Contenido: Oneshot, yaoi, lemon. Solo un escrito soso de ambos chicos teniendo sexo. Cambio de edades que en el cannon, tanto DAI como MEGU tienen aproximadamente 26 años.

Pareja: DAIMEGU (DAI x MEGU)

Disclaimer:

Hikari: Releyendo mi otro fanfic cortísimo AiYuu/DAIMEGU me entraron tremendas ganas de escribir algo exclusivamente de la segunda pareja, pero como la inspiración llegó horny solo me quedó escribir esta calentura. Nada más que agregar, solo ellos dos teniendo sexo. Aclaro que no soy buena escribiendo esta clase de contenido pero aun así espero que disfruten la lectura. Ya saben que ni Full Throttle4, ni sus canciones o personajes me pertenecen, todo es propiedad de HoneyWorks y yo solo escribo esto por ocio y sin fines de lucro. Notas al final.

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A DAI y a MEGU les parecía una verdadera hazaña el haber llegado con la mayoría de sus prendas aun en su lugar cuando al fin dejaron caer sus cuerpos sobre el colchón de la cama del primero. Si, cosas como el sombrero de DAI o la chaqueta de MEGU quedaron olvidadas en el trayecto que había entre la puerta de entrada y la habitación, pero el rubio hasta veía como una cómica broma el hecho de no haber sido capaz de dejar ambos zapatos en el recibidor, ya que sus molestas agujetas aun mantenían el pie derecho cubierto.

Pero poco podría importarle ensuciar el suelo de duela del departamento, ya luego el más alto se encargaría de limpiarlo. De hecho, cualquier tema relevante parecía mínimo mientras una boca ajena se encargaba de inspeccionar prácticamente cada rincón de su cavidad bucal.

Le lengua húmeda y caliente de DAI trataba de ganar el ritmo en aquella silenciosa batalla, pero él no se dejaría llevar tan fácil. Interponiendo sus dientes cuando sentía las electrizantes sensaciones viajar por su medula espinal hasta su cadera, era una táctica que muchas veces le había ayudado para mantener a raya al pervertido de su amante.

En una de esas ocasiones, probablemente mordió demasiado fuerte en uno de aquellos intentos, ya que algunos segundos después percibió cierto sabor metálico que se combinaba entre los fluidos salivales de ambos.

Por otra parte, DAI gustaba de aprisionar el cuerpo de MEGU entre el suyo y el colchón, que parecía ya comenzar a tener marcadas las siluetas donde solían descansar casi todas las noches. Mirando hacia abajo, sin que el rubio se diera cuenta, disfrutaba entreabrir ambos ojos solo para extasiarse por la imagen de un MEGU tratando de ganar en aquella lucha de egos.

La temperatura comenzaba a subir sin la necesidad de prender el clima de la habitación. Cosa curiosa, no sentía ni siquiera un ápice de frío a pesar de que por las calles comenzaban a acumularse pequeñas montañas de nieve, típicas en estas temporadas decembrinas.

A pesar de sentir aquel asfixiante calor, no trataba de deshacerse de sus prendas, sino que esperaba pacientemente a que fuese el rubio quien se encargara de removerlas. Cuando al fin el oxígeno hizo falta en sus pulmones, ambos se separaron jadeantes, tratando de regular su respiración, mientras ajustaban sus intensas miradas en los ojos del otro.

-Yo estoy a cargo el día de hoy.- dijo MEGU, justo antes de sonreír con sorna. Pasó ambos brazos alrededor del cuerpo de DAI y no hizo falta mucha fuerza para que ambos rodaran e intercambiaran posiciones. No es que el pelirrojo fuese débil, simplemente a veces también dejaba que su bajito novio tomara el control de la situación.

MEGU se sentó con completa libertad sobre su cadera, probablemente percibiendo cierto bulto que comenzaba a molestar por debajo de sus jeans, pero ninguno comentó nada al respecto. Es más, lo primero que hizo el rubio no fue atender el palpitante placer del más alto, sino que sin vergüenza, lo despojó antes que nada de su polo color vino que comenzaba a pegarse a su piel debido al sudor.

DAI alzó ambos brazos para facilitarle la tarea y soltó otro jadeo más notando que MEGU, con sus ojos brillantes de perversión, lo examinaba en silencio.

Soltó una risa cuando el rubio comenzó a acariciar de manera suave su abdomen. Las yemas de sus dedos recorrían de manera casi desesperante los músculos que sobresalían por debajo de su piel, hizo algunos círculos traviesos alrededor de sus pezones y finalmente, viajaron entre los bordes desiguales de la parte central, creados debido a las extensas cicatrices que estaban tatuadas de manera permanente en aquella amplia zona.

