Capítulo 2: La Caza


Los detalles oscuros de lo que Rukia vio y vivió cuando era una niña en ese ritual fallido solo los conoce su mente, pero cuando pudo hablar gracias a la ayuda que su padre buscó para ella, fue inevitable que el responsable pagara por su crimen

Su tío fue encarcelado por varios cargos además de secuestro y su sentencia fue más allá de pasar el resto de su vida en la cárcel. Todo el proceso legal contra su tío duró más de lo que él pasó dentro de la cárcel.

Hay historias oscuras de lo que sucede en Inuzuri, una de las prisiones más grandes y peligrosas del país, pero todos saben que los violadores son tratados de la misma manera que tratan a sus víctimas.

Uno de los cargos por los que fue procesado el tío de Rukia fue violación, y él no la pasó tan bien en ese lugar porque durante su ritual de bienvenida, los únicos gritos que se escuchaban en esa celda eran los suyos.

No es que el tipo le hiciera algo a Rukia, ella tenía que estar tan pura como la nieve para ese ritual, pero el hombre tenía una larga lista de pecados donde el menor de ellos era el secuestro.

Cuando el cuerpo del tío de Rukia fue sacado de la cárcel, el cadáver tenía todas las marcas de las torturas habidas y por haber, y le faltaban todos los dientes porque sin dientes, él ya no podía morder. Nadie preguntó nada, nadie dijo nada y el caso se tomó como algo más que lo que sucede dentro de ese agujero llamado Inuzuri.

Después de ese terrible momento en su vida, cuando finalmente recuperó el habla y todo se calmó, Rukia comenzó a escuchar una voz en su cabeza que le decía qué hacer y qué no hacer. La voz sonaba como la de ella pero en un tono más exigente, más fuerte y más confiado.

Cuando ella iba a sus sesiones médicas con su psicólogo, le contó al terapeuta sobre esa voz y todo lo que esa voz le decía. Ese terapeuta no dudó en declararla esquizofrénica a causa del trauma y la llenó de medicación.

Al demonio dentro de ella no le gustaban las pastillas y eso fue algo que Rukia aprendió de una manera un poco extraña.

Rukia contaba con una gran variedad de medicamentos para mantenerla tranquila y solucionar todos y cada uno de los problemas que tenía en su vida desde aquel episodio sectario. La voz dentro de su cabeza comenzó a decirle cómo deshacerse de las drogas y Rukia, cansada de vivir con pastillas para todo, comenzó a escuchar esa voz.

Así fue que, luego de comenzar a guardarse información por consejo de esa extraña voz en su cabeza y cambiar a un nuevo terapeuta, quien sería su psicólogo principal a partir de ese momento, Rukia poco a poco fue mostrando una considerable " mejoría" y se empezaron a reducir los medicamentos.

Lo único que nunca se detendría serían sus sesiones de terapia, pero Rukia podía manejarlas porque su terapeuta era un hombre bastante guapo que estaba asombrado por su mente.


Cuando Rukia se convirtió legalmente en una adulta, la voz en su cabeza le dijo que sería divertido ir de viaje, por lo que convenció a su padre para que le permitiera un viaje antes de ingresar a la universidad. Ya no tomaba tantos medicamentos, había mostrado una mejoría muy considerable después de todos los años de terapia y, tras consultar esa decisión con su psicólogo de cabecera, el padre de Rukia le permitió ese viaje.

El viaje era a la ciudad vecina, donde su padre podía llegar en poco tiempo si era necesario, pero eso no le importaba a Rukia porque la sola idea de viajar sola la llenaba de emoción y felicidad; parte de ella también estaba nerviosa porque no sabía qué encontraría en el mundo fuera de la protección de su padre y su hermano.

La voz dentro de su cabeza permaneció en silencio durante la mayor parte de los días que Rukia estuvo en la ciudad visitando museos, cafés, bibliotecas y parques; pero la noche que decidió salir por primera vez de fiesta, apareció esa voz para decirle que tuviera cuidado.

"Esconde la navaja en el zapato. Nadie revisa los zapatos".

Rukia miró la navaja y la metió en un hueco de su tenis. Era incómodo caminar con él incrustado en el costado de su pie, pero sabía que la registrarían en la entrada de cualquier lugar y sería más fácil sacarlo de su zapato y guardarlo en el bolsillo de su pantalón cuando entrara al lugar.

Cuando encontró un lugar que le pareció divertido, donde había música interesante y muchas luces, entró.

