Notas Iniciales: Mientras editaba y corregía mi Longfic recordé cuánto amaba los doujinshis de Akane, así que le di una revisadita a sus juegos y luego al resto del material que guardo de mis OTP's. He aquí el resultado de toda mi nostalgia. Y si, era hora de agregar un fic con Near adulto si saben a lo que me refiero.

Advertencias: Erotismo.

Inspirado en la canción "Diary of Jane" de Breaking Bejamin.


Amante.

Aquellos que estén libres de pecado que arrojen la primer piedra.

Dejó caer la llaves de la motocicleta, dejó caer el casco y el pesado abrigo negro con capucha de plumas que lo estuvo cubriendo de camino hasta ahí. Hubiese dejado caer su orgullo si le quedase siquiera un poco. Avanzó arrastrando los pies hasta llegar al sillón de cuero donde se desató las botas y desabrochó el ajustado cinturón mientras unos pasos fantasmales se adentraban a la silenciosa habitación, empujando sin mucho esfuerzo la puerta entreabierta. Los largos pies enfundados con pulcros calcetines blancos se dirigieron hasta él pero aún entonces se permitió ignorar la abrazante presencia cuando consiguió deshacerse de la playera negra con cadenas de acero que vistieron hasta ese momento su piel bronceada, lastimada por batallas antiguas a su estable actualidad.

—Mello —le llamó, pero el aludido ni siquiera lo miró.

No atendió a su voz, se levantó del mueble que rápidamente reprochó su abandono, pues su objetivo desde el principio fue el cuarto de baño, en cuyo lavabo se posó para limpiarse la sangre con la que se había manchado esa noche, por la que seguro tendría pesadillas que lo harían sobresaltarse en sueños. Mello se miró al espejo y a esos rasgos amargos que lo acompañaban, asqueándose por su expresión indiferente y el adorno de cicatriz que dominaba gran parte de la mitad de su rostro; se reconocía patético e inservible pero sus ojos todavía poseían defectos que recordarle. Por un segundo sólo se vio a sí mismo antes de al fin notar esa figura blanquecina difuminada como un espectro en el marco de la puerta, esta se retorcía el abundante cabello mientras lo miraba con atención, quizás contemplando invadir el rango de explosión con el que el semblante del rubio amenazaba.

Ninguno decía nada pero ambos percibían el peligro de cruzar el muro invisible que les separaba, una balanza que estaba a punto de derramar el peso de los dos extremos por encontrarse al borde de la superficie sosteniéndola. Tan frágiles y susceptibles.

Ambos habían cambiado, no sólo en aspecto, pero para Mello fue imposible no remarcarlo mientras trataba reducir los nervios ocasionados por su misión donde revivió traumas que fueron una oda a la muerte y la sangre en su época como mafioso. Desde entonces sucedió demasiado, antes de que la estabilidad le brindase la pauta de mejorar su apariencia, la cual cambió tantas veces mientras trataba escapar de los códigos criminales. Su cabello conservaba su recorte estilizado pero era un poco más corto al acostumbrado, buscando cubrir lo más posible la cicatriz de quemadura que lentamente desaparecía a base de un tratamiento facial. En cambio Near continuaba siendo su opuesto, siempre descuidado en sus vestiduras, sin mencionar lo mucho que había dejado crecer su albino cabello cuales rizos acentuaban esa fisonomía andrógina pese la masculinidad resaltable en su delgado cuerpo tan sólo unos centímetros más bajo, mismo que inyectaba aquella sensación descarada bajo la piel del esloveno, quien quiso ignorarlo devolviendo la vista hacia enfrente. Tragó saliva con esfuerzo.

—¿Qué? —Mello se aventuró hablar—. ¿Vas a reprenderme por no seguir tus órdenes? Adelante, quiero escucharlo. —Pero el silencio voluntario le siguió como respuesta, haciendo al rubio reír—. Vamos, Near. Dilo. No tengas miedo de enfrentarme, no muerdo.

El albino permaneció callado y estático, tal sólo observando al otro sin señalar nada o exponer las fallas que había visto durante su misión juntos. Sería su deber como uno de los sucesores de L comportarse objetivo pero comprendía que no era este el mejor momento, mucho menos el más acertado aunque seguía temiendo que no acceder a las demandas de su compañero tampoco fuera lo ideal.

—Near —insistió el esloveno, su tono aumentando de volumen a medida que la tranquila atmósfera pesaba un poco más—. Near, di algo, lo que sea. Por Jesucristo, sólo... háblame o me volveré loco. Dime que lo arruiné, dime que no sirvo para esto.

