Cabalgamos bajo la lluvia
Parte tres
Abrió los ojos y bostezó. La luz de Laurelin se habÃa marchitado completamente, el resplandor plateado de Telperion se precipitaba torpemente a través de una pequeña ventana. Miró a su alrededor, se encontraba en una habitación de paredes azules, recostado en una cama y cubierto por unas delgadas sábanas color Ãndigo. Sentándose en el lecho, notó una débil presencia, pero en el cuarto no habÃa nadie. A su lado derecho habÃa una mesa y sobre ella una vasija y un ánfora llena de agua cristalina. Vertió el lÃquido en la vasija y bebió de ella. Su sabor era agradable y confortable. Sintió el alivio que le brindó, como quien deja una carga pesada, la angustia y la rabia que sentÃa se marcharon por completo. Ya más tranquilo abandonó la habitación y salió de la onÃrica casa. La luz del árbol de plata luchaba contra las sombras, transmitidas por las nubes oscuras. LloverÃa en cualquier momento. El niño miraba hacia el este, donde la luz se originaba. Los Ã
Parte tres
Abrió los ojos y bostezó. La luz de Laurelin se habÃa marchitado completamente, el resplandor plateado de Telperion se precipitaba torpemente a través de una pequeña ventana. Miró a su alrededor, se encontraba en una habitación de paredes azules, recostado en una cama y cubierto por unas delgadas sábanas color Ãndigo. Sentándose en el lecho, notó una débil presencia, pero en el cuarto no habÃa nadie. A su lado derecho habÃa una mesa y sobre ella una vasija y un ánfora llena de agua cristalina. Vertió el lÃquido en la vasija y bebió de ella. Su sabor era agradable y confortable. Sintió el alivio que le brindó, como quien deja una carga pesada, la angustia y la rabia que sentÃa se marcharon por completo. Ya más tranquilo abandonó la habitación y salió de la onÃrica casa. La luz del árbol de plata luchaba contra las sombras, transmitidas por las nubes oscuras. LloverÃa en cualquier momento. El niño miraba hacia el este, donde la luz se originaba. Los Ã