Rukia pensó que ese mundo de música, alcohol y luces de colores que no había podido conocer antes, era realmente increíble y supuso que sería mejor si hubiera ido con amigos pero no los tenía. En la escuela siempre había estado sola porque era "rara" y su único compañero era su demonio interior.

Un tipo con una sonrisa encantadora se le acercó, le preguntó si quería bailar con él, y aunque Rukia se negó al principio, el tipo insistió tanto que Rukia no tuvo más opción que acceder. Rukia no sabía bailar pero el tipo la animó hasta que se encontró a sí misma saltando al ritmo de la música. Lo único que no le gustó fue que el tipo la tocaba la cintura como si quisiera acercarla a él.

La voz en su cabeza le dijo que tuviera cuidado.

Cuando la música paró, Rukia le agradeció por el baile y volvió a su asiento pero el tipo no parecía querer que ella se alejara de él e insistió en invitarla a un trago. Rukia, para que dejara de ser tan insistente, lo aceptó. Poco tiempo después, el tipo regresó con un par de vasos y le entregó uno.

"No te lo bebas. Pretende tomar un sorbo y luego déjalo sobre la mesa. Dile que vas al baño y vámonos de aquí. Ese tipo está cazando".

Caza. La misma palabra hizo temblar a Rukia.

Rukia hizo lo que decía la voz en su cabeza y pudo ver un brillo malvado en los ojos del chico mientras se llevaba el vaso a los labios. Un momento después, ella le dijo que iba al baño y salió del lugar lo más rápido que pudo.

Tomó la navaja, que en ese momento ya estaba en el bolsillo del pantalón, y comenzó a caminar rápidamente en busca de un taxi que la devolviera a su hotel, pero antes de que lo hiciera, alguien la agarró del brazo con demasiada fuerza.

Era el mismo tipo del club y parecía enojado.

Trató de soltarse pero el tipo era más fuerte y la arrastró con él a un callejón mientras le decía que no se iría sin antes darle lo que quería. Rukia siguió intentando que el hombre la soltara pero no pudo, y estaba a punto de entrar en pánico, cuando la voz habló.

"No te resistas. Deja que piense que harás lo que quiere y luego le clavas el cuchillo con fuerza en el estómago y lo abres como a un cerdo".

Rukia obedeció a la voz.

Antes de que el tipo pudiera hacerle algo, el cuchillo se clavó en su estómago y él la soltó debido a la conmoción y el dolor que sentía. Rukia aprovechó ese momento y clavó el cuchillo varias veces más en el tipo hasta que la voz en su cabeza le dijo que se detuviera porque el hombre estaba muerto.

Rukia sentía que la adrenalina corría por su cuerpo de manera salvaje.

Lo que le hizo a ese hombre se sintió tan bien, que de alguna manera, una parte de ella sintió que este hombre merecía lo que le pasó. Los hombres como él merecían la muerte.

"El cazador fue cazado. ¿Sabes qué lo haría más interesante?"

- ¿Qué? — Rukia preguntó en voz alta, sintiendo que la adrenalina bajaba y viendo al tipo en el callejón tirado en su propia sangre.

"Que la presa se coma al cazador".

La mano de Rukia se movió sola hasta que estuvo cerca de su boca.

— No hagas eso, sabes que no me gusta cuando controlas mi cuerpo.

"Será divertido. Ya le quitaste la vida, ¿qué importa probar su sangre? Tengo hambre y eres cruel conmigo".

— No quiero enfermarme. — respondió Rukia, recuperando el control de su cuerpo y saliendo de allí. — Te daré un poco de mi sangre en el hotel.

"Yo no quiero la tuya".

— Entonces nada, te quedarás con hambre.

De alguna manera, logró limpiarse un poco de sangre y entrar al hotel sin despertar sospechas. La sangre era lo de menos, la sensación de esas manos tocándola y tratando de hacer quién sabe qué más, era desagradable.

Rukia pensó mucho en lo que hizo mientras el agua caliente relajaba su cuerpo en la bañera de su habitación de hotel, no sentía culpa ni remordimiento, pero sentía una especie de alivio que la hacía sentir demasiado bien.


En la universidad tuvo amigos y llegó a ver el mundo de una manera tan diferente que le parecía increíble. Era una buena estudiante, no se podía negar eso, pero también era buena en las noches de fiesta con sus amigas y con el tiempo, Rukia se permitió tener una relación física con una chica que se ofreció a enseñarle lo que necesitaba saber sobre este mundo del placer carnal.

