama.

-¿Todos?

-Sí todos, nadie esta vivo más que yo- apretó la mandíbula, los odiaba, odiaba a aquellos sujetos de negro, si estaba viva era porque el destino le había dado la oportunidad de vengarlos seguramente y eso haría.

-Promete nunca olvidar tu verdadero nombre.- la joven levantó el rostro y fijó sus ojos azules en los del hombre, en ellos brillaba una llama que Seijuurou hace años no veía: odio, venganza, dolor, potencial, inteligencia, fuerza.

-Lo prometo.- aseguró.

-Bien déjame pensar...- el hombre iba a retirarse pero la joven volvió a llamarlo.

-Maestro, por favor no se vaya y... ¡Entreneme! ¡Hagame más fuerte!- le suplicó, se arrodilló y bajó su cabeza hasta que la frente tocó el piso con la punta de sus dedos perfectamente alineados bajo esta, permaneció en aquella posición de súplica ignorando el dolor de su cuerpo por completo.

-¿Por qué quieres ser más fuerte?- preguntó serio.

-Venganza, por eso vivo.- Seijuurou sonrió en sus adentros tras recibir aquella respuesta tan cruel, un escalofrío recorrió su espalda, sintió la intensidad de aquellos sentimientos, aquella niña, sí aún era una niña, la vida y el destino la había golpeado tan duro, igual que él: Kenshin Himura, había pasado tantos años desde que creó a aquel loco asesino, ahora estaba a punto de volver a repetir la experiencia, la curiosidad de querer saber si volvería a hacerlo lo devoró, iba a hacerlo, iba a volver a sentir la pasión por la espada, iba a volver a ver aquellos movimientos, aquellos ojos.

-Que tal Miyu.- le contestó.

-¿Eh?- la había tomado por sorpresa.

-Te encontré en el río cerca del anochecer, Miyu significa "precioso anochecer" y tú eres preciosa- mostró una sonrisa amable.

-Gracias- aun permanecía arrodillada y con la frente pegada en el piso, cerró los ojos, la había aceptado.

-Shizaku, Miyu Shizaku.

-Miyu Shizaku...- repitió mientras pensaba- Kenru Kamiya murió en aquella masacre...

Los días pasaron, esperaron que las heridas de Kenru mejoraran, no, que las heridas del cuerpo de Miyu mejoraran, aunque una de ellas quedaría por siempre, una marca que representaba aquel horrible recuerdo de una triste historia, aquello pertenecía al pasado, quedó atrás, pero la visión de aquella cicatriz siempre lo traerá al presente, lo haría...

-¡¡QUÉ?!- exclamó con dolor Lee en su casa cuando su padre le pasó el periódico y leyó el titular- no puede ser... la familia de Kenru no puede haber muerto, ¡Kenru no puede haber muerto!

-Eso no se sabe hijo, Kenru desapareció, según los policías: solo tres cuerpos fueron encontrados en el bosque mientras que el cuarto estaba cerca de un barranco detrás del bosque.

-Pero...- arrugó el periódico que momentos antes leía con manos temblorosas y salió corriendo de casa.- No, no, Kenru no ha muerto ella no rompería una promesa ¡No! ¡Ella nunca rompería una!- gritaba una y otra vez en su mente

Llegó al río y se sentó encima de un tronco mientras tomaba una piedra del piso y lo lanzaba.

-Siempre la esperaré, estoy seguro que ella no murió ¡Ella no murió! ¡No debo perder las esperanzas! Tengo fe en que ella regresará, ella solo desapareció y no han encontrado su cuerpo, aun hay esperanzas de que esté viva, ella es fuerte- aunque trataba de evitarlo, derramó unas lágrimas, en aquel momento introdujo una mano a su bolsillo: sacó un hermoso collar, aún recordaba aquella vez en que ella lo golpeó y luego en el camino lo soltó por un collar y después... arrancó dejando a la mujer con la palabra en la boca.

-¡Maldición! ¡¿Acaso no leyeron de lo que les advertí en la carta?! ¡¿Cómo?! Que desgracia, ya me parecía raro que no llegaran- arrugó el periódico y se marchó mientras se limpiaba una lágrima que resbalaba por su mejilla, apretó los puños, debía averiguar.- ¡Juro que castigaré a los culpables!

-Vaya que apetito tienes.

-Es que... hace... días... que no... como... cosas... tan... ricas- tragó- maestro esto está realmente delicioso... mmm...

-Ya veo que tus heridas sanaron perfectamente...

-Sí y todo gracias a Ud. maestro, gracias por la comida, permiso- se levantó y se llevó su plato a la cocina.

-Que chica...- suspiró mientras pensaba- Kamiya ¡Pues claro! Definitivamente: Kaoru Kamiya la amiga de Kenshin, ese atolondrado, ¿acaso esta será la hija de Kaoru? Pero... ¿Kenshin no se había casado con ella? Ella no puede ser hija de Kenshin ¡No se le parecen en nada! Físicamente no: sus cabellos castaños, los ojos, esos ojos... son iguales a la de esa jovencita ¿No será que es de los pelos parados? Ese tipo que conoce la técnica "Futae Nokiwami" ¡¿Ese?!...

