Notas previas: Esta historia ocurre en el universo de Ranma , no se requiere conocimiento de los personajes adicionales. Kasumi Tendo tiene 12 años al inicio de su aventura.


Los personajes de Ranma ½ no pertenecen.

De ser así muchos secundarios serían retomados.

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Los personajes de Oh my Goddees! tampoco me pertenecen.

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Los personajes de Sailor Moonaún menos.

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Fantasy Fictions Estudio

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Presenta:

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Por: Aoi Fhrey


El club de la cocina.

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Correr hacia el colegio con el tiempo corto siempre fue uno de los ingredientes normales para los herederos de la escuela de combate libre. Mientras que Ranma ejecutaba su carrera «normal» por el borde de la cerca metálica, su prometida lo seguía a igual ritmo pero desde el suelo. Que la velocidad de esa carrera fuese en lento, pero constante aumento fue un extra que Ranma nunca mencionaba a Akane.

El incrementar su resistencia y velocidad era un proyecto secreto del chico de la trenza. Un esfuerzo que disfrutaba en silencio, ya que era «su tiempo de calidad» con su Akane, nada de explosivas citas o sentimientos difíciles de decir (no es que él sintiera nada por esa fea marimacho, desde luego) solo un poco de agradable entrenamiento en parej… ¡Juntos! Sí, eso, solo dos colegas del estilo libre haciendo una suave carrera.

Una carrera que actualmente tendría jadeando por aire a varios atletas profesionales.

Pero al llegar a la línea de meta, es decir, a la entrada principal de Furinkan, la pareja descubrió con asombro que el lugar estaba completamente silencioso y desierto. Akane fue la primera en mostrar su descontento.

—¿Qué sucede? Aún no es hora de que suene la campana y ya está cerrado.

—Llevamos un buen ritmo como para llegar tarde—replicó Ranma con una pequeña sonrisa mental al ver a su prometida con una respiración normal y sin muestras visibles de cansancio— es muy extraño.

Mientras la chica de cabello corto recorría la cerrada reja y su prometido permanecía en silencio con las manos entrelazadas en la nuca y su mente perdida en futuros ajustes para su rutina. El sitio continuaba tan desolado como a su llegada.

—Tan solo deberíamos saltar la reja y entrar a la escuela—dijo Ranma casualmente.

—Claro que podemos, bobo. Lo que me parece extraño es que no se vea nadie, casi como si nos hubiéramos perdido… ¡La junta trimestral!

—La… ¿Qué?

—Esa tonta reunión que hacen los maestros. Ellos la llaman junta de personal, pero mis amigas dicen que solo se reúnen para ir a beber.

—¿A esta hora de la mañana?

—Es lo que dicen, pero con toda la locura de ayer lo olvidé por completo.

Ranma se animó con la idea de no tener a la profesora Hinako respirando en su nuca.

—Entonces no tenemos clases—dijo el chico de la trenza y animado agregó—: ¡que bien!

—No tanto, estamos fuera de casa sin desayuno y es muy temprano como para ir a cualquier parte.

—Casi cualquier sitio—replicó Ranma con una sonrisita de suficiencia—: podemos ir al parque. A esta hora está bastante tranquilo y podemos buscar algo para comer juntos y…

El joven artista marcial de la trenza perdió algo de su impulso cuando se dio cuenta de que eso casi se escuchaba como pedir una cita.

Por su parte, Akane descubrió el tenue sonrojo de su prometido y conectó los puntos mucho más rápido.

Con una tenue, pero linda sonrisa, aceptó el involuntario plan de su prometido.

—Tienes razón. Es un buen sitio y no tengo ganas de regresar a casa tan pronto.

Y con eso dicho ambos caminaron a paso lento hacia su reunión matutina.

Que de ningún modo era una cita.

El parque, tal y como había dicho Ranma estaba casi completamente vacío, solamente un grupo de mujeres mayores reunidas en un extremo practicando algunas rutinas de Tai-chi. Con la antinatural calma rodeándolos, Ranma y Akane hicieron algo casi antinatural en su relación.

Platicar tranquilamente.

Pero, estando en un territorio tan poco familiar para ambos, tuvieron un poco de cautela para no romper el pacífico momento.

—Por la tarde prometí acompañar a Kasumi para hacer algunas compras—dijo Akane mirando el cielo de la mañana.

—¿Compras de chicas?—preguntó Ranma con la ligera esperanza de ver un nuevo vestido en su prometida.

—No esta vez. Tenemos que ir a buscar algunos sartenes y ollas para la cocina. Parece que la última compra de mi hermana no fue buena y se arruinaron varias cosas muy rápido.

—Hmm—murmuró el chico de la trenza como única respuesta mientras se felicitaba mentalmente por no preguntar si ella había usado los utensilios y por eso se arruinaron.

—Espero encontrar un par de tazas de estilo occidental, para utilizarlas con el chocolate caliente que prepara Kasumi el fin de semana.

—Seguro que encuentras algo en esas tiendas grandes—respondió Ranma después de un trago de su jugo enlatado y agregó—: tienes buen gusto para esas cosas.

Akane sonrió un poco por el pequeño elogio y cambió de tema.

—¿Crees que inviten a la profesora Hinako a esas reuniones?

—Deberían, ¿no? Son para maestros.

—Pero todos beben en esas reuniones y por su apariencia no pienso que la dejen pasar de la puerta.

—Tal vez vaya en su forma adulta.

—Sí, pero ¿y si se le acaba la energía durante…?

Y por algún capricho del destino o el horario, la plática de la pareja siguió de forma pacífica por un rato. Por su parte, Ranma dejó la idea de preguntar sobre los dos sartenes que vio en la basura, estaban doblados como si un gorila los hubiese estrujado. Akane era perfectamente capaz de esa hazaña, pero tendría que estar particularmente furiosa para lograrlo y el artista marcial no recordaba ninguna locura reciente que pudiese ponerla en ese estado de ira.

"Tal vez solo son malas ollas" —pensó Ranma y con un suspiro mental olvidó el asunto y disfrutó de la pequeña dosis de calma.

Con su suerte sabía que no duraría mucho.

Sin saberlo, la causante real de la violenta muerte de los instrumentos de cocina seguía muy tensa.