La voz que la mantenía alerta permanecía en silencio la mayor parte del tiempo, de vez en cuando murmuraba algo interesante pero Rukia nunca había vuelto a hacer lo que hizo en ese callejón con ese hombre. Matar aún no se había convertido en una adicción pero su amiga tenía varias heridas de cuando Rukia la mordía porque el demonio que vivía dentro de ella necesitaba un tributo de sangre.

En la universidad conoció a un chico pelirrojo y con muchos tatuajes, y quiso experimentar con él porque su amiga, con quien compartía la cama y el departamento, le llenó la cabeza con la idea de que el chico debía ser muy bueno en la cama.

Fue un ménage a troi muy intenso y muy placentero, y Rukia descubrió que le gustaba más el sexo con hombres que con mujeres. Esa noche se repitió muchas veces, pero terminó mal porque el pelirrojo tenía una preferencia evidente por ella y a su amiga no le gustó ese detallito.

Rukia dejó a su amiga y se quedó con el pelirrojo.

Fue una buena temporada hasta que el tipo se volvió posesivo e insoportable porque los celos lo carcomían y la acusaba de acostarse con todos los que la miraban por la calle.

Ella no tenía la culpa de atraer a la gente, era culpa del demonio dentro de ella que la hacía parecer un bocadillo que valía la pena comer, y como eso no era algo que pudiera explicar sin parecer que estaba completamente loca, trató de hacer el tipo entiende que ella no se acostaba con personas al azar.

Renji no parecía entenderlo o tal vez no quería entenderlo, y cada vez que surgía ese tema porque ella llegaba tarde a la universidad o porque había salido con sus amigas o porque algún chico estaba siendo amable con ella, este tipo de peleas estallarían.

Las relaciones apasionadas son divertidas hasta que se conocen los prejuicios de los involucrados, y el pelirrojo tenía varios que Rukia no pensaba tolerar porque la terapia había servido para algo más que vencer el miedo de las personas.

Rukia se cansó y terminó esa relación cuando el chico cometió el error de empujarla contra la cama en una actitud claramente agresiva y violenta, y ella tuvo que romperle una botella en la cabeza como medida de defensa.

Tan rápido como pudo salir de esa habitación agarró un cuchillo de la cocina con la intención de cortarle la garganta por lo que había intentado hacerle. Nadie podía tocarla sin su permiso.

"Nop. Huye de aquí, ve a la estación de policía y denúncialo. No puedes matarlo porque estabas con él, te culparán por eso".

— Es defensa propia, nadie lo extrañará.

"No nos conviene. Nos devolverán a la casa y nos encerrarán. No queremos que nos encierren".

Rukia maldijo el hecho de que la voz en su cabeza tenía razón y salió corriendo del apartamento de Renji, rompiendo y rasgando un poco su ropa antes de encontrar a un oficial de policía. El policía, al verla tan nerviosa y con la ropa desgarrada, no dudó en llevarla a comisaría para que interpusiera la denuncia.

Fue en ese momento que Rukia conoció a Ichigo Kurosaki, alias "el abogado del mal", quien estaba allí por uno de sus clientes. Él se ofreció a ayudarla al escuchar su situación porque él era abogado y ella era una víctima indefensa, y su deber era ayudar a los indefensos.

Lo siguiente que supo el pelirrojo fue que había una orden de restricción en su contra y no podía acercarse a Rukia a menos que quisiera terminar en la cárcel. También fue fichado como agresor sexual, cortesía del abogado del mal, y desde ese momento el chico pelirrojo y tatuado tuvo la vida arruinada.

El peor error de Renji fue ir a buscar a Rukia en ese momento.

Ichigo estaba con Rukia, junto con un oficial de policía que él había pedido para la protección de Rukia porque él sabía cómo funcionaba el mundo y sabía que el tipo la buscaría tan pronto como tuviera la orden de restricción en la mano. Ichigo no se equivocó, nunca lo hacía y por eso era el mejor en su oficio.

El pelirrojo se puso violento cuando Rukia le dijo por qué sería mejor mantener su cabeza de piña lejos de ella y el oficial de policía lo detuvo antes de que la agrediera físicamente. Ichigo inmediatamente agarró a Rukia por la cintura de una manera poco profesional para protegerla y permaneció en esa posición hasta que el oficial de policía se llevó al tipo que estaba gritando una amenaza sin sentido.

Rukia podía sentir la fuerza del agarre de Ichigo y todo su cuerpo se estremeció. No fue desagradable, fue algo que hizo que la voz dentro de su cabeza emitiera un sonido obsceno de placer al darse cuenta de que debajo de ese costoso traje había más músculo de lo que parecía.