—Todavía estamos aprendiendo a comunicarnos, Mello. No fue sólo tu fallo, tuviste muy buenas deducciones, sólo te apresuraste e ignoraste mis sugerencias y yo no intenté detenerte. El error lo cometimos ambos.

Y el cristal del espejo se hizo añicos, pues el puño de Mello había impactado justo en el centro con toda la cólera que incendió su pecho. Near se encogió por instinto, consternado por aquella reacción violenta a pesar de ya haberse acostumbrado después de tantas situaciones parecidas ocurridas entre ellos. Sin embargo, el horror sobraba en el momento que la privacidad compartida era palpable, donde nadie externo a sus realidades podría entrometerse y no existiera oportunidad de salvar o proteger a quien yaciera indefenso dentro del conflicto.

—¡No fue eso lo que pedí! —exclamó lleno de rabia.

—Mello... —El albino intentó tranquilizarle pero no tardó en ser interrumpido por el propio Mello, quien tomó los bordes del lavabo con fuerza en su intento por reprimir lo mejor posible sus emociones.

—¡Cállate, Near! Sólo... déjame solo, no... quédate donde estás.

La agitada respiración del rubio inundó la quietud relativa a la que estaban sujetos, pareciendo incluso crear eco en los rincones. Las ansias de Mello eran evidentes, alarmantes, aún así Near se mantuvo en el mismo sitio, únicamente esperando. Habría sido fácil retirarse con cualquier mala excusa, evitar que esto escalara a mayores pero el sentimiento de preocupación le impedía marcharse.

Si tan sólo pudiera consolarlo.

Bastó un impulso para que Near caminara hacia él, rodear con los brazos su cintura y recargar la frente en su espalda a la altura de sus hombros. Lo sintió tensarse unos instantes antes de comenzar a tomar respiraciones que le ayudaron a regular su agitada mente y relajar su cuerpo con lentitud. Ser tocado por aquel que consideró su rival siempre había tenido este extraño efecto en Mello, a pesar de sus aseveraciones era el albino quien poseía el antídoto para curar su dolor, exorcizar sus demonios. Maldijo entre dientes, absolutamente avergonzado por el innegable hecho sin ceder a la necesitad de nombrarlo.

—Ahora somos un equipo, Mello. Tus errores son míos. Mis decisiones son tuyas. Esto es lo que significa trabajar juntos como uno solo, como L. Si consideras que te estoy presionando, házmelo saber, no trates de cargar todo por tu cuenta. Y si debes golpearme para cavar en mi coraza, hazlo. Por favor hazlo, de otro modo esto no servirá.

El infierno sabía cuántas noches se quedó desvelado deseando hacer realidad lo que Near solicitaba, con cuántas frecuencia fantaseó con tirar todo por la borda y escapar de aquello que le hacía tanto daño pero no era capaz de atreverse, no podría huir como tantas veces había hecho habiendo llegado tan lejos. Su yo de catorce años jamás hubiese aceptado compartir el puesto con Near pero su yo actual no soportaría estar un segundo lejos del antiguo líder del SPK. Lo odiaba con la misma intensidad que lo amaba. Lo necesitaba. Pero algo se interponía en el camino, algo estaba a punto de quebrarse.

Mirándose en el espejo roto, en cuyos fragmentos se dispersaba su imagen demacrada, sólo podía decirse a sí mismo y repetirse incansablemente «He muerto, he muerto. Morí el día que secuestré a la vocera de Kira, por eso esto no puede estar pasando de verdad. Near no me está abrazando ni tratando de calmarme. A él no le importa el bienestar de un cadáver que se ha perdido entre las llamas. Caí en la trampa y la muerte fue el precio a pagar».

Sin embargo, el toque delicado de aquellos dedos trazando dibujos sin forma sobre su carne le impedían engañarse. ¿Cómo podría ser una mentira esa sensación cálida? Un muerto no siente y él aún podía reconocer la humanidad de su socio, el único que lo complementaba.

Sin decir nada Mello se removió, obligando al albino apartarse sólo para encontrarse siendo presionado contra el cuerpo tembloroso de quien en el pasadp manipulase una mafia peligrosa. Near lo dejó hacer enredando sus dedos entre las hebras doradas con ternura, como si intentase sanar cada pequeña cicatriz manchando su piel. Tenía tanto qué decir pero optó por guardarse sus palabras mientras el latido del corazón de Mello se fundía con el suyo, intercambiando secretos de los que ni siquiera ellos mismos eran conscientes. Esta clase de contacto era inusual para ambos, más no dudaron darle la bienvenida ante los sentimientos que despertaron sinuosos como criaturas silvestres en terreno de cazadores.

