Este es un pequeño fic que hice como mi autoregalo de cumpleaños... atrasado por 17 días porque así es la vida.

Espero puedan disfrutarlo tanto como yo al escribirlo 3

Advertencia: AU, relación establecida, es un fic de Southpark y eso es una advertencia en sí misma

Imagen de portada de boyoov (Tumblr)


Inquebrantable

Kyle odia los miércoles.

Los miércoles son generalmente los días más lentos para el bar al ser mediado de semana, luego de un tiempo llegó a la conclusión de que aparentemente sus clientes usuales habían llegado a la unánime decisión de enfocarse en el trabajo en lugar de desperdiciar el día bebiendo. A causa de ello, la mayoría de sus empleados solían tomarlo libre para resolver compromisos personales y los pocos que si tenían turno junto a él se daban la libertad de llegar tarde.

En retrospectiva no puede culparlos, en más de una ocasión los había incentivado a tomarse la mañana libre para que tuvieran energía suficiente para afrontar la media tarde y noche, el horario en que los miércoles empezaba a llenarse y llenarse de vida. Por supuesto, piensa colocando cuidadosamente el vaso que estaba limpiando para tomar una jarra, que él los aliente a hacerlo no significaba que su aburrimiento fuera menor dedicado únicamente a limpiar una y otra vez la barra.

Frunce el ceño al oír la puerta abrirse y el sonido de la pequeña campana que ponía en las mañanas repiquetear por todo el lugar recordándole la mayor razón por la que odiaba ese día.

Todos los miércoles, sin falta y cuál reloj, el Detective del pueblo se presentaba sin previo aviso acompañado de unos cuántos oficiales blandiendo en su mano otra orden para interrogarlo. Todos los jodidos miércoles, a la misma jodida hora, arruinándole el resto del día. Casi parece que lo hace a propósito sabiendo como odia que sus planes, por mínimos que fueran, se vieran interrumpidos bruscamente en consecuencia arruinando el resto de la semana para él; una parte de sí mismo susurra que sabiendo que se presentará todos los miércoles debe dejar de hacer planes, pero ignora esa vocecita alzando la vista cuando los pasos de los hombres que acaban de entrar se escuchan más cerca.

Observa al detective con la expresión más neutral que le es posible, tomando nota de lo desalineado que se encuentra, con una barba de varios días haciendo acto de presencia, el cabello desarreglado de una forma que parece indicar trató de arreglarlo con sus manos consiguiendo todo lo contrario y unas ojeras empezando a formarse bajo sus ojos ligeramente enrojecidos. A pesar de que su traje está más o menos en un estado decente las arrugas en su camisa delatan que probablemente ha dormido con la misma ropa un par de veces, o que simplemente no se ha molestado en conseguir una más prolija.

La viva imagen del estrés encarnado,ese pensamiento logra aligerar levemente la molestia de ser interrumpido, regodeándose silenciosamente en la satisfacción de saber que no es el único que tendrá un largo día por delante.

—Brofloski —el Detective se detiene frente a la barra dejando en esta el sobre que lleva en sus manos con más fuerza de la necesaria.

—Detective Marsh —saluda de regreso para nada impresionado por su actitud, coloca la jarra que tiene en sus manos en su lugar colgando el paño que estaba usando para limpiar sobre su hombro cruzándose de brazos optando una posición ligeramente relajada, especialmente por la cierta seguridad que le proporciona la barra entre ambos—, es una nueva marca el día de hoy, ¿decidió empezar a tomar más temprano o es una ocasión especial?

Suprime una pequeña sonrisa cuando los ojos azules del hombre brillan en irritación, sin embargo, no pasa por alto la forma en que los dos oficiales tras el Detective aprietan sus manos alrededor de la culata de sus armas.

—Conoces el procedimiento, Brofloski, no lo hagas más difícil —contesta Marsh con irritación empujando el sobre más hacia él atravesando la invisible línea que dividía las dos mitades de la barra.