Suspiró lujurioso al notar cómo MEGU humedecía sus labios, absorto viendo dichas cicatrices.

Si algo había aprendido de MEGU en todos estos años de relación, es que sin duda alguna, le encantaban sus cicatrices. ¿Cuánto tiempo es que llevaban juntos? De conocerse, desde pequeños, de novios pronto cumplirían su primera década. A través del tiempo, el júbilo durante el sexo era algo que simplemente no decaía. Y sin pena alguna podría admitir abiertamente que eran muchas las formas que ambos habían experimentado en busca de recibir la mayor dosis de placer. Y si, hubo ocasiones patéticas en que ambos habían terminado enredados entre las sabanas tratando de imitar alguna posición o utilizando algún juguete o instrumento.

Pero en otras ocasiones, hasta encontraron otra faceta que ellos mismos desconocían antes de eso. Y les encantaba descubrir siempre nuevas maneras para disfrutar el roce de sus pieles.

El rubio encorvó su espalda y decidió dejar de inspeccionar la piel ajena con sus manos, sino que ahora, la saboreaba con la punta de su lengua, dejando un pequeño rastro húmedo en su camino.

DAI sabía a cítricos, tal vez como pequeños residuos de la loción que solía ponerse antes de cada concierto, pero por sobre todo, era salado. Era obvio, ambos habían sudado bastante luego del intenso concierto que acababan de ofrecer aquella noche. A lo mucho, había secado su cuerpo con alguna toalla, la idea inicial era tomar un baño apenas llegaran a casa, pero la lujuria había decidido atacar antes.

"Bueno, igual después podemos seguir en la bañera", pensó divertido justo antes de anclar sus dientes cerca del ombligo. Un espasmo en DAI le indicó que, a pesar de haber sido en parte doloroso, también le había inculcado placer.

Entretenido con su propia tarea, MEGU no reparó en la mano de DAI hasta que ésta tocó con suavidad su oreja. Los dedos contaban en silencio cada uno de sus aretes, comenzando por los que estaban en la parte superior. Bajando con calma, sus dedos juguetearon con el suave cartílago hasta llegar al lóbulo, donde jaló con un poco más de fuerza el arete de anillo que traía puesto.

DAI soltó una pequeña risa de satisfacción cuando el más pequeño liberó un poco de su aliento sobre su piel, queriendo acallar un gemido, al sentir como su meñique se introducía en ese pequeño orificio.

"Es débil en esta parte, pero le encanta", pensó mientras sacaba y volvía a jalar la pequeña parte de piel antes de repetir el proceso. MEGU no hacía nada para detenerlo, sin embargo, parecía cada vez más embriagado por la sensación de aquella mano. No queriendo ser el único en perder el control, volvió a sacar su lengua, esta vez ascendiendo a un ritmo más veloz, hasta que llegar a la manzana de adán de DAI, dándole pequeños besos y mordidas.

-Si me vuelves a dejar marcas, IV te arrancará la cabeza en la próxima sesión de fotos.- DAI hizo su cabeza lo más atrás que pudo, yendo en contra de sus propias palabras, dándole mayor espacio al rubio para que continuara con su labor.

-Es un riesgo que voy a correr.- contestó divertido, dando otra mordida justo antes de que ahora DAI utilizara su mano libre para encargarse de la otra oreja.

La ropa ahora si parecía ser más una especie de estorbosa prisión, para sus cuerpos sudorosos que buscaban de manera inconsciente cada vez más fricción. Las caderas de MEGU subían y bajaban con cierto vaivén, enloqueciendo la parte baja de DAI, quien comenzaba a murmurar ciertos altisonantes entrecortados.

-¿Cuánto más planeas soportarlo?- preguntó DAI, tratando de no sonar demasiado impaciente, aunque su entrecejo fruncido lo delataba por completo.

-Hasta que me ruegues y grites que quieres follarme como nunca.- murmuró MEGU, cerca de su clavícula. DAI, soltando algún otro insulto inentendible, decidió olvidarse de las orejas del rubio, ahora para sostener rudamente los muslos del chico, alzándolo levemente y guiando su entrepierna aún más cerca de la suya. MEGU dio un grito sorpresivo, incapaz de contenerse por el imprevisto movimiento.