Mello continúo en silencio, limitándose aspirar el dulce aroma que despedían los ropajes de Near, murmurando contra su oído, disfrutando del más mínimo estremecimiento provocado y conmovido con el abrazo del que estaba siendo partícipe, que Near le había permitido llevar a cabo tan sólo por el capricho de sentirlo realmente a su lado con él; cerca, como su alias lo adjudicaba.

Mello pensó que este resultaba un apodo apropiado, siempre estaba cerca de lograr lo inalcanzable, lo inconcebible, después de todo había conseguido dominar tanto de él como nunca pudo ninguno pero así como estaba a un paso de lo extraordinario, su virtud significaba también su maldición, yaciendo tan cerca de la cima para jamás llegar a ella. Pensarlo de ese modo le recordó todas y cada una de sus inseguridades, motivos por los que durante tantos años se había negado incorporarse a lo que en su presente no estaría preparado para dejar ir.

—¿Cómo terminamos así, Near? Cuanto más lo pienso menos lo entiendo.

—Puedo recapitular en voz alta todo lo acontecido entre nosotros partiendo de la mañana.

—No me refería a eso, genio —bufó Mello divertido.

De alguna manera toda la tensión anterior se había disuelto lo suficiente para que las palabras del albino le causaran gracia, aún si estaba seguro no fue esta la intención de Near al responder. Se separaron y al hacerlo se miraron a los ojos. Los intensos zafiros de Mihael contra los grises oscurecidos por las penumbras de Nate, quien se tomó la libertad de retorcerse un mechón de cabello sin apartar la vista.

—Pareces más calmado ahora —observó antes de desviar la mirada con cierta aprehensión—. ¿Quieres hablar de lo que sucedió o prefieres que dejemos esta charla para otro momento?

Mello sonrió por lo considerado del gesto. ¿Cuántas veces le había preguntado directamente por algo similar desde que comenzaron a trabajar juntos? Supuso entonces que este también era un avance en su relación, pues sería absurdo que no aprendieran de la disposición del otro luego de todo lo compartido.

—Es verdad, si debo discutir contigo mejor que sea cuando haya recuperado mis energías por completo —se burló.

Y Near lo notó ya que no tardó dedicarle una mirada reprobatoria, más no dijo nada más al respecto, simplemente inspeccionó los nudillos del rubio cuando lo vio quejarse por su herida fresca, de la que al fin se percataba reducida la adrenalina en su sistema.

—Esta vez te hiciste bastante daño.

—No más del que estoy acostumbrado, esto no es nada.

—Aún así debemos tratarla.

Tirando suavemente de su muñeca, Near lo incitó separarse del lavabo antes de girarse y guiar el camino fuera del baño hacia donde guardaban el botiquín de primeros auxilios, el cual sin ninguna dificultad utilizó. Se podría decir que el uso de estos objetos era frecuente, así que Near había aprendido aplicarlos sin la asistencia de un profesional, no desde que Mello formaba parte de su rutina. Aquel impulsivo rubio significaba tanto para él desde que ocupaban el mismo orfanato, tenían una tensa rivalidad pero cada enfrentamiento actuaba como una mejora en su modo de emplear el intelecto de cada uno. Sus competencias ampliaban sus visiones y les estimulaban a esforzarse mucho más, pues -al contrario de lo que todos creyeron alguna vez- Near también persistía en mantener su puesto como el primer mejor. Y cada vez que saboreaba la victoria sonreía gustoso por dentro aunque con nadie compartiera estos naturales sentimientos, ni siquiera con el joven que estallaba en frustraciones una vez se topaban de frente.

Al verlo ahora Ner se preguntó cómo reaccionaría si se enterase de esos delicados momentos en que estuvo a punto de superar su puntaje, qué probabilidades habría de que le arrebatara una sonrisa al saber que varias ocasiones lo arrinconó sin remedio, ya fuese en las boletas semestrales o en alguna prueba individual dentro de los mismos estudios de Wammy's House. Pensó en lo mucho que le gustaría verlo regodearse de su astucia como en los viejos tiempos, a Mello, al mismo hombre que arrugaba el entrecejo por el ardor que le provocaba el alcohol en su carne palpitante y que se esforzaba en aparentarse impasible.

Si tan sólo supiera lo bien que le hacía sentir su compañía.