«««««o»»»»»

Kasumi Tendo realizaba sus tareas domésticas con una rígida calma. Aun cuando conocía de memoria todos los pasos a seguir en su rutina, trabajaba con extrema cautela, casi como si caminase por un piso lleno de cascarones de huevo.

Había pasado un largo tiempo desde que la joven tenía tanto cuidado con sus acciones. Pero con los "accidentes" del día anterior no podía darse el lujo de cometer errores.

Kasumi revisó por tercera vez la arrocera, comprobando que todo funcionaba como debía, con un suspiro se sentó un momento mientras esa parte de la comida estaba lista. Un sentimiento ya casi olvidado la agobiaba ese día.

Ella estaba molesta.

No por el hecho de sentir ira o frustración, sino porque las emociones estaban llegando de forma muy intensa y estaba perdiendo el control de su temperamento, de nuevo. Fue un problema del cual no se había preocupado en años, pero ahora regresaba igual que una mancha fantasma de aceite en tela blanca recién lavada.

Oculto a simple vista pero definitivamente presente.

Y todo empezó el día anterior con un problema irritante pero completamente inofensivo.

Ya había tenido problemas con los alimentos en el pasado: un pescado salado, gambas viejas e incluso arroz viejo mezclado con fresco eran asuntos que no le causaban sorpresas.

Pero una comida arruinada por el recubrimiento defectuoso de un sartén era un asunto nuevo. Al ver su carne infestada de cáscaras negras, su buen humor se consumió. Con más molestia de la normal, la joven arrojó la comida dañada a la basura y sacó su pescado para emergencias…

Solo para descubrir casi al final de la nueva receta que estaba lleno con las mismas costras negras causadas por un segundo sartén defectuoso.

Y ahí sucedió: Kasumi simplemente ya no pudo suspirar de manera linda por la tragedia culinaria. En lugar de eso, sostuvo los utensilios defectuosos con la intensión de tirarlos a la basura mientras hacía una plegaria a cualquier Kami disponible para que castigase con una humillante diarrea al fabricante de esas monstruosidades de cocina. Mientras caminaba por su cocina en silencio, los pensamientos de Kasumi subían de intensidad y volumen.

"Garantía de por vida, mi trasero."

"Sartenes de última generación, mi trasero."

"Recubrimiento de obsidiana diamantada, mi trasero."

El plan era simplemente tirarlos, pero de alguna manera misteriosael mango de ambos utensilios se rompió enojando todavía más a la joven.

"No volverá a comprar otro sartén en su vida, MI TRASERO."

Y como si alguna presa dentro de ella se rompiese con ese nuevo accidente, ella deseó desquitarse con el objeto por arruinar su presupuesto del mes, así que sostuvo la pieza de metal entre sus manos y comenzó a estrujarla doblándola misteriosamente. Con una alegría desconocida tomó el otro sartén castigándolo de manera similar.

De forma mucho más misteriosa Kasumi no notó la furiosa aura de batalla que la rodeaba mientras ejecutaba su venganza.

Con un mejor humor fue hacia el teléfono para llamar a una de las prometidas de Ranma y pedir alimentos a domicilio.

La extraña rabieta calmó por un buen tiempo el ánimo de la joven mujer. Incluso pudo adelantar sus compras con el temprano regreso de Akane. El viaje a la ciudad fue agradablemente tranquilo, en buena medida por el buen ánimo de Akane y una oferta en la tienda.

Sin embargo, el optimismo de Kasumi no duró mucho, ya que al regresar a la cocina esa noche los cadáveres de su pequeño descuido seguían en el bote de basura. Y por fin comprendió lo que había hecho.

"No es posible"—pensó la joven.

Ligeramente asustada por la evidencia, Kasumi recogió las piezas de metal del bote de basura y las llevó fuera con los desperdicios mayores.

Un secó —clack— fue la confirmación de sus temores.

"¡No! Esto no puede estar sucediendo"—repitió Kasumi en su mente.

En silencio fue a su habitación a meditar en las consecuencias de sus acciones.

Aquel incidente estaba claramente clasificado como "no lindo", "no perfecto" y "a todas luces mundano y normal". Eso no era posible, ya que si el asunto no era un accidente solo podía significar una cosa.

La garantía de por vida que obtuvo en el club de la cocina había fallado.

Sus acciones ya no serían «impecables ni perfectas» y las personas verían sus cambios de humor, las personas sabrían de sus intentos fallidos de recetas o las cosas que la enojaban. La impecable y cuidadosa máscara que mostraba al mundo podía caerse en cualquier momento.

Un ligero estremecimiento le recorrió la espalda. No quería ir de nuevo a las reuniones del club de la cocina. No quería ver de nuevo a la extraña líder o verse obligada a "cocinar". Sobrevivir al club la primera vez fue difícil y no quería estar cerca de esa loca. Además, ella ya se había graduado del club, por lo tanto, encontrar el lugar de reuniones sería más complicado.

"Tal vez, solo tal vez sea un pequeño fallo en la garantía y mañana todo regresará a la normalidad"— Pensó Kasumi con un cansado suspiro mental.

La mayor de las hermanas Tendo tardó un tiempo en dormirse, pero su mente se perdió en los recuerdos de un sitio que prometía arreglar sus problemas de temperamento y hacerla brillar en la vida.

«««««o»»»»»

Una pequeña niña de cabello castaño aguardaba sentada en la modesta sala de espera del director de su escuela.

Por la forma despreocupada en que la niña bebía su jugo de manzana, era evidente que no fue su primera visita a la máxima autoridad de la escuela.

—Tonta, Michiko— murmuró la niña mientras esperaba resignada la inminente llegada de su mamá.

Kasumi había tratado tanto de no enojarse, pero esa tonta del salón C no paraba de burlarse, hacer caras o llamarla, cara de mono cada vez que se encontraban en el patio de la escuela. Al final de la semana simplemente ya no pudo soportar sus burlas sin motivo y se defendió.

Y no le dio un golpe en su fea nariz como la pequeña malcriada se merecía, en cambio, fue una ligera bofetada para que se callara de una buena vez.

Pero claro, la niña horrible chilló y gritó tanto como si fuese una pierna rota y no una mejilla roja.