El abogado del mal no le cobró por el servicio, alegando que estaba haciendo su buena obra del año, y Rukia pudo mantener ese incidente en secreto para que su padre no se enterara. Su vida no había sido lo que su padre había querido y ella esperaba que él nunca se enterara y que sus excelentes notas le bastaran.

También comenzó a fantasear con el abogado del mal.


Rukia terminó la universidad, no se reconcilió con su amiga pero hizo nuevos amigos, y como una forma de celebrar el final de esa etapa de sus vidas, las chicas hicieron un viaje de celebración a una playa.

Rukia contaba con el permiso de su padre y de su psicólogo principal, además de una buena dosis de dinero para gastos, y se dispuso a disfrutar de la fiesta porque al regresar ella comenzaría a trabajar en la empresa de su familia.

La voz en su cabeza despertó de nuevo y se fue de fiesta con ella.

Una de esas noches, cuando todas las chicas decidieron ir a bailar a un lugar que parecía muy exclusivo y al cual lograron entrar porque una de las chicas conocía al chico que custodiaba la entrada, Rukia vio ahí al abogado del mal y la voz en su cabeza hizo el mismo ruido obsceno de placer.

"Tengo hambre."

El abogado del mal estaba en un área privada, con varias botellas de alguna bebida que debía ser bastante cara, un par de amigos y unas chicas que parecían todo menos amigas. Rukia prestó especial atención a la chica junto al abogado del mal y vio, por la forma en que él la tocaba mientras hablaba y reía con sus amigos, que el abogado también parecía disfrutar bastante de las chicas que intentaban tocarlos un poco más de lo permitido.

Rukia desvió la mirada y decidió disfrutar de la noche con las chicas, bailando y bebiendo alguna bebida de extraños colores para saciar su sed, pero de vez en cuando volteaba a ver el lugar donde estaba el abogado, quien poco a poco parecía más animado y cuya chica se volvía más cariñosa a pesar de que había un par de personas más con ellos.

"Es bastante guapo. ¿Te imaginas cómo sería acostarte con él? Sé que sí, has gemido su nombre cuando te masturbas. Mírala, así cazan ese tipo de mujeres".

Rukia miró a la chica del abogado del mal y descubrió que la chica estaba demasiado cerca de él, sentada de tal manera que el escote de su vestido era visible para Ichigo y pasando una de sus manos lentamente desde su abdomen hasta su pierna.

Rukia se atragantó un poco con su bebida cuando Ichigo agarró la mano de la chica y dejó que ella lo tocara antes de inclinarse cerca del oído de la chica para susurrarle algo que realmente la animó.

"Se van a ir. Se la va a coger cuando salgan de aquí".

- Déjalo ir.

Rukia dirigió su mirada a sus amigas que estaban hablando de lo divertido que era todo en ese lugar.

"Estás celosa. Démosle las gracias por ayudarnos y tal vez sus intenciones cambien. Tengo hambre y él debe saber muy bien".

Rukia no tuvo forma de negar las palabras iniciales de esa voz, estaba celosa porque la chica que estaba con el abogado se lo iba a follar, aunque lo más seguro era que el abogado del mal se iba a follar a la chica porque Ichigo tenía el rostro de un depredador.

Cuando la chica que estaba con Ichigo se levantó para ir al baño y él se acomodó los pantalones donde claramente se le notaba una erección, Rukia se disculpó con sus amigas, quienes estaban terminando sus tragos antes de ir a bailar, y caminó hacia donde estaba él.

Solo estaba Ichigo en la zona privada, sus amigos se habían ido con las chicas que los atendían.

Ichigo la reconoció en ese momento y le invitó a beber del mismo vaso que él bebió mientras le preguntaba cómo iba todo en su vida de una manera cortés y amena, como si él no hubiera estado oliendo el perfume de esa chica antes.

Algo dentro de Ichigo gruñó con la emoción de una nueva cacería.

Rukia no sabía cómo seducirlo porque nunca había cazado así, ella era más como una Venus atrapamoscas y solo esperaba que llegaran hacia ella y cayeran en la trampa, así que hizo lo primero que se le ocurrió y se sentó en las piernas de Ichigo haciendo que el vestido que llevaba en ese momento se subiera un poco en sus piernas.

Por un momento, ella pensó que Ichigo la rechazaría pero no lo hizo, él solo la miró sorprendido y le preguntó qué estaba tratando de hacer mientras la sujetaba con fuerza por la cintura con esas manos con las que Rukia había estado fantaseando durante algún tiempo.

