Llovía y no llevaba su sombrero con ella. Pensó en apresurar el paso para llegar a casa, pero era inútil, iba a acabar cayéndose por el suelo lodoso y prefirió ser prudente. Ya estaba mojada, nada iba a conseguir con correr.
A la sombra de un roble viejo, casi sin hojas, estaba él. Eligió el peor lugar para refugiarse de la lluvia como si quisiera mojarse, buscara a propósito pasarlo mal.
—Tienes una pésima costumbre de torturarte —dijo ella empujándolo hacia el costado dónde la lluvia no los alcanzara.
Itachi la miró con el rostro empapado, con una expresión difícil de descifrar incluso para Kikyou. Ella, usó la manga de su kimono para secar su rostro, apoyando una mano en su hombro y poniéndose de puntitas.
—Deberías estar en casa.
—Los demonios rara vez se sienten amenazados por la lluvia. No son como los humanos —respondió ella y bajó su mirada viendo las manos de él. La pintura negra en sus uñas aumentaba su palidez, pero ahora, solo veía los dedos enrojecidos por el frío—. Estamos cerca de mi casa. Kaede debe estar preparando la cena —lo tomó de la mano y alzó la vista para ver su expresión. Poco a poco, lo vio suavizar la mirada y ceder.
Ella sabía que le sucedía algo, pero si aprendió una o dos cosas en su vida, una de ellas era no forzar nada. Las cosas sucedían a su tiempo y como las flores que se abren al salir el sol, las personas tenía su periodo de lluvia y hasta no ver un rayo de sol, se encerraban.
Lo bueno es que ella tenía paciencia para esperarlo el tiempo que hiciera falta o al menos, el que su mera existencia se lo permitiera.
La lluvia se convirtió en tormenta mientras esperaron. Ella seguía sujetando la mano de Itachi y pronto sintió como él le daba un apretón más fuerte. Le dio un suave jalón que la trajo frente a él y sin decir nada, la levantó del suelo y comenzó a correr con ella en brazos.
Kikyou no pudo esconder su sorpresa, pero pronto sonrió y descansó su cabeza en el hombro de él.
—Podría correr contigo en la lluvia.
—Podrías —respondió—, sin embargo, perdería una oportunidad para tenerte tan cerca.
Las mejillas de Kikyou se tornaron rojas y calientes y por una vez en todo el trayecto, agradeció de poder esconder su rostro en su hombro y así evitar que la viera.
Itachi se rio suavemente y pudo captar la alegría en su voz, solo por eso, no dijo nada y lo rodeó fuerte con sus brazos el resto del camino.
Al llegar a la vivienda, ambos estaban empapados. Itachi corrió la puerta de la casa y dejó a Kikyou en el suelo. Los dos goteaban agua por montones, incluso, si exprimían su ropa, aún pesaba por el agua.
—¡Traeré ropa! —gritó Kaede al verlos a los dos y volvió corriendo con unas toallas y dos yukatas limpias.
La casa era pequeña, en la entrada estaba la cocina y el comedor y adaptaron la parte trasera con unas persianas de paja tejida para hacer la habitación de las dos.
—Iré a cambiarme. No espíes —le advirtió Kikyou quitándose los zapatos llevándose a Kaede con ella para dejarle esa área a él.
—Lo mismo digo, que no te gane la tentación —respondió él sin perderle pisada.
La vio alejarse y ella aún de espaldas le recordó que era una dama y que no se cambiaría hasta que volteara.
—¿Tienes ojos en la espalda?
—Tengo una certeza, lo que es mucho mejor —dijo ella detrás de las persianas y finalmente, lo dejó solo.
Itachi quedó mirando a la pared. Se quitó la ropa y exprimió su cabello antes de secarse y ponerse la yukata. Kikyou hizo lo mismo mientras Kaede se quedaba en el futon sin atreverse a preguntar qué pasaba. Más, veía a su hermana feliz y eso era suficiente para ella, aunque no entendiera todo lo que significaba lo que se decían.
—Terminé. ¿Estás lista? —preguntó él sin voltear.
—Lo estoy. Vamos, Kaede. Venenos juntos.
La niña corrió a buscar la vajilla con una sonrisa brillante en su rostro. Luego, se sentó frente a la olla de caldo hirviendo y sirvió los tres razones de estofado. Kikyou preparó té y se sentaron a comer juntos.
El calor de la bebida y la comida los ayudó a pasar el frío de la lluvia junto a la alegre charla que se había armado con su hermana.
Tan bien la pasaron que poco a poco Itachi se fue olvidando de la razón por la que estuvo triste antes. Y ahora, solo quedaba esa agradable sensación de calidez en él.
Al terminar, Kaede fue la primera en dormirse. La lluvia seguía sin querer parar todavía. Itachi la veía desde la entrada y al terminar de lavar, ella se acercó por la espalda y lo abrazó.
—Mañana partiré a la guerra. Padre me ha solicitado como líder del primer escuadrón —confesó él. Entonces, Kikyou entendió que lo tuvo mal antes.
—Estarás bien —apretó las manos en su pecho. Él las tomó y las quitó, volteando a verla.
—Cuando regrese, quiero que te conviertas en mi esposa —dijo él serio, sosteniendo las manos de Kikyou entre las suyas.
En más de una ocasión se lo había propuesto, lo cierto es que Kikyou era la protectora de la perla de Shikon y mientras ésta existiera, ella no podría ser una mujer normal y formar una familia como cualquier otra.
—Itachi…
—Te prometo —la interrumpió— que encontraré la forma de destruirla. Y seremos felices.
Kikyou sabía el enorme desafío que representaba cada una de las palabras que él le había dicho, pero elegía creer. Si existía alguien capaz de hacer desaparecer la perla y el peligro que suponía, era él.
—Te esperaré hasta que eso suceda.
En ese momento, ella se soltó, paso sus manos por el cuello de él y apoyándose contra su pecho, disfrutando ese momento previo dónde sentía su aliento y el brillo de su mirada tintineaba de manera irregular, Kikyou lo besó. Un beso lleno de amor y esperanzas por el futuro que ambos querían juntos, lejos de las batallas, de los demonios… solo con una casita, sus cultivos y una bonita familia.
Ambos lo querían. Un futuro dónde abandonaran todo y empezarán en un sitio donde nadie los conociera. Itachi dejaría su familia, Kikyou abandonaría el templo para siempre y solo sería una mujer, vería crecer a su hermana sin correr riesgos y cada día podría estar junto a él.
—Itachi.
—¿Sí?
—No tardes mucho —pidió cerrando los ojos. Él la llevó hasta el genkan, dónde se sentaron y quedaron viendo el exterior un buen rato.
Itachi rodeó la cintura de Kikyou y ella se recostó sobre su pecho.
Afuera estaba su futuro y tal como esa lluvia, llegaría el día donde cesaría y al fin, cada uno recuperaría su vida.
Llegaría el día donde su futuro lo construirían juntos.
Por ahora, solo disfrutarían de la lluvia…
¡Hola, gente linda! ¿Cómo están? A las prisas, como siempre, pero llegué a escribir para el desafíoa del Miércoles de Drabbles en Pasión por los fanfics. El reto consistía en escribir sobre el primer amor. Quería escribir sobre Nadeshiko y Fujitaka y de paso, dibujarlos, porque tengo una escena super bella que NECESITO tenga su dibujo. Pero surgió otra cosa xD
Kikyou e Itachi es una pareja que me encanta, nunca había escrito y que amé con todo mi corazón 3 así que probablemente, sepan más de estos dos juntos 3
Espero les guste.
¡Un abrazo!