Sin previo aviso Near alzó la mano que estuvo atendiendo a la altura de sus labios, probando el desinfectante ayudándose de su delgada lengua y aspirando el aroma picante con casual adoración, causando que el esloveno volviera a tensarse pero esta vez por otra clase de desconcierto. Near no lo soltó mientras se distanciaba de aquel acto, optando por mirarle con sus penetrantes ojos directamente, en espera de algún reclamo o gesto de asco, más lo único que obtuvo del rubio fueron unos ojos bien abiertos por la sorpresa antes de que un calor inmenso se instalara en sus mejillas, tiñéndolas de rojo para que al siguiente instante desviara la vista con forzosa timidez.

—¿Qué demonios? —susurró cubriéndose sus labios con su mano libre, procesando en su mente lo que acababa de ser receptor—. Near, no juegues conmigo.

—Creí que te gustaba que jugara contigo —dijo con una sonrisa que pecaba de enloquecida aunque al mismo tiempo pretendiera ser traviesa.

—No seas espeluznante —le reprochó todavía abochornado—. Me tomaste con la guardia baja, eso no es justo.

—¿Asumes que no es lo que busco?

Y las implicaciones en su declaración anonadaron a Mello, quien no pudo evitar cohibirse un poco más al considerar imposible que el albino estuviese hablando en serio. Era cierto que poseía una enorme -sino obsesiva- atracción por el británico pero con el tiempo se obligó pensar que ya lo había superado cuando aceptó al fin la propuesta de ser ambos L. Muchas veces estuvo perdiendo su atención en él mientras resolvían casos, preguntándose que le había gustado de ese rarito para reconocerse tan embelesado por él. Y ahora que esos sentimientos bullían de nuevo por todo su cuerpo, comprendió que tan sólo los estuvo ahogando, indispuesto admitir que siempre estuvo profundamente enamorado de él, por mucho que le hubiese gustado cegarse. Con su mano herida le acarició la mejilla, sintiendo una corriente de electricidad al verlo cerrar los ojos, cómodo con el tacto.

—Near, no me contendré —advirtió con voz trémula.

—Nunca lo haces —aseveró tranquilamente—. Pero eso está bien.

Fue Near quien propició el primer contacto de sus bocas, obligando a Mello paralizarse de la impresión y del choque de excitación que nubló su raciocinio, abrumado por la calidez del aliento contrario. Los labios del albino eran tan suaves, tan tersos y delicados pero calculadores aún dentro de la inexperta exploración, lo cual hizo que Mihael divagara y deseara probar mucho más de esa miel provocadora. Nunca antes se había sentido tan torpe en un ámbito tan común para él como el sexo pero tampoco podría reprochase mucho ya que era Near quien lo estaba invitando ejercer sus habilidades como amante. No pudo evitar temblar con la simple idea.

—Odio cuando haces eso —espetó casi sin aliento, confundiendo al albino—, parece como si me subestimaras.

—No era mi intención subestimarte, Mello.

—Nunca lo es y sin embargo siempre me haces sentir así.

—Mello...

—Cállate —lo interrumpió sosteniéndolo lo más suavemente que le fue posible para besarlo otra vez, resistiéndose tirarlo de una vez contra el sillón. Si algo tenía presente en esos momentos era que no quería tomarlo en la sala; sería más conveniente para ambos que buscaran una cama, sobre todo si esta sería la primera vez para Near. El pensamiento lo frenó—. Dime, ¿haz sentido curiosidad por tocarte?

—¿Qué? —Abrumado por las sensaciones , el albino tardó en comprender la pregunta que su socio le había formulado.

—Sabes lo que es la masturbación, ¿no? ¿Lo haz intentado?

—¿Te beneficiaría en algo saberlo, Mello?

—Necesito saber hasta dónde puedo llegar, podría traumatizarte.

— …Suelo hacerlo para evitar que interfiera en mi trabajo y en el presente no es tan necesario para mi, aunque todavía lo hago.

El gruñido que surgió de la garganta del esloveno para impactar contra su hombro sorprendió a Near un poco, estremeciéndose por la forma en que este mismo sonido penetró en su oído. Nunca pensó que algo con esa semejanza animal lo haría sentirse impaciente por algún motivo que no comprendía.

—Ya veo... —gruñó Mello otra vez—. Como siempre tan práctico. Supongo entonces que no haz descubierto tus zonas sensibles, ¿verdad?

—Ciertamente no entiendo... a qué te refieres...

