Capítulo 3 .- De cuando nos volvimos inseparables

Legolas y yo andamos mucho rato hasta llegar al sur del Bosque Negro. Divisamos escondidos entre las ramas la torre que Sauron había construido.

- ¿Y ahora que hacemos? – pregunté yo, recordando que éramos un par de elfos pequeños. Sí, pequeños, aunque me costase admitirlo, aún éramos pequeños...

Legolas iba a contestar cuando una voz sonó tras nuestras espaldas.

- Volver a casa, por supuesto

Nos giramos a cámara lenta, temiendo lo peor. Y lo que nos esperaba era peor que lo peor que temíamos nosotros... (que lío @-@)

El padre de Legolas, el rey Thranduil, nos estaba mirando con el ceño fruncido y cruzado de brazos.

Ya de por si sólo, sin haberlo visto enfadado, el rey me daba miedo... Imaginaos cuando yo lo vi mirándome con mala cara. Me quedé totalmente petrificado por el miedo.

- Papá... – susurró Legolas

- ¿No te dije que dejaras de meterte en este asunto?  - dijo el rey clavando sus ojos enfadados en el pobre Legolas que estaba tan o más asustado que yo – Los elfos mayores ya nos encargaremos de esto

- Lo siento... – dijo Legolas bajando la cabeza

Entonces el rey me miró a mí. Y yo sentí como un escalofrío me recorría de arriba a bajo.

- ¿No eres tu el hijo de Barahir? – me preguntó

- Si... – dije prácticamente sin voz – Si, majestad...

Y entonces pasó lo último que yo hubiera esperado en ese momento.

- ¿Y eres amigo de mi hijo? – preguntó con una sonrisa. Sí, sí... Con una sonrisa!

Me quedé tan perplejo que en un principio no contesté.

- Si – asentí yo cuando me recuperé del asombro

- Me alegro – el rey colocó una mano sobre el hombro de su hijo – Me alegro de que por fin hayas echo un amigo

Legolas levantó la vista y vio a su padre sonriendo. Quedó tan sorprendido como yo hacía unos momentos.

El rey Thranduil me cogió en brazos. A mi por regla general no me gustaba que me cogieran en brazos, pues me recordaba que era pequeño, y a mi me gustaba pensar que yo era un elfo grande que luchaba en grandes batallas. Pero esa vez no me importó en absoluto que me cogiera el rey.

- ¿Y como te llamas tu pequeño? – me preguntó el rey amablemente

- Me llamo Nandor, pero no soy pequeño – dije yo cogiendo confianza rápidamente con el rey

Si... Esa es una de mis cualidades, aunque mi madre dice que es más bien un defecto. Cojo confianza en las personas en seguida... Mi madre dice que eso se llama ser maleducado, pero yo no lo creo. Yo creo que eso es ser simpático y abierto con los demás elfos.

El echo fue que el rey rió con mi comentario y yo me sentí feliz. Luego volvió a dejarme en el suelo

- Muy bien Nandor, no eres pequeño. Diremos que eres grande pero aún no tienes la suficiente experiencia en combate para enfrentarte con Sauron

En ese instante me cayó muy bien el rey. Creí que era el mejor padre que se podría tener, después del mío, claro.

El rey nos tomó de la mano a mi y a Legolas y nos condujo de vuelta a casa.

Para cuando llegamos delante de la mía, me di cuenta de que había estado fuera todo el día y que me estaba a punto de caer uno de los famosos castigos de mi madre.

Entré muy despacio. Mi madre estaba sentada tejiéndose un nuevo vestido. Lo dejó al verme.

- Muy bien Nandor... ¿Dónde has estado? – dijo en un tono sospechosamente tranquilo

- Estuvo conmigo señora.

Me sorprendió encontrar a Legolas a mi lado. Y a mi madre le sorprendió también, pero no precisamente por el mismo motivo que a mi: a mi me había sorprendido porque creí que ya se abría ido con su padre hacia su palacio, y a ella le sorprendió porque era el príncipe y estaba en su casa.

- ¿Le da permiso a Nandor para venir a jugar a mi casa? – preguntó Legolas con mucha educación

- Pero yo no quiero que mi hijo moleste en el palacio majestad – dijo mi madre

Yo suspiré... ¿Por qué era tan rara mi madre?