El abogado del mal tenía una fuerza deliciosa.

— Recordé que no te había dado las gracias apropiadamente por ayudarme con ese tipo.

Rukia dijo eso e hizo lo mismo que la chica había hecho antes, pasó uno de sus dedos por el pecho de Ichigo pero él la detuvo antes de que llegara a la línea de sus pantalones.

— ¿Y cómo piensas hacerlo? — Ichigo tenía una sonrisa ladina y peligrosa, esas que Rukia había aprendido a reconocer como la que tenían los cazadores. Rukia no respondió y sintió que el abogado soltaba su mano para que pudiera terminar lo que quería hacer. — Eres una mujer peligrosa, lo puedo sentir, y dejar que me lo agradezcas de esta manera no es una buena idea.

- ¿Por qué no?

Rukia se acomodó mejor en las piernas de Ichigo, al punto de acercarse lo más moralmente permitido en público, esperando una respuesta de él. Ichigo la sujetó con fuerza por la cintura, tomó su barbilla y acarició su labio inferior con el pulgar. Rukia sacó la lengua, solo la punta, y lamió el dedo de Ichigo, todo sin que ninguno de los dos rompiera el contacto visual.

— Porque me puedes meter en problemas. Un conejito como tú suele ser excesivamente caro.

— Te prometo que no te demandaré por acoso sexual. — Rukia sonrió al decir esas palabras.

— No tengo la intención de permitir que eso suceda. Si me lo vas a agradecer así, primero vas a firmar un par de papeles para no cambiar de opinión mientras te ato a la cama. — Ichigo tenía una sonrisa astuta mientras decía eso. Rukia sintió como él le agarraba las nalgas y le hacía sentir su erección entre sus piernas. — Así que tú decides, Conejito. Piénsalo, vuelvo en un par de minutos y si sigues aquí, te dejaré agradecerme así.

Ichigo la hizo bajar de sus piernas y fue de allí a hacer sus cosas.

"Te ha llamado 'conejito' y quiere atarte a la cama. El abogado también fantasea contigo. Ya no sé si comerlo o dejar que te lo cojas".

Un rato después, la chica con la que estaba Ichigo se le acercó y trató de echarla pero él volvió, agarró a Rukia y despidió a la chica dándole un par de billetes para pagar el placer de su compañía. La expresión de la chica indicaba que no quería el dinero sino otra cosa.

— ¿Era una prostituta? — preguntó Rukia cuando ambos estaban en el auto de Ichigo. Se suponía que una regla básica era no subirse a los autos de extraños, pero Rukia sabía cómo defenderse.

El abogado del mal no se equivocó cuando dijo que ella era una mujer peligrosa.

— No, no me acuesto con prostitutas. Soy selectivo — Ichigo la miró de reojo, tratando de mantener la mayor parte de su atención en el camino, y sonrió ante lo que iba a decir debido a la broma personal. — Tengo una dieta estricta.

La voz dentro de su cabeza hizo un ruido extraño al escuchar esa frase pero se mantuvo en silencio, lo cual era extraño porque normalmente el demonio en su cabeza siempre decía lo que pensaba. Rukia ignoró ese hecho y cambió el tema de conversación a por qué lo llamaban "el abogado del mal" e Ichigo solo se rió antes de aclarar el porqué de ese peculiar apodo.

— Porque abogo por los criminales. Si matas a alguien, llámame y te defenderé, solo que te cobraré en efectivo.

Rukia no dijo nada porque tenía un par de secretos sangrientos, en cambio deslizó su mano por la pierna de Ichigo y lo acarició un poco comenzando a calentar su comida.

Cuando llegaron a la habitación de hotel de Ichigo, una suite bastante elegante, Rukia comprobó que él no había estado mintiendo con lo que dijo en el club.

Ichigo le entregó un formulario de consentimiento para lo que iban a hacer esa noche y Rukia lo leyó cuidadosamente antes de poner su firma. No era un documento cualquiera, era uno que lo protegía de ella, y viceversa.

La voz dentro de su cabeza volvió a hacer el mismo ruido de no estar del todo convencida de que era una buena idea estar allí.

"Pregúntale a qué amo sirve. El membrete en la página me resulta familiar".

Ichigo le entregó un vaso de licor y se sentó en un sillón dentro de esa suite, la miró detenidamente y le hizo una seña para que fuera con él para poder sentarse en su regazo.