La pausa en la frase de su socio ayudó comprender a Mihael que estaba inspirando el libido en su virginal cuerpo, por ello no dudó un instante cargarlo lo mejor que pudo con rumbo a su recamara sin atender a su reproche. En esos instantes la idea de tenerlo en su cama le resultaba en una imagen increíblemente tentadora y no desaprovecharía su accesibilidad. Después de un corto recorrido, Near cayó contra el colchón con cierta brusquedad. El rubio lo observó un momento desde su postura sin apartarse de su espacio, casi como si estuviera admirando a su presa antes de clavarle los colmillos. Lo besó brevemente y enseguida se levantó para dirigirse a la puerta.

Near lo siguió con la vista pero pronto reorganizó sus ideas, indispuesto a ser aturdido por las sorpresivas acciones de su antiguo rival, así que inspeccionó la zona. Cuando identificó los alrededores y lo relacionó al cuarto de Mello, se dejó mirar en dirección al rubio mientras este cerraba la entrada con seguro antes de girarse hacia su invitado, capturándolo en sus encendidos ojos que quemaban como fuego azul. Al verlo acercarse Near sintió que su garganta se quedaba seca, nervioso con lo que estaba a punto de ocurrir.

—No te haré daño —le aseguró robándole un corto beso.

Su acto fue preludio de otros tantos con los que fue devuelto a recostarse en las sabanas, antes de recibir el peso de Mello sobre su cuerpo, con cuya mano libre este apartó los largos cabellos y descendió por su cuello, apresurándose en abrir de uno en uno los botones de su camisa blanca, aventurándose bajo los pliegos con deseo, el cual se amplificó al momento en que Mello se inclinó para besar su piel con sus labios, lamiendo espontáneamente sin detener las tímidas caricias que aceleraban cada vez más su agitada respiración.

—Mello... —suspiró el albino suavemente, un tanto abrumado por la forma en que el rubio persistía en probar cada trozo de piel.

—Tú también... —Con creciente excitación, Mihael lo incitó imitar sus acciones—. Near tócame. Tócame —repitió ansioso.

—¿Cómo... ? —Near reprimió a sus posibilidades un gemido—. ¿Cómo debería hacerlo? Yo... estos es un poco... nuevo.

—Mierda —profirió entre dientes, mostrándose desesperado—. No lo sé, sólo... haz lo que yo. Quiero sentir tus manos en mi piel, Near.

Reconociéndose vergonzosamente intimidado por la petición de su socio, Near se tomó su tiempo en inspeccionar su postura, incluso se tomó la libertad de retorcerse el cabello con el dedo mientras observaba los pectorales y tórax desnudo de Mello. A pesar de su urgencia inicial Mihael se quedó quieto, en espera de su iniciativa. Le pareció inusual que actuase tan comprensivo de pronto pero ciertamente Nate se lo agradecía, por tal no tenía pensado hacerlo esperar demasiado, así que extendió su mano libre hacia el lado que contenía su corazón, apenas rozando ese trazo de piel con el dorso de su dedo anular, mismo que deslizó hacia abajo, provocando un instintivo estremecimiento en Mello, quien no dejó de mirarlo a los ojos con el fuego que hacía al albino cohibirse.

El delicado toque alcanzó el borde de sus pantalones abiertos y este conocimiento lo hizo invertir la caricia, desviándola en distintas direcciones hasta que al fin estuvo listo de posar toda su palma, a la cual se unió su otra mano, coordinándolas para rodear su tronco hacia su cintura.

Por instinto Near estableció una nueva cercanía de sus cuerpos, calcando sin mucha seguridad los besos que Mello le había enseñado con anterioridad, casi únicamente recorriendo los labios sobre la piel de su cuello rumbo a su garganta, aún así ese simple gesto logró que Mello volviese a gruñir motivado; Near no tenía ni la menor idea de cuánto le gustaba que hiciera eso y ahora más con su mecánica parsimonia. Para Mello sólo saber que era Near quien lo hacía lo volvía loco.

—Near, usa tus dientes —susurró, queriendo imponer su petición como una orden aunque su tono débil casi igualara a una suplica.

—¿Mis dientes?

—Si... quiero decir, muerde pero no demasiado.

—Eso es muy ambiguo, Mello. Explícate mejor.

—Joder, sólo... —Con un resoplido luchó por reprimir sus ganas sin perder compostura—. Haz como si quisieras arrancar un trozo de manzana con los dientes pero te arrepientes, algo... —Al darse cuenta que no poseía un ejemplo exacto al alcance, decidió darle una demostración física—. Algo así.