-¿Maestro? ¿Cuándo comenzaremos nuestras prácticas?

-Mañana mismo, descansa por lo menos un día más.

-Bueno entonces quiero salir, quiero ver que hay fuera.

-Claro, es un lugar apartado y tranquilo, a unos kilómetros de aquí hay un pequeño pueblo, si gustas puedes ir a comprar las cosas que sientas que te hagan falta- vio como la joven se arreglaba el cabello castaño.

-¿Me llevara verdad?- y mostró su peinado- ¿Cómo me veo?

-Mmm... bien.

-Quise cambiar de peinado- explicó- porque supuse que debido a los asesinatos cometidos últimamente...- desvió la mirada del hombre que comenzaba a levantarse también de la mesa- los policías deben de andan en los alrededores, habrán encontrado sus cuerpos- refiriendose a Megumi, Tae, Tsugume y Yahiko- y el mío no, habrán puesto una foto mía en los periódicos- meditó- mi familia es muy conocida...- se había enroscado el cabello a ambos lados de la cabeza, dejó atrás suelto, tenía unos mechones rojizos por todo el cabello, se veía muy bien con el castaño, su ropas era vieja yukata de color blanco, de una tela de poco valor, Seijuurou se la había conseguido, ligera y fresca.

-¡Que inteligente eres! Diste en el blanco querida Miyu, mira este periódico- pero no recibió respuesta- ¿Miyu?- la llamó- ¿Miyu?- no la veía a su lado- No otra ves...- suspiró y se golpeó la cabeza con la palma de su mano y empezó a buscarla.

-Uy que lindo traje ¿Cómo lo está vendiendo señora?

La señora le dijo el precio.

-Vaya no está tan caro ¿Eh?

-¡Miyu! Supuse que estarías aquí.

-¡Ah! Maestro, ¿Le gusta este traje para mí?

-A ti todo te queda bien ¿Ya? Y ya no andes separándote de mí.

-Está bien- dijo algo triste- gracias señora...- mientras pensaba- si sigo al lado del maestro aprenderé muchas técnicas que mi papá aprendió, seré muy fuerte y podré vengarme.

-Miyu...

-¿Si?

-¿Crees que podrás soportar el entrenamiento?- mientras pensaba- es extraño pero a esta pequeña le he tomado muchísimo cariño, como si fuera algo de mi y estoy comportándome algo extraño ¿Por qué? Será porque...

-¡Claro que sí!- aquella entusiasmada respuesta acabó sacándolo de sus pensamientos.

Miyu creció, se hizo fuerte, inteligente, muy hábil para todo, especialmente en el manejo de la espada, a excepción de la cocina, aquello era un caso perdido, una vez suspendieron por un tiempo la práctica porque Seijuurou se enfermó terriblemente por la comida de Miyu, pero lo que más destacaba de ella era su belleza.

Han pasado 5 años: Miyu tenía 16.

-Esto será lo último que te enseñaré y después de eso me tendrás que derrotar... es el Principio Secreto el: "Amakakeru Ryo No Hirameki"

-Bien...- asintió- ¿Y que significa eso?

-Descúbrelo tu sola.- Seijuurou hizo el primer movimiento y empezó el ataque mientras la joven pensaba en el significado de aquella técnica.

Luego de un rato, ambos se detuvieron, los dos respiraban con dificultad, una que otras ropas rasgadas.

Ella seguía pensando pero no supo por que en aquel instante le vinieron de golpe esos recuerdos que tanto anheló olvidar, cada imagen, cada pensamiento, cada sentimiento, todo, TODO empezó a aparecer nuevamente, su alrededor desapareció y se encontró en aquel lugar: en donde empezó todo hace 5 años, el dolor, las muertes, el olor, los gritos, las lágrimas, se había prometido con el tiempo de no llorar jamás ¡JAMÁS! Pero no lo podía evitar, las lágrimas salían sin control, sintió nauseas, por un momento todas sus ideas de venganza desaparecieron, fue cuando supo el significado el "Principio Secreto, el Amakakeru Ryo No Hirameki" Consistía en vivir, vivir con todo su empeño no tener rencores, odio, venganza pero no podía evitar tenerlos, ¡No! Era importante para ella, no lo dejará ¡No dejará su venganza! No fue conciente de sus movimientos, de su cuerpo en sí, la rabia y le odio la cegaba por completo.

Se levantó apenas conciente de su alrededor, clavó de punta la espada en la tierra. Hace tres años Seijuurou la había mandado a forjar para su discípula.

Abrió los ojos con terror...

-¡¡Dios mío!! ¡Que he hecho!- derramó unas lágrimas que resbalaron por sus mejillas y cayeron encima del Seijuurou.

-Esto es irónico- el hombre esbozó una tenue sonrisa de burla- estuve entrenando a un demonio otra vez, con razón cada día me parecías peor...- se burló- con el paso de los años...- alzó los ojos y miró el cielo nublado- al principio me parecías linda, me recordabas a mi...- tosió y escupió sangre- mi hermana pequeña- confesó- hace mucho tiempo, ella murió de una enfermedad incurable...- cerró los ojos- en aquel tiempo la medicina no era muy avanzada.