Rukia se quitó los tacones y caminó hacia él para sentarse en sus piernas, levantándose el vestido nuevamente y sintiendo las manos de Ichigo agarrando sus nalgas con fuerza. Había estado fantaseando con ese momento desde que él la abrazó esa tarde que el idiota con cabeza de piña había ido a reclamarle por la orden de restricción, y no iba a desperdiciar esta noche.

Las dudas en la voz de su cabeza se fueron al infierno cuando el abogado le hizo probar el sabor de ese licor desde su lengua.

Rukia gimió el nombre de Ichigo como lo hacía cada vez que fantaseaba con ese momento y ninguna parte de ella quedó intacta. Ichigo se aseguró de hacerla venirse tantas veces que sus piernas temblaban y la voz en su cabeza se quedó completamente muda.

Se quedaron sin condones antes de que llegara la mañana y solo por eso, tuvieron un descanso. Rukia les dijo a sus amigas que no regresaría hasta la noche siguiente e Ichigo compró más condones.

Cuando regresó al hotel donde se hospedaban, sus amigas la cuestionaron hasta la saciedad y Rukia se encargó de contarles solo las cosas más escandalosas que habían sucedido esa noche. Las bromas sobre su necesidad de una silla de ruedas no cesaron después de esa charla.

Rukia guardó perfectamente bien el número personal de Ichigo en los contactos de su teléfono celular.


Cuando Rukia comenzó a trabajar en la empresa de su familia y tuvo que salir de la ciudad por el mismo motivo, se encontró muchas veces con Ichigo y todas esas veces repetían lo sucedido en ese viaje de celebración.

El placer de tenerlo entre sus piernas no podía compararse con nada, Ichigo la llevaba a lugares del placer que ella nunca hubiera imaginado y la hacía feliz escucharlo decir que entre sus piernas era el mejor lugar donde podía estar.

La diferencia de edad era algo que a ninguno de los dos les importaba, pero ella era claramente más joven que él.

Los condones nunca parecían ser suficientes, y después de algunas pruebas de laboratorio que indicaron que ambos estaban perfectamente sanos, Rukia recibió un implante anticonceptivo y las noches mejoraron infinitamente.

Eran pareja y tenían un contrato que aseguraba la fidelidad mutua con una pequeña cláusula para abrir la relación a un tercero si ambas partes estaban de acuerdo. No eran niños, Ichigo estaba divorciado y tenía un hijo, y Rukia no había tenido reparos en disfrutar de su sexualidad de todas las formas posibles.

Ambos sabían lo que querían y ambos habían probado más cosas de las que podían mencionarse.

— ¿A qué amo sirves?

La pregunta de Rukia tomó a Ichigo con la guardia baja mientras se secaba el cabello con una toalla. Ambos se habían encontrado en un hotel de la ciudad donde Rukia había viajado por negocios e Ichigo no había dudado en manejar un par de horas desde la ciudad donde se encontraba solo para verla e ir a cenar.

— Es una pregunta peligrosa, yo podría preguntarte lo mismo. — Ichigo señaló uno de los sillones de la habitación para que ella se sentara.

— Te investigué. — susurró Rukia, pero Ichigo no se inmutó porque era algo que esperaba que ella hiciera. — No encontré nada más allá de tu infame reputación de liberar criminales. Muy bueno en lo que haces, no hay manera de que puedas perder y siempre logras hacer felices a quienes te contratan.

Ichigo sonrió ante eso y se reclinó en su asiento como si fuera un pequeño trono.

— Soy el Abogado del Diablo, Conejito.

Después de esa tarde de reveladores descubrimientos, Ichigo llevó a Rukia a su primer festín y la presentó como su compañera a los invitados que estaban disfrutando de esos voraces placeres sangrientos. No eran como la secta en la que estaba involucrado su tío, ellos preferían llamarse a sí mismos por otro nombre y solo comían carne de un tipo específico.

La voz en su cabeza estaba realmente satisfecha con el lugar.

Los delitos que ella cometió a lo largo de los años fueron más allá de defenderse de una agresión. Rukia encontraba placer en lo que hacía y solo por eso, lo hacía de nuevo. Era como una droga cuya dosis duraba lo suficiente para mantenerla tranquila y tener una vida en paz antes de que necesitara otra dosis.

Hasta que cometió el error de quedarse demasiado tiempo con la última víctima.

Ni Ichigo ni Kaien estaban felices, pero arreglaron que ella estuviera en la clínica donde trabajaba Kaien, su psicólogo principal.