Y Ahora estaba en problemas… de nuevo.

La reunión de su madre con el director, fue muy breve. Pero camino a casa su mamá se mantuvo en silencio y a los ojos de Kasumi ella se veía muy triste. No fueron directo a su hogar, sino que se detuvieron en un pequeño parque lejos de su ruta normal. Con la misma mirada triste, Kimiko Tendo comenzó a explicarle la situación a su hija:

—Tienes que encontrar una forma diferente de enfrentar los problemas, Kasumi.

Al mirar los ojos casi al punto del llanto de su madre, la pequeña niña sintió como si le hubiesen dado un puñetazo.

—Lo intento mamá, pero, siempre están burlándose, ya sea por mi almuerzo hecho en casa, el que casi no entiendo las lecciones de francés, mi acento al hablar, otras tantas tonterías que no me dan un solo momento de paz y estoy tan enojada todo el tiempo—replica la niña con la voz rota.

Kimiko percibió la desesperación en el rostro de su hija y le dijo:

—Créeme, te entiendo, mi niña. Cuando era mucho más joven tenía problemas muy parecidos. El karate me ayudó mucho para controlar mi temperamento, pero en tu caso las prácticas con tu padre no están funcionando, ahora por ese enojo tuyo tienes que cambiar de escuela.

—Pero…

—No pude hacer nada—interrumpió Kimiko con voz triste—: el director ya tenía listo tu cambio antes de llegar. Tal vez te ayude estar lejos de todas esas niñas petulantes, pero debes encontrar tu propia forma de resolver los problemas sin recurrir a la ira. No siempre podrás atacar de frente los problemas o usar los puños, en algún momento puedes encontrar a alguien a quien no puedas enfrentar de ese modo o incluso un rival más fuerte que tú.

—Lo lamento mucho, mami.

Kimiko observa con cuidado a su hija, por la expresión miserable en el rostro de su niña, sabe que ella está desesperada por encontrar algún tipo de alivio a su temperamento explosivo. No puede culparla por falta de esfuerzo, Kasumi ha intentado con verdadera disciplina varias actividades femeninas para enfocarse: arreglo floral, bordado, tejido, cerámica, dibujo y jardinería. Pero sus manos torpes y temperamento no ayudan. En varias ocasiones la descubrió a altas horas de la noche, tratando de corregir sus errores en las manualidades para impresionarla con un trabajo bien hecho.

Con lágrimas en los ojos.

El intento de llevar a su pequeña a un ambiente más cuidado en una escuela privada fue un terrible error de su parte, ya que, con mejores instalaciones y maestros, también llegaron compañeras con una pésima crianzas acostumbradas a imponer su voluntad a golpes de billetes o amenazas de sus padres.

Kimiko desea más que nada el poder ayudar a su pequeña a triunfar en la vida, apoyarla para tener herramientas útiles en un mundo egoísta y no siempre amable.

Después de hacer varios compromisos con su hija para la nueva escuela, Kimiko la deja en el parque y con calma busca una cabina telefónica para llamar a su esposo para que cuide de Nabiki y Akane por el resto del día. Ella tendrá que aceptar su error ante Soun cuando llegue a casa. Su esposo no estuvo de acuerdo en el cambio de escuela, pero la apoyó con el proyecto. La llamada de la escuela fue el anuncio de un desastre anticipado y al salir de su casa ambos lo sabían.

Soun la apoyaría, pero el camino para ayudar a su pequeña Kasumi no era fácil.

Sin pensar realmente en lo que hace, ella presiona los botones del teléfono y espera la conexión. Cuando los tonos de marcado se detienen, Kimiko se adelanta a la respuesta de su esposo y le dice:

—Tenías razón, So-kun. Esa escuela no fue la mejor idea para Kasumi… solo desearía que hubiese una forma de ayudar a nuestra hija a brillar en la vida.

La respuesta viene en forma de una voz femenina que la matriarca Tendo no conoce.

[—Deseo concedido, espere a una de nuestras diosas en turno para atender su plegaria. Gracias por llamar a la línea de soporte de Asgard.]

Y antes de que Kimiko pueda contestar nada, la voz en el otro lado de la línea corta la llamada.

—¡…!

La mujer se ruboriza ferozmente por su error. Seguramente llamó a alguna compañía de anime o estación de radio por el extraño mensaje. Afortunadamente, ella no dio ningún dato sobre su identidad.

Mouh, es que nada puede salir bien hoy.

Con eso la mujer marca de nuevo los números enfocándose en lo que hace y suspira aliviada al escuchar la voz de su esposo del otro lado de la línea. Ella le explica brevemente la situación escolar de su hija a su esposo y le pide cuidar de Nabiki y la pequeña Akane por el resto del día.

Madre e hija se encaminan directamente a un par de escuelas fuera del distrito de Nerima. Por fortuna, para la agobiada madre encuentra un colegio adecuado para su hija y con un horario que no alterará mucho su rutina familiar.

El traslado implicó la compra de un nuevo uniforme escolar, el lugar no tiene la talla adecuada de ropa para Kasumi por lo que debe esperar unas horas o regresar al día siguiente. Considerando que ya están fuera de casa, lo mejor es aguardar. Retenidas por el inconveniente, la pareja busca un lugar donde esperar.

Kimiko y Kasumi entran en un centro comercial para buscar alguna comida rápida y un sitio fresco.

Eventualmente, se instalan en una pequeña mesa de madera con sillas fijas, con algunas golosinas occidentales y un par de refrescos para completar. Con la tensión aún reciente, ambas se mantienen en silencio un largo tiempo sin saber qué decir, hasta que una peculiar música de fanfarria frente a ellas capta su atención.

Y como si se tratase de una ballena emergiendo entre el océano de sillas, está un pequeño puesto de comida ambulante que no habían notado, en dirección del puesto una joven de aproximadamente veinte años camina con pasos cortos y postura regia, su largo cabello castaño se mece por una pequeña briza, la mujer viste un sencillo vestido occidental amarillo de verano cubierto por un delantal blanco de cocina, lo único peculiar en su aspecto son unas pequeñas marcas de color azul en su frente y mejillas. Mientras avanza, sus ojos de color zafiro miran por un momento a la atenta pareja de madre e hija, haciéndoles un discreto guiño de ojo.