- No molestará. Mi padre me ha dicho que lo invite. Y también se quedará a cenar – dijo Legolas

- Vamos mamá! – dije yo – Déjame ir!

Al final mi madre acabó accediendo. Y yo me fui feliz con Legolas hasta su "casa" (por decirlo de alguna manera)

Y tengo que reconocer que me quedé completamente embobado con su habitación, que era prácticamente igual de grande que toda mi casa. Y estaba llena de juguetes. Empecé a correr de un lado para otro viéndolo todo.

Encontré un fabuloso arco echo de madera de mallorn de Lothlórien (según lo que me dijo Legolas) que le había regalado Celeborn a su padre, y que su padre se lo había dado a él.

- Pero no sé usarlo muy bien – reconoció – De echo nunca he usado este. Siempre uso el mío echo de madera de doron (roble).

- Pesa menos que el otro... Y supongo que es más fácil de manejar, pero el de Lothlórien es precioso... – observé yo – Y si quieres te enseñaré a usarlo bien

Nunca debí hacer eso... Tal es la cosa que incomprensiblemente, Legolas aprendió a dominar muy bien el arco, y en muchas ocasiones lograba vencerme, aunque de echo ahora mismo los dos sabemos manejarlo con la misma habilidad.

Bueno, volviendo al caso, estuvimos jugando todo lo que quedaba de tarde y nos lo pasamos genial, nos reímos mucho y nos explicamos muchas cosas, hasta que uno de los sirvientes de palacio entró en la habitación.

- ¿Qué querrá de cenar señor Legolas?

- Ya me lo pensaré. No me molestes – dijo él

Cuando el sirviente se hubo marchado me quedé mirando a Legolas esperando que dijera algo

- ¿Qué? – preguntó él

- ¿Por qué eres así?

- ¿Así como? – parecía que Legolas no comprendía nada

- Así desagradable – dije yo

- Los príncipes son así – dijo encogiéndose de hombros

- ¿Y tu tienes que hacer como todos los príncipes? – le pregunté otra vez

- Supongo que sí

Yo negué con la cabeza

- ¿No has pensado nunca que si fueras diferente con todo el mundo serías un príncipe al que todos recordarían por ser diferente a todos?

Vi como la mirada de Legolas se iluminaba al pensar en esta posibilidad

- Tienes razón, Nandor – dijo con una sonrisa – A partir de ahora cambiaré

Y fue del todo increíble el cambiazo que dio Legolas entonces. Pasó de ser un mocoso mimado, consentido y desagradable, al príncipe más humilde que existe. Agradable con los sirvientes y con todo el mundo en general. Y nunca mencionó a menos que fuese totalmente imprescindible que era príncipe.

Sí, como lo oís. El cambio de Legolas fue gracias a mi, que, modestia a parte, soy el mejor.

- ¿Y porque no cenamos aquí? - propuse

- ¿Aquí? – dijo Legolas extrañado – Si no hay mesa

- Da igual! – exclamé con una sonrisa – Sentados en el suelo ya irá bien!

Así acabamos los dos, comiendo un poco de fruta que Legolas fue a buscar él mismo en su cocina (ante la sorpresa de todos los sirvientes y de su padre). Y luego me dispuse a marcharme

- Te quiero preguntar una cosa, Nandor – dijo Legolas cuando yo ya me alejaba

- ¿Qué? – dije yo volviéndome

- ¿Quieres ser mi mejor amigo? – me preguntó Legolas con una sonrisa

Y fue a partir de ahí que Legolas y yo nos convertimos en inseparables.

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Otro capítulo acabado! ¿Qué os ha parecido? Yo creo que ha quedado bastante bien ¿no?

Pero aviso que este fanfic no acaba aquí. Porque pienso hacer hasta el momento en que Legolas se marcha a Rivendel: o sea que habrá el tiempo en que Gollum estuvo prisionero en el Bosque Negro, cuando Bilbo y los enanos estuvieron allí... Pero también otras aventuras de Legolas y Nandor....

No os perdáis los próximos capítulos!!!! Y dejad reviews!!!

P.D : El capítulo 10 de mi fic "Secretos" no tardará mucho. Lo que pasa es que es un poco difícil escribirlo, pq ya será el último... Pero para el miércoles o así lo tenéis ahí

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