Capítulo 2 .- El inicio de una gran amistad

- Tye-meláne vanimelda (te quiero elfa hermosa) – ahí estaba yo, leyendo un fragmento de un libro durante una de mis clases de sindarín - lúmenn'omentielvo ar elenath sílatha (en la hora de nuestro encuentro las estrellas brillaban)

Aparté el libro de delante mío

- ¿Qué ocurre ahora? – mamá alzó la vista de la comida que estaba preparando - ¿Por qué te has detenido?

- Mamá... ¿Cómo pretendes que lea esto? Es mortalmente aburrido! – exclamé frotándome los ojos – Casi me caigo dormido encima del libro!

- ¡Nandor! Si es uno de los libros más románticos que hay! La historia de Luthien y Beren!

- Cursilerías románticas en resumen – dije pensando que si llego a encontrar al pedazo de imbecil que se le pasó por la cabeza escribir la historia de dos payasos enamorados, lo mato... Es que yo de pequeño era mucho peor que ahora. (si, es posible aunque no lo parezca)

- ¿a dónde vas ahora? La comida estará en un momento! – mi madre vio como me levantaba de la silla

- Hoy no tengo hambre. Me voy a pasear – abrí la puerta

- Vete con cuidado! Y no hables con extraños! – esas advertencias ya vienen de tiempos antiguos, no os creáis...

- Mamá! No me gusta que me digas eso. Me siento pequeño!

- Eres pequeño hijo...

- Ya lo sé... Pero si no lo dices puedo imaginar que no lo soy – A veces se les tiene que explicar todo a las madres... Entonces me fui

Empecé a pasear entre los árboles. La verdad es que si que tenía hambre... Sólo me había marchado por no leer más ese estúpido libro. Y encima no tenía dibujos! ¿Cómo se suponía que yo debía leerme eso? Si hubiera salido algún orco que hubiera matado a esa Luthien hubiera habido un poco más de emoción y me lo habría leído...

Entonces, en un árbol lleno de frutos. Sin pensarlo dos veces subí y cogí uno. Como que eran grandes con uno me bastaba.

Bajé de un salto, y prácticamente caí encima de Legolas que pasaba por ahí en ese momento.

- ¿De donde sales? – me preguntó

- Del árbol – dije pensando que la inteligencia de los príncipes dejaba mucho que desear.

Legolas cogió el fruto que tenía yo.

- Este árbol me pertenece. Y no me has pedido permiso para coger nada

- Oh claro! – dije a punto para humillarlo – Como no vi el gran cartel que ponía "Este árbol pertenece a el principito"

- No me gusta que me llames principito! – exclamó él echándose a correr.

Yo corrí detrás suyo

- Ei! Devuélveme mi comida!

- No te la pienso dar!

- Pues yo te voy a perseguir hasta que me la des!

Al rato, se cansó de correr y se puso a caminar. Yo me puse a caminar justo a su lado.

- Bueno... ¿dónde vamos? – pregunté decidido a seguirle

- Yo voy a echar a Sauron de mi bosque

Me reí sin poder evitarlo al oír estas palabras.

- ¿Qué es lo gracioso? – preguntó él molesto

- Y... ¿Cómo lo piensas echar? – dije entre risas

- Con mi arco por supuesto – Legolas parecía convencido – Soy el príncipe y tengo esta obligación

Yo me reí aún más

- Si... Sobretodo por lo que sabes tirar... Bueno, con un poco de suerte le acertarás el pie, y Sauron irá cojo por tu culpa – Eso sería más divertido de lo que creí – No te importa si te acompaño ¿verdad?

Legolas me miró seriamente

- Esto no es un juego

- Oh no! Si yo me lo tomo seriamente! – a penas pude reprimir la risa

- Está bien, puedes venir.

- Genial – dije sonriendo ampliamente

Me sorprendió ver que Legolas también sonreía. Supongo que fue allí donde me di cuenta de que tal vez no era tan desagradable como había pensado en un principio...

- Bueno... – intenté empezar una conversación digna con él - ¿Los príncipes no deberíais estar en medio de una deliciosa comida a estas horas?

- Me escapé – contestó él – Mi padre no me dejaba de ninguna manera ir a enfrentarme a Sauron - ¿Y tu?

- También me escapé, pero de leer un horrible libro... La historia de Luthien y Beren. Como si a alguien le importara!

- Yo me leí ese libro hace mucho tiempo

Miré a Legolas con incredulidad. ¿Cómo podía ser posible? Yo ahora mismo me veía incapaz de hacerlo. ¿Cómo podía ser que él se lo hubiese leído siendo aún más pequeño?

- Y no te gustó – esa fue la única posibilidad que se me ocurrió

- Pues claro que me gustó! Es una historia muy bonita – dijo él con orgullo

- Eres un bicho raro! – exclamé mirándolo sorprendido

- No lo soy! – exclamó él a la defensiva

- Por supuesto! ¿Cómo te pudo gustar esa cursilería romántica? No llego a comprenderlo

Legolas me miró seriamente. Yo le devolví la mirada buscando una respuesta

- ¿Si te cuento una cosa me guardas el secreto? – dijo al fin

Yo no contesté. Sólo asentí con la cabeza

- En realidad no me enteré de nada de lo que leí

Y solamente con esa frase, y con el echo que Legolas hubiera confiado en mí para decírmelo, empezó a caerme bien.

- Ahora te  escucho! – dije contento – Ya decía yo... Sabía que los príncipes eran raros... Pero tan raros como para gustarles esos libros...

- Pues a mi padre le gusta... – dijo Legolas

- Y a mi madre también – dije yo – Es incomprensible ¿verdad?

- La verdad es que sí.

Los dos nos echamos a reír, y ahí fue cuando empezó nuestra amistad.

- Bueno... ¿Vamos a darle a ese Sauron una lección? – dije más animado ya

- Por supuesto!

Los dos empezamos a andar hacia el sud del bosque sin pensar ni un momento en qué podríamos hacerle dos elfos como nosotros al gran señor oscuro.... (qué queréis! Éramos pequeños, inocentes...)

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Bueno, ahí otro capitulo. Espero que os haya gustado... Gracias por los reviews que me han dejado. Y por supuesto que habrá más capítulos! Sobretodo pq para escribir este fic estoy bastante inspirada...

Sigan dejando reviews please!!!

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