Su corto caminar la lleva hasta el pequeño carrito de comida ambulante en donde ella se coloca en el centro de la parrilla. El pequeño inmueble no tiene un techo por lo tanto madre e hija pueden ver con toda claridad lo que sucede. Buscando dentro del mueble, la joven mujer saca dos carteles absurdamente grandes que coloca a cada lado del carrito de comida.

En el que está en el lado derecho se lee:

[La cocina es amor.]

En tanto que el de la izquierda dice:

[La cocina es poder.]

Después de hacer eso, la joven comienza a sacar ingredientes de la parte baja y los coloca en la sección del carrito junto a la plancha. Todos los componentes de la comida están colocados en platos blancos impecablemente acomodados y por completo a la vista de un público, que en ese momento solo consiste en Kimiko y Kasumi.

La joven no parece incómoda o molesta por su lejana audiencia y como si se tratase de un concurso o un examen de cocina profesional, comienza su labor.

Llenas de curiosidad y con la sensación de que el espectáculo es un suave bálsamo para sus pesares, madre e hija se aproximan lentamente hasta estar a una corta distancia de la peculiar cocinera.

El proceso de cocinar captura el interés de las dos mujeres Tendo por razones muy diferentes:

Para la matriarca Tendo, es un despliegue de habilidad culinaria que le recuerda mucho a su abuela. Además de los ingredientes frescos y de excelente calidad frente a sus ojos, la mujer tiene una mano firme, delicada y experta para cada corte del cuchillo, cada giro de espátula, cada porción de aceite o agua.

Conforme avanza la receta en vivo, ella puede reconocer que la jovencita frente a ella está preparando curry de pollo. Al contrastar el espectáculo frente a sus ojos con su propia versión de la receta, Kimiko descubre varios movimientos adicionales que llevan la comida por un sendero mucho mejor. Con una pequeña mueca mental, la mujer trata de recordar la mayor cantidad de "ajustes" que puede en la receta para usarlos en cuanto pueda.

Pero no es solo una receta limpiamente ejecutada, la misteriosa cocinera también hace algunos malabares con las especias, cuchillos y ollas mientras crea. Es un espectáculo cuidadosamente calibrado para causar interés y admiración.

El respeto hacia la desconocida aumenta por parte de Kimilko cuando nota que la joven ha mantenido su mandil de cocina impecable.

El único ingrediente fuera de lugar en esa atracción es una pequeña lata de refresco de cola, de la cual la mujer da un ocasional trago mientras cocina.

"Debo anotar todas estas mejoras en cuanto llegue a casa". —Piensa Kimiko mientras observa.

Para Kasumi el despliegue de talento tiene un enfoque muy diferente.

No conoce la receta y no le interesa la comida frente a ella. Para la niña es importante la mujer que la ejecuta. Los movimientos de la joven frente a ella son suaves, controlados y elegantes, casi puede ver un tenue fondo rosado y algunos pétalos de rosa flotando atrás de la mujer como una especie de marco que aumenta su belleza. Es una especie de baile de ballet donde cuchillos y cebollas son simples acompañantes de la increíble dama delante de sus ojos. Ni un solo movimiento brusco, ni una sola mancha en su ropa, los sartenes y el fuego casi parecen dóciles mascotas deseosas de cumplir las órdenes de esa persona. Algo tan mundano como rebanar tomates no parece una tonta labor de cocinera, ella logra hacer que se vea elegante y suave. Los pequeños brincos de pánico de Kasumi al observar los curiosos malabares con los frascos de especias se transforman en admiración y respeto.

La joven delante de ella es mucho más que una maestra, es más parecida a una diosa pintando un lienzo con comida, transformando los aburridos y comunes ingredientes en partes de una imagen hermosa para la vista, el oído y el olfato.

Cerca del final ella reconoce la receta, ya que su propia madre la ha preparado, pero la diferencia con ESTA comida es enorme, el aroma es casi una melodía que le ruega por probar esa delicia.

Al final, dos platos elípticos con la receta son colocados frente a Kasumi y su madre, quienes miran la comida terminada como si fuese algún tipo de joya.

La joven cocinera mira directamente a Kasumi y dice:

—Tú también puedes brillar.

Y con un discreto movimiento les entrega una pequeña tarjeta de presentación y con una reverencia la peculiar y hermosa joven se retira del lugar.

Kimiko observa los ojos llenos de admiración de su hija y suspira de mejor humor, la cocina puede ser una actividad que ella y Kasumi pueden compartir para ayudarla a enfocarse.

Por su parte, Kasumi mira aún fascinada a la elegante joven mientras se aleja. Una suave luz parece rodearla mientras camina y casi puede escuchar un suave coro de voces enmarcando su salida.

Así es como Kasumi quiere verse, como una persona elegante y amable con un talento que casi parece mágico. Una persona que puede transformar algo tan aburrido como la cocina en un arte hermoso.

Madre e hija comen con deleite el pequeño banquete, cada una perdida en sus pensamientos y las posibilidades de la presentación. Cuando terminan, Kimiko sonríe a su hija y le pregunta:

—¿Te gustaría intentar esa receta el fin de semana Kasumi-chan?

—Sí, mami.

Y con la creciente esperanza de que las cosas comenzarán a mejorar madre e hija pasearon por la tienda mientras esperaban el nuevo uniforme escolar.

Ambas anticipaban con buen humor el fin de semana para comenzar su proyecto o para buscar a la misteriosa y bella cocinera.

Por un tiempo, la enseñanza en la cocina parece calmar el temperamento de Kasumi y mejorar su relación con su madre. Sin que la niña lo sepa, Kimiko crea un manual detallado con recetas para todo un año, que será un regalo para su hija en su cumpleaños. Por desgracia un trágico accidente segaría la vida de Kimiko Tendo destruyendo la dinámica de madre e hija. Al carecer de una ayuda cercana en su hogar, el aprendizaje de Kasumi se transforma en una dolorosa carrera de éxito y error. La misteriosa mujer cocinera y su tarjeta fueron olvidadas por un tiempo.