-Maldito bastardo.- gruñó, antes de atacar nuevamente la boca del pelirrojo con un húmedo beso, no queriendo escuchar ningún efusivo alardeo sobre su pequeña victoria. Aun así, el rubio también comenzaba a querer cada vez más contacto. Conociendo perfectamente el lugar, aun con los ojos cerrados, estiró su brazo lo suficiente para llegar al cajón de la pequeña cómoda que se encontraba a un lado de la cama. No supo cuántos tomó, pero con audacia, tiró a un lado de ellos varios preservativos y una botella que parecía estar a la mitad de cierto líquido viscoso.

-¿Y bien?- MEGU enderezó su espalda, dejando apoyada únicamente su mano izquierda mientras que con la otra llevaba uno de los condones a su boca, el cual comenzó a abrir con los dientes.- ¿Listo para rogar?

DAI alzó una ceja, intrigado por aquella proposición. Sonriendo de medio lado, estabilizó el agarre de sus manos y abrió aún más las piernas del rubio, quien solo rio con gracia mientras sentía como su cuerpo se acomodaba de mejor manera sobre el de DAI.

Sacando el condón con su lengua y dejando caer la envoltura alzó levemente sus caderas para que con su mano pudiera bajar la cremallera del pantalón del más alto. DAI tragó saliva, ansioso de al fin disfrutar un poco de libertad para su miembro, sin embargo, MEGU únicamente bajó el pantalón, dejándolo en evidencia con cierta humedad latente en su par de bóxer.

-Necesito que comiences a rogarme.- el murmullo de MEGU sonó en sus oídos más como un ronroneo. Sin más, cuando el rubio sintió que sus pantalones también eran tirados hacia abajo por el otro, alzó ambos brazos y se deshizo de su camiseta. La vista de DAI se abrumó un poco al descubrir una pequeña diferencia en el cuerpo de su amante.

MEGU se alzó con orgullo y acarició su propio dorso, deteniendo cada mano justo en la aureola de sus pezones, confirmando que lo que estaban viendo los ojos color miel no eran solo alucinaciones.

-¿Cuándo lo hiciste?- preguntó, su voz sonó extrañamente ronca, como si le faltara el aliento.

-No hace mucho.- contestó mientras ladeaba su cabeza, como si fuese un niño pequeño que acabara de hacer una travesura y no se arrepintiera de ello.- ¿Te gustan?

DAI ni siquiera contestó el cuestionamiento. Sus manos enloquecieron al punto de creer que se movían solas hasta llegar al punto señalado. Utilizó ambos pulgares para acariciar el pezón obscuro, sin siquiera mostrarse gentil ante los dos aros plateados que ahora los atravesaban.

MEGU dejó salir un suspiro ante el roce. Levantando su mentón y queriendo acercar más su pecho.

"Dos nuevas perforaciones. Y justo en este lugar…", pensó DAI sin interés de detenerse. Utilizando ahora también sus índices como pinza, los apretó con fuerza mientras tiraba de ellos hacia abajo.

Lo que salió de su garganta ahora parecía más a un grito de dolor, pero el jadeo acompañado del sonrojo en ambas mejillas le indicó a DAI que en realidad, MEGU estaba luchando contra sus emociones para no caer destrozado ante el placer.

Ya no podía contener sus gemidos y gritos, al punto que la saliva caía como un débil hilillo de sus labios, perdiéndose entre su sudorosa piel.

-Joder, maldita sea…- MEGU soltó un suspiro de insatisfacción cuando ambas manos dejaron de tocarlo, pero no fue más que para que el propio DAI decidiera al fin bajar su ropa interior. Su miembro erecto se mostró sin pudor, húmedo y chorreando un poco de líquido blanquecino que brotaba tenuemente de la punta.- Eres un mocoso pervertido.

Sin mostrar signos de amabilidad, DAI alzó ahora también el cuerpo de MEGU, lo suficiente para que de un solo tiro bajara sus pantalones y su bóxer hasta sus rodillas. Bastaba con eso para al fin tener paso libre hacia su también palpitante miembro que se encontraba en condiciones similares al propio.

Palpó el colchón hasta encontrar el condón que hasta hace poco se encontraba en la boca de MEGU, dispuesto a ponerlo sobre su erección, pero las manos tambaleantes del otro lo detuvieron.

-¿Tanto ansías que terminemos? Esto recién comienza.- MEGU colocó sus dedos alrededor del aro y se encargó de bajar, a una menor velocidad, para cubrir el miembro del pelirrojo, quien deseoso (pero arrogante) evitaba soltar suspiros ante la extrema paciencia del rubio.

Aun así, aprovechó esa casi pausa para ahora abrir el recipiente que aún mantenía a su lado. Poco le importó que las sabanas también se vieran manchadas, disfrutó mojar toda su mano antes de palpar el lugar que ya conocía de memoria entre ambos glúteos de MEGU.