Por un momento, Kyle tiene el deseo de tomar el sobre y romperlo, negarse a acompañar a los oficiales y echarlos inmediatamente de su bar; una mirada rápida a su teléfono colocado en el tablero cuando se enciende con un mensaje le recuerda que no puede cancelar nuevamente los planes que ha estado postergando por varias semanas ya; sumado a esto los recuerdos de la última vez que tuvo que pasar la noche en una celda en la estación de policía por ''negarse a cooperar'' es lo que finalmente le ayuda a mantener a raya su temperamento. Alza sus manos en un gesto de rendición notando la impaciencia de los oficiales que le importaría muy poco si no conociera lo gatillo fácil que pueden llegar a ser.

—Bien, bien, permítame avisarle a alguien que venga a encargarse del lugar, ¿o también dirá que no tengo derecho a ello? —pregunta sarcásticamente tomando su teléfono para mandar un mensaje rápidamente, guardándolo luego de ello en el bolsillo de su pantalón dejando el paño y el delantal que llevaba puesto sobre el tablero para salir de detrás de la barra.

—Por favor, como si realmente estuvieras esperando recibir clientes el día de hoy —bufa el moreno tamborileando sus dedos en la barra impacientemente.

Ah, así que el aparecerse allí los miércoles noes una coincidencia. Imbécil.

—Irrelevante —revisa que tiene todo lo que necesita en sus bolsillos para luego tomar sus llaves—. Mientras más rápido terminemos con esto, mejor. Después de ustedes caballeros —señala la salida sonriendo cordialmente.

Los oficiales se miran dudosos observando al Detective a la espera de instrucciones; luego de unos largos segundos en el que ninguna de las dos partes cede el hombre suspira irritado girando sobre sus talones indicándole a sus hombres que lo sigan. Kyle los ve caminar hacia la puerta respirando hondo rogando por cada gramo de paciencia que le pueda ser concedido; suspira siguiendo a los hombres, cerrando las puertas del bar.

Guarda sus llaves deteniéndose un momento al sentir su teléfono vibrar, ignorando el llamado irritado de los oficiales saca su móvil revisando el mensaje de confirmación que recibió de su reemplazo inmediato. Está por guardarlo nuevamente cuando recibe un nuevo mensaje que le hace sonreír, aunque trata con todas sus fuerzas de suprimirlo, responde rápidamente dudando unos segundos antes de agregar el comentario de que nuevamente pasará algunas horas en la comisaría.

Apaga su teléfono antes de poder recibir una respuesta guardándolo nuevamente en su bolsillo, de todas formas el aparato sería retenido hasta que el estúpido interrogatorio finalizara por lo que no valía la pena ser perturbado por la lluvia de llamadas que sabe recibirá; se asegura nuevamente de que tiene todas sus cosas entrando en la parte trasera de la patrulla cruzándose de brazos cuando uno de los oficiales trata de ponerle unas esposas negándose a darles el gusto de tratarlo como un reo como la primera vez.

—Déjenlo así —ordena el Detective subiendo al asiento del piloto—, no es un viaje largo de todas formas.


Observa el techo apretando sus manos contra sus brazos con tanta fuerza que está completamente seguro tendrá moretones más tarde, pero respira hondo enfocando su vista en las lámparas fluorescentes hasta que la iluminación hace arder sus ojos desviándolos a la parte más oscura del techo y cuando su vista se ajusta repite el proceso a modo de controlar la urgencia asesina que lo invade. Dos horas. Ha estado sentado en esa fría sala de interrogación por dos horas esperando que al Detective Marsh le salga de los cojones ir a hacer las mismas estúpidas preguntas de la vez anterior y dar por finalizado a su campaña de hacerle perder el tiempo innecesariamente; ganas no le faltan de ahorcarlo o golpearlo, solo sus pocos deseos de pasar el resto de la semana encerrado por asaltar a un oficial lo contiene de levantarse y golpear el cristal polarizado con una silla para probar su resistencia.