«««««o»»»»»

El siguiente día no trajo la "normalidad" que Kasumi tanto deseaba. La joven tuvo que hacer grandes esfuerzos para no molestarse en el desayuno por la repugnante forma de comer del tío Genma, los gritos de Akane o la forma en que su propio padre se escondía de los problemas, oculto tras su periódico.

Kasumi tuvo que mantenerse casi oculta en la cocina durante todo el día para no gritarle a su familia, ahora los sentía como un grupo de ingratos mimados, siempre exigiendo cuidados y comida. Nadie ayudaba con los platos, nadie agradecía los alimentos, simplemente arrasaban con la comida y la dejaban sola, esperando que repitiera el proceso de nuevo sin la más mínima ayuda o compañía.

Esa noche, en el santuario de su habitación, Kasumi estaba sentada en su escritorio intentando leer una de sus viejas novelas para distraer su mente. Pero con su humor tan alterado no podía enfocarse en las palabras. Quería salir a correr un poco con la esperanza de calmar sus emociones en guerra, pero eso definitivamente llamaría la atención de su familia.

Al final se decidió por un baño aromático con agua muy caliente y se acostó a dormir.

Mentalmente agotada, Kasumi consideró buscar la tarjeta de Bell para localizar el club de la cocina y aclarar la situación. Ella simplemente no podía resistir mantener las apariencias por mucho tiempo.

Al cerrar los ojos, Kasumi recordó a la suave y aterradora mujer llamada Belldandy y el día que la conoció.

«««««o»»»»»

El doloroso proceso de empacar las pertenencias de su madre casi había terminado. Kasumi y Nabiki guardaban objetos en cajas con una expresión triste en sus rostros. Su padre no había podido ayudarlas, sin duda lo intentó, pero tras sostener por una hora una blusa de su madre sin dejar de llorar, ambas hijas le pidieron que fuese a descansar. Akane tampoco participaba por su infantil idea de que su madre solo estaba ausente y no muerta. Ambas hermanas se confortaban con sencillos gestos por la pérdida de su persona amada, cuando se llevaran las cajas mañana, su madre solo viviría en las fotografías y sus recuerdos.

—¿Club Holly Bell?— preguntó Nabiki sosteniendo una tarjeta de presentación con adornos de pétalos de sakura.

Al reconocer la tarjeta, Kasumi solo pudo llorar en silencio.

—¿Qué ocurre, hermana?— preguntó de nuevo alarmada Nabiki.

—Es solo una promesa que hice con mamá antes del accidente—responde Kasumi con voz tenue— prometimos cocinar juntas y buscar a esa mujer para aprender más recetas.

Haciendo memoria, Nabiki recuerda los meses previos a la partida de su madre.

—Fue cuando dejaste la escuela de niñas ricas.

—Sí.

—Otra de sus ideas—suspiró cansada Nabiki y agregó: —realmente la amo, pero no podemos ser ese ideal de "niña linda" que tanto deseaba de nosotras. Tú tienes mal carácter y yo hablo sin pensar y por eso somos los demonios rojo y azul de la familia Tendo.

Una pequeña risa compartida alivió un poco su pérdida.

—No, no solo era su idea, Nabiki. Yo también quería intentarlo, si hubieses visto a esa mujer, era suave, elegante y amable. Logró hacer que algo tan tonto como cocinar se viese genial… yo realmente quería intentarlo.

—Tal vez yo también intente algo… no me gustan las matemáticas, pero mamá estaba tan orgullosa con mis exámenes que tal vez debería tomar algunos cursos avanzados.

—Eso suena bien, hermana. Avísame si necesitas ayuda.

—Lo mismo con la supercocinera.

«««««o»»»»»

Fue algunas semanas después cuando a Kasumi le fue posible retomar la búsqueda de la misteriosa mujer. La ayuda para preparar los alimentos era cada vez más escasa y los intentos de la hija mayor aún no resultaban completamente comestibles.

La primera sorpresa para Kasumi fue al salir de su hogar. Ni bien traspasó la puerta, tuvo el peculiar impulso de caminar hacia la derecha. Al examinar la tarjeta del Club, Holly Bell se percató que no tenía una dirección impresa, pero ese impulso de dirección no se detenía. La jovencita aceptó el presentimiento y comenzó a dejar el distrito especial de Nerima cambiando de dirección en momentos específicos.

El extraño viaje la "dirigió" hacia el metro, pero únicamente avanzó un par de estaciones antes de que el insólito presentimiento le hiciese bajar del transporte.

Kasumi siguió el recorrido con cautela, ningún impulso mágico le haría ir hacia calles pequeñas o entradas sospechosas. Para su tranquilidad nunca abandonó las avenidas principales y los edificios grandes.

Al llegar a un modesto edificio de dos niveles, el presentimiento de viaje aumentó. La tienda de conveniencia y la caja de policía que estaban a los lados de ese lugar no le causaban ninguna reacción. Junto a la entrada había una caja con dos timbres, el primero no tenía una etiqueta, pero en el segundo se podía leer el rótulo de letras blancas con fondo negro:

[Academia de ballet La doncella de hierro]

Kasumi consideró tonto tocar el timbre sin letrero para preguntar por un sitio del cual únicamente tenía un presentimiento como guía. Con una buena cantidad de nerviosismo la joven presionó el segundo botón.

[—¿Sí?]

—Disculpe, ¿por casualidad conoce el Club, Holly Bell?

No hubo respuesta, sin embargo, cuando Kasumi comenzaba a ruborizarse por seguir una corazonada, el zumbido de la puerta la sorprendió.

[—Use el ascensor, segundo piso.]

La joven de cabello marrón empujó la puerta mientras ensayaba sus preguntas mentalmente.

Al salir de la caja mecánica, una amplia y bien iluminada sala de recepción fue lo primero que Kasumi vio. Las paredes blancas y grandes ventanas le daban un ambiente agradable al sitio. El letrero del timbre estaba en una pared lateral, al frente se ubicaba un amplio escritorio con forma de herradura donde una mujer de mediana edad está sentada leyendo una revista de moda e ignorando el constante llamado de un teléfono a su lado. Sin más pistas visibles, Kasumi habla con la recepcionista.

—Buenos días, estoy buscando el Club... —comienza a decir la joven.

—Final del pasillo a la derecha—interrumpió la mujer sin despegar la mirada de su revista.