-¡Perdóneme! No era mi intención yo... yo...

-No te culpo, sé que no eras tú, esa la que me lastimó, no te culpo... estoy viejo ya.

-¡¡NO!!- Miyu tenía el cuerpo impregnado de sangre- soy... no soy... ¡No soy una asesina! ¡¿Cómo?! No puede ser ¡NO! ¡Despierte!

El tiempo pasó, seguía abrazándolo entre sus delgados brazos, otra persona más que estimaba la había abandonado, como todos, volvía a estar sola en el mundo, lo había llamado y sacudido, no había despertado, estaba conciente de que todos sus signos vitales se habían detenido, aún así no quiso aceptarlo hasta que ya no pudo más, empezó a cavar un hoyo cerca de donde estaba Seijuurou muerto, con sus propias manos lentamente... para darle sepultura.

-Que en paz descanse...- sus manos estaban sangrando por cavar tanto, sus ropas impregnadas de un color carmesí y lleno de tierra también, entró a casa, se cambió, se lavó y se arregló.

-Adiós para siempre, seguiré mi camino... lo siento- desde aquel momento sus ojos cambiaron, estos se volvieron los de un asesino, un kimono negro bordado con delicadas flores rojas y una capucha que cubría casi todo su rostro, debajo de esta llevaba una bolsa de tela que contenía sus cosas personales: ropa.

Pasaron los meses y llegó a Kyoto planeaba desde ese momento ir en busca de los asesinos de su familia.

-Mira que misterioso.

-¿Si quien será?

-Debe ser un extraño.

-Nunca se le había visto por aquí- murmuraba la gente que pasaba por allí.

Miyu estaba conciente de todos los movimientos a su alrededor aunque la gente no pudiera ver su rostro, de pronto se detuvo frente a una puerta...

-Mira, paró- murmuró una de las personas que caminaba por ahí.

-¿Si que querrá allí?- siguieron murmurando y mirando.

Miyu entró como si nada, ya adentro, observó discretamente una serie de personas extrañas y asquerosas, la luz no entraba del todo y olía mal.

-Disculpe, dice que forja armas ¿No?...- un hombre apareció a través de una puerta y se acercó a la persona misteriosa, todos la observaban con curiosidad.

-Si ¿Desea algo...?- miró desde arriba hacia abajo a la misteriosa joven bajo la enorme capucha.

-Quiero que mejore mi katana.- tomó la espada que descansaba a un costado de su cuerpo y se la extendió al hombre.

-Pero eso cuesta mucho ¿Ud. podrá...?

-¡¿Está insinuando que no puedo pagarla?!- esta lo agarró del cuello y lo empujó a la pared todos miraban sorprendidos... ¡Era una mujer! El gorro se le había caído.

-Cla... claro enseguida se la traigo lista- esta lo soltó y el señor inmediatamente fue a tomar sus herramientas para trabajar.

Todos observaron la hermosa cara de la joven: no tenía más de 16 años, nadie se atrevió a acercarse, notaron desde un principio la mirada de esta, era fría y calculadora: la mirada de un asesino. Durante el viaje, en el camino hacia aquel lugar, mató a mucha gente con el objetivo de adquirir información o dinero, uno que otro se lo daba y sobrevivía pero generalmente todos se resistían engañándose por la apariencia de jovencita bonita, delgada, cabellos castaños con rizos rojizos y ojos azules.

-A... a... aquí está- se la entregó.

Ella lo examinó detenidamente por fuera y por dentro, cerró los ojos para sentir el espíritu de la espada...

-Señorita, esa espada es de buena calidad, única, su fabricador es un verdadero maestro, espero haberle servido de ayuda y mejorar su estado de gasto...

Volvió a abrir los ojos y miró fijamente las del vendedor, el caballero sintió un escalofrío.

-Está bien, cuanto le debo.

-No... no, yo se la regalo, enserio...

Ella se puso nuevamente su gorra y se marchó con la espada, toda la tensión de adentro se fue con la chica misteriosa...

En la salida un chico de no más de unos 11 años de cabellos azules y ojos castaños, chocó sin querer con Miyu y su madre lo tomó inmediatamente, la mujer había jurado ver una katana y aquellos fríos ojos bajo la capa: eran las de un asesino; por un instante deseó ver la sangre del chico que había chocado con ella, pero aquel momentáneo impulso desapareció, su corazón, que había quedado enterrado en lo más profundo de su ser no lo permitió, aquel muchacho le recordó a alguien pero no sabía quien era, y siguió su camino...

Continuará...

Notas de la autora: Mejoré el capítulo.Ya saben, reclamos, amenazar de muerte o cualquier otra cosa como cuentas pendientes: REVIEW

Avances del capítulo 4: "Continuando la búsqueda"

Miyu sigue buscando la venganza, mientras que Kenru sigue encerrada, su mente parece de alguna manera esta sellada casi por completo, la frialdad de Miyu y su testarudez le impide que recuerde... a lo mejor la clave de que Kenru regrese definitivamente. A Lee le surge una nueva señal de esperanza... Pero no sigo más... ;D