Y mordisqueó su cuello con cuidado, contemplando de forma glotona la manera en que esa piel tan pálida enrojecía frente el mínimo trato rudo, incrementando su goce con los gemidos instintivos que Near no pudo impedir liberar. No entendía cuál era el objeto de esa acción pero el albino prefirió no cuestionarlo. Si aquello a Mello le parecía agradable no tenía inconveniente en complacerlo, al fin y al cabo ya estaban en eso, era lo que él quería, así que se inclinó y comenzó a morder suavemente.

—Si, Near, así. Eso. Así...

Mello emitió un gemido alargado aunque discreto, causando que algo en el vientre del albino cosquilleara, de pronto tentado a escuchar más y más, razón por la que se empeñó en mejorar lo que hacía, agregando lamidas. Sin embargo, no pudo mantener el mismo ritmo por mucho tiempo ya que Mello no tardó en apartarlo con el propósito de compactar sus labios en un beso apasionado, donde hizo a sus lenguas conocerse íntimamente, haciéndolas girar sobre la contraria por mero capricho. Mello volvió a susurrar su alias poniendo en evidencia su deseo al repetirlo con mayor frecuencia, enloquecido con el hambre de proyectar en él lo que estaba hirviendo dentro suyo. En su estado no fue una sorpresa que optara por estimular su erección pero ni siquiera anticipándolo salvó a Near de sobresaltarse con el tacto caliente y exigente recorriendo su miembro de arriba hacia abajo a un ritmo constante.

—Mello... reduce la velocidad... por favor, Mello...

—Se siente bien, ¿uh?

—Yo...

—Es diferente cuando alguien más te masturba, ¿no?

—Mello, ¿qué... ? Ah, espera. Mello...

—Si, eso me gusta. Di mi nombre —murmuró perdido en su excitación.

Near iba a recordarle que no conocía su verdadero nombre pero la constante fricción de esos dedos le arrancaron el poco raciocinio que conservaba. La sensación lo nubló por completo, incapaz de coordinar siquiera sus propios movimientos. Sentía que perdía aire, pues su respiración se hizo cada vez más errática, sus manos se hicieron puños ahí donde se sujetaba, sus caderas se agitaron y sus piernas revolotearon tensamente hasta que todo el placer acumulado se derramó sin recato, obligándolo perder enfoque. El calor que lo aturdía lentamente se fue disipando mientras sentía los besos furtivos que Mello le dedicaba, en secreto fascinado por los inútiles esfuerzos de resistirse al orgasmo que le había provocado.

—Así. Lo hiciste bien. Buen trabajo —le felicitó con dulzura y lo inusual de este hecho extrañaron a Near, más no tuvo fuerzas para mencionarlo.

—Eso fue... repentino, muy brusco.

—No te puedes quejar —bufó con gracia—. Sentiste el cielo, ¿no?

—Ciertamente no es de esa forma como lo describiría.

—Ugh, cállate, pequeño antipático.

Mello le besó la boca tras sus palabras y Near estuvo dispuesto a recibirlo, encontrando el acto especial luego de su explosión anterior. Sin razón aparente era así como lo percibía, por ello no tardó enterrar los dedos nuevamente entre los cabellos rubios, tomándose la libertad de rizarlos cuando se separaron, gesto por el cual Mello creyó podría derretirse; lo amaba tanto. Enfatizándolo dentro suyo se apresuró capturarlo en un segundo abrazo aunque un poco más firme, con el que pretendía transmitirle lo que lo llenaba.

Sin embargo, el recorrido de aquellas pálidas manos lo obligó perder fuerzas, pues la forma en que había comenzado acariciar su piel desnuda hizo palpitar su erección. Rompió el abrazo y se echó hacia atrás, interrogándole con una mirada a Near si entendía lo que estaba haciendo, recibiendo una caricia segura sobre sus muslos como única respuesta. Nate comprendía que esta vez sería su turno, pues la idea de dominar al rubio dentro de su propio terreno le generaba una emoción desconocida; incluso mayor a la que era consciente en ámbitos intelectuales. Bajó la mirada cuando lo tuvo en sus manos, listo para realizarlo lo mejor posible, y aunque Mello tuvo el impulso de avergonzarlo optó por guardarse sus bromas y dejarlo seguir sus instintos.

—Mello... ¿Está bien de esta manera?

—Que preguntas haces. Por supuesto que está bien pero... —El rubio rodeó las manos de Near, impulsándolo aumentar la velocidad gradualmente—, eres tan lento —le dijo, más no era un reproche.

—Es la primera vez que hago esto para alguien más.

—Lo sé.