Kasumi ahoga un insulto mental hacia la mujer mientras sigue las indicaciones.

El lugar mencionado no tiene una puerta, por lo cual es posible ver el interior sin dificultad. Una amplia mesa rectangular de mármol negro se puede ver al fondo de la habitación, una silla vacía está colocada en su centro. El cuarto no tiene adornos en las paredes y de no ser por el grupo de silenciosas niñas sentadas en unas sencillas sillas plásticas, Kasumi lo habría considerado una mala broma. Cuando ella se dirige para hablarles, una nueva persona ingresa, con pasos rápidos y una expresión aburrida, la joven que conociera antes se interpone deteniéndola.

—¿Puedo ayudarte?

—¿Este es el Club Holly Bell?

—No, es el taller de escultura, todo vale. Fuera.

Kasumi mira de nuevo la habitación buscando cualquier rastro de herramientas.

—Esto no se parece a un taller.

—Porque no lo es. Es el club de pelea Jusendo, ahora, vete.

Kasumi se congela de nuevo ante la respuesta. Su confusión cambia a molestia.

—Yo vivo en un dojo y sé la apariencia de un sitio para combates, deje de mentir.

La mujer parecía ligeramente sorprendida antes de decir:

—Tienes razón, esto es Asgard, lo que puedes ver realmente es una proyección interactiva multidimensional. Una niña no debe vagar entre mundos sin cuidado, lo mejor para ti es que te vayas de inmediato.

—¡No! Ni siquiera sé lo que es un "Asgard", pero estoy segura de que está mintiendo de nuevo. La conocí antes, solo quiero que admita que esto es el Club Holly Bell.

La mujer se dio vuelta para dirigirse a las silenciosas niñas.

—Tres veces se le ha dado la oportunidad de marcharse y en tres ocasiones rechazó la oferta. Cualquier aspirante perdido tiene esa oportunidad.

Al estar sentada adelante, Kasumi perdió la mirada de temor que las niñas le dieron.

Cuando giró de nuevo, toda su actitud indiferente había desaparecido. Con una amable sonrisa hizo una reverencia a la niña y dijo con la voz suave que Kasumi le conocía.

—Tienes razón, este es el Club, Holly Bell. ¿Qué puedo hacer por ti?

El cambio de actitud en la mujer diluyó el enojo de Kasumi. Ella quería explicarle tantas cosas, pero había olvidado sus ensayadas palabras. Durante unos momentos luchó por empezar una explicación, al final simplemente se rindió y lo dijo de la manera en que lo sentía al salir de su casa.

—Soy Kasumi Tendo y necesito ayuda. Antes dijo que yo podía brillar, enséñeme la manera de lograrlo.

—Mi nombre es Belldandy y puedo cumplir tu petición. ¿Deseas lecciones de cocina? Puedo ayudarte, aunque, muchos otros lugares son capaces de enseñar lo mismo.

Al recordar su encuentro anterior, la mayor de las hermanas Tendo movió la cabeza negando con suavidad.

—No, no es solo eso. Deseo aprender a ser una persona suave, elegante, amable y poder hacer las cosas de manera más que adecuada. Una persona que pueda transformar algo tan aburrido como la cocina en un arte hermoso.

—¿Es el deseo de tu corazón?

—Sí.

—Será tal y como lo has expresado Kasumi Tendo, pero tendrá un precio. Ahora toma asiento junto a tus nuevas compañeras. Debemos repasar las reglas de este sitio.

Belldandy se situó frente a la mesa de mármol y dijo a su callada audiencia.

—Solo repartí seis tarjetas y cuatro de las solicitantes han declinado cumplir su deseo. Con Kasumi-san deberían ser tres, pero veo muchas más personas en mi club, lo cual es una sorpresa. ¡Bienvenidas!

Cuando comenzó a aplaudir el resto de las niñas la imitaron hasta que rugió.

—¡Eso fue sarcasmo, idiotas!— dicho eso rodeó la mesa y comenzó a pasearse frente al grupo de chicas mientras añadía—: si tenemos personas sin tarjetas significa que rompieron las reglas del club, pero como están por propia voluntad no las echaré. Sin embargo, cambiaremos las prácticas y ahora todas aprenderán mi método de cocinar antes de poder cumplir sus propios deseos. Desde este momento y para evitar visitantes nuevos, nos llamaremos el club de la cocina.

Los ojos color océano de la joven líder se fijaron por un momento en cada chica y retomó su discurso.

—Para beneficio de nuestra nueva integrante repetiré las reglas: la primera regla es no hablar del club de la cocina. La segunda regla del club de la cocina es, NUNCA, hablar del club de la cocina y la tercera regla es... —Belldandy hizo una pequeña pausa mirando a Kasumi directamente antes de decir—: se espera perfección de cada integrante en el club de la cocina desde el primer día. Ahora retírense, mañana les mostraré la forma correcta de hacer su primer desayuno.

El grupo de jovencitas se dispersó de inmediato. Se marcharon tan rápido, que Kasumi casi creyó que huían. Excepto por dos niñas, la primera tenía el cabello color aguamarina atado en dos coletas desiguales, la segunda parecía extranjera por su tono de piel moreno, con el cabello de un brillante color negro. Ambas le dieron a Kasumi sonrisas tensas mientras Belldandy aún estaba presente, sin embargo, en cuanto se fue corrieron hacia ella con expresiones de pánico.

—¿Por qué viniste? —¡Este club es una locura muy peligrosa!

Aunque ambas niñas hablaron simultáneamente, Kasumi pudo identificar de quien venía cada frase.

—¿Esto no es un club para aprender a cocinar?—preguntó Kasumi con una creciente sensación de miedo.

—Sí, lo es, pero depende de cada persona, ¿eso es lo que deseaste?, ¿ser una gran cocinera?

Kasumi miró a la niña de cabello aguamarina y asintió con la cabeza.

—Yo deseé ser una elegante violinista—dijo la niña mirando hacia la vacía mesa de mármol y agregó—: ella apareció después de una clase muy mala con mi profesor de música. Así fue como la conocí, me hizo un pequeño concierto en el parque.

—No entiendo por qué eso es malo, emm...