Aparta la vista del techo mirando hacia la puerta apoyando sus manos en el borde de la mesa considerando sus opciones. Legalmente no podían retenerlo allí por una hora más, haya una orden de un juez o no, sin embargo, tampoco podía darse el lujo de exigir un abogado a esas alturas o podría ser usado en su contra para inventarse alguna razón para arrestarlo formalmente, como si les diera un cheque en blanco para adjudicarle cualquier crimen, por mínimo que fuera, que se les ocurriera; ha pasado por ello y no quiere repetirlo, muchas gracias.

Otra opción es darles lo que piden, ceder a la constante demanda de brindarles información en bandeja de plata para ponerle fin a la ''ola de terror'' de la mafia que tiene el control sobre todo South Park de una vez por todas. Desgraciadamente para esos cerdos Kyle no solamente es demasiado orgulloso como para caer tan bajo de servir como rata, también es jodidamente leal y testarudo; Marsh lo sabe perfectamente y por ello tenía tan férrea campaña de hostigarlo hasta obligarlo a rendirse. Sonríe amargamente bajando la vista a sus manos pensando en lo desgarrador que es saber que, al parecer, Stan ha olvidado lo impenetrable que es su resolución.

A veces no puede evitar extrañar lo que alguna vez fue su amistad especialmente en momentos como este, pensar en lo unidos que eran le deja una sensación amarga; si su amistad no se hubiera fracturado de forma tan abrupta ¿estarían siempre atrapados en esta desagradable situación? ¿O Stan se haría de la vista gorda enfocando su atención en otros aspectos de su investigación? Se lo ha preguntado más de una vez sin llegar nunca a una respuesta, en parte porque se obliga a no darle demasiadas vueltas al desagradable recuerdo, en parte porque en realidad ya no puede recordar cómo era Stan antes de la gran pelea que lo terminó todo.

—¿Cómodo? —alza la vista saliendo de sus pensamientos al escuchar la puerta abrirse forzando su rostro a no mostrar nada más que aburrimiento, ya les había dado un espectáculo más que suficiente al desarreglar su prolijo peinado por el estrés tras la primera hora.

—Lo estaría si hubieras terminado esto hace dos horas —responde mordazmente observando atentamente a Marsh cuando se sienta frente a él dejando un folder en la mesa—, pero al parecer cada vez se vuelven más incompetentes.

—Broflovski… —advierte el moreno frunciendo el ceño mirándolo con dureza.

Kyle le sostiene la mirada tan imperturbable como le es posible, analizando las emociones que quedan al descubierto en los ojos del contrario con frialdad clínica. Permanecen así por unos largos minutos hasta que Marsh finalmente se rinde desviando la vista hacia el contenido del folder.

—Tuvimos una llamada de emergencia y el oficial encargado de interrogarte junto a mi se retiró —miente descaradamente apretando ligeramente los bordes del cartón.

—Por supuesto —responde el pelirrojo con sarcasmo, abriendo y cerrando sus manos para liberar la ligera tensión que el deseo de golpearlo le causa—, pero ya que estás aquí, terminemos con esto de una buena vez.

Stan alza la vista a punto de protestar, pero la mirada endurecida del hombre lo detiene. Observa a Kyle por unos segundos girando el folder hacia él atento a cualquier reacción que pueda obtener de su rostro. No puede evitar tragar ligeramente tratando de empujar el nudo que se forma en su garganta al no conseguir nada; cada día le es más y más difícil ver en las facciones del hombre frente a él la persona a la que alguna vez llamó su mejor amigo. Antes, cuando eran más jóvenes, era perfectamente capaz de discernir si Kyle estaba molesto o triste, si se sentía avergonzado por algo o si estaba ocultándole algún secreto; leer al pelirrojo era como leer un libro cargado de más descripciones de las necesarias.