El rubio soltó un jadeo cuando sintió la primera intervención dentro de su cuerpo. Sus extremidades temblaron pero, decidido, seguía bajando el preservativo a lo largo del pene de DAI. Para cuando al fin lo había cubierto por completo, sintió cómo un segundo dedo se abría paso en su interior y el hormigueo casi lo obligaba a caer sobre el pecho del pelirrojo. Apoyó ambas manos a su lado, dispuesto a querer mantenerse recto.

-¿Ahora quién va a rogarle a quién?- sabiendo que dentro de poco perdería la razón, DAI aprovechó para jugar dentro de la angosta cavidad, encontrando el punto exacto en donde debía presionar para sacar un lánguido gemido del rubio. MEGU trató de morder su labio inferior, pero el ruido de su garganta fue algo inevitable de ser escuchado.- Recuerda que soy todo un semental, dudo que puedas domarme con este pequeño cuerpo tuyo.- disfrutó para sus adentros cuando involucró un tercer dedo.

MEGU tardó un poco en reaccionar, pero finalmente guio su mano hacia donde estaba su entrada y detuvo el movimiento de aquellos dedos. Inhaló algunas veces antes de alzar su mirada y, aunque seguía temblando, poco a poco la jaló para que fuese apartada de ahí.

-¿Semental? No será muy diferente a montar un pony en el rancho.- A pesar de su curioso comentario, DAI sonrió de lado al notar el destello lujurioso en la mirada de su novio. Soltó un quejido cuando MEGU lo tomó con mayor fuerza de la requerida, pero sin inmutarse, miró paso a paso cómo lo guiaba hacia su parte inferior.

Cuando sintió la punta palpitar cerca de la entrada, dejó caer su cuerpo hacia abajo, haciéndolo llegar hasta el rincón más profundo de su cuerpo. Ambos soltaron un sonoro gemido de placer. Es más, hasta DAI lo agarró de los muslos para que no perdiera el equilibrio y MEGU arañó la piel de su pelvis.

Para cuando se sintió un poco más calmado aun con la intromisión, pasó sus manos otra vez hacia el torso de DAI, queriendo distraerlas con los bordes cicatrizados que ya tenía perfectamente memorizados.

Entreteniendo sus yemas con las cicatrices, comenzó a mover su cuerpo de arriba hacia abajo en un rápido vaivén. El sonido húmedo cuando su trasero pegaba con las extremidades de DAI era casi obsesivo, al igual que la forma en que aquel miembro erecto golpeaba lo que creía serían sus entrañas.

Las grandes manos del pelirrojo lo guiaban con fuerza, pero estaba claro que él era el encargado de marcar el ritmo. Comenzaba a doler sus muslos por la fuerza en que esos dedos se enterraban en su piel.

Cuando DAI percibió que MEGU podría continuar aun sin su guía, finalmente soltó sus piernas, pero sus manos, deseosas por seguir tocándolo, subieron nuevamente por su cuerpo. Una de ellas se detuvo primero, justo en uno de los pezones, volviendo a replicar el movimiento de hasta hace unos momentos. Jalando aquel arete plateado y apretando fuertemente.

El rubio abrió ambos ojos ante el cambio, parecía estar gimiendo más fuerte, pero ya a estas alturas poco le importaba no controlar los sonidos que salían entre sus labios. Gustoso por el contacto, DAI lo tomó de la nuca y lo obligó a encorvar su espalda, lo suficiente para que su cabeza quedara a pocos centímetros de su pecho. Travieso primero hundió sus dedos en las hebras rubias, jalando levemente cuando el menor decidía usar la gravedad para dejarse caer contra su cuerpo.

Pero aquello no duró demasiado, ya que en busca de algo más, DAI volvió a encontrar entretenimiento en el lóbulo de su oreja. Tratando de coordinar sus propios actos, jaló de manera similar ambos aretes, el del pezón y el de la oreja, para así sacarle otro sonido obsceno al pequeño.

Un suspiro, entremezclado con una risa y un gemido, fue su canto de victoria al notar cómo aquello solo provocó que el otro acelerara el ritmo. Gustoso lo repitió varias veces más, sintiendo que ciertas uñas se enterraban en su piel, probablemente dejándole algunas heridas o marcas.

De haber podido, hubiese seguido tocando aquellos aretes, pero sintiendo que pronto llegaría a su clímax, no pudo evitar que el cuerpo de MEGU se le escapara de su agarre cuando éste volvió a enderezar su espalda, mucho más concentrado en también llegar a su propio orgasmo.