—Michiru—dijo la niña con el cabello color aguamarina— mi nombre es Michiru Kaiou.

La otra jovencita trató de explicar.

—Yo llegué de una forma extraña, fue casi como si alguien me guiara. Cuando entré me preguntó cuál era mi deseo y al decirlo se comprometió a cumplirlo.

—¿Qué deseaste?

—Yo quería ser la mejor espía, una elegante y genial mentirosa. Ella cumplirá nuestro deseo, pero la manera de lograrlo no es bonita. La lección no termina hasta que se haga de forma perfecta.

Kasumi miró a las dos angustiadas chicas antes de decir:

—Si ella es una persona violenta o abusiva, podemos decirle a nuestros padres o a un policía, mi papá es un experto en combate y si se lo explico...

—Nadie nos ha creído cuando lo contamos— dijo Michiru con una expresión cansada. Las otras se enteraron cuando tratamos de explicarlo, querían comprobar si en verdad se cumplían los deseos.

—Belldandy no es mala en las lecciones, pero la única forma de escapar es que ella termine la clase. No queremos asustarte, solo intentamos que sea lo menos difícil para ti. Por cierto, mi nombre es Robin.

Kasumi le dio una tensa sonrisa a la morena mientras hacía una reverencia.

—Buena suerte, Kasumi— dijo Michiru con una sonrisa valiente y agregó—: hablaremos en la próxima reunión.

Con eso ambas jóvenes salieron casi a la carrera.

«««««o»»»»»

Al despertar a la mañana siguiente, un poco del miedo en Kasumi se había calmado. No existía una dirección fija del club, pero sí contaba con el número de contacto de Michiru. Posiblemente, tendría alguna idea, ella también se había "graduado" del club. La primera regla del club no se rompía si se hablaba con alguien que ya lo conocía. ¿Verdad?

Con los años de rutina para guiarla, Kasumi fue capaz de cumplir con sus deberes sin alertar a nadie, pero un par de cortes en los dedos al cocinar le recordaron que su "garantía" no estaba vigente.

«««««o»»»»»

Kasumi se despertó de un sueño en el cual era encadenada dentro de un barco para limpiar camarones hasta su muerte con Belldandy como su capitana. Las advertencias de Michiru y Robin únicamente desataban su imaginación en formas aterradoras. Las intenciones de Kasumi por volver a dormir se disiparon cuando vio a una figura fantasmal de pie junto a su cama. Belldandy sonrió a la asustada chica y dijo:


[—La primera lección consiste en alistarte de forma elegante para tu día y preparar un desayuno apropiado para tu familia. Te mostraré la forma correcta de hacerlo, pero, fallar en los objetivos causa un reinicio. Y antes de que lo preguntes, Kasumi no, no estoy realmente aquí, esto es una grabación que solo responde preguntas sobre la lección. Para otros asuntos debes ir a la reunión del club.]


Lo que siguió fue la "película" más extraña que Kasumi había visto en toda su vida. En ella, pudo ver, sin una pantalla fija, a una Belldandy vistiendo su pijama quien se despertó de su cama. Con un bostezo cubierto por su mano salió de la cama y se encaminó hacia su armario seleccionando un conjunto de su propia ropa. En donde Kasumi hubiera elegido ropa deportiva por comodidad, la copia sacó un vestido color marrón con una blusa blanca y zapatos negros y colocó el conjunto sobre una silla. La copia se encaminó hacia el cuarto de baño y procedió a bañarse de una forma mucho más metódica de lo que Kasumi lo hacía, varias lociones y cremas estaban añadidas a la rutina. Al volver, Belldandy usó su olvidado maquillaje y cepilló su cabello de una forma diferente a su peinado regular de cola de caballo frente al espejo de su mesa. Cuando concluyó sus preparativos personales, Belldandy ordenó la habitación de tal forma que todo se veía pulcro y acomodado. Kasumi simplemente estiraba las sábanas de su cama sin mucho cuidado, en cambio, esta copia tenía un método completo para que algo tan simple se viera impecable al terminar.

Belldandy dejó la habitación con pasos muy suaves y se encaminó hacia la cocina.

Por su parte, Kasumi se sorprendió al notar la postura elegante de la mujer al caminar, además de que no había nada ajeno a sus propios recursos, pero el resultado fue completamente diferente.

En la cocina, la impostora sacó algunas ollas e ingredientes y comenzó a preparar los alimentos. Kasumi reconoció la receta y la comparó con su propio desastre culinario. Desplazándose con calma, pero sin detenerse, rebanó, mezcló, sazonó y sirvió los alimentos. Al salir el sol, Belldandy tenía listo el desayuno. Colocando su mano de forma suave cerca del rostro dijo en dirección de las escaleras:


[—¡El desayuno está listo!]


Kasumi tuvo su sorpresa final al escuchar una voz idéntica a la suya haciendo la llamada. La extrañísima película concluyó con la impostora girándose hacia Kasumi para decir:


[—Esta es la manera correcta de hacerlo. Ahora, es tu turno.]


El sonido de una alarma que no recordaba haber colocado la sobresaltó. Kasumi estaba acostada en su cama de nuevo. De la película o Belldandy no había ningún rastro.

—Qué sueño tan extraño—murmuró la Tendo mayor.

Con cuidado retiró las mantas que la cubrían y se puso de pie. Todavía estaba adormecida, ya que un bostezo se le escapó sin que pudiese controlarlo. Dando un gemido de cansancio se encaminó hacia el baño y de forma descuidada se rascó la nalga izquierda.

Un instante después, un destello de luz blanca la cegó y pudo escuchar el sonido de una alarma que no recordaba haber puesto.

Con el sueño completamente olvidado, Kasumi apartó las sábanas de su cuerpo sin entender qué había sucedido. Lentamente, se puso de pie mirando en su habitación, sin embargo, estaba tan oscura y tranquila como siempre.

"¿Continúo soñando?"— pensó sin atreverse a hablar.

Un bostezo llegó de manera involuntaria y Kasumi se cubrió la boca por un extraño reflejo. Mirando con cautela, Kasumi encontró el interruptor de su habitación y lo accionó. No había cambios visibles, con precaución se pellizcó el antebrazo para verificar si estaba despierta. Nada peculiar ocurrió. Con pasos lentos se encaminó hacia la puerta y la abrió.