Antes, sus emociones estaban tan en sintonía que para otros era como si pudieran leer sus pensamientos, ahora difícilmente puede identificar en el rostro del contrario algo más que desinterés, aburrimiento o los ocasionales flashes de ira. Viéndolo analizar el contenido del folder que le presentó lo único que puede notar en sus ojos es un ligero tinte de algo que no quiere nombrar, negándose completamente a aceptar que el hombre frente a él ya no es el niño que conoció.

—Exactamente, Detective Marsh, ¿qué quiere que haga con esta información? —Kyle alza la vista empujando ligeramente el folder hacia él y Stan tiene que tragar nuevamente para mantener a raya su decepción.

—Simplemente quiero que veas el resultado de la información que nos diste la última vez —dice cuando logra controlar el temblor en su voz—, las víctimas de las acciones de tu…

—¿Eran civiles? —interrumpe mirándolo con frialdad, — ¿o eran tus hombres? ¿murieron por sus órdenes o por las tuyas?

—Eran personas…

—No es mi problema —Kyle se pone en pie apoyando sus manos en la mesa, inclinándose hasta que está tan cerca que Stan no puede ignorar el desprecio reflejado en los verdes ojos del contrario—. Respondí tus preguntas con la infromación que tenía, que te hayas precipitado a tomar una decisión sin analizar la situación suena a muy tu problema.

Está mintiendo descaradamente y Stan puede notarlo aún cuando no pueda identificar nada más bajo la expresión de ira en el rostro del pelirrojo; es una mentira que no puede desenmascarar sin poner en juego su carrera y ambos lo saben. Stan maldice por lo bajo apretando sus manos mientras Kyle se endereza alisando las pequeñas arrugas que se habían formado en su camisa.

—Si no tiene una razón real para tenerme aquí, Detective, me retiro —empuja la silla ligeramente para salir de detrás de la mesa.

—No puedes solo... —Stan se levanta bloqueando el camino a la puerta—, no puedes seguir haciendo esto Kyle.

—Marsh, muévete —dice entre dientes apretando sus manos para no caer en la tentación de removerlo físicamente.

—Kyle, por favor —el detective pone sus manos en sus hombros apretándolos con fuerza—, yo sé... Sabes que está mal, has llevado está tontería de protegerlo demasiado lejos.

—Marsh, te juro por Dios que sí no me sueltas en este instante...

—¡Kyle! —Stan aprieta sus hombros aún más sarandeándolo ligeramente—, Eric solo te está manipulando, pero podemos detenerlo juntos.

La desesperación que se extiende por su rostro descoloca al hombre por unos segundos, obligándolo a retroceder un paso paralizado entre el deseo de asegurarle que todo está perfectamente bien y la necesidad de apartarlo bruscamente. Es una conversación que han tenido en más de una ocasión, demasiadas para su gusto en realidad; siempre en un ambiente menos tenso, más controlable y por supuesto bajo sus términos; pero en ese instante, atrapado en un lugar tan cerrado y sin salida, con la sensación de que están siendo observados del otro lado del cristal polarizado hormigueando bajo su piel, que Stan saque el tema a colación logra en él el efecto contrario a lo que el Detective seguramente quiere lograr.

Guiado por una ola de rabia que se extiende por todo su cuerpo como una llama hambrienta de destrucción Kyle sostiene los brazos de Stan apretando con fuerza aprovechando que lo ha tomado por sorpresa para empujarlo hasta que su espalda choca contra la puerta. Desliza sus manos de sus brazos a las muñecas del contrario apretando con fuerza inclinándose nuevamente muy cerca de él, lo suficiente para que la posición impida a quien sea que esté tras el cristal pueda leer sus labios.

—Escúchame Stan y escúchame atentamente porque será la última vez que lo diré pacíficamente —dice en tono bajo cargando sus palabras con toda la malicia que le es físicamente posible para dejar en claro el mensaje—. No vuelvas, jamás, a comentar sobre Cartman o sus acciones, mucho menos cuando se trate de mi. No pedí tu opinión. No necesito tu opinión.

