Llovía a cántaros. Camilla Shand estaba sola sentada en el sofá de su piso en Londres. De repente sonó el teléfono: "¡Que sea Andrew, por favor!" pensó ella. Pero al otro lado del teléfono sonó una voz muy familiar para ella. Era Lucía Santa Cruz.
Lucía: ¡Camilla! ¿Tienes algo que hacer esta tarde?
Camilla: Mmm, no. La verdad es que no.
Lucía: Pues tienes que venir conmigo a Windsor.
Camilla: ¿A Windsor? ¿Por qué?
Lucía: Esta tarde juegan al polo. Mi hermano va a jugar y me gustaría ir a verlo, y he pensado que podrías venir conmigo. ¿Qué me dices?
Camilla: ¿Has visto cómo llueve? No creo que jueguen el partido…
Lucía: Acabo de mirar la televisión, no creo que llueva en Windsor. Esto va a pasar pronto, además tendría que ir igualmente.
Camilla: Está bien, yo te acompaño. ¿Pero podemos ir en mi coche?
Lucía: Por supuesto, paso por tu piso a las tres.
Se despidieron y Camilla colgó. Le iría bien distraerse, hacía bastantes semanas que no veía a Andrew, a él le habían destinado a Alemania y la última vez que habían hablado, Camilla le había dejado claro que no quería nada con él. Estaba absolutamente harta de sus infidelidades, pero muy a su pesar, lo seguía amando.
Camilla aparcó en el campo más cercano al de polo. Muy atrás se veía la sombra del imponente castillo de Windsor. El cielo estaba nublado y hacía bastante frío, aunque estaban en primavera. Lucía y Camilla bajaron del coche y mientras avanzaban por el campo empezó a llover. Camilla vestía unos tejanos con unas botas Wellington y una chaqueta Barbour, llevaba el pelo algo corto y revuelto. Caminando firme y con las manos en los bolsillos se dirigió junto con su amiga hacia el campo de polo. Una vez allí pudieron comprobar que éste se había cancelado y pudieron ver como los jugadores, abatidos, se reunían para hablar con sus familias.
Camilla, simplemente, miró a su alrededor y lo vio. Estaba ahí de pie, solo, no había nadie a su lado. Acariciaba lentamente su caballo y le susurraba algo. La lluvia caía sobre él y le hacía parecer una figura solitaria y desamparada. Camilla estuvo unos segundos observándolo.
Lucía: ¡Camilla! Tienes que conocer a Carlos.
Camilla: (Saliendo de sus pensamientos) ¿Qué?
Lucía: ¡A Carlos, el príncipe! Sabes… Creo que haríais muy buena pareja, es más le he comentado a Carlos más de una vez que tú serías su pareja ideal.
De repente, el hermano de Lucía la llamó desde el fondo y ésta le dijo a Camilla que tenía que ir un momento allí. La señorita Shand volvió a quedarse sola y contempló otra vez al misterioso príncipe. Decidió acercarse y conocerlo, tenía mucha curiosidad.
Camilla se dirigió hacia él. Carlos vio una figura de mujer empapada por la lluvia y se sorprendió un poco. Ella – firme – fue andando hasta llegar a poco menos de un metro de él y pensó que era mucho más guapo que de lejos.
Por su parte Carlos estaba deslumbrado porque Camilla tenía una sonrisa preciosa y lo miraba con una calidez con la que nunca nadie lo había mirado.
Camilla: (Tendiéndole la mano) ¡Hola, señor! Soy Camilla Shand.
Carlos: (Impresionado y tímidamente) Hola.
Camilla: Siento mucho que se haya anulado el partido, me habría hecho mucha ilusión verlo jugar.
Carlos: Gracias. Me encanta el polo y siempre es una lástima que no podamos jugar. ¿También le gusta a usted?
Camilla: (Tiernamente) Oh! Por favor, no me llame de usted. Puede llamarme simplemente Camilla.
Carlos: Está bien, pero entonces tú Camilla, tienes que llamarme Carlos.
Camilla: (Sin ocultar su alegría) Está bien, me encantará llamarte Carlos.
Carlos se quedó un poco cortado viendo que Camilla lo trataba de una manera tan natural y cercana. Ella por su parte adoraba la timidez del Príncipe y se sentía muy relajada con él.
Camilla: Me ha dicho Lucía que sois amigos desde hace tiempo.
Carlos: ¿Eres amiga de Lucía Santa Cruz?
Camilla: Sí, estudiamos en el mismo colegio.
Carlos: ¡Entonces eres tú! Lucía me dijo que tenía que conocer a una de sus amigas que me caería muy bien.
Camilla: Sí, algo así me ha comentado también. Espero que se cumplan sus deseos.
Carlos se volvió a quedar un poco sin saber qué decir y solo mirando fijamente los ojos de Camilla. No le parecía la mujer más guapa del mundo, al lado de las otras muchachas no destacaba por su belleza, pero, sin embargo, para Carlos era, sin duda, la mujer más fascinante que había allí esa tarde y la consideraba mil veces mejor que las demás, habiendo estado solo dos minutos con ella.
A Camilla le gustó que Carlos se quedara sin decir nada y la mirara de esa forma tan sensible y profunda. Entonces, decidió jugar un poco con él para saber si se trataba de un joven muy inocente o no.
Camilla: (Con picardía) ¿Sabes que tu tatarabuelo y mi bisabuela fueron amantes?
Carlos: (Vergonzoso y pensativo) ¿Eduardo VII?
Camilla: Sí.
Carlos: ¿Tu bisabuela es Alice Keppel, ¿verdad?
Camilla: (Con orgullo) Exactamente.
Carlos: Es increíble, que casualidad. Es por eso que me caes tan bien, nuestros lazos son antiguos.
Camilla y Carlos rieron juntos por primera vez. Desde el fondo un grupo de gente los observaba y comentaban la buena pareja que hacían, así como que veían a Carlos muy relajado con ella. Uno de ellos comentó que le parecía raro que el Príncipe riera cuando sabían que siempre se ponía furioso si un partido de polo se suspendía. "Será Camilla", afirmó otro que conocía a la señorita Shand. Todos asintieron con la cabeza y sonrieron. El amor se respiraba en el aire.
Mientras, la parejita seguía hablando y hablando. Hablaban de los amigos que tenían en común y sobre caballos y naturaleza. Pronto se dieron cuenta de que compartían muchos intereses y no dejaban de reír. En un momento dado, Lucía los interrumpió.
Lucía: Veo que ya os habéis conocido.
Carlos: Sí, Camilla es maravillosa.
Camilla: No, no… Exagera.
Carlos y Camilla rieron otra vez. Lucía vio en seguida la excelente relación que habían entablado el mismo día de conocerse y sonrió, no se equivocaba en absoluto, lentamente se alejó de la pareja.
Camilla: (dirigiéndose a Lucía) ¡Espera, voy contigo!
Carlos: Un momento. ¿Vas a volver?
Camilla: ¿Quieres que vuelva?
Carlos: ¡Me encantaría!
Camilla: La verdad… A mí también.
Carlos: Pasado mañana tenemos otro partido aquí. Ven a verme y podemos charlar cuando acabe el partido.
Camilla: ¡No lo dudes, aquí estaré!
Camilla se despidió de Carlos con dos besos y se alejó corriendo. Carlos la observó mientras se perdía entre la cortina de lluvia. Después se acarició la mejilla donde Camilla le había besado y suspiró. Esa chica lo había emocionado de verdad. Se giró hacia su caballo.
Carlos: Ay, amigo… ¡Me encanta!