Únicamente para que otro destello la cegara... y el ruido de una alarma que no recordaba haber puesto le hiciera abrir los ojos.

En esta ocasión la joven Tendo no se movió. Esperaba que la alarma sonase en cualquier momento. Kasumi miró hipnotizada los números verdes del aparato avanzar. Cuando el marcador de tiempo llegó a las 5:37, el flash ocurrió de nuevo.

El zumbido del aparato fue ignorado por Kasumi para atender los números del reloj.

Eran las 5:00 de nuevo.

Con un creciente miedo, Kasumi recordó las palabras de la falsa Kasumi. [... fallar en los objetivos causa un reinicio.]

"¿Es necesario imitar todos los pasos de Belldandy para evitar un reinicio?"— pensó Kasumi comprendiendo por fin la situación en la que estaba metida. Con una temerosa lentitud se puso en pie, al sentir el impulso del bostezo se cubrió la boca en la misma forma que viese a la imitación.

En el armario comenzó a buscar el atuendo que viese y lo colocó en el mismo sitio que recordaba en la "película". Con cuidado encendió la luz y comenzó a ordenar su habitación.

Solo para que el destello la deslumbrase de nuevo.

"Primero tomar el baño y luego ordenar la habitación"— se reprendió mentalmente Kasumi. Afortunadamente, recordó suficiente de la rutina de aseo para no despertar en su cama de nuevo. Incluso pudo colocarse los tratamientos faciales sin causar un reinicio. Aunque fue en el orden inverso.

La siguiente parte fue la que presentó problemas. Incluso sus más esmerados intentos de aplicarse la sencilla capa de maquillaje causaba nuevos reinicios.

—¿Cómo voy a aplicarme esa cosa en la cara? No pude verlo correctamente—murmuró Kasumi.

Eso provocó una reacción diferente. Toda su habitación perdió color cambiando a una serie de tonos grises y blancos. La falsa Kasumi reapareció junto a su mesita y sacó un duplicado fantasmal del cepillo y los accesorios de maquillaje. Aún con la repetición todo sucedía muy rápido para la inexperta joven.

—Mouh~, más despacio.

La proyección disminuyó su velocidad, con lo cual Kasumi fue capaz de comprender la mecánica de aquel ritual.

"Los movimientos son de arriba hacia abajo"—pensó la joven. Cuando el peinado y maquillaje terminaron en la proyección, Kasumi se aventuró a decir:

—Repite.

Esa instrucción también fue obedecida por la falsa Belldandy. Al tener las suficientes recreaciones, Kasumi murmuró:

—Continuemos con esto.

Con lo cual su habitación recuperó el color y desapareció la proyección.

Al salir de su, ahora impecable habitación, Kasumi se sintió como si hubiese practicado por días. ¡Incluso hacer su cama tenía una especie de técnica tipo origami! Más cansada de lo que nunca creyó posible, la joven encorvó la espalda y arrastró los pies mientras avanzaba por el silencioso pasillo.

Lo cual causó un nuevo destello.

—¡Oh por todos los cielos! —gritó en su cama.

Otro resplandor.

Por un impulso lleno de enojo, Kasumi lanzó el aparato con números brillantes hacia la pared, donde se rompió en pedazos.

—¡Estúpido reloj!

Un nuevo flash.

La media docena de reinicios que siguieron le enseñaron a Kasumi a frenar su temperamento. Los gritos y maldiciones se transformaron en un discreto: ¡Oh!, lo cual parecía aceptable para el tétrico tutorial en el que estaba atrapada, ya que no despertó en su cama tras decirlo, sus pensamientos, por otro lado, eran una historia muy diferente.

La grabación le permitió "aprender" la forma correcta de caminar y cocinar. Con el beneficio inesperado de poder gritar y patalear al solicitar explicaciones adicionales dentro de la "película".

—Odio caminar como muñequita.

[Destello]

—¡Estúpida olla!

[Destello]

—No es cierto, ¿en verdad tengo que colocar la mano como una patita de gato para cortar cebollas?

[Destello]

—¡Solo destapé la arrocera un poco antes para revisar!

[Destello]

"Ya casi lo tengo, únicamente coloco los platos en la mesa y..."

Crash

[Destello]

—¡No me voy a levantar!— rugió Kasumi furiosa cubriéndose con sus mantas y añadió—: manda un maldito rayo a fulminarme si tanto quieres que aprenda esa tonta receta.

[Destello]

"Qué curioso. He roto más de quince platos, pero por los reinicios la vajilla está completa" —pensó Kasumi mientras colocaba la arrocera junto a la mesa, con una postura impecable para caminar se aproximó hacia la escalera y dijo de la misma manera que en la grabación:

—El desayuno está listo.

Al completar el paso final, el sonido de una campanilla confirmó su logro congelando el comedor en tonos grises. El fantasma de Belldandy sin disfraz se reveló de nuevo para decir:


[—Felicidades, Kasumi. Has terminado los primeros pasos en tu sueño. En tres días añadiremos nuevas recetas a tu repertorio, mientras tanto puedes comprar nuevos ingredientes para tu despensa y estilos de ropa adecuados a tu armario. Para evitar repeticiones de castigo fuera del tiempo de lecciones, no olvides seguir los pasos de cuidado personal y postura que ya aprendiste— con un gesto hipócritamente lindo la proyección levantó el dedo índice a manera de regaño y agregó—: regresar a los malos hábitos activará una alarma, si la ignoras tres veces perderás tu lección aprendida.]


—Oh, dios—replicó Kasumi. Demasiado asustada para manifestar sus verdaderos pensamientos de otra forma.

Luchando con la sensación quemante de lágrimas sin derramar, Kasumi se sentó a esperar a su familia. El poder verlos tras incontables reinicios fue la mejor de las recompensas.

El desayuno fue un asunto pacífico hasta que un grito alegre rompió la calma.

—¡Maravilloso, Kasumi es igualito al que preparaba mamá!

Las palabras de elogio dichas por su padre no fueron tan gratificantes como Kasumi esperaba.

"Si tan solo supiera"— pensó la joven con una involuntaria sonrisa serena que ocultaba un creciente temor.

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Continuará...