—Kyle...

—Y espero esta sea la última vez que quieras involucrarme en tu investigación. Ya te dejé en claro que no obtendrás información de mi, la tenga o no —dice ignorando sus intentos de liberarse, o de hacerle entrar en razón o cual sea la excusa que se da a sí mismo cada miércoles antes de ir a arruinar su día—. Mantente fuera de mis asuntos Stan, porque ya no te competen, dejaron de hacerlo hace mucho tiempo.

Suelta sus muñecas apartándolo de la puerta con más brusquedad de la necesaria pero poco podría importarle en ese momento; sale de la sala de interrogaciones caminando hacia la entrada para buscar sus cosas ignorando por completo el llamado de dos oficiales que tratan de detenerlo. Finge no escuchar a Stan salir de la sala llamando su nombre, así como la orden que le da a sus hombres de dejarlo marchar.


Apoya su espalda contra la puerta al entrar en su departamento sintiéndose completamente drenado de la poca energía que le quedaba tras un innecesariamente largo día de trabajo, que no debería seguir sorprendiéndole tanto tras sus años de experiencia administrando el bar, pero que aún lo hace especialmente luego de su indeseada reunión en la mañana. No debería desconfiar de esa forma de sus clientes habituales, se repite como todos los miércoles, y de todas formas sigue haciéndolo. Respira hondo permitiéndose unos segundos de tranquilidad que pronto se ve interrumpida cuando unos pasos desde la cocina se dejan escuchar dirigiéndose hacia dónde está. Suprime una pequeña sonrisa al reconocer los pasos y se aparta de la puerta cuando un cojín del sofá es lanzado en su dirección impactando contra la madera produciendo un ruido sordo al caer en el suelo.

—¡Maldito judío de mierda! —lo primero que ve antes de que otro cojín impacte con su rostro es la mirada furiosa de su pareja, seguido por sus mejillas enrojecidas y su cabello, usualmente perfectamente peinado, completamente desorganizado, —¡Tienes un maldito teléfono para algo!

Retrocede un paso cuando Cartman se acerca envolviéndo sus manos en las solapas de su camisa arrugando el material jalándolo contra su cuerpo en lugar de empujarlo contra la pared como Kyle espera. En otras circunstancias, años atrás, tal acción habría provocado una pelea entre ambos, verbal o física; aún ahora podría desencadenar una con facilidad de no ser porque el pelirrojo nota la forma en que los ojos bicolores de Cartman lo recorren de pies a cabeza buscando algo, probablemente alguna herida visible que pudiera usar como excusa para hacer volar la estación de policía.

—Cuidado culo gordo —Kyle apoya sus manos sobre las del contrario acariciándolas ligeramente con la punta de sus dedos, en un gesto que tiene toda la intención de ser tranquilizador —, si no te conociera pensaría que estás preocupado.

Sé que lo estás, quiere decir cuando sus manos se aprietan un poco más en su camisa antes de soltarlo y posarlas sobre sus hombros.

—No sé de qué estás hablando judío, sabes muy bien lo difícil que es encontrar un administrador medianamente competente —la calidez de sus dedos deslizándose de sus hombros a sus brazos, de estos a sus costados apretando suavemente la piel bajo su camisa cuenta una historia completamente diferente a la de sus palabras.

—Entonces admites que soy el mejor que encontrarás, no puedes retractar tus palabras culón —responde manteniendo su expresión lo más relajada que le es posible, apoyando sus manos sobre los hombros del contrario apretando suavemente.

Cartman simplemente bufa ignorando su comentario y concentrándose en deslizar sus manos por el resto de su torso, bajando incluso a sus caderas jalándolo un poco más contra su cuerpo para hacerle caminar en una forma silenciosa de asegurarse que realmente no está herido. Kyle simplemente se deja hacer sabiendo que esa es la forma más rápida en lugar de negarse a ser revisado; no importa lo que diga para asegurarle al castaño que está en perfecto estado, es demasiado paranoico y protector para tomar su palabra como buena y válida, no desde la última vez por supuesto.