Las continuas envestidas lo hicieron retorcerse en el interior de MEGU, quien parecía también deseoso de alcanzar el propio, así que, dando un par de zancadas mas, al fin dejó que el semen de su miembro brotara sin pausa hacia el exterior.

Pareció una eternidad y al mismo tiempo, tan solo un instante, lo que duró aquel torbellino de sensaciones.

Con sus piernas acalambradas y cierto dolor en su espalda, MEGU dejó caer su cuerpo sobre el de DAI, quien lo dejó reposar sobre su pecho, sintiendo aun la calidez estrecha del rubio envolviendo su miembro.

-Mierda, estoy empapado de sudor…- dijo DAI, luego de casi un minuto en que ambos solo trataban de compensar su respiración.

-Ya lo estabas desde antes de tener sexo.- rio MEGU, sin alzar la mirada y ocultando parte de su rostro entre el hombro y el cuello de DAI.- De haber podido, me hubiera gustado agregar un vibrador, pero supongo que no se puede ser tan avaricioso.

-Es tu culpa por guardar esos en tu casa.- DAI tomó entre sus brazos al rubio, rodando levemente su cuerpo para que éste también descansara sobre el colchón.- Deberíamos tener un par de duplicados aquí también. Pasamos más tiempo aquí en mi departamento que en tu casa.

-Lo tendré en cuenta la siguiente vez.- sonrió MEGU, tratando de no soltar una risita cuando notó cómo el más alto hundía su nariz sobre su cabello alborotado.- ¿Viste como al final si rogaste? Seguramente mañana amaneceré con las marcas de tus gordos dedos sobre mis piernas.

-¿Rogar? Ya quisieras.- comentó sarcástico.- ¿Quién fue el que perdió el control cuando jugué con sus pezones?

-Y una mierda. Yo gané.- frunciendo el ceño, MEGU se separó lo suficiente para alzar su rostro y encarar directamente al otro.

-Si claro, enano de mierda. ¿Tanto te cuesta admitir cuanto deseabas a este amigo?- DAI dio una fuerte embestida, aprovechando aun estar dentro de la cavidad del rubio, para sacarle un gemido placentero. Por supuesto, ambos sintieron como sus erecciones volvían a levantarse con aquel movimiento.

-¿Esto es todo lo que puede hacer el pequeño pony?- retador, MEGU alzó una ceja mientras acercaba una de sus rodillas a la entrepierna de DAI, sintiendo nuevamente la calidez emanar de él.

-Si tan entusiasmado estás de no poder levantarte mañana, no me queda otra opción más que satisfacerte.- DAI lo tomó del mentón antes de depositar un violento beso en los labios, sintiéndose levemente orgulloso al notar que MEGU lo aceptaba con la misma intensidad.

-Quien va a quedar seco eres tú. Será tan bueno que no podrás tener otra erección en tu vida.- Ambos sonrieron con prepotencia antes de que al fin DAI decidiera retirar su miembro, MEGU soltó un quejido pero no palideció ante los intensos ojos que lo observaban.

-Ya veremos si piensas lo mismo cuando acabe contigo.- DAI se retiró el condón de su miembro, y sin siquiera tomar otro, decidió mejor sostener el cuerpo del rubio por sus axilas para así cargarlo. Gracias a la gravedad fue que al fin los ignorados pantalones lograron salir de entre sus piernas, y con ellos, hasta el zapato que ya ni era tomado como relevante, también quedó olvidado en algún rincón del suelo de madera.

Sin perder el tiempo, MEGU entrelazó sus piernas a la cadera del otro, y ambos comenzaron nuevamente una ola de incesantes besos.

Entre algunos tropezones, tratando de no caer, DAI palpaba la pared hasta encontrar la perilla de la puerta que conducía al baño.

MEGU tuvo razón, el segundo round sería en la bañera.

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Hikari: Puedo contar con los dedos de una sola mano la cantidad de veces que he escrito escenas de sexo, y aun así me sobra el meñique. En fin, probablemente esto sea resultado solo de una cochina inspiración que quedará en el olvido. Por supuesto, le cambié las edades a los personajes, no porque esté en contra de relaciones sexuales entre menores (si es ficción, recuerdo haber escrito cosas hasta más turbias), sino porque HoneyWorks es sinónimo de azúcar y brillitos, así que no pude evitar sentir un atisbo de culpa al escribir un poco subido de tono. En fin, espero que haya quedado aunque sea un poco aceptable y no solo haber narrado una pelea de sumo o algo peor. Espero volverlos a leer en algún futuro no muy lejano, ¡bye bye-perowna!