—Sé que se trata de algo normal. Sin embargo, jamás pensé pudiera experimentarlo contigo, no quería que me rechazaras.

—Idiota. No tienes idea lo mucho que esperé porque llegara este momento. De hecho, me hiciste esperar más de la cuenta.

—Mello...

Inclinándose contra su oído y recargándose en su hombro, el esloveno le susurró su nombre real, una revelación que detuvo incluso el latir del corazón de Near por unos momentos, antes de que pudiese recomponerse para susurrarle su propio nombre. Mello resopló formando una sonrisa enternecida en sus labios mientras lo hacía retomar el movimiento que habían estado ejerciendo, agregando unas presiones adicionales para su propio deleite. Sintiéndose cerca de la culminación gruñó el alias del albino contra su cuello, haciéndolo estremecerse mientras eyaculaba, entonces comenzó a lamer su cuello lujuriosamente hasta la altura de su nuca, capturando el lóbulo de su oreja entre los dientes. Near no entendía porqué su gesto le había encantado.

—Parece que ya no eres tan puro, Near.

—Nunca lo fui.

—Sí lo eras, aunque ahora no haya forma de comprobarlo.

—¿Qué insinúas?

—La primera vez es la más difícil de olvidar, Near. Y esa primera vez la tuviste conmigo, por eso te reto a que no pienses en ello cuando no estemos juntos.

Near se sonrojo inevitablemente por lo que Mello estaba sugiriendo, así que no dudó en empujarlo y hacerse un ovillo sobre las oscuras cobijas para absoluto deleite del esloveno, quien no se evitó reír por aquella adorable reacción; disfrutando en grande su pequeña victoria.

—Hiciste trampa —le reprendió Nate avergonzado.

—No fui yo quien inició todo esto, pude fácilmente librarme de mis frustraciones con una barra de chocolate.

—Mentiroso.

—Vamos, Near. No seas un mal perdedor. —Frente a la falta de respuesta Mello no tardó en recostarse junto a él, abrazándolo por la espalda, todavía afectado por lo que acababa de acontecer entre los dos; algo que sólo ocurriría en sus fantasías más profundas. Juró por mucho tiempo que su antiguo rival no debía saberlo nunca pero las circunstancias los habían arrastrado hasta ahí, así que no tenía sentido ocultarlo más. Enterró el rostro en los blancos cabellos y confesó en volumen muy bajo—. Te quiero.

Y Near, que al escucharlo había hecho a un lado su berrinche inicial, cubrió con los palmas las manos que lo apretaban suavemente, dejando que los segundos armaran una fortaleza sólo para ellos dos antes de animarse también a confesar lo que pensó el día que el rubio apareció en las puertas del silencioso SPK aquella fatídica noche de tormenta.

—Si no hubieras vuelto no estaría completo jamás.

Estrechándolo con más fuerza, Mello se permitió estar feliz por haber sobrevivido a Kira y a tantos otros sucesos que se habían suscitado en su vida con intenciones homicidas. A pesar de los superficial muchas cosas habían cambiado en el mundo, en su entorno. La tasa de criminalidad se había desbordado en cuanto la sociedad comenzó a rumorear sobre la captura de Kira o presunta desaparición del dios del nuevo mundo, por lo que ambos sucesores habían estado más ocupados que nunca fallando casos y resolviendo otros más en nombre de su predecesor; había sido un largo y tedioso camino pero en esos momentos los dos sentían que estaban progresando juntos, como debió ser.

—Quiero seguir besándote —murmuró el rubio contra la sensible oreja de su acompañante, y su petición cohibió a Near un poco, más no perdió tiempo en acceder, girándose sobre si mismo para encararlo.

Mello sonrió y le acarició el rostro antes de fundir sus labios en un beso más lento y prolongado. Además de la humedad, el calor de sus alientos y la falta de espacio, Mello logró transmitirle al albino seguridad, confianza, ternura; sentimientos que Near recibió con gusto mientras jugueteaba con el borde de sus propias mangas, cómodo aunque incapaz de reaccionar como era debido a esa clase de situaciones, pues pensó en que debía existir una manera de demostrarle cuanto estaba disfrutando esos gestos físicos. Pero se reconocía enjaulado por la incertidumbre cuando hacer la menor pregunta lo haría quedar como un estúpido, así que optó por callar y simplemente corresponder al beso hasta que tuvo el impulso de tomar entre sus dedos aquel rosario del que Mello nunca se deshizo, haciéndolo girar y deslizarse por cada yema de sus dedos sin descanso.