—Yo aquí, tomándome mi maldito tiempo para prepararte una jodida cena decente y tú sin dignarte a hacer algo tan sencillo como tomar el escupido teléfono cuando te llamo —satisfecho con su revisión Cartman lo suelta tomando una de sus manos rápidamente para jalarlo hacia la cocina.

—Tengo más responsabilidades a las que atender que contestar el teléfono siempre que te da el jodido deseo de interrumpir mi trabajo —responde por inercia dejándose llevar notando hasta ese momento que se muere de hambre cuando el olor de lo que el castaño preparó llega hasta él.

Cartman simplemente lo mira por encima de su hombro para nada impresionado con su respuesta logrando arrancarle una pequeña carcajada al pelirrojo. El hombre rueda los ojos empujándolo ligeramente hacia una de las sillas del comedor procediendo a entrar a la cocina para buscar la cena.

Kyle se acomoda en la mesa esperando pacientemente a que regrese sintiendo su corazón acelerarse y su rostro enrojecer ante lo dulcemente doméstico que es ese momento. A veces, en su pequeña burbuja de privacidad le es fácil olvidar que alguna vez creyó odiar a Cartman e ignorar que comparte su hogar y su cama con un hombre peligrosamente cruel; sin embargo, Eric Cartman siempre había sido peligroso y cruel, que le sea fácil ignorar ese detalle a veces no lo hace ignorante.

Baja la vista a sus manos entrelazando sus dedos sintiéndose asquerosamente vulnerable.

Otra razón por la que odia encontrarse con Stan bajo las circunstancias en que lo hacen todos los miércoles es el sabor amargo que le deja reflexionar en sus decisiones de vida de los últimos años. Kyle es más que consciente de que sus acciones, o la falta de ellas, son la causa de su condena y no es su falta de arrepentimiento lo que quema sus entrañas como bilis en momentos de reflexión, sino su falta de arrepentimiento.

—Entonces, ¿qué quería el hippie está vez? —Mira a Cartman cuando este pone un plato frente a él sentándose luego a su lado.

—Lo de siempre, que le cuente cuáles son tus nefarios planes de destrucción y caos —responde tragando con fuerza el nudo que se forma en su garganta —. Y mostrarme fotos del resultado del allanamiento de la semana pasada.

—¡Ja! Se lo tiene merecido por tratar de meterse en mis asuntos —Cartman infla el pecho con orgullo llevando una mano a la mejilla de Kyle dejando una pequeña caricia allí antes de deslizarla hacia su cuello abriendo su palma para apoyarla contra su cuello, enredando sus dedos en los pequeños rizos rebeldes de su cabello que se extendían hasta la parte trasera de este—, cuéntame, cuéntame, ¿qué más te dijo de mi plan maestro?

Cartman no lo dice, nunca lo hace, pero Kyle nota el alivio en el tono burlón de su voz al saber una vez más que no lo ha vendido; se sentiría ofendido de que el castaño esté esperando que en cualquier momento lo haga sino lo conociera tan bien.

Dios, moriría por este hombre piensa, no por primera vez, contándole lo que logró a leer del reporte, golpeando suavemente su costado para instarlo a comer mientras lo hace.

Mataría por este hombre se dice a sí mismo cuando su corazón se derrite con la carcajada que deja escapar, satisfecho al no sentir el arrepentimiento que parte de su cerebro le dice debería tener por sus acciones. Una lástima que mató gran parte de su conciencia en el momento en que puso su confianza y su amor en el jodido Eric Cartman.

La otra mitad yace enterrada bajo el orgullo que se expande por todo su ser al recordar que tiene el honor de ser testigo de la parte más vulnerable del hombre más peligroso de South Park.