Al rubio le encantaba que no dejara sus manos quietas y esta vez no fue una excepción, pues estaba más interesado en sumergirse en él todo el tiempo que pudiera, casi como si separarse de su tacto lo despertara de ilusión tan conmovedora, así que no dudó cambiar de posición mientras aún se besaban, acorralándolo sobre la cama para tomar posesión sobre la zona media entre sus piernas y frotarse sin pudor alguno.

—Veo que no haz terminado, esto en verdad debe gustarte —observó Near en una oportunidad, y la risa traviesa de Mello lo confirmó.

Los labios y mejillas enrojecidas, la respiración laboriosa y el calor en los ojos usualmente fríos del albino eran motivaciones suficientes para que Mihael deseara extender el encuentro, aún sino eran sus intenciones llegar más lejos de lo conveniente para esta primer noche. Sin embargo, cumpliría su promesa de no contenerse, por lo tanto rozaría con los dedos los límites todo lo que quisiera.

Besó la frente infestado de caireles blancos, besó su nariz, sus pómulos y ambas mejillas. Besó su barbilla descendiendo a su garganta con su lengua y recorriendo el resto de su cuello entre mordidas. Entonces se encaprichó con su clavícula donde besó, lamió y mordisqueó sin entorpecer las invasoras caricias por debajo de la reluciente tela blanca que todavía vestía a su joven amante, el cual no pudo evitar removerse mientras se retorcía el cabello. La vista de aquellos cabellos brillando en una tonalidad dorada deslizándose de izquierda a derecha en su pecho hipnotizándolo sin razón aparente. Por eso con su mano libre acarició sus omóplatos, incitando que el par de ojos zafiro se alzaran en su dirección unos momentos antes de comenzar a descender más sobre su cuerpo.

—¿Qué vas a hacerme, Mello? —inquirió, pues conocía esa mirada y no ignoraba que su intensidad despedía intenciones excitantes y peligrosas en balance, y lo comprobó cuando lo vio detenerse a la altura de su entrepierna.

Pojedel te bom —susurró como un secreto.

Y a pesar de haberlo dicho en su idioma natal, Near no tardó mucho en comprender el significado cuando lo vio hundir su miembro en su cavidad bucal. La sensación había sido tan repentina que Near no se dio cuenta en qué momento separó la nuca de las almohadas, posándola contra la cabecera de la cama, cerrando los párpados con fuerza. Bastó que entreabriera los ojos para notar que las pupilas que Mello contemplaba con arrasante interés sus reacciones, por lo que cedió a la comodidad de la oscuridad con el fin de reducir su vergüenza. El placer que lo abordaba siendo más de lo que podía manejar incluso después del primer orgasmo en manos del esloveno.

Intentó recordar algún punto de su previa investigación sobre las relaciones sexuales que explicara lo que estaba sucediendo o al menos le concediera un nombre pero fue inútil, Mello parecía experto en arruinar su racionalidad; el control total de sus pensamientos . Y no cabí duda que el muy maldito lo disfrutaba. Sin embargo, en este juego él también era un jugador y se lo haría saber, pues en el instante que logró acostumbrarse al ataque carnal, rompió si frágil postura para inclinase sobre él, tomando la melena rubia entre sus dedos con la intención de apartarlos de su objetivo que fue soplar en sus oídos, un acto que hizo a Mello entorpecer su actividad. Sin duda ese albino no sabía simplemente disfrutar, siempre debía dificultarle las cosas más de lo apropiado.

Pero cuando iba a recriminarle su actitud altiva, visualizó esa expresión tan desastroza, en la cual a pesar de su media sonrisa, sus desordenados cabellos hacían alarde de los sentimientos salvajes dominandolo. Sus ojos y rostro se mostraban más vivacez que nunca como si por primera vez ya no le importara fingir autocontrol o superioridad, al mismo tiempo que lo presumía en una respiración sin aliento. Mello se desconectó en reacción, olvidandose de todo plan que pretendió dar seguimiento y simplemente se realzó hacia los labios de Near para beber de ellos hasta el fin de los días.

Después de todo si tuviera que hacerlo, se pondría justo a su lado sin más reproches. El lugar que siempre había buscado estaría con él, por muy delgada que fuese la línea entre el amor y el odio que sentían por el otro; en todo caso a los dos les gustaba. Mihael recordó entonces que estuvo dispuesto a morir por él en el pasado y todavía lo haría si se presentase la ocasión.

Fin.


Notas Finales: Creo que estaba muy emocionada, no esperaba que se extendiera este Oneshot demasiado, jaja.